『12』
— No está mal no saber qué se siente. Lo que está mal es pensar que no sentimos.
— Escritora.
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Aidan
Los fines de semana solían ser la mejor parte de la semana. Porque pasaba tiempo con Amaya.
Sin embargo desde que iniciaron las vacaciones todos los días eran perfectos.
Me encontraba preparando pasta, mientras esperaba que ella terminara de darse su ducha mañanera. Habíamos empezado una rutina lo suficientemente buena como para estar juntos la mayor parte del tiempo.
Ambos nos despertábamos temprano e íbamos a correr todas las mañanas, luego de eso llegábamos a casa y hacíamos alguna rutina de ejercicio, para luego hacer lo que me encontraba haciendo.
Serví dos platos de la pasta que preparé y posteriormente acomodé la mesa para que ambos desayunáramos. Noté como se acercaba mientras se secaba su cabello, este ahora estaba bastante largo, hace tiempo que no se lo cortaba porque le dije que debería experimentar nuevos estilos; y me hizo caso.
Ella siempre había preferido el cabello corto, pero ahora se había arriesgado y salió de su zona de confort, por el simple echo de que yo se lo pedí.
Eso me hizo sentir muy especial.
— Huele delicioso —halagó y me miró con una sonrisa. Esa sonrisa tan hermosa. Me encantaba.
Y su sonrisa también...
— No es para tanto —reí un poco y le separé la silla de la mesa para que pudiera sentarse. Ella agradeció. Yo me senté a su lado.
— ¿Tienes algún plan hoy?
— No exactamente, ¿suspendemos la tarde de películas? —negué rápidamente y ella rió.
— Es solo que, Daniel me preguntó si podía venir a visitarme hoy —dije nervioso.
— ¿Cuál es el problema?
— ¿No te molesta? —comía mientras la volteaba a ver.
— Claro que no, él me agrada —reímos un poco. Su teléfono sonó y ella se limpió la boca para luego levantarse e ir a por el. Lo tenía cargando en la barra de la cocina.
Continué comiendo y recargué uno de mis codos en la mesa y mi mandíbula en la mano. La miraba mientras ella observaba su teléfono y se recargaba en la barra. Parpadeé varias veces, Amaya cuidaba mucho su figura y mis ojos se iban de largo sin querer. Traté de concentrarme en mi plato pero al poco tiempo escuché su pequeña risa la cual me hizo volver a verla.
Su sonrisa era divina.
Regresó a mi lado y le sonreí un poco intrigado.
— ¿Todo en orden?
— Era Nate —sonrió y continuó comiendo.
Casi me olvido de él.
Amaya y Nate siguen juntos.
De echo hace tres días fue su aniversario. Seis meses juntos.
Seis malditos meses en los que era él el que disfrutaba de sus besos.
Y no yo..
Ese día, además de pasar todo el día fuera del departamento había llegado a altas horas de la noche con él, y para rematar el tipo durmió ahí con ella.
Escuché sus risas, sus murmullos, sus besos, toda la noche hasta que pude conciliar el sueño.
Fue una verdadera tortura.
— ¿Saldrás con él? —tomé de mi jugo.
— No lo sé, me estaba invitando a su departamento, pero más tarde. Aún no sé si iré, quizá solo un rato.
"Invitando a su departamento"
¿Y por eso reía de esa forma?
¿Que clase de propuesta le hizo para sonreír así?
Suspiré intentando tranquilizarme y terminé de comer para levantarme de la mesa junto con mis trastes sucios.
Los deje en el lavadero y comencé a lavarlos mientras mi ceño estaba fruncido.
A los segundos noté como se acercó con sus trastes y le hice una seña para que los dejara ahí y yo poder lavarlos.
— ¿Ojitos..? —llamó mi atención y solo levanté las cejas para que prosiguiera.
No podía evitarlo.
Nate no la merecía.
Más sin embargo ella seguía ahí con él, a su lado, perdonándole todo.
Dejando besarse.
Dejando abrazarse.
Dejando apapacharse.
Dejando manipularse.
Dejando acariciarse.
Todo por ese idiota.
Me carcomía por dentro el llegar a pensar el tipo de propuesta que le hizo para verla sonreír así, tan dulce pero atrevida a la vez. Y es que para ser honestos, la edad era la adecuada hasta cierto punto, y ese patán no perdería la oportunidad de estar con ella. Estaba seguro de eso.
Y lo que me ponía a pensar aún más era que Amaya era tan inocente que me daba miedo creer que ella se dejaría por el simple echo de no hacer sentir mal al estúpido de su novio.
