༊ Veintidós ༊
Nuestro último día lo habíamos reservado para hacer un recorrido completo por el Museo De Arte de Busan y el Museo Geun de Fotografía, finalizando con una visita al Shinsegae Centum City, el complejo comercial más largo en el mundo, con pista de hielo incluida. La verdad me hacía mucha ilusión tener una cita con YoonGi donde pudiéramos patinar así que al despertar esa mañana estaba cruzando los dedos para que hubiera la oportunidad de tener un rato a solas con él.
—Pero yo no sé patinar. —me había dicho él cuando le conté mí idea.
—Yo te enseño —le dije, dejando un beso en su mejilla—. No es como que sea un patinador olímpico ni nada de eso pero me defiendo lo bastante como para patinar con decencia, además dijiste que querías patinar.
—No creí que lo tomarías en serio.
—¿Acaso no me he tomado en serio tus peticiones estas dos noches? —dije provocando que YoonGi se sonrojara.
No pudo responderme así que se lo deje pasar con un beso sobre su frente solo para pedirle que me devolviera uno igual pero en vez de eso YoonGi baño mí rostro con pequeños besos, haciéndome reír.
Como el museo abría a eso de las diez tuvimos que tomar el desayuno desde muy temprano, que alegría que fuera un buffet. YoonGi me había seguido en la fila y como había personas auxiliares en cada estación de comida no le tuve que enlistar la comida disponible, pues ellos le decían el menú y le servían sin ningún problema. YoonGi parecía un poco más cómodo con ello a comparación de las veces en que necesitaba que yo leyera el menú para él o en las que simplemente yo ordenaba lo que fuera, arriesgándonos a que él no disfrutara de la comida.
Ya bien repletos del estómago subimos a los autobuses, directo al distrito de Haeundae. Llegamos poco antes de las once de la mañana y compramos las entradas de las exhibiciones especiales, YoonGi solo pagó la mitad. Fue un tour con tres guías, uno por cada clase.
Nuestros tutores hacían señalamientos de acuerdo a su especialidad sobre el uso del color, el estilo, la textura y un sin fin de cosas, todo para que en un futuro fuésemos capaces de aprovechar al máximo los recursos artísticos conocidos y si era posible, generar los nuestros por cuenta propia algún día, eso como una contribución a la cultura de nuestro país.
Esculturas, fotografías, pinturas y murales. Un mundo lleno de colores y formas hipnotizantes. Ame tanto aquel lugar, incluso un poco más cuando miraba la expresión de sumo interés en YoonGi, quien iba escuchando hablar a los guías aun cuando no podía ver las pinturas.
—¿No te aburres? —le pregunté por si acaso estaba fingiendo.
El negó y sonrió con confusión.
—¿Parezco aburrido?
—No realmente, solo me preguntaba si podrías estarlo en el fondo.
—Mmh. —YoonGi torció los labios y entrecerró los ojos, se inclinó hacia mí y me susurro bajito. —¿Será que piensas eso porque no puedo ver las obras de arte?
Pillado, eso había pasado, YoonGi sabía leerme bastante bien. Como me quedé callado él volvió a reír y se apartó.
—Puedo imaginar la obra con las descripciones que dan los guías y aunque se que seguramente lo que imagino nada tiene que ver con la realidad, me entretiene bastante el escuchar.
Su hermosa expresión fue sólo eso, y yo sonreí con él.
Terminado nuestro primer recorrido tomamos el almuerzo, y de allí nos pasamos por el museo de fotografía, otro lugar increíble del que no salimos hasta ya llegado el atardecer. Nuestro destino final, el Centum City nos recibió con un bullicio interminable de gente, escaparates infinitos con ropa de todos los estilos, cafeterías, joyerías, tiendas de música y cientos de lugares más que son imposibles de enlistar.
La mitad de las chicas corrieron con sólo poner un pie dentro, directo a las tiendas de ropa. ¿Qué tienen ellas con eso de las marcas? El resto de mis compañeros se separó en pequeños grupos, unos yendo al parque en el techo del edificio para tomar fotos del Río Nakdong, otros al campo de golf, algunos al SPA y muchos más a los restaurantes gourmet. Me quedé pensando un rato hasta que le pregunté a YoonGi que quería hacer.
—Son catorce pisos —dije—. ¿Hay algo que necesites o quieras buscar?
YoonGi me sonrió y negó.
—¿Dónde está la pista?
