Le pregunté a dónde había ido, porqué no vino a cenar obteniendo de su parte que se había quedado trabajando en la oficina sin darse cuenta de la hora. Refunfuñe, harta de sus mentiras, así que le eche en cara que apestaba a perfume de mujer, uno que olía costoso y de los cuales yo no usaba.

Se rió en mi cara excusándose con que una de sus clientes lo abrazó efusiva en modo de agradecerle que habían ganado el juicio a su ex esposo. ¿Tan estúpida cree que soy? Era obvio que no era su clienta, sino su puta de turno.

Yo no podía decir mucho cuando la culpa por haberme follado a un desconocido del cuál ni siquiera supe su nombre me carcomía entera. No obstante, la idea de volver a buscarlo se me cruzó muchas veces, demasiado tentador para mis sentidos y existencia rota.

Tuve que fingir que le creía porque no tuve el valor suficiente para encararlo. Fue cuando él me aferro a su cuerpo susurrándome que no debía preocuparme por ella, ya que yo era la única mujer importante en su vida. Me besó dulcemente en los labios mientras me sonreía tierno para después alejarse.

Soy una estúpida y no puedo seguir así. Debía tomar una decisión inmediata.

Escucho el timbre sonar, estoy tan ensimismada en mis pensamientos intrusivos que no logro levantarme del sofá. También podría adjudicar al hecho de que he estado bebiendo desde que mi esposo infiel se fue a trabajar o quien sabe dónde.

Vuelve a sonar dos veces más, la tercera sin detenerse junto a unos fuertes golpes a la puerta. Tambaleándome me levanto, tarareo alguna canción que viene a mi cabeza y abro la puerta regresando a donde la botella de vodka me espera con la intención de darle otro buen sorbo que me haga quemar el esófago.

Mi hermana menor me quita la botella de la mano plantándola en la mesa de café, se para frente a mí con las manos en su cintura, me mira enojada porque decidí contarle toda la verdad. Incluso, que también he sido infiel. ¿Su respuesta? Quiso saber los oscuros detalles de mi noche alocada de sexo con aquel pelinegro desconocido.

La veo observar a su alrededor, tal vez buscando algún indicio de objetos rotos culpa de mi irá contenida. O tal vez otra cosa, no lo sé. En medio de su escrutinio agarro la botella resguardándolo contra mi pecho.

—Unnie no puede seguir así —ignoro su voz llena de dulzura pero pena, llevo el pico de la botella a mis labios con la intención de beber otro trago de vodka, pero ella me lo quita ceñuda— ¡Yah! ¿Quieres un coma etílico?

—No, solo olvidar.

Arrastro las palabras, me abalanzo hacia ella o mejor dicho hacia la botella.

—¡Basta! Llamaré a nuestros padres para contarles lo que está ocurriendo. Ese imbécil me va escuchar también.

La veo caminar con la botella en su mano, con la otra sostener su teléfono celular dispuesta a llamar a nuestros progenitores, como puedo me lanzo sobre su cuerpo haciéndola gritar y soltar todo lo que tiene en sus manos. Ambas nos golpeamos cuando caemos al suelo del living.

Y yo no evito largarme a llorar como Magdalena.

Siento sus brazos alrededor mío, me dejo contener porque ya no tengo fuerzas para seguir. Es demasiado injusto que me haya engañado cuando le he dado mi vida entera. Lo amo tanto que duele, aún así no puedo olvidarme de su traición. No podría volver a confiar en él. ¿Qué me garantiza que no vuelva hacerlo?

¿Y si lo confronto, pero termina ganando con su inteligente labia? Volveré a creerle y ser la tonta esposa mientras los demás saben que soy la cornuda. ¿Por qué no me deja simplemente para seguir su vida con quién se le cante? Tal vez tenga miedo de que le quite dinero. No estaría mal, tal vez hacerlo sufrir, la vida imposible por tan solo tratarme de esta horrible manera.

No, yo no era así. Debía entender y aceptar que mi matrimonio se terminó el mismo día en que Taehyung decidió serme infiel. Él es el culpable, incluso de las consecuencias que surgieron luego de enterarme. Si, hasta de mi propia infidelidad. Soy tan estúpida que en vez de disfrutar a ese desconocido, me imaginaba a Taehyung haciéndome el amor.

—Unnie, ven a casa, quédate conmigo, te ayudaré a divorciarte. Ese maldito no te merece.

Me aparte de ella, seque mis lágrimas sintiendo un dolor de cabeza punzante en mis sienes. Negué poniéndome de pie.

—No, debo limpiar todo esto y cocinar antes de que Taehyung llegué.

—Apenas es medio día. —la mire, ella lo hacía como si estuviera loca— ¿Vas a seguir en esta miseria? Te mereces algo mejor. Déjalo y haz tu vida como a ti te gusta. Sé feliz.

Tenía toda la razón, ya no era feliz en esta porquería de vida.

Pregunta: ¿Les interesaría leer la perspectiva de TaeHyung?

El próximo es el último capítulo.

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