༊ Diecinueve ༊
Aquel miércoles YoonGi me había pedido, con ojos brillantes y semblante entusiasta, ayuda para armar la pequeña maleta que habría de llevar al viaje y cuando me dijo que no quería que su madre eligiera su ropa no pude negarme, aun cuando la señora Min nos miró sorprendida y fingidamente ofendida.
—¿Cuál es el problema con mi estilo? —nos chilló ella cuando íbamos subiendo las escaleras
—TaeHyung dice que es demasiado pulcro —le respondió YoonGi—. Casi anormal.
No iba a contradecir esa afirmación, estaba totalmente de acuerdo, la mayor parte del tiempo su estilo era perfecto, alineado, limpio, ni una arruga, una imagen que llevaba la estética personal a un nuevo nivel, y que sin embargo me encantaba.
De todas las cosas que podía agradecerle a la señora HaNeul estaba el hecho de haber dado a luz a una persona tan increíble cómo YoonGi y de comprarle ropa que le hacía ver cómo una estrella de televisión. Pero no se lo dije a YoonGi.
No fue difícil formar los conjuntos y empacarlos, la verdad es que el orden en su habitación me facilitó el trabajo. YoonGi también ayudó mucho, mostrándome dónde estaba todo y tomando el mismo algunas prendas. Fue una de esas muchas tardes en las que me maravillé con el nivel de independencia que podía poseer pero que él mismo insistía en limitar, no entendía si lo hacía por miedo de sí mismo o por mera consideración a su madre, tal vez eran ambas.
Al terminar me despedí de ambos, madre e hijo. Les recordé el lugar y hora de encuentro en la facultad. Sinceramente mi idea era pasar por YoonGi y llevarlo conmigo pero su madre no había dejado de insistir en que deseaba despedirlo al pie del autobús y yo sin más remedio terminé por ceder a su petición. Igual me iba un poco bien la situación pues así podría dejar el auto en casa y hacer que papá me llevara por la mañana.
Al llegar a casa termine de arreglar mi maleta, empacando ropa, mi cuadernillo y mis lápices de dibujo. También guarde el dinero que mamá me dio juntó con mis ahorros recuperados, esos que la madre de YoonGi repuso por el pago del hotel y el autobús. Luego de eso pretendía ir a la farmacia, dispuesto a comprar algunos básicos indispensables, y así volver a tiempo para la cena, pero fue entonces que recordé mi cámara y la preocupación de olvidarla después, junto a ese cosquilleo en mi nuca, me hizo devolverme a mi cuarto.
Estaba por empacarla no sin antes revisar que tuviera el espacio suficiente. Me moví a lo largo de la colección de fotos, las más recientes eran todas mías. Mías y de YoonGi, y entre ellas una sola me hizo detenerme. La mire con una sonrisa recordando esa tarde de cumpleaños, los latidos de mi corazón acalorando mi pecho y entonces una chispa en mi cerebro. Eso era. Un retrato de YoonGi. Eso y nada más.
De pronto todo estaba muy claro para mí, cada trazo, cada textura, relieve y color. Mis sentimientos, las cosas que amaba y las que me daban temor. Todas esas frases que quería gritar pero que de algún modo aún no estaba preparado para dejar salir al mundo. La pintura de repente ya no sólo representaba un medio para conseguir mi título universitario, no, era más una terapia de asimilación, de mentalización para aceptar ante el mundo entero lo que yo era y lo que YoonGi significaba para mi.
Saqué con mucho cuidado uno de los lienzos que tenía guardados en mi armario, el más grande, desocupe el escritorio y lo deje descansar allí. Mire la fotografía varias veces y con el lápiz en mano marque suavemente los primeros trazos. Mamá llamó para que bajara a cenar, dos, tres veces y unos segundos después mi hermana estaba intentando meterse a mi habitación. Les dije que no podían pasar, me cuestionaron un par de veces pero después de ser muy claro me dejaron en paz. No me detuve hasta que el boceto estuvo terminado y cuando miré al reloj descubrí que lo que me había parecido apenas unos cuantos minutos habían sido en realidad casi dos horas.
El carboncillo sobre la superficie blanca lucía bien, mucho en realidad. Observe la imagen tanto como pude y estaba impaciente por poner color en ella, resaltando la belleza natural de YoonGi, el rosa de sus labios, el verde menta de su cabello y el hermosísimo gris plateado de sus ojos. Si había algo perfecto en este mundo lleno de imperfecciones ese era el rostro de YoonGi.
La mañana siguiente llegó y yo con esfuerzo había podido pegar un ojo por la noche, tan emocionado mientras visualizaba la pintura terminada en mi cabeza. Que pena no poder avanzar en ella por los siguientes días pero la alegría de pasar un fin de semana completo con YoonGi recompensaba más allá de eso.
