7. Primer acercamiento
A la Griselda le rompieron el corazón, así que ahí les va un lemon porque sí.
Advertidos están. 🍋 (+18)
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Capítulo Siete
“Primer acercamiento”
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Después de ese encuentro en la biblioteca conciliar el sueño le resulto tan difícil que se vio obligado a darse un baño frío y después tomar un té para relajarse.
Pensar en ese beso era...
Carajo.
No tenía tiempo para pensar en eso, tenía trabajo que hacer y aún faltaba para el sábado.
Ya habría tiempo, se dijo.
Aunque no podía evitarlo; de pronto la realidad le golpeó en el rostro y el recuerdo los pantalones.
Ay...
Eso sonó tan mal.
Él no era esa clase de sujeto, se dijo en búsqueda de control.
Normalmente no habría dejado que las hormonas dominaran sus acciones, pero esta vez había mucho en juego.
Su orgullo principalmente.
Aunque no solo de esto último estábamos hablando; había algo más que por mucho que se lo negara lo estaba consumiendo.
Y eso eran sus jodidas hormonas.
No le gustaba admitirlo, pero al final de cuentas era un joven en la flor de su juventud y sus instintos y deseos se activaban como los de todos.
Había logrado reprimir por mucho tiempo muchas de las imágenes pecaminosas que se le venían a la mente cada vez que Blaze se le acercaba mas de la cuenta.
Incluso podía controlarse cuando los ojos le traicionaban y terminaba centrándose en su escote y sus pechos firmes y redondos escondidos detrás de sus blusas en tonalidades moradas que normalmente utilizaba.
Pero esta vez era diferente; no era Blaze quien estaba en su mente, ni mucho menos era un simple escote el que jugaba con su imaginación volátil y pecaminosa.
Esta vez había un beso de por medio, un beso atrapante y la sensación —real— de un trasero firme y voluptuoso restregarse en sus piernas.
Eso fue real, todas esas sensaciones recorrieron su cuerpo y por mucho que le costara admitirlo no se comparaba con ninguna de las tonterías que se le ocurría con Blaze.
Quizá estaba fuera de lugar, eso no lo ponía en duda ni por asomo, pero le gustó.
Le gustó tanto que seguía pensando en ello de nueva cuenta.
Mierda...
Sería una larga espera.
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—Pinky, trae tu gordo trasero aquí, ahora—Rouge gritó desde la cocina y a ella no le quedó mas remedio que ceder ante esto.
No necesitaba escuchar gritos a esas horas de la noche, no cuando ya solo deseaba descansar.
De mala gana llegó a su destino y ahí su mejor amiga y mentora le esperaba de brazos cruzados, ofuscada.
—¿Y bien?—exigió—¿Cuándo pensabas decirme lo del par de hermanitos lelos?—reprochó.
Enterarse de los chismes por bocas ajenas era algo a lo que estaba acostumbrada, aunque tratándose de Pinky le ofendía que no fuese ella quien le diera lujo de detalles.
No obstante, Amelia Rose no parecía compungida ante tal situación.
—¿Pinky?—.
—¿Eh?—al caer en cuenta de lo que Rouge hablaba, suspiró—Esos idiotas pelearon como siempre, no es nada nuevo—Aseveró.
Desde que los conocía ese par solo sabía gritarse y molerse a golpes, así que a nadie debía sorprenderle una situación así.
Aunque el hecho de que Scourge la “defendiera” era algo que no quería mencionar básicamente porque ni siquiera ella se lo terminaba de creer.
Era raro, lo suficiente como para omitirlo de su mente y dejarlo en el repertorio de anécdotas extrañas que no solía contar.
—Vale, vale—concedió la mayor—Me preocupe un poco cuando las chicas dijeron que lucías triste—.
Amy negó.
Quizá estuvo un poco ofendida ante las palabras de su idiota ex-novio, pero en este momento le daba igual y no quería hablarlo con Rouge.
—Estoy bien—.
