14. Altercados
Mi mood:
Me enfermé, chale.
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Capítulo Catorce
"Altercados"
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[...]
Esa mañana despertó con la extraña sensación de que alguien le observaba. Toda su rutina fue relativamente tranquila —tanto como su muñeca lastimada lo permitía, claro está—.
Fuera de lo obvio que podía resultar, las clases aburridas y la necesidad constante de rascarse.
No se encontró con Silver en las clases que tenían en común.
Fue curioso, no le parecía la clase de chico que se permitía faltar solo porque sí.
Pensó enviarle un mensaje, pero al final se detuvo. No quería parecer demasiado insistente. Después de todo, ¿qué pasaba si él simplemente estaba demasiado ocupado? Tendría sentido, después de todo era un tutor y llevaba una lista de actividades que ella desconocía por completo.
Amy trató de concentrarse en la clase pero su mente volvía una y otra vez a la ausencia de Silver. Las palabras de Rouge la noche anterior le ponían ansiosa, ¿qué tanto más desconocía del albino y qué tanto era prudente que supiera?
Había demasiadas cosas que estaba pasando por alto, pese a ser consciente que aquella alianza que habían formado se cimentaba bajo raíces endebles, en el fondo era su naturaleza curiosa —chismosa— quien necesitaba respuestas.
Sabía que no tenía ninguna razón válida para cuestionarlo y que cualquier cosa que ella quisiese saber debía esperar a que el deseara revelarla.
Al sonar el timbre, recogió sus cosas rápidamente y salió al pasillo; el aire de la mañana le dio ese respiro que su cerebro necesitaba para serenarse y dejar de pensar en tonterías. ¿Qué hacía ella cuestionándose cosas que no eran de su incumbencia?
Tomó aire y caminó con rumbo al siguiente edificio decida a concentrarse en cosas importantes. Al avanzar unos cuantos pasos la figura verdosa de Scourge se plantó justo frente a ella, para su infortunio.
—Hola, hola Pinky—
Frunció el ceño al ver a Scourge bloquear su camino; era demasiado temprano para lidiar con ese idiota y no estaba de humor para ello.
—¿Qué quieres, Scourge? —No se molestó en ocultar su incomodidad, tampoco dejó de caminar haciendo que el de verde también caminara a su izquierda.
Scourge sonrió de manera burlona y coqueta, observándola de arriba abajo un segundo antes de atreverse a continuar.
—Vas al 4-B, ¿no?—Era más una afirmación, aunque de todas formas le pareció extraño que el supiese cual era su siguiente clase—La tienes libre—.
Sin creer una sola palabra, ella continuó avanzando, ¿por qué debía fiarse de la palabra de un pillo como Scourge?. Unos metros antes de llegar a su aula, una de sus compañeras la interceptó.
—Amy... el señor Brown no asistirá hoy—La joven tenía sus libros en la mano—Se ha roto una pierna...—
Amy detuvo sus pasos al escuchar la noticia; su compañera en varias clases le dio una mirada nerviosa, sin duda incómoda por la situación. Honestamente no le importaba mucho que el profesor Brown no fuera a dar clase, pero tampoco podía ser tan descortés.
—¿Se rompió una pierna? ¿Cómo?—preguntó por cortesía, haciendo de cuenta que Scourge no estaba detrás de ella escuchando todo.
La compañera le explicó rápidamente lo sucedido: el profesor había tenido un accidente mientras bajaba las escaleras, algo tan simple como una caída había terminado con su pierna fracturada.
No podía juzgarlo, ella se había herido la mano por darle un puñetazo al idiota tras de ella, así que no podía sorprenderse tanto de que un hombre obeso y de edad avanzada sufriera un destino similar.
—Te dije que era libre...—su voz era baja, pero burlona—¿Ya desayunaste?—Cambió el tema por completo y la observó.
—No gracias—Se dio media vuelta dispuesta a irse; tristemente el sonido de pasos seguía detrás de ella le recordaron que Scourge no se iba a ir tan fácilmente.
Caminó rápidamente para ponerse frente a ella y detener su avance
—Vamos primor, solo soy amable...—se justificó—¿Te resulta tan difícil creerlo?—.
Los años de conocerlo le habían dotado de la suficiente capacidad para no esperar nada bueno de ese sujeto; incluso si de un tiempo a la fecha su actitud había cambiado un poco no podía esperar mucho de todas formas.
Algo no andaba bien con ese cabeza dura, pero no se iba a quedar a averiguarlo.
—Claro que es difícil de creer...—aseveró—Y si no lo fuera, aún seguiría ignorándote...—De nuevo camino con intenciones de alejarse de él.
Para infortunio de la rosada, Scourge también la conocía lo suficiente como para darse por vencido tan fácilmente.
—Es una pena en verdad...—se encogió de hombros en sinónimo de desinterés—Estaba por ir a esa cafetería... ¿cómo se llamaba?...—hizo el sonido como si pensara profundamente...—Ah claro... ¿Rosella?—Fingió el acento y ella lo notó.
