8. Moralismo Interrumpido
Silver es un loquillo, a veces... Ta' chiquito, tengan paciencia con él.
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Capítulo Ocho
"Moralismo interrumpido"
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Mucho podría decirse en una situación tan comprometedora como en la que se encontraban; no obstante, ni Silver ni Amy eran lo suficientemente avispados para responder asertivamente ante esto.
Ambos recostados mirando al techo mientras sus respiraciones volvían a la normalidad trataron por todos los medios de no mirarse a la cara, aunque era inevitable.
Más tarde que temprano fue ella quien termino cediendo; el rostro sonrosado del albino le resultó honestamente adorable.
Inmediatamente después él también la miró; aún con la respiración entrecortada, Silver trato de sonreírle.
—Eso fue muy...—
—¿Atrevido?—le interrumpió—¿Excitante?—Amy sonreía de oreja a oreja de forma coqueta y burlona. Que ella lo verbalizara abiertamente aligeraba considerablemente su tensión y nerviosismo.
Nunca se imagino haciendo ese tipo de cosas con una chica desconocida —otra vez— después del evento de la playa había mantenido un voto silencioso de abstinencia y castidad esperando que algún día su amada se fijase en él.
Cosa que evidentemente no sucedería en un futuro cercano al parecer...
No le malentiendan, no es que no se hubiese sentido sexualmente atraído por otras mujeres además de Blaze —esta situación demostraba que no era así— podía notarlas, claro que sí.
Su vida en la hermandad era un reto constante cuando las reuniones se prolongaban hasta la madrugada y la degeneración y los excesos hacían acto de presencia.
Se veía tentado, no lo negaba.
Pero había decido serle fiel a una mujer que ya le había exteriorizado abiertamente no estar interesada en él.
Un poco patético, pero era su realidad.
De algún modo había terminado convenciéndose a si mismo de que si se mantenía lo suficientemente ocupado y no caía en placeres mundanos ella tarde o temprano comprendería que eran el uno para el otro y que su amor por ella era sincero.
Blaze le gustaba, la encontraba muy hermosa, pero no solo le gustaba por su cuerpo, algo en lo que ella difería.
Blaze le gustaba —la amaba— por ser ella, no había más razones que justificar. Era bonita, inteligente y sumamente capacitada y competitiva, siempre en búsqueda de retarse a si misma por mejorar y ser la mejor en todo lo que hacía y era por esa razón que había conquistado su corazón.
Joder...
¿Qué hacía pensando en males de amores cuando acaba de hacer algo tan íntimo y sexual con una chica que básicamente acababa de conocer hace unos cuántos días?
Eso era tan extraño y lo más irónico es que no se arrepentía.
Lo cual era contradictorio y angustiantemente agobiante para su moralidad.
Había razones por las cuales el sexo casual estaba mal, su madre le había advertido en incontables oportunidades que habría situaciones comprometedoras y que lo mejor sería evitarlas.
Nunca lo dudó, tampoco se había visto realmente comprometido en situaciones pecaminosas —las mujeres ni siquiera lo miraban por considerarlo un nerd— así que poco o nada había cambiado en su vida en la universidad.
Ahora, presa de sus propias hormonas y el descontrol propio de un idiota de su edad —lo admitía, era muy idiota en muchas áreas— estaba ahí recostado en una cama con aroma a flores y una chica semidesnuda recostada a su lado.
¿Cómo es que esto estaba sucediendo en primer lugar? No es que se estuviese quejando —No, claro que no— pero todo seguía pareciendo irreal.
Era extraño, pero su ropa mal puesta le decía que era real, que tuvo un momento íntimo con esa chica y que le había gustado.
Y si por algo que estaba a medias se había sentido tan excitado y ansioso no quería imaginar como serían las cosas cuando el acto se consumase en su totalidad.
Su rostro colorado y su expresión idiota no eran invisibles a los ojos de la dueña de la habitación quien observaba al chico con una expresión divertida en el rostro.
Silver era graciosamente adorable, tan inocente al mismo tiempo que atrevido y desafiante.
Una combinación extraña pero que era interesante.
De igual forma y pese a lo mucho que había disfrutado las cosas era evidente que el chico había tenido suficiente por un día y lo mejor sería distraerlo o terminaría con un colapso mental.
Era bastante transparente con sus pensamientos y acciones y a juzgar por la expresión en su rostro el chico o era virgen o muy inocente y ambas opciones eran enternecedoras para ella.
