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༊ Diecisiete ༊


Con la llegada de marzo inició un nuevo semestre y con el nuevo semestre un horario de clases distinto. YoonGi tomaba clases de lunes a viernes durante la mañana y aunque mi horario también era matutino yo entraba siempre una hora antes que él y de igual forma salía dos horas antes. Entonces por las mañanas ya no podía pasar por él aunque por las tardes gastaba mi tiempo en la biblioteca, esperándolo, hasta que llegaba el momento de ir al taller. 

Durante los primeros días del mes me dediqué a hacer búsquedas en Internet, eso al recordar la fecha del próximo cumpleaños de YoonGi, nueve de marzo. La verdad es que lo había olvidado por lo que tuve que apresurarme para elegir algo decente.

Lo primero que me vino a la mente en ese momento fue comprar el libro que YoonGi alguna vez me había mencionado en la librería. Ese que no podía leer porque no estaba disponible en braille coreano. Dios sabe que lo busque por todas partes, en todas las librerías especializadas y en todas las plataformas digitales de las que supe. Nada, ese libro sólo estaba disponible en inglés y por lo que sabía yo, el inglés de YoonGi no estaba ni medianamente cerca de considerarse bueno. La novela no era una opción. 

Pero en un golpe de suerte y quien sabe bajo qué criterios de sugerencias extraños de la red me apareció esa guía, la que YoonGi tenía en su habitación a medio mutilar. Ni bien vi el precio lo compré, no tenía que pensarlo dos veces, si o si YoonGi debía tener ese libro. Pero con el día blanco estando tan cercano ese presente no me parecía suficiente aunque para YoonGi creo que nada me lo sería. Pensé mucho para elegir un segundo regalo hasta que la idea perfecta se me ocurrió. 

Así llegó el día jueves y en mi auto la bolsa con los regalos. Me tente a quedarme en la biblioteca y esperar a YoonGi tal como llevaba haciendo toda la semana pero soy impaciente, así que fui hasta la facultad de lenguas. Me quedé en el auto por menos de cinco minutos y después me metí en el edificio, un lugar tan ajeno que casi me pierdo. Tarde un rato en encontrar el aula de YoonGi. 

Un salón amplio y escalonado a modo de pequeño anfiteatro, el profesor en la parte más baja hablando contra la pizarra blanca y sosteniendo un libro en su mano. Busqué en los asientos delanteros pero para mi suerte YoonGi estaba bastante cerca de la puerta, justamente a solo dos mesas. Me escabullí en silencio y me hice de una silla junto a su lugar. YoonGi se puso alerta apenas con el mínimo movimiento. 

—¿Hola? —susurró, girándose para escuchar en mi dirección. 

Me reí en silencio. No contesté, en cambio mire a todas partes y rápidamente deje un pico sobre su nariz. Sus mejillas escandalosamente rojas. 

—SeokJin. —aceptó de inmediato, mis besos obviamente eran inconfundibles.

—YoonGi. —respondí intentando no reír o alzar la voz. 

Él sonrió levantando sutilmente sus labios, los dos fingiendo poner atención. 

—Feliz cumpleaños. —susurré. 

Tome su mano y la acaricie debajo de la mesa. Él entrelazo sus dedos conmigo al susurrar un suave "gracias". Su clase duró una hora más, poesía coreana clásica, un par de lecturas que me parecieron hermosas. Al salir de su última clase pude notar que la mitad de sus compañeros me miraban, entre ellos los tres tipos de cagada que molestaban a YoonGi y al encararlos pude adivinar lo que pasaba por sus cabezas. Sabían de algún modo lo nuestro. Busqué evitarlos lo más que pude, queriendo no preocuparme. 

Ya fuera de la escuela y teniendo tiempo de sobra antes del taller, lleve a YoonGi hasta el parque, lugar donde nos besamos por primera vez. Compre unas bebidas calientes y unos macarrones. Nos sentamos en un banco de madera bajo un árbol. Apenas sentados YoonGi frotó uno de sus ojos, picando con cierta insistencia, tomé su mano y la bajé despacio, dejando un beso sobre ella. Él sonrió, no tan satisfecho pero comprensivo conmigo. 

—Te tengo un regalo —dije levantando del suelo la bolsa de papel que llevaba conmigo—. En realidad son dos. 

—¿Dos? —alzó sus cejas. 

—Sí, uno por tu cumpleaños y otro por el próximo día blanco —YoonGi se rió—. Ya se que no eres una chica pero yo soy chico y quiero darte algo, además obtener dos siempre es mejor que sólo uno. 

Me los aceptó. 

—Está bien, aunque me siento mal por no haberte dado nada en San Valentín ni en tu cumpleaños. 

—La foto que me diste lo es todo —dije—. Planeo imprimirla en tamaño póster para mirarte incluso acostado en mi cama. 

—No lo harías. —rió. 

—Claro que sí. 

Pero él hizo una mueca. 

—Tu familia podría verlo. 

Me quedé mudo. ¿Qué iba a responder si no estaba seguro de nada? Esquive las palabras de YoonGi y puse la bolsa sobre sus piernas, pidiéndole que la abriera. Él obvió mi silencio y metió la mano. 