Detuvo sus pasos al escuchar el nombre; ¿cómo sabía ese papanatas que adoraba esa cafetería? la idea de que la conociera más de lo que ella era capaz de comprender de pronto la tensó. Algo tramaba, eso no era normal, no viniendo de alguien como él.
Scourge no era la clase de chico que iría por ahí gastando su dinero en una mujer, mucho menos de forma voluntaria.
¿Quién era ese sujeto y que había hecho con el barbajan que ella conocía?
—¿A qué estás jugando?—Sin voltearse del todo, su pose se tensó.
Scourge se acercó un paso más, sin mostrar ni un atisbo de arrepentimiento.
—Nada, solo pensaba que sería una buena oportunidad para...—hizo una pausa breve—Estar a mano...—Dejó caer la frase al aire, con una sonrisa juguetona—Ya sabes...—No se atrevió a mencionarlo abiertamente, pero ella lo entendió a la perfección.
Ahora tenía sentido, se sentía culpable. La aparente amabilidad de la que estaba haciendo gala solo era una especie de compensación.
Lo miró de reojo, aún sin girarse completamente hacia él; pensando en sí debía o no aceptar aquella ofrenda de paz que Scourge le estaba ofreciendo.
—No me debes nada, Scourge...—
—Lo sé...—su tono bajito la hizo prestarle más atención.
—No es necesario que me invites a desayunar—
—Lo sé...—
—Tampoco me agradas...—
—Lo sé...—
—Y...—el de verde la frenó.
—Ya se que no te agrado, carajo—por primera vez su paciencia se tambaleó un tampoco—Sé que no te debo nada y que probablemente preferirías estar haciendo cualquier otra cosa en lugar de hablar conmigo en este momento—hizo un mohín que rápidamente desapareció—Solo... solo quiero ser amable, rayos...—.
Sorprendida por la franqueza de Scourge, prefirió callar. Sonaba demasiado sereno y arrepentido como para estar bromeando y algo en su mirada parecía diferente.
Pese a lo evidente, no podían culparla por desconfiar.
—Entonces... ¿por qué tú...?—empezó, pero se detuvo, no sabía exactamente cómo formular la pregunta sin sonar demasiado interesada frente a él.
El gemelo menor suspiró; no era un tipo de palabras profundas, tampoco es que se esforzara en comunicarse correctamente, así que le estaba costando demasiado poder darse a entender.
—Porque, aunque no te lo creas...—titubeó un poco—A veces quiero ser mejor tipo, ¿de acuerdo?—Se exteriorizó lo mejor que pudo y evitó verla a toda costa.
Amy lo miró con cautela, sin saber qué esperar de él; nunca lo había visto así, tan sumiso y sosegado.
—Solo es un desayuno...—añadió rápidamente como si quisiera quitarle cualquier tipo de importancia.
De todos los sujetos, precisamente él...
Evitaba mirarla directamente al rostro, aunque la expectación en su mirada y postura le indicaba que estaba ansioso por su respuesta.
Debía concederle algo, estaba siendo demasiado paciente y lo suficientemente tolerante a pesar de haberlo rechazado con anterioridad.
El viejo Scourge le habría dicho toda clase de improperios sin pensarlo demasiado, sin embargo el tipo que tenía frente a ella parecía resuelto en verla aceptar.
Tras pensarlo unos segundos y luego de darle una última mirada al de verde, suspiró resignada.
—Supongo que no me haría daño...—dijo con cautela, sintiendo que su propia sinceridad la sorprendía un poco. Después de todo el desayuno gratis de su cafetería favorita no le vendría mal, incluso si la compañía era esa ladilla de Scourge.
No podía garantizar que las intenciones del tipo fuesen genuinamente honorables, pero debía darle un poco de confianza, al menos se estaba esforzando un poco, pensó.
Scourge la observó por un momento como si estuviera evaluando su respuesta; con un leve encogimiento de hombros y un toque de su sonrisa característica, asintió victorioso.
—Entonces, ¿te vas a quedar o qué?—Bromeó avanzando.
Amy suspiró, sintiendo la incomodidad y la curiosidad mezcladas en su pecho, pero finalmente asintió.
—Acepto el desayuno, pero solo porque necesito despejar la cabeza, no te hagas ideas raras...—.
Scourge sonrió satisfecho, cumplir su cometido lo hizo regodearse internamente.
—¿Ves? No era tan difícil... —caminó unos pasos y se detuvo a mirar que ella lo siguiera—Dame eso—Sin esperar que ella le respondiera tomó su mochila y se la puso al hombro—Estás lisiada—recordó en broma.
Ya ni siquiera tenía sentido ofenderse o replicar...
Todo fuese por comida, pensó.
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No había logrado conciliar el sueño la noche anterior; después de la pelea con Silver solo pudo llegar a su habitación y seguir clamando en furia las cosas que sentía en su interior.