Daba igual que tanto le hubiese molestado; Sonic y Scourge ya no eran —ni debían— formar parte de sus pensamientos.
Tenía otras prioridades, entre ellas sacar adelante el semestre y sobrevivir en el intento.
Y bueno, al final estaba Silver...
Inconscientemente la sensación de las manos tímidas del chico recorriendo sus muslos le hizo sonrojar.
Sin quererlo había encontrado en ese muchacho un buen besador, algo que nunca hubiese imaginado, mucho menos con la imagen mental que tenía sobre él.
Silver le pareció la clase de chico que difícilmente le tomaría de la mano sin su permiso, pero ¡Oh sorpresa! Las apariencias engañan y al final terminó gratamente sorprendida ante esta equivocación.
Sí, quizá estaba molesta y no había actuado prudentemente en la biblioteca; a estas alturas y visto lo visto podía decir que fue cuanto menos interesante.
Silver era un buen besador; atractivo y al parecer ya estaba lo suficientemente entusiasmado en seguir con su absurdo plan y divertirse un rato él también.
Era raro pero interesante.
—¿Pinky?—Rouge la trajo a la realidad—Estas muy pensativa...—.
La miró circunspecta y suspiró; no podía ocultarle las cosas por mucho tiempo —tampoco se molestaba en hacerlo, no tenía sentido— y eventualmente se enteraría de todo.
—Silver aceptó mi propuesta—Directo y sin rodeos habló.
—Vaya...—No esperaba eso, siendo sincera—¿...y bien?—.
Hablar de su vida sexual no era algo que acostumbrase, aún a sabiendas de que Rouge no pararía, solo se limitó a lo obvio.
—El sábado—susurró.
Era bochornoso, no podía evitarlo.
Fiel a su costumbre, fue el turno de la albina de armar su escándalo.
—¿¡Sábado!? ¿Este sábado?—no cabía en su asombro—¿Y estás tan tranquila? Nena, por Chaos, vas a cog...—la mano de Amy le impidió continuar.
—Grítalo más fuerte, seguramente no te escucharon todos en México—se quejó.
La imprudencia de su mejor amiga seguía latente y tristemente no pararía tampoco.
—Lo siento, me emocioné—el tono de su voz bajó unos cuantos niveles considerables—Es solo que me sorprende esta nueva etapa tuya, es decir... Pinky y sexo casual no van mucho de la mano si me lo preguntas—.
De nuevo —ya ni siquiera llevaba bien la cuenta— Rouge lograba aumentar sus niveles de estrés con tan pocas palabras.
—No lo digas de ese modo—se quejó—Solo es un intercambio—.
Restarle importancia le ayudaba un poco a lidiar con el cúmulo de implicaciones en esa situación.
Cambiaría sexo por calificaciones; se sentía sucia y un poco mezquina a decir verdad.
Pero era un trato justo, ¿No? Es decir, Silver estaba de acuerdo, ninguno estaba siendo presionado y a juzgar por la manera en que se comportó, el muchacho se sentía bastante entusiasmado al respecto.
Era un ganar ganar, ¿No?
Rayos, truenos y centellas.
—No sé, a mi me suena a otra cosa...—se burló—Pero yo no juzgo cariño, el oficio mas viejo del mundo es respetable—de nuevo se burló.
Todo atisbo de confianza que pudo haber juntado de camino a las fecha se fue por la borda.
No lo había pensado de ese modo y sonaba terriblemente mal bajo esa perspectiva.
Acostarse con alguien a cambio de otros beneficios era terrible, ella no era esa clase de chica.
Rayos, rayos, rayos.
Siendo la alarmista que era su primer instinto fue llamar al joven y hacer de cuenta que nada sucedió; podría vivir con el regaño de su padre o incluso con materias reprobadas, pero no con esa sensación de “suciedad” en el pecho.
Debía parar con todo; acostarse con Silver bajo esas condiciones estaba mal, lo sabía y no era correcto.
—Tranquila, cariño—las manos de su mejor amiga le tomaron por los hombros obligándole a mirarle—Solo bromeaba, no te alteres tanto...—.
