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Caminar era una acción que me generaba tranquilidad.
Más que cualquier momento necesitaba tranquilidad ahora, mi mente tenía un nudo que le hacía rodar. No quería aceptar lo que era obvió pero ya era momento de tener que hacerlo, ya no podía seguir reprimiendo mis sentimientos, no podía continuar cegando a mis ojos de lo que era mi agria verdad.
Estos viejos senderos volvían a sentir mies pies avanzar, después de tanto tiempo sin estar aquí. Pero era consciente de que era el único lugar al que podía escapar sin que él me persiguiera y pudiera darle espacio a mis sentimientos de acomodarse y dejarme respirar. Algo tan sencillo, algo tan insignificante para algunos resulto de lo más doloros para mi corazón, yo no tenía que estar ahí.
Iba hacer muy difícil continuar con mi vida como si no hubiera pasado nada, cuando claramente sin quererlo un crack sonó dentro de mi pecho.
Llegue a mi tan cómodo lugar, que era especial para mi. No era lujoso, pero eso me gustaba. La calidez del sol en mi piel se podía sentir a medida que me iba acercando y el cielo se iba despejando.
Aquella pequeña cabaña había sido guardiana de todos mis momentos más débiles, era testigo de las incontables veces en las que me vine a refugiar de los numerosos dolores que me atormentaban, como el de ahora.
Era simplemente perfecta a pesar de lo sencilla que era, estaba en medio de un campo donde por más que gritara nadie me escucharía. Donde podía correr descalzo y sentir la fresca hierba a medida que escapaba de todos los problemas, como si de alguna manera estuviera huyendo de todo el dolor.
Me era inevitable pensar, en lo mal que me encontraba como para sentirme bien con la inmensa soledad que abundaba en el lugar.
Mis pasos se fueron deteniendo al llegar a la puerta del lugar, la sensación de ligereza comenzó a acariciar mi cuerpo conforme iba ingresando a la cabaña, me sentía seguro, me sentía bien.
Como cada que sucedía, como cada vez que era atacado mi corazón, corrí a la esquina donde siempre buscaba consuelo, riachuelos de agua corrían por mis mejillas dejando rastros de su paso.
Mis ojos por más que estuviera llenos de dolor, seguían brillando con la pocos luz que con esfuerzos aún podía conservar.
El momento que más temía había llegado, ya no podía seguir rogando por luz. Mis ojos ya estaban cansados de soltar tantas gotas de cristal salado, podía sentir como mi lagrimal estaba quemado y mi garganta estaba cansada de guardar sollozos y luego gritarlos hasta desgarrarse, mi corazón ya no podía soportar un corte más.
Por más que me asfixiara la idea, tenía que hacerlo para poder respirar y continuar con mi vida, tendría que despedirme.
Como cada noche, me estaba repitiendo la frase de 'No es tu culpa' porque quería creer que no lo era. Yo no podía elegir de quien enamorarme, yo no podía escoger por quien desear una vida en la que gozáramos de caricias y amor.
Era hasta absurdo que me encontrara en la situación en la que eran descritos los jóvenes adolescentes de los libros de romance, era tan cliché que me enamorara de mi mejor amigo.
Pero yo no podía decidir en eso, yo no podía decirle a mi alma de quien era adecuado enamorarnos, si pudiera hacerlo, jamás hubiera escogido a mi mejor amigo. No lo hubiera echo.
Tenían ya casi cuatro años guardando estos sentimientos, que cada vez se volvía más difícil esconder.
Si no quería seguir sufriendo, tenía que alejarme de él, para poder darle tiempo a mi ser de olvidarse de lo que alguna vez sentimos.
Fue un total error tener que ir a su casa, tener que entrar y verlo besándose con un chica que era claramente muchísimo más hermosa que yo. Sabía que tenía novia, pero jamás esperaba encontrarlos en una situacion tan intima que me abofeteara la verdad, yo solo era un amigo para sus ojos.
