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5. Cambiar de opinión

No le estoy dando suficiente amor a esta historia... Me doy penita.

Recordad: mucho occ, pero con razones justificadas.

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Capítulo Cinco
"Cambiar de opinión"

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—Así que básicamente te rechazó...—Rouge comía del bote de helado y evitaba mirarla directamente—Podría ser peor, al menos nadie te vio—Su cometido por no reírse no duró demasiado.

Decir que no le molestaba era una falacia; estaba completamente conmocionada por esta situación.

¿¡Cómo es que se había atrevido a rechazarla de esa manera!?

Ok, era un país libre y no necesariamente tenía que corresponder a sus encantos, aunque no por ello se sintió menos humillada.

Con el ego herido y la confianza por los suelos, que un tipo como Silver le dijese que no era triste.

—Todo esto es culpa tuya—se quejó—Seguí tu plan y mírame... Me rechazó un nerd—seguía dramatizando.

Ofendida Rouge replicó.

—El plan no tiene fallos, tú eres la del problema—llevaba años haciendo lo mismo y no se había encontrado con contratiempos—No es mi culpa que no hayas sido suficientemente encantadora—justificó.

Si lo veía de ese modo tal vez tenía razón. Quizá se había saltado algún paso o solo no había sido lo suficientemente elocuente a la hora de plantearle su propuesta a ese muchacho.

Cualquiera que fuese el caso el asunto era que el tipo se negó y ahora estaba sin tutor y sin posibilidades reales de aprobar la materia.

Se sentía muy idiota al respecto y que Rouge se burlara no ayudaba mucho tampoco.

—No te sientas mal, cielito...—aún seguía comiendo despreocupadamente—No todas logramos ser irresistibles—.

Debía concederle el hecho de que era una mujer francamente encantadora y que su belleza física estaba por encima de la media.

Rouge era bella y Chaos le había bendecido con curvas prominentes y una habilidad casi divina de sonreír y causar impacto.

Sí, ella era irresistible y sí, no podía negarse ante ello.

No obstante, Mighty decía lo contrario y así se lo hizo saber.

—Mighty se te fue vivo—habló de pronto y causó que está casi se atragantara con el helado que estaba comiendo.

—¿Qué carajos has dicho?—ofuscada la albina casi lanzó el bote de helado a su rostro—¿Quién carajos te dijo eso? ¡Voy a matarlo!—se quejó.

Amy ni se inmutó; no era inusual que Rouge se alterara y se pusiera un poquito más loca de lo normal.

—¿Eso significa que es real?—se burló—Creí que el método no tenía sus fallos...—

Decir que Rouge estaba molesta sería quedarse corto ante el despliegue de emociones —berrinches— de las que fue testigo en ese momento.

Admitir que Mighty se le había escapado de las manos le molestaba y le daba duro a su ego, aunque le costara admitirlo.

Que sí que habían hecho las pasases y ahora eran buenos amigos, pero eso no significaba que no le hubiese molestado en su momento.

De cualquier forma, no era algo que fuese a discutir con Amy básicamente porque la pelos de chicle de burlaría de ella de por vida.

Consciente de este factor, Rouge decidió cambiar el tema por sanidad mental.

—Tu ganas Pinky, el método tiene fallos —Admitió a regañadientes—Pero no te preocupes, ya se te ocurrirá algo...—.

Esa era la cosa; que no se le ocurría nada y los exámenes estaban próximos a realizarse.

Un mes era muy poco para ponerse al corriente con toda la montaña de trabajo que el profesor había dejado y su cerebro ni de chiste le ayudaría en esta ocasión.

Frustrada ante la idea de repetir el semestre la joven Rose salió de aquella habitación y decidió tomar aire fresco.

Si las cosas no funcionaban con ese tal Silver debía buscar algún otro que estuviera dispuesto a ayudarla, pero ¿Quién?

Big estaba ocupado y los otros tutores que se ofertaban están en semestres inferiores al suyo y no tenía sentido llamarlos.

La idea de pedirle ayuda a alguno de esos compañeros que estaban en su clase también se le pasó por la mente, aunque este hecho no era tan factible tampoco porque ellos también a duras penas se mantenían a flote.

Lo viese por donde lo viese las cosas no pintaban para mejorar y su padre la mataría cuando se enterara.

—Sí que eres tonta Amy...—se lamentó.

Sentado en el recibidor de su edificio Silver bebía una taza de té; en su mano derecha sostenía un libro de finanzas y con la otra movía suavemente una cucharita dentro de su taza.

Había sido un largo día y al fin podría tomarse su tiempo y relajarse.

O al menos eso es lo que habría creído hasta que su teléfono sonó.

Miró el remitente en la pantalla y aunque de ser cualquier otro se habría negado, el nombre de Blaze le hizo salir de su comodidad recién adquirida.

Fuera del edificio la muchacha le esperaba de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Lo cual era un claro indicativo de que estaba molesta y que él era la causa.

—H-hola Blaze...—le saludó nada más verla y sus ojos se encontraron con los de ella—¿Necesitas algo?—.

Era lo suficientemente tarde como para que ella le visitara. Sea lo que sea que tuviera que decirle debía ser muy apremiante.

La joven en cuestión se aclaró la garganta y luego de meditar sus palabras expresó lo siguiente.

—¿Vas a ayudar a esa porrista? —directo y sin rodeos ella pregunto.

Porrista...

¡Se había olvidado por completo de ese incidente!

Miró a Blaze quien a su vez le miraba esperando una respuesta.

Había olvidado por completo ese asunto con la chica en cuestión y todo el asunto lo había dado por terminado.

No, no iba a ayudarla porque ella estaba implicando cosas con las que ni estaba dispuesto a lidiar, ni tampoco era correcto que lo hiciera.

Sin embargo, la mirada insistente de su amiga le obligo a responder a su pregunta con un escueto "Pues veras..."

Silver era así, un joven retraído y taciturno siempre sumergido en sus propias aspiraciones. Era tímido por naturaleza y difícilmente haría otra cosa que prepararse y estudiar.

Era algo así como un inadaptado cuya única amiga —e interés amoroso— monopolizaba su tiempo y controlaba sus pobres interacciones —si es que las tenía—.

Blaze por su lado era una futura abogada con un fuerte sentido de la justicia que no dudaría en defender a su mejor amigo de las amenazas de cualquiera que quisiese aprovecharse de él.

Y según su criterio las animadoras entraban en el rango 1 de peligrosidad para Silver.

—¿De verdad aceptaste? Por Chaos, Silver...—ella alzó la voz sin pretenderlo y se acercó demasiado a él logrando desconcentrarlo—No debes acercarte a ella, solo te traerá problemas y disgustos—.

Que Blaze fuese tan protectora con él no era algo que le fuese desconocido. Desde que eran amigos —de muy niños— ella siempre había cuidado de él. Siempre velaba por su bienestar y hasta ese momento no había sucedido nada malo con ello.

Era irónico que aquellas atenciones le hicieran sentir tan halagado y le dieran falsas esperanzas a su corazón.

Ella le gustaba, era tan obvio como lo rojo de las manzanas, aunque nunca se lo había confesado abiertamente por cobarde y porque sabía en el fondo que a ella no le interesaba él.

Sin embargo, situaciones como estas eran las que le hacían dudar.

No se necesitaba ser un experto en relaciones para sentir a todas leguas que esos reproches eran una escena de celos en toda regla.

Si Blaze era consciente de esto o no, era algo que desconocía.

—Te lo he dicho Silver, las chicas como esa tal Amy son peligrosas...—de nuevo inicio su discurso—No se respetan a sí mismas y salen con tipos pretenciosos como ese idiota de Sonic...—.

Si... se daba una idea de lo que quería darle a entender. Aunque no por ello se atrevió a emitir un sonido.

Estaba ahí parado en medio de la noche escuchando atentamente los consejos de su mejor amiga quien prácticamente le estaba obligando a no aceptar una tutoría que él no había aceptado desde un inicio.

No supo en qué momento había perdido el control de su libre albedrío, pero tenía muy en claro que ella estaba hablando con mucha seguridad.

