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O12︰¿Los suegros?。


Domingo en la tarde noche.

En el departamento.

—¿Vieron sus caras? Estaban felices cuando les dijimos— la primera en entrar al departamento y tirarse al sillón fue Jungeun.

Se habían levantado muy temprano para ir a despertar a los chicos del convento con un desayuno sorpresa; cortesía de Dojun y Kate Kim, y se quedaron durante todo el día hasta que la hermana Ana las echó.

—Yeojin no lo podía creer, preguntó si era cierto como veinte veces y cuando la hermana Ana se lo confirmó, saltaba en la cama— Hyunjin siguió a su amiga en el sillón.

—Sí, ella y Heejin. ¿Cuál de las dos saltaba más alto? — preguntó Jungeun, mirando a su amiga.

Hyunjin sonrió sin darse cuenta mientras recordaba los saltos en la cama de Yeojin y Heejin.

—Es cierto...

La verdad era que, desde que Minho consiguió por medio de sus contactos el permiso para que tanto Yeojin como Yerim pasaran un fin de semana en el departamento que habitaban las cuatro chicas, lo único que la empresaria había hecho era imaginar la cara de Heejin cuando lo supiera. Tanto Jungeun como ella, y hasta la misma Jinsoul, habían decidido que lo mejor era decírselo a las tres juntas y así fue. Antes de irse del hogar lo hicieron y el número de risas que soltó Hyunjin fue incomparable con la cantidad de veces que Heejin la abrazó en agradecimiento.

—Me gusta tu cara cuando piensas en Heejin— soltó Jungeun.

Hyunjin solo la miró.

—¿Qué cara? — preguntó, haciéndose la tonta.

—Cara de boba, es una cara que nunca antes te había visto poner— contestó.

Lejos de cambiar de tema, Hyunjin decidió ser sincera.

—No sé qué me pasa con ella, Lip...

—¿Estás segura? — le refutó la bailarina—. Yo creo que sí lo sabes— le dijo.

La empresaria sacudió su cabeza.

—Jinsoul tiene razón, somos muy diferentes, tenemos vidas diferentes. Nosotras nos vamos dentro de poco...

—¿En serio, Hyunjin? — la bailarina la miraba seriamente—. ¿De verdad vas a seguir los consejos de alguien que está tan aterrada de tener una relación que todas las noches se inventa una enfermedad distinta para que me quede con ella en vez de dejarme salir con Taeyong?

Hyunjin rio cuando se acordó de la supuesta "clítoritis" que Jinsoul se había inventado la noche anterior para evitar que Jungeun saliera con el tatuador. La pelinegra alegaba que su supuesta falta de sexo estaba ocasionando que su clítoris se apachurrara y perdiera vida. Cuando Jungeun le recordó que el día anterior la había visto salir del departamento de la vecina del primer piso, Jinsoul tuvo que cerrar la boca y aceptar la salida de su ex amante.

—Pero Jungeun, ninguna de nosotras está capacitada para las relaciones. Mírate a ti, saliendo desesperada con el primer chico que mata de celos a Jinsoul— la chica agachó la cabeza, avergonzada—. Y luego estoy yo, tres años de novia con un estúpido a quien no veo hace meses y lo cual no me importa en absoluto— al menos lo reconocía—. Y luego está Heejin... Heejin es tan... tan... tan...

—Rara— ambas rieron ante lo que agregó Jungeun, tal como lo hubiera dicho la pelinegra.

—Sí, pero también es adorable. Tiene millones de caras que me derriten o que me hacen reír, además está muy buena... — Jungeun asintió rápidamente—. Y me protege. Dios, ¿viste cómo me agarraba del brazo cuando íbamos a cruzar una calle? Me corre la silla, me abre la puerta del auto, me trata como una princesa—  otra vez cara de boba—. ¿Y cómo juega con Yerim y Yeojin? ¡La adoran! — otra vez la bailarina estuvo de acuerdo.

—Me encanta ver cómo le enseña a tatuar a Yeojin— recordó Jungeun.

Hyunjin asintió.

—A mí me encanta cuando se pone celosa porque Yeojin viene hacia mi primero o porque me dice algo en secreto— agregó.

—Sabes que Yeojin lo hace a propósito, ¿cierto? — todas habían adivinado la intención de la pequeña.