El deseo de ser egoísta por un momento me tentaba, ser egoísta y saber que se siente estar en el lugar de esa chica, saber lo que se siente que te abrace con cariño mientras te besa y reparte caricias. Pero yo no soy egoísta, por mas que mi deseo de serlo fuera grande, me conocía lo suficiente como para saber que no tengo las agallas de comportarme egoísta ante la situación.
Tal vez solo necesitaba valor para hacerlo.
Tal vez solo necesitaba que me vendaran los ojos para no ver el veneno de las consecuencias.
Mentía si decía que no me dolió en lo más profundo cuando vino a contarme de cuando la conoció, sabía que me iba doler, pero quería seguir a su lado aún si significara verlo ser feliz con alguien más. Eso para mi era más fácil que tener que alejarme.
Lo cual era ahora irónico, viendo lo débil que fui, y que de verdad necesito cortar todo los lazos para no seguir ahorcandome.
Había sido tóxico mi accionar, pero ya no lo seguiría haciendo.
No era sano seguir atándome a una mentira en donde quería creer que estábamos bien. Todo era tan complicado, como lo era el pensamiento que me cruzaba siempre que Yoongi me miraba con esos ojos tan brillante llenos de cariño, o cuando me abrazaba y me susurraba que me quería para luego reírse. Sabía que solo era el afecto que me tenía como amigo, pero en un rincón quería pensar que era más que eso.
Que esos ojos me veían con un cariño más profundo que el de solo amistad, pero luego recordaba la manera en que la acariciaba y le susurraba cosas bellas al oído a ella.
Habían sido demasiadas las veces en que me pregunté, ¿Que era lo que tenía ella, que yo no tuviera? ¿Porque a ella la tocaba con tanto amor? ¿Porque solo soy ese amigo? Pero también habían sido demasiadas las veces, en las que me esforcé por llamar su atención y hacerle ver que yo también era bueno para él. Pero eso ya no pasaría, ya me rendí.
Pero antes de abandonarlo todo, quería despedirme como se debía de quien por más de todo el dolor que generó, seguía siendo una parte importante de mi existencia.
Mañana iría a verlo, por ahora descansaría de la última vez en que sufriría por verlo.
El sol ya se había ocultado, dejando lucir a la tan brillante luna, aquella redonda dama que alumbraba los caminos entre los árboles de los perdidos. En busca de más consuelo, salió de la cabaña para caminar hasta el lago en el que disfrutaba nadar de vez en cuando, el solía llamarlo espejo de diamante por la luz tan bella que se reflejaba en el.
Sus piernas comenzaban a ingresar en las aguas tan claras del lago, dándole escalofríos por la temperatura tan baja que tania el pozo, poco a poco ingresó todo su cuerpo hasta el cuello, ignorando la electricidad que abundaba en su piel advirtiéndole del mal que esa agua le podía hacer, así como también haciendo caso omiso a sus ropas que ahora estaban todas mojadas.
Pero que importaba, no era la primera vez que lo hacía, era todo tan extraño pero a la vez común. Su cuerpo estaba siendo limpiado de toda pena que le llenara, ese líquido tan puro le estaba quitando todo lo malo que su anatomía había atrapado camino acá.
Sus piernas se movían cautelosas para no golpearse contra las rocas que habitan en el fondo del lago, su ropa tan ligera y ancha se movía de un lado a otro.
Ese sentimiento de ligereza le lleno, estaba limpio ahora. Salió del agua con la cabeza en alto, su espalda estaba recta a pesar del peso de las telas por el agua, cosa que no duró por mucho porque al poco se desnudó, quedando con apenas una camisa ligera.
Su cuerpo se veía blanco, brillante por las gotas de pureza que quedaron en su piel, se veía delgado por la holgada camisa que quedó siendo lo único que lo tapaba. Pero no importaba, porque nadie lo podía ver.