—Las chicas como esa no salen con chicos como tú—Era obvio que ella quería dar a entender que los chicos lindos y frágiles como él son carnada simple para las mujeres como Amy, no obstante, algo hubo en su tono que le ofendió ligeramente.

Blaze hablaba de masculinidad y relaciones casuales y dentro de todo ese discurso el "Tú no serías capaz" hizo click en su cerebro anestesiado hasta ese momento.

Miró de nuevo a la joven que tenía frente a él y sin pensarlo las palabras salieron de su boca como vómito verbal.

—¿Qué clase de chico soy entonces?—Había molestia en su voz y Blaze lo notó al instante—No tenía planes de aceptar a esa chica pero que insistas tanto en qué le dé una negativa me hace pensar que tienes otras intenciones...—.

Perpleja ante este cambio de actitud Blaze supo que había tocado fibras sensibles en el joven y debía retroceder para no seguir ofendiéndole.

Frágil o no, al final él también tenía su orgullo y el que su mejor amiga siempre le defendiera y le alejara de todos los "peligros" provocaría que tarde o temprano se revelaría en su contra.

Había algo en su expresión que aún con la poca luz podía identificar.

Estaba muy molesto.

—Lo siento, Silver...—ahora su tono era más parecido al normal—Es solo que me preocupo por ti y sentí que esa chica solo quiere aprovecharse de ti...—se justificó—Es decir, ¿Por qué razón se acercaría a ti sino es para que le ayudes con sus trabajos?—.

Ella tenía un punto, la mayoría de quienes se acercaban a él era para salvar sus materias, aunque eso no le dolía menos si su amiga se lo externaba de ese modo.

Desde luego que él sabía que la gran mayoría de las féminas no iban a interesarse en el por justamente eso, ser como era no le había dado suerte en el amor.

Tristemente que Blaze se lo recalcara era igual —o más doloroso—.

Tal vez que le dijera que era feo o idiota le habría dolido un poco menos.

—Escucha Silver... Lo siento, ¿sí? No era mi intención ofenderte...—.

Lo sabía y por eso no estaba enojado con ella —no del todo al menos— estaba enojado con lo ridículo de la situación. En el concepto en qué ella le tenía y de lo cómodo que estaba viviendo así.

Era patético y esto lo ponía aún peor.

En silencio el par de mejores amigos se observó sin nada bueno que decirse. Y como ya le habían insultado suficiente por un día, Silver solo se despidió. Al llegar a la sala de estar ya su té estaba frío y sus ganas de beberlo se habían esfumado.

Miró la taza con melancolía y cuando se disponía a recogerla para llevarla a lavar a lo lejos distinguió a Sonic que reía animadamente con otros chicos ajenos a su presencia.

"Las chicas como ella salen con idiotas como Sonic" esas palabras se quedaron grabadas en su mente por el resto de la noche.

Por la mañana tomó un desayuno ligero y se dirigió a sus clases sin tener un pensamiento muy profundo hasta ese momento.

El día anterior se había humillado a sí misma y solo le restaba seguir con su vida acostumbrándose al hecho de que reprobaría.

Era duro, pero en el fondo se lo merecía y por ello dejó de quejarse.

Con mucha suerte conseguiría un seis, aunque eso sería soñar demasiado así que se deprimió aún más.

Al llegar a su asiento la clase dio inicio y aunque trato de conectar con el contenido no funcionó.

Era como si el maestro hablase en chino, pues todas las terminologías que estaba utilizando no le cabían en la cabeza.

Por mucho que se estuviese esforzando no estaba logrando retener nada y eso la frustró aún más.

Se sentía muy idiota al respecto, como un bicho raro que no sabe hacer nada bien.

Genial, fantástico...

A este ritmo ni al 5 podría aspirar.

Terminada la clase salió del aula dispuesta a tomar aire fresco y tratar de serenarse. Ya las malas energías que había acumulado la tenían de nervios.

A lo lejos algunas de las hermanas estaban congregadas por lo que decidió echar un vistazo del porque tanto alboroto —porque chismosa era de corazón—.

Al acercarse notó con desagrado al idiota de Scourge discutir acaloradamente con su gemelo azulado.

—Con un carajo, te dije que yo no he sido—Scourge era el más exaltado emocionalmente—¿Por qué carajos me interesaría en esa zorra?—.

