🌈 𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐑𝐀𝐕𝐄 🌈
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"El amor solo es para los valientes."
etiquetas: fratboy harry, homofobia, religión, machismo, discriminación, pride, 1990, drogas, harrytops, louisbottoms.
Harry: 20 años.
Louis: 22 años.
• Como ya vieron en las etiquetas, voy a tocar temas delicados en esta historia, no lo hago con el fin de atacar las creencias de alguien o para hacer sentir mal a nadie. Todo lo hago con respeto a ustedes, si son creyentes o no les gusta que toquen el tema de la religión, pueden no leer esta historia y si la leen, quiero que sepan que todos tenemos diferentes religiones, creencias y pensamientos, esto no es con el fin de ofender a nadie.
• Cambie el nombre de la madre de Louis a Karen, porque no podía manchar el nombre de una mujer tan hermosa como Jay. Igual el nombre del padrastro de Louis fue cambiado a Sam.
• Este One Shot contiene escenas explícitas para mayores de 18 años, si no te gusta puedes saltar esas partes o no leer esto. Si decides leerlo es bajo tu responsabilidad.
CANCIÓN:
Only the brave - Louis Tomlinson.
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Derrama misericordia,
ten piedad de mí.
Incendia la historia
Estoy rompiendo mis propias reglas, estoy llorando como un tonto.
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1990
En algún momento de la vida puedes sentirte como si no encajarás en tu familia, como si fueras "el raro", el que piensa diferente en temas sencillos como la alimentación o en temas más complejos como la política y la religión, el que siempre en las reuniones familiares está callado o no convive mucho con los demás, el que todos ignoran y no se reparan en integrar a la conversación, porque en realidad no quieren escuchar lo que tiene que decir.
Puede que para muchos sea una sola faceta solitaria en la familia, puede que todas las familias tenga ese integrante, al que denominan como el "antisocial" o el "rebelde", puede que tú seas esa persona en tu familia, puede que no.
Pero en esta historia... Louis es esa persona.
Louis siempre había sido el que protestaba contra las opiniones de su familia, el que siempre trataba de defender su opinión e ideales, lo hacía tanto que llegó un punto en su vida que su familia lo calló, lo obligó a reprimirse tanto que ahora pasó de ser el rebelde con ideales raros al chico tímido callado de la familia Tomlinson.
La reprensión de su familia, en especial de su padrastro, fue tanta que Louis no tenía más opción que escapar de casa cada vez que podía, no soportaba estar en casa y escuchar a su familia hablar, sin que él pudiera reprochar nada.
Y en una de sus tantas escapadas, lo vio a él por primera vez; bueno, mejor dicho, los vio.
El pueblo no era tan grande como para que Louis tuviera muchas opciones a donde huir, por lo que ir al parque era uno de los pocos lugares a los que podía ir durante las reuniones de Domingo de su familia y durante varias veces él nunca vio a nadie en aquel sitio, hasta ese día.
El mayor de los Tomlinson se sentó en su banca habitual, sacando uno de sus libros de historia para poder leer un poco y todo para ser un Domingo más en su cotidiana y aburrida vida, hasta una risa lo desconcentro de su lectura, y su sentido de la curiosidad lo invadió, por lo que dirigió su mirada hacia donde provenía aquel risa.
Y de pronto los vio.
Un grupo de chicos cuatro chicos, caminando lo más normal, con un par de cervezas en sus manos, vestidos de negros y mezclilla, algunos con camisetas de cuadros, luciendo muy frescos y juveniles.
Louis desvió su mirada de ellos, pues tan solo de ver su ropa él supo que eran el tipo de personas que su padrastro Sam no le permitiría tener contacto, aunque siendo realista, él tampoco podía relacionarse a nadie en general por lo tímido que se había convertido tras los constantes regaños de sus padres.
Así que, sin más, él dejó que los chicos siguieran su camino, tratando de prestarles atención, continuando con su lectura.
Y lo que Louis creía que pasaría desapercibido por él, no lo fue y los chicos no se fueron, todo lo contrario. Se colocaron casi enfrente de él, a unos cuantos tres o cuatro metros de distancia, haciendo que si el castaño lo deseará, él podría alzar sus ojos de su libro y mirarlos directamente.
Pero Louis no se interesó en hacer eso, no por lo menos en los primeros minutos, donde solo eran risas y un par de oraciones que el castaño no alcanzaba a escuchar ni a descifrar, lo cual no le interesaba hacer en realidad; de hecho lo que hizo que mirará en dirección a ellos fue cuando el ruido disminuyó un poco, llamando su atención.
Lo primero que registró Louis fue el beso que estaba presenciando a pocos metros de él, un beso casi apasionado podría decir, por su escaso conocimiento en besos.
Louis nunca espero ver a dos chicos besándose y menos enfrente de él, tan cerca.
