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𝘛𝘢𝘱𝘦 𝟩

Inicio de la cinta

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𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮 𝗖𝗲𝗿𝗲𝘀

Neptuno es un estudiante muy destacado en el Instituto. A pesar de aparentar una fachada de idiota, es muy inteligente. Notas de dieces, promedios ejemplares y por supuesto se ha forjado una buena reputación con todos los profesores. Todos los maestros lo aman por su personalidad espontánea y amigable.
Ugh... ¡Hablar de él es muy aburrido!
Para todos es alguien a quien seguir, pero para mí, es solo una piedra más en mi zapato.
¿Por qué?
Porque, a pesar de ser alguien listo, no lo es tanto, pues se fijó en mi hermoso, amado y precioso Marte. Y obviamente, no lo dejaré pasar...

La reputación de Neptuno es inquebrantable; no cualquiera se va a creer que un estudiante ejemplar sea capaz de romper las reglas. Sin embargo, todos tienen su talón de Aquiles.
¿Cuál es el de Neptuno?
Su hermano menor, Tritón.
Tritón es todo lo contrario a Neptuno. No es aplicado, no es puntual, no es amigable y, algo que hunde aún más su reputación, es que pertenece a una pandilla. Dicha pandilla tiene a varios de sus miembros en el Instituto, aparte de Tritón, por lo que gran parte del tiempo este chico pasa con ellos cuando está aquí.
Pero... ¿Por qué Tritón sería el punto débil de Neptuno?
Bueno, Neptuno haría cualquier cosa por su hermanito con tal de que a él no le pase nada. Mete las manos en el fuego solo para poder salvarlo de cualquier situación.
Es aquí donde ejecuto mi plan.

Para hacer que a alguien lo expulsen, necesita tener tres advertencias hechas por la Consejera. Una mujer de actitud rígida que no se deja torcer por nada, ni por reputaciones, notas o lo que sea. Ella amonestará a cualquiera que rompa las políticas de la institución, siempre y cuando tenga pruebas para ello, se encargará de impartir justicia.

El primer paso es sencillo, pues el propio Tritón traerá lo que necesito.
¿Cómo lo sé?
Fácil. Todos los días, después del aseo, la pandilla de Tritón van a la parte de atrás del Instituto a fumar un paquete de cigarrillos. Es la parte más alejada del lugar, por eso mismo nunca los han pillado.
Todos en el Instituto lo saben, pero, para no tener problemas con esa clase de personas, no se meten.

La clase de Tritón es la siguiente a la mía, por lo que, desde mi asiento, puedo ver cuando pasan por el pasillo hacia su salón. Además, tampoco es que pasen en silencio; siempre se escuchan risas burlonas o algún grito cuando están cerca.
Eso no se hizo de esperar. Una risa muy estruendosa se escuchó por el pasillo y es ahí cuando los vi. Todos venían en su mundo hablando entre sí y riendo.
Me levanté de mi asiento y, de manera sigilosa, los empecé a seguir para asegurarme de que dejaran sus mochilas.
No tuve que esperar mucho; dejaron sus cosas y se fueron, sin darse cuenta de que yo estaba ahí. Me aseguré de que no hubiera nadie y entré a la clase buscando entre sus mochilas el paquete de cigarros. Busque en dos bolsos y en el tercero encontré lo que buscada.
"Cigarros: Listo".
Ahora debía ir a poner esto en la bolsa de Neptuno e ir a acusarlo con la Consejera. Pan comido.

Subí los escalones y entré a la clase número ocho. Habían tres chicas en el salón hablando tranquilamente. Maldije por lo bajo.
— ¿¡Ahora qué mierda hago!? —
Pensé y pensé, hasta que una idea algo tonta se me pasó por la mente. Era estúpida, pero podría funcionar.

Me dirigí al baño, llené una cubeta de agua, tomé un trapeador y me dirigí una vez más a la clase.
Las chicas seguían ahí, por lo que abrí la puerta y, con la cubeta en mano, fingí caerme, lo que "accidentalmente" terminó mojando a una de las chicas.
— ¿¡Qué carajos te pasa!? — Gritó la que estaba empadada.
— Lo siento. — Dije sin más, intentando no reír.
— ¡Agh! Acompáñenme al baño... — Gruñó, saliendo del aula seguida por sus dos amigas.
Vaya, funcionó.
Ahora sí, a lo que venía. Abrí el bulto de Neptuno y le metí los cigarros en un lugar donde no se diera cuenta que estaban ahí, pero que sería fácil de encontrar.
Salí de la clase y me fui directamente hacia la Oficina de la Consejera.