Y como si no hubiera pasado nada, como si hace unos minutos no se hubiera sentido la peor escoria del mundo, elevó sus piernas dando un salto dándole inicio a una pequeña danza, que ofrecía a la luna a cambio de que esta le regalara protección a su corazón.
Sabía que podía conseguirlo, pero que todo estaba dentro de sus creencias y de cuánta fuerza él les diera. Moviendo todo su cuerpo con gracia y delicadeza, ejecutaba pasos dignos de un bailarín de su talla.
A pesar del inmenso dolor que lo amenazaba con devorarlo hasta hacerlo polvo cada noche, seguía manteniendo un amor al baile, amor que lo llevó a convertirse en uno de los mejores bailarines del país. Si tal vez era una tontería que se encontraba destruido por un sentir, cuando si daba la vuelta a la pagina podía ver lo que le esperaba a su futuro como danzante de la poesía.
Pero aquí es en donde todos deberíamos ser más honestos, ¿Por más cosas y logros que tuvieras, te sentirías bien sabiendo que la persona con la que deseas compartir tus victorias y derrotas esta en brazos de otra persona? Tal vez halla quienes si, pero Hoseok no era una de esas.
Inevitable fue soltar su voz y comenzar a cantar conforme sus pies y brazos se movían, creando una melodía con solo susurros y tarareos. Le hubiera gustado, poder gritar su dolor, en una forma de sacarlo de su cuerpo, pero su garganta ardía de la cantidad de sollozos que hacía unas horas había estado soltando.
Sus ojos estaban rojos, y también estaban bastante irritados, esa no era su noche.
Como el prestigioso bailarín que era, sus extremidades se movían con gracia y delicadeza, creando una danza digna de ser observada desde el mejor escenario. Su cuerpo comenzaba a calentarse por los paso de baile, su mente estaba vagando por algún lado del universo, permitiéndole estar en paz por tan solo un momento.
Realmente hubiera querido que fuera más largo el tiempo en que su mente le hubiera dejado de torturar, pero tal vez solo no estaba destinado a estar en tranquilidad.
No cuando el ruido de un aplauso invadió el lugar, dejándolo confundido y sacándolo de la concentración en la que había entrado. Su baile se detuvo, y en busca de la razón del sonido se dio la vuelta encontrando el origen del ruido.
-Jamás me voy a cansar de decirte, que me encanta verte bailar- hablo.
De todas las personas que tal vez podía esperar que lo encontraran en ese lugar, no esperaba en lo absoluto que Yoongi lo encontrara. Tal vez si su corazón no estuviera suficientemente adolorido se hubiera reído de la graciosa situación, de lo gracioso que era, el hecho que la persona la cual quería evitar por el momento fuera la que lo encontrara.
-¿Cómo es que me has encontrado?- le dije ahora yo. Si se suponía que nadie más que yo sabía de mi espacio, como es que él había llegado hasta acá. -Puede que tal vez, te haya seguido- fue lo que respondió con una pequeña sonrisa surcando sus labios.
Debía tener más cuidado al volver a venir, pero porque se esforzaba en pensar en eso si ya no volvería.
El chico pelinegro frente a él, le dio una mirada de arriba a abajo recordándole que estaba parcialmente desnudo. Con vergüenza de estar mostrando su cuerpo de tal manera, se dio la vuelta rápido para recoger sus ropas que anteriormente había arrojado, para colocarlas en su parte inferior rápidamente. Una vez vestido con algo, encaró una vez más al chico de pálida piel, quien no había hecho ningún movimiento más que soltar una ligera risa ante el accionar del pelirrojo.
-¿Cual es el motivo de que estés aquí?- pregunte.
Quería terminar con esto lo más pronto posible, para poder escapar y perderse en algún lugar lejano hasta sentirse bien otra vez. -No lo se, tal vez solo quería verte- fue lo que escuché decir.
No me sorprendía eso, él jamás tenía un motivo realmente para actuar. Siempre se dejaba llevar por lo que su instinto le decía, haciendo que inconveniente mente siempre que le preguntaran algún motivo él no supiera qué responder.