Quería restarle seriedad al asunto, pero lo viese por donde lo viese no estaba bien.
No para ella y su crianza al menos.
—Soy una tonta, Rouge... No debí prestarme para esto—.
La crisis del arrepentimiento le llegó y pese a lo mucho que quiso reírse al ver a la jovencita frente a ella autocompadecerse, sabía que debía guardar silencio y apoyarla.
Después de todo era parcialmente responsable de que las cosas resultasen de ese modo.
—No hay nada de que lamentarse, eres joven, soltera y muy sexy... Silver sería un imbécil si no aceptase divertirse contigo—Amy seguía silenciosa, pero le observaba—Y si me lo preguntas, el que te ayude a pasar la materia es solo un beneficio extra que no tiene nada que ver con lo otro...—.
Podía mirarlo de ese modo, aunque no la hacía sentir menos culpable.
No cuando había notado ese interés que el chico tenía por su amiga de mirada dura y ojos ámbar.
Podía casi atreverse a jurar que ese par tenían algo —o trataban dé— y ella no quería interferir.
No creía que Silver fuese la clase de chico que se prestaba para acostarse con alguien estando enamorado o incluso, engañar a su novia, pero aún así la duda estaba presente.
Aunque no fuese su asunto, no quería verse como la tercera en discordia, mucho menos por aprobar una materia.
A estas alturas estaba yendo y viniendo en un mar de pensamientos cada uno mas intrusivo que el anterior y ahora le correspondía a Rouge sacarla de ese bache si no quería que acabara con una crisis nerviosa por burlarse de ella.
—Muy bien, de acuerdo... Fue suficiente—la cosa debía ponerse seria esta vez—Si el tipo acepto es porque le pareces atractiva, así que solo disfruta y deja que pase lo que tenga que pasar, no pienses en nada más que eso, ¿De acuerdo?—.
Era más fácil decirlo que hacerlo, pero sabía que no conseguiría nada contradiciendo a Rouge.
Asintió resignada y se fue a dormir...
De todas formas ya no había nada que decir.
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A la mañana siguiente la culpa y el remordimiento no le dejaban tranquila.
No había logrado dormir mucho durante la noche pero la paz y tranquilidad de su habitación le dieron un poco de perspectiva y se convenció a si misma —en medida de lo posible— de que todo eso era un intercambio justo y que no debía preocuparse.
Al final lo único que le restaba era esperar...
¿Qué más podía hacer? De todas formas no tenía nada que perder y si mucho que ganar si lo ponía en palabras de Rouge.
Pasar la materia era su aspiración, mantener un buen promedio y si con eso conseguía un poco de diversión no tenía de que quejarse.
Era soltera, se repetía.
Daba igual lo que pensaran los demás, se reafirmaba como un mantra silencioso mientras el maestro daba la clase y les habla de probabilidad y estadística.
Desde su asiento podía observar la espalda de Silver, lucia tan concentrado tomando notas y ocasionalmente aportando sus conocimientos sobre el tema.
Nunca había reparado en él...
Lo cual era curioso, el chico era bastante nerd y resaltaba bastante en ese grupo de indiferentes y maleducados que tenía por compañeros.
La mayoría ni estaba prestando atención.
Quizá era por eso que no había notado su presencia, ella tampoco solía prestar atención.
Se maldijo internamente por esto último y suspiró con resignación; recién era consciente de lo irresponsable que se había vuelto, era vergonzoso pensar en todas las cosas que ignoraba a su alrededor por estar tan concentrada en ese idiota de Sonic y su entrenamiento con las porristas.
¿Su existencia era así de vacía? No, solo estaba mas sensible de lo normal, si, debía ser eso.
Cuando la clase terminó salió del aula en búsqueda de un poco de paz mental, había mucho en que pensar pero no tenía ganas de eso.
Un poco de serenidad era lo que mejor le vendría, aunque el destino —eso le gustaba creer— tenía otros planes para ella.
