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『3』

Aidan

Vaya, Gallagher. Bienvenido.

Mencionó saliendo mientras se acomodaba la gorra.

— ¿En qué le puedo ayudar esta noche?

— Solo quería saludar. —me vio dudosa— Pediré más tarde.

— ¿Esperas a alguien? —asentí— ¿amigos?

— No exactamente..

— Oh, ya entendí —me guiño el ojo y reí—

— No hagas esa cara.

— Es su ¿quinta? cita en la semana, claro que pondré esta cara, y te molestaré lo que sea necesario hasta que te animes y se lo preguntes directamente.

— No haré eso, no estoy listo.

— ¡Por dios! Hace meses que salen. Le gustas, te gusta, ¿que esperan?

— Ella no me lo ha dicho directamente...

— Pues pregúntaselo.

— Maya dices las cosas con tanta facilidad como si así lo fueran —recordé irónico.

— Bueno yo solo te aconsejo —limpio la barra— Aplica lo que me aplicaron a mi.

— Por cierto, ¿dónde está? —busque con la mirada.

— Por aya —señaló y voltee— entregando órdenes. Tranquilo, seré yo la que te entregará tú orden cuando estés con ella —rodé los ojos y rió— no pienso perdérmelo.

— Deja ya de decir tantas idioteces —volvió a reír.

— Disculpa, ¿ha terminado de pedir ya o regresó en una hora?

Voltee y habían más personas haciendo fila, el tipo se veía molesto así que solo sonreí nervioso.

La pregunta aquí es, ¿sería usted tan idiota como para irse a hacer nada en otro lado que esperar haciendo nada aquí por un café? Tome en cuenta que si se va tendrá que hacer fila de nuevo.

— ¡Maya! —susurré volteando a verla. Ella levantó los hombros.

El tipo le levantó el dedo corazón y yo lo fulmine con la mirada.

Tampoco es para ser grosero —pedí— Estaré por allá —ella asintió y sin más busque una mesa para luego tomar asiento.

La observé en cuanto me senté y sonreí. Puse toda mi atención en ella. Ella me sonrió antes de ponerse a trabajar. Siempre estaba feliz, siempre con esa sonrisa tan linda.

Han pasado 4 meses desde que vivo con Amaya.

Se había convertido en una increíble compañera, amiga, consejera, cómplice, como lo quieran llamar. Se había convertido en una parte muy importante para mi, y ahora no podía hacer nada sin ella.

La quería tanto como si fuera mi propia hermana, y ella me quería a mi como si de un hermano se tratase.

Nuestro departamento ahora era como nuestro dulce hogar, en el que pasaban tantas cosas de las que nadie se enteraba. Tantas risas, tantos llantos, tantos bailes, tantos cantos; tantas cosas y en tan poco tiempo.

Ella era una persona bastante reservada, y me confesó que le costaba demasiado confiar en las personas, lo cual me hizo sentir importante, pues conmigo había tenido confianza desde el primer momento.

Aún me comunicaba con mis padres, por supuesto que si.

Nos comunicábamos muy seguido, pero no había podido ir a visitarlos debido a mis responsabilidades. En una llamada, les agradecí infinitamente el que me hayan corrido de la casa, pues si eso no hubiera pasado jamás la hubiera conocido..

Les contaba mucho sobre ella, y juré que en algún momento se las presentaría, además, ellos también tenían ganas de conocerla.

Hace dos meses que ella y Nate comenzaron una relación. Me burlé mucho de ella en cuanto me lo dijo, pues según recuerdo "odiaba el amor". Eso es lo más raro que una persona puede decir en cuanto conoce a otra; ella es así. Por eso mis burlas, pero aún así estaba muy feliz por la etapa en la que se encontraba.

Nate era buen tipo, convivíamos los tres cuando él llegaba a verla. A Amaya no le gustaba dejarme fuera de los planes, sin importar que fueran planes con su novio. No siempre aceptaba, no es lindo estar de mal tercio, es algo incómodo. Aunque no del todo, te enteras de muchas cosas.

Una dulce voz me saco de mis pensamientos tan profundos y me giré hacia la persona.

Lamentó la tardanza.

— No pasa nada. Recién llegué —sonreí amable y ella se sentó frente a mi.

— ¿Has pedido ya? —negué— Pidamos.

Le hice señas a mi querida Amaya y esta me respondió con un gesto de nervios, reí un poco y a los segundos mire como Nate se acercaba, bueno supongo que él nos atenderá.

¿En que les puedo ayudar?

— Dos cafés, ¿está bien? —preguntó viéndome y asentí— y un pastel de chocolate. ¿Tú qué más quieres?

— Con el café estoy bien —le sonreí y Nate me regreso la sonrisa mientras anotaba en su pequeña libreta.

— Vale, ahora se los traigo —se fue y mire como Maya le susurraba algo. Clarissa volvió a sacarme de mis pensamientos.

— Y... ¿para qué querías que nos viéramos?

Trague duro. Tenía la boca seca.

