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CAPITULO 05
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Los días pasaron hasta convertirse en una semana. Eva se había acoplado perfectamente a su trabajo y, poco a poco, iba sintiéndose más cómoda con su nueva rutina. Su salario de diez dólares por hora le permitía cubrir sus gastos esenciales, incluyendo la comida y el ahorro para el alquiler. Por ahora, era suficiente para vivir con estabilidad.

Ahora, con el inicio de una nueva semana, Eva ya se encontraba en su turno, lista para otro día de trabajo. Con cada jornada, había ido ganando confianza en sus tareas y conociendo mejor a sus compañeras y clientes habituales. A esa hora de la mañana, el aroma del café recién hecho y el sonido de la loza siendo acomodada en la cocina llenaban el ambiente del restaurante.

Con una pequeña sonrisa, tomó su libreta y se dirigió a las mesas, lista para comenzar otro día. 

Se acercó  a la primera mesa ocupada de la mañana, donde un hombre de mediana edad hojeaba el menú con tranquilidad mientras sorbía un vaso de agua.

- Buenos días, ¿qué desea ordenar? - preguntó Eva con amabilidad, sosteniendo su libreta y lápiz lista para anotar-

El hombre levantó la vista y sonrió levemente antes de cerrar el menú.

- Buenos días. Me gustaría un café negro y unas tostadas con mermelada, por favor.

- Por supuesto, en unos minutos se lo traigo - respondió Eva antes de girarse para llevar la orden a la cocina-

El ambiente en el restaurante era tranquilo, como solía ser a esa hora. A través de las ventanas, la luz grisácea de la mañana se filtraba suavemente, anunciando un día nublado en Forks.

Pasaron las horas, y el ritmo del restaurante aumentó gradualmente. Para cuando llegó la hora de la cena, el lugar estaba casi lleno. A las 6 en punto, como era costumbre, una oleada de clientes cruzó la puerta, ocupando mesas rápidamente y llenando el ambiente con conversaciones y pedidos que se entremezclaban en el aire.

Eva apenas tenía un momento para respirar mientras iba y venía entre las mesas, tomando órdenes, llevando platos y asegurándose de que los clientes estuvieran satisfechos. Sus compañeras también se movían con agilidad, coordinándose entre ellas para evitar retrasos.

- Eva, ¿puedes llevar esto a la mesa 12? - le pidió Luisa, sosteniendo una bandeja con una hamburguesa y una porción de papas fritas-

- ¡Voy! - respondió rápidamente, tomando la bandeja con firmeza antes de dirigirse a la mesa-

Sin embargo en su recorrido a la mesa 12 sintió un horrible dolor en el abdomen, que la desestabilizó por un momento. Eva trató de disimularlo mientras colocaba la bandeja en la mesa, pero al dar el paso de regreso al mostrador, sintió nuevamente el dolor punzante en su abdomen. Este dolor no fue tan breve como el anterior, esta vez duró más tiempo y fue más intenso, lo que la hizo detenerse momentáneamente. Su respiración se agitó al sentir cómo se contraía su estómago, y sin poder evitarlo, llevó una mano a su vientre.

- ¿Estás bien? - preguntó una voz suave a su lado. Al voltear, vio a Gloria, su jefa, que la observaba con preocupación-

Eva forzó una sonrisa, pero su rostro reflejaba una incomodidad evidente.

-Sí, solo... solo un dolor pasajero. Estoy bien, no se preocupe.

Gloria la miró por un momento, dudando, pero antes de que pudiera decir algo más, un nuevo dolor la sorprendió, más fuerte que los anteriores. Eva intentó controlarse, pero no pudo evitar que una leve queja escapara de sus labios.

- Eva... - dijo Gloria, su tono de voz ahora mucho más serio- ¿Estás embarazada, verdad?

Eva quedó en blanco. Su mente tardó unos segundos en procesar las palabras de su jefa. El temor la envolvió. Había tratado de mantener su embarazo en secreto, temiendo el juicio y las consecuencias. Ahora, Gloria parecía haberlo descubierto.

La palidez de su rostro se intensificó mientras trataba de encontrar una respuesta. No quería que la despidieran, ni que la miraran diferente. Lo último que necesitaba era perder el trabajo que tanto le había costado conseguir.

- Yo... - susurró Eva, mirando el suelo, intentando calmarse, pero las palabras no salían con facilidad. No quería mentir, pero tampoco quería que Gloria pensara que era una carga para el restaurante -

Gloria no la interrumpió. La observó un momento, como si evaluara la situación antes de hablar de nuevo.

- Eva, no tienes que ocultarlo más. Me he dado cuenta de cuando tienes náuseas o cuando vas al baño más veces de lo usual. He tenido tres embarazos, sé reconocer los signos- dijo Gloria, su tono ahora más suave, casi maternal-

Eva la miró, sorprendida. Pensó que había logrado mantener su embarazo en secreto, pero al parecer Gloria había sido más perceptiva de lo que imaginaba. Sintió una mezcla de vergüenza y alivio al mismo tiempo. La vergüenza por haber intentado esconderlo, pero el alivio de saber que no la juzgaría.