Miró a una de sus compañeras y esta le dio un contexto escueto de lo que estaba sucediendo.

Al parecer el par de hermanos estaban en un lío de faldas en el que Sonic le reclamaba al verde que se había acostado con su conquista|novia| solo Chaos sabría qué.

Desde luego que el joven acusado negó categóricamente tales acusaciones y fiel a su naturaleza bulliciosa no dudó en hacer tal escándalo.

Sonic estaba ahí parado observando a su hermano de forma inquisitiva ajeno a todas las miradas que se posaban sobre ellos.

En este punto solo estaban ellos dos en su rango de entendimiento y uno de ellos no saldría ileso de esta discusión.

Quién de los dos sería era una moneda al aire pues ambos estaban igualados en fuerza física y velocidad.

La multitud expectante miraba aquella escena y nadie con dos gramos de cerebro y sentido común había tratado de detener ese pleito.

Para Amy esto no era nuevo pues había visto al par de hermanos golpearse hasta la inconsciencia decenas de veces.

Los dos eran un par de brutos salvajes que no entenderían de razones a menos que se dieran de golpes hasta el hartazgo.

Par de idiotas...

Decidida a no contemplar semejante estupidez se dio la media vuelta dispuesta a irse por donde vino cuando una tercera presencia se manifestó de entre la multitud.

Ese chico se abrió paso y justo detrás de él estaba esa chica de la biblioteca.

El par de gemelos observaron al recién llegado y su discusión cesó.

—Sonic, Scourge—su voz serena resonó debido al reciente silencio en el área—¿Qué sucede?—.

Ninguno de los aludidos respondió de inmediato, lo cual dio paso al cuchicheo entre el alumnado que seguía observando todo con sumo detalle.

—¿Sonic?—miró al cobalto quien estaba a su derecha y este bufó —¿Scourge?—él estaba a la izquierda y luego de refunfuñar al fin se atrevió a hablar como un niño regañado por su madre.

—Este imbécil —hizo énfasis en sus palabras y el otro solo rodó los ojos con fastidio —Vino aquí y me acusa de haberme tirado a su estúpida novia—estaba muy alterado—Jamás me tiraría una zorra como esa—.

—¡Mientes!—le acusó—¡Sé que has sido tú! ¡No hay ningún otro moco verde en el campus además de ti!—.

Dicho esto ambos gemelos cayeron al suelo para golpearse.

Con Scourge golpeando el rostro de Sonic y este último haciendo el esfuerzo de cubrirse el rostro.

Con todos los chismosos clamando por una pelea, Amy pensó que ese par no podía ser más patético.

Centró de nuevo su atención en ese chico Silver y mientras su amiga llamaba a las autoridades escolares para que detuvieran la pelea este hizo una acción que dejó a todos sorprendidos.

Sin mucho esfuerzo tomó a Scourge por los hombros y logró quitarlo de encima de Sonic.

Sosteniendo al gemelo verde por detrás le dio una mirada desaprobatoria al azul quien se mantuvo sentado en el suelo sin moverse.

Aunque Scourge forcejeaba tratando de liberarse sus esfuerzos se volvieron inútiles y tras cinco minutos los directivos llegaron para llevarse al par de hermanos y sancionarlos.

Con la pelea acabada la multitud se deshizo y desde su posición Amy notó la mirada molesta de esa chica acompañante de Silver sobre ella.

Cuando sostuvo su mirada Silver también reparó en su presencia por unos segundos.

No más de tres, quizá incluso fueron dos segundos los que tardó en bajar la mirada y alejarse de ese lugar tratando de disimular que había estado de chismosa.

Por su parte Silver sintió curiosidad; Blaze por otro lado no disimuló su molestia.

—Ven, la próxima clase esta por empezar—ella le tomó de la mano alejándole del sitio.

Silver solo se dejó ser...

Al llegar al cruce de caminos ambos se despidieron tomando direcciones contrarias.

Silver llegó a su salón y tomó asiento justo al final de la fila al lado de la ventana.

Mientras la clase empezaba pensó en esa chica Amy y las palabras de Blaze llegaron otra vez a su mente.

