『1』
Aidan
La vida en la juventud no es tan linda y sencilla como contaban. No tienes la vida resulta, ni existe otra persona para resolverte-la. En el ahora solo existes tú, y debes valerte por ti mismo.
Estoy en 2do semestre de la universidad y a mis padres se les ha ocurrido la maravillosa idea de que empiece a independizarme.
— No creo que sea el tiempo aún..
Susurré manteniendo la vista en el suelo.
— ¡Claro que es tiempo! —apoyó mamá de manera sonriente.
— Debes comenzar a vivir tu propia vida, hijo
— ¿Y acaso no puedo vivirla bajo su mismo techo? —cuestioné.
— Sabes que no es lo mismo, los jóvenes de tu edad necesitan.., su privacidad —rodé los ojos— Míralo por el lado bueno
— ¿Cuál es ese? ¡Me están hechando! —me levanté molesto.
— ¡No, hijo! Por supuesto que no, no vuelvas a decir eso. —tranquilizó mamá— Te estamos ayudando, sabes que no siempre estaremos contigo... estás por cumplir los 20 años, no puedes continuar en nuestro hogar. Y no porque no queramos que así sea, si no porque, necesitas empezar tu propia vida. Con tus reglas, tomar tus propias decisiones, y depender de tus acciones —me abrazó.
— Bien.
— Estaremos para ti siempre. Pero no puedes negarnos que quieres y necesitas tu propio espacio —papá me despeino un poco.
Por supuesto que no lo negaría.
Pero tampoco lo aceptaría frente a ellos.
— Y entonces, ¿Qué debo hacer?
La pregunta que estoy seguro, todo joven alguna vez se hizo, o se hará.
De mi se acordarán.
Siempre que llegas a los 17 tus pensamientos comienzan a cambiar por completo. "¿Qué será de mi?" "¿Qué pasará conmigo?" Y claro, estás consiente que no vivirás con tus padres para siempre, eso no es discutible. Pero aún así, duele cuando ese momento llega. No solo porque ya no dependerás de ellos, si no porque, te das cuenta de que ya no estarás bajo el mismo techo con esas personas, y te pones a pensar que, realmente no disfrutaste lo que debiste haber disfrutado a su lado.
Pero bueno, véanme aquí, una semana luego de esos comentarios de parte de mis padres.
5:40 p.m. frente a una residencia por la calle Broadway. Miré el gran edificio mientras tapaba un poco mi rostro por el sol. Tome la maleta y me adentré.
Una señorita me atendió, era bastante amable. Me indicó cómo llegar al que ahora sería "mi" departamento. Entré al elevador, era en el 4to piso, caminé hacia la puerta con el número 214 y al estar frente a esta toqué.
Sentía los nervios a tope, jamás había estado en una situación así, y para ser honesto, ni siquiera soy lo suficiente sociable para encontrarme en una así.
A los minutos veo como se abre la puerta, dejándome ver a la que de ahora en adelante sería mi compañera de departamento.
Se espanta al verme, pues veo como sus ojos se abren a más no poder y pega un pequeño brinco.
¿Tan feo me veré?
Falsa alarma, pude notar su incomodidad, traía solo un top.
Paso la mano por detrás de mi cuello para rascarlo un poco mientras desviaba la mirada. Siento que me suda toda la cara. No quería que se incomodara y eso me hacía incomodarme a mi. Sin darme tiempo de hablar ella cierra rápidamente.
¿Y ahora?
Me acerco dispuesto a tocar de nuevo pero me arrepiento a los segundos. Iba a esperar, no quería verme impaciente, además, ni siquiera sabía qué decirle.
La puerta se volvió a abrir dejándome ver como ya tenía puesta una playera bastante larga.
— Lo lamento, creí que llegaría más tarde —sus nervios eran contagiosos— Adelante —se hizo a un lado y entré. Ella cerró la puerta detrás de mi— El lugar cuenta con una cocina, dos habitaciones con baño en cada una, y un baño más fuera de las habitaciones. La sala y el comedor. Es bastante pequeño, pero acogedor, o eso creo —analizaba el lugar.
— Si, está bien. Lo leí en la publicación —la miré por fin y ella a mi. Ambos manteníamos un semblante serio.
— Genial, ¿Aidan...?
— Aidan Gallagher —terminé y extendí la mano— Mucho gusto Amaya Jones.
— Igualmente —estrechó nuestras manos y casi de inmediato las alejamos— Bueno, venga, su habitación es la del fondo —la seguí mientras arrastraba mi maleta.
