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10.1 Sábado [II]

( 🍋  🔞 )

El que advierte no es traidor... 

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Capítulo Diez 
Sábado [II]

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[...]

—¿Qué haces tú aquí?—la voz burlesca de ese desagradable hombre verde la aturdió durante unos segundos.

Tomó aire y lo observó; al último que esperaba ver ahí era precisamente a Scourge.

—Dile a Silver que lo estoy buscando—fue la respuesta que le otorgó, seguida de una mirada de desagrado total.

No era secreto que no se toleraban; nunca hicieron el intento de ocultarlo, mucho menos alguien de poca paciencia como Scourge. Para todos quienes le conocían, esa chica era un dolor de muelas para Silver.

Siempre fisgoneando, hurgando y mandoneando todo cuanto hacía. Y si bien, el Cannabis no parecía oponer resistencia —por idiota— los demás sí. Nadie con dos gramos de cerebro podría tolerar a una mujer tan desgastante, según Scourge. Tampoco es que fuese un secreto lo estúpidamente enamorado que tenía al albino y lo mucho que ella se beneficiaba de esto. 

—Por mucho que me encante andar haciéndole de tu mensajero—el sarcasmo la hizo bufar—El Cannabis salió desde hace rato, así que no está—Le aclaró.

Incrédula, Blaze replicó.

—Déjate de juegos...—Lo miró con fastidio a sabiendas de lo desagradable y poco amable que podía llegar a ser—Dile que necesito hablar urgentemente con él—Insistió.

—¿Estás sorda o qué?—se masajeó el puente de la nariz, harto de esa conversación—Ya te dije que no está, allá tu si quieres esperarlo toda la noche—se burló—Yo que tu voy buscando una silla, porque no creo que llegue hasta mañana—insinuó.

Blaze apretó los dientes tratando de mantener la calma; lidiar con alguien como Scourge era un asunto de valientes. No estaba dispuesta a perder los estribos frente a él. Lo conocía lo suficiente como para saber que solo le daría la satisfacción que buscaba. 

Apretó el puño conteniendo el impulso de darle una respuesta más agresiva y golpearle de paso.

—No tengo tiempo para tus estupideces, esperpento—espetó finalmente—He dicho que le llames—Seguía sin creer en sus palabras, no era la primera vez que se negaba a llamarle.

El verde alzó una ceja completamente divertido por su actitud; verla rabiar le divertía, sobretodo si con eso la hacía perder la paciencia. 

—¿Importante para quién? ¿Para Silver?—Se cruzó de brazos, adoptando una postura despreocupada y todavía más burlona—Todo es súper importante para Cannabis cuando tú lo dices, ¿no?—ironizó

Blaze lo miró con desdén; cada vez se estaba volviendo mucho más difícil no dejar que sus palabras la afectaran. Sabía que no tenía sentido discutir con él; ese idiota siempre encontraba la manera de envenenar cualquier conversación.

Debía ser mucho más inteligente, sobretodo si quería hablar con Silver. 

—Es un asunto entre él y yo—respondió, afilando la mirada—Por última vez, llama a Silver ahora—

Scourge solo se carcajeó ante esto. 

—Qué valiente... ¿eh?—se mofó, inclinándose hacia ella, de tal forma que sus rostros se encontraron unos segundos antes de que ella le empujara de forma brusca, alejándole—Jugar a la niña brusca y autoritaria solo funciona con el idiota de Silver—la observó de arriba a bajo, cohibiéndola ligeramente—No voy a seguir perdiendo mi tiempo contigo—se dio la media vuelta dispuesto a ignorarla.

Las palabras la golpearon con fuerza, pero Blaze no dejó que él lo notara. En lugar de darle el gusto de ver su incomodidad, levantó la cabeza con orgullo.

—No me interesa lo que pienses de mí—dijo con voz firme, tomándole del hombro para hacerlo volver—No he terminado de hablar contigo, estúpido—Ambos se observaron retadores—No te permito que insinúes que...—Sin darle posibilidad de continuar Scourge la miró unos segundos más antes de dar media vuelta de nuevo encogiéndose de hombros en el proceso.