—Claro— río Hyunjin—. Se parece a mí, le gusta poner celosa a Heejin— dijo aún con una sonrisa en su rostro. Sonrisa que llevaba bastante tiempo en su cara ya. De hecho, empezó a salir desde que Heejin fue a su oficina exactamente—. ¿Viste que en la noche siempre discutimos por quién duerme en el sillón y quién duerme en la cama y todo termina con las dos durmiendo en el sillón? — le preguntó a su amiga—. Bueno, te juro que no sé cómo hace, pero siempre me despierto en mi cama. No sé cuándo lo hace, ni como me levanta y hasta tomo mucho café para aguantar más tiempo y no dormirme antes que ella, pero nada sirve— explicó sonriente—. ¿Sabes que es lo peor? Que espero todo el día ese momento— confesó—. Me gusta verla hacer un muro entre medio con los almohadones, me gusta verla tratando de disimular cuando la agarro mirándome— suspiró profundo—. Solo... me gusta.

—¿Aún te lo quieres negar? — le preguntó Jungeun—. ¿Quieres seguir negando que estás loquita por Heejin cuando esta misma tarde te ha sacado más sonrisas que las que has dado en toda tu vida, Jinnie? — Jungeun interpretaba bien las cosas.

—No lo niego— confirmó Hyunjin—. Pero entre aceptarlo y que pase hay un abismo, Kim Lip—dijo con sabiduría, haciendo reflexionar a la bailarina.

Antes de que Jungeun pudiera seguir con la conversación, Jinsoul entró al departamento muy tranquila y lamiendo un cono de helado.

—Jinsoul, ¿qué haces? — la cuestionó Hyunjin—. Le dijiste a Heejin que ni aunque fueras pobre y estuvieras muerta de hambre probarías el helado, hasta te escondes cuando llegamos en el camioncito— se lo había dicho todas las veces que Heejin se lo ofreció por la cara de deseo que ponía la pelinegra.

—No seas tonta, se lo digo porque me gusta chocarle— aclaró la pelinegra—. Me encantan los rarihelados. Espero que la rari no se enoje porque acabe con el de chocolate...

—¡JINSOUL! — está vez las dos la habían retado.

—¿Qué? Es muy rico— se defendió—. Y ahora dejen de molestarme— se tiró en el sillón con ellas—. ¿De que hablaban? — cuestionó.

Hyunjin y Jungeun se miraron y la bailarina pudo leer la súplica de silencio en los ojos de la otra chica.

—De lo feliz que estaban Yerim y Yeojin cuando les dijimos que iban a poder pasar un fin de semana con nosotras— no era mentira, solo omitió una parte de la conversación.

—Pues Yeojin estará muy feliz, pero el otro demonio se puso a hacerme una lista de todo lo que quería tener para cuando viniera— Jinsoul sacó un papel de su bolsillo—. Una cama de auto. ¡Dios! A esta niña ya se le ve lo gay— protestó la pelinegra y siguió leyendo—. "Quiero comida casera para el almuerzo y pizza en la noche", "Muchas películas de Monstruos." Bueno, eso no es problema— aseguró Jinsoul—. Podemos mostrarle los videos caseros de ti y el pene corto teniendo sexo, Jinnie— la pelirroja no debería haber reído, pero su risa acompaño la de sus amigas—. "Quiero que te maquilles todos los días porque no quiero ver tu cara de vieja arruinada..." ¡HYUNJIN, ESTE SE LO DICTÓ TÚ RARITA! — se quejó.

La pelirroja que había estado aguantando la risa, uso su mano para pegarle en el brazo a su amiga.

—No es mí rarita— le dijo.

Jinsoul chistó y se reclinó en Jungeun.

—Por favor, si te faltó ponerle mayonesa y encerrarla entre dos panes para comértela. No le sacas la vista en todo el día.

—Hablando de Heejin. ¿Dónde está? — era cierto, Heejin supuestamente tenía que venir con la pelinegra.

Hyunjin interrogó a la pelinegra con su mirada y Jinsoul giró sus ojos.

—Qué se yo, dijo algo de comida y de autos. No sé. ¡ESTABA MUY OCUPADA ROBÁNDOME EL HELADO DE CHOCOLATE, ¿DE ACUERDO?! — no había tenido tiempo de escuchar a Heejin.

