Capítulo 1.
Las cartas que la madre de Eddward escondía estaban grabadas en un idioma que no conocía. Más bien, eran líneas y formas que no entendía perfectamente.
Había visto algunas de esas letras cuando era pequeño, porque su madre había bordado su nombre de aquella peculiar forma una vez. Jamás las volvió a ver de nuevo.
Tomó su viejo cuadernillo, pero aún así mirando su nombre con detenimiento, no pudo descifrar las líneas y los puntos. Tenía que haber más notas, más cartas.
Y, en efecto, las había.
Abrió todas las cartas selladas; apiló todas las notas en el otro lenguaje de un lado; recorrió con sus dedos la letra de su madre; le sonrió a las veces que escribió su nombre en aquellos viejos papeles.
Tomó las flores y las hierbas, y las separó por las que conocía y las que no. Algunas tenían sus nombres biológicos, y conocía casi a la perfección todos ellos. Excepto algunos.
ㅡBellis perennis ㅡle dijo a su buscador de Googleㅡ. Margaritas. Ah, son semillas de margaritas.
Y siguió con el resto de hierbajos; romero, orégano, eneldo, albahaca, tomillo, cúrcuma, laurel, menta.
ㅡ¿Por qué no están en la cocina? ㅡse preguntóㅡ. Junto al resto de especias de papá.
Con el ceño fruncido, volvió a guardar los frascos en su lugar. Se detuvo para masajear sus sienes. La información que no podía obtener le estaba quemando detrás de los ojos, lo estaba matando. Se levantó casi de un salto y salió de la habitación.
Bajó las escaleras y se sirvió un gran vaso de agua fría.
Observó las pequeñas rosas en el borde de la ventana en la cocina.
ㅡ¿Mamá también te escondía cosas? ㅡmurmuró, observándolaㅡ, ¿especias secretas, recetas de tartas y cartas?
La flor, obviamente, no le contestó. Una suave brisa la hizo moverse de lado a lado, un movimiento inútil que él aceptó cómo un no.
ㅡClaro... ¿qué cosas te escondería mamá? Ella siempre hablaba contigo ㅡsusurró, mirándola con algo de receloㅡ. No te ofendas, no estoy enojado contigo, es sólo..., de cierta forma, me molesta un poco que te haya confiado secretos a tí ㅡrió bajitoㅡ. Soy lo suficientemente idiota para no saber qué hacer para entenderte.
Las flores se movieron, cómo si hubiesen tenido un escalofrío. Él también sintió ese hielo bajar por su espalda. Dejó el vaso de agua en el lavabo y volvió a subir a su habitación.
Eddward subió a paso pesado. Se frotó las manos contra la cara y respiró profundamente antes de entrar en su habitación.
ㅡA ver qué secretos más nos escondías, mamá.
Sacó el libro del sobre y lo hojeó por encima. Las páginas parecían tener dibujos de flores y plantas variadas, de diferentes cosas que no sabía qué eran, y algunos stickers que reconoció a medias. El libro era verde y pesado, tenía las hojas algo amarillas y parecían un poco maltratadas por la humedad.
ㅡSupongo que encerrarlo en un papel no sirvió de mucho, ¿o no?
Pero luego se puso a pensar que, tal vez, su madre había tardado un poco en meterlo dentro de la bolsa. Tal vez no se le había ocurrido antes. Ahora se sentía mal por la suposición.
Lo abrió y, en la primera hoja, encontró palabras encriptadas. Muchas frases y palabras recubiertas de colores a propósito, pero todas con letras que no conocía.
Otra vez ese idioma... ese lenguaje... ¿podría ser algo que no entienda? No, su madre hablaba español perfectamente. Entonces, ¿qué era? Tal vez eran letras.
Tal vez sean letras.
Ojalá sean letras.
Pasó el dedo por ellas, aunque se veían muy parejas y delicadas, sabía que eran las letras de su madre. Los ojos le empezaron a picar, volvió a pasar las manos por su rostro. Tomó aire y siguió pasando páginas, hasta que finalmente llegó a un español que sí entendía, poco antes de llegar a la mitad del libro.
«Septiembre, 28. ???2
Es la primera vez que escribo sin sigilos.
Es la primera vez que puedo escribir.
Es la primera vez que me enamoro de verdad.
Mis padres no están de acuerdo. No les ha gustado
para nada que yo me haya ido de casa. No les ha
gustado Jhonny, pero no hay nada que pueda hacer
ahora. Lo amo, lo amo de verdad.
No quiero sentir otros labios que no sean los suyos.
No quiero darle la mejor parte de mí a alguien más.
Prefiero esperar por él, esperaría toda mi vida por él.