No le interesaba en lo más mínimo seguir discutiendo con esa mujer; tenía sueño y le dolía la cabeza. El solo había bajado por algo de cenar y fumar un cigarrillo: lo último que hubiese esperado era encontrar a esa presuntuosa.

—Haz lo que quieras—Espetó con indiferencia—Tal vez el Cannabis aparezca mañana... si es que aún está interesado en hablar contigo...—

Y sin más, desapareció en las sombras, dejando a Blaze sola en aquel recibidor. ¿Podría ser cierto lo que decía? Había llamado insistentemente a su teléfono y él no respondía. No era usual que el saliera un sábado por la noche y mucho menos que no atendiera su celular. 

Sabía que estaba molesto con ella, aunque no creyó que fuese a tal grado. Había salido con la intención de invitarle a cenar y nuevamente ofrecerle una disculpa mucho más sincera y elaborada, sin embargo lejos había estado de imaginar lo que sucedió. 

Si bien, era probable encontrarse con ese idiota desubicado, nunca esperó que Silver genuinamente se negara a recibirle. 

Se quedó quieta por un momento, inmersa en sus pensamientos mientras la oscuridad del recibidor la envolvía. La duda que Scourge había sembrado comenzaba a crecer dentro de ella. ¿Silver estaba tan molesto como para ignorarla por completo? Le resultaba improbable, sobretodo con esa excusa tan absurda que el verde le dió.

Silver saliendo un sábado por la noche era simplemente ridículo de creer. Ese idiota debió inventar algo más creíble.

Suspiró; al salir de aquel recibidor el aire frío de la noche la hizo estremecerse. 

Conocía a Silver, no era alguien que guardara rencores por mucho tiempo; sí, sabía que estaba molesto y que trataría de evitarla para poder "aclarar" sus pensamientos, no obstante, algo estaba raro esta vez. 

Es decir, habían discutido antes, conocerse desde la infancia no los había vuelto inmunes a las peleas y siempre —básicamente— terminaban reconciliándose de una forma u otra. 

Algo se sentía distinto; algo no cuadraba con todas las otras veces en que después de discutir —normalmente cuando era ella quien se molestaba— era él quien terminaba buscándole para aclarar las cosas y arreglarlas. 

Que esto no sucediera seguramente se debía a que el molesto era el, se dijo. Sí, debía ser por eso que aún estaba reacio a mirarle, así que debía darle su espacio, se recordó.

Tomó su teléfono parar mirar la pantalla; no había nuevas notificaciones. Lo había llamado varias veces —78 para ser exactos— y cada una de ellas se iba directo al buzón. No podía sacudirse la sensación de que algo andaba mal.

—Me niego a pensar que ese idiota verde tenga razón—murmuró para sí misma caminando de regreso a su edificio—Ese idiota verde seguramente solo estaba hablando por hablar, infeliz...—refunfuñaba a cada paso que daba—Idiota engreído de mierda... ya le diré yo como se debe responder a una dama—Vociferó.

—Si sigues hablando sola, pensarán que estás loca y no tendrás mucho de damita, Blazy—Una voz detrás de ella la hizo frenarse. 

Sabía quién era, justamente por eso se tensó aún más.

—Vete tu también a la mierda, idiota azul—Se quejó sin girarse.

Lo último que necesitaba era lidiar con el otro gemelo idiota...

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La vista era francamente envidiable y ni siquiera en sus sueños más pervertidos pudo haberse imaginado estar en un momento como ese. Tan erótico y lleno de sensualidad como el que Amelia Rose le estaba brindando con solo el esplendor de su cuerpo frente a él.

Sus botones rosados le sabían a cereza y sus labios se mezclaban con el champagne que habían bebido un rato antes. Besar a esa mujer sabía tan bien que no podía parar y la urgencia en sus pantalones se volvía dolorosa. 

Separó sus labios de los de ella y la tomó fácilmente entre sus brazos para cambiar de posición dejando a la joven bocarriba y con la respiración agitada mirándole expectante de lo que sea que sucedería a continuación. 

Su pechos se movían suavemente debido a su respiración agitada y sus mejillas rosadas le daban un toque ligeramente adorable a una situación morbosa de por sí. De seguir sus más bajos instintos, todo terminaría muy rápido y aún tenía la noche para disfrutar. 

Tomó aire y la observó de nuevo, completamente dispuesta a recibir lo que él tuviera para ofrecerle, impaciente y presa del deseo de lo que sea que estuviese manifestándose en ese momento. ¿Era una fantasía? ¿De verdad era real? Ya no quería cuestionárselo, tan solo se dejaría llevar. 

Lo excitaba sentirse de ese modo, así que debía aprovecharse un poco de la situación. 

Besó su cuello y ella dejó escapar algunos cuantos suspiros; y esa fue su señal. Su mano decida pero inexperta llegó hasta la tela de sus bragas de encaje y sus largos dedos acariciaron suavemente aquella zona escasamente cubierta, estremeciéndola.

Por inercia trató de cerrar las piernas presa de la vergüenza, algo que el joven no podía permitir. Sin el mínimo esfuerzo la devolvió a la posición de antes y la besó suavemente. 

Quizá se debía al alcohol, tal vez era su ego extasiado por estar viviendo una situación así, con una chica tan hermosa como ella, pero el atrevimiento que estaba teniendo no mermaba en lo más mínimo. 

Darle rienda suelta a sus fantasías estaba apenas comenzando. Porque ni siquiera en sus sueños húmedos y bochornosos se hubiese atrevido a tanto, lo sabía y el hecho de que la humedad entre las piernas de la chica se hiciese evidente, solo contribuyó a que intentase ir un paso más allá. 

Sin dejar de besarla llevó de nueva cuenta su mano a su zona íntima y de un solo tirón hizo a un lado la tela de sus bragas dejando al descubierto sus pliegues rosados, ansiosos y suavemente palpitantes. 

No tenía caso pensarlo, sólo actuó por mero instinto y su mano acarició suavemente aquel botón rosado provocando nuevamente que ella se arqueara de sorpresa y placer. De nuevo la besó, esta vez sus lenguas danzaron y dejó que las yemas de sus dedos acariciaran más allá.

Puede sentir  la piel suave de la joven quien entre besos movió la cadera de forma instintiva, como si pidiese más. Lo sabe, lo siente con ver su mirada ensombrecida de placer

Sonrió ante la idea de que una chica como ella se sienta de ese modo por algo que él ha provocado, ni siquiera en sus fantasías más absurdas pudo haberse imaginado a sí mismo, siendo un nerd patético de la biblioteca terminando envuelto en una situación con una chica como Amy, una porrista hermosa y de cuerpo escultural.

Porque los sonidos suaves y ligeramente obscenos que se le escapaban de la garganta solo incentivaban más su deseo de seguir.

Entonces su índice entró en aquella cavidad sin previo aviso y ella gime en respuesta. Un dedo que le da paso a uno más que la hace querer gritar. 

—Silver...—Ella murmura y jadea entre besos y el solo se regodea internamente; sus falanges entran y salen en un vaivén tortuosamente satisfactorio y Amelia Rose solo puede regodearse en su placer.

Sus piernas tiemblan y muy pronto el primer orgasmo de la noche se hace presente lo cual lo hace sonreír. Sus dedos ahora empapados son la prueba inequívoca de que ella llegó a su clímax, por si le quedaba alguna especie de duda.  

Ella por su parte respira de forma entrecortada; de alguna forma extraña eso se sintió tan intenso que no puede regularse a sí misma tan rápido como era usual. 

De pie, el albino bajó de la cama y caminó hasta la mesa en la entrada para tomar algo de la bolsa de papel que trajo consigo. De regreso, sus ojos color ámbar brillaban con picardía de lo que estaba por suceder. 

Aún tenía los pantalones puestos y el hecho de que se viese mucho mejor que ella solo la hizo avergonzar. Entre sus dedos sostenía una caja de condones que no se molestó en ocultar; le tomó unos segundos desabrochar su pantalón y quedar únicamente en bóxers que dejaban en claro su erección. 

Ninguno dice nada, ¿qué podría aderezar la situación? Nada. Ambos sabían lo que acontecería después. De nueva cuenta regresó a la cama y para sorpresa de ella, Silver decidió tomar una ruta mucho más lenta y minuciosa desde el nacimiento de sus pechos con su lengua succionando y jugueteando con sus areolas.

Le gusta, él sabe que le gusta demasiado esa sensación tan cálida proveniente de su boca y va a usarlo a su favor más adelante. El chico tímido y tan reservado que ha conocido estos últimos días parece haber desaparecido, aunque no se va quejar al respecto por ahora. 

Al liberar sus pezones, fue directamente a sus labios y su lengua dominante se deslizó rápidamente para explorar su boca; ella gime en respuesta y su lengua le da todo el acceso que el busca obtener. No supo exactamente qué sucedió después, pero el peso del joven le presionó contra el colchón y ambas intimidades chocaron suavemente. 

Contuvo el aliento; Silver aún tenía la ropa interior puesta, aunque eso no hizo que la sensación de su cadera frotando la suya se sintiese menos placentera.

Y el placer se vuelve de pronto una urgencia...

Quiso decir algo, cualquier cosa para aligerar su propia expectativa, aunque ni siquiera pudo hilar un pensamiento coherente porque el juego previo había terminado, al menos para él. Lo observó liberar su entrepierna de un solo movimiento y colocarse el condón de forma rápida y por primera vez en toda la noche supo que Silver también estaba desesperado. 

Alzó la vista para mirarla; sus piernas abiertas para recibirlo eran tan tentadoras que pensar con racionalidad era casi imposible. 

—Dime que pare...—Sería su último intento de parar lo que sea que estaba sucediendo y de hacer algo de lo que posiblemente se arrepentiría después.

Amy por su parte no pudo evitar sentirse cohibida ante el tamaño de lo que estaba por recibir; sin embargo ya había llegado demasiado lejos para echarse para atrás después de tanto. 

—No pares...—No iba a retroceder, ya lo anhelaba.

Ahora fue el turno de Silver de soltar un suspiro entrecortado y ansioso; no hay una forma correcta de responder a lo que ella le dijo, tampoco es que fuese incorrecto, pero es lo que había y ya. 

Tomó la cabeza de su pene y se deslizó suavemente por los jugos previos de la joven acariciando el clítoris y deslizándose en su entrada; de alguna forma aún le está pidiendo permiso antes de hundirse en ella irremediablemente. En respuesta ella le da un suave beso que disipa todas sus dudas y le insta a continuar.

Silver gruñó y se hundió de una sola estocada llegando hasta el fondo de una forma dolorosamente placentera; la siente moverse, ha tocado fondo y Amy se siente completamente llena y atravesada por su circunferencia. 

El se mueve de nuevo y las paredes le succionan ansiosas, deleitándole. 

Lo siente moverse, Silver entra y sale de su interior con fuerza, sus embestidas le hacen sentirse como un globo flotando entre las nubes y sabe que pronto explotará.

A este punto sabe que él puede hacer lo que quiera con ella; la mueve y manipula como una muñeca a su disposición y ella está gustosa de hacerlo. Una de sus piernas reposa en el hombro de Silver y sus estocadas se vuelven más fuertes e intensas. 

El no parece prestarle demasiada atención en este punto; solo se hunde en ella y la sujeta de la cintura, casi como si desease afianzarla y que no huya de él. 

Ambos jadean, suspiran y sus cuerpos sudorosos debido al esfuerzo chocan entre sí; ya no es capaz de pensar en otra cosa que no sea el placer que el pequeño cuerpo de esa mujer le está brindando. 

Es delicioso... tan placentero e irreal que la azota con un poco más de fuerza de la usual, aunque ella no pone queja al respecto. Ambos lo disfrutan, lo sabe porque las paredes de la joven están contrayendo su pene y confirma que ella ha tenido el segundo orgasmo de la noche. 

Sonrió con autosuficiencia al sentirse todo un macho y poco después el también siente su clímax llegar.

Respiró con pesadez y se limpió la frente sudorosa mientras recuperaba un poco de la cordura que había perdido; sus ojos se posaron en la joven debajo de él; ella también estaba recuperando el aliento, mientras sus piernas temblaban suavemente y sus mejillas igualmente rojas le decían que todo eso fue real.

Acababa de tener relaciones con una chica después de mucho tiempo y se sintió jodidamente genial...

Tomó aire y se apartó de ella dándole el espacio que creyó que ella necesitaba.

—Por Chaos...—La escuchó hablar más como murmullo que para él, pero aún así era perfectamente audible—Por Chaos...—Seguía en sus propios soliloquios, post calentura—Fue... increíble...—

Y todo su ego creció exponencialmente ante simples palabras...

Increíble...

Era la primera vez que una chica le llamaba de ese modo y el estado en el que ella se encontraba —desnuda y completamente apetecible, porque rayos, no era un ciego— solo aumentó la sensación de buscar más...

¿Sería muy sucio si le pidiera una segunda vez?

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Después de dejar a Amy en su edificio llegó básicamente a hurtadillas al suyo; no tenía sueño y estaba lo suficientemente despierto para empezar con sus actividades clásicas de domingo, sin embargo la mirada curiosa y burlona del gemelo verde fue lo primero que vio nada más entrar.

—¿Cómo estuvo, campeón?—Lo codeó burlesco y a Silver las tonalidades de carmín se le instalaron en el rostro. 

—No hagas preguntas inapropiadas—Suspiró.

Por su lado, a Scourge poco le importó que su risa escandalosa pudiese despertar a los demás. 

—Pasar toda la noche fuera...—parecía genuinamente sorprendido por esto—Nada mal Cannabis, nada mal...—Estaba orgulloso y no se molestó en ocultarlo.

Ya era hora de que el pequeñín hiciera cosas de adulto y disfrutara su estancia universitaria como era debido. Eso de estar sumido entre libros y cosas de nerds lo iba a dejar más tonto de lo usual.

—Fue agradable, ¿de acuerdo?—Estaba apenado, pero no pensaba decirle nada más. 

Con esas palabras debía ser suficiente para saciar la curiosidad del malandrín.

—Como digas, cielito—se burló de nuevo—Por cierto...—su rostro cambió drásticamente a uno de desagrado y molestia—Esa perra plana y odiosa te vino a buscar anoche—.

Silver solo suspiró; no era la primera vez que Scourge se refería de esa forma a Blaze, tampoco es que le sorprendiera o que fuese algo que se molestase en ocultar. Lo que sí se sentía extraño —y dicho sea de paso, le daba un poco de mortificación pensar en que era lo que ella quería—.

—No debes expresarte así de ella—le reprendió—Ya hemos tenido esta conversación—Recordó.

Había dejado su teléfono apagado después de salir del campus. No quería que nada le distrajera o le hiciera arrepentirse a medio camino de lo que deseaba, así que simplemente se olvidó de él. 

Después de encenderlo, su teléfono se llenó de notificaciones, todas y cada una de Blaze en donde le cuestionaba insistentemente en donde se encontraba. 

De nuevo suspiró; no tenía caso preocuparse en ese momento, ya hablaría con ella después.

Scourge por otro lado, solo alzó las manos en un gesto de falsa inocencia; poco o nada le amedrentaba lo que el Cannabis pudiera decirle. 

—No te pongas sentimental—Se encogió de hombros con simpleza—Sabes que esa tipa es un dolor de cabeza...—recordó hastiado—Siempre fisgoneando en tu vida, diciéndote lo que debes hacer como si fuera tu jefa... o tu mamá—.

No estaba entre sus hábitos comunes darle la razón a Scourge, pero sí, Blaze podía ser intensa a veces, aunque no por ello dejaba de apreciarla y confiar plenamente en ella. Había sido su amiga más tiempo del que era capaz de recordar y aunque su amor por ella no fuese correspondido del mismo modo en que el quisiera, no por ello iba a permitir que le faltasen al respeto de esa forma. 