Tampoco es que se creyese la experta como Rouge, pero al menos la etapa de pena post-relaciones ya se le había pasado y ahora podía mínimamente mantener la compostura o disimular mucho mejor.
Se sentó de golpe sobre la cama y luego de estirarse perezosamente suspiró.
—Tengo hambre—el cambio tan brusco de tema le hizo mirarla de nuevo; ella ya se estaba acomodando la ropa con naturalidad—¿No se te antoja algo así como una hamburguesa?—.
La desfachatez de esa mujer era hilarante; pero de todas formas asintió.
Acomodando sus ropas ambos salieron de la habitación dando por finalizado el tema para fortuna del albino en esta ocasión.
Amy parecía ser esa clase de chica que no se tomaba nada en serio y eso contrastaba por completo con esa fijación suya por sobrepensarlo todo.
Camino a la salida de la hermandad algunas miradas curiosas lo analizaban.
Quizá estaba paranoico, tal vez solo se debía a que era la primera vez que se veía a si mismo en una situación así.
Probablemente solo estaba exagerando...
—No les prestes atención—la voz de la joven lo saco de sus pensamientos—Son unas chismosas—.
Y el solo asintió.
El camino silencioso y su incapacidad para generar temas de conversación de manera espontanea le dieron ese toque de incomodidad que era evidente.
¿Qué debía decir? ¿Qué seguía después? Muchas dudas estaban como abejas mieleras taladrando su mente ansiosa y expectante del siguiente movimiento de la joven.
No era buen conversador; era evidente que no tenía muchos amigos tampoco y que el 95% de sus interacciones sociales eran sus maestros o estrictamente profesionales como cuando daba asesorías.
El otro 5% se lo llevaba Blaze, su amigo Espio y algunos de su fraternidad.
Muy social no era, ni tampoco se había esforzado por arreglar eso.
Era irónico que estuviera en la fraternidad masculina mas influyente y exclusiva siendo él un impedido social, casi inexistente socialmente hablando.
Amy por otra parte parecía ser una mariposa social a la que todos miraban y muchos saludaban con cordialidad.
Tampoco es que fuese inevitable no girarse a mirarla; alguien como ella resaltaba fácilmente.
Es decir, era bonita, tenía un bonito cuerpo tonificado por el ejercicio y además era una animadora, así que en resumidas cuentas era el kit completo de la señorita popularidad.
—Entonces, ¿Quieres una hamburguesa o prefieres tacos?—mientras caminaban al área de restaurantes ella lo miró—No eres muy conversador, ¿No?—obvió—Oh bueno, creo que podemos resolver eso con el tiempo—.
—¿Resolverlo?—
Asintió.
—Háblame de ti... y yo te hablo de mi...—sonrió—Si vamos a pasar tiempo juntos es de esperarse que hablemos de otras cosas que no sean economía y relaciones carnales, ¿No lo crees?—.
Tenía un punto, no podía negarlo; aunque hablar sobre él se le daba fatal básicamente porque poco era lo que no resultaba evidente tratándose de él.
Escuela, estudios y concursos, su vida se resumían a enriquecer su currículum y cuando no era el caso le dedicaba tiempo a placeres solitarios como la lectura y la escritura.
—No sé si eso pueda llegar a resultarte interesante —Admitió con cierto pesar—Mejor háblame de ti... Saber un poco más de tus gustos me ayudara a diseñar estrategias de aprendizaje para tus asesorías—.
Eso sonaba lógico, práctico y conciso, tal como a él le gustaba.
No obstante, Amelia Rose no se caracterizaba por ser alguien tan pragmática como él, difícilmente lo tomaría en serio.
—Muy bien, ¿Qué quieres...? Ah, mira—su dedo señaló un local de hamburguesas—Entremos, muero de hambre—y le arrastró dentro del local.
Dejándose llevar por ella tomaron asiento justo al final del restaurante. Este tenía una ambientación muy al estilo de las cafeterías de los años 50's y contaba con una clientela bastante regular.
—Muy bien, ¿En qué estábamos?—Sus ojos se clavaron en los suyos y de nuevo le sonrió—Ah sí... Hablemos un poco... ¿Qué te gustaría saber sobre mi?—.
Dubitativo, pensó en al menos 15 preguntas que podría hacerle y dejar que los consejos de su padre para ser un ávido conversador y ser considerado "agradable".
—Eh...—
—Bienvenidos, ¿qué van a ordenar?—La camarera interrumpió y después de tomar su orden se hizo el silencio entre ambos.
