𝘚𝘰𝘮𝘦𝘥𝘢𝘺
Tratando de pasar desapercibidas, finalmente llegaron a un parque un poco alejado de la ciudad. Kiriko, con una sonrisa, se dejó caer rápidamente en el césped para apreciar el cielo nocturno. Dio un suspiro, sintiéndose relajada por primera vez en lo que parecía una eternidad.
Hana, un poco extrañada, imitó la acción de la amante de los zorros, aunque algo en su pecho le decía que esta paz no duraría para siempre.
Kiriko cerró los ojos por un momento, dejando que la brisa suave acariciara su rostro. Parecía tan en paz, como si el mundo a su alrededor no existiera. Hana, a su lado, intentaba comprender qué tenía de especial ese gesto tan simple. El césped estaba fresco bajo su espalda, y el cielo, salpicado de estrellas, ofrecía un espectáculo que rara vez se permitía disfrutar. Sin embargo, había una inquietud en su corazón que no podía ignorar.
- ¿No es hermoso? - Murmuró Kiriko, rompiendo el silencio con una voz suave, casi como un susurro, como si no quisiera perturbar la tranquilidad del momento.
Hana asintió, aunque no estaba segura de si la peliverde la veía.
- Nunca me detengo a mirar el cielo... Creo que siempre estoy demasiado ocupada. - Admitió la castaña, sintiendo una pequeña punzada de arrepentimiento. Pero en el fondo, sabía que había algo más que la mantenía ocupada, algo que prefería no enfrentar.
- Deberías hacerlo más seguido. - Respondió Kamori, con una pequeña felicidad que se reflejaba en su tono de voz. - Hay tantas cosas simples que pasamos por alto. -
Hana volvió la cabeza hacia ella, observando su perfil a la luz de la luna. Había algo en Kiriko, una especie de sabiduría tranquila que Hana apenas comenzaba a comprender.
- ¿Cómo lo haces? - Preguntó, su voz cargada de una curiosidad genuina. - Mantenerte tan... tranquila, tan despreocupada. - Pero en su interior, había más que curiosidad; había un anhelo desesperado por encontrar esa misma paz.
Kiriko abrió los ojos y giró la cabeza para mirarla.
- No siempre lo soy. - Confesó. - Pero aprendí que preocuparse demasiado no cambia nada. Así que prefiero enfocarme en lo que puedo disfrutar, como este momento... Contigo. - Pero algo en la forma en la que Kiriko lo dijo, una sombra que cruzó por sus ojos, hizo que Hana se preguntara si esa calma era más una fachada que una realidad.
Hana sintió que las palabras de Kiriko resonaban en su interior, tocando una fibra sensible en su corazón. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió relajar la guardia, aunque fuera solo un poco.
- Tal vez... Podría aprender algo de ti. - Dijo, más para sí misma. Pero en lo profundo, sabía que aprender a dejar de lado sus preocupaciones no sería tan fácil.
Kiriko le sonrió, esta vez con una calidez que derritió cualquier muro que Hana pudiera haber construido.
- Podemos aprender juntas. - Le aseguró, aunque Hana no pudo evitar notar una ligera tristeza en su mirada.
Ambas se quedaron en silencio después de eso, mirando el cielo, compartiendo una paz que solo podían encontrar en la compañía mutua. Pero en el fondo de sus mentes, ambas sabían que esa paz era frágil, que los días inciertos no tardarían en regresar.
"Algún día..." Pensó Hana. "Realmente estaríamos en paz y seremos felices con lo que hemos logrado... Pero, ¿cuántas batallas más tendremos que enfrentar antes de que ese día llegue?"
Por ahora, solo podían disfrutar ese momento de tranquilidad, apreciando la luna y las estrellas en el cielo, mientras la oscuridad caía lentamente sobre ellas.
Un silencio se formó en el lugar, ambas estaban tranquilas disfrutando un momento de tranquilidad, hasta que un ruido interrumpió la calma, resultó ser el teléfono de Hana, que vibraba insistentemente en el bolsillo de su chaqueta. Hana lo sacó rápidamente, mirando la pantalla iluminada. El nombre de Dae-Hyung aparecía en grandes letras, seguido de varias notificaciones de mensajes sin leer.
- Es mi equipo... - Murmuró Hana, respondiendo la llamada mientras se incorporaba. Kiriko observó en silencio, notando el cambio en la expresión de Hana, de la relajación a la preocupación.
- ¡Hana! - Exclamó Dae-Hyung al otro lado de la línea, su voz cargada de alivio y un toque de preocupación. - ¿Dónde estás? Ya son más de las doce y no habías contestado... Todos estábamos preocupados... -
Hana se mordió el labio, sintiendo una punzada de culpa.
- Lo siento, solo... Necesitaba un momento para despejarme. Estoy bien, estoy con una amiga. - Kiriko, al escuchar esto, sonrió levemente, contenta de haber sido incluida en esa descripción. Aunque no lo admitiera, la conexión con Hana se estaba fortaleciendo.