La empresaria hubiera ahorcado a su amiga si no fuera porque Heejin entró por la puerta con varias bolsas en su mano.

—¿Dónde estabas? — atacó sin controlar su tono y sin poder evitar que saliera más duro de lo que en realidad quería.

La castaña retrocedió varios pasos y se puso en pose.

—Fui a... a... a... comida... preferida— mientras trataba de explicarse, con su otra mano señalaba la bolsa que traía.

—¿Ya ves lo que hiciste pelirroja sin culo? Activaste el gen rarita— la retó Jinsoul—. Rari, no le hagas caso a la pelirroja con falta de sexo y trae eso para acá que tengo hambre— apuró la pelinegra.

—No le digas así— la retó Heejin—. El cu... el trasero de Hyunjin es perfecto— agregó sin pudor. Segundos después se dio cuenta de lo que había dicho y agachó la cabeza; totalmente colorada.

Hyunjin se paró y fue hasta ella, agarró las cosas de su mano y le dejó un beso en la mejilla.

—Gracias por defenderme— le dijo y se pasó la lengua por el labio, saboreando la esencia de Heejin.

—¿A dónde vas, Heejin?— Preguntó Jungeun, haciendo que Hyunjin se volviera a girar para mirar a la castaña, que por la pregunta de Jungeun se había quedado a medio camino de irse a su cuarto misterioso.

—Eh... voy a...

—¿No vas a comer con nosotras? — le preguntó la empresaria—. ¡Jinsoul, deja esa comida! — la pelinegra ya estaba engullendo—. Y tú— señaló a Heejin—, ven a comer con nosotras— ordenó.

Pero Heejin agitó su cabeza, negándose

Hyunjin alzó su ceja, llamando la atención de la otra chica; nunca fallaba.

—¿Por qué no, Jeon?

La tatuadora dejó de prestarle atención a la ceja y, torciendo su cabeza, habló.

—Tengo que... — con su mano señalaba el pasillo—. Se me ocurrió una idea y... y... tengo que ir a... — con su mano dibujaba en el aire—. Mark, un cliente quiere un dragón en la espalda y... y se me ocurrió... porque además quería que pusiera una caña de pescar en honor a su padre que falleció hace unos meses... — ninguna de las chicas pudo ocultar la sonrisa que Heejin les sacó—. Y... yo... yo pienso que quedaría muy bien que hiciera un poderoso dragón destrozando una caña de pescar, ¿saben? Como si... — Heejin se frenó de repente, había tenido un impulso hasta que se dio cuenta de los tres pares de ojos que tenía encima—. ¿Puedo ir? 

Hyunjin no pudo más, que le pidiera permiso era la gotita de azúcar que le faltaba para formar todo el algodón acaramelado que la pequeña estaba formando en su interior. Caminó hasta la castaña complacida porque la chica ya no huía cada vez que se acercaba a ella.

—Ve tranquila— le aseguró y, antes de que la castaña pudiera irse, le agarró el brazo. Lo sacó rápido cuando sintió pequeños temblores—. ¿Me puedes mostrar tu cuarto? — se animó a preguntar.

El silencio de Heejin fue eterno y cuando por fin se enfocó en Hyunjin, preguntó.

—¿Tú... tú quieres ver mi estudio? — la pelirroja le prestó atención al cambio de la palabra cuarto por estudio.

—No te preocupes, solo era curiosidad— se apresuró a corregir, no quería incomodarla. Se giró para volver a la comida—. Te guardamos... — quiso seguir caminando, pero una mano agarrando la suya propia la frenó y ya la estaba arrastrando pasillo adentro.

El tiempo en que Hyunjin cerró los ojos, entregándose al tacto de la castaña, pasó tan rápido que cuando los volvió a abrir ya estaba dentro del cuarto.

Cuando pudo frenar el temblor interno que el contacto con Heejin había dejado dentro de ella, la pelirroja focalizó su vista alrededor. No había freezeres para tranquilidad de Jinsoul, y lo que estaba viendo era lo opuesto a lo que ella imaginaba como el cuarto de un asesino serial. Por el contrario, era una imagen conocida por Hyunjin, porque el cuarto era una réplica a la oficina que Heejin tenía en su estudio. 