Quería darle un beso enorme pero me contuve, ya después, de vuelta en el hotel, podría hacerlo. Así que fuimos a buscar un mapa del lugar. La pista estaba al otro extremo en el cuarto piso. Tardamos casi veinte minutos para llegar hasta allí pero valió la pena. La pista era enorme. Pagué las entradas, dos horas incluidas por cada boleto y después alquilamos los patines. YoonGi se veía muy nervioso desde el minuto uno en que sus pies tocaron el suelo pero lo agarré bien fuerte, asegurándole que no dejaría que se cayera, y que si eso pasaba pues yo me caería con él.
—No seas tonto. —me dijo él, medio riendo, medio temblando.
Los primeros diez minutos fueron difíciles, guardar el equilibrio sobre las cuchillas no era tan sencillo como se ve pero no nos rendimos y al final YoonGi logró mantenerse firme mientras yo tiraba de él. Así nos pasamos al menos media hora, siempre de lado a la valla de seguridad para que YoonGi se pudiera afianzar mientras tomaba más confianza.
Cuando nos cansamos salimos un rato de la pista, compramos un par de vasos de café y recargamos las energías con una dotación completa de cafeína. YoonGi parecía muy feliz a pesar de que el barista se equivocara y pusiera crema a su bebida. No me lo dijo, pero sé que haber aprendido a patinar lo tenía más que alegre.
A medio descanso la madre de YoonGi llamó, y ni siquiera eso le quitó su buen humor. Como siempre un montón de preguntas y él respondiendo a todas ellas, y mientras él hacía eso me pregunté qué pasaría si simplemente él no respondiera la llamada. ¿Su madre sería capaz de venir hasta aquí? Posiblemente sí, así que lo mejor era no intentarlo. Ya terminada la charla y también el café, volvimos a la pista.
Patinamos hasta que se nos acabó el tiempo y aunque lo disfrute muchísimo no pude evitar imaginar qué habría sido más encantador si sólo hubiese podido abrazarlo mientras recorríamos la pista, algo impensable de hacer por la cantidad de gente que nos habría visto y seguramente juzgado. Al menos era algo.
Por eso de las diez debíamos estar de vuelta en los autobuses, más de dos terceras partes de los alumnos ya estaba en el estacionamiento cuando YoonGi y yo llegamos. Al estar completos volvimos al hotel y se suponía que eso debía acabar ahí, solo ir a la cama y prepararnos para pasar nuestra última mañana en la playa, yéndonos según lo acordado a eso de las doce de la tarde.
Pero como dije, eso era lo que se suponía debíamos hacer. Un plan que mis amigos JiWoon y DoHyun no estaban dispuestos a cumplir tan estrictamente. Y sinceramente yo tampoco. Entonces apenas los tutores se fueron a sus habitaciones nos escabullimos en la habitación de las chicas. La idea en síntesis era tomar un taxi que nos llevará de vuelta a Haeundae, directo a un club nocturno que YuNa había notado en nuestro recorrido de la mañana. Invitaron a otros chicos y aunque para mi disgusto estaba NamJoon y su novia no pude hacer nada, solo iba a ignorarlos.
Mientras escapábamos YoonGi no dejaba de verse entre muy nervioso y muy emocionado. Y yo podía compartir esos sentimientos con él sin dejar de sonreír. Llevamos todo el dinero que nos quedaba, que afortunadamente era bastante para salir sin preocuparnos de nada, identificaciones y celulares a la mano.
El lugar al que llegamos estaba lleno a tope y tardamos algo así como una hora para poder entrar. Eran ya más de las doce cuando se nos asignó una mesa en el segundo piso. Luces de colores estridentes bailando por todas partes y la música chocando contra nuestros cráneos. Había tantas personas que era imposible que YoonGi usará su bastón por lo que fue necesario que yo le llevara de la mano hasta estar a salvo.
Fue increíble poder hacerlo, lo fue más cuando note el montón de parejas del mismo sexo que había en ese lugar, chicos y chicas a las que nadie les prestaba atención mientras se besaban o bailaban juntas. Pocas veces había ido a clubes nocturnos y de esas nunca había visto algo así de tal magnitud. Es decir, tal vez NamJoon y yo en alguna ocasión nos besamos en público en un lugar de ese tipo pero en Seúl de alguna manera aun se nos veía extraño, allí en la vida nocturna de Busan parecía ser totalmente distinto.
—¿Está bien que me tomes de la mano por tanto tiempo? —me dijo YoonGi cuando noto que no planeaba soltarlo.
Sonreí y dejé un beso corto en su boca.
—Aquí no hay problema.
