Capítulo 4
El joven rubio se quedó boquiabierto. El hombre era enorme, más de seis pies de altura, con amplios hombros como un gran guerrero. Estaba vestido con túnicas negras y grueso cabello negro sobre una noble ceja. Tenía fuertes rasgos y una mandíbula masculina. Sus ojos brillaban como las brasas de un fuego. Él era el hombre más guapo que YoonGi había visto jamás.
Él miró hacia él en reverencia, su voz suave con asombro.
—¿Eres mágico?
El hombre rió entre dientes, pero no respondió. YoonGi de inmediato se sintió tonto y se sonrojó, agarrando los lirios en sus pequeñas manos.
—Lo siento. No quería inmiscuirme, he escuchado la música y yo…
—Siempre has amado la música.
YoonGi parpadeó sorprendido. Él amaba la música. Siempre lo hizo. ¿Cómo lo sabía el hombre?
—¿Nos hemos conocido antes?
El hombre dio dos pasos hacia él y YoonGi tomó un apresurado paso hacia atrás, retorciendo los tallos de los lirios en sus dedos. Los pétalos comenzaron a caer y empezó a temblar. La música se había detenido. Su cabeza estaba empezando a despejarse y el miedo estaba comenzando a hundirse.
Como si sintiera su creciente temor, el hombre habló despacio, dulcemente.
—Nos hemos conocido antes. Hace mucho, mucho tiempo.
—No te recuerdo.
—Sé que no lo haces.
Había tristeza en los ojos del hombre, tan profunda que YoonGi casi quería correr hacia él y consolarlo. Pero luego sonrió nuevamente y YoonGi sintió su corazón aletear extrañamente en su pecho. El moreno hombre asintió hacia las flores.
—Esos son hermosos Lilium.
YoonGi bajó la mirada hacia el manojo de flores que estaba sosteniendo.
—Gracias, las he arrancado del jardín.
—Solías amar las rosas rojas. Ellas eran tus favoritas.
YoonGi asintió con la cabeza.
—Lo son, pero estos no son para mí. Son para mi abuela.
—Oh, ya veo. ¿Ibas a verla?
—Sí, en cierto modo. Yo iba al cementerio, que es donde está ahora. Ella murió. —Sus hombros se desplomaron. Le dolía decir eso, incluso después de todo este tiempo. Estaba tan cansado de estar solo.
—Debes de haberla amado mucho, para traerle esas flores tan hermosas en esta noche oscura.
El misterioso hombre se había acercado más ahora, su rostro guapo y simpático. Esta vez YoonGi no retrocedió. Él sólo asintió tristemente. El hombre inclinó su barbilla y obligó a sus ojos a reunirse.
—He perdido a alguien a quien amaba una vez también. Le habría traído rosas rojas si pudiera.
—¿Por qué no? —YoonGi preguntó con curiosidad.
Él no respondió, sólo se inclinó, su rostro se acercó al de YoonGi y capturó sus labios rosados con su boca. Las largas pestañas del muchacho se cerraron con sorpresa. El beso fue tan dulce y suave, que nunca quiso que terminara.
Finalmente, el hombre se apartó con una suave sonrisa. YoonGi notó un destello de color desde abajo y miró hacia abajo. Él jadeó de asombro los lirios se habían convertido en rosas, grandes flores en plena floración. Eran rojas como la sangre y dulcemente perfumadas.
Sus brazos estaban llenas de ellas. Eran las rosas más bellas que jamás había visto. El hombre tomó una y la ocultó detrás del oído de YoonGi. No tenía espinas. Acarició su mejilla con una gran mano áspera.
—Te dije que te encontraría de nuevo, bajo la luz de la luna de sangre, mi querido muchacho.
Sus ojos estaban llenos de un intenso calor y deseo y de repente YoonGi sentía miedo. Algo sobre esto se sentía mal. El hombre obviamente le había confundido con otra persona. Comenzó a alejarse hacia los escalones.
—Lo siento, pero no te conozco y-yo creo que debería irme ahora.
Pasó una sombra oscura en el rostro apuesto del hombre y las velas parpadearon. De pronto el corazón de YoonGi estaba lleno de temor.
El hipnótico hechizo que le había llevado a la cripta fue abruptamente roto y YoonGi volvió a sus sentidos. Y sus sentidos le gritaban ¡Corre!
Tiró las rosas, flores rojas estallaron en el piso, y subió las escaleras tan rápido como pudo, sólo para encontrar que la apertura había desaparecido. Era como si nunca hubiera existido. Sus pequeñas manos presionaron contra la pared de piedra lisa con incredulidad. No había puerta. No había forma de salir. Él estaba atrapado.
YoonGi se presionó en la esquina, jadeando. Las velas parpadearon de nuevo y él podía ver algo que serpenteaba subiendo las escaleras; largos zarcillos, seguidos de amplias hojas y flores rojas.
¡Las rosas venían tras él! Sus guías se extendían hacia él como manos. Gritó aterrorizado cuando se enroscaron alrededor de sus brazos y piernas, elevándolo y llevando su cuerpo luchando a la cámara de abajo.
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