Capítulo 5.
ㅡOh, qué día más bonito ㅡcomentó Kevin, mientras se paseaba por la cocina.
ㅡSí, bueno ㅡdijo Eddward, con un suspiroㅡ... ¿crees que podríamos salir hoy?
Eddward lleva dos días en Amnis. Kevin se encargó de hacer que se sintiera a gusto en su casa, llevándolo por todos los rincones para explicarle las cosas que podía hacer mientras él no estaba. Le dió más té "curativo" y le enseñó a hacer pan de semillas.
Era el tercer día que Eddward llevaba en la casa, y Eddy había llegado de visita en la noche de ayer. Estuvieron hablando por un rato, hasta que las preguntas empezaron. Por más que Kevin no quisiera incomodar a Edd, Eddy estaba dispuesto a molestarlo por horas.
Al final, terminó respondiendo preguntas que no le correspondían. Preguntas sobre lugares lejanos que no entendía, lugares que estaban muy lejos, y que terminaban haciéndolo completamente igual a ellos. Eddy se quedó a dormir aquella noche.
ㅡAntes que nada, debo tomar un baño ㅡadvirtió Kevinㅡ. ¿Me esperan, humildes caballeros? Será rápido.
ㅡPor favor ㅡdijo Eddy, levantándose del sofá.
Cuando el pelirrojo estuvo fuera de vista y la ducha del baño comenzó a hacer ruido, el general real se acercó al humano.
ㅡEntonces... ¿vienes de Arcelia? ㅡle preguntó, con el seño algo fruncido.
Arcelia, según le había dicho Eddy la noche anterior, a Kevin y a él; era una ciudad muy parecida a Amnis, pero aún más alta en las montañas. El nombre venía por uno de sus primeros historiadores, que llamó al Valle; "Altar de los Cielos", y se tradujo de una forma parecida al nombre que le han dado al Amnis.
Quedaba a varios kilómetros de distancia, posiblemente de cuatro a cinco horas en algún tipo de transporte, y las ropas que usaban ahí son parecidas a la que Eddward llevaba cuando cayó.
Los "arcelitas" llevaban el tipo de ropa que llevaban en la Gran Ciudad, ya que su mundo se encontraba muy cerca del suyo y, para poder pasar desapercibidos entre los humanos comunes, se adaptaban a las ropas o acentos que llevaban.
Esas habían sido las únicas piezas de información que Eddy pudo darles, ya que no sabía mucho al respecto.
Kevin, que estaba pensando sobre aquellas palabras, dijo que aún no estaba lo suficientemente cerca del centro de la biblioteca del Palacio, por lo cuál no podía tener una información más alta hasta poder estar "en el centro de la Biblioteca".
Eddward suspiró aliviado, ya no pensarían que es un humano.
Dicho esto, Kevin le pidió a Eddy traer ropas que a él ya no le entrasen, y el pelirrojo podría adptarlas al cuerpo de Eddward; entonces, tendrían ropa para hacerlo pasar desapercibido, mientras estuviese en el Amnis.
Así, Doble D tuvo "ropa amneana" para utilizar. Así también, él podía salir a las calles de la ciudad oculta, y poder ver a su gente. Poder escucharlos hablar. Poder mirarlos a la cara sin que ellos se asusten de su presencia.
ㅡSí ㅡcontestó Edd, feliz de que le recordaran un lugar de dónde no venía realmenteㅡ. Me escapé porque tuve problemas con mis padres.
Otra mentira... bueno, no era tan mentira.
ㅡYa veo... bueno ㅡsoltó un bufidoㅡ. Eres mi primo, ¿está bien?
Eddward frunció el ceño, levantando la vista de un libro que Kevin le había dado, a pesar de que no podía leerlo con tanta naturalidad. Eddy asintió a sus palabras, levantando la vista de la mesa hacia él. Le hizo un ademán con la mano izquierda.
ㅡEres mi primo, que viene desde una tierra algo lejana. La mayoría de las personas aquí conocen a mis faniliares, ya que yo tampoco pertenecía al Amnis al principio ㅡle explicóㅡ. No hay nadie de mi familia aquí cerca, así que nadie va a contradecir el hecho de que somos primos. Cuando alguien te pregunte, les dirás que eres paciente lejano de Eddy Husk; si te preguntan qué tipo de relación tienes, dirás que eres hijo de Selíe.