YuNa y YoungMi gritaron, por la música apenas pude notar sus voces pero sabía que estaban gritando con esa expresión de lunáticas enamoradas. JiWoon y DaeHyun no parecieron sorprendidos, solo sonrieron y miraron a otro lado, no me molesto, al menos la mitad de mi carrera había escuchado rumores sobre lo mío con NamJoon así que sólo confirmaron lo que ya sabían con ese gesto. No parecían tener problemas con eso.
Pedimos varias bebidas, empezando por una bandeja larga de Shots de colores y distintos sabores. Qué inesperado que los favoritos de YoonGi fueran los más dulces o más aún que bebiera varios sin ningún problema.
—Pero no bebes. —le dije burlándome de él, haciendo que se apenara un poco.
YoonGi solo me ignoró con descaro pero a mi no me importo. No platicamos mucho entre nosotros, la mayor parte del tiempo fue beber, bailar con las manos y reír como tontos por cualquier pequeña estupidez. Con el rato la mesa fue quedando vacía, las chicas bailando en la pista y los muchachos de cacería buscando alguien con quien besarse por el resto de la noche.
Me quedé al lado de YoonGi mientras observaba a la gente bailando. Él me pidió una descripción de cómo lucía el lugar y yo le respondí con lo primero que pensé.
—Todos parecen drogados —le dije riéndome de la escena—. Aunque no lo estén.
Él también rió pero se inclinó a mí hablándome con curiosidad.
—¿Cómo sabes que no lo están?
—Solo así… —dije apresuradamente—Se que no lo están.
Pero YoonGi aunque tomó la respuesta siguió pensativo y sonriente, así por algunos segundos.
—¿Te has drogado? —me preguntó él, haciéndome sentir al descubierto bajo sus ojos grises.
—No. —le mentí, no tan convincente como hubiese querido.
—¿Seguro? —YoonGi con una sonrisa insolente.
—¿Por qué piensas que lo he hecho?
—He escuchado algunos rumores sobre los artistas —me respondió mientras se alzaba de hombros—. Y creo que tienen cierta lógica.
¿Que tenía la gente con eso de los artistas y la falsa impresión de que todos nos drogabamos? Es decir, que yo lo hiciera no quería decir que estaba directamente relacionado con mí profesión.
—Sabes, ese es un muy feo estereotipo que tienen de nosotros —le respondí con algo de sorna—. Que horribles son ustedes por pensar así.
YoonGi rió de nuevo con sus cachetes colorados por el alcohol, tan bonito que me le quede viendo como un idiota.
—Bueno —un silencio corto y el de frente a mi, dándome esa impresión de estarme mirando, después un pequeño canturreo que me dijo que no se daría por vencido—. Entonces…
—No. —dije otra vez, pero no funcionó.
—Se cuando mientes.
Sí y de algún modo yo ya sabía eso. Pero tenía que hacer el intento.
—Yoongi… —exhale.
—Siempre he querido…
Él se detuvo y yo no podía estar más sorprendido en ese instante, ni siquiera cuando dejó la frase incompleta.
—¿Drogarte? —pregunté al final y él se sonrió, nervioso y mordiendo el interior de su labio.
—Creo que siento curiosidad.
Bueno, eso era algo natural, acepté cuando me hizo esa confesión. Todos sentimos curiosidad al respecto de muchas cosas y es normal intentar probarlo aunque fuese una vez. Y pensando en YoonGi, que vivía bajo el constante cuidado de su madre, vigilado en cada paso sin la oportunidad de hacer muchas cosas, me pareció aún más normal que buscara una pequeña forma de ejercer su libertad. Por eso no iba a negarle absolutamente nada que él quisiera explorar.
—¿Entonces dices que quieres probarlas?
—Supongo, algún día.
Suspire, rendido ante su expresión.
—Sé quién tiene de seguro. —su cara descolocada mientras procesaba lo que le acababa de decir, fue tan gracioso pero a la vez tan emocionante.
Deje a YoonGi un instante en la mesa, justo después de darle un beso en los labios. Me perdí entre el mar de gente hasta encontrar a quien buscaba. Ahí estaba con su novia al lado, rodeado de otros tipos que apenas conocía de vista. NamJoon alzó la mirada y me vio, sonriendo con esa falta de amabilidad que me era muy familiar. Los efectos del alcohol y una personalidad trastornada como la de él no podían dar algo más que esperar.
