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CAPITULO 03
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Saliendo de su apartamento, Eva se dio cuenta de que no sabía exactamente dónde se encontraba el hospital. No quería gastar el poco dinero que le quedaba en un taxi, así que se acercó a algunas personas que estaban cerca y, después de recibir algunas indicaciones, emprendió su marcha hacia el hospital.

Tardó unos 20 minutos en llegar, con los pies algo adoloridos por la caminata en la mañana. Sin embargo, se recordó a sí misma que era algo a lo que tendría que acostumbrarse, tanto por su nuevo trabajo como por no contar con un vehículo propio.

Al entrar, Eva reconoció inmediatamente el distintivo olor a antiséptico que siempre acompañaba los hospitales, una mezcla de limpieza y tranquilidad artificial. El lugar era más grande de lo que esperaba, con pasillos amplios y luz brillante que se reflejaba en las paredes blancas.

Se acercó al mostrador donde una recepcionista de cabello rubio recogido y unos 30 años de edad, la observó con una ligera sonrisa mientras tecleaba en su computadora.

- Buenas tardes - saludó Eva, intentando sonar tranquila, aunque el nerviosismo aún persistía en su interior-

La recepcionista levantó la vista de su pantalla y respondió con una sonrisa amable.

- Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarla?-

- Soy nueva en el pueblo y me gustaría registrarme en este hospital. Además, quisiera agendar una cita con obstetricia, por favor- dijo Eva con una sonrisa nerviosa mientras se apoyaba ligeramente en el mostrador-

- Por supuesto. ¿Has venido antes a este hospital?

Eva asintió, aunque dudó por un momento al calcular la última vez.

- Sí, pero fue hace como diez años.

-Entendido. Necesitaré tu nombre completo para buscarte en el sistema- dijo Claire mientras sus dedos se movían rápidamente por el teclado-

-Eva Giselle Marshall Jones- respondió con claridad-

- Aquí estás. Última visita hace diez años... tutores registrados: Elizabeth y Jack Jones- leyó la información en pantalla-

-Sí, eran mis abuelos- Eva sintió una punzada de nostalgia al escuchar esos nombres, pero se limitó a asentir con una pequeña sonrisa-

-Bueno, Eva, como ahora eres mayor de edad, necesitaremos algunos documentos de tu hospital anterior para completar tu registro aquí como adulta. Pero no te preocupes, yo misma me encargaré de solicitarlos.

- Oh... ¿entonces no puedo obtener la cita aún?- preguntó con cierto nerviosismo, temiendo que las formalidades demoraran demasiado-

-¡No, claro que sí! Tranquila. De hecho- dijo Claire mientras revisaba nuevamente en el sistema- debo informarte que nuestro único obstetra renunció recientemente por motivos de salud. Por ahora, tenemos un médico temporal que se está encargando de obstetricia. Doctor Cullen- añadió tras leer en pantalla. Luego levantó la vista hacia Eva- Él estará disponible en unos treinta minutos. ¿Te gustaría agendar para entonces?- 

-Sí, por favor- Eva asintió casi de inmediato-

-Perfecto. Solo para confirmar, ¿cuántas semanas de embarazo tienes?-

Eva se tomó un segundo para recordar sus últimos exámenes antes de responder.

- Casi cuatro.

-¿Tienes pareja? - La mujer no quería sonar entrometida pero era una pregunta necesaria para los registros-

-No- respondió levemente Eva-

- Muy bien, ya está todo listo. Puedes sentarte en la sala de espera que está a tu derecha. En unos minutos te llamarán - dijo una vez escribió la información en el sistema.

-Muchas gracias- dijo Eva con gratitud mientras se dirigía a la sala que la recepcionista había señalado-

Media hora después de estar sentada en la sala de espera del hospital, Eva tenía los nervios a flor de piel. Había imaginado que su visita sería sencilla, pero la noticia de la renuncia del único obstetra del hospital la había dejado con una sensación de incertidumbre. Ahora su embarazo estaba en manos de un médico que no era oficial de esa especialidad, lo que solo añadía más peso a sus preocupaciones.

