La convivencia familiar
—Jaque mate— Sonreí victoriosa a mi amigo, el cual estaba totalmente serio viendo el tablero.
—A veces siento que haces trampa Daniela— se quejó— pero no está vez— movió una pieza— Jaque mate— sonrió, yo me quedé petrificada.
—Gael, ¿Cómo...— no dejó que terminase la pregunta, pues me interrumpió poniendo un dedo sobre mis labios.
—Eso no se dice.
—Bien, Daniela más de 15, Gael 1— me burlé y me miró entrecerrando los ojos.
—Acéptalo, te gane y estás molesta.
—Me ganaste pero igual te he ganado muchísimas más veces Gael— me defendí de su ataque mientras comía un pedazo de melón, si amigos, aún no me comía mi ensalada.
—¿Aún comes?— preguntó sonriendo burlón.
—Ya Gael, sabes que odio la fruta— susurré para defenderme de nuevo.
—Bien bien, entonces— miró a la ventana y yo hice lo mismo, estaba oscuro— Te veo mañana supongo, debo irme es tarde y mañana tengo entrenamiento.
—Bien, suerte en tu entrenamiento Gael— sonreí mientras lo abrazaba despidiéndome.
Gael jugaba fútbol cada dos semanas, por ende iba a entrenar los sábados y domingos y los lunes eran sus partidos, jamás había ido a uno, no porque no quisiera o me daba igual, Gael nunca me invitaba y bueno, me quedaba leyendo así que no importaba. El decía que había muchos chicos de su edad que tenían unos pensamientos no muy adecuados para que yo estuviese ahí y bueno, yo sabía que él siempre me cuidaba así que no me revelaba.
—Te veo luego Dani— me besó la mejilla y salió de la habitación.
Sonreí mientras tanto despidiéndome moviendo mi mano de un lado a otro, una vez escuché la puerta de la casa me recosté en mi cama viendo hacia el techo.
¿Cómo Gael podía actuar como si nada después de lo que me dijo en el parque? Realmente estaba confundida pero decidí no hablar del tema y dejarlo pasar como si hubiese sido una broma
Después de separarnos del beso, mi primer beso, me miró a los ojos, el canto de los grillos indicaba que ya era de noche, y bueno si se veía oscuro, se levantó y me extendió la mano, la tomé y luego la entrelazó con la mía caminando a casa. Sin decir ni una sola palabra.
—Gael...
—¿Si?— se detuvo frente a mi casa.
—Lo de hace un momento...— en eso la puerta de mi casa se abrió.
—Mira nada más, ya es noche Daniela, estábamos preocupados— decía mi madre enojada, era obvio que estaba mintiendo, ¿ellos preocupados? Y yo odio leer.
—No se preocupe señora, su hija está a salvo— respondió Gael sonriendo y dándome unos ligeros empujones para que entrase a la casa.
—Pero...— No pude decir nada, mi madre me jaló del brazo y entramos a la casa, sin despedirme de él, sin decirle absolutamente nada.
—¿Cuántas veces más vas a hacer lo que se te de la gana mocosa?— gritaba mi madre en mi oído.
—¿Ahora te importa?— respondí llorando— nunca estás conmigo, Gael es mi única familia— un golpe impactó en mi boca, la mano de mi padre, me había golpeado.
—Ve a tu habitación ahora Daniela— gritó mi padre molesto, me dirigí hacia ella y cerré la puerta con todas mis fuerzas, luego puse el seguro y me tumbé a la cama.
A llorar, como siempre.
Y lo que dije aquella noche era cierto, Gael y Rittha parecían más mi familia que ellos mismos.
Una vez más me encontraba recostada en mi cama viendo hacia el techo, Rittha en la cocina preparando la cena, ví por la ventana una luz de un auto, por un momento creí que eran mis padres, pero pude ver que era el auto de Gael cuando se estacionaron frente a su casa.
