༊ Doce ༊
Las semanas pasaron y pronto llegó el sábado antes de navidad. Habíamos olvidado casi por completo la apuesta de TaeHyung y YoonGi, solo siguiendo con nuestros días con normalidad entre la universidad y el taller, por eso todos nos sorprendimos cuando el día anterior TaeHyung apareció para recoger a su hermano, anunciando noticias interesantes.
Lo había logrado, él había hallado la manera de convencer a la señora Min para que dejara que YoonGi se pintara el cabello. Debo admitir que la estrategia que usó a través de ese tiempo fue buena, pues técnicamente fue plantando la idea con sugerencias sutiles al grado de que la madre de YoonGi creía que en realidad había sido de ella misma la iniciativa. Con eso me di cuenta que TaeHyung podía ser algo manipulador.
—Carajo. —había dicho YoonGi cuando TaeHyung le pidió el dinero.
Una escena divertida la que presencié ese viernes pero la cual no fue más interesante que cuando, ese sábado por la mañana, TaeHyung me llamó. Justo mientras desayunaba, por cierto.
—Dame tu número de tarjeta. —me dijo apenas deslize el botón de contestar.
—¿Qué? —dije sin entender— ¿Para qué lo quieres? Y por cierto, buen día.
TaeHyung rió al otro lado de la línea para después saludar correctamente. Le devolví el saludo y él me explicó lo que sucedía.
—La señora Min me dio el dinero para comprar las cosas del tinte y eso, porque dije que yo haría el trabajo, pero…
—Estabas mintiendo —sonreí—. Para que yo lo hiciera.
—Precisamente.
Según TaeHyung le inventó que tenía un compromiso imprevisto, que en realidad era una cita programada con sus amigos desde hacía muchos días atrás pero que él por obvias razones no mencionó, avisando entonces que yo sería quien le pintaría el cabello a YoonGi. TaeHyung me aseguró que la señora Min no tenía problema con ello y estaba encantada de recibirme.
—Así que dame tu número para que transfiera el dinero y te des prisa a comprar las cosas.
Obedecí y envié por teléfono el enlace con mis datos. En menos de dos minutos me habían depositado casi doscientos mil wones. Confirme el recibo del dinero y le agradecí a TaeHyung. Antes de despedirnos me animé a preguntarle porqué hacía eso por mi.
—Porque te gusta YoonGi, obvio.
Si, lo era pero lo que quería saber no era eso.
—¿Y YoonGi?
—Quien sabe —me respondió él—. Todo puede ser.
Y colgó, dejándome con las opciones abiertas.
Me arreglé rápidamente, vistiendo ropa casual y un abrigo, Seoul en diciembre era de lo peor sin no te cubrías correctamente. Estaba por salir, bajando por las escaleras tranquilamente cuando encontré a mi hermana tomando las llaves del auto.
—¿Qué estás haciendo? —me apresure hacia ella y tome el llavero de su mano.
—Necesito el auto, iré a visitar a una amiga a Busan —de nuevo me quito las llaves—. Mamá dijo que podía usarlo.
—Yo también lo necesito —las tome de nuevo—. Usa el auto de papá cuando vuelva.
—Úsalo tú —las llaves otra vez en sus manos —. Yo lo necesito ahora y no volveré hasta mañana temprano.
Me quejé de inmediato con mamá quien estaba en su habitación, le explique lo mucho que necesitaba hacer y a dónde debía ir, exagerando algunos detalles para que cediera ante mi petición, solo gaste saliva y tiempo porque al final los argumentos de Dawon fueron más efectivos y ella se llevó el auto.
De esa manera solo tenía dos opciones, esperar que papá volviera hasta quién sabe qué hora y tuviera yo la suerte de que me prestara su auto o simplemente caminar y tomar el autobús. Lo segundo me pareció más razonable y óptimo, dado que ya se me hacía tarde para llegar a donde los Min.
Mi camino en un principio fue largo, casi una odisea pues tuve que buscar una tienda que tuviera precisamente el tinte de color menta. Después tuve que caminar hasta la primera parada de autobús, viajar y hacer el cambio a otra línea que me dejara lo más cerca posible de mi destino. La casa de YoonGi estaba a veinte calles así que tuve que caminar otro poco, cuando me di cuenta ya habían pasado dos horas desde que abandonara mi casa.