Sus mejillas se calentaron de vergüenza por estar presenciando algo que no era su incumbencia en absoluto y que quizás no debía estar pasando.
Él no sabe cuánto tiempo pasó antes de que pudiera reaccionar y dejar de ver aquella escena, porque en realidad aquellos chicos no dejaban de besarse, mientras que los otros dos chicos seguían platicando; pero en cuanto su cerebro volvió a funcionar él cerró su libro dispuesto a irse de ahí, antes de meterse en problemas con aquellos chicos por mirarlos o con su padrastro, si se enteraba de que él había visto algo así.
Y cuando se levantado para irse, se le ocurrió mirar una vez más en dirección de los chicos, pero en esta ocasión sus ojos no se centraron en la pareja de chicos besándose, si no que se fijaron en uno de los otros chicos que estaban platicando y que a pesar de la distancia él pudo distinguir que los ojos del chico eran verdes.
Sus mejillas se sonrojaron un poco más, antes de girarse y comenzar a caminar lo más tranquilo que podía de regreso a casa.
Él definitivamente no debió dirigir su mirada hacia ellos.
Y cuando Louis llega a casa, lo primero que escucha es el escándalo que tiene su padrastro con su amigo en la sala, mirando el fútbol mientras que su madre les servía cerveza y botanas, siendo una "esposa ejemplar", como decía Sam, aunque él no estaba muy de acuerdo con eso, pero igual no tenía derecho a hablar de eso, su padrastro ya le había dejado muy claro eso.
Corrió a su habitación lo más rápido que le permitieron sus cortas piernas, para evitar a Sam y su amigo.
Una vez estando en su habitación se sintió tranquilo, cerrando la puerta con seguro, para tener un poco de privacidad, sentándose en su cama con el libro en su manos para seguir leyendo.
Y la verdad es que él no pensó en lo ocurrido en el parque durante un buen rato, tal vez porque quería evitar pensar en eso o porque se sentía tan indebido que no debía pensar en ellos.
Pero al final lo hizo de todos modos; bueno, en realidad no lo pensó, lo recuerdo.
Las lecturas de Louis siempre han sido varias, siempre leyendo un poco de todo, bueno, de lo poco que le permitía leer en casa, como ciencia, política, historia y religión.
Porque Sam le tenía prohibido a Louis leer novelas o cosas románticas, argumentando que eso solo era para sus hermanas, no para él. Pero a pesar de las reglas de Sam, Louis había leído un poco de romance y novelas, a escondidas obviamente, en sus pequeños recesos en la Universidad o en la biblioteca, donde sabía que su padrastro nunca podría enterarse de que hacía eso.
Pero en casa; en casa leía solo los libros que Sam le asignaba o permitía, y aquel que tenía en manos sobre la Segunda Guerra Mundial, era uno nuevo que el hombre le permitió leer, así que Louis estaba relativamente feliz de leerlo, aunque en realidad él a sus veintidós años ya sabía relativamente todo sobre ese periodo histórico, pero leerlo de nuevo no le molestaba, incluso le interesaba que tendría que decir el libro sobre algo que él ya sabe.
Y fue un párrafo de aquel libro que le hizo recordar lo que había visto en el parque aquella tarde.
"Los nazis creían que los homosexuales eran hombres débiles y afeminados que no podían luchar por la nación alemana. Veían a los homosexuales como gente que probablemente no produciría hijos y no contribuiría a aumentar la tasa de natalidad alemana. Los nazis sostenían que las razas inferiores producían más hijos que los "arios", de modo que cualquier cosa que disminuyera el potencial reproductivo alemana era considerada un peligro para la raza.
[...] El 4 de abril de 1938, la Gestapo anunció una directiva indicando que los hombres condenados por homosexualidad podrían ser encarcelados en campos de concentración. Entre 1933 y 1945 la policía arrestó aproximadamente a 100,000 hombres homosexuales. La mayoría de los 50,000 condenados por los tribunales pasaron tiempo en prisiones regulares, y entre 5,000 y 15,000 fueron internados en campos de concentración..."
El leer eso trajo a la mente de Louis el beso de los chicos, pero no solo eso, si no que también recordó los ojos del chico con el que cruzó miradas y sobre todo eso, aquella página le provocó un vacío en el estómago y una presión en el pecho.
Por primera vez, deseó no haber leído nada en absoluto, deseando poder arrancar aquella página y quemarla, pero aunque pudiera hacer eso, él no podría olvidar aquellos nada y lo más importante, por más que deseará con todas sus fuerzas, él no podía cambiar la historia.
El pensamiento de toda la gente que murió injustamente por actos como su religión o por un inocente un beso, como el de los chicos del parque, lo llenó de impotencia de alguna manera y no pudo evitar llorar.