-Bueno, entonces creo que ya deberías irte- para este momento me preguntaba cómo era que estaba logrando sacar una voz estable. Me sorprendía por lo bien que sonaba, no me veía lastimado ni herido, o eso es lo que quería creer. -Es muy tarde ya, y tengo que hacer mis maletas. Supongo que mañana tendrás cosas que hacer ¿no?- termine por decir, para comenzar a encaminarme a la cabaña.
No mentía, ya había decidido que lo adecuado era tener que marcharme. Y aunque no era la mejor despedida, ni la que deseaba darle tenía que continuar con los planes si quería salir del abismo en el que me hallaba.
-¿Que maletas? ¿A donde iras?- hablo, mientras me seguía el paso a la cabaña. Puede que el tono triste que en su voz se escondía, me estaba empezando a hacer dudar sobre si realmente estaba haciendo lo correcto.
-Me iré del país por un tiempo, aún no se cuanto exactamente. Pero sé que no regresaré pronto- le dije volteandolo a ver. Su mirada sorprendida, y su boca temblando en busca de palabras me atacaron el corazón, ahora sentía aún más dolor.
Ingrese a la cabaña queriendo refugiarme de todo lo que me estaba haciendo sentir esta conversación.
Él no tardó en seguirme también, entrando rápidamente para luego ante mi sorpresa jalarme del brazo y encararme. -¿Porque?- lo escuche decir en un susurro, gracias a lo cercano que me tenía.
-Necesito un tiempo- puede que esa respuesta, no haya sido la que él esperaba. -¿Pero es necesario que te vayas?- fue lo que me dijo.
Que si era necesario irme, claro que lo era. Cómo podía calmar mis sentimientos con él presente, con ella en el lugar en el que yo quisiera estar. -No te imaginas cuánto lo necesito- si ahora se que estábamos comenzando algo que nos dolería a los dos.
-Pero es que.. ¡No necesitas irte! Te ayudaré en todo lo que sea necesario pero no te tienes que ir- ahora fue él el que estaba llorando. Tal vez no estaba pensando bien en mi decisión, o en las consecuencias que pudiera traer. Él y yo nos conocíamos desde que andábamos en pañales, crecimos juntos y en todo ese tiempo jamás nos separamos.
Puede que debí pensar en cuál sería su reacción, una que no había ni imaginado. -Lo siento Yoongi, pero no puedes ayudarme- dolía, pero no me quedaba de otra más que estar firme ante mi elección.
-¡Debe haber algo! Solo...- mentiría si dijera que no me cohibí ante la manera tan ahogada en la que digo aquella oración. El tono desesperado que se escuchaba en la forma que sacaba el aire tras las palabras, su mirada dilatada mostrándome que en verdad le estaba afectando mi decisión. Tal vez, no era correcto tener que irme.
-¿Ella o Yo?- fui directo.
Observe cómo levantó la cabeza ante lo que mencioné, mirándome aún con esa mirada tan cristalina, tan de él. No sabía qué era lo que precisamente quería escuchar ante esa pregunta, puede ser que solo quería confirmar que ella siempre estaría por sobre mi. Dolía, pero no es algo que yo pudiera escoger sentir, también de que ella no tiene la culpa de amar al mismo hombre que yo.
Tanto la chica como yo, éramos sólo dos jóvenes enamorados del mismo hombre. Ninguno de los dos tenía la culpa, era algo que inevitablemente era natural, ahora solo quedaba aceptarlo e intentar encontrar otro corazón. El rechazo siempre era doloroso, pero lo era aún más cuando venía de una persona a la que le tenías cierto cariño, ya me estaba haciendo la idea. Sabía que iba a decir, más con él pesado silencio que le siguió a la pregunta.