Cuando la enfermera salió y pronunció su nombre, Eva se levantó rápidamente, alisando inconscientemente su ropa con las manos antes de seguirla por el pasillo. La condujo hasta una pequeña consulta de paredes blancas y limpias, donde el leve olor a desinfectante impregnaba el aire.

Al entrar, sus ojos se encontraron con un hombre alto, de cabello rubio perfectamente peinado, piel extrañamente pálida y ojos cálidos de un color miel casi dorado. Estaba concentrado revisando unos papeles sobre su escritorio, pero al escuchar el ruido de la puerta, levantó la mirada con una sonrisa amable, Eva tuvo la sensación de que sus ojos cambiaron a un color casi negro al verla.

- Buenas tardes, señorita...- dijo con una voz suave y educada, dejando los papeles a un lado mientras se ponía de pie. Había algo reconfortante en su tono, aunque la perfección de sus facciones la desestabilizó ligeramente-

- Eva - respondió ella, tragando saliva y tratando de mantener la calma a pesar de sus nervios-

- Eva, un gusto. Soy el doctor Cullen. Como seguramente le han informado, estoy a cargo de obstetricia de forma temporal- Se acercó con un andar tranquilo y le extendió la mano. Su apretón fue firme pero sorprendentemente suave, mientras su mirada cálida parecía estudiar su rostro con genuina atención.Eva sintió el frió de su piel por el cual casi como reflejo retira su mano, pero no le tomó importancia debido a que posiblemente era por el aire acondicionado-

La castaña asintió, sintiendo cómo los nervios que la habían acompañado hasta ese momento comenzaban a disiparse. Había algo en el doctor Cullen que la hacía sentir más tranquila, como si estuviera en las manos correctas. Sin darse cuenta, dejó de jugar con sus dedos, un hábito que tenía cuando estaba ansiosa.

- ¿Qué tal se siente hoy? - preguntó él, su voz tan calmada que parecía detener el tiempo dentro de la consulta-

- Bien... un poco cansada, pero en general todo está bien - respondió ella, con un tono más seguro de lo que esperaba, aunque evitó entrar en demasiados detalles- 

- Eso es normal en estas primeras semanas, pero vamos a asegurarnos de que todo esté en orden- Carlisle asintió con una leve sonrisa, transmitiendo comprensión-

Con movimientos elegantes, se dirigió a los instrumentos médicos y comenzó a prepararlos para las pruebas de rutina. Eva observó cómo se movía, cada gesto meticuloso y eficiente, pero sin perder esa amabilidad que parecía rodearlo.

Carlisle ajustó un pequeño monitor en un carrito al lado de la camilla y le indicó a Eva que se recostara con cuidado.

- Vamos a hacer un ultrasonido para verificar cómo va todo- explicó- Es un procedimiento sencillo y no debería tomar mucho tiempo-

Eva asintió, un poco nerviosa, pero su curiosidad la impulsó a seguir las instrucciones. Carlisle se movió con naturalidad, preparando todo lo necesario. Extendió una sábana desechable sobre la camilla, encendió el dispositivo y tomó un frasco de gel transparente que colocó a un lado.

- Voy a aplicar un poco de gel sobre su abdomen- dijo mientras sostenía el frasco- Estará frío al principio, pero ayuda a que el transductor transmita las imágenes-

Eva asintió nuevamente, levantando ligeramente su blusa para exponer su vientre plano. A pesar de estar embarazada de casi cuatro semanas, su cuerpo apenas comenzaba a mostrar signos visibles de ello. Carlisle aplicó el gel con movimientos suaves, y Eva no pudo evitar estremecerse un poco por la sensación helada.

- Lo siento, siempre es un poco incómodo al principio- comentó él con una sonrisa comprensiva antes de tomar el transductor, un pequeño dispositivo que parecía un escáner manual- Ahora, intentaré encontrar la imagen. Avíseme si siente alguna molestia-

Con delicadeza, colocó el transductor sobre el abdomen de Eva y comenzó a moverlo en pequeños círculos, observando la pantalla del monitor. Al principio, Eva no entendía nada de lo que veía, formas borrosas y movimientos que parecían insignificantes. Pero entonces, Carlisle pausó el movimiento, ajustó el ángulo del transductor y señaló algo en la pantalla.