Cuando finalmente estuve en la puerta de la entrada ya llevaba conmigo una bolsa plástica con dos cajas de tinte, tres botellas de peróxido, varios guantes y una brocha. También me estaba muriendo de calor.
La señora Min me recibió como de costumbre, con extrema confianza y una sonrisa. Me disculpe por la demora, explicándole el asunto de mi auto, ella no le dio importancia y me dijo que no tenía nada por lo cual disculparme. Agradecí su comprensión. El aire cálido del hogar me abrazó apenas puse un pie en el lugar. Quité mis zapatos y colgué el abrigo mientras ella anunciaba mi presencia.
—YoonGi está aquí. —ella señaló a la sala y continuó su camino, directo a la cocina.
La sala estaba inmediatamente después de la entrada, justo a la derecha y en ella un juego de sofás grises. YoonGi estaba sentado en uno de ellos, con las piernas cruzadas sobre el asiento y entre ellas un libro flexible, de hojas anchas que a primera vista parecían no tener nada escrito en ellas pero prestando mayor atención se podía notar el relieve. El sistema braille de escritura. Las manos de YoonGi estaban sobre las páginas y él con sus ojos en mi dirección. Sonreí nada más verlo.
—Te dejaron sin auto. —dijo él, sonriendo de lado.
—Como a ti sin dinero —bromeé, haciendo que arrugara su nariz de disgusto—. Pero a mi me lo devuelven mañana.
Él se quedó callado, riendo entre la diversión y la frustración, pero aunque no lo dijera yo sabía que estaba feliz de que el plan de TaeHyung hubiese resultado.
Me senté a su lado y eché un vistazo a la sala. En la pared frente nuestro estaba la pintura enmarcada de YoonGi, esa que había hecho durante la salida de campo.
—Tu madre no bromeaba con eso de enmarcarla. —dije recordando a la mujer hablando de su idea semanas antes.
—Te dije que lo haría, la colgó esta mañana, qué vergüenza.
Reí.
—Las madres siempre hacen eso, la mía también ha colgado mis pinturas por toda la casa, eso junto a los reconocimientos de mi hermana.
—Si eso… pero tu eres un artista y seguramente ella es muy lista, son cosas dignas de presumir a los demás.
—Claro que no —respondí divertido—. No soy muy bueno y ella hace más tonterías de las que imaginas, mira que me quito el auto —YoonGi se rió conmigo—. En serio, tus pinturas también son dignas de presumir, YoonGi.
Él no me respondió y en vez de eso me preguntó si había comprado las cosas. Las saque de la bolsa y le expliqué para qué era cada cosa. YoonGi estaba sorprendido cuando le dije que yo mismo me había teñido el cabello. Pronto YoonGi me llevó a la planta alta, donde había tres habitaciones, la suya era la del fondo, justo al lado del baño. La señora Min parecía ocupada en la cocina así que nos dejó por nuestra cuenta un buen rato, YoonGi subiendo cada peldaño de la escalera sin problemas.
Entramos donde YoonGi me indico y era la habitación más pulcra que había visto jamás, tan perfectamente ordenada que parecía irreal, con pocos muebles en ella. Solo una cama, una mesa de noche, un librero y un escritorio con su respectiva silla, y en contraste unas cortinas largas traslucidas. Encima del escritorio había una máquina de escribir, al lado un pancle de hojas blancas y junto a estas unos audífonos conectados a un reproductor. Observé con cierta curiosidad la máquina pues no era igual a otra que hubiera visto antes.
—¿Qué necesitamos? —me pregunto.
—Una toalla —respondí dejando de lado mi curiosidad—. Blanca de ser posible.
YoonGi abrió una puerta junto a su cama, lo que después descubrí era el closet, de este saco una toalla, blanca como la había pedido.
—Creo que esta es blanca. —me dijo él, un tanto dudoso.
—Lo es.
