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༊ Treinta ༊

Capítulo final


Dormimos abrazados casi toda la noche aquel día en Busan. Fue el mejor sueño que había tenido después de pasar semanas alejado y sin contacto alguno con YoonGi. Esa fue la razón principal por la que me negué a separarme de él incluso cuando la mañana se coló por las delgadas cortinas de la habitación. YoonGi se veía tan cansado por su ajetreado día anterior que lo deje dormir hasta pasadas las nueve de la mañana. Como nuestra salida era un poco después de las diez me pase el rato contando los lunares de su espalda y piernas, creciendo en mí la necesidad de tocarlo. Sin poder resistirme acaricie su cabello, sabiendo lo mucho que eso le gustaba. Fue increíble verlo sonreír entre sueños, hasta que finalmente despertó, abriendo sus hermosos ojos grises.

—Buenos días dormilón. —le saludé con un beso en su frente.

YoonGi parpadeo mientras se incorporaba sobre la cama, con su cuerpo desnudo siendo iluminado por el sol.

—Es tarde y el tiempo de la habitación casi se nos termina —le dije empezando a buscar nuestra ropa—. Debemos irnos.

Comencé a vestirme, pensando en lo largo del viaje y en el hambre que empezaba a invadirme, pero lo deje pasar con la idea de que si ignoraba la sensación tarde o temprano se me olvidaría.

—¿No te lastime? —pregunto YoonGi interrumpiendo mis ideas, no entendí hasta después de un rato, dándome cuenta que se refería al sexo.

—Para nada. —dije.

YoonGi aceptó mi respuesta sin más cuestiones y callado se vistió sin mucho contratiempo.

Salimos del motel veinte minutos antes del tiempo límite. Yo estaba dispuesto a partir con dirección a Seúl pero YoonGi se ofreció a pagar por el desayuno al escuchar rugir mi estómago. Por supuesto había olvidado que él se cargaba el dinero que había tomado de su madre. Supuse que no estaría mal usar un poco, después le podría pagar a la señora Min.

Así nos metimos en la primera cafetería que encontramos y pedimos lo que fuera más rápido. No platicamos mucho, en primero porque no podíamos gastar tanto tiempo y segundo porque simplemente YoonGi no respondía más allá de monosílabos. Me pareció raro, pero no tanto, es decir, YoonGi aún tenía muchos líos en la cabeza que claramente no iba a superar de la noche a la mañana y que seguiría llevando consigo por los siguientes días. Que estuviese callado no me representó mucho problema pues no creía que fuese algo de mayor importancia pero lo era y bastante.

Lo entendí cuando a mitad de viaje quise volver a hablar con él y nuevamente no obtuve una respuesta, solo para después de esperarlo YoonGi dejará caer aquella bomba sobre mi.

—Deberíamos dejar esto. —me dijo con voz trémula y ahogada.

—¿El qué? —pregunté sin comprender al instante.

Y de nuevo hubo ese horrible silencio entre nosotros. Lo miré alternando mi atención entre él y la carretera hasta que entendí lo que significaban ese grupo de palabras. Pare el auto a orillas de la autopista e inhale profundo, buscando un poco de valor para enfrentar esa triste petición.

—¿Te refieres a terminar conmigo? ¿Eso quieres?

Los dedos de YoonGi jugaron sobre sus rodillas mientras apretaba su boca.

—No quiero ser una carga para ti.

No podía creer lo que estaba escuchando de él. Simplemente no estaba bien.

—¿Acaso no escuchaste nada de lo que te dije anoche?

—SeokJin. —YoonGi suspirando.

Respire y pensé.

—Está bien YoonGi —respondí después de contemplarlo unos segundos—. No voy a decir esa estupidez de que somos iguales porque no lo somos. Tu no puedes ver y yo si, y supongo, no, sé que hay muchas cosas que yo puedo hacer y que tu no. Por ejemplo, manejar un auto, porque matarías a mil personas seguramente. ¿Y qué? ¿Eso qué? ¿Cuál es el maldito problema? ¿Acaso no te puedes mover por tu puta cuenta? ¿Acaso no llegaste hasta aquí solo sin ninguno de tus amigos? ¿Eso no demuestra que eres autosuficiente al menos para transportarte? Puedes hacerte cargo de ti mismo. Se que no has aceptado la comida de tu madre por semanas y aun así estas vivo. Eso demuestra que podrías vivir perfectamente solo y aun estarías bien.