Soltando mi brazo, se dio la vuelta tomando su cabello en una acción de desesperación. No necesitaba palabras para saber su repuesta. En busca de bloquear de alguna forma la decepción que habitaba en mis ojos, me di la vuelta subiendo por las escaleras de la casa.
Ahora solo quedaba organizar todas mis cosas, y buscar un nuevo hogar. Tal vez podría acostumbrarme con el tiempo, y tal vez podría encontrar a alguien que también me quisiera.
-Sabes.. dame una, no mejor dame dos horas. No te muevas de aquí, solo iré y le diré que prefiero estar contigo- fueron esas palabras las que detuvieron mi andar. Acaso es que yo me estaba haciendo ilusiones para apaciguar el dolor, o realmente había escuchado eso.
Sin darme cuenta el ya estaba corriendo fuera de la cabaña, tal parece que realmente planeaba cumplir lo que había dicho. Con esfuerzo logré mover mis piernas y comenzar a correr detrás de él en busca de detenerlo.
-¡Yoongi! ¡Detente! ¿Es que acaso te has vuelto loco?- juntando toda mi fuerza, logré gritar.
El siguió corriendo, ignorando por completo el que le haya gritado. En un segundo intento por detenerlo volví a gritar -¡Yoongi! ¡Por favor detente! No hagas nada- esta ves si detuvo su andar. Volteándome a ver, soltó una carcajada que solo aumentó aún más mi confusión, no podía entender nada.
-¿Que no haga nada? ¿!Te estás escuchando!?- me regreso el grito.
Que si me estaba escuchando, claro que lo hacía. Estaba consciente de cada palabra que salía de mi boca, pero ahora es cuando comenzaba a preguntarme si es que él lo hacía. -Por lo que más quieras no hagas nada, no entiendo porque haces esto- tal vez mi voz se escuchó lo suficientemente débil para hacer que él caminara ahora hacia mi. Punzadas golpeaban mi cabeza, un ligero pitido estaba en mi oído, toda esta situación me estaba causando un malestar.
-¿Que no entiendes? Acabo de escuchar que estás planeando irte del país y no volver, y si esa es la solución para detenerte. La dejare- lo decía como si no estuviera hablando de la chica con la cual tenía intimidad, con la que compartía sentimientos y con la que yo juraba terminaría unidos para toda la vida. -¡Por favor Yoongi! ¿Sabes lo que conlleva eso?- mi desesperación se podía palpar por todo el lugar, aún a pesar de que estuviéramos afuera.
-Claro que lo se, pero yo no sé si tú sepas o puedas entender que prefiero perderla millones de veces a ella, antes que no volverte a ver- grito. Su mirada estaba enfocada en mi, se relamía los labios mientras planeaba que decir. -Mira Hoseok, por favor entiende tú, que yo no puedo vivir sin ti. Yo no soy yo, si tú no estás a mi lado, no creo soportar tenerte tan lejos y saber que cuando quiera verte no puedo, que cuando quiera abrazarte tampoco podré hacerlo- su voz iba apagándose.
Sus pasos también se detuvieron, yo no podía decir nada ante la inmensa información que estaba llegando a mi cerebro. Yo era tan extraño que me costaba saber que esto era algo estaba pasando en la realidad y no en algún sueño o pesadilla. Sin darme cuenta una vez más, ahora lo tenia a él pegado a mi cuerpo, con su nariz rosando la mía y sus tan cristalinos ojos mirando fijamente los míos mientras me susurraba -Yo te necesito como a él oxigeno para vivir, y te juro que podría morir si mi oxígeno se va muy lejos. No sabes cuanto quisiera tenerte, que me acompañes, me des consejo y me apoyes en mis locuras, se de sobra que si te vas, haría de todo para ir detrás de ti. Porque no quiero jamás separarme de ti, lo único que deseo es que puedas estar todos los días de mi vida alegrándome con esa risa que tanto adoro- inevitablemente fue que por esas tan blancas y dulces palabras que había podido escuchar, unas pequeñas gotas resbalaran de mis ojos. No había un sentimiento que pudiera describir lo que estaba experimentando.