- Ahí está- murmuró con una sonrisa- ¿Lo ve? Esa pequeña sombra justo aquí- 

Eva entrecerró los ojos, intentando enfocar. Entonces lo vió. Un diminuto saco gestacional, apenas perceptible, pero ahí estaba. Su corazón dio un vuelco.

- Eso es... ¿mi bebé?- preguntó en voz baja, como si hablar más fuerte pudiera romper el momento-

Carlisle asintió con suavidad, sus ojos brillando con una amabilidad casi paternal.

-Así es. Es pequeño ahora, pero está exactamente donde debería estar para estas semanas. Todo parece estar en orden hasta el momento-

El nudo en el pecho de Eva se deshizo al escuchar esas palabras, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Ver esa imagen, por borrosa que fuera, hacía que todo se sintiera más real.

- Vamos a imprimirle esta imagen para que pueda llevársela- agregó Carlisle mientras ajustaba algunos controles en el monitor. Luego, retiró el transductor y limpió el gel de su abdomen con un pañuelo desechable- Le haré unas recomendaciones básicas para estas primeras semanas y, por supuesto, quiero verla regularmente para seguir su progreso-

Mientras Carlisle imprimía la ecografía, Eva se sentó lentamente en la camilla, procesando todo lo que acababa de ver. Su mundo, que había estado lleno de incertidumbre y dudas, de repente parecía tener un pequeño rayo de esperanza.

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Una vez la joven madre salió por la puerta del consultorio. Carlisle se dio la libertad de suspirar, aunque no lo necesitara, y soltar toda la fuerza contenida para el autocontrol que tuvo en el momento.

Desde el momento en que vio su nombre en la ficha, algo dentro de Carlisle se activó. No era solo un caso más, ni un día más de trabajo. Había aprendido, con los siglos, a confiar en sus instintos, y ahora estos le indicaban que Eva Giselle Marshall no era una paciente común.

Cuando ella entró en la consulta, lo confirmó. Aunque la humana no lo supiera, aunque no tuviera la menor idea de quién era él, Carlisle reconoció en el instante exacto que Eva era su compañera. Era algo difícil de explicar, incluso para él, pero había una conexión, un eco profundo en su ser que lo vinculaba a ella de una manera inquebrantable.

Y, sin embargo, su expresión permaneció calmada y profesional, como siempre. Sabía que cualquier signo de sorpresa o intensidad podría alarmarla. En su interior, un torbellino de emociones lo golpeaba; incredulidad, asombro, y sobre todo, un deseo repentino y abrumador de protegerla, de asegurarse de que estuviera a salvo y feliz.

Está embarazada, pensó Carlisle. No era algo que hubiera esperado, pero no podía evitar sentirse conmovido. A pesar de ser inmortal, sabía lo que significaba para los humanos. El inicio de una nueva vida era sagrado, frágil y poderoso al mismo tiempo.

Y entonces, la realidad golpeó con más fuerza. Su compañera, la mujer que estaba destinada a estar a su lado ,aunque ella no lo supiera, esperaba un hijo. Un hijo que no era suyo.

Aquel pensamiento lo dejó reflexionando un instante. ¿Y si Eva tenía esposo? La posibilidad era lógica, pero al mismo tiempo le pareció extraña. No había ninguna mención de un cónyuge en los registros médicos, ni había alguien acompañándola ese día, algo que solía ser común en futuras madres primerizas. Carlisle intentó desechar esa incertidumbre y centrarse en su deber. Fuera cual fuera su situación, él estaba allí para brindarle apoyo y cuidado, no para juzgarla ni indagar en su vida personal.

Carlisle tomó una decisión silenciosa, aunque Eva no supiera quién era él, aunque no entendiera la conexión que los unía, él estaría ahí para ella. No importaba cuánto tiempo llevara; Carlisle Cullen siempre había sido paciente. Y, de alguna forma, sabía que el destino los había cruzado en el momento exacto.


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