Aunque pedirselo a Scourge era tan fructífero como pedirlo a una pared. 

—No me mires a mí, yo solo soy el mensajero—continuó Scourge, con evidente falta de interés—. Aunque como yo no soy tu maldito secretario, la mandé a volar...—Confesó sin pena—Solo tu la soportas, así que hazte cargo—y se perdió de nuevo entre los pasillos que llevaban a las habitaciones. 

El albino apretó los labios, intentando contener la frustración; haber ignorado las llamadas de Blaze la noche anterior —sin darse cuenta— le hizo sentir extremadamente culpable. Honestamente ni siquiera pensó en algún momento de la velada con Amy en su teléfono ni en nadie más.

No era alguien social, así que tampoco es que hubiese esperado que le buscaran, mucho menos Blaze después de estar molesta por su rechazo a la hora de comer. Sabía que estaba molesta y que le tomaría al menos dos días enteros olvidarse del desaire que le había otorgado por la tarde.

Irónicamente, ella le había buscado y seguramente ahora estaría incluso más molesta que antes. Extrañamente esto no le preocupo —del todo— como podría haberlo imaginado. 

Miró de nuevo la pantalla de su teléfono llena de notificaciones en completo silencio; era evidente que Blaze estaría molesta y que más temprano que tarde tendría que enfrentarse a su sermón. Honestamente en ese momento por primera vez en mucho tiempo, el torbellino de emociones que normalmente sentía por Blaze se sentía lejano, casi irrelevante.

Lo último que necesitaba en ese momento era buscar excusas para intentar disculparse...

Guardó el teléfono en su bolsillo y suspiró; ya lo resolvería después con más calma. En ese momento no quería perder la tranquilidad que sentía.

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Ni bien puso un pie en su dormitorio Rouge entró tras de ella; la albina y su mirada juiciosa exigía respuestas de forma silenciosa.

No era que no esperase que algo como eso sucediera, pero al menos habría sido agradable poder ponerse la pijama en santa paz.

—¿Y bien?—Rouge se instaló al pie de su cama y la observó—Quiero detalles, cuéntamelo todo—La curiosidad la carcomía por dentro y no podía esperar más.

Había pasado la noche prácticamente en vela —mentira— esperando que Pinky regresara con bien al edificio —mentira también, se había dormido viendo películas de romance colombiano—.

Amy suspiró, sabiendo que Rouge no se iría si no obtenía hasta el mínimo detalle de lo sucedido la noche anterior, solo pudo atinar a lanzarse en la cama y mirar el techo.

¿Cómo podría empezar? O mejor dicho, ¿qué debía decir? Todavía ni siquiera ella misma terminaba de asimilar lo sucedido y Rouge ya quería saber todo.

La verdad era que todo lo que había pasado esa noche con Silver la había dejado en un torbellino de emociones; cada una más intensa que la anterior y la hacía sonrojar de solo recordarlo.

Nunca hubiese imaginado que un chico como Silver pudiese albergar esa clase de energía e ímpetus tan eróticos, pero no se quejaba al respecto. 

—Vamos Pinky no me hagas rogar—insistió Rouge, alzando una ceja mientras se cruzaba de brazos—¿No me digas que pasaste la noche dormida?—Se burló. 

Imaginar a un santurrón como Silver era chistoso, podía imaginarlo inclusive negándose de última hora y poniendo una barrera de almohadas entre la rosada y él con tal de no tocarse mas de lo estrictamente necesario.

Había investigado un poco al albino —chismes por aquí y por allá— y descubrió lo muy —muuuuuuuy— interesado que estaba por esa chica de la facultad de derecho. No la conocía —no personalmente— pero los chismes viajaban rápido y supo de muy buena fuente que ella no estaba particularmente interesada en el muchacho. 

Así que fue una genuina sorpresa que se animase a salir con Pinky en primer lugar; aunque no significaba nada realmente.

—Bueno...—al fin se dignó a emitir palabras—Supongo que puedo decir que pasamos la noche juntos...—tan simple y directo como eso era suficiente para mandar a la mierda cualquier duda o prejuicio que Rouge tuvo hace no menos de cinco minutos. 