Había un tablero, habían varias notebooks, había otros aparatos electrónicos que Hyunjin no sabía para qué eran, un equipo de música, una camilla en donde se suponía que la pequeña realizaba sus tatuajes, sillas cómodas y muchos pero muchos dibujos y papeles por todas partes.

—¿Haces tatuajes aquí también? — le preguntó Hyunjin curiosa. En el tiempo que llevaba viviendo con Heejin, no había visto entrar a nadie.

La castaña asintió y cuando se dio cuenta de que Hyunjin no la miraba, agregó rápidamente: — Solo excepciones muy, muy pero súper muy especiales— dijo mientras la empresaria examinaba cada objeto que encontraba.

—Esto es muy triste.

En cuanto la pelirroja vio una pared llena de cuadros se emocionó pensando en que serían fotos de Heejin, pero, al igual que en su oficina, la pequeña tenía varios tatuajes encuadrados y con unas frases debajo de ellos. Cuando los estaba examinando, uno le llamó la atención:

—Rechazada— leyó en voz alta y se quedó mirando el duro dibujo. 

Al parecer estaba hecho en un omóplato y se trataba de una figura femenina y otra masculina que no tenían rostro, le estaban dando la espalda a una niña muy pequeña que estaba sentada a sus pies mientras se agarraba las rodillas y con su cabeza escondida entre ellas. La palabra que había leído Hyunjin estaba escrita como si se tratara de una especie de sello de esos que se usan para aceptar o rechazar solicitudes o trámites.

La empresaria siguió mirando los cuadros de la pared. Después de todo, no eran tantos como en la pared del estudio. Cada uno le llamaba más la atención que el otro y ninguno le producía alegría. Por el contrario, la entristecían. Uno que estaba en una esquina llamó su atención, ya lo había visto en alguna parte.

—Este... es... tuyo— la paloma que Hyunjin disfrutaba mirar en el cuello de Heejin estaba capturada en una fotografía con la palabra "libertad" escrita en el recuadro. Se iba a dar vuelta para cuestionar a Heejin, pero otro dibujo la detuvo. Una chistosa ranita que parecía estar en movimiento, le guiñaba el ojo. 

"Mi favorito es Froggie, la ranita".

Las palabras de Yeojin aparecieron de la nada en la cabeza de la pelirroja. Inmediatamente empezó a buscar un dibujo en especial y lo encontró rodeado de otros. A diferencia del resto, ese cuadro tenía dos fotos, una de frente donde empezaba la rama con las pequeñas flores y otra detrás donde, tal cual Hyunjin lo había predicho, terminaban en el hombro. Ese era su tatuaje preferido de Heejin, tal cual se lo había visto a ella. Se apresuró a leer lo que había escrito sobre ese dibujo.

—Una flor por cada vida— leyó para sí misma—. Son tus tatuajes— se dio vuelta para mirarla y la encontró lo más lejos posible, con la cabeza bien agachada y sin hacer gesto alguno. Eso le había dado la razón. Allí en esa pared estaba cada uno de los dibujos que la castaña tenía en su cuerpo y en cada uno resaltaba la primer frase o palabra que la mismísima Heejin había pensado la primera vez que los vio listos en su cuerpo.

Hyunjin quería irse, de verdad quería volver a la cocina y respetar la intimidad de Heejin, pero su cuerpo y mente pedían otra cosa, ambas partes pedían a gritos, chillaban por información. Estaba enfrente de una especie de diario de vida de la pequeña y no lo iba a desaprovechar, al fin y al cabo fue la castaña la que la dejo entrar. Volvió a mirar a la pared e inmediatamente se fue a lo que parecía ser una especie de centauro y que, la empresaria supuso por la foto, estaba ubicado en la parte baja de la espalda. A diferencia de los centauros comunes, la parte humana era una mujer muy bien dibujada y la otra parte era la parte del caballo.

—¡WOW! — no pudo evitar la exclamación cuando vio que el caballo estaba muy, pero muy y hasta exageradamente dotado. Hyunjin soltó una risa burlona de la que no fue consciente, pero hizo retroceder aún más a Heejin—. Ese tatuador debe haber sido bastante malo porque falló en las proporciones del dibujo— dijo muy segura para después leer la oración que acompañaba a la foto—. Mitad mujer y mitad animal.

La pelirroja no pudo evitar pensar en lo raro del mensaje y en la opinión de Jinsoul si lo viera.