Tome la prenda y deje las botellas de tinte sobre la cama. Hice que YoonGi fuera conmigo al baño, llevando con nosotros las botellas de peróxido y los guantes. El cuarto de baño era pequeño pero tenía bastante espacio como para albergar una tina. Senté a YoonGi en el borde de esta y le coloqué la toalla en los hombros. Sus labios iban curvandose mientras me ponía los guantes.
—¿Estás emocionado? —le pregunté mientras destapaba una botella.
YoonGi asintió sonriendo y yo lo imité.
Tome un peine de la gaveta del baño y separe cuidadosamente los cabellos negros de YoonGi. Poco a poco vertí el líquido, dando un masaje para esparcirlo por todo el cuero cabelludo lo mejor posible. Cuando me acabé la primera botella su cabeza ya estaba un tanto espumosa.
—Ahora habrá que esperar.
Deje que YoonGi se quitara la toalla y le dije que sería mejor volver a su cuarto un rato, pues en el baño no había mucho que pudiéramos hacer.
De vuelta en su recámara me dejé llevar por mi lado curioso, yendo directo al escritorio junto a la ventana. Tome el reproductor y los audífonos.
—¿Escuchas mucha música? —pregunté mientras me sentaba en la silla, YoonGi estaba atento desde su lugar en la cama.
—Algo así —respondió, señalando hacia mi dirección—. Pero esa grabadora la utilizo para mis clases.
Resulta que YoonGi necesitaba una máquina de escribir especialmente diseñada para tomar apuntes, justamente esa sobre el escritorio que tanto me había extrañado, pero que lamentablemente hacía mucho ruido e incomodaba a sus compañeros de clase, la solución a ese problema había sido grabar las clases y posteriormente transcribirlas durante su tiempo libre.
Pensé que eso era demasiado esfuerzo pero YoonGi decía que le era muy fácil y que además servía para repasar, porque igual apenas llevaba tres materias al semestre.
Comencé a preguntarle sobre sus clases y sobre lo que aprendía. Entre más me contaba más interesado me sentía respecto a su forma de estudio. YoonGi me mostró los libros que usaba, lo único que había escrito en Hangul normal eran los títulos y lo demás era braille. Me enseñó su alfabeto y la manera de leerlo con la yema de los dedos, pero obviamente no pude distinguir entre ninguna letra, además de que había letras que tenían dos formas diferentes de resaltarse en el relieve.
—Suele ser difícil al principio. —había dicho él y yo estaba totalmente de acuerdo.
Pasado el tiempo necesario lleve a YoonGi a lavarse el pelo. Una botella había sido suficiente para pasar su cabello del negro al rubio apagado. La madre de YoonGi reapareció fuera del baño, en el pasillo, y justo cuando empezaba a aplicar el tinte vi que parecía igual de alegre que su hijo. Algo curioso. Recordé que mi madre había dado un grito cuando volví de casa de JiMin con el pelo rosa, mi primer tinte en la vida, a los pocos días de ser aceptado en la universidad. Me alegré de que al menos la madre de YoonGi no fuera así de estricta.
En tanto secaba el cabello ahora amarillo, YoonGi había empezado a frotar enérgicamente uno de sus ojos, cosa que había visto que hacía esporádicamente durante las clases de pintura. Nada inusual para mi.
—YoonGi, no. —su madre cruzó la puerta, tomó su mano y la bajó con firmeza.
YoonGi se detuvo y bajó la cabeza.
—Lo siento. —murmuró.
Yo no entendía cuál era el problema en eso y la señora Min que se dio cuenta me lo explicó.
—YoonGi a veces se frota los ojos, puede lesionarse si lo hace demasiado fuerte, cosa que es casi siempre.
—Me picaba. —repuso YoonGi con reproche.
—No necesitas hacer tanta presión —aclaró ella acariciando su rostro y volteando a verme después—. Por favor, SeokJin, si alguna vez notas que lo hace, en verdad, no dudes en detenerlo.
—Claro señora Min. —dije, luego ella volvió a la planta de abajo.
Seguí retocando las raíces del cabello pero YoonGi se veía molesto y yo estaba en una posición incómoda.
—No te enojes, solo se preocupa por ti. —le dije en un vago intento por tranquilizarlo.
—Ya estoy ciego, no es que vaya a pasar algo peor.