- Entiendo. - Dijo Dae-Hyung, con un tono un poco más calmado. - Pero avísanos la próxima vez, ¿de acuerdo? No queremos que algo te pase. -
Hana asintió, aunque sabía que él no podía verla.
- Lo haré, lo prometo. Y gracias por preocuparte. - Después de unos momentos más de charla, Hana colgó el teléfono.
Soltó un suspiro mientras lo guardaba de nuevo.
- Siempre están pendientes de mí... A veces siento que no puedo tener un momento para mí misma sin preocuparlos. -
Kiriko se acercó un poco más, sentándose a su lado.
- Es porque les importas. Pero también tienes derecho a tu propio espacio. Estoy segura de que lo entienden. - Hanaasintió, aunque aún parecía algo conflictuada.
- Sí, lo sé. Solo... No quiero que piensen que no aprecio su preocupación. - Kiriko la miró con empatía.
- No creo que lo hagan. Es posible encontrar un equilibrio entre cuidar de ti misma y estar allí para los demás. Y, si necesitas ayuda para encontrar ese equilibrio, estaré aquí para apoyarte. - Hana sonrió ligeramente, sintiendo que la tensión se desvanecía un poco más.
- Gracias, Kiriko. Realmente aprecio eso... -
Las dos chicas volvieron a recostarse en el césped, aunque ahora la sensación de serenidad estaba teñida con un toque de realidad. Pero al menos, con Kiriko a su lado, Hana se sentía un poco más capaz de enfrentar las preocupaciones que la esperaban.
Mientras ambas contemplaban el cielo estrellado, Hana se permitió disfrutar del momento, sabiendo que aunque su equipo siempre estaría ahí para ella, también estaba bien tomar un respiro y disfrutar de la tranquilidad que Kiriko le ofrecía.
- Sabes Hana, cuando era niña tenía dos amigos muy especiales. - La castaña miró a su nueva amiga con curiosidad. - Uno de ellos, aunque siempre tenía un rostro enojado y estaba de mal humor, siempre se preocupó por mí, apesar de haberle hecho tantas bromas en aquel tiempo. - Rió levemente contagiando a su amiga. - Él una vez dijo unas palabras, que quizás te ayuden a tí, como lo hizo conmigo...
"Un día, cuando seas más grande, dejarás de preocuparte por las cosas que no tienen importancia, y te darás cuenta de que tienes todo lo que necesitas"... Esas palabras fueron las últimas que escuché de él antes de que desapareciera, pero a pesar de que ya no esté conmigo, creo que me sigue aconsejando. - Kiriko miró a Hana a los ojos dando una sonrisa tranquilizadora.
- Gracias... - Hana soltó sin más. - Creo que realmente necesitaba esto hoy. - Una sonrisa genuina salió de su rostro.
Kiriko bostezó, dejando en claro que ya era bastante tarde y que era hora de terminar esta pequeña salida de chicas.
𝄞
La peliverde acompañó a Hana al puerto, donde un transporte la llevaría de regreso a la base MEKA. Ambas caminaban en silencio, disfrutando de la compañía mutua, aunque el cansancio comenzaba a notarse en sus rostros.
Al llegar al puerto, Hana se detuvo y se giró hacia Kiriko.
- Gracias por acompañarme. - Dijo con una sonrisa sincera.
Kiriko asintió.
- No hay de qué. Me alegra que hayamos tenido este tiempo para charlar. Además, no te librarás de mí tan fácil. - Agregó con una sonrisa juguetona. - Mañana volveremos a vernos. Recuerda que tengo una cita con la suerte. - Hana rió suavemente.
- Lo había olvidado. No puedo creer que hayas ganado ese sorteo... Pero bueno, parece que el destino quería que pasáramos más tiempo juntas. - Kiriko le devolvió la sonrisa, sintiéndose también agradecida por esa coincidencia.
- Así es. Así que descansa, mañana será otro día. -
- Lo haré. - Respondió Hana mientras se preparaba para abordar. - Nos vemos mañana, entonces. -
Kiriko la despidió con un gesto de la mano, observando como el transporte se alejaba lentamente. Una vez que estuvo fuera de vista, dejó escapar un suspiro satisfecho. No solo había disfrutado del tiempo que pasaron juntas, sino que también sentía que habían dado un paso importante en su amistad.
Con una sensación de paz, Kiriko se dirigió de vuelta a su hotel, pensando en el día que acababa de terminar y en el que estaba por venir. Aunque la noche había sido larga, estaba segura de algo.
𝗘𝗹 𝗱𝗲𝘀𝘁𝗶𝗻𝗼 𝗮𝘂́𝗻 𝘁𝗲𝗻𝗶́𝗮 𝗺𝗮́𝘀 𝘀𝗼𝗿𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮𝘀 𝗿𝗲𝘀𝗲𝗿𝘃𝗮𝗱𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀
Historia hecha por: JP2727
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