ㅡ¿Me dejarán en paz si les digo eso? ㅡpreguntó.
El enano se encogió de hombros: ㅡNi idea. Pero, funcionará. Cuando la gente escucha sobre mi tía Selíe, se callan y ya no preguntan nada ㅡpestañeóㅡ. Si te miran de arriba a abajo, o te preguntan si estás bien con eso; encógete de hombros y diles que se pierdan.
ㅡAh ㅡdijo, suavemente.
Deseaba que, ojalá, nadie le preguntase nada.
A mediodía, cuando no había mucha gente en las calles, los dos amneanos y el humano encubierto salieron de paseo.
Eddy llevaba sus ropas habituales de general de la realeza. Kevin también llevaba sus ropas habituales, las mismas que había llevado la primera vez que se vieron.
Eddward, en cambio; llevaba unos pantalones ajustados de color marrón, unas botas recubiertas de hojas verdes oscuras, una camisa blanca de mangas anchas y un bolso hecho de lana que Kevin había fabricado en la escuela. Dentro de dicho bolso, llevaba un pequeño anotador y un lápiz.
Kevin llevaba una carpeta grande, con varias hojas de color blanco, y un maletín de madera oscura, en el cuál llevaba pinceles y pinturas. Estaban haciendo el mismo recorrido que habían hecho los dos amneanos la primera vez que encontraron a Eddward, para que el pelirrojo pudiera dibujar y pintar la flor que vió aquella vez.
ㅡYa verás. Cuando el sol le dé directamente en los pétalos, y estos se abran; te encantará ㅡasintió varias veces a sus palabras, sintiéndose contento.
ㅡEntonces, ¿puedo confiar en que no lo dejarás caer al dolo o perserse? ㅡpreguntó Eddy, mirando el camino.
Eddward pensó que quería que cuidara de Kevin, y asintió rápidamente. Luego se dió cuenta que Eddy no lo estaba viendo.
ㅡSí, lo cuidaré.
ㅡGenial. No me hagas odiar mi decisión.
Después de un corto tiempo, llegaron al lugar del que Kevin estuvo hablando todo el camino. Eddy se despidió con un ademán, algo brusco, y siguió si camino con una de sus manos en la empuñadura de su espada y la otra en su bolsillo.
ㅡHay que esperar un poco.
Se habían establecido sobre una roca grande, bajo la sombra de un sauce llorón. Desde ahí arriba, a casi dos metros a su derecha, estaba el rastro de la caída de Eddward hacia el mundo oculto; aunque no se notaba mucho ahora.
ㅡNo había escuchado hablar de Arcelia hace mucho tiempo ㅡcomentó Kevin.
ㅡSí, qué extraño... ㅡmurmuró, sin saber qué responder.
ㅡSupongo que por eso no está en los libros ㅡrascó su mejillaㅡ. Hace tiempo, antes de que el último Bibliotecario Real se suicidase; oí que estaba hablando sobre un lazo roto con una vieja ciudad ㅡlevantó sus rodillas hasta el pecho y apoyó su mejilla en una de ellas, mirando a Edd con una sonrisaㅡ. Tal vez hablasen de Arcelia.
ㅡSí ㅡcomentó, intentando sonar triste. Se sentó con las piernas cruzadas, cómo un indio, encorbándose un poco sobre ellas y mirando su anotadorㅡ, Arcelia no está ubicado en un lugar... muy bonito. Es decir, las personas de la ciudad van de aquí para allá todo el tiempo ㅡmovió una de sus manos, restándole importancia.
ㅡ¿Por qué te fuiste de casa?
ㅡMis... padres, pensaron que estaría mejor fuera de Arcelia. Busqué otros lugares en los que vivir, pero no encontré nada ㅡse volteó, mirando a su acompañanteㅡ. Encontré un viejo libro de historia (que pertenecía a mi madre), que hablaba de Amnis, y pude encontrarlo gracias a eso.