Amy sabía que lo que sea que pudiese decirle seguramente le parecería algo tonto o quizá irreal viniendo de alguien como ella.
—Entonces... —recapituló—¿En qué estábamos?—ella seguía ahí mirándole de arriba abajo como si buscase señales distintivas en él—Ah si, querías saber sobre mí...—sus manos juguetearon con mechón de su cabello y suspiró—Soy Amy, me gusta cocinar y hacer ejercicio, adoro la jardinería y soy Libra y mi color favorito es el rojo—.
Bien, podía generar preguntas iniciales con base a esa información, Amy parecía ser esa clase de chica que estaba dispuesta a hablar de sus intereses y conseguir retroalimentación de forma constante.
—¿Qué signo eres tú?—se vió interrumpido por la pregunta de la chica y casi inmediatamente quiso responder que no creía en esa clase de cosas porque le parecían patrañas, sin embargo deseó no ofender sus creencias y negó.
—La verdad es que no lo sé—.
Amy sonrió; hablar de los signos zodiacales era uno de sus placeres culposos.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?—.
—Noviembre 14—
—Entonces eres Escorpio...—Ella se tomó un momento para recordar—Escorpio y Libra son compatibles y se complementan muy bien en muchas áreas—sus especulaciones le dieron un nuevo aire a la conversación—Creo que vamos a terminar llevándonos muy bien—.
Muy a su pesar, Silver reprimió el impulso por rechazar aquellas creencias y supercherías con respecto a la astrología y compatibilidades; podía darle al menos 10 argumentos distintos por los cuales todo lo que ella argumentaba no tenía ni pies ni cabeza, pero para su fortuna la señorita llegó con su comida y aquel tema pasó a un segundo plano.
Naturalmente no era asiduo a comer esa clase de platillos, básicamente porque Blaze estaba en una dieta estricta y rigurosa así que por solidaridad terminaba privandose él también de dichos placeres.
—Entonces...—le dio un trago a su soda de fresa y de nuevo lo miró directamente a los ojos—¿Qué hay de ti? Básicamente te hice un resumen ejecutivo de mí y mis cosas importantes... ¿qué me dices de ti, señor The Hedgehog?—Bromeó.
Era extraño tener que hablar sobre sí mismo, porque no se consideraba alguien interesante, pero dadas las circunstancias sería grosero no hacerlo por esta ocasión; dejó sus alimentos de lado y luego de pensarlo un minuto decidió que lo mejor sería hablarle de sus gustos y que el resto fluyera —con suerte— por parte de ella.
—Me gusta leer—Mencionó—Novelas policiales y de suspenso...—El hilo de la conversación estaba siendo llevado perfectamente según sus estándares así que se permitió continuar—Me gusta el pay de manzana y bueno, el resto es estudio y planeaciones—Finalizó.
Era muy poca información para alguien tan joven y con tanto potencial, sin embargo Amy no mencionó nada al respecto, por el contrario, nunca hubiese imaginado lo que diría a continuación.
—¿Manzanas?—incluso había dejado de comer para darle toda su atención—Es bueno saberlo, te preparé un pay de manzana entonces—Al decir esto, de nuevo sonreía animadamente, lo cual lo apenó bastante.
—N-no podría aceptarlo, no quisiera ser una molestia—Sus modales no le dejaban aceptar esa clase de situaciones—
—Oh vamos, solo es un pay... no te preocupes por eso...—Ella seguía ahí restándole importancia las cosas—Me gusta hornear y creo que será una buena forma de estrechar lazos y que confíes un poco más en mí—.
¿Confiar?
¿Estrechar lazos?
¿Cómo...?
Antes de que pudiera terminar de procesar sus ideas, ella de nuevo habló.
—Es evidente que eres la clase de chico a la que esté tipo de situaciones le generan conflicto—Al parecer se había dado cuenta de sus limitaciones—No te juzgo, de alguna forma esto también es nuevo para mí—confesó—Así que me gustaría que al menos te sientas cómodo cuando esas "situaciones"—Sus manos formaron comillas al decirlo—Sucedan para que no te sientas objetificado o algo así...—
Sabía que ella tenía un argumento coherente, que pasara lo que pasara —que a estas alturas no le cabía la menor duda de que lo deseaba y que pasaría de un modo u otro— se sentiría incómodo y que le resultaría difícil contenerse. Irónicamente ese mismo instinto de intimar lo volvía todo más complicado.