— Aidan, ¿me estás escuchando? —negué y me sequé las manos al terminar de lavar los trastes para luego caminar hacia la habitación— ¡Oye! —me tomó del brazo e hizo que la viera.
Su gesto.. su rostro tan inocente.. tan..
Amaya me tenía jodido.
Amaya no era tonta, ella sabía lo que causaba.
O al menos eso creo yo.
Pero no hacía nada al respecto.
Actuaba como si todas esas miradas, todas esas sonrisas, esos abrazos, ese beso.. actuaba como si eso no hubiera pasado. O como si en realidad solo fue confusión.
De mi parte no era así.
Estaba enamorado de ella.
Pero su actitud me hacía creer que ella de mi no, y el que tuviera novio y lo dejara hacer lo que quisiera con ella me lo confirmaba.
— Saldré con Daniel. —dije y me solté de su agarre.
No podía soportarlo, no podía tranquilizarme por más que quisiera. Ya no podía soportar esto, y mi cabeza cada vez me hacía pensar más.
Había tenido varías pláticas con Daniel, hasta se podría decir que era como mi terapeuta. Él estaba al tanto de todo lo que pensaba y todo lo que sentía por ella, y siempre terminaba aconsejándome un "dile lo que sientes" pero tomaba todos sus consejos menos ese.
— Aidan.. ¿Por qué te molesta..? —escuché su voz y voltee a verla de nuevo.
— No.., Maya no me molesta. —le sonreí como pude.
— Se que odias a Nate.. pero él no es un mal tipo.. —ella bajo la mirada y jugaba con sus manos.
Si, más de alguna vez se lo había echo saber.
"No lo soporto. Tu novio es un idiota" pero ella lo defendía como si no la hubiera echo llorar más de una vez.
Eso me tenia en conflicto.
Ni siquiera es lo suficientemente atractivo para que se quede con él.
— No hablaré sobre Nate, Amaya. Escucha, si saldrás con él, o irás a su departamento. Solo.., prométeme una cosa —me acerqué y tomé sus manos con delicadeza. Ella asintió viendo hacia abajo, a nuestras manos— Prométeme que no cederás
No quería que eso pasara.
— ¿A qué te refieres? —me miró.
— A que no por nada te invito a su departamento tarde —hice una mueca y ella rió.
— No, lo estás mal interpretando. Veremos películas, así como tú y yo siempre —levantó los hombros.
Si claro. Siempre veíamos películas.
La diferencia era; que él si era su novio. Y si yo lo hubiera sido todas esas noches, mientras veíamos películas por supuesto que la habría besado más de alguna vez.
Solo eso.
Besos..
— ¿Alguna vez lo has pensado, Maya?
— No, jamás lo habría imaginado de hecho. Tú lo mencionaste —ríe algo nerviosa.
— ¿Y lo harías con él?
Noté como se sonrojó y me vio confundida.
— ¿Por qué haces esas preguntas? —dijo entre risas bastante nerviosa.
— Porque quiero que seas inteligente en ese tema. Si Nate te lo propone ¿lo harías?
— No, por supuesto que no. —dijo casi al instante y eso me dejó boquiabierto.
— ¿No? —rectifiqué y asintió.
Busque la mentira en sus ojos pero estos nunca me mentirían a mi. Ella en verdad no había pensado en su respuesta; ya la tenía clara.
Sonreí como idiota.
— Amaya..
— Ya te dije que no lo haría —me interrumpió y rió.
— ¿y si alguien más te lo propusiera? —dije algo bajo y acercándome más a ella. Ella se percató de mi cercanía y parpadeo varias veces bajando la mirada de nuevo.
— No podría..
Suspiré pesadamente y la abracé antes de que algo más sucediera.
Quería besarla..
Amaya se sentía tan pequeña en mis brazos. Sus pequeñas manos quedaron aprisionadas contra su cuerpo y el mío, y yo acaricié su cabello mientras mi barbilla descansaba en su cabeza.
— ¿Algún día te darás cuenta de lo que provocas, Maya?
— ¿A qué te refieres?
Hazlo.
Díselo.
Confiésalo.
Libéralo.
— Ve con cuidado.. —suspiré de nuevo y me alejé del abrazo. Ella me veía confundida y asintió.
Me adentré a mi habitación, me acomodé un poco el cabello y alisté para luego salir de la casa sin despedirme.
Caminé y caminé hacia la casa de Daniel. Al estar frente a esta toqué ligeramente y después de unos minutos él abrió.
— ¡Gallagher, mi buen amigo! —me abrazo y reí un poco— Notó algo de tensión, ¿que ocurrió?
— Brujo —reí y me hizo pasar para luego ambos sentarnos en su barra. Me ofreció un vaso de jugo y agradecí con una sonrisa.
— Cuéntame, ¿Qué drama está ocurriendo en este capítulo de tu vida? —me vio intrigado.
— Amaya..
— Oh dios —dejó caer su frente en la barra y reí nervioso. Sabía que en el fondo, Daniel ya se había artado de mi hablándole sobre ese tema.
— Lo lamentó, solo., quiero que alguien me escuche.. de nuevo —reí apenado y suspiré.
— Tú cuéntame, amigo. Yo te escucharé las veces necesarias
Agradecí con una sonrisa y miré la barra con atención.
— Siento que me odio demasiado
— ¿Por qué dices eso?
— "¿Por qué?" Porque no logro comprenderme, no logro entender a mi cabeza; me grita tantas cosas y la mayoría no están de acuerdo con mi., con mi corazón
— Continúa..
— Siento que entre más tiempo pasamos juntos, más complicado me resulta entenderme. ¿No logró diferenciarlo? Si. ¿Estoy confundido? Quizá, pero no quiero estarlo.
— No puedes controlar ese sentimiento, Aidan. Te lo he dicho muchas veces —dijo y yo seguía con la mirada en la barra.
— Estoy cansado
— Cansado, ¿de qué? —preguntó él.
— De todo.
— ¿Crees que ella lo hace a propósito?
— No lo sé —me agarre la cabeza estresado— me preocupa pensar que si
— No creo que sea así, te lo he dicho..
— ¡Daniel! —lo miré— ¡Nos besamos! Ninguno de los dos se arrepintió, y en la playa estuvimos apunto de hacerlo de nuevo. Me trata de una manera tan, tan inexplicable, más sin embargo sigue con el imbécil de Nate. ¿Qué se supone que debo pensar respecto a eso?
— Yo creo que.. —interrumpí.
— Me molesta el echo de pensar que sabe perfectamente lo que causa en mi, la manera en la que me trata, me da atención, me sonríe, me ilusiona y me hace pensar que lo sabe bien. Más sin embargo continúa así como si realmente no lo notara o simplemente le divierte ilusionarme. Me está ilusionando, lo está logrando. Me está matando lentamente con esos cambios tan repentinos que tiene conmigo. Me está matando el echo de creer que en algún momento me elegirá a mi, que podremos estar juntos, que quizá por primera vez pueda experimentar el amor y que esta vez salga bien.., que no sea una mierda como lo fue antes, que no sea una confusión, que no sea un error, que me ame con intensidad. Porque yo lo sé, estoy dispuesto a darlo todo. Estoy dispuesto a atreverme, a vencer ese miedo, a obtener lo que más anhelo. Quiero hacerlo, y solo con una persona en particular. En mis planes no hay nadie más, quiero sentirme bien a su lado. ¿Cómo voy a descubrir que no me estoy ilusionando yo solo? Quizá sólo está siendo amable, pero, ¿y si no? ¿Y si es mutuo? ¿Y si también tiene miedo? ¿Y si tampoco se entiende? ¿Qué hago? ¿Qué debo sentir? ¿Qué debo pensar? Odio el amor. Odio tanto ese sentimiento, no sé en qué momento comencé a sentirlo, no quería que esto sucediera, al menos no tan pronto, no estoy listo, quizá sigo siendo muy inmaduro para esto y por eso me pongo así.. Pero soy un inexperto, y la primera vez que creí querer sentirlo, todo salió mal. No quiero que se repita. No lo permitiré.
— Detente ahí —colocó su mano en mi hombro y lo mire con confusión— Te estás lastimando.
— No, no lo hago. Estoy siendo realista, lo mejor es dejarlo pasar, obligarme a no sentir nada para no hacerme daño yo solo. —negó.
— Eso es de cobardes. Tú no lo eres.
— ¿Y qué si si lo soy? ¿Y qué si realmente no quiero estar a su lado? ¿Y qué si solo es un capricho? ¿Y qué si la lastimo? ¿Y qué si no soy suficiente? ¿Y qué si solo juega conmigo? ¿Y qué si solo necesito.., atención?
Tantas preguntas..
¿Así es la vida de un adolescente?
¿Por qué no me avisaron que estas etapas serían tan dolorosas?
¿Por qué no me dijeron que camino tomar?
¿Por qué me juraron que sería la mejor etapa de mi vida?
No lo es.
Esto más bien., parece una montaña rusa de emociones. Sube y baja, sube con más intensidad y baja de golpe cayendo en un vacío sin pudor alguno, en un pozo hondo sin salida.