- Lo siento... no quería que nadie lo supiera, especialmente al principio... - dijo Eva, aún con una voz temblorosa- realmente necesitaba el trabajo- suspiro un poco pues otra punzada llegó- necesito el trabajo-

- No tienes por qué disculparte- respondió Gloria, poniendo una mano reconfortante sobre su hombro- La situación no cambia nada, Eva. Lo importante ahora es que te cuides, tanto tú como el bebé. Pero si sientes que el trabajo te está afectando, tenemos que hablar de ello.

Eva asintió, sintiendo la calidez y la comprensión de Gloria. No esperaba que su jefa fuera tan comprensiva, pero en ese momento se dio cuenta de que quizás había encontrado en ella algo más que una simple jefa, alguien en quien confiar, alguien que quería asegurarse de que estuviera bien.

- Gracias, Gloria... en serio. No sabía qué hacer, ni a quién acudir... -dijo Eva, con una sonrisa agradecida, aunque todavía algo nerviosa-

-No te preocupes por eso- respondió Gloria, sonriendo de vuelta- Vamos a asegurarnos de que todo esté bien. Primero, vamos a que te revisen, y luego hablaremos sobre el trabajo.

Eva sintió un peso levantarse de sus hombros. Finalmente, sentía que podía ser honesta sin miedo. Asintió con la cabeza, sintiendo una oleada de alivio.

-Gracias... de verdad- dijo Eva, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo, todo iba a estar bien-

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En el hospital, Carlisle se encontraba en su consultorio, terminando de organizar las historias clínicas antes de acabar su turno y dirigirse a casa, cuando alguien golpeó la puerta.

-Adelante- dijo sin levantar la vista de los papeles-

-Dr. Cullen, su paciente, la señorita Eva Marshall, se encuentra en urgencias. Llegó con dolor en el vientre- informó la enfermera con tono urgente-

Carlisle levantó la vista, frunciendo el ceño al escuchar el nombre de Eva.

-¿Eva Marshall?- preguntó, dejando los papeles sobre la mesa mientras se ponía de pie rápidamente- ¿Qué sucedió?

- No estamos completamente seguros, doctor. Ella reportó dolores intensos en el abdomen, pero el personal en urgencias sospecha que podría haber complicaciones debido a un posible aumento de la presión arterial. La situación parece ser más grave de lo que pensaban, así que prefieren que la vea usted personalmente.-

Carlisle asintió sin dudar. No tuvo tiempo que perder. Caminó rápidamente hacia la sala de urgencias, con la mente llena de preocupación. El dolor abdominal no era algo que pudiera tomarse a la ligera, y al recordar que Eva estaba embarazada, su ansiedad creció.

Al llegar a la sala de urgencias, un enfermero lo recibió y lo guió hasta donde Eva estaba. Al verla, un leve alivio lo invadió al notar que estaba consciente, aunque el dolor y la preocupación eran evidentes en su rostro.

- Eva... -dijo Carlisle, acercándose con tranquilidad, manteniendo su tono suave y calmado- ¿Cómo te sientes?

Eva, sorprendida al verlo allí, levantó la vista hacia él. Su expresión reflejaba incomodidad y cansancio, pero forzó una pequeña sonrisa antes de responder.

-Hola, doctor... -dijo con voz débil-  Me duele mucho... es como un dolor profundo en el abdomen. Y... no sé... algo no está bien.

Carlisle la observó por un momento, notando los signos de estrés en su rostro. Se inclinó un poco hacia ella, manteniendo su tono calmado, pero con una ternura que Eva no pasó por alto. Sus ojos brillaban con una mezcla de profesionalismo y algo más, algo que Eva no podía identificar, pero que la hizo sentir un poco más segura.

- Eva, lo primero que quiero que sepas es que vas a estar bien. Vamos a revisar todo, ¿de acuerdo?- dijo, sonriendo suavemente para tranquilizarla-  El dolor abdominal puede tener varias causas, pero vamos a hacer un examen para asegurarnos de que todo esté bien con tu presión arterial y con el bebé.

Eva asintió, pero su expresión mostraba una mezcla de miedo y cansancio. El simple hecho de estar cerca de Carlisle le dio algo de consuelo, aunque la preocupación por su bebé no desaparecía. Carlisle se acercó aún más, hablando con suavidad y tratando de aliviarla.

- Vamos a hacerte algunas pruebas de presión y verificar cómo está todo, ¿de acuerdo?- dijo, sin apartar la mirada de sus ojos- Si hay un aumento de presión arterial, lo vamos a controlar. No te preocupes, estoy aquí para asegurarme de que todo esté bien, tanto para ti como para tu bebé.

Eva intentó calmarse, sabiendo que Carlisle era un buen médico, pero el miedo por el bienestar de su bebé seguía presente. Sintió su abdomen tenso por los dolores, y sus pensamientos rápidamente se centraron en las posibles complicaciones

Carlisle, al ver la ansiedad en su rostro, sintió un impulso protector en su pecho. Estaba allí para ayudarla, no solo como médico, sino también como alguien que se preocupaba profundamente por ella. Aunque trató de mantener su profesionalismo, sus gestos suaves y su mirada atenta dejaban claro que algo más que la simple empatía lo impulsaba.

- Estoy aquí contigo- añadió en un susurro, con una mirada sincera y llena de cuidado. A veces las palabras no eran suficientes, pero él esperaba que ella sintiera el peso de su promesa-



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