YoonGi negó varias veces con su cabeza, con mirada triste pero también molesta.

—¿Y el dinero? ¿De donde crees que saque el dinero? —me dijo exasperado—. Se lo robé a mi madre.

Ya sabía eso.

—Trabajaras. —respondí simplemente.

—¿De qué?

—No lo se, ya encontrarás algo que para eso estás tomando una carrera.

Y YoonGi se rió con mucha amargura mientras sus ojos se aguaban y su nariz se volvía roja.

—Nadie me va a contratar —declaró con voz ahogada—. ¿Por qué elegirían a un ciego inútil por sobre cien aplicantes perfectamente sanos?

—Porque les vas a demostrar que este ciego inútil es mejor opción que los otros cien pendejos que se presenten. —dije sin dudar obteniendo otra risa sarcástica.

—Qué fácil suena.

—No estoy diciendo que sea fácil —respondí con mi voz empezando a temblar, sintiéndome acorralado por YoonGi y temeroso de que pasara lo peor entre nosotros, tenía que evitarlo a toda costa, yo no podía vivir sin él—. Pero no me puedes putas dejar nada más porque crees que te voy a cuidar como si fuera tu madre.

—¿Por qué te molesta tanto terminar? —grito—¿Cuál es el problema si hay tantos chicos allá afuera que seguro están esperando por ti?

—Eres un estúpido, no entiendes absolutamente nada.

Mis ojos escuecieron atrapando torpemente las lágrimas que empezaban a brotar.

—¿Ah sí? Entonces explicame.

—¡Porque te amo! —le grité apretando mi cara con las manos antes de golpear el volante—¡Porque te amo a ti y a nadie más! Y no me imagino con nadie en la vida más que contigo ¿Esa no es razón suficiente? ¿No es razón válida?

YoonGi tembló en su asiento dejándose llorar en silencio. Lo miré y supe que estaba teniendo un debate interno, que él no estaba seguro de lo que estaba haciendo. Debía aprovechar eso para persuadirlo, y para ello no me quedaba más que ser sincero. Lo más sincero que jamás hubiese sido con YoonGi.

—Se que no te respondí esa noche —dije sorbiendo mi nariz—. Pero yo te di esa pulsera grabada, ahí está grabado mi amor por ti y no creí que era necesario que te lo dijera, pensé que lo sabías aquella noche pero ahora se que eso no es suficiente y si tengo que repetirlo todos los días, mañana, tarde y noche, por el resto de mi vida entonces lo haré. Te diré que te amo. —diciendo eso iba yo aclarando mi voz, buscando confianza en mí mientras YoonGi apretaba sus manos sobre su ropa.

>>Que te amo a ti que estás ciego, que te amo a ti que no puedes imitar gestos, que te amo a ti maldito loco que toma su café sin azúcar ni leche —YoonGi y yo reímos entre lágrimas—. A ti que quieres ser escritor, a ti que tienes una paciencia infinita, a ti que pintó un bosque la primera vez que nos vimos y me sorprendió, a ti que escucha música todo el tiempo, que lee todo el tiempo, que ríe con su grave voz, a ti que te gusta torturarme con las películas de terror —Otra risa más—. YoonGi te amo a ti, todo tu, todo el tiempo. No importa si estás molesto, triste, enojado, decaído, feliz, borracho. Te amo siempre, siempre. Aunque tenga que leerte el menú, aunque tenga que elegir la música del reproductor, aunque tenga que caminar solo un poco más lento para que me sigas, aunque tenga que golpear a los mil imbéciles que te toparas inevitablemente por el resto de tu vida. YoonGi, te amo por sobre todas las cosas, incluso por sobre mi mismo aunque eso esté mal.

El rostro de YoonGi bañado en dolor se deformo debajo de sus manos. Lo tomé y abracé dejando que su llanto fluyera sobre mi pecho mientras le acariciaba su cuerpo tembloroso.