Es una cueva oscura en donde no logras ver jamás esa pequeña luz que te indica la salida.
¿No habrá salida?
¿Cómo lo solucionaré?
¿Soy lo suficientemente fuerte para hacerlo?
Quiero rendirme.
Pero quiero ser feliz.
Quiero vivir.
Pero tengo miedo.
Quiero..
No puedo..
Cargamos con tanto siendo tan jovenes, nos importan demasiado las cosas aunque digamos que no, todo esto es un dilema, muchas preguntas; pocas respuestas.
— No intentes entenderlo. No podrás, jamás podrás. Ese sentimiento es imposible de entenderlo, y quien lo entienda realmente lo envidio. ¿Sabes que es lo lindo de todo eso que sentimos? —hice un gesto para que continuara— Que cuando no lo pensamos demasiado nos sentimos bien, nos sentimos plenos, nos sentimos vivos, sentimos que realmente vale la pena y lo único que nos importa es vivir el momento. Y creo que así es como deberíamos de vivir siempre; pero nos resulta imposible. Y te entiendo, créeme que si, se lo complicado que es cuando comienzas a sentir algo por alguien, es difícil porque comienzas a cuestionarte cualquier mínimo detalle de ti mismo —me señaló— "¿me veo bien?" "¿Le llamaré la atención?" "¿Me miró hoy?" "¿Por qué me trata así?" "¿Por qué me sonríe así?" "¿Por qué me hace pensar que le gusto?" Cuestionamos todo, absolutamente todo pero no de la persona, si no de nosotros; y es el principal error.
— ¿Cómo lo solucionó?
— No se puede.
Reí irónico.
— Aidan, te lo eh dicho, siempre te lo digo..
— No lo haré.
— Tienes que decírselo
— ¿Y qué gano? —dije enojado— ¿Que si me odia después de eso? Las cosas serán incómodas si esto no es mutuo, no pienso hacerlo, es una persona muy importante para mi, no voy a joder todo por mi maldito corazón que me impide comunicarme sin sentir algo al tenerla cerca, o al verla a los ojos, o al ver su sonrisa..
— Contestaste una de tus dudas —lo miré sin entender— No estas confundido; Estas enamorado.
Estoy enamorado.
Estoy perdidamente enamorado.
Quiero tenerla a mi lado.
Daría todo por tenerla a mi lado.
— Arriesgaste, es la décima vez que te lo digo en esta semana —reímos.
— Gracias por escucharme, Daniel.
— Te lo dije y te lo repito, siempre te escucharé amigo. —sonreí algo desanimado, este tema me ponía muy mal— Venga quita esa cara, ¿por qué no le escribes una carta?
— ¿Una carta?
— Si no se lo quieres decir directamente, puedes escribirle una carta anónima —levanta los hombros.
— Hm, no creo que sea buena idea —reí un poco— me parece infantil
— Es romántico, tonto —me dio un ligero golpe en la cabeza y reímos.
— Qué más da, hoy no llegará a dormir al departamento —jugué con mis dedos en barra y él me vio confundido.
— ¿Por?
— El idiota de su novio la invitó a "ver películas" así que quizá se quede con él —suspiré.
— Bueno, ¿no quieres quedarte aquí? Digo, puedes intentar ponerla celosa —me guiño el ojo y fruncí el ceño— ya sabes, mañana por la mañana que noté que no estabas en casa te cuestionara
— La verdad lo dudo mucho, pero aceptaré tu oferta, no quiero sobre pensar demasiado estando en el departamento solo —sonreí y él asintió para luego caminar hacia su refrigerador.
Realmente no quería estar solo en el departamento.
Estar con ella ya era costumbre y maldecía el momento en el que me di cuenta que no podía estar sin ella, no quería estar sin ella.
Daniel era sin duda mi mejor amigo, podía hablar libremente sobre este tema con él, una y otra vez, las veces que fueran; era el único que lo sabía.
Ni siquiera Clarissa tenía idea de lo mal que me tenía Amaya. Y es que para ser honesto ella lo sospechaba desde esa vez en que estaba decidido a confesarle que me gustaba, pero no lo acepté porque no era así en ese momento. Así que me entro pánico confesárselo ahora, por eso no lo sabía aún.
También, los sentimientos tan extraños que comenzaba a experimentar por Maya me hacían casi creer que cuando decía que estaba enamorado de Clarissa no era así, era confusión y nada más que eso. Era mi amiga, y la apreciaba por todo el tiempo que me dedicaba.
Pero..,
Me preocupaba que con Amaya me estuviera pasando exactamente igual.
Aunque hay claras diferencias entre lo que hemos pasado;
Con Clarissa jamás me bese.