Lloró por no poder dejar de pensar en lo injusto que fue el paso, por lo injusto que sigue siendo la vida y por lo injusto que seguirá siendo para algunas personas.
Incluido él.
Hay largas historias en estas páginas,
pequeñas glorias desvaneciéndose.
Estuve lo suficientemente cerca como para tocar, pero nunca me importó el amor.
Louis ha aprendido con el paso de los años, que no sólo se siente aislado en casa, si no que igual lo hace durante las salidas con su familia, sobre todo cuando es obligado a ir a la iglesia cada Domingo, solo para dejar en claro que son un familia ejemplar y derecha, como dice Sam.
Y la realidad es que a Louis no le molesta la religión, ni hablar de Dios. Su molestia es que la gente como su padrastro use a Dios para atacar a otras personas, para quitarle el valor de su trabajo a otras personas, para hacerlas sentir menos y excluidas.
Como esa vez que el sacerdote dijo que la ciencia no era una realidad, que las enfermedades se curaban con fe en Dios.
En esa ocasión Louis estuvo a punto de levantarse de su lugar y reclamar al respecto, pero la mirada de halcón molesto de Sam lo detuvo, como siempre.
Y es por eso que para evitarse más escenas así con su padrastro, él prefería ignorar al sacerdote toda la misa, tratando de distraer su mente con cualquier cosa, ya sea recordando los pendientes que tenía en casa o contando cuántas personas había ahí y tratar de adivinar sus nombres o pensando en que podía hacer mañana.
Louis podría estar presente en cuerpo en la iglesia, pero su mente no lo estaba en absoluto, no por lo menos hasta que algo llamó su atención.
- He recibido la noticia de que el pueblo vecino aceptará parejas del mismo sexo e incluso los dejarán entrar a las Iglesias. - habló el sacerdote, sonando molesto, seguido de exclamaciones de sorpresa por parte de algunos presentes, incluida la madre de Louis. - No puede ser posible que puedan entrar en la casa de Dios, antes eran enviados a la guerra. - continuó parloteando.
Louis se sentía enfermo al escuchar esas palabras, sentía que quería vomitar y sus ojos tenían la intención de cristalizarse, no quería seguir escuchando eso, no quería estar más ahí.
- Me siento mal, mamá. - susurró con la voz algo débil, rogando que Sam no lo escuchará. - ¿Puedo salir? - casi suplicó.
Karen miró a su esposo, pensando que responder. - No, Louis. - dijo después de pensarlo muy poco en realidad.
- Mamá... - suplicó con un nudo formándose en su garganta.
- Si sales, la gente pensará mal. Te quedas. - respondió la mujer.
Louis tenía el impulso de responderle a su madre con algo como: "¿Qué pensará la gente?, ¿Qué soy gay, solo por salir en pleno de un discurso completamente homofóbico?, ¿Qué si soy gay?, ¿Qué le importa a toda esta gente que ni siquiera conozco mi sexualidad?, ¿Por qué debe importarme lo que digan de mi?"
Pero no lo hizo, tan solo mordió su lengua y trató una vez más desviar sus pensamientos de lo que decía el sacerdote, dirigiendo su mirada molesta a cualquier punto en el lugar, menos a su madre.
Y estaba tan concentrado en su molestia, en su malestar al escuchar el odio salir de un hombre, que según profeta sobre el respeto y amor con el prójimo, que tardó en darse cuenta que alguien lo estaba mirando.
La mirada fija en su persona, lo hizo buscar quien era el que lo estaba mirando, hasta que se encontró con un par de ojos esmeralda que había visto hace una semana exactamente.
Tragó en seco, acomodándose incómodo en su lugar de iglesia, desviando su mirada de la del chico que ni siquiera conocía, pero que aún así estaba logrando ponerlo nervioso.
Y cuando su familia se levantó para tomar la eucaristía*, él huyó fuera, sin importarle los futuros regalos de Karen o de Sam, él tan solo quería irse de ahí.
eucaristía*: Sacramento de las iglesias cristianas que consiste en consagrar el pan y el vino (memorial de la muerte y resurrección de Jesús) y en su distribución entre los fieles.
Louis salió a prisa de la iglesia respirando hondo cuando por fin estuvo fuera, dirigiendo a uno de los árboles que había ahí para esperar a que su familia saliera al término de la misa.
En cuanto recargó su espalda del árbol y cerró los ojos, Louis percibió segundos después un aroma varonil, a una fragancia fuerte e intensa, haciendo que abriera los ojos de inmediato cuando sintió a alguien frente a él.
- Así que tú eres el chico que le gusta espiar. - habló el chico que estaba enfrente a él, aquel ojos esmeralda que lo había estado mirando minutos atrás en la iglesia, el que con la cercanía sus ojos parecían más intensos e interesantes para Louis, lo cual no estaba bien definitivamente para sus pensamientos. - ¿No hablas? - preguntó acercando peligrosamente más al castaño.