—¿Un libro? —pregunto sacando el ejemplar. 

Tocó el relieve de la portada, leyéndolo con cuidado. A medio título se detuvo. Lo metió de vuelta a la bolsa, sorprendido y rojo. 

—Y es una edición más reciente, con dos o tres temas extras —lo saque de la bolsa y lo puse otra vez en sus manos—. Ahora podrás leerlo completo si lo deseas. 

Su rostro avergonzado estaba fijo con la mirada al frente. Sus ojos temblando involuntariamente por un segundo. 

—Gracias. —dijo pasado un rato. 

Le dije que no agradecíera, sin dejar de recordarle que aún faltaba un regalo más, algo pequeño en comparación al libro. De la bolsa sacó la caja marrón, un estuche de joyería. Al abrirlo encontró la pulsera. No tuve que decir nada, por sí mismo encontró el grabado en braille invertido que le había pedido al joyero unos días atrás. 

—Saranghae*. —leyó en voz alta. 

—Saranghae. —repetí. 

Abandonamos el parque después de que nos diéramos cuenta que no podíamos besarnos en aquel sitio lleno de transeúntes, no de nuevo, volviendo así al auto de inmediato. 

Concluido el asunto de los besos el taller ya estaba esperandonos y allí un arreglo floral para YoonGi. Nada enorme pero todos se veían muy felices, incluido HoSeok que hasta me saludo. Fue un día corto donde me la pase haciéndole cosquillas a YoonGi, provocando involuntariamente que diera un par de trazos erráticos y que a pesar de eso él no se molestó conmigo. 

La única sorpresa que nos llevamos fue cuando Sarang y HoSeok nos hicieron saber por separado que habían notado la nueva pulsera que YoonGi llevaba puesta. Fue así que entendimos que no podía usarla todo el tiempo, menos al estar cerca de su madre, por eso YoonGi la guardó en secreto junto al libro en su mochila. Una verdadera lástima pero estaba bien, no había nada más que hacer al respecto. Que YoonGi me dijera que los atesoraria y cuidaría con recelo me bastaba. 


Después de pasado un mes en el semestre empecé a tener un horario lleno de tareas y proyectos, así que ya no podía pasar tanto tiempo con YoonGi, salvo en nuestros trayectos al taller y a su casa. Mis ocupaciones iban de mis clases en la Universidad al taller, y de mis tareas escolares a las tareas domésticas, por eso fue una bomba cuando mi profesor me hizo caer en cuenta que debía elegir mi proyecto de titulación, el cual debía estar listo en diciembre si quería graduarme a tiempo. Y yo que no tenía ni idea de que quería hacer. 

Así tan ocupado mi único tiempo libre era durante la tarde de los sábados, tiempo que apenas y me alcanzaba para mi mismo pero que no dudaba en compartir con mi novio. Mejor amigo para los demás. No salíamos mucho pero su casa o la mía eran suficientes. Lo único que me hacía soportar aquella falta de convivencia con él eran las llamadas que me daba antes de dormir. 

Durante su cumpleaños YoonGi había pedido un regalo en especial y al día siguiente recibió un teléfono celular, uno muy parecido al que HoSeok algunas veces dejaba a la vista. Un móvil sencillo con teclado físico de marcación, no era ni de cerca sofisticado pero se adaptaba más que perfecto a las necesidades de YoonGi, que no tenía forma de leer la pantalla de un dispositivo táctil. 

—Reserve el número uno para ti. —fue lo que dijo sonriente apenas darme la noticia de su nuevo celular. 

Yo era el número uno en su lista de marcación rápida. Cuán feliz fui ese día. Entonces cuando recibí su llamada el sábado por la mañana de inmediato la conteste, la verdad es que salvo por JiMin o mi familia, casi nadie me llamaba, tal vez compañeros de la escuela pero nadie más. 

Me pregunto por los planes de ese día y fue justo cuando mi madre me estaba mandando al market a comprar ingredientes para pizza. Le dije a YoonGi que pasaría por él y me ayudaría a hacer las compras, él más que encantado con eso, aceptó. 

Entre los pasillos mientras buscaba lo que mamá había escrito en la lista íbamos platicando, cosas de la escuela y de nuestra vida diaria. Preguntándole si quería que lleváramos algo en particular, gaseosas o golosinas, YoonGi no quiso pedir nada pero no me fue impedimento para que echara al carrito una caja de su café instantáneo favorito. 

De camino a mi casa empecé de curioso, como ya era mi costumbre. 

—¿Cómo vas con el libro? —dije mirándolo de reojo. 

YoonGi rojo de nuevo. 

—Ya lo he terminado. —respondió, nervioso. 

—¿Todo? 

—Todo. 

—¿Y qué te ha parecido? 

—Muy interesante. —su rostro tan serio y sus ojos tan inquietos, él era la definición misma de adorable. 

Cuántas ganas de jugar con él. 

—Me imagino que sí, mantenlo cerca para futuras consultas. 