Entendía su frustración así que mientras esperábamos a que el tinte se fijará y para distraerlo le pregunté sobre sus años de educación en casa. Me contó historias sobre sus maestros y sobre sus clases favoritas, cosa que le devolvió su buen humor. Escuchándolo iba leyendo los títulos de todo su librero y hubo un ejemplar en especial que llamó mi atención. Me levanté y fui por él. Lo tomé y me sorprendí mucho al abrirlo.
—Este es… de educación sexual.
Dije eso y YoonGi se ruborizo. Me hizo gracia por como se veía todo el conjunto de esa expresión con su cabello espumado en tinte azul. Abrí y revisé las páginas, todos los títulos y subtítulos estaban en braille e inglés, pero lo de verdad interesante eran las imágenes en relieve. Modelos en papel de la fisonomía del hombre y de la mujer al principio y después… elementos un poco más... descriptivos. Dibujos explícitos y resaltados de una relación sexual entre hombre y mujer.
Admito que por los primeros segundos me quedé mudo pero después me dije que estaba bien, yo también había recibido esas clases durante la escuela primaria y la secundaria, era obvio que YoonGi también las recibiera con material adaptado a sus necesidades. Con eso en mente y más relajado me di la libertad de revisar el libro notando de inmediato un montón de hojas faltantes.
—Aquí arrancaron varias páginas. —dije hacia YoonGi.
Él asintió con decepción.
—¿Recuerdas cuando dije que mi mamá ya no podía darme ciertas clases? —me pregunto y yo le dije que efectivamente lo recordaba—. Bueno, eso no fue impedimento para que quitara todo el contenido que considero no me era útil.
Eso fue impactante al escuchar, revise el índice de contenido y compartí la decepción de YoonGi. De todos los temas supuestamente abordados a lo largo del tomo los únicos disponibles eran fisiología, fisonomía, coito, etapas reproductivas, embarazo y parto. Aquello que hablaba de masturbación, sexo oral, erotismo, actos homosexuales de mujer con mujer y hombre con hombre había sido eliminados por completo. Sinceramente no creí que la señora Min fuera una persona así de cerrada pero al parecer sí lo era y bastante.
Intente no tocar más el tema pues consideré que dadas las circunstancias de la madre de YoonGi no era algo en lo que yo debiera inmiscuirme, aun cuando me pareciera sumamente injusto. Me limité a cambiar el tema de nuevo, hablando de la música que le gustaba escuchar y después de esperar varios minutos repetimos el paso de lavar el pelo de YoonGi, que finalmente ya era verde menta.
YoonGi iba mejor para cuando seque su cabello con la toalla, parecía estar más relajado y notablemente expectante ante el resultado de su renovada imagen. El último paso, después de casi tres horas de proceso era el secado con precisamente el secador de mano. Como yo no sabía dónde estaba, YoonGi había ido por él a la habitación de su madre, caminando ágilmente por el pasillo sin la ayuda del bastón o sus manos tocando la pared. Me fascinaba ver esos pequeños detalles de independencia en él, lo admiraba en secreto.
El volvió con el aparato y entramos de vuelta a su habitación, hice que se sentara en la silla del escritorio y sople sobre su pelo. Al fin con la mano desnuda me animé a tomar sus cabellos con todo el cuidado del mundo. Levantando y peinándo mientras lo secaba, algo que no me había imaginado hacer pero que sin duda alguna me complacía.
Pude haberme tardado mil años en eso pues YoonGi, que tenía la cara alzada, me regalaba un impresionante acercamiento de su rostro. La preciosa imagen de sus ojos grises puestos en mi. Su boca entreabierta en una muy delgada sonrisa. Mi boca ardiendo por besarlo y yo empezando a inclinarme para lograrlo.
Notas:
*Todos nosotros, al ser seres sexuados que sienten placer tenemos el derecho a una educación sexual completa y nadie puede ni debe negarla, sin importar la razón que sea.
Elementos gráficos para invidentes. Imagen con contenido explícito.
Con censura porque W*t**d de c****a me lo quita.
Alfabeto Braille coreano:
Link de la obra original:
https://www.wattpad.com/story/199887251
Cr. a MinMin YoonJi.
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