Louis solo frunció el ceño sin saber que decir, porque técnicamente, tal vez él sí había sido imprudente e irrespetuoso al mirar a los chicos besándose, los cuales de seguro eran amigos del ojiverde.
- Creí que si hablabas. - insistió sonriendo burlonamente de lado, haciendo presente un hoyuelo en su mejilla.
Y el castaño se regañó mentalmente por desear por un segundo tocar aquel hoyuelo, que le pareció de cierta manera lindo e intimidante a la vez.
- ¿Lo siento? - habló por fin, sonando inseguro y tímido.
Esta vez el chico de ojos verdes sonrió por completo, dejando ver ahora que no solo se marcaba en una sola mejilla el hoyuelo.
- Eres lindo. - dijo sonriendo.
Louis lo miró sorprendido, queriendo quizás devolver el cumplido, pero no sintiéndose capaz de hacerlo.
Sabía que considerar a un chico lindo no era malo, no era un delito y no se sentía mal por eso.
Pero para sus padres y la mayoría de la gente no era así, era todo lo contrario a lo que Louis pensaba.
- Llámame atrevido. - volvió a hablar el ojiverde al no recibir respuesta de su halago. - Pero... ¿Te encuentras bien?, lucías desorientado allá dentro. - dijo recargando una de sus manos en el árbol, cerca del rostro de Louis.
El pensamiento de que las manos de aquel chico eran mucho más firmes, fuertes y grandes que las suyas llegó a la mente del castaño, ignorando un poco la pregunta del chico.
- Te molestó el comentario del sacerdote, ¿No es así? - preguntó.
- Un poco. - mintió en voz baja, dejando de pensar en las manos del chico extraño.
- ¿Por qué te molestó? - cuestionó mirándolo con curiosidad.
- No comparto el mismo pensamiento. - respondió con sencillez.
- ¿Te gustan los chicos? - se atrevió a preguntar el ojiverde.
Louis lo miró una vez más, con el corazón acelerado un poco y con la pregunta rebotando en su mente.
- No, no. - negó sin pensar realmente en una respuesta que naciera de su corazón, mirando al chico frente a él, que a su parecer tenía una linda sonrisa, ojos interesantes y hermoso cabello rizado.
- ¿No? - dijo sorprendido el chico sonriendo de nuevo. - ¿Has besado a uno? - preguntó, y Louis podía jurar que se acercó un poco más a él después de preguntar eso.
Al escuchar aquella pregunta los ojos de Louis se dirigieron a los labios del contrario, notando lo gruesos que lucían a la escasa distancia.
- No - susurró en respuesta.
- Entonces, no puedes saber si no te gustan. - respondió.
- Y tú no puedes saber si me gustan o no. Ni tampoco te interesa. - dijo Louis a la defensiva, para ocultar lo mucho que se sentía intrigado en sentir como se sentía besar a un chico.
- Tampoco sabes eso. - dijo el chico encogiéndose de hombros.
Louis lo miró sin entender mucho aquello.
- Te gusta leer, ¿No? - preguntó el rizado.
El castaño asintió despacio e inseguro.
- Lee "Maurice" de E. M. Forster. - susurró con la voz gruesa, que provocó algo nuevo en Louis, que no había sentido antes en ninguna circunstancia.
- ¿Qué? - dijo perdido.
- Leelo chico lindo. - dijo el ojiverde. - Y si tienes curiosidades, puedes verme el próximo Domingo en el parque. - agregó.
- Ni siquiera sé quién eres. - negó el castaño.
- Soy Harry. - respondió con sencillez.
- ¿Qué te hace pensar que haré lo que dices? - preguntó el castaño, mirando hacia la puerta de la iglesia, para asegurarse de que aún no salieran sus padres.
- Porque eres como yo. - murmuró. - Puedo ayudarte, ya sabes que hacer. - agregó separándose por completo de él.
- ¿Cómo que soy como tú? - cuestionó Louis confuso.
- Búscame en el parque el próximo Domingo a las 2. - dijo desviando la pregunta, mirando igual a la puerta de la iglesia.
El castaño estaba a punto de refutar al respecto, pero la voz de Sam se lo impidió, como siempre.
- ¡Louis! - se oyó el grito de su padrastro.
- Nos vemos. - dijo el rizado. - Lou. - agregó con una sonrisa antes de irse.
Louis tragó en seco al sentir como su piel se erizó por completo con aquel apodo.
Es una iglesia llena de romances quemados y estoy muy lejos como para rezar.
Es una canción solista y es solo para los valientes.
Louis no tiene razones o motivos para hacer lo que el chico de ojos esmeralda y hermosa sonrisa, que ahora sabe que su nombre es Harry, le recomendó, pero aún así se encuentra leyendo aquel libro día después en la biblioteca de la escuela.
