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『6』

Amaya

Abrí el departamento y aventé las llaves a la barra luego de cerrar la puerta. Posteriormente fui yo la que se aventó boca abajo al sillón.

¡Eh vuelto! —fue un grito ahogado por el antes mencionado.

No obtuve respuesta así que levanté el rostro y observé al rededor con el ceño fruncido. Me levanté cansada pues había sido un día pesado en el trabajo, además del colegio.

Avance hacia su habitación, supuse que quizá no estaba en casa, probablemente  salió con sus amigos o con Clarissa. Entre más me acercaba más podía escuchar una melodía proveniente de la mencionada. Caminé por la orilla, su puerta estaba entreabierta y sigilosamente lo observé por esa pequeña abertura; estaba tocando la guitarra. Era una melodía hermosa y pacífica. Sonreí al verlo ahí, sentado en la orilla de su cama tan concentrado en la guitarra, la delicadeza con la que la tocaba era tan... deleitante.

Mis nudillos hicieron contacto con su puerta y él volteó hacia esta. Me adentré. Al verme sonrió tan divinamente dejándome ver su perfecta y tan reluciente dentadura.

Lo lamento, no quería interrumpirte. Solo quería avisarte que ya estaba en casa.

— No te disculpes. Me alegra que ya estés aquí —sonreí— ¿Cómo te fue?

Dejó su guitarra sobre la cama y se acercó a mi para luego recibirme con un cálido abrazo que gustosa correspondí.

Honestamente ahora si vengo muy cansada —hizo una mueca de lástima y me despeinó un poco.

— ¿Tienes hambre? ¿Te preparo algo de cenar?

— No Gallagher, estoy bien

— ¿Segura? ¿No se te antoja nada?

Tan lindo

En verdad, estoy bien —asintió.

— Bueno deberías ir a cambiarte, toma un baño, seguro te relaja.

— ¿Me estas corriendo de tu habitación?

— ¿Qué? ¡No! —empezamos a reír.

— Pues si parece —fingí dolor y este me sonrió mientras negaba.

— Cuando te relajes regresas aquí y me sigues contando tu día. Solo digo que estarás más cómoda con la pijama —asentí— Bien, no tardes.

Salí de su habitación y él dejó la puerta abierta. Caminé a la mía para luego cerrar y buscar mi pijama, un conjunto fresco, pues hacía algo de calor. Luego de eso me lave la cara y me hice una coleta alborotada. Quite mis zapatos que incluso sentía que ya me pesaban. Quede descalza y sin más que hacer regresé a la habitación de Aidan.

Volví a tocar y él me hizo señas para que entrara, tenia su espalda recargada en el respaldo y sus piernas en mariposa. Entré y cerré la puerta detrás de mi. Me senté del lado opuesto al que él estaba y en la misma posición.

¿Más relajada? —asentí— te lo dije

— ¿Y tú que hacías? Bueno, más bien ¿que tocabas?

— Una canción que escribí hace unos días —me sorprendí. No estaba enterada de eso.

— ¿Enserio? ¿Y qué tal va eso?

— No lo sé, siento que mi voz aún no es perfecta

¿Que dice? ¿Acaso está sordo?

¿Que tu voz qué? Por Dios Aidan, tu voz le queda bien a todo —rió alagado— No sabía que habías estado escribiendo.

— Me llegó la inspiración... —sonrió y tomó su teléfono— Ve esto

Me acerqué a tal grado de que nuestros hombros pegaron y mi cabeza se recargó en la suya, Aidan me mostraba unas fotografías que había tomado del hermoso atardecer que hubo. Lo había visto, pero debido al trabajo no pude tomarle fotos. El cielo estaba tornado de un morado, azul y algo de naranja, sin duda se veía bellísimo. Parecía una hermosa pintura...

Estaba hermoso..—él asintió.

— ¿Te las envió?

— Por favor. Eres un gran fotógrafo, Aidan.

— Te lo agradezco, peque. —me envió las imágenes.

— ¿Ya viste la luna? —negó— Ven —lo tomé de la mano y corrimos al pequeño balcón de su habitación.

— Oh por Dios...

Lo observé mientras él observaba la hermosa luna llena, tan blanca, tan brillante. Sus ojos tenían un brillo increíble al observarla; él se perdió en la luna y yo en sus ojos.

Es increíble la naturaleza —asentí y me miró— hoy fue un día muy lindo

— Sin contar las responsabilidades —rió.

— Me refiero al cielo.., todo estuvo perfecto.

Asentí.

Pase ambas piernas por la parte frontal y me senté sobre el balcón. Sentí el tacto de Aidan en mis hombros, sosteniéndome y al mirarlo demostraba preocupación; quería que tuviera cuidado con lo que hacía. Evite reír y le propuse que se sentara a mi lado.

¿Quieres oír la canción? —escuché a lo bajo. Asentí rápidamente y él corrió dentro de su habitación.

Aidan tomó la guitarra nuevamente y se acercó. Me acomodé para mirarlo a él. Empezó a afinarla tocando cuerda por cuerda hasta que estuvo lista. Luego soltó un suspiro y empezó a tocar esa melodía que había escuchado fuera de su habitación al llegar. Tan sutil, tan linda, sus dedos se movían delicadamente sobre las cuerdas, era como si en realidad no las estuviera tocando. Me recargue sobre mis brazos además de piernas y sonreí cuando supe que estaba por empezar a cantar.

Te amo y más.. de lo que puedes imaginar, te amo además.. como nunca nadie jamás lo hará. En esta canción, va mi corazón.. amor más que amor es el nuestro y te lo vengo a dar..

Mis labios se entreabrieron al escucharlo, su voz.., tan suave, tan afinada. Su vista estaba en la guitarra y la mía simplemente estaba enfocada en él.

Te miro y más, y más y más te quiero mirar. Te amo y sabrás, puro sentimiento y no hay nada más. Y sueño llegar.., a tu alma tocar.. amor más que amor es el nuestro y te lo vengo a dar..

La tonada de la guitarra aumentó un poco pero seguía siendo simplemente perfecta. Y no podía creer lo bien que Aidan entonaba con cada cambio. De-ladee un poco mi rostro, escucharlo cantar era todo un honor, pues sabía que cantaba y tocaba, pero en estos meses juntos jamás me había enseñado alguna canción tocada y cantada por él. Y mucho menos en este ambiente; la luna llena iluminándonos, yo sentaba sobre el balcón observándolo y él concentrado en cantar perfectamente su melodía. De un momento a otro levantó su vista hacia mi y yo sonreí inconscientemente.

Ruego a dios tenerte a mi lado y entonces.., poderte abrazar. Si no estás aquí algo falta, yo por ti pelearé hasta el final..

Una sonrisa adornó sus carnosos y hermosos labios  cuando cantó esa parte, reí un poco y él continuó observándome mientras tocaba.

¡Te amo y más! —su voz se afinó más alto junto a su guitarra y volví a reír pues una enorme sonrisa estaba en él cuando casi gritaba esa parte— Te amo y sabrás que nadie como yo te amará..

Aidan se levantó del pequeño banco en el que se encontraba y se acercó poco a poco a mi.

En esta canción, yo veo quien soy.. amor más que amor es el mío y lo siento, amor más que amor es el tuyo y presiento, amor más que amor será el nuestro.. si tú me.. lo das.

Nuestros ojos se encontraron. Parpadee un par de veces al notar la cercanía. Terminó la melodía y su mano se dirigió a mi mejilla. Cerré los ojos inconscientemente  al sentir su tacto. Su pulgar me acariciaba y tocó delicadamente mi labio bajo. Abrí los ojos y noté su mirada perdida..; perdida en mis labios. No quería dejar de ver esos hermosos ojos pero ni siquiera pensaba con claridad. No iba a negarlo ¿por qué negarlo? Mi vista también bajó a sus labios.

Aidan

Verla de la forma en que la veía me asustaba.

Pero me resultaba casi inevitable no hacerlo.
Mi mirada estaba puesta en sus delicados labios, y curiosamente los de ella estaban puestos en los míos lo cual me hizo sentir nervioso.
Nos acercábamos, en verdad lo hacíamos, me asusté pero más grandes eran mis ganas de destruir por completo esa diminuta distancia que había entre nuestros labios los cuales pedían a gritos juntarlos y devorarlos.

Ojitos..—susurró y poco a poco cerramos los ojos.

¿Esto enserio estaba pasando?

Pegamos un pequeño brinco al escuchar como tocaban la puerta. De inmediato el ambiente se puso tenso. Ambos nos sonreímos bastante nerviosos, ella acomodó los mechones sueltos detrás de su oreja y yo aclaré la garganta.

Yo voy —dijo y se bajó del balcón. Choco con mi brazo y reímos nuevamente.

¡Que idiota que soy!
Esto había sido un desastre total, las cosas estarían tensas luego de lo que acababa de pasar; Amaya y yo casi nos besábamos, lo cual hubiera sido un terrible error.

No me gustaba Maya, y claramente yo no le gustaba a ella. Pero el tenerla a centímetros... el acariciar su mejilla.., la manera en la que me mira, me sonríe, me hace reír.. joder Aidan, no caigas de nuevo.

La seguí hasta la sala, ella abrió la puerta y de inmediato abrí los ojos de lo sorpresivo que fue la escena; era Nate quien sin siquiera decir "buenas noches" se había abalanzado hacia ella para besarla rápidamente.

Maldito.

Había pasado una semana entera desde que fui por Amaya esa madrugada al bar. Desde entonces Nate no se había aparecido por aquí, si, se veían en el colegio y supongo que en el trabajo, pero ella no me había mencionado que hayan hablado y el verlo ahora besándola como si nada después de lo qué pasó me hacía pensar muy mal de él.

Maya lo alejó.

¡Nate, por Dios! ¿Qué te pasa? —Nate la vio raro.

— ¿Qué? ¿Ya no te gusta que te bese? —se intentó acercar de nuevo y lo volvió a alejar.

— Hazte para atrás —sus manos se mantenían en su pecho pues él estaba dispuesto a besarla de nuevo— ¡Nate qué pasa!