— Toma —me extendió una hoja y un lapicero— Por si te decides —dejó una palmada en mi hombro y reí negando.
Durante la tarde no hicimos más que hablar y hablar mientras la televisión de la sala reproducía una película de acción.
Me decidí a escribir una "carta" tal y como me había aconsejado Daniel, pero la hice bola en cuanto la termine y eché a la bolsa de mi chamarra.
Eran las nueve de la noche, Daniel me entregaba una almohada y una cobija para dormir en la sala.
— ¿Seguro que no quieres una cobija más caliente? —negué— Bueno, cuando refresque no te quejes
— Estoy bien así, gracias amigo —sonreí acomodándome en el sillón.
— ¿Sabes algo? Hace mucho que no hacemos una pijamada con los chicos, las extraño —asentí y reí— ¿recuerdas lo graciosas que eran?
— Sobre todo cuando tú y Zack se emborrachaban y casi se besaban —comenté riendo y él me aventó un cojín.
— ¡No es gracioso! ¡Dijimos que jamás lo mencionaríamos de nuevo! —continué riendo y él me vió irónico.
— Ya está, perdóname —calmé mi risa y suspiré.
— Bueno, descansa hermano. Y habló enserio, no comiences a pensar las cosas, solo concéntrate en dormir, lo necesitas —asentí y él se dirigió a las escaleras.
Mi teléfono sonó desesperadamente.
Lo revisé y era ella.
¿Me desearía las buenas noches acaso?
Que linda.
— Es Amaya —él volteó a verme y rápidamente se regresó para colocarse a mi lado. Contesté la llamada y coloqué el altavoz— ¿Hola?
✆— ¿Dónde estás?
— ¿Ah?
✆— Aidan, no estás en el departamento, ¿estás ocupado? —cuestionó pero.. su voz, no se escuchaba normal.
— ¿Estas ebria?
✆— Claro que no —sorbió la nariz y fruncí el ceño viendo a Daniel— Solo quería saber si estabas ocupado, lo lamento. Nos vemos mañana
— No, Amaya no cuelgues. ¿Qué ocurre? Estoy en casa de Daniel
✆— ¿No puedes venir? —preguntó y su voz se entrecortó.
Que tiene mi chica..
— Maya, —Daniel con un gesto me cortó la pregunta que tenía pensado hacerle— Voy enseguida
✆— De acuerdo —terminé la llamada.
— Algo no está bien —me levanté de inmediato y caminé hacia la puerta.
— Oye, ¿pues que habrá pasado?
— No lo sé, pero me estoy preocupando demasiado. Ella parecía estar llorando. Carajo, debo irme Daniel, nos vemos mañana —abrí la puerta y salí rápidamente.
Ella no estaba bien.
¿Qué le pasó?
¿Qué le dijeron?
¿Ese idiota le hizo algo?
Mi sangre hirvió ante esa última preguntaba.
Juraba que si era así, no tendría compasión contra Nate, porque no era la primera vez que le hacía algo.
Mi mente voló demasiado y me imaginaba un sin fin de cosas. Estaba enojado y preocupado, mis pies dolían ante la velocidad que llevaba pero no podía evitar sentirme presionado y verla lo más pronto posible.
Estar con ella..
Al llegar, abrí y entre rápidamente, cerré detrás de mí y busqué con la mirada por el departamento.
— ¿Maya? —la miré saliendo del baño y me acerqué en cuanto la vi.
Levantó la vista y pude notar sus ojos cristalizados.
— Oh, bonita.. —la abracé de inmediato y la aferré a mi. Ella suspiró abrazándome con calidez y acaricié su cabello— ¿qué ocurrió?
— Nate.. —susurró y mi mandíbula se apretó.
— ¿Te hizo algo? —la tomé de los hombros y la mire de forma seria. Ella negó y me tranquilicé un poco.
— Él, solo.. —sorbió la nariz de nuevo y acaricié su mejilla limpiando unas cuantas lagrimas secas que tenía en esta— Quizá este con alguien más..
— ¿Qué? Pero, ¿no se suponía que pasarían la tarde- noche juntos?
— Terminó conmigo, Ojitos —sonrió desanimada.
¿Terminó con ella?
¡Terminó con ella!
¡Oh por Dios!
Estaba confundido pero emocionado, y sabía lo mal que sonaba eso. Además, ella lucia triste, demasiado, y eso me hacía sentir mal a mi..
— ¿Cómo dices? ¿Por qué? Ven aquí —la tomé de ambas manos y caminamos hacia el sillón— Cuéntame que sucedió, Maya..
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