Del lado contrario, justo dirigiéndose hacia ella Silver y su maletín le saludaron con formalidad y ella deseó que la Tierra se la tragara.
—Buen día, Amy—estaba tan tranquilo y sereno que le parecía irreal—Me tomé la libertad de comenzar a armar un plan de estudio al cual podemos apegarnos—miró su reloj y sonrió inocente—En 30 minutos, claro... Si no te presenta dificultad—de su maletín saco una hoja y se la tendió —estos son los temas que se han tratado en el semestre, por favor resalta los que mas se te compliquen para partir de ahí—.
Hablaba y hablaba de organización que le parecía casi un chiste pensar que ambos fuesen de la misma edad.
Silver era como un señor prematuro dispuesto a seguir horarios y reglas aburridas todo lo que le restaba de vida.
Miró de reojo la hoja que le entregó y en efecto, todo le parecía escrito en mandarín.
Les tomaría mucho trabajo y esfuerzo ponerse al día con todo lo que se perdió.
—¿Amy?—al ver que no respondió, se extrañó—¿Te encuentras bien? ¿Hay algún problema con el temario?—.
Sería vergonzoso admitir que no tenía idea de lo que estaba hablando, pero mentirle no era una opción porque tarde o temprano se daría cuenta de igual forma.
—No entiendo nada de esto—confesó apenada—Creo que tomaré tu oferta de ayudarme, ¿Dónde comenzamos?—.
Al mal tiempo había que darle prisa, entre más rápido trabajara en sus deficiencias —e ignorase el hecho de que se acostaría con el chico que tenía enfrente en poco tiempo— todo saldría bien.
—Estaba pensando en acudir a tu dormitorio, la biblioteca está siendo usada para la reunión del club de literatura y no es buena idea interrumpirlos—.
No lo habría tomado como opción, pero era bueno saberlo.
Aún con eso, estar a solas con Silver y a la vista de todas sus hermanas era incómodo, pero no se daría el lujo de desaprovechar su amabilidad.
Ya se encargaría después de lidiar con las habladurías.
—De acuerdo, vamos entonces—.
El camino silencioso solo se veía interrumpido por los constantes saludos que ella le brindaba a todos los que se encontraba en el camino.
Su vida social era activa, había muchos que la conocían, muchos buscaban agradarle por considerarla popular.
Aunque en el fondo ella solo era amable y ya.
Silver por su parte miraba curioso tal acción.
Normalmente el pasaba desapercibido por la gran mayoría en el campus. Era alguien asocial y naturalmente retraído que no buscaba destacar en temas sociales por temor a no comportarse a la altura de la situación.
La idea de estar rodeado de una multitud que se centraba en él le abrumaba y por ello siempre prefirió mantener un perfil bajo.
Amy era una porrista y encajaba perfectamente en el estereotipo de mariposa social revoloteando de acá para allá.
Le pareció curioso, pero decidió no externarlo.
Llegando al edificio, la presencia familiar del chico verdoso la hizo fruncir el ceño.
—¿Qué carajo haces tu aquí?—espetó—Te dije que no te acercases a mi otra vez—.
Scourge lucía sucio y maltrecho, incluso tenía vendajes cubriendo algunas zonas de su cuerpo.
Al verla llegar solo se puso de pie y del interior de su chaqueta de cuero sacó un sobre que le tendió.
—Tómalo—extrañamente pidió—Solo tómalo y ya—estaba apagado y sereno, algo inusual en él.
Quiso negarse ante tal escenario; para sorpresa de ambos Silver intervino.
—Deberías tomarlo, Amy—aconsejó—No veo malas intenciones de su parte—.
Hasta ese momento Scourge había ignorado casi por completo la presencia del albino acompañando a la femina.
—¿Qué haces tu aquí, Cannabis?—.
Aún estaba molesto por la intervención en su pelea del día anterior; con Silver no tenía que tener paciencia.
—Eso no es relevante—miró a la rosada y esta a su vez los miraba extrañada—Amy, toma la carta para que podamos proseguir con tu cronograma—.