Él se movió en su lugar, haciéndome un espacio para sentarme a su lado. No estaba entusiasmado de acercarme tanto pero con el ruido de la música no había manera de comunicarme con él a no ser que estuviéramos a menos de veinte centímetros de distancia. Me ofreció un trago pero lo rechacé, tenía que volver pronto con YoonGi.
—¿NamJoon tienes dulces? —le dije así, sin mucho cuidado, esperando que de verdad nadie pudiera oírnos.
NamJoon ni disimuló su asombro. La primera vez que había probado drogas fue con él y ahora, después de terminar con lo nuestro y de haber dicho varias veces que ya no me apetecía drogarme (más que nada porque no quería estar cerca de él que por falta de gusto) le estaba pidiendo en ese instante aquellas cosas.
—¿Esos dulces? —me pregunto en voz alta cómo no creyéndome y yo asentí con algo de fastidio.
Ojalá hubiese tenido otra opción de confianza pero no la había.
—Si, esos.
No pude escucharlo bien pero se que se estaba riendo y así anticipé un poco la clase de estupideces que iba a decirme.
—¿No piensas drogar al ciego o si? —dijo él con su ceja alzada—¿No es algo así como abuso de menores?
—YoonGi es un adulto y además no le daría nada sin su consentimiento, idiota.
¿Era tan difícil de entender? Posiblemente no tanto, pues NamJoon solo me miró por un segundo antes de ponerse serio y sacarse un pastillero. Me pregunto cuántas y aunque sólo le pedí una, él me dio otra. Tomó un trozo de servilleta negra y las envolvió, luego sólo me las dejó en la mesa.
—Te las pago mañana. —dije agarrando el papel.
NamJoon dio un trago de su vaso y negó tranquilamente.
—Solo tomalas como un regalo.
—¿Regalo? —pregunté extrañado, sin saber a qué se refería con eso, él se alzó de hombros.
—Creo que nunca te di uno.
Claramente se refería a ese período raro en que salíamos de algún modo. No dije nada. Estaba por darme la vuelta cuando él me tomó de la mano.
—No te pongas muy eufórico, estaré aquí por si necesitan algo.
El primer destello de amabilidad que vi en NamJoon alguna vez, o tal vez el primero que había visto en mucho tiempo después de haber olvidado. Fue ahí cuando decidí agradecerle con media sonrisa, no tardando en volver con YoonGi.
Cuando volví él seguía ahí pero no solo, JiWoon estaba a su lado, sirviendo tragos y platicando con soltura. Los mire riendo a punto de sentir celos cuando una muchacha, totalmente desconocida para mí, se sentó a lado de mi amigo. Exhale lentamente y me dije que no había razones para comportarme de esa manera, malos hábitos que aún conservaba de mis experiencias pasadas.
JiWoon y su nueva conquista apenas me saludaron, cinco minutos después se fueron y de nuevo YoonGi estaba conmigo a solas (o lo más cercano a estar solos en un club nocturno a las dos de la mañana) le dije que tenía lo que quería y río nervioso, como esperando que le dijera que era una broma, cosa que no hice.
Después de que superamos su incredulidad le di la pequeña pastilla de éxtasis, haciendo que se la pasara con sólo agua carbonatada. El alcohol ya no figuraba bien en esa ecuación. Él se la tomó y espero.
—¿Tú tomarás una también? —me pregunto cuando noto que yo seguía bebiendo.
—No, solo tú.
—¿Por qué?
—Porque necesito estar en mis cinco sentidos cuando tu te pongas a reir solo —respondí tomándolo de la mano, tirando para llevarlo conmigo a la pista—. Dos personas drogadas no es la mejor de las ideas, creeme.
Él no me contradijo y sólo aceptó mi invitación para bailar. No había mucho que pudiéramos hacer apretados entre tanta gente más que saltar y mover las manos, y YoonGi que había dicho que tampoco sabía bailar lo olvidó por completo cuando el éxtasis en su organismo hizo efecto. Wonderland de Caravan Palace haciendo vibrar nuestros cuerpos mientras las luces de colores nos golpeaban en el rostro.
YoonGi no dejaba de sonreír y reír entre cada canción, ni tampoco se separaba de mi boca por mucho tiempo, balbuceando un montón de cosas que apenas tenían un ligero sentido para mi, siempre con la lengua tan enredada que yo, al fin borracho, tampoco podía dejar de reir.