ㅡOh, qué suerte... ¿tienes el libro aquí?
ㅡNo, se lo he dejado a mi madre ㅡhizo una muecaㅡ. Mantiene ocultas todas esas cosas, y tenía miedo de que se me perdiera o alguien me lo robase... viendo cómo caí aquí, puede que se me haya perdido, cómo casi pierdo mi cuaderno ㅡseñaló, rascando su cabeza.
ㅡOw ㅡcomentó, desalentadoㅡ. Mmh... bueno, puede que no haya entendido lo que hay en esos libros. Mi cabeza tiene que estar enfocada en los conocimientos del Amnis. Por esa razón, no puedo permitir otra cosa entrar en mí cabecita ㅡseñaló, golpeándose la frente un par de veces.
ㅡ¿Por qué no? ㅡcuestionó Edd, con el seño fruncido.
ㅡPorque, en algún futuro, podré ser Consejero Real ㅡlevantó un brazo, mostrándole el puñoㅡ. Antes de la Guerra Subcentral, los bibliotecarios de Palacio siempre crecían y se hacían lo suficientemente sabios para ser consejeros oficiales del príncipe, ya que ellos sabían todo respecto a todo en Amnis.
ㅡEntonces, ¿por qué ninguno de los bibliotecarios ha sobrevivido al poder del conocimiento? ㅡcuestionó, sintiéndose atraído por la historia.
ㅡNo lo sé... aún no he llegado al centro de la Guerra, sigo leyendo sobre cómo se produjo y cómo el Amnis se encontraba en ese momento. Ya sabes; tipos de ropa, alimentos, dialecto...
Mientras Kevin explicaba, Eddward pensaba. Entonces, ¿en qué dialecto hablaban anteriormente?, ¿cómo escribían sus letras sobre las hojas?, ¿cómo estudiaban?, ¿qué estudiaban? Su cabeza seguía llenándose de preguntas, una tras otra, sin poder evitar que se amontonaran en la punta de su lengua.
Cuando creyó tener una buena pregunta para hacer, el pelirrojo empujó un poco su hombro y lo hizo alejarse un poco más, en reversa.
ㅡNo hables ㅡle murmuró, haciendo una señaㅡ. Esos son guardias reales, cómo Eddy, pero yo no les caigo muy bien.
Bullying. Eso pensó Eddward cuando oyó aquellas palabras. Pero, en la pequeña sonrisilla de Kevin, podía ver otro tipo de emociones. Se volteó a ver a los hombres de pie frente al sauce llorón... la suerte estaba de su lado, pues las ramas del árbol cubrían su punto exacto.
ㅡ¿Has oído algo del Consejero Real? ㅡpreguntó uno de ellos, alto y de cabellos amaranjadosㅡ. Parece que puede morir.
ㅡ¿Y? ㅡle dijo el otro, de cabellos amarillos, después de ahogar una risa superficialㅡ, ¿crees que su muerte nos afectará a nosotros?
ㅡLo hará ㅡle dijo, con los ojos bien abiertos.
Ambos detuvieron su paso. El rubio se volteó y el pelirrojo lo miraba muy seriamente. El rubio volvió a reír, esta vez a carcajadas, mientras que el pelirrojo bufaba.
ㅡ¡Te hablo enserio! ㅡle reclamóㅡ. Imagínate... si el Consejero Real muere, ¿quién estaría a cargo?
ㅡ¿El jovencito? ㅡpreguntóㅡ. Ya sabes, el tipo de la biblioteca.
ㅡNo ㅡse acercó a él, Eddward se inclinó un poco hacia adelanteㅡ, el general más apto.
ㅡ¿¡Eddy!? ㅡgritó el rubio.
Kevin le cubrió la boca a Eddward, pues estaba a punto de gritar lo mismo. Le movió el rostro, haciendo que el pelinegro le mirara sólo a él, mientras los otros dos discutían, diciéndole con aquellos ojos, que cerrara la boca.
ㅡ¡Es imposible! ¿Cómo podría ser, el imbécil de Eddy, el nuevo consejero? ㅡreclamó el rubio.