—¿Qué quisiste decir con...? Heejin—Hyunjin dejó de mirar la pared para caminar hacia la otra chica. La pequeña era un solo tembleque—. Heejin... — insistió, haciendo que la castaña se alejara aún más de ella. Esta vez la pelirroja no se frenó, sino que fue directo a tomar el rostro de la castaña entre sus manos—. Heejin... tranquila... tranquila... — poco a poco el rostro de la pequeña fue aflojando y al final Hyunjin lo pudo levantar—. ¿Tranquila? — le preguntó, logrando una afirmación.

—Bien— suspiró, tranquilizándose ella también—. ¿Vamos a comer? — decisión sabia de la pelirroja; no era momento para seguir curioseando. Pero Heejim se negó—. ¿No? ¿Por qué...? — El dragón. Se le había olvidado el propósito original de Heejin. Heejin asintió sin palabras—. De acuerdo, te dejo comida entonces— le dio un beso en la mejilla—. No te demores— caminando, salió por la puerta.

—Hyunjin... — Heejin la hizo frenar antes de cerrar la puerta—. ¿Me das otro beso? — le pidió, extendiendo su cuello para resaltar su mejilla.

La sonrisa de la pelirroja era cada vez más grande. Abrió la puerta y caminó hacia la castaña despacio.

—Uno porque me lo pides— le dijo para después besarla—. Y otro para que te apures— dejó uno en su otra mejilla para luego retomar la salida y dejar a una Heejin dibujando de forma muy entusiasta y acelerada, una pelirroja la esperaba.

Hora y media más tarde.

En la sala.

—Deja de refunfuñar por lo bajo. Ya va a venir a comer. Pareces su madre— se quejó la pelinegra cuando vio a su socia y amiga mirar a la puerta cerrada del cuarto de Heejin y maldecir por décimo cuarta vez. 

Las chicas habían terminado de comer y se habían instalado en la sala a ver una película.

Hyunjin fulminó con la mirada a Jinsoul.

—No me gusta que no coma, hoy al mediodía tampoco lo hizo porque le dio su comida a Yerim. Tu hija es una tragona— le dijo.

—Ni me lo recuerdes, que tengo una lista llena de productos que exigió tener en la heladera para cuando vengan— explicó Jinsoul mientras el celular de Hyunjin sonaba de fondo, pero era ignorado por la pelirroja.

—¿Xion, tu hermana o tu madre? — Jungeun quería saber a quién estaba ignorando Hyunjin.

—Los tres— respondió irritada la empresaria—. Xion quiere saber el color de mi vestido para el aniversario, y así ponerse una corbata que convine, ya me ha llamado mil veces para tratar de convencerme que cambie el negro por un vestido azul; así resalta sus ojos— menos mal que justo Jinsoul estaba tomando agua y no pudo hacer comentario alguno—. Mi hermana quiere saber a qué hora sale mi vuelo y me llama para contarme sus diferentes planes para esquivar a mamá hasta que yo llegue...

—¿Y Kate?

Hyunjin suspiró.

—Mi madre quiere que lleve a Heejin— soltó, llamando la atención de las otras dos.

—Hyunjin...

Antes de que pudieran decir algo, las interrumpió.

—Y es lo único que quiero hacer— confeso—. Quiero agarrarla y meterla en mi valija y llevármela. De tan solo pensar que voy a pasar cuatro días sin verla, me desespero— ya no había nada que ocultar entre amigas.

— ¿Y por qué no la invitamos? — presionó Jungeun—. A mí me gustaría.

—Ustedes están mal de la cabeza, ¿cierto? — Jinsoul se oponía a la idea—. Jinnie, es la fiesta de aniversario de tus padres, las fiestas que organiza tu madre son legendarias, son de gran nivel, la rarita no encaja allí. No puede estar sin huir de nosotras así que imagínatela entre ese montón de gente— la verdad es que Jinsoul tenía un punto.

—Es solo una fiesta en el jardín de mis padres, Jinsoul— tampoco para exagerar.

—El jardín de tus padres ocupa casi todo Los Ángeles, Hyunjin— ambas chicas giraron los ojos.