No quiero que mi corazón empiece un nuevo juego
con algún extraño nuevo. No dejaré que otro día dé
comienzo y me muestre a la luz, no hasta que sea con
él.
No amaré de nuevo, juro no hacerlo.
Juro no hacerlo si no es con él.»
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Sabía que sus padres realmente se amaban, se habían enamorado desde muy jóvenes. Pero su madre parecía tener problemas con sus abuelos, al parecer se oponían a su relación con su padre.
Oh, ¿es por eso que siempre le han dicho que no tenía abuelos maternos? ¡Eso era una mentira!, ¡sí tiene abuelos!
ㅡ¿Tengo más familia? ㅡle preguntó al libro, revisando de nuevo las palabras de su madreㅡ. Mi familia... no entiendo.
Siguió leyendo, las siguienres páginas eran retazos de días encerrada en su casa y citas con su padre cuando eran jóvenes. Luego, todo se iba empequeñeciendo.
«Marzo, 20. ???5
Los planes ya están hechos. No voy a volver.
La ciudad no es un lugar para mí, Amnis es a
dónde realmente pertenezco; pero Jhonny no
pertenece a este lugar. Y yo pertenezco con él.
Lo hemos intentado. Hemos intentado que él
se adapte a nuestras costumbres, a nuestras
letras; pero le es imposible. Tiene muchas cosas
que esconder, tiene muchas cosas que cambiar.
Una persona cómo yo, en la Gran Ciudad, sí que
podría encajar. Podría ser parte del mundo que
él conoce.
Un mundo que puede dañarme..., o liberarme»
Pasó un par de hojas llenas de dibujos de árboledas y lugares a los que había ido. Luego, el libro volvía a hablar sobre el pasado.
«Mayo, 07. ???8
¡Jhonny y yo nos vamos a casar!
Los preparativos de la boda empezaron la
semana pasada, pero no he tenido tiempo
para escribir al respecto.
Tengo una sorpresa para mi futuro esposo...
Y es que, ¡también será un futuro padre!»
«Agosto, 16. ???8
Estoy viviendo el embarazo más lindo de todos.
Espero volver a hacerlo en un futuro.
Ya nos dijeron que nuestro bebé es un pequeño
varón. Jhonny está muchísimo más que contento
por esta noticia. Me ha dicho que quería una niña
curiosa cómo yo, alguien con mis ojos y un largo
cabello parecido al de él. Una mezcla mágica.
Una mezcla mágica de nosotros dos.»
«Diciembre, 25. ???8
No sé que ocurrió. En medio de la noche me he
levantado con un dolor punzante en el estómago,
tengo miedo de que mi bebé esté pasando un mal
rato, así que Jhonny fue a buscar el auto de sus
padres para llevarme de urgencia al hospital.
Por favor, hijo mío, resiste un poco más.
Mami está esperando que la Estrella del Sur se
muestre y le diga tu nombre.»
¿La Estrella del Sur? Sí, su madre le había contado muchas historias acerca de ella. La Estrella del Sur decidía sobre muchas de las cosas importantes que ella mencionaba.
Eddward recordó aquella noche de lluvia tormentosa, en la que se escondió con su madre en su cama. Su padre se había quedado en la empresa por órdenes de Sarah, quién no quería que se accidentara en el camino a casa.
Sarah le contó a su pequeño hijo, que la Estrella del Sur le respondía cuando dudaba de dos cosas muy importantes, o que simplemente le señalaba un camino que debía tomar tarde o temprano.
ㅡCuando naciste... ㅡempezó deciendoㅡ. La Estrella del Sur me dijo tu nombre ㅡconfesóㅡ. Fue extraño, porque repitió la "D" dos veces ㅡdijo, levantando dos de sus dedosㅡ; la estrella ha escogido ese nombre para tí. Me lo ha dicho antes de ir a dormir. Letra por letra, formando la palabra.
Pestañeó.
«Enero, 15. ???9
Eddward. Eddward Marion. Mi hijo.
Con dos des. Así me lo dijo la Estrella.»
Y nada más.
Hay retratos de él, de fotos que están colgadas en algunas de las paredes de la casa, recuerdos de su infancia. Recuerdos.
ㅡMemorias de mamá ㅡmurmuró.
En otra hoja encontró su canción de cuna favorita.
En otra hoja encontró la receta de los panecillos favoritos de su padre.
En otra hoja encontró más párrafos encriptados.
En otra hoja, ya no había noticias.
«1? ?g??t?. ????
Ha sido suficiente.
Lo siento, mi niño.