Aunque eso no sería suficiente, no para la albina que ya estaba imaginando distintos escenarios y formulando al menos diez preguntas referentes a ello. 

—¿Y?—Amy bufó—¿Eso es todo?—Insistió—¿Esperas que me conforme con algo como eso?—se carcajeó—Vamos Pinky, quiero detalles... ¿cómo la tiene? ¿Se mueve bien? ¿Lo disfrutaste?—Hizo más preguntas, pero ella dejó de escuchar abochornada por sus implicaciones tan sucias.

Que sí, que sí había hecho cosas, pero no por ello iba a divulgarlas a los cuatro vientos. 

Tristemente no podría librarse de la albina si no era un poco —solo un poco— abierta ante ella. 

Tomó aire y dejó que algunas de las imágenes de la noche anterior se exteriorizaran de forma verbal sin pensarlo mucho o se arrepentiría irremediablemente. 

—Me acosté con él—sus mejillas se tornaron carmín y le fue imposible mirar a Rouge—Sí, se mueve bien y sí, lo disfruté demasiado—De nuevo el bochorno le llegó y trató de calmarse para no quedar en ridículo.

Realidad es que esperaba alguna reacción exagerada por parte de su mejor amiga, sin embargo el silencio que le precedió fue extraño y curioso, por llamarle de algún modo. Que Rouge se mantuviese callada ante una revelación de esa magnitud era antinatural.

Por lo regular habría gritado como loca y exigiría detalles a diestra y siniestra hasta saciar sus más absurdas inquietudes. No obstante, solo la observó en silencio sin decir más al respecto.

—¿Rouge?—.

—¿Sí?—.

—¿Estás bien?—Dudosa la observó.

—¿Por qué no lo estaría?—

—Bueno—Se sentó en la cama y la observó como analizando alguna anomalía que no hubiese notado en su amiga—Normalmente estarías gritando y saltando por toda la habitación exigiendo cada detalle...—De pronto la vergüenza inicial pasó de largo y ahora su curiosidad era la principal—¿Quién eres y dónde dejaste a Rouge?—.

Sin mucho que aportar, la mayor sonrió. 

—No es que no me emocione por ti, Pinky... créeme—Su tono fue mucho menos juguetón de lo habitual—. Pero es que...—Tras dos segundos continuó—No sé... tal vez sea porque es Silver...—Se limitó.

Amy la miró con curiosidad, arqueando una ceja ante la actitud tan desinteresada de su compañera; ¿a qué quería llegar con eso?.

—¿Qué hay con Silver?—

No pretendía desanimarla ni nada por el estilo así que solo se encogió de hombros tratando de no darle demasiada importancia a lo que estaba pensando, a sabiendas de que eventualmente se lo diría igualmente. 

—Pinky cariño—Se puso de pie para observar a su mejor amiga a detalle—No es que quiera arruinarte la emoción ni nada por el estilo—su tono de nuevo se suavizó tratando de aligerar la situación—Pero los tipos como él son... complicados—Aseveró—Y ese asunto con la chica de la facultad de derecho...—divagó—No quiero que te enredes en algo que pueda terminar hiriéndote...—

Amy la observó con sorpresa; de todas las cosas que pudo decirle esa era la más extraña que pudo escoger. ¿Hablar de sentimientos? ¿No era ella la primera en hablar de un acostón y ya? No tenía sentido que le hablase de eso cuando bueno, su relación con Silver era meramente un intercambio. 

—No entiendo a qué quieres llegar con esto...—

Rouge la miró con una mezcla de comprensión y escepticismo; de nuevo, lo último que quería era ofenderla o desanimarla, pero en el fondo sabía que los tipos como Silver podían deslumbrar fácilmente a las chicas como ella. Aunque tristemente para Amy, él ya estaba deslumbrado por esa tal Blaze

Le preocupaba un poco el hecho de que las cosas se torcieran irremediablemente en su contra, sobretodo ahora que había probado las mieles del placer y eso nublaba su juicio. 