Ellos estaban teniendo un intercambio meramente profesional; el le ayudaría y ella le ayudaría a él.
Entonces...
¿Valía la pena estrechar algún tipo de confianza con Amy? No iba a cometer la grosería de decirle que no le interesaba una amistad con ella cuando solo estaba intentando ser amable con él considerando sus sentimientos y comodidad, pero no por ello podía dejar de lado sus intenciones y deseos de no querer trascender.
El sexo casual solo debía ser eso, algo casual.
Porque no quería que nada le distrajera de su objetivo inicial; Blaze.
—¿Silver?—La mano de Amy tocó su frente y esto le estremeció—¿Te encuentras bien? Estás temblando—.
Sus manos temblaban debido al manojo de emociones que estaban aflorando su interior y la idea de pararse y alejarse de ella le cruzó por la mente un momento, quizá había tenido demasiadas emociones por un día y lo que necesitaba era descansar.
—Sí, estoy bien—.
No mentía —del todo— cuando decía que estaba bien, de igual forma ella tampoco insistió en saber más, lo cual lo alivió. Al parecer era lo suficientemente intuitiva para saber cuando debía apartarse y valoraba eso.
Que respetara sus límites haría la convivencia mucho más llevadera.
Al finalizar la comida ambos regresaron al campus; ya estaba oscureciendo y la mayoría de los estudiantes estaban en sus últimas clases; a esa hora el tráfico estudiantil parecía ser inexistente.
Frente al edificio de Amy, decidió que era hora de despedirse.
—Gracias por la comida, Silver—él se ofreció a pagar su comida a pesar de su negativa—Creo que eres muy agradable—.
Sus mejillas se tornaron ligeramente carmín; sin embargo no podía decir que eso le apenaba porque tenía cierto estatus que mantener.
—También me pareces agradable—sonrió muy a su manera y se rascó la nuca para aligerar el nerviosismo—Bueno, creo que será mejor que me vaya, buenas no...—antes de que pudiera terminar aquella frase los labios de Amy estaban contra los suyos fundiéndose en un beso que le tomó dos segundos corresponder.
Con sus lenguas entrelazándose ninguno de los dos fue consciente de quién fue el que dio el primer paso, pero la bodega del conserje del edificio pareció la mejor opción para continuar con aquella sesión de besos que estaban entregando.
Con la espalda recargada en la pared Amy dejó que las manos del chico recorrieran sus muslos de arriba abajo mientras recibía besos y caricias desde el cuello hasta la curvatura de sus pechos, excitándole en demasía.
La personalidad de Silver, en esencia tímida, quedaba atrás en momentos como éste en los que presionaba el cuerpo de la chica contra aquella pared de concreto y dejaba un rastro de besos y suspiros que hacían estremecer su cuerpo incitándole a seguir con su labor.
De nueva cuenta presionó sus labios contra los de la chica y en un ávido movimiento le toma de las caderas enredándose entre sus piernas; el peso ligero de la chica no le implica dificultad y de nueva cuenta le besa.
Sus lenguas calientes danzan en entre roces y caricias mientras las manos de Silver se aferran con fiereza al trasero de la chica; lo aprieta y se deleita internamente con los quejidos y suspiros que ella deja salir; aquellos dulces sonidos le saben a gloria lo cual provoca que su excitación aumente considerablemente.
Aquella posición tan comprometedora le deja pocas opciones para disimular lo que se esconde entre sus piernas. Ni siquiera es capaz de pensar correctamente; es el instinto y el calor del momento quien le obliga a rozar aquella parte tan íntima de la chica contra la suya y ella y sus mejillas naturalmente rosas aumentan su color.
Ambos lo están disfrutando y sabe que poco le falta para poder mantener a raya esa impetuosa necesidad de poseer el pequeño cuerpo de la joven a quien tiene entre sus brazos; ella le besa de nuevo y su cadera se mueve en un roce que hace a su entrepierna vibrar, aquella insinuación le quema, le excita y sabe a ciencia cierta que ella le está animando a continuar.
¿Sería eso prudente? le grita su mente desde el fondo de la poca prudencia que le queda en situaciones como esa, pero es mayor su necesidad de satisfacer sus deseos más bajos; de nuevo le aprisiona y simula una embestida que la hace perder la respiración.
Es evidente que ella no lo esperaba, pero su rostro parecía gustoso con sus acciones.
¿Debía...?
El placer le nublaba el juicio, lo sabía...
Estaba tan mal ser imprudente, pero también sabía muy bien dejarse llevar.