El castaño mentira si dijera que no le gustaba el libro, de hecho le gustó y lo atrapó tanto que se tomó el atrevimiento y el riesgo a pedir prestado el libro para llevarlo a casa, y es que conforme Louis avanzaba en su lectura, comienza a entender, o se hace una idea del porqué el rizado le hizo leer eso y no sabe que pensar al respecto, no sabe porque Harry pensaría que él es gay.
Quizás el que Louis hubiera estado viendo el beso entre sus amigos, había hecho que el ojiverde pensará eso o quizás...
- ¡Louis, baja a cenar! - gritó su madre.
El castaño mordió su labio inferior y se apresuró a cerrar el libro y esconderlo debajo de su colchón, para bajar corriendo a la cocina.
Las comidas y cenas de la familia Tomlinson siempre eran calladas, el único sonido permitido era el de la radio y si Sam deseaba hablar, lo hacía, porque la regla era que solo el padre de familia habla durante la comida.
Y es absurdo para Louis, demasiado y en muchos niveles, pero si su madre admitía ese tipo de tratos, él no podía hacer mucho para negarlo.
Es así, como incluso en la comida o en la cena Louis sentía que no encajaba, como si no fuera parte de esa familia y quizás él no quiere en el futuro formar parte de una familia así o tener una.
La trama de libro que Harry le hizo le leer llega a su mente, que es básicamente que el protagonista, Maurice Hall, a la edad de 14 años, recibe una charla de su maestro sobre el sexo y las mujeres, donde se siente aislado, y excluido de la idea adulta del matrimonio con una mujer como meta en la vida.
Y en ese momento en la mesa de su casa, con su familia alrededor que él se siente justo como Maurice, no tiene más opción que suspirar e intentar sobrellevar su vida.
Los días pasan demasiado rápido y cuando Louis menos lo piensa, ya es Domingo y él ha logrado terminar el libro a la perfección y le gustó, pero no sabe exactamente hasta qué grado le gustó o hasta grado debido gustarle.
Al igual que no sabe si debería o no presentarse ese día en el parque con Harry, no sabe qué tan buena o mala idea es esa.
En la mañana del Domingo Louis estaba debatiendo en su habitación si debía ir, cuando alcanzó a escuchar los gritos de su madre y de Sam gritando.
- ¡No tienes ningún maldito derecho de gritarme! - gritó Sam, para después escuchar su mano estrellándose en la mejilla de Karen.
- Me largo. - gruñó el castaño tomando su cosas para salir.
Sus padres ni siquiera se molestaron en mirar cuando bajó las escaleras y menos cuando salió de casa.
Salir de casa siempre había sido un buen escape para él, en especial cuando sus padres discutían y Karen terminaba con nuevos moretones sobre los cuales mentir con sus amigas en su próxima visita.
Cuando llegó al parque Louis vio al rizado sentado en el pasto, fumando relajadamente, con el humo saliendo con elegancia de sus labios.
- Hola. - habló con valor, llegando frente a él.
- Hola, chico bonito. - respondió soltando el humo, llegando a las narices del castaño.
A pesar de que Louis no era un experto en cigarrillos, sabía que eso no era tabaco definitivamente.
- Siéntate. Vamos. - lo invito con una sonrisa.
Louis suspiró y se sentó, un poco lejos, lo último que quería es llegar a casa con olor a marihuana impregnado en su ropa.
- ¿Gustas? - preguntó ofreciéndole el cigarrillo.
El castaño negó lentamente, un poco tímido.
- De acuerdo. - suspiró Harry encogiéndose de hombros. - Dime, Lou. ¿Te gustó el libro? - preguntó con interés.
- ¿Qué querías insinuarme con hacerme leer eso? - respondió, tratando de evadir el hecho de que le gustó el libro, de que se sintió identificado con el protagonista en muchas ocasiones y que por un momento se sintió en el papel de Maurice cuando descubrió su sexualidad.
- Nada. - se encogió de hombros terminando con su cigarrillo. - Solo es una lectura inocente. - dijo tranquilo.
- Claro - bufó el castaño rodando los ojos, sin creerle nada.
- ¿Por qué crees tú que lo hice? - preguntó el rizado acercándose a él.
- ¿Es una forma pasivo-agresiva de decirme gay, por mirar a tus amigos? - dijo Louis enfrentándolo.
La risa ronca del chico de rizos se hizo presente.
- El ver a dos chicos besándose, no te hace gay. - dijo divertido el rizado.
- ¿No? - dijo Louis con el ceño fruncido, mirándolo. - ¿Y qué si me hace gay? - preguntó.
- Desear ser uno de esos chicos, supongo. No hay reglas sobre que te hace y que no te hace gay. - respondió Harry.
Louis tragó en seco, cuando la colonia del rizado llegó a sus sentidos.
- Dime Louis, ¿Te gustaría ser uno de esos chicos? - habló despacio, con la voz rasposa.
- ¿Qué? - respondió aturdido.
- ¿Te gustaría ser besado por un chico?
- Eso sí me haría gay, ¿No? - preguntó Louis desviando su mirada de los ojos esmeralda.
- Entre querer ser besado y que te guste el beso, hay una diferencia. - respondió el rizado.
- ¿Cómo puedo saber esa diferencia? - preguntó en un susurro.
- Solo hay una manera. - dijo Harry sonriendo de lado, acercándose, colocando su mano grande en la nuca del castaño.
Louis se sentía nervioso, con el corazón martillando en su pecho por la pronta cercanía.
- ¿Quieres averiguarlo? - cuestionó el rizado con la voz grave y ronca.
El castaño debió negarse, en su mente sólo debería estar la respuesta no, pero no era así y tampoco fue lo que salió de sus labios.
- Si. - respondió.
En cuestión de segundos los labios de Harry estaban sobre los de Louis, el castaño estaba nervioso por eso, por lo suave que sentía los labios contrarios en los suyos y tan solo tardó un par de segundos para comenzar a mover sus labios de forma inexperta, contra los del rizado.
Louis no notó el pequeño jadeo que salió de su boca, pero Harry sí lo hizo y sonrió, continuó besándolo con más intensidad hasta que su lengua entró en la boca del más bajo.
La espalda del castaño terminó en el pasto, con Harry casi por completo encima de él, sin detener sus labios, jadeando ambos en la boca del otro.
A Louis definitivamente le gustó ser besado por Harry y se sintió realmente valiente de hacerlo.
Si la verdad hablará, amor, sentirías que no hay suficientes estrellas muertas en tu cielo.
Es un cuento largo, y es un saludo, un saludo y no un adiós, (adiós).
Meses después.
Y los encuentros entre Harry y Louis no pararon, después de aquel momento de besos que tuvieron en el parque.
Todo lo contrario, ellos buscaban cualquier pretexto, por mínimo que fuera para verse, ya sea fuera de la Universidad pública de Louis o en la fraternidad algo lejana del pueblo de Harry.
En esos meses en los que llevaban viéndose, todo empezó con besos ocasionales, sin llegar a nada formal, pero con el paso del tiempo ellos se convierten en algo más que adolescentes fugitivos besándose a escondidas.
Ahora eran novios, ellos no solían usar mucho esa palabra, pero en el fondo sabían que les gustaba mucho como sonaba.
Louis en estos meses de romance se sentía más libre, más alegre y valiente, últimamente no le importaban mucho las consecuencias de sus actos, el si rompía las estupidas reglas de Sam, el qué dirán de la gente del vecindario.
Ahora solo quería centrarse en Harry y en lo bueno que sentía ser besado por él, lo bien que se sentía estar a su lado, lo correcto que era el estar juntos y lo mucho que amaba las caricias del rizado en su cuerpo.
Su relación llegó al grado de intimidad de que Louis se había entregado a Harry, porque si él le dio su primer verdadero beso, el castaño no vio ninguna mala razón, para no entregarse a él también.
Así que, lo hizo.
Fue una noche en la que le mintió a sus padres sobre estar en casa de uno de sus compañeros. Y aunque no fue algo romántico como lo pintan las novelas, Louis realmente lo disfrutó y se sentía feliz y orgulloso de lo que hizo.
Y después de esa primera vez, ellos realmente lo habían hecho un par de veces más, siempre con Harry siendo dulce y caballeroso, y Louis complacido y dejándose llevar por el placer, justo como en ese momento.
Louis apretaba las sábanas entre sus manos, mordiendo su labio inferior para callar un poco sus jadeos agudos, mientras que Harry lo estaba embistiendo con fuerza.
- Louis. Louis. - murmuraba el rizado contra su oído, con la voz grave.
- Yo-o... voy.. - jadeo el castaño enredando sus piernas en la cintura del más alto.
- Si, si. Hazlo. - jadeó Harry en respuesta, llevando su mano al miembro del castaño, para estimularlo un poco más.
- Oh. Harry. - gimió agudamente el castaño, soltando un sollozo cuando el orgasmo lo alcanzó, manchando el estómago de ambos.
El rizado continuó con sus movimientos un par de minutos más, hasta que llegó a su propio orgasmo, corriéndose con fuerza en el preservativo.
Harry dejó un par de besos, alrededor del cuello de Louis, con la respiración agitada, antes de salir de su interior y quitarse el condón.
Louis sonrió, y se sentó en la cama, respirando con tranquilidad.
- Hay un evento este Sábado en el pueblo. - comentó el castaño, una vez que el rizado se acostó a su lado.
- ¿Si?, La familia perfecta Tomlinson, ¿Estará ahí? - preguntó.
- Si, puede ser que no... podamos vernos ese día. - murmuró el castaño avergonzado.
- Puedo ir yo igual y nos escabullimos entre la multitud. - opinó Harry con una sonrisa.
Louis rió y negó lentamente.
- Mis padres, yo aún... ya sabes. - explicó el ojiazul sintiendo una presión en su pecho.
- Realmente crees que ellos no van aceptar esto, ¿No es así? - preguntó el rizado, sentándose igual para abrazar al castaño.
- No lo creo. - negó Louis. - Estoy seguro. - dijo con la voz débil, con los ojos cristalizados.
- Te amo. - dijo Harry, haciendo que el castaño lo mirará. - Puedo esperarte el tiempo que necesites, amor. - prometió.
Louis sonrió y lo besó.
El problema es que Louis no quería que Harry lo esperará, no quería seguir ocultando su amor como si fuera un error o un delito, cuando no es así.
Y esa noche, una vez que Louis regresó a su casa, el castaño encendió el radio de su habitación y en general no estaba prestando mucho atención a las noticias o canciones que se escuchaban, tan solo no quería estar en silencio absoluto, eso lo hacía sentir aún más solo.
Pero algo realmente llamó su atención entre todas esas noticias locales.
"Hoy, 17 de mayo de 1990, la Organizacion Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales."
Una sonrisa se pintó en los labios del castaño, con una luz de esperanza en su rostro y en su corazón.
Después de años discriminación y de sufrimiento, donde miles de personas inocentes fueron perseguidas y asesinadas, por fin la sociedad daba un pasó adelante, no es como esonfuera a terminar con todo el odio injustificado, pero sin duda alguna, era algo bueno, algo que era necesario.
Ten misericordia, ten piedad de mi
Caeré de rodillas y ellos dirán:
"Te lo dije."
Vamos que cuando lo sabes, lo sabes.
Solo pasaron dos días de aquella noticia, y a pesar de que escuchó miles de comentarios negativos y ofensivos de parte de Sam e incluso de alguna de sus hermanas, la esperanza y emoción de Louis no se apagaron, incluso le había llamado a Harry para contárselo.
Él había estado de buen humor esos días, obviamente sin decirle la razón de esto a sus padres, simplemente dejaba que su felicidad fluyera en su personalidad.
Incluso él había estado animado por la reunión del Sábado, bueno, eso fue hasta que Sam lo abordó a solas una vez que llegaron al evento del pueblo.
- Compórtate muchacho. No quiero que me hagas pasar el ridículo aquí. - dijo en voz baja Sam, pero sin dejar de sonar amenazante.
- ¿Qué? - respondió Louis, frunciendo el ceño, sin entender el motivo por el cual su padrastro le diría algo así, cuando él literalmente se había comportado mejor que nunca.
La fuerte mano de Sam lo tomó del brazo, apretandolo con fuerza, hasta hacerlo jadear del dolor.
- Cállate. - gruñó el hombre. - Yo decido lo que haces y cuando lo haces, ¿Entendido? - hablo amenazante.
Louis lo miró entre asustado y confundido, sin saber qué hacer.
- Sé tu secreto. - murmuró muy cerca. - Sé que eres un sucio maricon. ¿Creíste que nadie lo notaría? - cuestionó. - ¿Qué podrías llegar a casa oliendo a zorra y que yo no lo notaría?, ¿Pensaste que no notaría que la peste está en casa? - siguió cuestionando, sin dejar de apretar el abrazo del castaño.
Louis soltó un jadeo sorprendido y asustado.
- Así que, evitarme la vergüenza de decírselo a tu madre y hermanas. - continuó hablando. - Te quiero lejos de todos los hombres de aquí. - amenazó, mirando con enfado. - ¿Entendido? - preguntó.
- Yo... - murmuró Louis nervioso.
- Solo di si o no. Es una orden muchacho. - interrumpió el hombre. - Después veremos cómo arreglar esto. - agregó.
Y eso definitivamente no le gustó para nada a Louis como se escuchó eso, las náuseas y el asco recorrieron su cuerpo, tan solo quería soltarse del agarre de su padrastro y salir huyendo de ahí, asustado y con miedo.
- ¿Si o no? - preguntó Sam, apretandolo con más fuerza.
Louis solo asintió no muy seguro.
- Buen chico. - murmuró con un tono diferente, casi sonando sucio.
El castaño estaba seguro que iba a vomitarle en los zapatos al hombre en cualquier momento.
- Haz lo que digo. - dijo antes de soltarlo e irse detrás de su madre.
Louis tragó en seco, tratando de controlar las náuseas que le provocaron la cercanía y voz de su padrastro.
Ahora toda la felicidad y libertad que había llegado a sentir se había esfumado en ese instante, ya no sentía bien en absoluto.