ㅡEl come libros no tiene la sabiduría suficiente ㅡescupió el pelirrojo, Kevin bajó la vista al sueloㅡ. Oí a los demás generales, de los demás puestos, diciendo que Eddy podría ser el nuevo Consejero Real... uno de intercambio, un sustituto; mientras el come libros se encierra en la Biblioteca ㅡseñaló, golpeteando su lanza contra el suelo un par de vecesㅡ. Recuerda lo que te digo, si ese chico no lee rápido...
ㅡ¡Eddy nos matará a todos! ㅡdijo el rubio, y el pelirrojo asintió. Ambos bufaronㅡ. Mejor vámonos. Espero que tus rumores no sean reales, porque ya me pusiste de mal humor.
Los dos guardias, entre risas y algunos golpes, siguieron con su camino. Eddward fue mirándolos por el camino, hasta que desaparecieron y sus voces hicieron eco, muy lejanas. Edd chasqueó la lengua, sentándose de nuevo en su lugar.
Cuando se volteó a ver a su acompañante, Kevin intentaba cavar un hoyo con su dedo. El pelinegro no sabía bien qué hacer, pero decidió respirar profundamente y formular una pregunta distinta a la que estaba por hacer antes:
ㅡ¿Estás bien?
ㅡSí ㅡdijo, en un murmullo, luego levantó la cabeza, a las ramas del sauceㅡ, sí.
ㅡNo lo creo ㅡrió bajito, mirándole de nuevoㅡ. ¿Seguro? Lo que esos chicos dijeron fue... feo.
ㅡLo sé ㅡchasqueó la lengua y se cruzó de brazosㅡ. Es que a ellos dos no les agrada Eddy. Y tampoco les agrado yo, porque a mí si me cae bien Eddy ㅡexplicó, rápidamente, haciendo reír a Eddㅡ. Ellos no me agradan, ¡ojalá que se caigan en el lodo!
El humano encubierto rió sobre su petición, haciendo que el amneano se volteara a mirarlo. El pelirrojo se aguantó un poco, pero luego se echó a reír con él.
ㅡOye, es un insulto muy común aquí ㅡexplicó, sintiéndose un poco más ligero.
ㅡY es increíble, me gustó ㅡpalmeó su hombroㅡ. No te sientas mal, Kev, a mi me agrada Eddy. Y también me agradas tú ㅡse encogió de hombrosㅡ. Si ellos se meten con ustedes, también se meterán conmigo.
Kevin le sonrió, luego, frunció el seño y le miró.
ㅡ¿Me llamaste... Kev?
ㅡ¿Sí? ㅡmurmuró, mirándoloㅡ. ¿Está... está mal?
ㅡNo, no... bueno, un poco ㅡhizo una mueca y una seña con la manoㅡ. No me malinterpretes, me gusta ese nombre. No muchas personas me llaman así. También, ya sabes... Eddy... ㅡhizo señas, sin atreverse a decirlo directamente.
ㅡOh ㅡmurmuróㅡ, ¡oh!
¿Cómo no había pensado en eso antes? El enano, el mejor amigo de Kevin, lo llama "Vek"... ¡pero Eddy tiende a confundir letras y palabras!
Se echó a reír de nuevo, esta vez, parecía no poder detenerse.
ㅡAy, lo siento tanto ㅡse cubrió la boca, intentando dejar de reírㅡ. N-No quería reírme tan fuerte ㅡmurmuróㅡ. Tienes razón, ahora lo entiendo. Acabo de darme cuenta y me parece muy gracioso, ¿cómo no lo entendí a la primera?
El pelirrojo le dijo que estaba bien, con una sonrisa. Luego, llamó su atención aclarándose la garganta: ㅡDime, ¿cómo puedo llamarte yo? ㅡpreguntó, con brillo en los ojos.
El mismo brillo que tenían los ojos de su madre cuando hablaba de las cosas que le gustaban, cuando se sentía demasiado feliz y no podía contenerlo, cuando se sentía cómoda y segura con la gente de su alrededor.
Después de pensarlo, simplemente le sonrió y le dijo:
ㅡPuedes decirme Doble D.
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