—Déjate de decir pavadas, ¿quieres? — la freno—. Además, ya le dije a mamá que no, no creo que Heejin se sienta cómoda tampoco. Y más vale que tengas todo armado, Jinsoul. Salimos el jueves y no quiero perder otro vuelo por estupideces como: "olvide mis bikinis ultra pequeños" — cambió de tema hábilmente y de paso le hizo burla al recordar el último escándalo de la pelinegra en el aeropuerto.

—¿Te... te...? ¿Se van ya? — la voz preocupada de Heejin aparecía a sus espaldas—. Creí que... que no se mudaban hasta fin de mes— agrego con su cabeza agachada.

Hyunjin se levantó del sillón y fue hasta a ella. Una vez cerca, acarició su rostro y sintió a la castaña entregarse al tacto.

—Vamos a Los Ángeles a la fiesta aniversario de mis padres, es solo por el fin de semana— aclaró, tratando de hacer fuerza para que no le saliera la invitación de adentro.

—¿Tus padres viven en Los Ángeles? — preguntó la pequeña, ganándose una afirmación—. ¿Solo un fin de semana? — se ganó otra y allí detuvo las preguntas, mostrando una sonrisa y su lindo ayuelo que derritió a la pelirroja.

—Siéntate aquí. Mientras vemos la película, comes— se fue a la cocina, dejando a Heejin acomodándose en su banqueta y a Jungeun y Jinsoul totalmente desconcertadas por el comportamiento de su amiga—. Aquí tienes— Hyunjin le dio el plato y le dejo un beso en la mejilla. Se quiso ir al sillón, pero Heejin la frenó y cuando la miró, la castaña tenía expuesta su mejilla exageradamente—. ¿Otro beso? — preguntó con su ceja levantada. Heejin asintió, colorada, y Hyunjin rio—. Te estás abusando, Jeon— la reto en chiste y cumplió con lo pedido.

—Ya, Hyunjin Gay. Deja de chupetear a la rarita y ven a ver la condenada película— protesto la pelinegra.

—Ya puedes poner play, idiota— Hyunjin volvía al sillón ya tranquila y con sus oídos en su espalda, concentrada en los bocados de Heejin.

Diez minutos después, alguien golpeaba a la puerta. Protestando, Jinsoul se levantó a abrir.

—¿Quién carajo puede ser?

Cuando Jinsoul abrió la puerta, se encontró con dos mujeres muy nerviosas paradas en frente de ella. La mujer de cabello oscuro y baja, que segun Jinsoul tenía un buen par de años, parecía más calmada y con susurros trataba de serenar a la otra pobre mujer que era un solo nervio, movía sus manos sin parar, se arreglaba la ropa, se acomodaba su cabello, no conseguía quedarse quieta.

—Trata de calmarte, todo va a estar bien— escucho Jinsoul que la mujer azabache volvía a pedirle a su compañera, con gestos de cabeza.

La pelinegra frunció el ceño, considerando esos gestos muy parecidos a los de Heejin, la mujer alta asentía y se negaba a todo tipo de petición hecha por la azabache. Después de la inspección ocular que les hizo, Jinsoul decidió apurar las cosas.

—¿Están perdidas o qué buscan? — no las conocía y por ende no había buen trato para ellas.

La azabache se aclaró la garganta y habló con nerviosismo.

—Nos dijeron que acá podríamos encontrar a Jeon Heejin. ¿Es esta su casa? — preguntó dubitativa.

Jinsoul se demoró en contestar.

—Oigan, miren, yo sé que ella es muy rara y que por la pinta que tiene parece una ladrona de cuarta o una asesina serial, pero, créanme, y sepan que me cuesta decirlo, pero ella es una buena chica, no tiene freezeres escondidos ni nada de eso— explicó.

La más baja puso el brazo por encima de su mujer, que cada vez temblaba más, y volvió a hablar.

—Nosotras solo queremos...

—¡Esta bien! — la interrumpió la pelinegra—. Yo no quiero quedar presa. Allí está— abrió la puerta y señalo el sillón donde estaban dos de sus amigas y Heejin un poco más lejos de ellas mirando atentamente la película—. Es la de la banqueta, llévensela y trataremos de buscarle un abogado— dijo.

—Solo queremos hablar con ella— esto si salió con voz de la alta.

—¿Solo quieren hablar? ¿No son policías ni nada por el estilo? Porque miren que yo creo que un sustito no le vendría mal para sacarle un poco la rareza y como no quiso que ninguno de mis amigos la tocara, entonces...