"Las chicas como ella salen con idiotas como Sonic".

Quizá Sonic era un idiota, pero al menos era feliz y tenía atención femenina cada vez que la necesitaba.

Sin mencionar esa confianza casi enfermiza en sí mismo.

Y en cuando Scourge...

Bueno, el llevaba las cosas a un extremo aún más insostenible, pero al parecer le funcionaba igualmente.

Por un momento pensó en cómo sería su vida si el tomara esa clase de riesgos y se atreviera a hacer cosas indebidas como pelear y causar desorden.

¿Sería divertido?

Desde niño le habían enseñado a que debía hacer siempre lo correcto y que su deber al ser más inteligente que los demás era ayudar a quienes necesitaran su ayuda.

"Haber sido bendecido con un cerebro como el suyo" como sus padres le recalcaban lo ponían en un deber moral para los menos favorecidos y pese a disfrutar ayudar, después de tantos años estaba un poco cansado de todo esto.

Ser como era solo le había traído logros académicos —que agradecía, había que aclarar— pero no tenía alguna otra satisfacción como lo era ir a fiestas o tener reuniones con otros que no fueran Blaze.

Ahora que se lo pensaba con mayor detenimiento era como si fuese un hombre de más de 50 años que acababa de jubilarse y no el veinteañero que realmente era.

Era triste y patético si lo ponía desde esa perspectiva porque toda su vida fue así.

Un chico tímido y retraído lleno de clases extracurriculares y cursos de verano que lejos de aumentar su confianza le volvieron aún más tímido y desconfiado.

Porque si, ser inteligente le había llenado de trofeos y halagos por parte de los adultos que formaban parte de su vida, pero esto también le alejaba de la gente de su edad que le consideraba como un tipo soso y aburrido.

Principalmente durante su niñez cuando todos esos niños crueles se burlaban de que siempre obtenía 10 y que los maestros felicitaban su buen comportamiento.

Crecer en solitario le fue difícil y cuando conoció a Blaze logró llenar algunos vacíos en su vida, como la necesidad de una amistad y tener alguien —además de su familia— que le escuchara.

Se sentía bien estar con ella pues siempre se alegraba de sus triunfos y le impulsaba a seguir obteniendo más y más.

Entonces, como típico cliché de telenovela durante su adolescencia terminó enamorado de la chica.

Era hermosa, inteligente y sumamente graciosa cuando se lo proponía, lastimosamente para él las chicas como ella no se interesaban en sus mejores amigos.

Blaze era centrada, casi tan obsesiva para la escuela como lo era el, con la única diferencia de que a ella sí le gustaban los deportes y era una gimnasta reconocida a nivel nacional.

Él era más bien un ratón de biblioteca del que se burlaban en cada oportunidad y aunque no hizo mucho por quitarse esta etiqueta de bebé llorón.

Quienes le conocían le catalogaban como un tipo manipulable —cosa que era cierto— y para su infortunio, a Blaze esta clase de prospectos no le interesaban.

Durante la preparatoria y luego de mucho esfuerzo se había animado a hacerle la pregunta —o intentar al menos— porque solo pudo formular palabras escuetas que ella interpretó de otra forma.

"No planeo casarme, ni tener hijos... Pero supongo que si algún día me enamoró espero que sea de un tipo que pueda ir a mi par".

Y aunque sabía que no solo estaba hablando de cosas intelectuales a Silver le dio esperanzas saber esto.

Sabía que si se esforzaba podría obtener el amor de Blaze; solo debía esforzarse.

Por ese motivo y con toda la motivación —y fuerza de voluntad— terminó tomando clases de Jiu-jitsu.

Le tomó sangre sudor y lágrimas, pero se volvió muy hábil en este arte marcial y consiguió que aquellos quienes lo molestaban al fin cesaran en su empeño.

—Buen día, jóvenes—el profesor llegó y fiel a su instinto centró toda su atención en el contenido.

Por la tarde el entrenamiento de las porristas se estaba intensificando; tal vez se debía a que estaba tan cansada mentalmente que no tenía la resistencia que naturalmente tenía, pero lo cierto era que estaba muy cansada.