El castaño no tuvo más opción que obedecer a su padrastro, como lo había hecho ya desde siempre, quedándose sentado en una mesa solitaria bien como todos con pareja bailan y ríen alegremente; mientras que él está haciendo su mayor esfuerzo por no tirarse a llorar.
El obedecer a Sam, había sido relativamente fácil, hasta que entre la gente pudo distinguir a Harry.
Miró como el rizado parecía estarlo buscando, su mirada estaba fija en su novio, hasta que Harry por fin se encontraron con sus ojos y una dulce sonrisa se pintó en los labios del rizado.
Louis correspondió a aquella sonrisa, sintiéndose livianamente feliz y encantado de ver al rizado, aunque fuera de lejos.
Tuvo el impulso y el deseo de levantarse de su lugar y correr hacia al rizado, besarlo, abrazarlo, mostrar lo feliz que estaba de verlo; pero las palabras y amenazas de su padrastro golpearon su mente e hicieron que se mantuviera en su lugar.
Y con mucha fuerza de voluntad y dolor desvió su mirada de la de Harry, ahora la sonrisa de ambos ya no existía en sus rostros.
Louis miró a su padrastro, luciendo tan victorioso y sin vergüenza, riendo con sus amigos.
Se sintió enfermo de verlo tan feliz, mientras él tenía que reprimirse y fingir no sentía nada por el chico que estaba a unos metros de él.
Así que lo miró de nuevo, Harry lucía entre triste y perdido entre la multitud de sombras bailando y eso le provocó una dolorosa presión en su pecho.
Louis nunca había sido muy creyente de la leyenda de que todos tenían un alma destinada, tampoco es como si hubiera vivido en una familia muy amorosa como para creer en eso.
Pero él ahora piensa que tal vez es real, que no porqué su madre se equivocó en varias ocasiones significa que eso no sea real, y también piensa que si eso es real, no debería de haber ningún problema con que esa alma destinada a él fuera otro chico.
No debería ser malo, no debería dejar que alguien como Sam arruinará todo lo hermoso que sentía por Harry.
Y pronto piensa que si él sigue así, siendo sumiso a un hombre que no es nada él, nunca será realmente feliz y siempre debería seguir sus órdenes y reglas, dejándose caer de rodillas.
No quería eso y no había otra manera de librarse de eso, más que siendo valiente, tomando el valor de salir de ahí, de perseguir lo que realmente hace su corazón acelerarse de felicidad, lo que lo hace sentir libre y amado.
Lo que provoca eso en él es Harry.
Sus ojos se encontraron con los melancólicos de su novio y Louis simplemente lo supo en ese instante.
Era pelear por su amor o dejarlo ir por el odio y reprensión de su padrastro.
Harry le sonríe desde lejos, nostálgico, dedicándole un ligero asentimiento de cabeza, como despedida.
Louis mordió su labio inferior y miró de nuevo hacia su padrastro, el cual lo miraba a él igual, como diciéndole "ni se te ocurra."
Él se puso de pie, con las manos sudando y el corazón acelerado, mirando hacia Harry, quien se dio la vuelta para irse de ahí.
Louis tomó una profunda respiración y sin pensarlo más, dejando de pensar en los posibles "te lo dije, te dije que no lo hicieras", en las posibles consecuencias, comenzó a correr hacia él.
- ¡Harry! - gritó empujando un par de personas que no le interesaba ver.
El castaño no está seguro de haber o no oído a su padrastro llamarlo, igual no le interesó averiguarlo, lo único que estaba en su corazón y mente era su amor a su novio y lo valiente que sentía hacer lo que hacía.
Por qué estaba haciendo lo correcto.
Louis logró alcanzar a su novio, haciéndolo girar hacia él, sonriéndole.
- Lou. - susurró sorprendido el rizado, mirándolo con un brillo en su mirada.
Las manos del castaño se colocaron en el cuello de la camiseta del más alto, sin dejar de sonreír.
- ¿Qué haces? - preguntó el rizado en voz baja.
- Estoy siendo valiente, por nosotros. - respondió con felicidad. - He aprendido que el amor, el verdadero amor es solo para valientes. Y yo quiero serlo. Tú eres mi verdadero amor, Harry. - aseguró, hablando sincero, sin dejar de mirar los ojos verdes que lo cautivaron desde el primer día que los vio.
Harry sonrió igual, orgulloso de las palabras de su novio, colocando sus manos en sus caderas y sin pesar más, se inclinó para besarlo, sin importarles las miradas sobre ellos.
No importaba nada ni nadie más, solo ellos.
Solo ellos siendo valientes por su amor.
Todas las sombras solitarias bailan, desde que nace hasta que muere.
Es una canción solista
y es solo para los valientes.
A petición de: DaniStylinson91 y _sol15
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