Desperté muy temprano, haciéndome de la cámara y mi maleta ya preparada. Y antes de dejar mi habitación me aseguré de colocar el cuadro de vuelta en mi armario, con una manta que cubriera bien el lienzo por si acaso.
Mis padres no solían meterse a mi habitación pero mi hermana en ocasiones hurgaba en mi escritorio buscando el material de papelería que allí guardaba. Resguardar así la pintura me pareció suficiente, sin necesidad de cerrar con llave.
En la cocina mi padre esperaba tomando su café tan religiosamente como cada mañana. Llamé por él y me despedí de mi madre. Mi hermana solo sacudió su mano, todavía luciendo como una zombi recién salida de su cama. Subimos al auto y de allí directo al estacionamiento de la universidad.
El lugar ya estaba la mitad lleno de autos, en un extremo los tres autobuses alquilados y del otro el auto de la señora Min. Mi padre me despidió con una sonrisa y sorpresivamente con un extra de dinero.
—No le digas a tu madre. —me susurro en medio de un abrazo.
Asentí y me alejé, guardandome los cincuenta mil wones en el bolsillo de mi mochila. Papá ya se había ido cuando llegué hasta el auto azul. La señora Min apenas me vio bajó del auto, me saludó, y aunque sonreía, su rostro era todo preocupación. YoonGi en cambio no ocultaba su felicidad, labios curvados y un destello especial en su mirada.
Me encargué de llevar el equipaje de ambos a nuestro autobús para luego volver por YoonGi. Temí bastante que la señora Min se arrepintiera en el último segundo, más cuando sus ojos temblaron en un intento de sonreír. Afortunadamente nos dejó ir sin mayores contratiempos, ni siquiera baño de besos a YoonGi como yo esperaba hiciera en un inicio, un verdadero alivio.
Hice que YoonGi me tomara del codo y con la ayuda de su bastón empezó a caminar a mi lado. Dejé salir media grosería cuando me fijé en el grupo del otro autobús.
—¿Qué sucede? —me pregunto YoonGi mientras caminábamos.
Bien podía ocultarlo pero no tenía razones para hacerlo así que sólo lo deje ir.
—Es NamJoon —dije no muy alto—. Creo que su novia es de la clase vecina y lo ha invitado.
Un rostro sin expresión y yo con la piel encrespandose.
—YoonGi, no dejaré que se te acerque. —aclare de inmediato pero él se rió.
—No me molesta, Seok Jin —ese tono de voz sereno e imperturbado—. No me importa.
Iba a responder pero no me dio tiempo, mis compañeros de clase se acercaron a nosotros, saludándonos.
Durante aquella semana anterior me había encargado de mencionarles algunas cosas del amigo que estaría acompañándonos en el viaje. Datos muy básicos, como por ejemplo que se llamaba YoonGi, que era mayor que nosotros, que estudiaba lengua coreana y si, que era ciego pero muy fuera de eso, completamente un chico normal. Todo eso esperando que no actuaran demasiado raro llegado el momento de conocerlo. Al parecer funcionó bien.
—Tu eres el amigo de Seok Jin. —DoHyun, uno de los chicos que mejor me caían de mi clase —¿No?
YoonGi sonrió nerviosamente pero asintió.
—YoonGi —llamé y empecé a señalar a mis compañeros, ellos diciendo un hola para que reconociera sus voces—. Ellos son de izquierda a derecha, DoHyun… YuNa… Young Mi... y JiWoon.
Los cinco haciendo una reverencia mutuamente y sonriendo. Las chicas, YuNa y YoungMi parecían muy interesadas en YoonGi, y no precisamente por su estado particular, no dejaban de decir que era guapo como un idol y que su cabello de ese color le quedaba de maravilla. Ciertamente al inicio estuve bien pero después de tanto sonrojo de ambas partes no pude evitar sentir algo así como celos. Por eso me apresure a llevar a YoonGi al interior del autobús y así poder resguardarlo entre la ventana y mi asiento.
YoonGi en su mochila llevaba sus audífonos y un reproductor de mp3, y colgando de su cuello el ya conocido móvil. También llevaba algunas frituras, las cuales empezamos a comer a escondidas apenas el autobús se puso en marcha, los dos compartiendo el par de auriculares y escuchando la música que a ambos nos gustaba.
Fue un viaje de más de cuatro horas, llegando a Busan pasado el mediodía. Antes de hacer el registro en el Hotel pasamos a una plaza cercana. Un centro comercial como cualquier otro, con un montón de tiendas y cadenas de comida. YoonGi aún estaba acostumbrándose a mis compañeros así que por ese momento decidimos ir solos por un rato, teniendo tiempo suficiente para ir a comer.