Le dolían las piernas y sus mejillas estaban pegajosas a causa de tanto sudar.

El calor de la tarde estaba poniendo a todos de mal humor y Rouge estaba muy insistente en qué debían aumentar su ritmo de trabajo pues las nacionales estaban cada vez más cerca.

Con el pecho adolorido y los brazos entumecidos la joven Rose siguió durante veinte minutos haciendo esas posiciones de entrenamiento hasta que sus piernas se entumecieron y no le quedó más remedio que parar.

Después de este entrenamiento terminaría durmiendo como un tronco toda la noche.

—Hey, chicle rosado—esa molesta voz la puso en modo de alerta y justo como esperaba, el molesto de Scourge se acercó hasta ella para fastidiarle—¿Cómo te va?—.

Tenía en su mejilla una venda adhesiva y un ojo ligeramente morado; sin embargo, sonreía como siempre y no parecía darle algún tipo de importancia a la hinchazón en su nariz.

—¿Qué quieres, Scourge? No estoy de humor para escuchar tus tonterías—

—Tu siempre tan tierna chicle...—se burló—Escucha, la verdad es que yo quisiera pedirte...—ella le interrumpió abruptamente para su incomodidad.

—¿Pedirme?—se cruzó de brazos, aunque esto le dolió—No te confundas Scourge, no tienes ningún derecho a pedirme nada—

Ya se lo esperaba, así que no se lo tomó de mala manera; le gustaba hacerla enojar y que le hiciera caras y gestos. Era divertido y ella siempre caía en ese juego.

—Oh bueno... entonces no te interesará saber quién preguntó por ti...—el tono falso de tristeza no la conmovió.

—Si vienes a joder con Sonic puedes irte al cuerno—no pensaba seguir hablando con ese tipo tan desagradable así que solo tomaría su bolso y se alejaría tan rápido como sus piernas entumidas se lo permitieran.

Aunque nunca pudo haber previsto lo que Scourge diría a continuación.

—No fue mi estúpido hermano quien preguntó por ti—la miró y ella le devolvió el gesto con sorpresa—Fue Silver, el idiota de mi fraternidad...—

¿Silver?

¿Qué podría preguntar sobre ella? Y más aún a alguien como Scourge que...

Rayos... eso solo podía significar una cosa y no le gustaba para nada esta posibilidad.

Miró de mala manera al muchacho frente a ella y antes de darle tiempo a reaccionar le dió un bofetón que lo hizo caer al suelo.

—¿¡Qué carajos te pasa, loca!?—Que le hubiese tomado por sorpresa empeoró su reacción.

—¿Por qué un sujeto como Silver preguntaría sobre mí, precisamente a ti?—Inquirió, ofendida y Scourge que era idiota pero no tanto entendió lo que ella había supuesto con sus palabras.

—Dije que había preguntado por ti, nunca dije que me preguntó a mí...—se justificó—No sabía que estabas interesada en él...—

¿Interesada? No, claro que no. Solo quería que él le ayudase a salvar la materia y pagarle de manera carnal, eso era todo.

Ok, de acuerdo eso no sonó nada bien...

De todas formas no iba a decirlo abiertamente frente a Scourge.

—Eso no es asunto tuyo...—tener cerca a este tonto le ponía de nervios—De cualquier forma, ¿qué quieres? no creo que de pronto seas tan buen samaritano y trates de jugar al casamentero... sí me buscas es porque te conviene, ¿no?—él sonrió ladinamente y ella solo le fulminó con la mirada—Desde ahora te advierto que tú y yo no tendremos nada que ver nuevamente, así que... adiós—.

Al alejarse el chico le dio alcance aún sin perder la expresión de idiota.

—De acuerdo, de acuerdo... te diré esto porque me diste un buen rato...—se frotó el puente de la nariz y se quejó suavemente después—Silver te buscará... creo que le gustas—la codeó animoso—¿Qué harás? ¿Le dirás que sí? —.

Gustarle...

Eso era tan ridículo.

Sin ánimos de seguir perdiendo el tiempo con ese sujeto Amy se alejó sin dirigirle la mirada y esta vez el ya no le siguió.

