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Bajo las estrellas

Después de al menos 20 minutos, donde los padres de Gael me sacaban plática sobre cualquier cosa y hablábamos los 4, llegamos a un gran... parecía un parque. Había bastante gente, nos dirigimos hasta una de las gradas de hasta abajo y nos sentamos ahí.

—Ven Daniela— tomó Gael mi mano y caminó hacia las canchas— te presentaré a mis compañeros de equipo.

—¿No habías dicho que...— el se giró hacia mi interrumpiéndome.

—Si te hacen algo les doy con el balón antes de que el juego inicie— ambos reímos y gritó a sus amigos, venían 5 chicos de su edad, unos parecían tener mi edad.

—¿Qué pasa Gael?— cuestionó uno de los niños, creo que hablaba por todos ya que todos se veían confundidos.

—Ella es Daniela, véanla como mi mejor amiga o mi hermana menor— sonrió viéndome, yo saludé moviendo mi mano de un lado a otro.

—Un gusto— ellos me miraron sonriendo, el más pequeño dijo su nombre, Dereck García. Otro de la edad de Gael dijo el suyo, Samuel Rodríguez. Seguro pronto se me olvida.

—Bueno, con el nombre basta— rio Gael— no es la jurisdicción, es Daniela.

—¿Es eso un insulto?— me indigne y todos rieron al ver a Gael sonrojado.

—Para nada Dani, vamos— evadió el tema— el juego va a comenzar.

—Chao Daniela— dijeron todos mientras me despedía con mi mano moviéndola de un lado a otro. 

Yo nunca tuve muchos amigos, por mis padres tal vez, cada que alguien se presentaba conmigo y decía mi apellido, no se por qué. En fin, se me había hecho un lindo gesto que Gael me presentara a sus amigos, aunque solo pude grabarme el nombre de Dereck y... ¿Samuel? no me acuerdo.

—Este juego es muy importante para mi Daniela— me explicó mientras caminabamos hasta las gradas.

—Si es así, también para mi lo es— sonreí.

—Vamos a competir contra otra ciudad, siempre nos pasaba con distintos equipos, pero de la misma ciudad, ahora es diferente— Gael se escuchaba nervioso, inseguro.

—Vas a ganar— le aseguré— confío en ti.

—Gracias, el que estés aquí me reconforta.

Bueno, no es por burlarme de mi amigo, pero al parecer yo le llevé mala suerte. No ganaron. Me sentí mal por Gael, pero igualmente no me apagué, estaba encantada, había jugado increíble. 

—Me lleva la que me trajo— susurró Gael mientras llegaba conmigo y sus papás.

—Gael, Daniela está aquí— lo regañó su padre, el señor John. Gael sonrió tímido e inocente.

—Lo siento— me miró.

—No te enojes ni te preocupes— me levanté y lo abracé— sé que diste lo mejor de ti, felicidades.

—Gracias Dani— noté como no me devolvió el abrazo— pero estoy sudado, no debiste...

—Que importa— reí y el también, esta vez devolviéndome el abrazo.

—Bien, vámonos— habló la señora Samanta, mamá de Gael— no vayan a regañar a Daniela.

—Oh no se preocupe— sonreí— mis padres volverán muy noche, Rittha no me regaña.

Ambos señores se vieron preocupados, pero me sonrieron al instante.

—Bien, vamos— dijo Gael mientras ambos caminábamos hasta fuera, en dirección al auto. 

Caminamos y salimos del lugar, los padres de Gael hablaban con él sobre el juego y el cómo podía mejorar. Realmente eran cosas que yo no entendía mucho, pero igual solamente sonreía a mi amigo cada que dirigía su mirada hacia mi. Era algo muy lindo estar con él, era como el hermano que nunca tuve, y sus padres como la figura de familia que yo deseaba. Al subir al auto no hablaron entre ellos, solo Gael me sacaba plática pero no era mucha ya que solía marearme en el auto. Simplemente veíamos el paisaje y hablábamos de el, los arboles o los niños jugando en el parque, fue ahí donde supe, que no solo aparentaba ante mis ojos una figura de hermano, pues no me imaginaba algo así, la conexión era mucho más fuerte, algo que no pude explicar de acuerdo a mi edad, pero que en el fondo, sabía que era amor. 

Pero quise omitirlo, porque no era el momento, ni la edad.

Llegamos a la casa, la señora Samanta me invitó a cenar con ellos, el cielo ya era color azul fuerte, deduje que eran como las 7 de la tarde, pero como eramos vecinos, acepté. Entramos a la casa y la cena fue pollo frito con papas fritas.

—Está delicioso— hablé después de probar un bocado— nunca lo había probado.

—¿Rittha no te hace tus comidas favoritas?— me preguntó Gael y yo asentí.

—Si, pero es lo que mis padres me dejan comer, son muy estrictos con mi dieta.

—Eso es bueno— habló el papá de Gael— te enfermas menos.

—Pues me gusta enfermarme— suspiré— porque al menos un momento del día lo comparto con mis padres.

Un silencio invadió el lugar, aunque los señores Schneider lo intentaban ocultar, sabía que sentían un poco de lástima por mi, igual que Gael, pero no me importaba. Si fuera ellos también sentiría lástima por alguien como yo.

—Pero eso te afecta a ti— sonrió mi amigo despeinándome un poco— y yo me preocupo por ti, todos lo hacemos.

—Gracias— sonreí mientras seguía comiendo— pero las frutas si las detesto.

Los tres rieron por mi queja, y yo también me reí un poco.

—Ya verás que cuando estés mas grande podrás entender que son para tu bien— habló la señora Samanta.

—Eso lo entiendo, pero no me gustan ni jamás lo harán— aseguré mientras sonreía. 

Me la pasé muy bien con ellos, la cena estaba deliciosa y el ambiente cómodo. Me gustaba estar ahí... en un ambiente familiar.

Después de ello Gael me trajo a mi casa, le dijo a Ritha que habíamos cenado algo ligero, ensalada de verduras, y ella le creyó. Me encontraba en mi recámara acostada, ya lista para dormir, Rittha se había ido a su recámara, las luces de la casa estaban apagadas, y en mi habitación solo estaba la lamparita en mi mesa de noche y la luz de la luna que entraba por la ventana. 

Bueno, mi momento tranquilo no duró mucho, ya que una sombra apareció en la ventana, cerré los ojos de miedo, pero al abrirlos seguía ahí, me levanté y tomé un vaso con agua que tenía a un lado, tomé el agua y me acerqué a la ventana, le rompería el vaso en la cabeza y correría a hablarle a Rittha para que llamara a la policía. Mi miedo desapareció al acercarme y ver bien, era Gael quien estaba detrás de la ventana.

Dejé el vaso en el suelo y a como pude abrí mi ventana.

—¿Estás bien?— cuestioné en un susurro— ¿qué haces aquí?

—Vengo a invitarte a ver las estrellas— sonrió encantado— hoy habrá una lluvia de estrellas, quiero verla contigo.

—Es de noche, no creo que me dejen salir— dije haciendo una mueca — no me dejarán salir.

—Pues en tu patio, no haremos nada malo— me giré a ver el reloj de mi habitación, eran las 9 de la noche.

—Mis papás llegan a las 11, tengo hasta las 10:30— sonreí junto con Gael— ahorita salgo.

Cerré la ventana y me puse un suéter, no hacía mucho frío pero el ambiente si estaba fresco, con cuidado tomé la manija de la puerta y la giré, abriendo la puerta y saliendo en silencio hasta la puerta trasera. Cerré mi habitación para que Rittha no se preocupara, si entraba y no me encontraba le diría la verdad, que vi una estrella caer y que quería ver mejor. No era nada malo. 

Al salir al patio encontré a Gael tumbado en el pasto, yo hice lo mismo al llegar a su lado y el giró su cabeza para verme. 

—Hola— saludó sonriendo.

—Hola otra vez— reí en voz baja— ¿A qué hora comienza?

—Dijeron que desde las 8:30, así que no debe tardar— suspiró devolviendo la atención al cielo y segundos después tomó mi mano— mira, la primera.

Miré al cielo y miré la primera estrella caer, se veía muy linda, aunque admito que me dio miedo e inconscientemente apreté la mano de Gael.

—¿Qué pasa?— preguntó mientras me veía— ¿tienes miedo?

Asentí levemente y me ayudó a sentarme junto con el.

—Dicen que cuando hay una lluvia de estrellas, y la pasas con alguien que quieres— explicó— hacen una promesa y con el paso del tiempo se cumple.

No sabía si Gael estaba mintiendo, o si era verdad, pero igualmente le creí. 

—¿Entonces tengo que hacer una promesa?—Gael asintió— entonces prometo que siempre, estaré contigo, aunque no me lo pidas, lo haré.— ambos sonreímos y nos vimos fijamente.

—Y yo prometo quererte siempre Dani, siempre serás mi pequeña.

...

6:30 a.m. 

Agh, sentía los párpados pesados, apenas despedí a mis padres me acosté otro rato.

Me había dormido a las 10:30, después de que Gael y yo habíamos hecho aquellas promesas, Rittha no me buscó así que fue más fácil todo, pero igual estaba que moría de sueño. Cerré los ojos un momento y pude escuchar a Rittha abriendo la puerta de mi habitación alarmada.

—Daniela, ¿Te sientes mal?— me giré y abrí los ojos lentamente para poder observarla. 

—No— respondí tranquila— solo quería dormir más.

—Pues si Daniela pero ya son las 7:15— me advirtió. ¿En qué momento...? acababa de cerrar los ojos. 

Me levanté rapidísimo y entré al baño para darme un baño y cambiarme, cuando salí vi a Rittha sentada en mi cama, con un plato de... Fruta, que asco. 

—Come mientras te peino— me ordenó mientras me acercaba a ella. 

Simplemente me cepilló el cabello para que no estuviese enredado y yo, intentaba no vomitar por la fruta. Aunque admito que las uvas estaban ricas, pero el melón no.

—Oye Rittha, pero si solo cerré los ojos— dije aún confundida.

—¿Tan cansada estabas? ¿Segura que no te sientes mal?— vaya Rittha, me respondió con una pregunta, mis padres me hubiesen dado una cachetada.

—Me siento bien, es que me dormí tarde— ahí me di cuenta que, o arreglaba lo que dije o me castigarían— no podía dormir.

—¿Por qué no me dijiste?  Te habría dado un té.

—No quise molestar— sonreí y ella me dio un pequeño empujón indicando que había terminado de peinarme— ya vamos.

Corrí hacia la entrada de la casa junto con ella. Vi que no traía mis cosas así que me detuve.

—Ya está todo en el auto— me sonrió respondiendo mi duda— andando.

Seguí caminando hasta llegar al auto y me subí, me coloqué el cinturón de seguridad y me preparé. íbamos tarde así que esta vez manejaría más rápido. 

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