Así los chicos de mi salón se fueron muchos por su cuenta, los profesores directo a tomar café y nosotros decidiendonos por algo para ordenar, los dos sentados en una mesa.
—¿Qué tal pizza? —pregunté al final, después de revisar entre el pollo frito, la comida Thai y el subway.
—¿Por qué siempre sugieres pizza? —su voz divertida.
—Porque me encanta —dije—. Como tú.
—Bien. —me sonrió y tomó su mochila.
Me asomé verdaderamente curioso y vaya que se me atoro la saliva. Del interior una pequeña bolsa con cierre a modo de cartera. Y de ahí un fajo de billetes, perfectamente ordenados por el tamaño del papel que igualmente correspondía a la denominación de cada uno de estos. Él tomó tres, uno por uno, con mucho cuidado y los palpo con sus dedos.
—Mamá me dio dinero —me dijo mientras me extendía diez mil wones—. Puedes pagar con esto.
Lo mire un momento, antes de tomar el dinero. Me quedé en silencio un instante, después negué y puse el dinero de vuelta en sus manos.
—Es tu dinero así que creo que deberías ser tú quien la pida.
YoonGi se quedó estático, parpadeando un par de veces y sujetando nerviosamente los billetes. Él habló un poco confundido.
—Pero yo… nunca…
Reí por lo bajo.
—Oh vamos —me levanté del asiento y tomé a YoonGi del suyo, haciendo ya por instinto que pusiera una de sus manos en mi codo, ambos caminando—. Es muy fácil, caminas al mostrador y esperas tu turno, cuando estés frente a las cajas solo tienes que pedir lo que quieres.
YoonGi sacudió la cabeza, rindiéndose ante mis intenciones.
—Que es una pizza de carne con pimientos. —sus palabras haciéndome sonreír.
—Oh YoonGi —exhale conmovido—. Que bien que me conoces.
No esperamos mucho en la fila y aunque YoonGi se veía nervioso, eso no impidió que alzara el rostro y pidiera con voz firme nuestra orden. Pago sin ningún problema y recibió el número de orden junto con el cambio en monedas. La pizza sería llevada a nuestra mesa así que volvimos y esperamos. Fue cuando se me ocurrió que estaba bien dejar a YoonGi un momento solo mientras iba al baño, eso con la necesidad de orinar. Él me dijo que no había problema y que podía quedarse allí.
Me sentí tranquilo y me fui por sólo cinco minutos. Juro que fueron cinco, y aún así al volver me encontré con YoonGi en la mesa, la pizza enfrente de él y a su lado la estúpida masa que conformaba esa entidad llamada NamJoon.
Puse los ojos en blanco nada más verlo a la distancia. El tipo ya se había calmado bastante con eso de nuestra "relación" fallida y aunque tenía novia no podía dejar de desconfiar en él. Camine hasta ellos dos, YoonGi con un semblante serio y algo tenso, más no a la defensiva. Un poco incómodo, diría yo.
—¿No deberías estar con tu novia? —pregunté al llegar a la mesa, quedándome parado entre ellos dos—¿Cómo se llamaba?
—Suran —respondió con esa sonrisilla suya—. Y estará bien si la dejo solo un momento, igual está bastante entretenida con sus amigas mientras beben café.
Entrecerre mis ojos lanzando un gesto de advertencia, diciéndole claramente que se fuera. NamJoon alzó sus cejas para denotar diversión, retándome. Bufé rendido y lo tomé desprevenido, jalándolo de la mesa y así poder llevarlo lejos . Lamentablemente debía admitir que me ganaba en fuerza y apenas pude poner unos metros de distancia entre YoonGi y NamJoon.
—Así que trajiste al ciego. —me dijo al zafarse de mi agarre, empezando a acomodarse la camisa.
—NamJoon. —respondí intentando reprimir sus malditos comentarios.
—¿Qué? Solo estoy sorprendido. —sonrió y alzó una ceja—¿Están saliendo?
—Sí. —acepte entre dientes.
—Vaya… eso está muy bien —me alzó un pulgar con una expresión casi genuina de… ¿Aprobación?, cosa que pude haberme creído de no ser por lo siguiente que se le ocurrió decir—. Solo una duda más. ¿Quién le da a quien?
—Por dios, NamJoon. —intenté empujarlo pero fue en balde mi esfuerzo.
—¿Qué? —un quejido molesto.
—¿No sabes lo que es la prudencia? —sisee, mirando con preocupación alrededor.
Nadie parecía prestarnos atención, a excepción de YoonGi.