Mi corazón amenazaba con escaparse de mi pecho por lo fuerte que estaba palpitando, mi cuerpo podía sentir frío aún a pesar de no estar abrigado, y que fuera la mitad de la madrugada porque la cercanía que tenía su cuerpo con el mío me calentaba. Así como me calentaba de vergüenza la cara cuando sentí como el se alejo levemente para besar cada lagrima que resbalaba por mi mejilla, quizá la oscuridad de la noche sea suficiente para encubrir el evidente sonrojo que ahora invadía mis rostro.
Viéndome fijamente una vez más, comenzó a entrecerrar los ojos a la par que se iba acercando. Como una sorpresa más de la noche, sus labios chocaron con los míos, puede que solo sea apenas un roce pero se que para ambos significaba mucho. Y lo que inició como una caricia, estaba avanzando como una danza de encuentro entre los labios desconocidos, poco a poco aquel choque de belfos se iba convirtiendo en un beso más profundo.
Sus manos me acariciaban los hombros, no durando mucho ya que comenzaron a descender por mis costados hasta encontrar mi cintura y acomodarse ahí, podía sentir como sus dedos me daban pequeños toques dejándome unas muy agradables cosquillas que atravesaban toda mi anatomía.
No queriendo quedarme atrás, yo encamine las mías a su cuello. El cual por mucho tiempo siempre deseé tocar y esconderme en él cada que el dolor me acuchillaba, y se sentía tan magnifico poder tocarlo mientras que mis dedos jugaban con el pelo de su nuca. No era precisamente algo que tuviera mucha ciencia, pero era especial todo lo que ocurría, la forma en que ahora me abrazaba o como es que ahora me estaba besando. Algo que en tan solo sueños pude llegar a experimentar. Todo era tan un único, como la manera en que ignoraba que aún estuviera mojado y aún así me abrazaba casi hasta fundirse conmigo sin importar que él también pudiese mojarse.
Como cada humano en el mundo, empezamos a sentir esa asfixiante necesidad por conseguir aire por lo cual con malestar nos tuvimos que separar.
Su mirada era tranquila y brillante, la mía no sabría describirla. Lo único que sabía ahora es que una creciente necesidad por tenerlo acariciando me de pies a cabeza estaba creciendo en mi vientre.
Sin poder procesar bien los movimientos, ahora era él el que me jalaba a la cabaña. No necesitábamos entrar a ella, bastaba con quedarnos en las escaleras de la puerta, tan solo disfrutando del otro.
Yoongi se sentó en el primer escalón, dándole un pequeño tirón a mi mano me invitó a sentarme en sus piernas, cosa a la que no resistí. Todo era tan caótico, era tan surreal que haya iniciado con una discusión y para este momento yo esté sentado en su regazo mientras me volvía a besar con toda la pasión que alguna ves deseé sentir.
No me encontraba funcionando del todo bien, no cuando oleadas de placer inundaron mi ser, no cuando mis oídos se sentían extasiados de escuchar sus electrizantes suspiros y jadeos, esos que sus labios soltaban por la estimulación que le hacía a su miembro gracias a la fricción que aplicaba con mi trasero e intentaba ahogar entre mis labios.
No era algo tan complicado, tan solo era yo moviendo mis caderas en círculo mientras presionaba el lugar justo donde se encontraba ese gran bulto. Los besos no faltaron, había de sobra esparcidos por todo la extensión de mi cuello, junto con pequeñas marcas de mordidas que se había atrevido a dejar.
Sin detenerlo, el orgasmo de ambos llegó, manchando nuestras ropas, que quizá después limpiaríamos.
-¿Aún planeas irte?- pregunto. ¿Que si pensaba irme después de esto? Claro que no, no cuando ahora gracias a su lenguaje corporal podía saber que me deseaba como yo a él, no cuando al escuchar sus tan dulces palabras podía entender que él me amaba tanto como yo lo hacía. No podría irme sabiendo que estaba siendo inesperadamente correspondido. -No, ya no.- respondí.