—Solo queremos hablar con ella—repitió la peli plateada impaciente.

Jinsoul subió sus hombros.

—Rari, te buscan— dicho esto, salió rumbo al sillón y abrió la puerta, dejando que las chicas vieran una pareja en la entrada mirando a Heejin sin pestañear.

Por su parte, la castaña se levantó de la banqueta y caminó despacio hacia la puerta, pero se quedó bastante lejos de esta por las dudas. Hyunjin se alivió al pensar que no era con ella solo con quien la pequeña tomaba distancia.

—¿En qué puedo ayudarlas? —  pregunto la pequeña, nerviosa.

—¿Tu eres Jeon Heejin? — interrogó la peli plateada que parecía muy emocionada.

Heejin asintió sin palabras y se quedó esperando la respuesta a su pregunta. Por el contrario, solo vio como la mujer alta que la miraba intensamente se acercaba a ella con cautelosos pasos. Heejin se alejó aún más y la mujer se detuvo con gesto de dolor y aguantando lágrimas en sus ojos.

Para las otras tres chicas presentes, lejos había quedado la película que estaban viendo, las tres estaban concentradas en lo que pasaba en la sala.

—¿Qué quieren? — preguntó en una versión más directa su pregunta anterior.

La alta miró a la azabache y la baja a la peli plateada como si compartieran un secreto.

La azabache dio varios pasos para llegar a la distancia de su mujer y abrazarla.

—Heejin, nosotras somos... — la voz de la azabache se esfumó.

—Yo soy Rosé y ella es Jisoo, y somos tus madres— terminó la mujer para dar paso a un sepulcral silencio.

Hyunjin pudo ver como Heejin apretaba sus puños fuertemente y como todo su cuerpo se tensaba mientras agitaba la cabeza con desesperación.

—Eso no es cierto— dijo Heejin muy segura—. Eso no es cierto, yo... yo no tengo padres, a mí me abandonaron al nacer— repetía más como una explicación que como un reproche.

—Heejin, nosotras... — la alta dio un paso más y Heejin se alejó de nuevo, Hyunjin pudo escuchar un llanto ahogado salir de la boca de la alta.

Su esposa volvió a abrazarla y con valentía habló.

—Hemos estado buscándote durante años, no encontrábamos nada sobre ti hasta que por obra de Dios caímos en el convento de la hermana Ana— el nombre de la monja hizo que Heejin mirara a las dos personas que tenía en frente. No estaba en su pose habitual, ni tampoco temblaba del susto, lo que pudo distinguir Hyunjin era la rabia, el dolor y la impotencia que emanaba de todo el cuerpo de la chica.

—Yo no tengo padres... o... o madres, me abandonaron— volvió a repetir la tatuadora—. En el hogar hay y hubo miles de niños, seguramente se han confundido— en la mirada de Heejin se veía que ya buscaba la forma de escaparse a su oficina.

—Eres tú, lo sabemos. Lo puedo ver en tus ojos, lo siento aquí— dijo la peli plateada tocándose el corazón—. Solo deja que hablemos contigo, por favor, cinco minutos— la alta podía ver que en cualquier momento la chica huía y se apresuró con su ruego de tiempo.

Heejin volvió a agitar la cabeza de manera negativa y dio un paso más rumbo al pasillo.

La peli plateada y la azabache coordinaron un paso hacia ella. Estaban desesperadas.

—Por favor, Heejin— chilló la alta—. Por favor, era una época difícil para nosotras, no teníamos dinero ni para darte de comer, mucho menos para darte un techo que te protegiera del frío. Nuestra vida era un lío, tuvimos que hacerlo, teníamos una vida difícil, fue la decisión que...

— ¡CÁLLATE, CÁLLATE! ¡CÁLLATE, CARAJO!

El grito de Heejin era puro dolor.

La castaña caminó con paso decidido hasta ponerse a centímetros de la pareja.