Dudosa y sin terminar de asimilar lo que estaba sucediendo terminó por tomar lo que Scourge le ofrecía.
El gemelo verde solo suspiró. No estaba para iniciar otro escándalo, no por lo pronto al menos.
—Nos vemos, Rossy—y se alejó; sin burlas, sin bromas, sin tronidos de lengua, nada.
Scourge estaba extraño...
Con el papel entre sus dedos Amy suspiró.
La idea de echarlo a la basura le pasó instantáneamente por la cabeza; aunque Silver y su mirada le congelaron al instante.
—Sé que parece un idiota, pero en el fondo es un buen tipo...—comentó.
Difería en algunas cosas, pero sí, también muy en el fondo creía que Scourge no era tan mal sujeto.
En algún momento fueron buenos amigos y el genuinamente le agradaba.
Dándole de nueva cuenta una mirada a aquella carta decidió guardarla en su bolso y continuar con su plan inicial.
No hablaría mas al respecto sobre esto, no era relevante ya.
Al entrar al edificio algunas miradas curiosas pero discretas se posaron sobre los recién llegados.
No era inusual que los hombres entraran en el complejo de la hermandad, si era extraño que no hubiese alcohol de por medio y que fuese tan temprano por la mañana.
—Hey, Amy—alguna de las chicas la saludó en la lejanía y ella se limitó a responder mientras apresuraba el paso y se adentraba en su habitación con Silver detrás.
Fue incómodo, pero al menos ya estaba en su lugar seguro el cual cerró con seguro porque Rouge no tardaría en enterarse que tenía un chico en su habitación.
Aunque no era con esa intención no quería que Silver se enterara que alguien además de ella sabía de su acuerdo.
—Tu habitación es cálida y acogedora, Amy—era usual en el muchacho dar cumplidos.
—Gracias...—dejó sus cosas sobre su escritorio y suspiró—Toma asiento, por favor—.
Al tomar asiento Silver se permitió observar con mayor detalle aquella habitación; era linda, pequeña y llena de detalles femeninos que de algún modo le recordaron a esas revistas de decoración de interiores que su madre solía leer.
Había un olor agradable, algo parecido a las fresas se mezclaba en el ambiente.
—Muy bien, hay que comenzar—Ella tomó asiento al pie de la cama y lo observó —Por favor, sé paciente conmigo... A veces soy un poco lenta—.
Paciencia era una de sus muchas virtudes, no creyó tener mayor inconveniente.
—Iniciemos con algo sencillo para entrar en contexto... ¿Qué es la macroeconomía?—.
Se esforzó mucho en responder, pero lo cierto era que no lo recordaba.
—Pasemos a otra pregunta... ¿Cómo realizas un análisis financiero?—.
—Revisando y analizando los datos, para después contextualizar el contenido y crear indicadores de medición—hizo una breve pausa—Finalmente analizar los resultados y obtener una respuesta—.
Silver asintió; no le tomaría tanto trabajo.
Tachó de su listado el tema del análisis y procedió preguntar uno a uno que tanto sabía la chica sobre ello.
Media hora después siete eran los temas que le implicaban dificultad.
7 de 20, no era mucho si lo ponía en perspectiva.
—Con esto en mente diseñaré un temario de trabajo para que puedas nivelar tus asignaciones y puedas presentar tu proyecto final—.
No pudiendo ocultar su felicidad soltó un chillido emocionada y dio unos brinquitos sobre la cama a modo de celebración.
—Eso suena tan genial, me has salvado—Agradeció feliz sin dejar de moverse.
Menos efusivo pero igualmente feliz por la sonrisa contagiosa de la muchacha Silver le dio una palmadita en el hombro a modo de felicitación.
Al tocarla la sensación de la noche anterior llegó directamente a su mente y se apartó de inmediato.
—¿Estás bien?—.
Le abochornaba que ella pensara que era un degenerado; así que trato de disimular la incomodidad.