De nuevo en su edificio algunas de sus compañeras la observaban curiosas y esto la hizo sentir incómoda.

Dejando de lado este sentimiento optó por tomar un baño y recuperar un poco las fuerzas que había perdido en el entrenamiento. Al salir se puso un pijama cómodo y fresco y bajó a la cocina para preparar su cena.

Mientras buscaba los ingredientes una de sus compañeras se acercó hasta ella y le dijo que alguien le buscaba fuera del edificio.

Siendo la hora que era y dadas las fechorías que Scourge solía cometer pensó durante un momento en negarse a salir y dejar que ese idiota se quedase esperando.

—¿Quién es?—Le preguntó sin dejar de hacer sus cosas y la chica que le dio el aviso solo se encogió de hombros en señal de desconocimiento.

Convencida de que solo era una broma del muchacho verde salió del edificio de forma apresurada sin reparar en que acababa de salir del baño y que afuera hacía frío para alguien con poca tolerancia como la tenía ella.

En las bancas de la entrada esperaba ver al idiota de Scourge fumando un cigarrillo mirándole con lujuria; paradójicamente quien le esperaba en la entrada no era nada más ni nada menos que el chico que le había rechazado la tarde anterior.

Estaba solo y al parecer se negaba a mirarle al rostro por alguna razón; cuando sus pasos se hicieron audibles el levantó la mirada e inmediatamente la agacho de nuevo, avergonzado.

—Buenas noches...—Saludó por cortesía—¿En qué puedo ayudarte?—No tenía nada en su contra, aunque no negaría que no le hacía mucha gracia recibirlo después de lo de ayer.

Dubitativo el joven se puso de pie y avanzó un paso hasta ella, deteniéndose al instante presa de los nervios tan típicos de él.

¿Por dónde podía empezar? Lo que iba a salir de su boca, las intenciones que le motivaron a estar frente a ella eran tan bochornosas que solo no podía pronunciarlas.

Para su infortunio, la joven no estaba familiarizada con su comportamiento y además parecía que comenzaba a impacientarse.

Inhaló y exhaló para tratar de darse valor; sentía la garganta seca y que las piernas le temblaban ligeramente. Pero a este punto no podía —ni debía— echarse para atrás.

—Amelia Rose—era curioso que alguien que no fuese su padre le hablara tan formalmente—Yo... yo quiero disculparme por mi comportamiento tan rudo ayer—Inició aquella conversación con un poco más de seguridad y ella asintió—Sé que dadas las circunstancias tal vez soné muy intransigente, pero he de admitir que me tomaste por sorpresa...—Confesó.

No podía culparlo, al menos no del todo; era entendible que reaccionara de ese modo y pese a que le hirió el orgullo seguramente ella hubiese hecho lo mismo si le hubiese sucedido.

Nah, mentira... ella no hubiese sido tan amable. Le habría roto algunos huesos y después le habría denunciado por acoso sexual o algo por el estilo.

Silver aun así seguía mirando sus pies con intenciones de seguir hablando y comprendió que debía dejarle expresarse.

—Verás...—cuando comenzara con sus lamentaciones sabía que no podría parar, pero ya se había decidido y por lo que había investigado sobre ella, al menos no se reiría en su cara—La verdad es que soy alguien que le cuesta relacionarse... las interacciones sociales no son lo mío y no estoy acostumbrado a cosas como el coqueteo o el sexo casual—de nuevo confesó y ella se sintió avergonzada ante esto último.

—Escucha, soy yo quien debe disculparse—ella tomó la palabra—Sé que fue muy grosero de mi parte decirte esas cosas y entiendo que eso te molestara—Ahora era su turno de mirar el suelo—Es solo que... estaba demasiado desesperada con la idea de aprobar que solo dije tonterías...—decidió omitir que estaba siguiendo los consejos de Rouge y suspiró—De cualquier modo, te pido una disculpa y por favor olvida lo que dije...—

Al menos se había disculpado y la culpa que sentía por haber molestado a alguien como él ya no le molestaría más.

Se dio la vuelta dispuesta a irse porque ya no tenía nada bueno que aportar a la conversación, pero el joven no tenía intenciones de parar.

—Esa es la cosa...—Ansioso continuó—No quiero olvidarlo—Confesó para sorpresa de ambos y los dos terminaron sonrojados ante esto—Quiero decir...—las palabras se enredaron en su lengua—Quiero decir que acepto tu propuesta—.

Amy parpadeó un par de veces confundida; dudaba que lo que estaba sucediendo fuese real.

—Disculpa, ¿qué has dicho?—.

—Dije que acepto tu propuesta—decirlo una segunda vez ya no fue tan complicado—Acepto tu propuesta de hacer tu trabajo a cambio de relaciones sexuales—Esto si lo avergonzó un poco—Pero tengo algunas condiciones que quiero aclarar—.

Aún sin creerlo del todo Amy decidió seguirle el juego para ver hasta donde podía llegar. Dudaba que un joven como él se atreviera a hacer mucho, pero si era el quien venía a ella tan convenientemente no se negaría a como mínimo escuchar lo que tenía que decirle.

—Te escucho...—

Si algo recordaba del consejo de compañero de habitación era que una vez que dijera sus intenciones no podía retroceder; en el peor de los escenarios ella simplemente se negaría y ambos se quedarían incómodos sumidos en un silencio prolongado. El mejor de los casos —que al parecer era este— ella estaría dispuesta a escucharle.

Aún le quedaba camino por recorrer, pero mantenía una ligera esperanza.

—Accederé a realizar tus trabajos atrasados con la condición de que me ayudes a superar mi ansiedad social y mi pobre desempeño amatorio—.

Sonaba demasiado simple para ser real; ¿Solo quería un acostón y ya? No tenía mucho sentido, menos viniendo de alguien que parecía tan inteligente como él.

—Me parece razonable... —

—Quiero mantener nuestros encuentros en privado—ella asintió—También quiero dejar en claro que nuestra relación será estrictamente profesional, ambos nos estamos brindando un servicio—.

—Entendible—

La serenidad con la que ella lo estaba tomando le dio fuerzas renovadas para terminar.

—También quisiera que si en algún punto uno de los dos está insatisfecho con esto el trato se cancelará automáticamente y cada quien tomará su camino como si nada hubiese sucedido entre ambos—.

—¿Algo más?—Quiso corroborar, pero el negó—Muy bien... todo esto es muy interesante y no te negaré que me alegra salirme con la mía hasta cierto punto, pero... ¿Qué te hizo cambiar de opinión?—No quería aprovecharse de alguien vulnerable—Es decir, ayer estabas muy consternado cuando lo mencioné y hoy pareces incluso ansioso...—Obvió.

Quizá si se veía ansioso —porque lo estaba— pero por las razones contrarias a las que ella estaba pensando. Le ponía ansioso pensar en hablar con ella de algo tan íntimo como era el acto sexual y sobretodo ser el quien lo pusiera en evidencia.

Siempre vio esto como algo que implicaba confianza y de ninguna forma pensó en compartirlo con una extraña como Amy, pero dadas las circunstancias decidió que debía cambiar algunas cosas en su vida.

Blaze jamás le tomaría en serio si seguía con esa timidez que era sinónimo de Silver y lo último que quería era perder uno de los sueños más anhelados que tenía en su vida.

Debía superar sus miedos y por alguna extraña razón sentía que Amy podía ayudarle con esto.

Es decir, si podía acostarse con una chica a la que no conocía de nada y sobrevivir en el intento podría tener una relación con Blaze sin problemas.

—Tengo motivos muy personales sobre eso—no quiso dar detalles de su situación—Entonces... ¿aceptas o no?—.

Ese chico lucía como un cachorro asustado ante el mundo que recién se mostraba frente a sus ojos y sin quererlo esto la enterneció un poco.

No era que ella fuese una experta tampoco; pero podía empatizar un poco con lo que Silver le decía y pese a que tampoco lo conocía de nada y una voz en su cabeza le decía que no era una buena idea, terminó por ignorar su sentido común —como siempre—.

—Trato hecho—.

Y ambos se dieron la mano oficializando que el intercambio daría inicio más pronto de lo que creían. 





Continuará...
Se cuidan y gracias por leerme...
Cariños, Gri✨

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