Las horas pasaron hasta el cierre del club, que fue cuando tuvimos que irnos. Mis amigos y yo con dificultad metimos a YoonGi al taxi, que tan agitado empezó a decir que podía ver el cielo y todas las estrellas en él, y que incluso podía verme a mi. Sus expresiones tan convencidas que por un momento me hicieron dudar si realmente decía la verdad, pero no, simplemente eso era algo que ni deseándolo cien veces sucedería. Solo le seguí el juego hasta estar en la seguridad de la habitación.
Quise meterlo a la cama y ponerlo a dormir pero no funcionó, su hiperactividad pudo más conmigo safandose varias veces de mis brazos. No paró de correr por la habitación hasta que tropezó con las maletas y cayó al suelo. En ese momento creí que se quejaría pero sólo continuó riendo. Al intentar levantarlo el pataleo tirándome con él antes de correr de nuevo.
No tengo idea como, pero en algún punto mientras yo intentaba no reírme él empezó a lanzarme la ropa de las maletas, diciendo que jamás podría atraparlo. Claro que pude, lo único que necesité fue comerle la boca para que se dejara estar quieto. Enredados entre nuestras piernas fuimos a caer al borde de la cama.
—SeokJin~ah… —me llamo YoonGi por primera vez con ese tono cariñoso—Me gustas.
—También me gustas. —le respondí metiendo mis manos por debajo de su ropa.
El se rió cuando hice cosquillas en su abdomen y pecho.
—Me gusta tu nombre… SeokJin… Se-ok-Jiiiiiiiinn… —de nuevo balbuceando sin sentido pero tan lindo, YoonGi alargaba y reformulaba mi nombre una y otra vez. —Seeeok-jiniie… Seoki… Seokiniie… JinJiniie…
El no dejaba de reír ni porque yo le siseaba en mis vagos intentos de callarlo, tal vez porque tampoco podía dejar de reír con él.
—Jin —me llamó cuando finalmente pudo calmarse, sonriendo como un niño juguetón mientras iba tirando de mí cuerpo para apresarlo contra el suyo—. Házmelo.
Un susurro que me dio escalofríos y mucho calor.
—¿Qué cosa? —le pregunté mientras miraba con diversión su rostro acalorado.
—El sexo. —dijo con una sonrisa amplia, retorciéndose debajo mio—Hay que tener sexo ahora.
—¿En serio?
No podía estar más agradecido por un momento así de increíble.
—Quiero que la pongas dentro. —dijo con esa cara llena de sensualidad y mordiéndose el labio.
Dios, ¿Cómo resistirme a algo así? No había modo. Me abrí paso por su boca y por sus ropas. Desnudándonos el uno al otro en menos de un minuto. Nos frotamos contra nosotros mismos, lamiendo, chupando y mordiendo mientras nos masturbabamos. Apenas pude encontrar el lubricante me metí entre las piernas de YoonGi y le cogí suavemente, eso hasta que él se las arregló para darnos la vuelta y sentarse encima de mí.
Nunca disfruté tanto siendo el que da hasta esa noche, ser activo cobró todo un nuevo significado con YoonGi subiendo y bajando sin problemas, jadeando con la cabeza hacia atrás, mirando al techo sumamente relajado por las drogas mientras yo permanecía acostado, observándolo. El mejor polvo que había tenido hasta ese momento.
YoonGi haciendo ondas con sus caderas y su verga bien dura rebotando entre su abdomen y el mio me tenía vuelto loco, todo eso y sus pupilas dilatadas, con su boca hinchada y su cara colorada, no me dejaban pensar en nada que no fuera en correrme. En mi excitación rasguñe su abdomen superficialmente, confirmando que de verdad eso le encantaba.
Me levanté y lo abracé por su cintura, él me rodeó por el cuello usandome como apoyo para subir y bajar con más fuerza. Los dos jadeando con nuestras lenguas enredadas, ambos tan cerca del final. Fue cuando echó su cabeza hacia atrás que pasó ese momento mágico.
—Te amo —me dijo en medio de sus espasmos, dos y tres veces—. Te amo.
Y abrumado por mi propio orgasmo no pude responderle que también lo amaba, que lo quería como nunca nadie podría hacerse una idea aunque estaba seguro que no era necesario pues él siempre lo sabía todo de mí.
La mañana del domingo fue un desastre. Nos despertamos gracias a YuNa, quien tocó la puerta avisandonos que debíamos bajar a tomar el desayuno, pues nuestro profesor ya estaba preguntando por nosotros. Apenas tuvimos tiempo de bañarnos. Le pase a YoonGi la ropa que supuse estaba limpia, escogiendo lo primero que se me cruzó en el suelo. La habitación estaba toda revuelta pero antes de arreglarla debíamos bajar con los otros para que los profesores no tuvieran sospechas.