—Sí, no te preocupes —evitó mirarle al rostro en todo momento.
Aunque quería insistir —fiel a su instinto entrometido— terminó acercándose al muchacho y tocó su rostro para comprobar su temperatura.
—Todo en orden...—Silver seguía sentado en el escritorio; con Amy de pie sus pechos quedaban justo a la altura de su rostro.
No estaba utilizando algún escote ni nada que le permitiera observar más allá de lo debido, sin embargo su vista viajó de un lado al otro al sentir el perfume de la chica tan cerca de él.
—Cre-creo que es todo por hoy—estaba nervioso y se notaba tan fácilmente que no le fue difícil intuir que era lo que le pasaba.
Ella también se sentía nerviosa por la cercanía y todas implicaciones que la compañía del muchacho conllevaba, pero tal parece que el estaba peor que ella.
Era gracioso y un poco tierno si se lo preguntaban.
Silver era mucho mas inocente de lo que parecía, aunque no por ello menos atrevido.
De algún modo la posibilidad de sentir un poco de emoción como la noche anterior le brindó un poco de valor y atrevimiento para pronunciar las siguentes palabras.
—¿Tú crees que soy buena besando?—.
—¿Eh...?—.
Que ella se acercara nuevamente e invadiera su espacio personal le dio la suficiente ventaja como para sentarse sobre sus piernas y que el rostro enrojecido del chico se encontrase a escasos centímetros de ella.
—¿Crees que beso bien?—De nuevo pregunto y sus brazos rodearon el cuello del chico al que le costaba respirar.
Obligándose a salir de su estupor, Silver trató de no tartamudear esta vez.
—Sí—tenerla cerca le ponía en un predicamento.
No era su estilo aprovecharse de la situación, mucho menos si no tenía el consentimiento de la dama en cuestión.
Tomando eso como luz verde fue ella quien tomó el control capturando sus labios en beso apresurado
Lo besó; su lengua rápidamente logró obtener acceso a la cavidad de su invitado y ella sonrió complacida al sentir como él también disfrutaba de esa sensación atrevida.
Tomó el rostro de Silver con ambas manos en búsqueda de profundizar el beso. Cuando se separaron en búsqueda de aire lejos estaba de pensar lo que sucedería a continuación.
Ahora fue el turno de Silver de capturar sus labios de forma mas salvaje y pasional; entre besos y mordidas logró tomarla de la cintura y alzarla en brazos para depositarla sobre la cama para recuperar el aliento.
Ligeramente desorientada observó al muchacho de pie frente a la cama que también le observaba ansioso.
—Dime que pare—pidió tratando de recobrar la compostura.
Aún estaban a tiempo de parar y ella debía frenarlo. Le iba a costar pero si ella decía que no podría controlarse.
Dubitativa ella sonrió.
—No quiero que pares—esas simples palabras fueran suficientes para descolocarlo por completo.
Dicho lo dicho ella le haló del cuello y ambos cayeron en la cama.
Quería parar, muy en el fondo quería detener esa sensación indecente que lo estaba recorriendo; pero las manos de Amy jugueteando con el cierre de su pantalón le mantenían ajeno a toda razón.
Y el cierre bajó; poco le costó liberar lo que se resguardaba bajo sus pantalones y capturarlo entre sus dedos palpando lo cálido, suave y humedecido que se sentía.
—Mierda—murmuró ante la agradable sensación y ella rió por lo bajo tomando de nueva cuenta el control.
Desde donde se encontraba podía ver toda la extensión del miembro de Silver; sonaba demasiado vulgar si lo decía en voz alta, pero nunca había visto uno tan grande.
Por unos segundos se preguntó cuánto media pero rápidamente deshizo esos pensamientos y retomó su labor.
—N-no tienes que hacerlo si no quieres—Silver le dijo abochornado y antes de hilar algún otro pensamiento fue acallado por la boca de Amy capturando su virilidad.
La cálida sensación de la boca de su ¿amiga? Le hizo estremecer.