¿Debía actuar ahora y arrepentirse después?
Amy seguía ahí; esperando de un modo u otro que las cosas aumentaran su nivel y el hacía exactamente lo mismo, frenarse a estas alturas sería solo una tortura que no quería tolerar.
Simuló de nuevo otra embestida y dejó que fuesen las pequeñas manos de la chica quienes se dirigieran al cierre de su pantalón; iba a dejar que ella tomara el control, dejaría que ella decidiera que sucedería a continuación.
Entre besos y embestidas ella sabía que quería seguir, que de poco o nada serviría prolongar lo inevitable; así que sus dedos frotaban con timidez aquella zona esperando que sus fuerzas le ayudaran a liberar de su prisión la parte que anhelaba de Silver.
O al menos eso es lo que hubiese deseado antes de que ese molesto sonido chirriante les distrajera a ambos obligándoles a parar de mala gana; era el celular de él quien se manifestaba por medio de una llamada que le dio paso a otras tres más que aunque fueron ignoradas quien sea que estuviese llamando no parecía querer darse por vencido.
Al dejarla en el suelo el atendió la llamada y su rostro antes rojo debido a la excitación perdió el color casi al instante.
—Estaré ahí en cinco minutos—Lo escuchó decir y la llamada terminó mientras se acomodaba la ropa y trataba de regular su respiración.
Ambos salieron en silencio de aquel recinto y sin más se despidieron fingiendo que eso no sucedió.
—Buenas noches, Amy—.
No la miró.
—Buenas noches, Silver—.
Ella tampoco lo hizo; ¿de verdad sería buena idea seguir con ese plan si las cosas se estaban torciendo de ese modo?
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—Así que decidiste salir con esa animadora...—Blaze le miraba con su expresión acusadora y el entrecejo levemente fruncido—¿Qué es lo que pretendes, Silver?—La genuina extrañeza con la que lo pronunció hizo que se ruborizara de solo pensarlo.
No tenía ni dos segundos de haber llegado a la biblioteca y ella ya le estaba atosigando con preguntas sobre dónde estaba y porque no atendía sus llamadas; por otro lado, la forma en que asumió de manera tan rápida que él estaba con Amy lo asustó un poco.
Ni en sus sueños más atrevidos podría atreverse a mencionar que rayos estaba sucediendo entre Amy y él; sabía que pese a lo atípico que podría resultar pensar que ambos tuviesen algo más allá de las asesorías, Blaze era lo bastante avispada para inferirlo.
No sabía que clase de habilidad tenía la chica para averiguar hasta el más mínimo de sus gestos y pensamientos, pero era algo que se le daba casi como respirar y por su bien, no debía dejarla inferir más allá o cualquier cosa que pretendiera hacer se iría al cuerno.
—Sólo estoy ayudando a alguien que tiene problemas con una clase—se justificó—Lo hago con todo aquel que me lo pida, sea cual sea su rol social—Añadió.
Por alguna razón que se le escapaba Blaze parecía particularmente interesada en mirarle al rostro, como si buscase señales, algo que le dijera que ella estaba en lo correcto y que efectivamente venía de ver a Amy.
Como si de un modo aberrante ya sospechase que tenía intenciones moralmente cuestionables con la chica de cabello rosado y que estuvo a punto de acostarse con ella hace no más de diez minutos.
Sin embargo, tuvo la suficiente decencia como para llegar a su habitación y cambiarse de camisa y lavarse la cara antes de presentarse ante ella.
Lo último que necesitaba era darle una confirmación de eso que sospechaba y que era evidentemente verdad. Le sabía mal mentirle, porque no solía guardarle ningún tipo de secreto, pero esta vez era distinto.
—¿Vas a decirme que no estuviste con ella toda la tarde?—Inquirió, acusadora.
No podía negarlo, aunque no por ello el tono que utilizó la chica pasó desapercibido para él; parecía genuinamente molesta y esto lo intrigó.
¿Estaba a caso celosa de sus interacciones con Amy? La idea era halagadora y subía su ego y su autoestima a niveles estratosféricos, pese a ello no debía perder la compostura o podría arruinarlo todo.
—Estuve con ella, sí—no mentía al decirlo, pero omitiría detalles, lógicamente—Es mi asesorada, debo dedicarle tiempo y esfuerzo a sus dudas—.
Blaze suspiró; no podía argumentar contra eso porque sabía que tenía razón.
—Dijiste que no le prestarías ayuda—.
—Cambié de parecer—.