Me acerqué rápidamente al notar como no se detenía. Tome del brazo a Amaya y la coloqué detrás de mi. Él me analizó de pies a cabeza.

Amigo ya te dijo que no quiere que la beses.

— Tú quítate entrometido, es ¡mi novia! —intentó tomarla del brazo pero se lo impedí.

Ahora entiendo.

¿Estás ebrio? —escuché detrás de mi. Se le notaba.

— Será mejor que te vayas, Nate —advertí. Este rió burlón y me empujó. Suspiré tratando de calmarme.

No dejaría que le hiciera algo a Amaya. No estaba consiente, se veía lo que le sigue de ebrio.

¿Por qué estás bebiendo ahora?

— ¿Es una puta broma, Amaya? ¡Llevas evitándome una maldita semana! ¿Acaso ya se te olvidó quien soy? ¡Soy tu novio!

— ¿Disculpa?

— Nate, con todo respeto...—intente hablar pero me interrumpió.

— ¡No te metas idiota! ¡Esto es entre mi novia y yo!

— ¡Deja de gritar que yo si tengo vecinos! —mi mano no la dejaba pasar. La mantenía detrás de mí en todo momento.

— Entonces ven y habla conmigo —ordenó señalándola. Maya suspiró y yo negué volteando a verla.

— No creo que sea buena idea, Maya. No está en sus cinco sentidos. —escuché la risa burlona y volteamos a verlo.

— Ahora entiendo, estás muy ocupada comiéndote a otro, por eso no quieres hablar conmigo.

— ¿Qué acabas de decir? —cuestionó enojada y me puso detrás de ella. Honestamente me quede mudo al escucharlo.

— ¿Me estás poniendo el cuerno, Amaya? ¿Con este?

— Nate estás siendo un completo idiota Justo ahora, te recomiendo que mejor te vayas. —habló entre dientes.

— ¿Acaso besa mejor que yo? ¿Por eso razón no has querido dar el siguiente paso conmigo? ¡verdad Amaya! —y fue ahí cuando escuché el impacto de su mano con la mejilla de él.

Sentí como la sangre me hervía cuando noté lo que pensé que jamás vería frente a mi; Nate le había regresado la cachetada.

Y entonces exploté.

¡Oye imbécil!

Dejé a Maya detrás de mi nuevamente y empujé a Nate. Este se puso recto y se acercó casi pegando nuestras frentes. Lo fulminé con la mirada él solo me sonreía burlón.

No quería cometer un error, pero mi paciencia estaba en 98%.

Tú le vuelves a poner una mano encima y te juro que te la corto, Nate.

— Quiero ver si es cierto.

— No me retes, te lo advierto. —él volvió a reír alejándose. Sentía como si mi entrecejo fuera uno solo.

— ¡Fuera de mi casa! —lo empujó a la puerta. Él reía con la mano en su mejilla— ¡Que te vayas te digo!

Amaya abrió la puerta y lo aventó fuera. La tome de la mano para evitar cualquier impacto inesperado de parte de él.

— Espero lo estes disfrutando, mi vida. Luego no te quejes —sin más se fue.

Amaya azotó la puerta y se sentó en el suelo. Colocó la mano en su mejilla y yo me hinqué frente a ella.

¿Estas bien? ¿Te traigo hielo?

— No, Gallagher. Estoy bien —suspiró.

— Esa cachetada debió ser para mi..

— ¿Estas bromeando? Nos insultó a los dos, no iba dejar que nos hablara de esa forma. —sonreí un poco y me senté a su lado.

— ¿Qué harás ahora?

— Terminarlo. —voltee a verla y sentí una explosión en mi interior.

Tranquilo, Aidan.

¿Enserio?

— No lo sé —volvió a suspirar pesadamente.

Oh...

Yo creo que sería lo mejor, peque.

— No quiero hablar de Nate ahora —recargó su cabeza en mi hombro— nos arruinó la noche..

— ¿Quieres retomarlo? —hablé sin pensar y sentí su mirada sobre mi.

Ay mierda. Que dije

Aid..—la interrumpí levantándome.

— Es mejor que vayamos a dormir, ya es algo tarde. —hablé rápido y sonreí algo nervioso.

Maya no dijo nada solo me miró y asintió. Le extendí la mano, ella gustosa la aceptó y se levantó. Luego caminamos al pasillo de nuestras habitaciones.

Que descanses, linda.

— Que descanses, ojitos. —iba a darme vuelta para entrar a mi habitación cuando sentí sus labios sobre mi mejilla.

Quedé helado.

Amaya rió un poco y se adentró a su habitación. Cuando reaccione quería ir tras ella y dejarla sobre la cama para luego besarla hasta que el aire nos hiciera falta, pero ya era tarde; ya había cerrado la puerta.

Amaya tenía algo.., algo que me hacía confundirme.

No quería pasar lo mismo que con Clarissa. Debía silenciar estos pensamientos para no mal interpretarlo todo. Quizá solo era la edad, las hormonas, la soledad, no lo sé.

No estaba seguro de lo que sentía.

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