Bueno..., solo, es solo que —me miraba atenta— Eh estado pensando en muchas cosas

— ¿Cosas? ¿Buenas o malas?

— Siento que me estoy enamorando. —solté de la nada.

Sentía los nervios a tope, y no podía ni siquiera verla a los ojos.

¿En serio? ¡Eso es grandioso! ¿Puedo saber de quién se trata?

— ¿En verdad quieres saberlo?

Ella asintió

— ¡Por supuesto que quiero!  Necesito saber de quien se está enamorando mi mejor amigo —soltó con una enorme sonrisa.

Sentí un golpe en el pecho.

— ¿Me consideras tu mejor amigo? —pregunté nervioso. No me esperaba este comentario.

— Pues claro, somos amigos desde hace ya un par de años, ¿tú no me consideras tu mejor amiga? —arqueó una ceja.

Pues claro que no.
Me gusta.
Son cosas totalmente diferentes.

Claro que si —reí nervioso.

— ¿Y ahora que te ocurre? ¿Por qué esa risa tan falsa?

— No por nada. —aclaré la garganta— sabes, más bien, siento que, en realidad no estoy enamorándome. Simplemente es como... ¿atracción?

Acercó medio cuerpo hacia mi, sobre la mesa y susurró.

— ¿Se trata de tu compañera de departamento?

Me atraganté.

¿Qué dices? —reí— Por supuesto que no.

— ¿Estas seguro? —asentí— ¿entonces de quien se trata? No puedes dejarme con la duda.

— Se trataba de...

Amaya llegó con nuestras órdenes interrumpiendo por completo cualquier parlamento que estuviera por decir. La mire y sonreí, llegó en el momento preciso.

— ¿Algo más en lo que les pueda servir? —Clarissa negó y yo me levanté.

Ambas me vieron confundidas.

Ahora vuelvo. ¿Los baños? —mire a Amaya. Ella los señaló y me encaminé hacia el lado opuesto llegando y entrando al pequeño cuarto detrás de la barra donde atendían, con la intención de que me siguiera.

Lo entendió por completo y fue tras de mi.

Lo único que necesitaba en ese momento era librarme de la escena más incómoda que había pasado en mi adolescencia. Estaba apunto de confesarle mi amor a una persona cuyo sentimiento por mí es todo lo contrario.
Ella me quería como un mejor amigo ¿pueden creerlo? Había sido yo el que malinterpreto todo, y me sentía de lo peor.
Pero era tan..., tan confuso. Porque no me sentía con ganas de llorar, no me sentía como supongo que se sienten las personas "rechazadas". Quizá porque no me esperaba esa respuesta de su parte. Juraría que todos los momentos que pasábamos juntos se sentían en sincronía y nuestros sentimientos eran mutuos y correspondidos, ahora veo que no era así. Ella solo estaba siendo amable conmigo, yo había romantizado todo.

¿Todo en orden Gallagher? —se acercó y yo negué estresado— Oye, ¿qué te pasa? —tomó mis manos las cuales se encontraban en mi rostro y las bajo delicadamente.

— Maya, confundí todo.

— Explícate

— Clarissa no está enamorada de mi —entrecerró los ojos— Solamente estaba siendo amable, ella me ve como a un mejor amigo. Me siento tan estúpido —intenté soltarme pero ella me lo impidió.

Sus manos seguían agarrando las mías. Baje la mirada a estas y noté como sus dedos las acariciaban de manera delicada. Levante la vista nuevamente y ella me veía con algo de lastima.

¿Acaso me quería ver llorar?

Fue ahí cuando en verdad sentí las palabras de Clarissa. Al principio lo tome a la ligera, pero ahora en verdad me estaba costando el pensar. Esto en verdad estaba pasando, ella no me quería de otra manera que no fuera amistosa pero yo a ella si, lo cual complicaba absolutamente todo.

— ¿Se lo dijiste?

Negué.

¿Qué se supone que hago ahora? —pregunté y suspiré pesadamente.

— ¿Por qué no se lo dices?

— ¿Te volviste loca? —me solté de su agarre— Las cosas se volverán incómodas si le digo tal idiotez.

Sin pensarlo.., esta vez fui yo quien tomó sus manos de nuevo.

— No es una idiotez. Estas enamorado de ella, no puedes controlar tus emociones por las demás personas, y si en verdad te aprecia como amigo, las cosas no deberían de ser incómodas ni cambiar su relación en lo más mínimo solo porque se lo digas.

— Claro que lo cambia, Maya. Lo cambia todo, porque con cualquier buen acto que yo haga por ella pensara que está accediendo a mi, y no quiero que se vea forzada a eso, o peor aún, no quiero que piense que yo haré que tome una decisión conmigo.

— Bueno tienes un punto..., pero ¿entonces que harás? ¿Olvidarás tus sentimientos por ella? Así ¿de la noche a la mañana?

— Eso es imposible. Tan solo... olvidare la conversación que tenía planeada para decirle. Será una cita de amigos, como todas las demás que confundí

— Ánimo Aidan. Estoy segura de que... quizá ella está confundida. —sonreí desanimado.