El tono con el que se lo dijo la sorprendió, incluso a él le pareció extraño que pudiese responderle con esa naturalidad y altanería disimulada.
—Bien, supongo que está demás que te diga que no me agrada, ¿no?—.
—Es evidente...—
Ambos se miraron en silencio; sabía que no iba a convencerlo de cambiar de opinión lo cual la molestó, sin embargo tampoco iba a insistirle.
—Muy bien, me voy...—de pie, estaba dispuesta a irse sin decir más, pero su instinto sobreprotector le hizo frenarse, ver a Silver ahí sentado sin decir nada le removió un poco las ideas sobre estar molesta con ella.
Al final solo estaba cumpliendo con su deber y sabía que estaba siendo irracional y grosera al intentar convencerlo de faltar a su compromiso. Por mucho que esa animadora no fuese santo de su devoción sabía que Silver era alguien inteligente y que no se dejaría engañar por alguien como Amy Rose, que él no caería en sus garras de moralidad cuestionable.
¿Verdad?
—Lo siento Silver—ambas miradas doradas se encontraron—Es solo que me preocupa que ella se aproveche de ti—.
¿Aprovechase de él? De algún modo tal implicación casi le hace reírse; en este momento sabía que eso no podía suceder y que si estaba entendiendo bien, no le molestaría que ella se aprovechara de él del modo en que Blaze estaba insinuándolo.
—¿Aprovecharse?—Quería confirmar sus sospechas, en el fondo era curioso por naturaleza.
—Amelia Rose es una zorra—
De nueva cuenta se hizo un silencio incómodo que ninguno de los dos se atrevió a romper; no conocía lo suficiente a Amy, pero utilizar una palabra tan fuerte como esa no le pareció correcto.
—Estás siendo muy prejuiciosa, Blaze—estaba serio, aunque no enojado—¿Por qué te preocupa tanto lo que Amy Rose haga o deja de hacer?—.
—Me preocupas tú—respondió casi al instante—Me preocupa que termine aprovechándose de ti, que ella se atreva...—
La sola implicación la asqueaba, Silver por su parte no dijo nada más.
—No creo que sea buena idea que hablemos de esto, me parece grosero insinuar esto—Respondió él—Ahora, si me disculpas me retiro, tengo un par de planeaciones que atender, buenas noches—Y salió de la biblioteca sin darle posibilidad de responder.
De camino a su edificio al fin se permitió respirar con normalidad; la sola idea de que Blaze estuviera extremadamente celosa ante la posibilidad de que el tuviera algo con Amy le alegraba secretamente pues implicaba que muy en el fondo genuinamente estaba interesada en él.
Eso significaba que tenía posibilidades...
Que ella podía corresponderle, que podía conquistarla...
La sola idea le sentaba de maravilla; era como un sueño casi hecho realidad.
Por otro lado, estaba Amy y lo que casi pasó entre ellos dos. ¿Era correcto en todo caso seguir con el plan después de tan buenos resultados obtenidos? No podía retractarse, pero la idea lo tentó.
¿Amy estaría dispuesta a dejar las cosas así y fingir que nada sucedió?
De pronto pensarlo le atraía, pero al mismo tiempo tampoco quería parar...
¿Qué era lo correcto en todo caso? Pensar en los besos que Amy le dio le ponía las ideas de cabeza, al mismo tiempo pensar en Blaze celosa e interesada en él, también revoloteaba sus ideas con intensidad.
—Hey Cannabis—la voz de Scourge se escuchó en la lejanía y le obligó a detenerse y dejar de pensar—¿Rossy leyó la carta?—Fue directo y sin rodeos, como era usual en él.
De algún modo le molestó que le abordara de esa forma tan abrupta, pero era de Scourge de quien se trataba y el no se caracterizaba por tener el mejor de los tactos.
—No, al menos no que yo sepa—Respondió.
El de ojos zafiros bufó resignado y se fue tal y como había llegado; Silver por su lado se preguntó porque alguien como Scourge tendría tanto interés en Amy.
¿Le gustaría a caso?
La sola idea era hilarante pero probable, pero no era asunto suyo así que no iba a inferir más allá.
Ahora lo importante era decidir que rayos debía hacer, seguir o parar, era ese el nuevo dilema que le estaba albergando.
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Continuará...
Ando enferma, otra vez ._.
En fin, dispensen las faltas, mis ojos ya no dan para más.
Muchas gracias por leerme, lo aprecio muchísimo.
Cariños, Gri.
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