Sí, admitía —para sí misma— que no fue la mejor manera de abordar las cosas y que probablemente —era un hecho— esto causaría muchos problemas colaterales con los que no sabía si podría lidiar.
Del mismo modo y pese a lo mucho que le molestaba ser consciente de esto, sabía que no tenía ningún derecho a reclamar absolutamente nada a Silver.
El no era su novio ni su esposo ni nada remotamente similar que pudiera —en medida de lo posible— justificar esa escena.
Estaba jodidamente mal por donde lo viera y eso la frustraba todavía más.
El mero hecho de que no hubiese podido contenerse en frente de todos esos idiotas lo jodía todavía más.
Sabía que a Silver —y a ella misma— los escándalos no eran algo que le agradara y que esto fracturaría irremediablemente su relación de una u otra manera.
Incluso si el albino la perdonara y fingiese que nada sucedió, ella no podría olvidarlo y esto era otro factor de frustración.
¿Cómo rayos podía lidiar con esto?
No tenía la menor idea y no podía dejar de darle vueltas una y otra vez, incluso a media clase de Deontología no podía concentrarse ni prestar el mínimo de atención a todo lo que el profesor estaba impartiendo.
Todo estaba mal...
¿Por qué rayos tenía que sentirse de ese modo? Ella y Silver no eran novios, ¿por qué le molestaba tanto, rayos? De solo pensar que Silver pudiese haber tenido algo que ver con esa animadora hacía que la sangre le hirviera.
—Señorita The Cat—El profesor le habló en medio de la clase y solo pudo alzar la vista en señal de arrepentimiento—Por favor, salga de mi clase—No pudo siquiera oponer resistencia, tomó sus cosas y salió en silencio, humillada ante lo que ella consideraba un error garrafal.
Fuera del aula las ganas de gritar le invadieron; tomó aire y exhaló fuertemente tratando de controlar sus nervios.
Todo estaba tan mal...
—¿Blaze?—Los pasos de alguien aproximándose a su derecha la hicieron alertarse en búsqueda de fingir compostura—¿Te encuentras bien?—la mirada del recién llegado se posó sobre ella.
—Perfectamente, Espio—mintió descaradamente tratando de recuperar todo su control.
Espio la observó con detenimiento, como si pudiera ver a través de la fachada que había intentado montar.
—No luces como si todo estuviese perfecto—Escudriño sin reservas.
Espio era la clase de sujeto que no solía temer al momento de emitir su opinión. Hablaba poco y bajo situaciones puntuales, pero cuando decidía que era momento de hablar lo haría sin ningún tipo de reserva, como ahora.
Sabía —porque era más que evidente— que algo andaba muy mal y no dudó en hacerlo saber. Tampoco es que necesitase ser un experto, cualquiera con dos dedos de frente sabría que esa mujer estaba teniendo una crisis de ansiedad.
Del mismo modo y pese a lo mucho que a ella le molestara, sabía que Espio no habría intervenido de no ser porque la situación genuinamente lo ameritaba, después de todo no es como que ellos fuesen cercanos o algo similar.
El era el mejor amigo de Silver, lo conocía y ocasionalmente habían compartido en algunos eventos, pero fuera de eso, nada. Tampoco es que le desagradara o algo por el estilo, solo no eran cercanos.
Y el hecho de que haya logrado interpretarla correctamente en un momento tan vulnerable para ella le hizo sentir extrañamente diminuta y expuesta.
¿Qué podía decirle? Incluso si se atreviese a ser honesta sabía que él no se pondría de su lado y tampoco se tocaría el corazón para recalcarle lo obvio, la había cagado.
—Solo...—tomó aire y dejó que este le llenara los pulmones—Solo... solo estoy dudando de mis prioridades, Espio—
El joven asintió, su rostro mostraba una calma imperturbable, como si estuviera acostumbrado a este tipo de tormentas emocionales.
—¿Y qué es lo que te hace dudar?—preguntó con su voz tranquila, siempre tan sereno y parsimonioso.
¿Cómo explicarle algo tan complicado como lo sucedido anoche? Ni siquiera ella misma entendía completamente.
Estos últimos días todo se había vuelto tan complicado y reconocía que no había hecho el esfuerzo de entenderlo tampoco.
De pronto su rutina y todo lo que daba por sentado estaba siendo alterado y no le estaba sentando nada bien.
—No quiero...—suspiró, frustrada y guardo silencio para escoger las palabras correctas—Reclamar cosas que no tengo derecho a pedir... pero... no puedo evitarlo—se frustró más—No sé qué hacer...—estaba tan avergonzada que evitaba mirar al joven a su derecha.
Espio la observó un momento, comprendiendo mucho más de lo que ella esperaba; no dijo nada de inmediato, no supo si era porque él sabía el contexto completo de sus palabras o solo le estaba dando tiempo para tranquilizarse.