— Maya —escuchamos en la entrada y volteamos— Estoy algo atariado por acá afuera.

— Si, lo siento. Ahora voy —ambos se sonrieron y Nate salió de ahí— Debo seguir trabajando

— Si si, lo entiendo —solté sus manos.

— Te prometo que más tarde en el departamento puedes contarme todo, desahogarte. Te escuchare —sonrió y me despeino un poco para luego salir.

¿Ven de lo que hablo? Amaya es la mejor amiga que cualquier persona querría en su vida.

Amaya

Estaba completamente sorprendida con lo que Aidan me había dicho. Ahora resulta, que él confundió todo.
Esto más bien me suena a que cierta persona no sabe lo que siente. No sabe diferenciar el cariño entre amigos a el cariño más aya de la amistad.
Me encamine y tome la libreta para anotar las órdenes. Pase al lado de su mesa y a los segundos escuché su voz. Voltee a verla y esta me sonrió algo nerviosa.

Disculpa, ¿sabes dónde esta Aidan?

— En el baño.

— Creí que dijiste que el baño estaba de aquel lado —señaló el lado opuesto a donde Aidan había ido.

Trague duro.

Ah, bueno es que de aquel lado está el baño de los empleados. Y es.., un poco más limpio —dije lo primero que se me ocurrió— por eso fue a esos —sonreí un poco.

— Oh. Bueno, gracias Amaya

— Es lo que dice mi gafete —lo señale y sonreí. Ella negó.

— No lo decía por haber leído tu gafete, en realidad.., Aidan me ha hablado de ti —Levante las cejas.

— ¿En verdad? —asintió— ¿y qué tal miente? —reí y ella solo sonrió evitando su risa.

— De hecho solo menciona que eres muy amable y carismática, veo que tiene razón.

— Pues me siento halagada.

Ella tenía una sonrisa perfecta.

Ahora entiendo porque Aidan estaba enamorado.

¿Tú qué eres de él? —pregunté curiosa. Esperando que me dijera algo más de lo que a él le había dicho.

— Oh, solo somos mejores amigos.., tranquila —hice una mueca confundida. Ella rió tímidamente.

— "¿tranquila?" No entiendo —reí aún más confundida. Pero no quería estar sería.

Normalmente, si estoy seria las personas piensan que estoy de mal humor y se llevan una muy mala impresión de mi. Nate es el claro ejemplo de eso, al principio pensó que lo odiaba porque siempre lo miraba sin ninguna expresión en mi rostro.

Si, solo lo digo por si, ya sabes.., ¿entre ustedes hay algo?

Negué rápidamente.

Aidan y yo solo somos buenos amigos. De hecho tengo pareja —estaba sorprendida. Su rostro me lo decía todo.

— ¿En verdad?

— Pero claro. Y, si te soy honesta, creí que tú y él eran novios o algo por el estilo.

Negó casi de inmediato. Vaya.

No no, estoy enamorada de alguien más. —sonrió y yo solo evite mirarla mal. No quería juzgarla, no la conocía bien, pero haber escuchado todo lo que Aidan me contaba que pasaba a su lado me hacía querer decírselo.

¿En verdad él había mal interpretado todo? O ¿ella tan solo lo ilusiono? No lo sé, pero quería saberlo.

¿No te gusta Aidan? —volvió a negar— eso es raro, ¿no necesitas lentes?

Soltó una carcajada, y no se escuchó para nada mal.

Es atractivo, pero no es mi tipo —en verdad me dejaba boquiabierta con sus respuestas— ¿qué hay de ti? ¿No ocupas lentes también?

Me la aplico, muy buena esa.

Si, digo lo mismo, es atractivo pero reiteró: yo ya tengo pareja —sonreí un poco.

— Maya, deja ya la plática —apresuró Nate pasando a mi lado. Me despedí de Clarissa con la mano en el aire y continué trabajando.

Continué atendiendo a las personas, la cafetería se había llenado de la nada. De vez en cuando volteaba hacia su mesa, Aidan ya estaba con ella y al parecer estaban hablando.
Me moría de la intriga, de saber de que hablaban, quería saber si él se había atrevido a decirle lo que siente.

Opinaba que era lo mejor que podría hacer pero también sabía que no era una decisión sencilla.
Hubo un momento, después de entregar una orden, en el que me quede estática viendo hacia su dirección. Sentí las manos de Nate en mis hombros y voltee un poco asustada por el tacto.

¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal?

— No, lo siento estoy distraída.

— Lo estas mirando demasiado. —dejó un mechón de cabello detrás de mi oreja.

— ¿A Aidan? —asintió— ¿estas celoso? —pregunté con picardía.

Dejo salir una sonrisa de lado mientras tomaba mi rostro entre sus manos.
Tan lindo.

Para nada. No me gusta compararme con los demás —me guiño el ojo y reí un poco.

Era un tipo bastante egocéntrico.

Ahora deja de concentrarte tanto en él y concentrémonos en el trabajo, ¿de acuerdo? —asentí y volvimos a trabajar.

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