Amy apretó los labios, procesando las palabras de Rouge; tenía un punto y no podía negar que esa chica le parecía alguien peculiar, sobretodo por el asunto de que Silver lucía enamorado de ella. 

—El sexo casual es un arma de dos filos, cielito, no olvides...—no quería ir más allá o terminarían discutiendo irremediablemente—Sólo... ten cuidado y manten tu distancia...—Había que ser precavidas, ante todo.

Esa era la regla número uno de su estilo de vida y entre más rápido lo entendiera y asimilara, mejor la pasaría.

—Solo es un intercambio...—Amy de nuevo hablo, aunque si sonó o no segura de sus palabras, no podría asegurarlo. 

Quería sonar tan segura de sí misma como Rouge lo hacía todo el tiempo; solo disfrutar el momento y dejar que las cosas fuesen eso, cosas. No tomarle importancia a nada que no lo mereciera y que la vida fuese tranquila y feliz. 

Y bueno, la noche anterior fue bastante provechosa y solo quería guardarla en su memoria y ya...

—Eso es lo que quería escuchar —Esta vez sonrió sinceramente—Ya sabes cómo son los chicos... a veces ni ellos mismos saben lo que quieren... así que, ten cuidado—No quería sonar tan aprensiva, pero debía advertirle.

—Gracias, Rouge... prometo tener cuidado...—

 Poco antes de dirigirse hacia la puerta, la albina la observó de nuevo. 

—Bueno... ya que no me vas a dar más detalles jugosos será mejor preparar algo de desayuno—.

Amy sonrió, sacudiendo la cabeza.

—Dame cinco minutos y bajo...—Necesitaba cambiarse y despejarse un poco. 

Cuando Rouge salió de la habitación, Amy se quedó un momento en silencio, reflexionando sobre lo que su amiga había dicho. 

Sabía que tenía razón en preocuparse, pero también sabía que no podía dejar que el miedo la detuviera de explorar lo que sea que tuviera con Silver, porque solo era sexo y solo debía dejarse llevar.

Solo eso y ya...

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El lunes por la mañana llegó a clases de manera habitual; el día anterior se había dedicado a básicamente haraganear todo el día y dormir el resto, ahora volvería a su rutina habitual y dejaría que el conocimiento despejara su mente. 

No buscó a Blaze, ella tampoco llamó de nuevo, lo cual le hacía suponer que estaba molesta —era de esperarse—

Iba a llamarla, pero quizá después de clases. Aún tenía que buscar alguna clase de excusa creíble. Evidentemente no podía decirle que salió con Amy, porque solo provocaría el caos irremediablemente.

Amy...

Después de dejarla en su edificio no obtuvo alguna clase de noticia de ella, así que supuso que se había pasado el día durmiendo igual que él. De cualquier forma no había mucho que decirse, al menos por el momento. 

Aún no terminaba de asimilar lo sucedido entre ambos; y sentía un poco de pena por su comportamiento, incluso cuando ella le aseguró que no estaba ofendida por ello. No era propio de él actuar de un modo tan vulgar e instintivo, aunque no negaría que lo disfrutó enormemente las 3 veces que hicieron cosas

Lo cual era bastante irónico si lo pensaba un poco; no podía decir la palabra coger sin sentirse abochornado, sin embargo lo hacía —según Amy— como todo un profesional. 

Era irónico cuanto menos, pero eso no mermaba su ego, ciertamente. 

Tomó asiento en su pupitre de siempre y de su maletín tomó una pluma y su libreta para apuntar la fecha antes de que la clase comenzara. 

—SILVER—Una voz le llamó desde la puerta y sus oídos se tensaron al escucharla. 

Los otros alumnos que ya se encontraban dentro del aula sólo pudieron mirar extrañados la fuente del sonido sin entender qué era lo que sucedía.

Y él...

Bueno... al menos no haría falta que fuese él quien la buscara...

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Continuará...
Muchas gracias por leerme, dispensen, ya no doy para más. La mera verdad no le sé a esa onda del lemon, pero se hace lo que se puede... 
Cariños, Gri✨

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