—Solo es una pregunta Seok Jin —NamJoon diciendo eso como si no hubiera nada malo o reprochable en ello—. Digo, a ti te gusta estar abajo pero él no tiene pintas de ser el activo.
Los colores se me subieron a todas partes.
—Ya vete. —respondí y su rostro pasó de la diversión a la incredulidad.
—Oh dios… No me digas que no lo han hecho.
Para ese punto entendí que NamJoon era una bestia tonta pero yo lo era más al guardar silencio y no intentar desmentirlo. Él se rió sin ninguna discreción en mi cara.
—¿Acaso no tiene pene?
Una mierda.
—Lárgate ya. —de nuevo yo empujándolo y él al fin cediendo.
NamJoon se fue riendo sin importarle nada y yo tuve que volver con YoonGi, sintiéndome totalmente avergonzado. Suspiré en mi asiento con YoonGi en silencio.
—¿Te dijo algo? —pregunte.
—Nada, solo me saludo. —dijo YoonGi, tan convincente que casi le creo.
—No tienes que mentirme, YoonGi, si él te dijo…
—No necesito que me cuides todo el tiempo, Seok Jin.
YoonGi se estiró y abrió la caja de pizza, dejándome boquiabierto, con un golpe en el corazón.
—Estoy bien, NamJoon solo me saludó.
Y una vez más no tenía más opción que respetar su palabra, a nada nos iba llevar cuestionarlo ni insistirle.
—Bueno. —dije con voz baja y también tomé un pedazo de pizza.
Comí en silencio un rato, bebiendo unos sorbos pequeños de mi refresco. Después YoonGi preguntó si estaba buena la pizza, si me había gustado y si tal vez quería otra, una pregunta que tras otra lograron hacerme sonreír y cuando él me escuchó también sonrió. Nos olvidamos de todo lo demás y sólo continuamos disfrutando de nuestro pequeño viaje.
Después del centro comercial volvimos al autobús y de allí al Hotel. El lugar quedaba cerca de un Jardín botánico, con un montón de flores y árboles endémicos de la zona. Nuestro primer recorrido fue allí, muchos tomando fotografías, otros haciendo tomas pequeñas de videos, incluso algunos otros haciendo clips experimentales de sonido y muchos otros, como yo, pintando o dibujando.
Todo el tiempo YoonGi y yo estuvimos juntos, él siguiéndome a donde yo fuera. Los dos sentados en las bancas de madera, escuchando música y platicando con mis demás compañeros. Fue una tarde agradable. Para la noche una buena cena y de allí directo a nuestras habitaciones. Como no había ningún plan para beber esa noche simplemente nos decidimos por tomar un baño e ir a dormir. Ciertamente estábamos algo cansados.
El primero en ducharse fue YoonGi, mientras yo me encargaba de acomodar las maletas. Cuando él salió ya llevaba pantaloncillos cortos y una playera blanca, pies descalzos y sus cabellos con pequeñas gotas de agua. Tan bonito. Después de eso fui yo quien se metió al baño. Quince minutos más tarde yo también estaba con el cabello mojado y ropa limpia puesta.
Yoongi esperaba en la cama, sentado de piernas cruzadas y muy callado, como pensativo. Lo miré extrañado y sonreí.
—¿Sucede algo? —pregunté yendo a remover algo dentro de mi maleta.
Escuché como YoonGi inhalaba profundo.
—¿Has tenido sexo? —me preguntó de golpe.
Así, de la nada, sin ningún motivo, totalmente fuera de contexto. Esta demás decir que me sorprendió.
—¿S… sí? —respondí alargándome.
—¿Con chicas y chicos?
Intenté no ponerme nervioso con esa serie extraña de preguntas.
—Solo con otros chicos. —respondí.
—Como NamJoon.
Me quedé en silencio. Bien sabía yo que él ya había entendido eso desde aquella vez.
—¿Y tú? —le seguí el juego, tal vez me daba una sorpresa—. ¿No lo has hecho con TaeHyung verdad?
YoonGi se sonrojo.
—No —negó entre una risilla nerviosa—. Con nadie en realidad.
—Ok. —suspire aliviado.
Luego de eso no dijimos nada, fue un momento incómodo. Estaba buscando qué decir cuando…
—Quiero hacerlo contigo. —mi mente quedó completamente en blanco después de eso.
Por dios, YoonGi era impredecible.
He vuelto. Perdonen la tardanza.
YoonGi es un loquillo. 😆 ¿Qué opinan?
¿Deberían hacer ya el sin respeto? 😏🥵
Ustedes 🤣🤣🤣 lean más despacio mijas 😆
Bye. Hasta el próximo capítulo. 💜
Créditos correspondientes.
Link de la obra original:
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