Llegué frente a esas puertas de madera de roble oscuro. Tragué un poco, desde que empecé a experimentar emociones, el amor no era la única que estaba en mí; el enojo, la tristeza, la alegría también estaban, cada una de ellas me abrumaba. Imagínate no haber experimentado nada y un día, cuando menos te lo esperas, ¡bum!, empiezas a sentir todo lo que nunca antes habías sentido. Simplemente es... Aterrador, y justamente así me sentía ahora mismo, me sentía aterrado.
La Consejera es una mujer de cuidado, tengo que saber usar mis palabras para no llegar a meter la pata y que todo mi plan para deshacerse de Neptuno se vaya por la borda.
"Lo hago por mi amado" Pensé, respiré hondo y con valentía toque la puerta. Del otro lado escuché una voz que decía: Adelante.
Abrí la puerta y de inmediato sentí la mirada de la Consejera sobre mí.
— ¿En qué puedo ayudarte? — Preguntó directamente.
— V-Vengo hacer un reporte. — Ella no me dijo nada y con una mano me indicó que me sentara.
— ¿Reporte de qué? —
— Quería reportar a un estudiante que trajo cigarrillos. Me ofreció uno, pero de inmediato me negué. No podía dejar pasar esta falta de respeto hacia el reglamento de la institución, por lo que pensé venir a decírselo. — La Consejera tenía una expresión seria, analizando delicadamente mis palabras.
— Entiendo, ¿quién es el estudiante que hizo la infracción? — Se puso sus lentes y tomó un bolígrafo.
— Neptuno. — Solté sin mucho rodeo. Ella se sorprendió al escuchar el nombre, supuse que pasaría, era el niño estrella infringiendo la ley. Obviamente, no me creyó, pero es su deber averiguar si es cierto o no, por lo que no le queda de otra.
— Eso es una acusación bastante seria, jovencito. Si lo que dices es verdad, me ocuparé de ello. De lo contrario, tendremos una charla. — Yo solo asentí y me fui de ahí, sintiéndome extremadamente nervioso.
Ay... Necesito ver a Marte para calmarme...

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿 𝗢𝗺𝗻𝗶𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲

Las clases comenzaron. Todo parecía ir bastante normal, cada estudiante estaba en su lugar escribiendo rápidamente lo que estaba en el pizarrón.
Por los pasillos, el ruido de unos tacones se hacían presentes. La Consejera había llegado a la clase número ocho, donde se encontró a los alumnos en lo suyo.
La maestra al notar su presencia se levantó de su lugar y fue hacia la puerta a hablar con la mujer.
Pasaron unos dos minutos hasta que profesora dirigió la mirada a su grupo y levemente dijo:
— Neptuno. — El chico de cabellos azules levantó su mirada, atento a lo que la mujer le tuviera que decir. — La Consejera te busca. — Toda la clase hizo el típico sonidito de: ¡Uy!, mientras el azulado se levantaba de su asiento.
— Trae tu mochila. — Esta vez la que habló fue la Consejera, con un tono de voz firme. El chico hizo caso y ahora si fue directamente hacia la puerta. — No tardaremos, Sheila, estoy segura que solo es una confusión. — Dicho esas palabras, salieron del aula rumbo a la Oficina de la mujer.

En la Oficina, La Consejera le indicó a Neptuno que se sentara.
— ¿E-Estoy en problemas? — Habló algo nervioso el chico.
— No por ahora. Recibí un reporte de que posiblemente trajiste cigarros al Instituto, te cité para ver si lo que me dicen es verdad. — El azulado se sorprendió.
— ¿Cigarros? ¡Ni siquiera fumo! ¿Por qué traería cigarros? — La mujer negó con la cabeza mientras levantaba suavemente sus hombros.
— No lo sé, por eso me gustaría revisar en tu mochila, para asegurarme de que sea mentira. Sé que tú no serías capaz de algo así, pero por mera formalidad y protocolo, tengo que hacerlo. —
— Claro, claro, revise todo lo que quiera. — Le extendió el bolso para que lo tomara y empezara con la búsqueda del dichoso paquete.
Metió sus manos en todas las bolsas posibles de la mochila y unos momentos después encontró lo que estaba buscando. Un paquete de cigarrillos ya abierto. Ambos se sorprendieron. Sin embargo, la sorpresa de la mujer no duró mucho, pues su expresión cambio a una de enojo.
— ¡Estás en muy graves problemas! ¿¡Cómo es posible que hayas traído esto al Instituto!? — Exclamó molesta.
— ¡E-Eso no es mío! ¡Yo nunca he tocado un cigarro en mi vida! — Habló claramente nervioso.
— ¿¡Si no es tuyo, entonces de quién es!? — La Consejera sostenía el paquete en su mano derecha con un agarre firme.
Neptuno vio la marca del paquete, sí, nunca en su vida había tocado un cigarro, pero ya había visto varias veces la marca de la caja. Su hermano Tritón era el que fumaba, esa caja le pertenecía a su hermano. Neptuno solo optó por suspirar, no podía delatar a su hermano, era su hermanito, no podía hacerle eso... Simplemente no.
— Yo... No lo sé... — Agachó la cabeza claramente decepcionado.
— Te levantaré un reporte. — Botó los cigarros en la basura. — Espero que esto no se vuelva a repetir, eres un estudiante de ejemplo, no te mal encamines con estas cosas. — Tomó asiento en la silla de su escritorio y comenzó a escribir en su computadora. — Puedes irte. — Eso fue lo último que se dijo en aquella sala. Neptuno solo asintió y salió de ahí.

No regresó de inmediato a su clase, si no fue a buscar a su hermano. Debía hablar con él, se había metido en problemas por su culpa.
No obstante, tenía una una pequeña duda.
¿Quién fue la persona que le dijo eso a la Consejera? ¿Cómo sabía que tenía los cigarros, si el había revisado su bolso miles de veces y no había nada ahí?
Como fuera, ya había sido castigado con una advertencia.
— ¡Tritón! — Llamó bastante molesto al de lentes oscuros.
— ¡Hey, Nep! ¿Qué pasa, bro? ¿Cómo sabías que estaría aquí? ¿Qué no estabas en clase? — El chico saludó bastante tranquilo al azulado, aunque estaba sorprendido de verlo ahí
— Siempre te saltas química, ¡pero no te vengo a hablar de eso! —
— Ya, ¿qué tienes? Te ves molesto. — Neptuno estaba apretando fuertemente el agarre de su bolso, quería jalarlo de las orejas.
— ¡Acabo de salir de la oficina de la Consejera porque encontraron cigarrillos en mi bolso! — Le tiro el papel de la amonestación a la cara. — ¡Y esos malditos cigarros eran tuyos! — Tritón leía la nota un tanto confundido.
¿Cómo fueron a parar sus cigarros ahí?
— Nep, no sé como llegaron hasta ahí, yo los traía en mi bolso. —
— ¡Es que en primer lugar no deberías haberlos traído! ¡Tuve que decir que eran míos para que no fueras afectado y adivina qué, tengo una amonestación! — Le arrebató el papel. — Me voy a mi clase. — Con eso se fue con pasos fuertes dejando a su hermano con cierto sentimiento de culpa.

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮 𝗖𝗲𝗿𝗲𝘀

Sabía que mi plan había salido bien cuando vi a Neptuno discutiendo con su hermano. La Consejera había hecho un excelente trabajo.
Sin embargo, gracias a ese pequeño incidente, comenzaron a revisar los bolsos todos los días las primeras horas de clase, por lo que, si algún estudiante traía algo ilegal, probablemente lo dejaría en su casillero. Sí... No pensaron muy bien las cosas. Me complicaron un poco la situación, pero eso no sería un impedimento para llevar a Neptuno a la segunda advertencia.

Hace unos días unas chicas empezaron a anunciar por todo sitio que habría una fiesta en casa de Europa. Ellas dijieron que todo aquel que quisiera ir a la fiesta debía llevar botanas, comida y por supuesto bebidas, pero no cualquier clase de bebidas, debían ser alcohólicas. Claro está que la pandilla de Tritón no dudó en ningún momento de presentarse en la fiesta, ellos se ofrecieron a llevar las cervezas.
La fiesta se haría después de clases, por lo que, en una mente tan minúscula como lo es la de los pandilleros, decidieron comprar las bebidas antes y llevarlas al Instituto para que más tarde, a la hora de la salida, no perdieran tiempo yendo a las tiendas. No me quejo, para mí era perfecto eso, simplemente debía abrir los casilleros y poner las latas en el locker de Neptuno.
Ya tenía experiencia abriendo casilleros, no sería tan complicado.

Luego de esperar a que todos dejaran sus cosas en sus casilleros, fui justamente al locker de Tritón. Vi por la rejilla que había dejado, habían varias latas ahí adentro. Mire a mi alrededor y como no había nadie, tomé un clip y una pinza para el cabello para abrirlo. Tome las latas y las metí rápidamente en mi mochila, mirando hacia todos lados para que nadie me viera.
No mentiré, estaba nervioso, últimamente había mucha vigilancia, por lo que debía aprovechar este momento de soledad y ser lo más rápido posible.
Hice lo mismo con el casillero de Neptuno y esta vez coloque las latas en el. Cerré ambos lockers y cuando terminé escuché como alguien se acercaba; me alejé un poco para evitar sospechas. Cuando veo que la que veía hacia mi dirección era Eris, estaba patrullando la zona. Ella me vió y me saludó.
— Hola, Ceres. ¿Qué tal? — Dijo con una leve sonrisa.
— Hola... — Pude dejar salir un pequeño suspiro. Por poco y me pillan.
— ¿Estás bien? Luces nervioso, es curioso en ti, nunca antes te había visto expresar una emoción. —
— Y-Yo... — Y es ahí donde una idea pasó por mi mente.
Eris es del Consejo Estudiantil, si ella hace un reporte es demasiado probable de que le crean de una, pues si vuelvo hacer yo otro reporte acusando a la misma persona, sería bastante sospechoso. Sonreí en mis adentros por esa gran idea.
— Es que me amenazaron... — Ella se sorprendió por eso.
— ¿Quién te amenazó? ¿Te lastimaron? — Se acercó a mi bastante preocupada.
— No, estoy bien... Verás, en la entrada estaba Neptuno hablando con unos chicos sobre la fiesta que habrá en la tarde y... Yo los ví como sacaban de sus bolsos varias latas de cerveza y cuando notaron mi presencia me dijieron que no se me ocurriera decir nada o tendría consecuencias... Y eso me asustó mucho, Eris. Sobre todo Neptuno, él fue el que me dijo eso... — La expresión de Eris cambió de preocupada a enojada. Ella en ningún momento dudó que estuviera mintiendo, ella sabía como era Neptuno, no era una actitud normal en él. Sin embargo, siempre le creería a sus amigos, no le importaba si era el mismísimo Papa, Eris jamás dudaría de las palabras de sus seres queridos.
— Agh... ¡Planetas tenían que ser! — Exclamó molesta. — Ese Neptuno siempre se me hizo una mosquita muerta detrás de esa fachada de "niño aplicado"... Voy a hacer un reporte para la Consejera, quédate tranquilo. — Se alejó de mí para irse, pero paró en seco. Algo molesta gritó al aire: — ¡Mierda! Necesito pruebas primero... — "Eso es lo que quería escuchar" Pensé.
— Las bebidas están en el casillero de Neptuno. — Eris se dirigió al casillero y por la rejilla vio todas las latas ahí. Sonrió satisfecha.
— Eso es todo lo que necesito. Ve a tu clase, iré de inmediato con la Consejera. — Yo asentí y me fui de ahí.
Ahora todo quedaba en manos de Eris y la Consejera, que eran nada más que mis peones en mi tablero de ajedrez. En ese tablero en donde se disputaba el amor de mi Marte.

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿 𝗢𝗺𝗻𝗶𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲

Eris tocó la puerta de la Consejera bastante molesta.
¿Cómo era posible que aquel estudiante tan emplejar fuera nada más que un hipócrita?
La chica ya conocía a muchas personas así, no era nuevo para ella. No obstante, eran cosas que jamás la dejarían de sorprender.

Eris escuchó como del otro lado de la puerta la Consejera decía adelante. Ella abrió la puerta y se adentró en la Oficina.
— Muy buenos días, vicepresidenta estudiantil. ¿Qué puedo hacer por ti? — Saludó amablemente la mujer sin perder, obviamente, su tono de voz serio y recto.
— Buenos días, Consejera. Vengo a hacer un reporte. — Habló firme y claro.
— ¿Tan temprano? Prosigue, te escucho. —
— El estudiante Neptuno trajo bebidas alcohólicas al Instituto, en este momento se encuentran en su casillero. — La mujer al escuchar aquello se sorprendió.
¿Neptuno otra vez infringiendo las reglas?
Pensaba que no se volviera a repetir algo así desde el incidente de los cigarros, ¿pero ahora alcohol?
En un inicio, a pesar de haberle hecho una amonestación, decidió pensar que alguien le había metido aquello en su mochila. Sin embargo, sin culpables, lástimosamente tuvo que levantar un reporte a su nombre; pero ahora, que alguien del Consejo le estuviera diciendo que encontró eso en su casillero, definitivamente le quitó esa idea de su cabeza. Neptuno se estaba comenzando a desviar.
— Lo llamaré de inmediato. — La Consejera tomó el micrófono que había en su oficina y por los parlantes del lugar llamó al acusado.

Unos dos minutos después Neptuno había llegado a la Oficina de la mujer, encontrándose con Eris que lo miraba mal y con la Consejera que lo observaba de manera seria. Él acató a tragar seco.
¿Ahora qué pasó?
— ¿M-Me llamó? — Preguntó tímidamente.
— Sí, necesito que me lleves a tu casillero. Ahora. — Neptuno se extrañó un poco por aquella exigencia.
No obstante, hizo caso y llevó a ambas mujeres a su locker.

Sacó la llave de su bolsillo y abrió su taquilla. Encontrándose con la sorpresa de que tenía varias latas de cerveza en ella.
La Consejera tomó una, volviéndolo a ver de inmediato.
— ¿¡Me puedes explicar cómo es posible que hayas traído esto al Instituto!? ¿¡Qué piensas que es este lugar para traer algo así!? — Gritó bastante enojada.
Eso provocó que varias personas se asomaran por los pasillos para ver que estaba pasando, incluido Ceres.
— ¡Yo no traje eso! ¡No tomó, lo juro! — Se intentó defender, pero su intento fue en vano.
— ¡No me vengas con excusas ahora! ¡Iremos ahora mismo a mi Oficina! Estás en grandes problemas, jovencito. — Neptuno lo único que hizo fue agachar su cabeza.
Esas bebidas no eran de él, sabía que habría una fiesta y sabía que su hermano y "amigos" las habían comprado.
¡El día anterior los había escuchado hablando de eso!
Incluso, le dijo claramente que no lo involucrara en sus cosas, pero al parecer no le importó y mírenlo, otra mancha más para su expediente.

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮 𝗖𝗲𝗿𝗲𝘀

Aquella escena simplemente fue hermosa de ver. Todas las personas a mi alrededor empezaron a hablar entre ellas, impactadas de ver como un estudiante tan aplicado, responsable y tranquilo como lo era Neptuno, haya sido pillado con cervezas en su casillero. Era algo que genuinamente no se esperaban.
Neptuno recibió su segunda sanción, solo una más y ya no habrá quién lo salve.

Para el tercer y último reporte, esperé que pasara otra semana. Debía ser rápido, Neptuno pasaba mucho tiempo con Marte y no me gustaba. Todos los días los espiaba y los veía hablar de manera muy amena. Eso hacía que mi sangre hirviera...
"Si no hubiera tanta seguridad..." Pensé mirando hacia una cámara. "Ya le hubiera clavado un cuchillo en la tráquea" En serio, ¡no lo soporto!
"Pero ya me deshaceré de él y nunca más tendré que volver a ver su maldita cara en este lugar. De hacer así lo mataré y me encargaré de desmen-" Mis pensamientos fueron interrumpidos por una mano en mi hombro.
— ¿Ceres? — Una chica de cabello grisáceo, de actitud serena se sentó junto a mí en la mesa.
— Sí, soy yo. — Me límite a responder.
De la nada la chica sacó de su abrigo una bolsa con pastillas y me lo dio debajo de la mesa.
— Tritón me dijo que te debía algo, ahora ya están a mano. — Yo asentí. Ella imitó mi gesto y se fue.
Te estarás preguntando... ¿Qué demonios acaba de pasar? ¿Tritón me debía algo? ¿Cómo es posible algo así?
Bueno, les explicaré.

Un día antes:

¿Cómo conseguir el ultimátum para la despedida de Neptuno?
Dejarle algo en su casillero es imposible ahora, los estudiantes del Club Estudiantil ahora vigilan los lockers a la hora de entrar y salir, además de los bolsos. Ahora se fijan en todo antes de entrar en nuestras aulas. ¡Ya no se puede ingresar nada ilegal sin que se den cuenta!
O bueno... Eso pensaba.

Resulta que siempre habrán ratas que logran burlar el sistema. Y aquí no había una excepción.
Esas ratas eran un grupo de chicas que siempre traían con ellas narcóticos. Se los escondían entre la ropa o abrigos, digamos que ellas se dieron cuenta que no revisaban muy a fondo la vestimenta, solo las bolsas de pantalones o suéteres. Por lo que, podían esconder dentro de sus blusas las bolsitas y pasar totalmente desapercibidas.
Yo, obviamente, me enteré de esto al verlas una vez hablando con el hermanito de mi rival. Hablaban tranquilamente, cuando de pronto, en un abrir y cerrar de ojos le dieron una bolsita con esas pastillas junto con sus respectivos cigarros.
Ahí supe como sería mi siguiente movimiento.

La hora después de la limpieza había llegado, y yo sabía dónde encontrar al grupito de Tritón a esa hora. Me dirigí hacia su zona, siendo golpeado por el humo del tabaco. Con mi mano aparte ese humo algo irritado.
¿Por qué siempre tienen que comportarse como clichés?
Mis pasos atrajeron su atención, cuando notaron que me acercaba, cambiaron sus sonrisas a expresiones serias, casi desafiantes.
— ¿Qué quieres? — Pude escuchar como uno de los pandilleros de ese lugar me habló de manera seca y agresiva.
Lo ignoré por completo y me acerqué hacia su "líder"
— Tritón. — Lo llamé. — Me gustaría hablar contigo. — Todos los presentes se miraron entre sí algo extrañados.
Tritón, en cambio, dio una última bocanada a su cigarro para luego aplastarlo con el zapato.
Se acercó con un aire de superioridad y, para mi desgracia, pasó su brazo derecho por mis hombros, como si fuéramos amigos de toda la vida. Era el gesto más falso que había visto en mi vida.
— Habla. — Dijo sin más.
— Necesito un favor tuyo. Verás, hace dos días te vi conversando con Rea. Ella te dio un paquete de cigarros y una bolsita pequeña de pastillas... Me gustaría que le pidieras una de esas bolsitas para mí. — Él soltó una leve risa burlona.
— ¿Me ves cara de mandadero? No hago favores a gente que no pertenezca a mi grupo. — Respiré hondo, trantando de mantener mi compostura.
— Estoy dispuesto a hacer lo que sea. — Respondí con determinación, una determinación que evidentemente él no se esperaba al ver su expresión un poco sorprendida.
— ¿Lo que sea...? — Repitió jugando con la idea. — Bueno, resulta que tengo un problema. —
Me explicó, con un tono que aparentaba ser casual, cómo estaba siendo acosado por una pandilla rival. Cada día lo esperaban afuera del Instituto, pero él nunca se atrevía a salir.
"Qué cobarde"
— Me gustaría dejarles en claro que no se metan conmigo o habrán consecuencias. —
— ¿Por qué no los enfrentas con tu grupito? — Pregunté, sin ocultar mi disgusto.
— No quiero que los lastimen. — Su tono era indignado, cómo si estuviera haciendo un sacrificio noble. Luego añadió: — Ahora que lo pienso, si me ayudas con esto, es probable que salgas lastimado. Mejor olvida tu favor y pídeselo a otro. — Negué de inmediato. Mi plan dependía de este idiota, no iba a dejar que su cobardía lo echara a perder.
— Te ayudaré. No tienes idea de con quién estás hablando. — Él sonrió y rió suavemente.
¿De qué se ríe este imbécil?
— ¡Wow! Bueno, veamos de qué eres capaz. — Sacó su teléfono. — Según por la hora esos estúpidos están esperando. —
— Entonces no alarguemos más esto. — Dije irritado mientras me daba la vuelta y me iba de ahí.
— ¡Espera! — Con esas palabras salió corriendo tras de mí.

Habíamos llegado a la entrada del Instituto y justo en el fondo pude ver a unos tipejos muy mal vestidos y con bates. Estoy seguro que toda esa fachada es para intimidar, cosa que no lograron en mí, se veían tan ridículos.
Tritón, por su parte, se escondió detrás de mí.
— Bueno, ahí están. ¿Y ahora qué? — Preguntó. Yo lo ignore y fui directo hacia esos vagabundos. — ¿¡Qué haces!? ¿¡Estás-!? ¡Agh! —
Los insultos comenzaron en cuanto me acerqué, pero los detuve de golpe con un puñetazo directo al estómago del primero que intentó tocarme. El impacto fue lo suficientemente fuerte para doblarlo en dos, dejando a los demás paralizados por un segundo.
No duró mucho. Los otros dos reaccionaron rápidamente, levantando sus bates y lanzándose hacia mí. Su fuerza bruta era evidente, pero carecían de estrategia. Esquivé el primer golpe girando hacia un lado, y el siguiente al agacharme justo a tiempo. Mi contrataque fue rápido: un gancho al mentón del segundo y una patada al tercero que lo derribó al suelo.
"Esto es tan patético..."
Uno de ellos, más desesperado que los otros, sacó una navaja. Por un momento sentí cómo mi corazón se aceleraba, pero no permití que el miedo se reflejara en mi rostro. Observé sus movimientos con atención.
— ¿De verdad quieres intentar eso? — Mi voz salió calmada, pero amenazante.
Se lanzó hacia mí, y en un movimiento rápido lo desarmé, torciendo su muñeca hasta que soltó el arma. Con un empujón lo tiré al suelo junto a los demás.
Cuando todo terminó, me sobé los nudillos. La adrenalina aún corría por mi cuerpo, pero me obligué a respirar hondo y recuperar la compostura.
Tritón, que había observado todo escondido, salió de su rincón con la boca abierta.
— Eso fue... Impresionante... Nunca había visto algo así. Tú... Tú no eres humano. — Lo admito, ese comentario me sacó una risa. — Te haré el favor. Sin embargo, puedes estar seguro que si necesitas otras cosas, estaré siempre a tu disposición. Esto que hiciste hoy... Nunca sabré como pagártelo. — Yo sonreí para mis adentros, eso es bastante útil, lo había convertido en una herramienta más.
— No es nada. Y lo tendré presente. — Esas fueron las últimas palabras que dije antes de irme de ahí.
Ahora solo era esperar que hiciera la otra parte del acuerdo.

En el presente:

Tenía la bolsa de pastillas en mi mano, ella había logrado infiltrar esto con ciudado como siempre lo hacía. Ahora lo difícil de esto: Me tendré que acercar a Neptuno y con sumo cuidado sin que se de cuenta dejarle esto en el gorro de su abrigo.
¿Por qué el gorro?
Sencillo, las mochilas, casilleros y bolsillos siempre se revisan, pero nadie pensaría en revisar un lugar tan específico. Si ven que un alumno, aún con todas estas medidas, logra introducir algo así, se asume que alguien del Consejo lo dejó pasar. No podía permitir que mi pieza más valiosa, Eris, quedara entredicho. Si tengo a alguien del Consejo a mi lado, siempre será más fácil ejecutar mis planes. Por eso, el ponerle las pastillas en el gorro del abrigo no es una idea tan descabellada.

Neptuno estaba hablando tranquilo con algunos conocidos. Yo lo veía a lo lejos, esperando el momento perfecto para hacer mi movimiento, solo era ser paciente y discreto. Miré la hora y ya casi era la entrada a clases, en cualquier momento se tendrían que despedir y será mi oportunidad.
Estaba contando el tiempo en mi cabeza cuando exactamente a los tres minutos se despidieron y cada quien tomó camino a su salón. Yo me apresuré, la clase de Neptuno no estaba lejos, en cualquier momento entraría y ya no podría hacer nada.
Cuando estuve lo suficientemente cerca miré a mi alrededor, habían algunas personas y estábamos apunto de llegar, pero debía arriesgarme, era ahora o nunca. Saqué de mi bolsillo los narcóticos y los metí en su gorro justo antes de cruzara la puerta.
"Misión cumplida"
Mierda... Estoy temblando... Pensaba que no lo iba a lograr, pero lo hice.
Ahora era esperar, en cualquier momento se va a quitar ese abrigo y de ahí esperar que la magia suceda.

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿 𝗢𝗺𝗻𝗶𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲

Neptuno entró a su salón con normalidad. Hoy era un día bastante agradable y a la vez emocionante. Quería invitar a Marte a una cita, lo haría en el almuerzo, estaba ansioso, pero tenía el presentimiento de que lo aceptaría.