—A veces actuamos sin pensar...—respondió al fin, sin mirarla—Sentimos más de lo que podemos comprender y solo queda aceptarlo y sobrellevarlo—Espio era la clase de sujeto que hablaba en clave—Y la escena de celos que transcurrió anoche es prueba de ello...—Finalizó.
Sintió sus mejillas arder y la vergüenza la inundó.
No tenía caso negarlo frente a Espio.
—¿Crees que me va a perdonar?—preguntó sin poder evitarlo.
Espio se mantuvo en silencio, pensando en que debía responder.
—No soy quien para decirlo...—dijo al fin—Tiempo al tiempo...—
Honestamente no la hacía sentir mejor, pero no tenía más remedio que darle la razón.
—Tal vez...—musitó, más para sí misma que para Espio.
Tiempo al tiempo...
¿Qué tanto tiempo debería esperar?
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Silver no era el tipo de sujeto que armara escenas, eso lo tenía claro.
Por ello, cuando entró al área común y lo vio sentado en una de los sillones al fondo, supo que algo no estaba bien.
Tampoco es que él fuera del tipo confrontativo —al menos no con alguien que no fuese su gemelo—. Pero se sentía en la necesidad de preguntarle qué rayos estaba sucediendo.
Todo el escándalo que armó Blaze y el aparente interés que tenía por su ex-novia eran cosas que necesitaba hablar con él.
El como comenzar era algo que no tenía claro, pero tampoco podía postergarlo demasiado.
Ver al albino sentado al fondo a esas horas del día era extraño, no era la clase de tipo que iba por ahí saltándose las clases, así que era evidente que algo estaba sucediendo.
Quizá no era lo que estaba imaginado, quizá sí...
Avanzó hasta el joven que le daba la espalda y luego de pensarlo un momento lo abordó.
—Cannabis...—
Silver levantó la mirada y lo observó en silencio; no supo si había molestia en su mirar o que era lo que su expresión estaba denotando, pero lo cierto era que no lucía bien.
Tenía ojeras en el rostro y a juzgar por la taza de café que reposaba en la mesita a su izquierda podría asegurar que no había dormido nada en toda la noche.
Fuese lo que fuese ese no era asunto suyo, el debía hacerle un par de preguntas y se iría por donde vino.
—Sonic...—El tono en que le habló fue apagado, incluso viniendo de alguien tan introvertido como lo era Silver, era extraña la forma en que se comportaba—¿Tu también vienes a reírte de mí?—.
¿Por qué se reiría de él, exactamente? De nueva cuenta el interés en el cobalto recobró el foco central; lo que sea que estaba pasando con Silver era grave, lo sabía y eso no lo hizo sentir mejor ciertamente.
—Vine a ver si seguías vivo—ambos se observaron debido al pésimo chiste que Sonic lanzó—Y necesito que me aclares un par de cosas—Añadió.
Silver soltó una risa seca y bajó la mirada, sus dedos trazaron líneas sin sentido sobre la madera gastada, sin más.
—Adelante...—
Tomando asiento frente a él, Sonic dudó en como comenzar.
—Nunca ha sido un secreto que Blaze te controla...—se rascó la barbilla, en pro de que buscaba como continuar—Y tú y yo sabemos que darías lo que fuera porque esa mujer se enamore de ti, ¿no es así?—.
Silver lo miró de reojo, pero no dijo nada al respecto.
—¿Es verdad lo que dicen?—Inquirió directamente.
—¿Respecto a qué?—Estaba esquivo, pero de igual forma respondería en medida de lo posible.
Sonic cruzó los brazos sobre la mesa, observando a Silver con una mezcla de paciencia y exasperación.
Seguía trazando líneas sin sentido, tratando de huir del conflicto.
Se estaba haciendo el difícil, genial.
—Sabes perfectamente a qué me refiero—dijo sin rodeos—El escándalo que Blaze armó y las habladurías que resultaron sobre eso—.
El albino no reaccionó de inmediato; la madera parecía haber capturado toda su atención, para molestia de Sonic.
El silencio se extendió mas de lo debido siendo solo interrumpido por el murmullo lejano de otros estudiantes en la sala común.
—¿Y qué con eso?—murmuró al fin sin levantar la vista.
Sonic alzó una ceja ante la actitud atípica en su compañero de corredor.
Podría haber esperado una negación automática, alguna excusa barata, pero esa respuesta lo tomó un poco por sorpresa.
La hostilidad viniendo de Silver no era normal.
—¿Eso significa que es real?—preguntó, inclinándose un poco hacia adelante y se acomodó en su asiento.
Silver suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado.
Estaba agotado, tanto física como mentalmente. Aunque en ese momento el cansancio físico era más evidente, Sonic podía notar que no había dormido nada y que estaba ansioso y al mismo tiempo huraño y de mal humor.
—No sé a que rayos te refieres y con toda sinceridad creo que no me importa mucho—.
Sonic se recargó contra el respaldo de la silla, analizando su comportamiento. No era un experto ni nada similar, pero los años de conocerlo le dotaban de cierta experiencia que solía utilizar a su favor.
Como buen líder era su deber mantener el orden, incluso cuando situaciones como esas se presentaban.
Los líos de faldas eran un punto central, incluso el mismo se vio envuelto en un par de ellos.
—Entiendo que a veces las relaciones se nos salen de las manos—sentirse aludido le dio escalofríos en la nuca que trató de disimular—Pero la hermandad tiene una reputación y un estatus que mantener...—No era del todo mentira, aunque sonaba demasiado hipócrita viniendo de él.
La carta de la hermandad...
La verdad es que si esperaba que Sonic quisiera utilizar ese argumento tan pueril.
Cuidar de la reputación de un edificio en donde la mayoría de sus miembros se comportaban como brutos salvajes era toda una prioridad.
Claro, era obvio.
—Vale, cuidaré la reputación la próxima vez—.
Sonic bufó; nunca penso que sería tan difícil hablar con él.
—No es necesario usar el sarcasmo—.
Silver finalmente lo miró, no tenía sentido seguir con esa conversación, no le llevaría a ningún lado.
—Hablaré con Blaze, ¿De acuerdo?—suspiró resignado—Y no sucederá de nuevo—de pie se dispuso a regresar a su habitación dejando al cobalto con las palabras en la boca.
A solas y en silencio solo bufó.
Eso no salió como esperaba...
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Después de una caminata peculiar —llena de chistes malos y extrañas anécdotas— se encontraba sentada esperando por su desayuno.
Extrañamente Scourge se estaba comportando apropiadamente y hablaba con un tono de voz modulado, toda una hazaña viniendo de él.
—¿Por qué tardan tanto?—veinte minutos para esperar por el desayuno le parecía irracional.
Amy en cambio solo rió suavemente ante esto.
—Es comida vegana, listillo—Scourge le observó sin entender a donde iba con eso—Hay ingredientes que se van a tardar mas en cocinarse—.
—¿Vegano?—una mueca extraña se le instauró en el rostro—Mejor hubiésemos ido al puesto de hamburguesas—murmuró jugueteando con el servilletero.
Era tan infantil...
—Su comida está lista—la camarera le entregó sus platos decorados y se retiró en silencio.
Frente a ella un puñado de mini hotcakes de chocolate, fresas y crema batida en forma de ositos bonitos la hicieron reír.
Scourge en cambio observó de mala manera el plato con una rebanada de pan tostado, queso y fruta.
—¿Treinta minutos para esto?—refunfuñó—¿Cómo se supone que me llene con pan?—no lo concebía posible, era inaudito para él y su estómago enorme.
Contuvo la risa porque recordó con quien estaba.
—Es una porción nutritiva, genio—tomó una fresa y la mordió—No todo en la vida es comer hasta el hartasgo—.
—Jah, claro...—llevó un trozo de pan y lo mordió de mala gana—Necesitas proteínas para tener energía, joder...—en menos de dos minutos había acabado con su porción—Carbohidratos para rendir todo el día, rayos—.
Eso no era ni por asomo una comida que disfrutaría.
Amy en cambio seguía comiendo sus ridículos ositos de forma tranquila.
—Dame un poco—acercó la mano dispuesto a tomar una porción, pero solo recibió un golpe con el tenedor en su lugar—¡Oye! Eso duele—se alejó sobándose dramáticamente.
—Debes mantener tus manos sucias lejos de la comida de los demás—lo reprendió—Además, ¿No te estabas quejando hace un rato sobre los carbohidratos?—ella no dejó de comer.
—Mujer egoísta—.
Tras otro bocado, le sonrió. Scourge aún se sobaba la mano sin reparar en nada más.
Probablemente se terminaría arrepintiendo después, pero al final no podía combatir contra su instinto primitivo empático.
—Solo una probada, no te aproveches—tomó una porción de su comida y se la ofreció en el tenedor—Ten, antes de que me arrepienta—.
Scourge la miró con sorpresa por un momento, como si no creyera que realmente le estuviera ofreciendo parte de su desayuno. Pero su asombro no duró mucho; en cuanto se aseguró de que la oferta era real, esbozó una sonrisa ladina.
—Sabía que tenías un corazoncito después de todo—bromeó inclinándose para morder directamente del tenedor. En respuesta ella se alejó justo antes de que pudiera tomar el bocado.
—Con tus cubiertos, dah—le acercó una servilleta y el tenedor que él utilizó en su comida—No pienso compartir babas contigo, que asco...—.
—No parecías muy en desacuerdo aquella vez—se burló y de igual manera le obedeció. Llevó el trozo a la boca y lo probó; incluso se dio el tiempo de masticar y saborear lo que ella le ofreció—Bueno...—murmuró tras tragar—He comido cosas peores...—.
Amy le dirigió una mirada divertida; era gracioso a veces, no podía negarlo.
—Supongo que eso es un avance...—
—No te emociones, sigo prefiriendo una hamburguesa con triple queso y tocino...—
—No todo en la vida son hamburguesas—repitió divertida.
Scourge puso los ojos en blanco, al verla distraída aprovechó para robarle otro pedazo de hot cake, Amy solo suspiró.
—Otro plato de hot cakes, por favor...—le pidió a la camarera y el ladino parecía complacido ante esto.
Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía cómoda de compartir el mismo espacio con ese tonto verde.
A veces podía ser agradable, pensó.
—Eh, Pinky...—se masajeó el puente de la nariz y la observó—Lamento lo de tu brazo...—
Esta vez sonaba tan sincero que no pudo evitar enternecerse un poco.
—No hay cuidado—Cuando le sonrió casi pudo jurar que Scourge se sonrojó.
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Después de pensarlo bastante decidió que lo correcto sería aclarar las cosas con Blaze antes de que todo se saliera —más— de control. Le envió un mensaje para encontrarse con ella en la biblioteca y ahora que iba de camino al edificio sintió un peso en sus hombros que le hizo sentir intranquilo.
Probablemente era mala idea abordarla tan pronto —porque ni él estaba lo suficientemente sereno para saber qué decir—.
Sin embargo, postergar lo inevitable sólo aumentaría su suplicio y el quería paz. Incluso si ello significaba discutir con la mujer que amaba. Incluso después de todo lo acontecido no podía negar que quería solucionar las cosas con ella, pese a todo.
Los años a su lado sopesaban mucho más.
Al llegar al edificio tomó asiento en el lugar de siempre —ese alejado de básicamente todos los que desearan sumergirse en la lectura— y suspiró. Debía repasar que decir, por donde comenzar y sobretodo aclarar cuáles eran sus prioridades en ese momento.
¿Qué era lo que esperaba realmente? Quería arreglar el malentendido con Blaze; sabía que había sido insensible mentirle y evitarla. Probablemente se habría ahorrado muchos problemas si solo hubiese sido honesto, pensó.
Fuere como fuere el asunto estaba hecho y ahora solo quedaba afrontar las consecuencias de sus decisiones, aunque no tenía del todo claro qué debía decir. Blaze le había abordado directamente con respecto al asunto de Amy.
Algo con lo que no tenía ni la menor idea de como lo había inferido; pero lo sabía y ante esto, ¿qué debía hacer? ¿Aceptarlo? ¿Negarlo? Había mucho de lo cual podía y quería hablar. Al mismo tiempo estaba todo ese asunto con la rosada y el acercamiento que habían generado y que no debía mencionarlo.
Ella le agradaba, no podía negar que pasaba un buen rato con ella —incluso cuando no estaban hablando de lo sexual— y era una compañía sumamente reconfortante.
Amy le agradaba y en el fondo no estaba seguro si quería o no alejarla de su vida.
Sabía que hablar de ella y ese reciente acercamiento generaría un conflicto aún más grande con Blaze. Aceptar a la rosada sería renunciar al amor de su vida y cualquier posibilidad de entablar algo más adelante con ella.
¿Valía la pena?
—Silver—Estaba tan abstraído en sus propios pensamientos que no notó cuando ella llegó—Buen día—Ella no lo miraba directamente, solo tomó asiento frente a él y suspiró—Antes de que digas cualquier cosa quiero abordar un tema primero—.
Asintió con la cabeza para darle el espacio que ella le solicitaba.
—Vale—.
Tomándose unos segundos para elegir correctamente como comenzar, la joven se permitió observarlo directamente al rostro para analizar cada una de sus facciones. Lo conocía tan bien que podía asegurar que estaba tan mal como lo estaba ella.
Y una punzada de culpabilidad le invadió debido a esto; ¿cómo pudo permitir que su enojo lo hiriera de esa manera?.
—Antes que nada, quiero disculparme profusamente por lo que sucedió anoche—sus dedos rozaron el dorso de la mano del joven y tomó aire nuevamente—Estuvo completamente fuera de lugar mi comportamiento y mi vocabulario, discúlpame por favor—.
Escucharla disculparse con la elegancia y soltura que la caracterizaba lejos de brindarle tranquilidad solo provocó en el joven un escalofrío imposible de disimular. Tenerla frente a frente en ese momento quizá no fue la mejor idea, pero ya no podía huir de ella ni aunque lo intentara.
Ver a la mujer que amaba en una situación como la que los apremiaba en ese momento era una especie de puñalada directa en su insípido corazón torpe y desventurado. Quiso decir algo, sin embargo prefirió callar en ese momento.
—Solo... solo necesito que me aclares un par de cosas si no te importa—Ella sonaba tan serena y su expresión corporal iba tomando firmeza conforme hablaba.
Porque esa una habilidad innata de la que siempre se enorgullecía; la oratoria, su pasión más grande y un talento que usaba siempre a su favor.