Ella estaba en pijama, y era entendible, vivía sola, al menos hasta hoy. Se veía que vivía bastante cómoda, el lugar no estaba tan ordenado como yo solía ver mi hogar, pero claramente este no era mi hogar. O bueno, recién comenzaría a serlo. Camina descalza hasta llegar a la que ahora sería mi habitación. Abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme entrar. Era bastante agradable el tamaño. Paredes blancas y aburridas, cama y muebles totalmente impecables, era toda una habitación abandonada. Necesitaba un remodelaje.
— Lo dejó para que se acomode. Después puede ir a la sala, para... —interrumpí.
— Hablar sobre las reglas. Lo sé —Asintió y se fue cerrando la puerta.
Empecé a desempacar y guardar toda la ropa en muebles y ropero que había. Además de acomodar los instrumentos que llevaba en sus estuches.
Amaya
No podía creer que después de estar viviendo un año sola, ahora debía compartir el departamento.
Creí que sería lo suficientemente rara como para evitar que alguien se interesara en vivir conmigo.
Pero no fue así
Quizá mi departamento era el único con una habitación disponible, o no lo sé. Hoy en día la mayoría de los jóvenes no rentan uno para ellos solos, si no que, mantienen la renta compartida con otra persona a la cual conocemos como Roommate.
Y quien diría que mi primer Roommate sería un chico de mi edad. Bueno, era un año mayor. Pero jamás pensé tener que compartir departamento con un tipo. Quizá con una chica si.
Esperaba al chico que ahora viviría conmigo. Aidan, Aidan Gallagher se dice llamar. Se ve bastante tranquilo y educado, aunque no me hacía esperanzas, dicen que así comienzan todos los Roomies y luego de unas semanas terminan siendo un mismísimo huracán bajo tu mismo techo.
Acomodé un poco la sala. Debía admitir que no era una persona que se preocupara tanto por cómo lucia la casa, pero porque vivía sola. Si hay alguien más bajo el techo por supuesto que me va a importar. Di una muy mala imagen cuando llego, pero en mi defensa, el mensaje decía que llegaría en la noche.
El chico se dejó ver unos minutos luego de recoger un poco. Se acomodaba su camisa negra, las mangas estaban dobladas, y tenía dos botones de fuera. Bastante serio se acercó al sillón y se sentó a mi lado manteniendo la distancia considerable.
— Leí las reglas, pero si gusta repetirme-las no tengo inconveniente con eso —dijo amable.
— Oh no, no tengo porque repetírselas si ya las ha leído. —guardé mi teléfono, pues ahí tenía los acuerdos que la residencia nos entregaba a cada uno.
— No se preocupe por mi, le aseguro que ni siquiera notará que estoy aquí. Además soy una persona bastante tranquila, no traeré a cualquier persona, no tengo tantos amigos —rió nervioso.
Tenía una sonrisa perfecta
Sus dientes estaban increíblemente derechos, que envidia.
— No soy de escuchar música tan alto, pero si realmente me dan ganas procuro ponerme audífonos. Si toco instrumentos, pero no los tocaré en la madrugada. Y no soy de consumir sustancias alucinógenas —solté una pequeña risa tapando mi boca— ¿y usted?
— Por supuesto que no —asintió— Bueno, veo que no tendré problemas con usted —bromee. No lo tomó como broma pues seguía muy serio.
— Ningún problema, señorita. Se lo aseguro —asentí amable— ¿Estudia?
— Claro
— ¿Trabaja?
— Trabajo medio turno, los días Martes, Jueves, Viernes, Sábado y Domingo
— ¿No se le hace pesado? —negué— increíble
— ¿Y usted? ¿Estudia y trabaja?
— Solo estudió, pero debido a esto —señaló al rededor— conseguiré un trabajo y aportaré en los gastos, obviamente —reímos un poco— Me alegra que comencemos a llevarnos bien
— Si también a mi. Le pediré una copia de la llave a la recepcionista para que así usted pueda cargar con una —asintió— no me tardo
— Oh no, no se apure. No pienso salir en este momento, de hecho solo quiero descansar. Antes de venir estaba haciendo unos proyectos y estoy agotado
— De acuerdo, pues ¿que descanse? —asintió sonriendo medio adormitado y se fue a su habitación.
Esta iba a ser una increíble experiencia.
Y en verdad espero no termine para nada mal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro