𝘛𝘢𝘱𝘦 𝟨
Inicio de la cinta
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𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮 𝗖𝗲𝗿𝗲𝘀
Imagina una bola de nieve que va cayendo cuesta abajo.
¿Qué es lo que tenderá a ocurrir pasado unos segundos, mientras la bola siga tocando nieve?
Que, evidentemente, seguirá creciendo, y creciendo, y creciendo. Al principio, puede ser pequeña e inofensiva, la típica bola de nieve que un niño puede tirar a otro sin que ocurra nada grave. Pero esa pequeña bolita inocente puede convertirse en un alud que arrase con todo.
Al igual que los rumores, estos empiezan con pláticas pequeñas, no tan graves en su momento, pero, entre más cosas se les añadan, más grandes se hacen, llegando a provocar desastres. Esto se llama "efecto bola de nieve".
Urano no es alguien que tenga una buena reputación en el Instituto. Aunque no lo molesten directamente, siempre ruedan esos pequeños rumores alrededor de su nombre. Urano sabe que las personas hablan mal de él, pero, como son cosas tontas, no les presta atención. Ese va a ser su error, porque, poco a poco, una avalancha se le va a venir encima, y nada ni nadie lo va a salvar de esa desgracia.
𝗦𝗲𝗿𝗮́ 𝘀𝘂 𝗳𝗶𝗻.
๋࣭ .𖥔 ݁ ˖🔪✧˖°
Me encontraba en el club de cocina. Tengo una amiga allí, Caronte. Ella me invitó a comer unas galletas que estaba horneando y, a pesar de no querer ir en un inicio, me convenció. No por las galletas, sino porque una idea pasó como un relámpago por mi mente.
Caronte es una chica muy amigable, amable y cariñosa, pero tiene un problema: es chismosa. No sabe cuándo debe callarse algo. Sea lo que sea, se lo dirá a alguien, y ese alguien se lo dirá a otro, y así sucesivamente. Gran parte de los chismes y rumores de este lugar se saben por medio de ella. Por lo cual, ella será mi voz.
— ¿Ceres? — Me llamó Caronte. Por estar perdido en mis pensamientos, no estaba prestando atención a lo que me estaba diciendo. — ¿Estás bien? Te noto distraído... — Preguntó con preocupación.
— ¿Ah? Sí, sí, estoy bien, solo pensando en mis cosas. — Contesté. Ella asintió, más calmada.
— Yo también he estado algo distraída... — La miré. — Lo que ha pasado últimamente me... me tiene muerta de miedo. ¿Qué pasará si soy la siguiente? No quiero... morir de una forma tan cruel como lo es ser asesinada. — "Tranquila, niña, no eres un blanco en mi lista". Pensé.
— Te entiendo. Todos estamos así, pero ya no te preocupes tanto. Es imposible que alguien entre aquí y haga algún daño. Hay cámaras por doquier, detectores de metales en cada esquina y, claro, el Consejo Estudiantil monitorea los pasillos. Así que tranquila. — Caronte me sonrió, más tranquila.
Por eso, mis estrategias para deshacerme de mis rivales cambiaron abruptamente. Ya es más arriesgado todo, y, a este punto, no puedo permitirme fallar.
— Gracias, Ceres, eres un gran amigo. — Caronte siguió horneando las galletas en total silencio.
Supongo que ya es hora de llevar a cabo mi plan.
— ¿Sabes, Caro? — Comencé, jugando con el borde de la taza que hacía unas horas Caronte me había dado. — Algo que me tiene pensando últimamente es cómo la gente puede ser tan hipócrita. — Me miró confundida.
— ¿A qué te refieres? — Su voz era una mezcla de desconcierto combinado con curiosidad.
Yo bajé la voz, como si el tema que fuéramos a discutir fuera demasiado delicado para que alguien más lo escuchara.
— ¿Recuerdas lo que me dijiste antes? Sobre que tienes miedo de que algo pase con todo lo que está ocurriendo. — Ella asintió.
— Bueno... Hay algo que escuché sobre Urano que... No sé, me hace pensar que todo esto puede escalar de maneras inesperadas. — Su rostro se iluminó con interés.
— ¿Qué cosa? — Hice una pausa, fingiendo dudar si debía decirlo.
— Dicen que Urano ha estado hablando mal de las chicas populares del Instituto. Ya sabes, Europa, Titania y Rea. Dicen que las está culpando de lo que está pasando. No dice que sean las asesinas, pero que pueden estar relacionadas con al menos alguno de los casos que ha ocurrido en la Institución. — Finalmente, moldeé la bola de nieve y la hice rodar por la colina.
— ¿¡Qué!? — Caronte dejó caer unas galletas que ya estaban listas. Para su suerte, no se quebraron.
— Sí, pero lo peor no es eso... — Continué, asegurándome de sonar indignado. — Todos saben que dice eso porque tiene envidia de que ellas sean populares y él no. Ya sabes... él siempre quiso ser popular. — Noté en su cara que estaba sorprendida con lo que le estaba diciendo.
— Lo que dice es... Muy grave. ¿Por qué haría algo así? —
— No lo sé. — Dije, encogiéndome de hombros. — Pero eso fue lo que me dijo una chica que lo escuchó: que Europa estaba celosa de Theia y mandándola a matar o que Rea fue la que empujó a Sol de la azotea. — El rostro de Caronte reflejaba indignación, decepción y, sobre todo, asombro.
— Eso ya es caer demasiado bajo. Solo porque no te acepten en un grupo no significa que tienes que estar diciendo mentiras de ellas. — Llevó una mano a su mejilla. — Si Europa o Rea se enteran, va a estar en problemas. —
— Exacto. — Suspiré. — Pero no digas nada, la situación puede volverse peor. — Ella me prometió que no diría nada, aunque sé que fallará a su palabra.
Es solo cuestión de tiempo antes de que las palabras lleguen a oídos de esas chicas, y digamos que ellas muy calmadas no son. Son las populares, pero también son conocidas por hacerle la vida imposible a los que no son de su agrado.
— ¿Me darías unas cuantas para llevar? — Pregunté.
Caronte asintió y metió unas cuantas galletas en una bolsita de papel.
— Gracias. Nos vemos en clase, Caro. — Me despedí de ella y salí del club.
Quería llevar esas galletas a Marte, un regalito para él es lo mínimo que puedo hacer. Espero que le gusten, porque lo que más quiero en este mundo es que él esté bien y a mi lado.
Por eso, la competencia debe ser eliminada del camino. Si alguno de esos chicos se hubiera quedado con él, su vida solo sería miserable. No sería amado de la manera que debería. Solo yo puedo amarlo de la forma que lo merece.
๋࣭ .𖥔 ݁ ˖🔪✧˖°
Tal como esperé, Caronte llevó el chisme a las chicas que, obviamente, no se lo tomaron para nada bien. Pero tenían razón: ¿por qué debían soportar acusaciones sin fundamento?
Obviamente, tomaron cartas en el asunto. Europa, que es la "líder" de aquel grupo, les dijo a sus amigas y algunos de sus seguidores que empezaran a molestarlo. Le quitaban el almuerzo, le tiraban los cuadernos, le dejaban notas para nada amigables y hablaban mal de él en las redes.
Urano no sabía por qué comenzaron a molestarlo. Él ya sabía que tenía mala reputación, pero jamás habían llegado a ese punto. Siempre negaba lo que le decían, aseguraba que jamás acusaría a nadie de algo tan grave como un asesinato. Sin embargo, nadie le creía, ni siquiera mi querido Marte.
Urano estaba sentado en su pupitre, que estaba manchado de mensajes para nada positivos. Había uno en grande, escrito en letras negras, que decía: "Mátate".
De pronto, un grupo de chicas rodeó su lugar. Ellas sonreían de manera burlona, mientras Europa llegaba con unos borradores en las manos. Se acercó a Urano y los golpeó contra su cabeza. Las otras chicas comenzaron a reírse a carcajadas. Urano lo único que hizo fue llevarse las manos a donde fue golpeado para amortiguar el dolor.
— Qué imbécil... — Europa dejó caer los borradores y salió del aula seguida de sus amigas.
Urano suspiró. Ya estaba cansado de esto. Pensaba que podría ignorarlo, pero parece que ya no más.
Yo, por mi parte, lo había visto todo y no podía estar más feliz. Solo que esto era la mitad de mi plan.
Entré al salón donde estaba Urano y me puse frente a él. En ese momento, puse mi mejor cara de preocupación.
— ¿Estás bien? — Urano me miró.
— ¿Te importa? — Contestó de forma borde. No obstante, eso no me iba a detener.
— La verdad, sí... — Mentira. — No me gustaría que alguien más le pasara lo mismo que a Tierra. Sería una gran tragedia. — Me miró confundido.
— ¿Lo mismo que a Tierra? — Preguntó. — ¿Q-Qué pasó con él? — Por su tono de voz podía notar que estaba preocupado.
— ¿No lo sabes? — Él negó con la cabeza. — Tierra sufrió un bullying terrible, parecido al tuyo. Él no soportó más y se suicidó. — Nada más escuchar aquello, se quedó de piedra.
— Y-Yo jamás haría algo así... —
— Tierra pensaba lo mismo, pero lo llevaron al límite y ya no está... Ellas no descansarán hasta que estés muerto. — Urano tragó grueso. — Yo que tú, mejor me iría del Instituto antes de que la situación se ponga peor. Piénsalo, te lo digo por tu bien. — Y, con eso, me fui del salón, dejándolo con aquella espina clavada.
๋࣭ .𖥔 ݁ ˖🔪✧˖°
Tal parece que mis palabras le llegaron y activaron un miedo que jamás pensó que tendría, pues al día siguiente Urano ya no estaba. Se había ido de la escuela por todo el acoso que había estado recibiendo. Lo logré. Hice que se fuera de este lugar para que nunca más quiera ni siquiera asomarse aquí. Espero que su vida no sea tan miserable, a pesar de ya serlo.
Cambiando de tema, como estaba feliz por haber eliminado a mi rival, decidí llevarle un regalo a mi Marte. Últimamente lo había estado haciendo y verle una sonrisa en su rostro cada vez que recibía algo de su "admirador secreto" me llenaba el corazón. Solo yo soy capaz de hacerlo sonreír de esa manera tan maravillosa, esas sonrisas son mi deleite personal, mi razón de ser y de vivir.
El salón de Marte estaba un piso arriba del mío, por lo que subí las escaleras y estaba dispuesto a entrar. Pero algo me frenó. Él estaba ahí, hablando con un chico. Al parecer, era alguien nuevo, pues nunca lo había visto.
Su cabello era azul oscuro y, tal parece, era algo torpe. Pero no tan estúpido como para fijarse en mi amado Marte. "Genial... Otro más". Pensé.
Apreté el regalo levemente. Ya estoy harto de que siempre haya alguien más detrás de él. Tengo que pensar en cómo deshacerme de este.
Tal vez... Pueda hacer que lo echen... Es alguien nuevo, no lo conocen, no saben qué clase de persona es. Puede ser un peligro.
𝗦𝗶́... 𝗛𝗮𝗿𝗲́ 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗼 𝗲𝘅𝗽𝘂𝗹𝘀𝗲𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗜𝗻𝘀𝘁𝗶𝘁𝘂𝘁𝗼.
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