—¿Qué clase de cosas?—se estaba obligando a hablar pese a que deseaba huir de ese sitio.
Continuar con la conversación le llevaría a un punto de no retorno que no estaba seguro si podía soportar.
—Escuché un rumor...—tanteó el terreno y lo analizó—Admito que estuvo mal de mi parte dejarme llevar por habladurías y no confirmarlo contigo—recordar lo enojada que se sentía cuando escuchó a Sonic decirle que Silver había salido con la porrista por poco la hace salirse de sus casillas nuevamente—Y me disculpo también por ello, estaba molesta y no respondías el teléfono ni mis mensajes... me sentí frustrada y completamente ignorada—.
—Lo lamento...—su respuesta escueta le dio un escozor a la joven frente a él.
El Silver que tenía frente a ella se sentía tan ajeno, tan distante y fuera de sí.
¿Era ese su mejor amigo?
—Solo quiero que me digas si es verdad que esa tal Amy Rose es tú novia o no—Preguntó sin rodeos.
No tenía sentido postergar lo inevitable, quería saber qué rayos estaba sucediendo y solo obtendría la verdad si la preguntaba directamente. Lo conocía, sabía que así debían ser las cosas y si resultaba ser verdad, ¿qué sucedería después? Honestamente no lo sabía con certeza, pero al menos confirmaría si sus sospechas —y los rumores— estaban en lo correcto o no.
Tampoco podía engañarse a sí misma diciéndose que no le importaba si eso resultara ser verdad. Genuinamente se sentiría profundamente herida si Silver de verdad tenía una relación con esa chica, básicamente porque en el fondo le hería profundamente pensar en que las cosas ya no volverían a ser las mismas.
Del mismo modo era frustrante pensar en que no le tenía la suficiente confianza para hablarle de algo tan importante como eso.
—No, no es mi novia—No era mentira y no titubeó al respecto—Te lo dije antes, soy su tutor y la estoy ayudando—Tampoco era una mentira—Es agradable, no voy a negarlo—.
Blaze entrecerró los ojos evaluando si lo que decía había sido sincero o no; a pesar de haber escuchado la respuesta que quería, no significaba que se sintiera del todo complacida con lo que él respondió.
Había algo en el modo en que Silver había respondido que le dejaba una sensación de pesadez en su interior.
—¿Es todo lo que dirás?—
Silver suspiró y desvió la mirada, no estaba de humor para reproches en ese momento.
—No me mires así, Blaze...—pidió.
—¿Qué es lo que esperas de mí?—con ambas manos sobre la mesa lo observó, tomando de algún modo más valor del que tenía un rato antes—Te compartas extraño desde que esa mujer apareció, evitas mis preguntas, desapareces sin avisar...—enlistó uno a uno sus pecados—Y lo mejor que tienes para decirme es que esa chica te agrada y ya...—
Silver abrió la boca para defenderse, pero la cerró enseguida; en parte, Blaze tenía razón. No podía negar lo evidente, de algún modo la había estado evitando, aunque no se trataba del todo por causa de Amy.
Sus altercados con Blaze si bien habían comenzando poco después de decidir ayudar a la rosada, no solo se trataba de como estaba administrando su tiempo.
Muy en el fondo era la forma en que ella lo trataba y lo que pensaba en el fondo sobre él lo que le había hecho evitarla de manera involuntaria —quizá—.
—Sabes que soy pésimo administrando mis tiempos sociales—aseveró—No sé porque piensas que te estoy reemplazando o algo similar—Sonaba ridículo, incluso para él—Solo estoy cumpliendo con mis deberes—tampoco era mentira, estaba ayudando a la chica—Y el que Amy me agrade es una mera coincidencia—Eso tampoco era una mentira.
Que al final resultara que la rosada fuese una chica muy agradable no era su culpa.
—No sé qué pensar, Silver...—confesó.
¿Qué era lo que ella debía pensar?
De pronto el pensamiento de que nada de eso era su asunto le invadió y genuinamente deseó externarlo verbalmente, pero no se atrevió.
Aún había un atisbo de sentido común que no le permitía herirla de ninguna forma de manera intencional. Hablarle de ese modo terminaría haciéndole daño, lo sabía y se sentiría como mierda si lo hacía de ese modo.
—Entonces...—al retomar la palabra la tensión aumentó—¿Todo entre nosotros está en orden?—se atrevió a preguntar.
¿De verdad estaba bien?
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La plática con el Cannabis no le había sentado tan bien como cabría esperar; la realidad era que lejos de ayudarlo a apaciguar sus dudas e inquietudes estas aumentaron considerablemente. Si bien no tuvo oportunidad de cuestionarle directamente que había sucedido entre Amy y él —y si es que esto era real y ambos se conocían— la espinita de la duda seguía ahí creciendo como la maleza en plena época de lluvia.