—Y se que tu me amas, y me amas tanto como para dejarme porque no quieres ser una carga para mi. Pero si me amas así de mucho, tanto como yo a ti entonces no deberíamos, ni de broma, terminar. Sería el más grande error que los dos podríamos cometer. Sé que vivir como lo haces tu tiene sus obstáculos y sus limitaciones pero creo que tienes todo para superarte a ti mismo y hacer todo lo posible por vivir como a ti te gustaria. Vivir solo, viajar, incluso hacer las cosas más cotidianas por tu cuenta —le hable en voz baja sin dejar de estrujarlo en un absurdo intento de fusionarlo conmigo, para no separarme nunca de él—. YoonGi, quiero estar contigo, yo no te veo como una carga, eres mi amigo, mi compañero al que elegí por voluntad propia sabiendo que eras diferente a cualquier persona. Y como compañeros quiero que entiendas que te voy a apoyar en lo que necesites, no hacerme cargo de ti, sino ayudarte, enseñarte e impulsarte, esperando que tu hagas lo mismo por mi, que me ayudes cuando lo necesite, que me enseñes cosas nuevas y que me impulses cuando sienta que ya no puedo más, porque YoonGi, no eres el único que a veces se siente inutil, triste o abatido.

Finalmente YoonGi me devolvió el abrazo, rodeandome por la cintura y clavando sus dedos en mi piel.

—No quiero ser una carga, SeokJin —Lloro deshecho contra mi pecho—. No quiero, no quiero.

Recargue mi mejilla sobre su cabello y llore junto a él.

—No lo eres y tampoco lo serás, lo prometo.


Pasaron un par de meses hasta fin de año, un periodo en el que hubo muchos sucesos y entre ellos muchos cambios.

YoonGi y su madre se disculparon mutuamente por todo el daño que se habían hecho inconscientemente a lo largo de los años. Su madre al sobreproteger a YoonGi y YoonGi por haberlo aceptado y normalizado. También hubo disculpas para mi de parte de la señora Min y aunque le costó hacerse a la idea terminó por aceptar que si YoonGi me amaba no había fuerza en el universo que pudiese cambiar eso. Ambos decidieron tomar ayuda psicológica, en conjunto y por separado, pues había cosas que ellos aún no entendían de sí mismos (sobre todo YoonGi) ni de su relación madre e hijo.

Descubrimos que YoonGi tenía depresión y que la había sufrido por años sin que nadie lo notara. Que se odiaba por ser ciego y que muchas cosas le producían ansiedad aunque rara vez lo demostrara. Había un largo camino por recorrer pero no teníamos dudas, ni YoonGi ni yo, que con el tiempo podría superarlo, aceptando su valor como persona y entendiendo que aunque diferente aun era igual que los demás, pues su invidencia no le hacía menos humano.

Así YoonGi también decidió dejar el taller de pintura, aunque no por completo, ya que aún asistía a una sesión por semana más salidas de campo los sábados. Nos dijo un día, a su madre y a mí, que quería gastar su tiempo en otras cosas. Como por ejemplo un club de lectura para invidentes que descubrió a través de YuGyeom, quien cada día se acercaba más y le llamaba "hyung". También se inscribió a unas clases de cocina para invidentes que JiMin había investigado para él. A mi me pareció bien y la señora Min, a pesar de no estar de acuerdo no objetó y le dejó hacer lo que necesitara hacer.

Entonces al ir dejando pasar todo eso fue que llegó el día de la exposición de graduación, donde todos los chicos de mi generación incluyéndome exhibimos nuestros trabajos para obtener el título de grado. He de decir que a pesar de todo me sentía nervioso. Por YoonGi, por mis padres y aún más por todas las personas que estaban allí, caminando alrededor de mi obra mientras me miraban.

Hice de lado mis sensaciones cuando apareció NamJoon, vestido en traje y mirando mi pintura.

—Si que estás enamorado del invidente. —dijo él, intentando sonar más educado pero fallando como siempre.

—Sabes Nam —le aclaré con una sonrisa—. El problema no es la palabra ciego, sino el cómo la utilizas.

NamJoon giró los ojos y después sonrió medio forzado.

—Bien... si que estas enamorado de YoonGi.

Eso era suficiente para mi.

—Bastante. —respondí.

NamJoon esta vez sonrió con más agrado, parándose a mi lado mientras ambos observabamos el retrato de YoonGi.

—Tengo una duda. —dijo volteandose a mi.

Lo miré a los ojos por unos segundos, siendo la primera vez que me sentía así de cómodo con NamJoon en mucho tiempo. Analice su rostro y comprendí su pregunta.

—No, jamás sentí eso por ti. —dije, palmeando suavemente su hombro.

Él sonrió enmarcando aquellos hoyuelos que alguna vez me fascinaron, esos que considere irresistibles la primera vez que lo vi caminando por la biblioteca. NamJoon asintió satisfecho y aliviado.