-¿Porque planeabas irte?- me susurro quedito. Su voz ya era agradable en su volumen natural, pero escucharla ahora en ese tono era algo totalmente diferente y extraordinario.
-Digamos que me dolía como mil cuchillos verte con ella, no podía encontrar solución mejor que marcharme y regresar hasta lograr desaparecer lo que siento por ti- me sinceré. Ya no debía sentirme mal de lo que sentía por él, ahora lo único que podía esperar sentir sería tranquilidad combinada con chispeantes cosquillas que me haría sentir cada que escuchará palabras endulzadas de su boca, y mi piel conociera más de lo que era tener esas caricias y toqueteos por todas mis extremidades.
-Eh de decir que esa elección fue inteligente, darle prioridad a tu bienestar mental siempre será de lo primero- escucharle decir eso me trajo un alivio, que calmó de alguna manera un poco de las fieras de pensamientos que corrían por todo el territorio de mi mente -Pero también sé que me dolería a mi como mil cuchillos verte partir sin fecha de regreso.-
Estábamos siendo transparentes con el otro, a un nivel en el que juraba poder ver a través de sus pupilas y observar toda la verdad que se encerraba en ellas. -Pero ahora me alegro que ya no te iras, y no sabré lo que es tener que rogar por aire cuando lo único que encuentre sea el fantasma de tu presencia- todo era tan mágico, tan romántico a su manera -Sabes Hoseok, aún terminaré con ellas. Por la única razón de que ahora serás tú el que recibirá todo de mi y aún más, y espero poder tener yo el honor de ser ese al que le entregues tu ser- la sonrisa que surcaba su rostro era simplemente hermosa.
Era tan de él, tan gomosa e irresistible, que no podía evitar sonreír yo también.
Podía presumir que yo causaba la misma reacción en él, ahora podía levantar la cabeza bien en alto para decir que soy el que ocupa ese lugar de oro en su corazón. Así como el ocupa ese lugar en el mío.
Mis párpados ya comenzaban a sentirse pesados, mis pestañas ya querían descansar a orillas de mis mejillas, toda esta manada de emociones me había agotado.
Se que a él también le había agotado este mar de sensaciones, podía ver cómo soltaba bostezos de ves en cuando, ya era muy noche.
Me sentía tan amado por la forma en la que comenzó a acomodar me entre sus brazos, en la forma en que me dejaba recargar mi frente en su hombro, y mis piernas estaban a cada lado de su cadera. Ahora él estaba recargado en la pared exterior de la casa, era extraña la posición pero era cómoda para nosotros. Necesitábamos descasar, y que mejor que abrazados en el lugar donde confesamos que no podríamos vivir sin el otro presente.
Un fugaz recuerdo llegó, haciendo memoria de que no conocía a ciencia la razón de porque él estaba aquí, o porque es que de repente viene y me alborota el corazón si hacía algunas horas él se veía cómoda en los brazos de ella.
No me mentía con respecto a su sentir por mi, lo sabía, pero aún quedaba al aire esa incógnita, tal vez mañana le preguntaría por ahora solo quería disfrutar de la calidez de sus brazos envolviéndome contra su pecho.
-Oye Hoseok, ¿sabes que la luna está hermosa hoy?- su voz ronca por el silencio que nos cobijó por unos momentos solo me enamoraba más. Esas palabras sonaban que estaban dedicadas a mi, quizás porque era así.
Logré sentir como dejo un pequeño beso mariposa en mi mejilla, ese pequeño acto que me saco con la poca consciencia que me quedaba por el sueño que se quería apoderar de mi, una leve carcajada. -Se que ahora puedo estar en paz- respondí.
Mañana podría responder las dudas que atormentaban mi corazón, ahora solo me dejaría caer entre sus brazos sintiéndome amado.
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-4708 Palabras.
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