Amy subía y bajaba la cabeza de arriba abajo haciendo pequeños movimientos circulares con su lengua que envolvían todo su grosor.
Por segundos detenía su proceso y le dedicaba pequeñas miradas picaras que le generaban una mayor excitación.
Eso estaba tan mal...
Y aún así se sentía tan bien; tan bien que ni siquiera notó cuando sus manos envolvieron la cabeza de la femina marcando el ritmo y la velocidad de las embestidas
Se sentía tan bien...
Y para ella la excitación de probar algo nuevo tampoco paso desapercibida.
Era tan...
Rayos, no podía describir lo que estaba sintiendo en ese momento, pero no deseaba parar.
—Yo...—le costaba mantenerse sereno y ella le dio una mirada coqueta, incitándole—Me... Me ven...—el ritmo de las succiones aumentó como una forma de indicarle que podía continuar..
Por mucho que hubiese intentado frenarlo, ella no se apartó tomando en sus labios toda la esencia que Silver derramó.
Entre suspiros y jadeos el trató de disculparse.
—Estoy bien...—sonrió.
Tenía el labial corrido y el maquillaje que traía por la mañana ni hablar.
Aún con eso lucía extrañamente atractiva y sensual.
Tras recobrar el sentido Silver suspiró. Eso fue intenso y extrañamente mucho mas reconfortante que su propia mano ayudándose en sus días difíciles.
Miró de nuevo a la muchacha que se limpiaba la comisura de los labios y una idea traviesa cruzó por sus pensamientos.
Quizá podía devolverle el favor para estar a mano, pensó.
Las manos del joven la tomaron por los hombros acercándola hasta sus labios; un beso lento y tranquilo que le permitió girarla y cambiar de posición.
Ahora era el quien tenía el control...
Besó su cuello y después sus labios al tiempo en que su diestra recorría la extensión de su abdomen y llegaba al borde de la falda color menta que cubría sus piernas.
Entre besos jugueteó con el dobladillo y de una haló hacia arriba dejando al descubierto la ropa interior color vino que cubría su feminidad.
Sin dejar de besarla llevó sus dedos a aquella zona tan íntima y acarició suavemente provocando un respingo por parte de Amy.
Tomándolo como una buena señal acarició de nueva cuenta notando la humedad que se acumulaba en la prenda.
Besó nuevamente el cuello de la chica que entre suspiros y caricias se dejaba envolver por las manos del albino.
Uno a uno logró quitar los botones de la blusa que ella poseía y dejó al descubierto sus pechos.
Eran bonitos y firmes, tan bonitos que no dudó en besar y lamer su majestuocidad.
Con su lengua recorrió uno de ellos y mordió ávidamente el sonrosado pezón.
Amy sintió su cara enrojecer; la lengua de Silver recorría su cuerpo y sus dedos presionaban sus pechos de forma deliciosa.
Fue en vano sus intenciones de contener un gemido de placer y fue ésto último lo que motivo al joven a seguir adelante.
Alzó nuevamente la falda de Amy e hizo a un lado la ropa interior dejando al descubierto su intimidad.
Dándole un corto beso en los labios acaricio con la yema de los dedos su rosado botón.
Abochornada pero visiblemente complacida los gemidos de Amy le incitaron a ir más allá.
Lo que comenzó como una suave caricia pronto se convirtió en un ir y venir cuando Silver introdujo un dedo en su cavidad.
Entraba y salía con rápidez provocando que la chica se le dificultara pensar debido a su excitación.
De nueva cuenta la besó e introdujo otro dedo aumentando el ritmo de sus embestidas; Amy mordió suavemente su labio y fue el punto culminante de aquella sesión de estimulos que ambos se regalaron.
Jadeante y sudorosa miró a su acompañante que también buscaba recuperar la compostura y sonrió de lado al pensar que no era tan tímido cuando de sexo se trataba.
Quizá el sábado no estaría nada mal...
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Continuará...
Gracias totales por llegar acá, una disculpa ya saben no doy pa' más.
Cariños, Gri✨
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