Sabía que no era su asunto, que pese a lo ridículo que le podía sonar a cualquiera después de todo el fiasco que causó entre él y la rosada lo cierto es que no quería que ella se involucrara con alguien de su hermandad.
La reputación y todo lo que implicaba ser el líder de una fraternidad como esa le ponían en una posición incómoda y le obligaba a tomar cartas sobre el asunto. No estaría bien visto que la ex-novia del líder actual saliera con cualquiera que perteneciera a dicha fraternidad, le haría quedar pésimo.
Quizá era una razón estúpidamente egoísta y no estaba en posición de exigir absolutamente nada, pero él no había hecho las reglas. Del mismo modo y pese a que no iba a admitirlo abiertamente, muy en el fondo sabía que Amy merecía algo mejor que un sujeto de esa fraternidad.
Probablemente no tenía ningún derecho a emitir algún juicio o inferir algo al respecto, pero la cosa era así. Los sujetos que pertenecían a ese recinto estaban lejos de ser lo que ella necesitaba como una potencial pareja.
Y aunque Silver era un tipo decente, el sujeto estaba estúpidamente enamorado y dudaba muchísimo de que eso fuese a cambiar en un futuro lejano.
Había muchos motivos, posiblemente unos menos egoístas que otros, pero la cosa era así. Si Amy salía con el Cannabis —cosa que honestamente dudaba pero que no podía evitar corroborar— tendría que separarlos si o si.
Sabía que no tenía el derecho, que ella había sufrido suficiente por su causa y que lo mínimo que le merecía era que se mantuviera alejado de su vida —él también lo creía y lo había cumplido después de aquella pelea contra su gemelo— pero era la vida y las circunstancias quienes parecían insistir en ponerlos en el mismo escenario y ante esto no había mucho que pudiera hacer.
¿Qué restaba entonces? Interferir era algo con lo que tendría que lidiar más temprano que tarde y honestamente esperaba que no fuese el caso. Pero si sucedía, no tendría más remedio. La hermandad estaba por encima de todo y eso sopesaba mucho más.
Mucho le había costado ganar ese puesto, no podía echarlo a perder.
Salió de su habitación con rumbo a la cocina y se estiró perezosamente después; quizá un batido de proteína le haría sentir mejor. Avanzó un par de pasos lentos y torpes y justo al llegar se encontró con su estúpido hermano menor bebiendo una botella de agua despreocupadamente.
—Moco verde—Le dijo a modo de saludo aunque este no parecía haberlo notado—Luces muy animado—No pudo evitar notar lo distraído que se encontraba, eso no era usual en el.
Scourge parecía genuinamente feliz y ajeno a sus provocaciones infantiles, como si algo muy bueno le hubiese sucedido y no pudiese contener su buen humor.
Era raro, aunque en el fondo se alegraba por él.
—Moco azul—Fue lo único que respondió su consanguíneo y se alejó. Sin peleas, sin insultos, sin entrar en algún altercado.
Eso era extraño sin duda alguna, pero supuso que estaba bien por él. Ese amargado y antisocial malandrín merecía ser feliz de vez en cuando, pensó.
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No pelear con Scourge fue extraño pero bastante agradable; la verdad es que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había logrado pasar más de cinco minutos en un mismo espacio con ese tipo sin sentirse incómoda o molesta.
Era como volver a aquella época en la que solían ser amigos y se llevaban bien.
El tiempo pasaba demasiado rápido y pese a que eso había sucedido hace demasiado tiempo a veces se cuestionaba a sí misma porque las cosas habían cambiado irremediablemente para peor.
De igual forma no tenía mucho sentido pensar en eso, ambos habían tomado decisiones y ahora las cosas eran de ese modo. No había mucho que hacer al respecto.
Quizá lo sucedido en la cafetería solo era una forma de Scourge de limar asperezas y sentirse mejor con respecto al asunto del accidente y eso debía quedar ahí.
Igualmente no es como que se lo fuese a cuestionar demasiado, no tenía tiempo para esas cosas a decir verdad.
Ahora lo importante era centrarse en aprobar su materia y lograr ponerse al día con todos los trabajos que Silver tenía para ella.
Silver...
De pronto recordó que ambos habían acordado reunirse para hablar del material de asesoría y aunque no le emocionaba del todo sabía que debía al menos intentar poner de su parte, incluso si el albino no se había comunicado con ella en todo el día.
Tomó su celular y le envió un mensaje para consultar si se verían o no ese día y esperó su respuesta.
Ahora, sentada en la orilla de su cama solo restaba esperar.
Para su fortuna el mensaje de Silver no tardó más de dos minutos en llegar.
"Te veo en media hora en el estacionamiento" eso era lo único que decía y esto la extrañó.
Quizá solo tenía otras cosas que hacer fuera del campus y por ello la atendería de ese modo, quiso suponer.
¿O significaba otra cosa?
Estaba por averiguarlo...
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Continuará...
Gracias por leerme, dispensen no doy para más.
Cariños, Gri✨
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