Deje la idea al aire más no tuve que estudiar mucho a YoonGi para saber que él había entendido mi indirecta. La verdad es que más allá de los besos jamás habíamos intentado nada, ni siquiera un faje pequeño, la falta de un espacio íntimo era un problema, pues siempre estábamos acompañados de algún modo y el auto no me parecía el mejor lugar para intentarlo, además que no estaba seguro de que YoonGi quisiera, aunque yo sí quería y mucho. 

Había intuido desde hacía mucho que YoonGi no tenía la misma experiencia que yo en algunos aspectos aunque se tenía que resaltar su grandiosa habilidad para besar, su boca en la mía era lo máximo y eso que nuestras lenguas aun no entraban en juego, por eso mismo procure ir lento con él. Por eso ya no insistí más con el asunto y me quedé callado, sonriendo con un YoonGi muy sonrojado al lado. 

En casa mamá me puso a hacer un montón de cosas con la harina en tanto YoonGi nos esperaba en la sala. Puse música para evitar que se aburriera, sin embargo su semblante apagado me decía que no estaba funcionando. Entonces pensé que estaría bien que él se uniera en la tarea de preparar la comida. 

Cuando llamé a YoonGi a la cocina este no evitó verse sorprendido, aun así fue hasta mi y espero con media sonrisa. 

—Lava tus manos —dije mientras las mías golpeaban la bola amorfa de masa contra la mesa, pegajosa a morir—. Haremos pizza. 

Mí madre me miró igual de impactada que YoonGi, claramente preocupada por mi supuesta insensibilidad al proponer algo así. Le dije en silencio que no tenía de qué preocuparse, que sabía lo que hacía. 

—Pero yo no sé hacerlo. —murmuró YoonGi, nervioso y afianzado a la mesa.

—Aprenderás —sonreí—. Tú pondrás los ingredientes. 

Él dudó un poco más pero le pedí a mamá que le mostrara el lavabo antes de que siguiera dándome excusas que no valían. YoonGi se lavó varias veces y como nosotros dos también se colocó el delantal que mamá le extendió. 

Cuando la masa estaba lista y amasada la lleve a dos moldes para horno, colocándolos en frente de él. Mamá ya había cortado los ingredientes y hecho la salsa. 

—Aquí está todo —señalé llamando su atención—. Va en orden. 

Él me escuchó para guiarse mientras yo tomaba sus manos y las acercaba a los platos con la comida. 

—Las carnes, los vegetales y el queso. 

Fui poniendo la salsa y le decía a YoonGi que poner en cada sección, lo fue haciendo con cuidado al principio pero conforme tomó confianza fue más veloz. Al final obtuvimos dos pizzas de cuatro sabores diferentes cada una y un YoonGi notablemente satisfecho con su trabajo. 

—Ahora sabes hacer pizzas. —dije al meter las pizzas al horno. 

—Si fracaso como escritor ahora tengo una segunda opción. 

Los tres nos reímos. 

YoonGi cenó con nosotros después de que mi hermana y padre volvieran. Fue gracioso cuando papá dijo que la pizza se veía rara, YoonGi se disculpó mientras reía, papá seguía sorprendido de que el chico ciego se tomara esas cosas de tan buen modo. Tratar a YoonGi como a una persona común y corriente aún les era difícil pero de a pocos entendían que también se podía bromear con él, incluso a costa de su condición. 

En una breve charla hablamos sobre mi ya cercana graduación y de eso pasamos a lo que YoonGi quería hacer cuando obtuviera su título. Yo quería ser un ilustrador mientras que él estaba enfocado en convertirse en cuentista. 

—Aunque también me gusta la ciencia ficción —dijo en medio del postre—. Así que tengo muchas ideas sobre eso al respecto. 

—¿Has escrito algo? —preguntó mi hermana. 

—No realmente. —le había dicho él. 

Pero yo sabía que no era cierto, no porque él me lo hubiese dicho o confesado alguna vez, pues también se guardaba el secreto de mí, simplemente era algo que yo intuía, algo que podía ver en sus ojos. No dije nada y mi hermana que al fin de cuentas era psicóloga tampoco lo contradijo. 

—Deberías —dijo ella—. Seguro hay buenas ideas que plasmar, como las pinturas de SeokJinie.

Que sorpresa que Dawon me llamara así, más cuando llevaba tiempo sin hacerlo. Tan sospechosa. 

—¿Realmente son buenas? —YoonGi curvando su boca. 

—¿Lo dudas? —pregunte con falso sentimiento. 

Él negó sonriendo. 

—Seguro son grandiosas —murmuró—. Es una lástima que no pueda verlas. 

Y así de rápido como sus labios se torcieron me vino la idea que estaba buscando para mi proyecto final y obtener el título en artes. Era eso. Haría que YoonGi pudiera ver una de mis pinturas. 

*Te quiero/amo en coreano. 

Este capítulo debía haberlo publicado en el cumpleaños de YoonGi pero por asuntos de la universidad no pude (ya lo explicaré en mí tablero). Pero todo eso ya pasó así que tengo más tiempo libre, se vendrán capítulos nuevos. 💜💜

Lamento la tardanza. 🥺

Link de la obra original:
https://www.wattpad.com/story/199887251

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