—Es bueno saberlo —dijo rodeándome por el cuello con su brazo—. Yo tampoco.

Los dos nos reímos.

Al poco rato apareció mi familia y siguiéndolos a ellos los Kim y los Min. Todos me felicitaron y sonrieron por finalmente haberme graduado para después recorrer la galería por su propia cuenta. Cuando me detuve en YoonGi lo miré solo para descubrir lo guapo que podía verse con un simple traje casual y cuyo único accesorio puesto era mi pulsera. Lo saludé a él junto a la señora Min, ambos sonrieron y me dejaron guiarlos por la exhibición.

La señora Min le describía a YoonGi las obras, haciendo énfasis en los colores y en la sensación que le transmitían a ella, mientras que yo explicaba los datos más básicos de la técnica que habían empleado mis compañeros. Así caminamos por todo el lugar hasta llegar al punto que más preocupación producía en mi.

Mi corazón se aceleró cuando nos detuvimos frente al retrato de Yoongi, justo a lado de mis padres, y la voz de la señora Min simplemente se atoró en su garganta. YoonGi preguntó de inmediato qué sucedía.

—Bueno, creo que este es el trabajo de SeokJin. —dijo temblorosa y nerviosa.

Ella me miró con cierta emoción en sus ojos y luego me sonrió. Fue en ese gesto que encontré su total aprobación y aceptación.

—¿Cómo es? —siguió preguntando YoonGi—. Es el mejor de todos seguramente.

Ella no respondió, solo se apartó dejando que me acercara a YoonGi. Le agradecí y tomé a su hijo de la mano.

—Eso es subjetivo —respondí—. Eso es lo que caracteriza al arte.

Llevé a YoonGi conmigo quitando el cordón que mantenía a los visitantes alejados de las exhibiciones y lo acerque a la pintura.

—Así que no importa si es lo mejor aquí, lo que importa es lo que significa para mi.

Levante las manos de YoonGi y las coloque sobre la pintura. El se sorprendió y las retiró de inmediato, argumentando que no podía, que la dañaría. Le sonreí y negué.

—Puedes tocarlo —dije suavemente—. Lo pinte gracias a ti.

—¿A qué te refieres con eso?

YoonGi parpadeo nervioso.

—¿Recuerdas la foto que me regalaste por mi cumpleaños?

El respondió afirmativamente. Lo tomé de las manos unas vez más y las coloque sobre el lienzo de mi pintura.

—Es para ti —susurre—. Está a relieve así que tienes que tocarla.

Él me escuchó hasta finalmente asentir. YoonGi siguió cada línea y cada relieve. Todo su rostro, los mechones de su cabello y sus bellos ojos. Lo vi sonreír amplio contra la pintura, con emoción mientras una lágrima se deslizaba con ternura por su mejilla. Se quedó ahí "viendo" mi obra un largo rato sin perder un solo detalle. En tanto a nuestra cercanía se paraban muchas personas, observando la escena y entendiendo que el modelo de mi pintura era YoonGi.

Se que todos supieron lo que eso significaba y no me importó, por primera vez todo dejo de preocuparme. Mi familia y amigos, JiMin, HoSeok, TaeHyung. Ellos no nos juzgaban, ellos eran felices por nosotros, por mí y por YoonGi. No necesitaba más. Mi vida estaba completa y la mirada horrorizada de todos aquellos ya no valía nada para mi. Era feliz.

Cuando YoonGi finalmente llegó a la esquina inferior izquierda del lienzo, justo donde estaba mi firma, tomé una última vez su mano y la lleve a la placa donde se titulaba mi obra, escrito con Hangul y Braille.

Los ojos más hermosos. —Leí en voz alta a la par que sus dedos se movían, pasando del título a la inscripción-Los ojos más hermosos del mundo y que con sólo verlos supe que te amaría por siempre.

Y YoonGi sonrió mientras me miraba, esa fue la primera vez que me atreví a besarlo sin miedo de absolutamente nada.

Porque amaba tanto aquellos ojos y la única mirada que tenía algún efecto en mí era la suya.

Los ojos de YoonGi eran mi vida entera.


Asi concluye esta historia 💜💜. Espero que les haya gustado tanto como a mi, a pesar de que les hice esperar tanto.😅

El siguiente es el epílogo y por fin la damos por finalizada. 🤗

Créditos correspondientes.
Link de la obra original:
https://www.wattpad.com/story/199887251

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