Me pregunto... ¿Cómo le habrá ido a Gael en el entrenamiento? Normalmente llegaba a altas horas de la noche, sus padres lo llevaban y traían a donde se suponía que entrenaban, digo esto porque no sé dónde es.
—Daniela— escuché la voz de Rittha y volver hacia la puerta, donde estaba ella recargada viéndome— es hora de cenar.
—Bien, ya voy— sonreí y me levanté de la cama para cerrar la cortina de mi ventana y dirigirme a cenar.
—Te hice tu comida favorita, espagueti— habló sonriendo Rittha.
—Muchas gracias, buen provecho— respondí emocionada y comenzamos a comer.
Al término de la comida me dirigía a mi habitación cuando escuché el timbre, me dirigí a la puerta y abri. Frente a mi estaba Gael con una sonrisa en sus labios.
Mechones de su negro cabello un poco mojado caían por su rostro, traía un suéter azul ya que hacia un poco de frío y un pantalón de Mezclilla, juraría por el cabello mojado que acababa de ducharse.
Mi mamá no me dejaba salir después de ducharme, decía que me iba a torcer.
—Gael— saludé sonriendo—¿qué sucede? Son las... — voltee hacia el reloj de la sala y continué hablando— 8 de la noche.
—Se que es tarde Daniela— habló apenado— pero mañana tengo juego y... ¿Están tus padres?— dejó de hablar.
—No, llegan tarde ¿lo olvidas?— comencé a reir— ¿quieres pasar?
—Gracias— entramos y nos sentamos en el sofá.
Antes de poder decir otra cosa llegó Rittha a saludar.
—Gael, que gusto que estés aquí— dijo ella con una gran sonrisa— ¿pasó algo?
—Buenas noches Rittha, no, esta todo bien— tranquilizó el ambiente mi amigo— lo que pasa es que... Quería hablar con los padres de Daniela ya que quería invitarla a mi juego de mañana— volteó a verme con una sonrisa.
No podía creer lo que estaba escuchando, Gael decía que... No debía ir y, ahora me invitó a ir y... Aaaahhhh ¡Gael me invitó a su juego! Eso es genial.
—Bueno, sus padres no están pero dime a que hora es y dónde y yo les digo— dijo Rithha sonriendo.
—Es a las 5 pm, se iría con nosotros y la traeríamos igual— habló Gael viéndome sonriendo.
—Yo si quiero ir Rittha por favor ayúdame— hice un puchero, de verdad quería ir.
—Hablaré con tus padres— dijo sonriendo mientras yo comenzaba a brincar de alegría.
—¿No habías dicho que no me invitabas por no se que cosa?— pregunté mientras Rittha se iba a la cocina.
—Si— Gael tomó mis manos y me miró a los ojos— pero esta vez voy a jugar y quiero que estés ahí apoyándome, tu, mi mejor amiga, la chica a la que adoro.
Con esas palabras bastaron para que me pusiera roja, me sentía querida e importante, sonreí y lo abracé mientras el me correspondía el abrazo sonriendo.
—Espero de verdad te dejen ir Daniela, realmente te necesito ahi— susurró en mi oído antes de separarse de mi.
—Yo también quiero estar ahí Gael, quiero estar ahí cuando lo necesites— el ambiente había cambiado a algo tranquilo, nisiquiera me di cuenta pero Rittha me hizo volver a la realidad cuando volvió con galletas y chocolate.
—Vendrás cansado Gael pero el frío es mucho y no te daré agua con hielo— rió Rittha mientras Gael aceptaba.
—Gracias Rittha, eres muy amable.
—Bueno, los padres de Daniela llegarán tarde, y Daniela debe ir a dormir ya que mañana tienen escuela— habló Rittha y yo me quejé.
—Por favor Rittha, aun no tengo sueño.
—Debes dormir, pero si Gael piensa quedarse te puedo dar una media hora— susurró— solo no le digas a tus papás.
Gael volteó a verme y asintió y yo inmediatamente lo abracé, por impulso, lo que sea pero realmente quería estar con él.
—Te prometo que no les diré nada.
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