No fuimos a la playa con los otros, solo desayunamos a prisas antes que el buffet cerrará. Ya eran las once y media para cuando volvimos a la habitación, debíamos estar arriba del autobús antes de las doce y nosotros aún debíamos arreglar las maletas. YoonGi intentó ayudarme pero como yo ya tenía los pelos de punta lo único que le pedí fue que esperara sentado en la cama.
No dejaba de preguntarme a mí mismo cómo habíamos podido hacer tal desarreglo cuando YoonGi empezó a llamarme. Le pedí que esperara mientras alzaba la ropa del piso. Pasaron solo diez segundos cuando él llamó otra vez y yo no podía dejar de revisar en todas partes para verificar que no olvidaramos nada. Solo faltaba tomar las mochilas y estaríamos listos.
—SeokJin —llamó de nuevo.
—¿Qué quieres YoonGi? —pregunté alzando la voz, exasperado volviéndome hacia él.
Y al mirarlo, con la playera manchada de gotitas de sangre y él cubriéndose la nariz no hice más que pensar que era yo una mierda. Me apresure a él tomando una toalla de papel. Le pedí que hiciera presión e inclinara su cara hacia el frente. ¿Por qué rayos le estaba sangrando la nariz? No era posible que las drogas hicieran eso, no esas en específico.
Me preocupé muchísimo, tanto que me olvidé de todo, llevando a YoonGi conmigo a la enfermería del hotel, que estaba malditamente lejos de nuestra habitación. Al llegar una mujer mayor, un tanto regordeta, nos recibió y le revisó, dándose cuenta de inmediato que YoonGi era invidente.
—¿Él tuvo algún dolor? —me pregunto la mujer mientras YoonGi fruncía el ceño.
Yo negué.
—¿Un golpe?
Volví a negar.
—Tal vez… —empezó a decir ella.
—Estoy aquí —YoonGi la interrumpió, con clara molestia en su rostro—.No puedo ver pero si puedo hablar, no necesita hacerle esas preguntas cuando yo puedo responderle.
Ella se quedó tan muda como yo, los dos igual de avergonzados. La enfermera le prestó suma atención a YoonGi después de eso. Omitimos deliberadamente hablar de lo que había tomado la noche anterior y la mujer concluyó que simplemente era una irritación, posiblemente el calor o incluso la diferencia de humedad en el aire entre Seúl y Busan.
La hemorragia paró por sí sola sin ninguna complicación y las únicas indicaciones que nos dio la mujer fue que bebiera muchos líquidos, nada de sol, nada de esfuerzos y descansar en un lugar fresco, también nos proporcionó un humectante en aerosol para usar después de unas horas.
Así que cuando finalizamos nuestra visita a la enfermería ya se nos había hecho tarde. Los profesores me regañaron un poco, no tanto después de que les dijera lo que había pasado con YoonGi. Trataron de ser comprensivos y nos dejaron subir al autobús sin decir más. Casi nadie nos prestó atención aunque algunas chicas nos vieron mal, muy posiblemente molestas por tener que esperarnos.
YoonGi se sentó en silencio en su lugar junto a la ventana, con su rostro hecho una línea llena de molestia. Mi corazón se estremeció y me sentí aún peor. Me quedé callado tanto como pude pero no resistí la culpa.
—No quería gritarte, YoonGi. —llame.
El parpadeo pero no se giró hacia mí, se mantuvo quieto con su cabeza recargada en el cristal, transmitiendo esa sensación de que de algún modo estaba viendo el paisaje de la carretera, ignorándome. Esperé a que me respondiera pero no lo hizo.
—Perdóname, no debí gritarte —volví a decir—. Solo estaba muy nervioso.
YoonGi siguió callado "mirando" por la ventana. Yo me quedé viéndolo hasta que no pude más. Nada de lo que dijera podía arreglarlo. Mire su mano y la tomé, nada más podía hacer yo. Él dejó su mano floja, sin devolverme el agarre, me sentí tan roto a punto de llorar. Me mordí el labio, decidido a quitar mi mano pero no lo hice porque sin ningún aviso el entrelazo sus dedos con los míos.
No hubo ninguna palabra de su parte, él simplemente cerró los ojos mientras suavizaba el gesto en su cara, aun molesto conmigo pero perdonándome.
¿Les gustó el capítulo? Espero que sí porque... Drama is coming bitches!
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Cr. a MinMin YoonJi.
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