Mamá se desvanece cómo los dientes de león
en el viento, sólo que ella no podrá traerte más
deseos. Mamá de irá cómo se van los buenos
tiempos, tan rápido que no llegarás a verme.
He luchado suficiente.
Mi amor, lo lamento tanto.
Ha pasado un tiempo largo desde que no he
visto ni hablado con mis padres. Estoy un poco
preocupada de que algo les haya pasado. Les
he enviado una carta con fotos de Eddward, pero
jamás recibí una respuesta.
He vivido una buena vida.
Por favor, no lloren por mí.
Mis ojos se han vuelto oscuros, pero los de mi
hijo siguen brillando cómo siempre. Él no tiene
que quedarse aquí. Ha sido un arduo camino
para que Jhonny lo entienda, y en mi lecho de
muerte, lo único que le he pedido, es que lo deje
encontrarlo.
Hijo mío, si encuentras Amnis, quédate en él.
Sé que serás lo suficientemente inteligente cómo
para encontrarlo. Lo harás, confía en tí... y en mí.
Mi valiente caballero... serás un buen hombre.
Lo siento, y te amo muchísimo...
Muchísimo más que a mi propia vida.
Con amor, tu Súper Mamá.»
Cerró el libro, así evitando que sus lágrimas cayeran sobre sus hojas y lo arruinaran. Jamás dudó de su madre, ni de su amor, ni de sus palabras. Jamás dudó que podría quedarse con él aún habiendo muerto.
Con éstas cartas, éstas letras, éstas confesiones... él lo sabe.
Sabe que su madre estuvo lo suficientemente enamorada de su padre cómo para escaparse e irse lejos. Lo suficientemente valiente para vivir su propia vida y separarse de su familia.
Lo suficientemente valiente cómo para empezar de nuevo, en un lugar desconocido. Lo suficientemente valiente para esconder todas sus pertenencias más preciadas alrededor de la casa, porque sabía que su hijo las encontraría.
Su hijo.
Un hijo que no era lo suficientemente valiente.
Un hijo que no es lo suficientemente valiente.
Levantó un poco la cabeza y respiró. Sus hombros se sentían pesados, los acarició y se abrazó, mientras se encondía entre sus rodillas. Cuando se sintió más tranquilo, levantó su cabeza y ordenó sus pensamientos.
El recuerdo de otra familia ocupaba toda su cabeza ahora.
Ojalá hubiera un amante. Ojalá fuera otro embarazo. Pero, ¿esconder a una familia entera?
Bueno, muchas personas lo hacían, entendía el concepto y lo respetaba. Pero jamás se esperó que le sucediera a él. Sus amigos, los que tenían una madre "extra" o "escondida", deberían estar riéndose demasiado fuerte de él ahora.
Se levantó y corrió a tomar una caja de cartón vieja, algo grande. Metió todas las cosas que encontró de su madre y tomó fotos de la abertura y la llave que había utilizado. Luego corrió escaleras abajo.
Su casa era vieja, muy vieja. Y tenía demasiadas puertas pequeñas escondidas, pasadillos secretos de un lugar al otro. Antes, cuando él era un bebé, su madre usaba estos pequeños pasadillos cuando él lloraba. Luego, cuando falleció, fueron tapados.
Tomó su manojo de llaves y se puso a investigar la casa. Movió muebles de lugar; corrió cortinas; abrió ventanas; subió al segundo piso; revisó paredes y techos; revisó debajo de las camas; revisó todo lo que pudo.
En el pasadillo que había de la cocina a la parte trasera del pequeño invernadero, encontró unas estampillas de diferentes lugares cercanos. En el pasadillo de la cocina a la sala de estar, encontró más cartas.
Recopilando toda la información que había recaudado, se dió cuenta que podía viajar hasta el lugar dónde su madre y su padre habían escapado. Podría encontrar Amnis.
Unió todo con las fotografías que su madre había tomado y los dibujos que había hecho en su libro. Las cartas que había escrito y las cartas que le habían enviado. Revisó cada pequeño lugar y los buscó todos en un mapa que imprimió.
Una vez todos los caminos estuvieron encontrados, suspiró.
El reloj de su mesa de luz marcaba las tres de la mañana, el reloj en su muñeca se había detenido a la una y media, y su celular ya no tenía batería. Había llorado mucho y estaba cansado.
Sin volverlo a pensar, dejó todo cómo estaba en el suelo y se recostó sobre su cama. Los recuerdos de su madre volvían a invadirlo y se sentía pequeño e indefenso.
Se encogió en la cama, llevando sus rodillas a su barbilla. Se cubrió con una manta pesada y se abrazó a sus piernas.
Si tenía suerte, despertaría antes de las diez.
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