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-Eso fue fantástico- dijo el más joven de la manada, Seth. Aquella ternura de chico le había caído genial a la chica desde el primer momento.

-Por mí, lo hubiera hecho rodar y dar la pata, pero luego se pone más gruñón de lo que ya es- bromeó Serenna, haciendo un puchero burlón mientras miraba al moreno, que todavía tenía dolor de cabeza-

Aunque su tono era juguetón, una sombra oscura cruzó su rostro por un momento. La vida en el mar, en el barco con su grupo, parecía ya algo lejano, pero las cicatrices emocionales seguían allí, frescas.

Había perdido mucho en ese mar. No solo la seguridad de tener a sus compañeros cerca, sino también la confianza en un mundo más vasto, más libre. Había sido una vida en constante movimiento, en la que el océano era su hogar. Los rostros de sus compañeros, ahora perdidos, se le venían a la mente a menudo en los momentos tranquilos, como si de alguna manera aún estuvieran allí, en su corazón.

-Jake- llamó el alfa- tu padre ha estado preocupado por ti, deberías ir a verlo y presentarle a tu impronta.

El chico se limitó en asentir y tomar la mano de su chica, para luego dirigirse al bosque donde se transformó y con la pelirroja en su lomo corrió hasta su casa.

Al llegar a su casa, Jacob se transformó y la chica, al bajarse de su lomo, le dio su pantaloneta. Se tomaron de la mano y se acercaron a la puerta de la pequeña casa de madera roja. Jacob dejó escapar un largo suspiro y, con un apretón en la mano de Serenna, abrió la puerta.

-¿Jacob?- la voz del anciano resonó en la pequeña casa de madera-

-Hola, papá- respondió Jacob-

El anciano, en su silla de ruedas, se acercó rápidamente, aliviado y feliz al ver a su hijo de nuevo. Cuando notó la presencia de Serenna, no pudo evitar observarla detenidamente. Jacob no habría traído a una chica cualquiera, y la pelirroja, por la forma en que la miraba, debía ser alguien importante para él.

-Hijo, me alegra que hayas vuelto, estaba muy preocupado- dijo, abrazando a su hijo con cariño - ¿quien es ella?- preguntó, sonriendo al ver la expresión en sus rostros-

-Hola, señor Black, mucho gusto, soy Serenna- dijo la joven, con una sonrisa cálida.

-Ella es mi impronta- respondió Jacob, mirando a su padre con una gran sonrisa mientras la tomaba de la cintura-

-¡Esto es increíble!- exclamó Billy, verdaderamente feliz por su hijo. Finalmente, parecía que Jacob no sufriría más por un corazón roto debido a una humana - Soy Billy Black- e presentó, y con gusto, abrazó a Serenna- No saben lo feliz que me hace que este juntos.

Después de esa emotiva reunión, ambos chicos le contaron a Billy cómo se conocieron, y Serenna explicó lo mismo que ya le había contado a la manada.

En su relato, Serenna no pudo evitar dejar escapar una pequeña mueca al recordar lo que había perdido.

- Perdí mucho... -dijo en voz baja, mirando sus manos como si pudiera ver los recuerdos flotando en el aire-  Mi vida en el mar, mi grupo... Ellos fueron mi familia, y ahora... ahora todo se siente vacío, en cierto modo. No pensé que podría encontrar algo o alguien para llenar ese hueco, pero Jacob me ha mostrado una nueva forma de mirar al mundo. Aún me duele la pérdida, pero... tal vez puedo aprender a vivir con ella.

Billy la miró con comprensión, sabiendo lo que significaba ser parte de algo tan grande como un grupo unido por la supervivencia.

-Voy a ir a donde Charlie un rato, hijo- dijo Billy una vez finalizada la conversación-

-Te llevo- respondió Jacob, levantándose de la mesa-

-No te preocupes, debe estar por llegar- dijo Billy, justo en el momento en que se escuchó el sonido de una bocina.

El anciano se despidió y salió de la casa para encontrarse con su amigo y luego irse.

-Ven- dijo Jacob, tomando la mano de Serenna, y la subió las escaleras hacia la habitación que compartirían- Es sencilla, pero aquí estaremos cómodos- dijo mientras se colocaba frente a ella, apoyando sus manos en su pequeña cintura, mirándola a los ojos.