Se sentó en su mesa y saludó amablemente a la maestra. Ella lo saludó igual en respuesta.
La clase comenzó y todo iba bastante normal, hasta que poco a poco el día comenzó a calentar. Todos los estudiante empezaron a abrir las ventanas y quitarse sus abrigos para refrescarse un poco. Evidentemente, el azulado no se quedó atrás, y con cuidado se comenzó a quitar su abrigo. De repente, algo cayó de su suéter.
— Oh, Neptuno, se te cay- — La chica no pudo terminar su frase al darse cuenta de lo que había recogido: Narcóticos.
Ella y Neptuno se vieron fijamente, ambos con la misma sorpresa, pero con diferentes dudas. La joven no se iba a callar aquello, por lo que llamó la atención de la profesora. Neptuno la vio horrorizado.
¿¡En serio pensó que eran de él!? ¡Si por su apariencia se ve que no consume nada!
La maestra se acercó y vio la bolsa. No habían palabras para describir la decepción que había en su rostro.
— ¡A la Oficina de la Consejera! ¡Ahora! — Lo tomó del brazo y le arrebató a la chica las pastillas.
Esto ya era el colmo de los colmos.

La maestra abrió de golpe las puertas de la Oficina de la Consejera.
— Trajo drogas al Instituto. — Eso fue lo que dijo la profesora entrando con Neptuno y dejando las pastillas en el escritorio de la castaña.
La Consejera lo miró y luego a la bolsa de narcóticos. Ya había pasado de la ralla. Aunque no le dijo nada, ya había hecho dos reportes del mismo estudiante con cosas ilegales, esto simplemente ya no la sorprendió, solo la decepcionó más de lo que ya estaba.
— Neptuno. — Lo llamó, pero antes de que dijiera algo el chico comenzó a hablar.
— ¡Eso no es mío! ¡Estoy seguro que alguien lo puso entre mi ro-! — La Consejera alzó la mano callándolo de inmediato.
— No me mientas. Dos veces se te ha pillado con artículos que están prohibidos en este lugar y ahora con drogas... Ya te di dos oportunidades, y las dos las has desperdiciado. No me dejas otra opción, estás expulsado del Insituto. — Neptuno comenzó a negar rápidamente con su cabeza.
— ¡No por favor! ¡Se lo digo en serio! ¡Nada de eso ha sido mío! — No obstante, sus ruegos fueron ignorados.

.  . ☠︎︎ ?

𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮 𝗖𝗲𝗿𝗲𝘀

Según tengo entendido. La Consejera llamó a la madre de Neptuno y a la policía para que se encargaran de los narcóticos.
Neptuno fue expulsado del Instituto para que nunca más fuera admitido de nuevo en este lugar y en ningún otro, pues su expediente quedo tan manchando que le sería difícil encontrar un lugar para terminar sus estudios. Además de poseer ahora en su hoja de delincuencia un delito de manejo de drogas.
Vaya... ¿No pudo salir mejor?
Quite de mi camino a mi rival, fue un trabajo duro sí, pero por fin lo elimine. Ahora mi Marte está a salvo, o bueno, eso es lo que siempre pienso antes de aparezca otra rata de alcantarilla, pues como siempre y sin ninguna sorpresa apareció.

Luna, hermano menor de Tierra... ¿Cómo se atreve aparecer ahora?
Ya van nueve chico, no es divertido ya, eh.
Luna es un chico bastante... ¿Normal?
Se lleva bien con Titán y con todo el club lunar; con los planetas, tanto enanos como pequeños; y también con las estrellas. La verdad, Luna tenía para elegir de quien enamorarse, pero justamente decidió fijarse en el que yo también estoy interesado. ¿Por qué?
Sencillo, desde el suicidio de su hermano mayor, Luna ha estado muy deprimido. Por esa misma razón no había ido a clases, llevaba meses sin aparecer, pero justamente acababa de volver.
Marte, tan amable y hermoso que es, le ha sido de gran apoyo. Ambos han sufrido la muerte de Tierra, por lo que los dos entienden su dolor. Sin embargo, eso no es una excusa para enamorarse de alguien que ya tiene con quien estar. ¡Debe aprender a respetar relaciones!
Por eso se me ocurre un plan... ¿Y si dejó que sea Marte quien le diga que no está interesado?
Claro, obviamente meteré mi mano para que así sea. No obstante

𝗠𝗲 𝗲𝗻𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝗿𝗶́𝗮 𝘃𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗲 𝗿𝗼𝗺𝗽𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇𝗼́𝗻

Fin de la cinta

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