—Ustedes no tienen la más puta idea de lo que es una vida difícil— dijo con serenidad—. ¿SABEN LO QUE ES DIFÍCIL? DIFÍCIL ES SABER A LOS TRES AÑOS QUE NO TIENES PADRES, QUE LOS QUE TUVISTE TE ABANDONARON, TE DEJARON TIRADA EN LA PUERTA DE UNA CASA Y QUE NO TE QUISIERON. DIFÍCIL ES LLEVAR VEINTICUATRO AÑOS DE VIDA CONTANDO CON UNA SUPUESTA FECHA, PORQUE LOS HIJOS DE PUTA DE MIS PADRES, NI SIQUIERA ME DEJARON ESA INFORMACIÓN— la castaña respiró hondo—. Difícil es matarse pensando toda la noche por qué tus padres no te quisieron y además de eso, ni siquiera te dieron a alguien que te amara por ellos—  finalizó con un susurro.

—Nos dijeron que era una buena familia, que te iban a aceptar— defendió en vano la azabache.

—Una buena familia que no quería hacerse cargo de una cosa rara como yo. Una buena familia para chicos normales, no como yo. Una buena familia que en vez de aceptarme eligieron dejarme tirada por ahí— respiró agitada—. ¿No tenían para comida dicen? Yo pasaba semanas y semanas sin comer, todo porque el estúpido tipo que nos mandaba a robar o a pedir ni siquiera le importaba tirarnos una migaja. ¿Saben que es difícil también? — la castaña no pensaba parar—. Difícil es haber probado todo tipo de drogas desde los 5 años porque se supone que así es más fácil que los niños de la calle hagan lo que los hijos de puta quieren. ¿Saben que lo que es una vida difícil? Difícil es tratar de dormir en un orfanato cuando sabes que la encargada de la noche va a venir a tocarte en lugares que no te gusta que te toquen, y más difícil es que tu primera vez y muchas y repetidas veces más sean con esa misma encargada. ¡ESO ES DIFICIL! — volvía el silencio, solo se escuchaba la respiración agitada de Heejin y los llantos de Rosé—. ¿Saben por qué mi apellido es Jeon? ¿O por qué me llamo Heejin? — no esperaba respuesta alguna así que siguió—. Ese nombre me lo puso la hermana Ana y el apellido me lo regalaron ella y su hermana; Jane. Y esto fue a mis quince años, porque antes solo era el puto nombre que al Estado se le ocurría darme— recordó—. Eso es tener una vida difícil, una vida donde ni siquiera pude terminar de estudiar porque ningún colegio quería aceptar a alguien con "problemas" como yo, o eso es lo que decían mis papeles.

—Hija, yo... — la azabache cada vez la embarraba más.

—¡QUE NO SOY TU HIJA, CARAJO! — seguido de esto, vino el puñetazo de Heejin en la cara de la azabache.

"Porque es lo mismo que haría si fueran mis padres" eran las palabras que Hyunjin recordó escuchar de Heejin cuando la castaña le explico el porqué de su ataque a los padres de Yeojin. Hyunjin se quiso parar a intervenir, pero Jinsoul y Jungeun la sujetaron.

La azabache quedó en el suelo agarrándose la boca, que sangraba, y Heejin fue por la peli plateada, la agarro de los hombros y la agitó fuertemente.

—PARA DE LLORAR, NO TIENES DERECHO DE HACERLO— ordenó—. YO NO LLORÉ CUANDO ENTRABA A LOS HOSPITALES CASI MUERTA POR CULPA DE LAS PELEAS CALLEJERAS, NI TAMPOCO PORQUE LOS HIJOS DE PUTA DE LOS HOGARES ME CASTIGABAN POR ESCAPARME A LOS GOLPES, NI TAMPOCO LLORABA CUANDO VOLABA DE FIEBRE Y SÓLO TENÍA MIS BRAZOS PARA CUBRIRME, Y MUCHO MENOS CUANDO PASABA NOCHES EN LA CÁRCEL PORQUE NO TENÍA A UNA JODIDA PERSONA QUE ME SACARA, ¡¡NO LLORÉ!!, ASÍ QUE TÚ TIENES QUE DEJAR DE HACERLO DE UNA PUTA VEZ— finalizó sin lograr nada porque el llanto de la alta era cada vez peor.

—Perdónanos, perdonamos, por favor, perdónanos— repetía Rosé una y otra vez.

—Trata de pedírselo a Dios, a ver si a ti te hace caso. Mi pedido de auxilio nunca lo escuchó— fue lo último que dijo, porque lo siguiente que se escuchó fue el portazo que la castaña dio cuando salió por la puerta.

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