-No lo dudo- respondió Serenna, pasando sus brazos por el cuello de su lobo- Mientras esté contigo, para mí todo es perfecto- y para sellar sus palabras, ambos se fundieron en un beso. No necesitaban meses de conocerse para sentir el amor que compartían-

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Mientras la hermosa pareja sobrenatural disfrutaban de los labios del otro, cierta vampiresa pelicorta había tenido una premonición , una con la cual su mejor amiga , pronto hermana, seria muy feliz.

-Edward- llamo a su hermano y le contó-

Claro Edward no estaba muy contento con la idea de la vampiresa pero por hacer a su futura novia feliz, cumpliría con lo acordado, así que a una velocidad vampírica, fue hasta el teléfono de la casa y marco el numero de aquel lobo.

...

Rin... Rin... Rin...

El molesto sonido del teléfono retumbó en los sensibles oídos del moreno, interrumpiendo el momento que compartía con Serenna. Con un suspiro de frustración, la dejó en la habitación y se dirigió al teléfono para atender la llamada.

-¿Si?- preguntó con prisa, claramente irritado-

-Jacob-

Al escuchar la voz al otro lado de la línea, un viejo recuerdo de Bella emergió en su mente. Sin embargo, ya no dolía. La herida ya se había cerrado, y la verdad era que ahora no le importaba. Bella era parte del pasado, y su vida ya había tomado otro rumbo.

-¿Qué quieres, chupasangre?- su tono, aunque aún cargado de resentimiento, ya no tenía la misma intensidad de antes-

-Jacob, sé que me detestas, pero no dejes que eso se interponga en tu amistad con Bella. Sigues siendo su mejor amigo- recalcó el vampiro la palabra amistad, dado que aún no se entera del cambio de sentimientos que tuvo el lobo-

El lobo suspiró, pensando mejor en lo que escuchaba. Tenía razón en algo: Bella seguiría siendo su amiga, aunque la situación había cambiado por completo. Aceptar ese hecho era lo que debía hacer. Por su bien.

-¿Qué necesitas?- preguntó con un tono más calmado, sin perder de vista lo que estaba ocurriendo en su vida actual-

-Sabes que nos vamos a casar- dijo Edward sin ninguna intención de herirlo- Quiero que vayas, aunque sea al final. Bella lleva mucho sin verte, y está preocupada por ti.

-Está bien. Estaré allí- respondió finalmente, y sin más, colgó la llamada-

Al regresar a la habitación, un aire de duda lo acompañaba. No estaba seguro de si había hecho lo correcto. Lo que había sentido por Bella había sido solo un espejismo, algo que lo había alejado de la realidad de encontrar a su impronta. Esa relación fue un paso necesario que el destino había puesto en su camino para conducirlo hacia Serenna.

Pero a pesar de todo, algo de la antigua amistad con Bella persistía. Quizás, pensaba, aún podía ser amiga de él, aunque todo lo demás hubiese cambiado. Sin embargo, sin haberla rechazado en su momento, quizás nunca habría conocido a Serenna, y eso, por ahora, era lo que más importaba.

-¿Quién era?- preguntó curiosa, su tono lleno de interés.

Jacob se acercó, tomó su cintura con ternura y la hizo sentarse en su regazo. La miró a los ojos, su rostro relajado pero aún con un leve rastro de inquietud.

-Alguien que necesita un favor-  respondió con una sonrisa en los labios, pero sus ojos no podían esconder por completo lo que pensaba- Luego te cuento, no te preocupes.

Sin dar más explicaciones, la rodeó con sus brazos y, acercando su rostro al suyo, susurró:

- ¿No ves que estoy completamente obsesionado con tus besos?

Serenna, encantada con sus palabras, le sonrió de forma coqueta. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia él, sellando el momento con un beso profundo. Un beso que hablaba de lo que ya no necesitaba palabras para describir: su conexión, su amor, su impronta.

Ambos se sumergieron en otro beso, disfrutando del instante en que el mundo exterior ya no importaba. Solo quedaban ellos, unidos en esa nueva realidad que habían encontrado, sin importar lo que el pasado hubiese significado.

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