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Después de meses junto a Soomin lo había entendido, tenía una conexión con ella aún más grande de lo que había imaginado.
Según su investigación ardua, todo indicaba que él estaba enamorado de ella, desde ese vibrar extraño en su pecho hasta una molesta sensación en su estómago, sin embargo, las posibilidades de que aquello fuese cierto eran nulas.
Él no podía sentir, muchos de los científicos que trabajan con su creadora se lo dijeron durante su período de prueba, aún cuando ella jamás le dijo que era incapaz de sentir.
Al contrario, en más de una ocasión le había afirmado que él era maravilloso, que juntos habían logrado algo imposible y todo eso se manifestaba en sus recuerdos, ya un poco lejanos.
─Yongsun noona, siento molestarla, pero tengo una duda. ─se encontraba recostado encima de una larga mesa de metal. Se debía a que necesitaba unas modificaciones en cuanto a su pierna derecha, a la cual unos cables se habían escapado de su lugar.
─Por supuesto Yeonjunnie. ─su ceño fue fruncido mientras negaba con su cabeza, parecía estar retractándose de lo anteriormente había comentado─, un momento Jjong, Daesunggie, por favor trae algo de comer para ambos, estaré un buen rato acomodando a Junjun. ─el joven de cabellos oscuros como el manto de la noche asintió y salió de ahí para actuar las órdenes de su superior.
Kim arreglo su cabello castaño oscuro totalmente desordenado, aunque siempre era muy dedicada con su imagen prolija, no tuvo tiempo de arreglarse como siempre hacía ya que salió de su casa lo más rápido posible en el momento que le informaron del daño que su querido invento había sufrido. Esa invención que veía más como un descendiente propio─. Ahora sí Choi, dime que pasa por esa cabecita robótica tuya. ─le sonrió, haciendo sentir cálido el interior del androide.
─Taeyang sunbaenim, quien fue él que me trajo hasta la mesa, alardeó que jamás sería capaz de ser como un humano ni aún con la apariencia de uno de ellos ─los orbes cansados de Yongsun parecieron llenarse de irá por un segundo, estaba cansada de los comentarios imprudentes acerca de su descubrimiento─, aquello es algo que conozco claramente, pero sentí algo dentro de mí, una presión extraña en la parte del izquierda del pecho ─señaló el lugar con su dedo índice─, como si esa simple observación que siempre mencionan me hubiese dolido fuertemente.
─Yeonnie, haz caso omiso a comentarios como esos, sé de lo que eres capaz de hacer, no eres como aquellos robots que han inventado a través de los años que eran desalmados, que siempre decían que acabarían con el mundo por más infantil y caricaturesco que sonase ─dijo con voz dulce, tomando ambas manos del peli amarillo─, contigo hemos logrado lo imposible, no deseo decírtelo aún, quiero que lo descubras el día que estés listo para salir al mundo, eres lo mejor, lo más asombroso que he hecho con mis manos, eres más de lo que la gente pensará de tí, solo nunca dudes de tu potencial, quiero que aprendas todo lo que puedas cuando ya no esté a tu lado, ¿Entendido, 13091999? ─miles de lágrimas parecían salir de los ojos de su creadora al decir todo aquello que había salido de su corazón. Fueron seis años de su vida construyendo y armando, mucho esfuerzo invertido que sintió que valía totalmente la pena, al ver como Yeonjun se levantaba como podía de su lugar para acercarse a ella y abrazarla, tratando de consolarla al notar su ligera tristeza.
Había logrado lo que nadie nunca hizo, consiguió que un androide tenga sentimientos y emociones, haciéndolo casi un ser humano.
Sentía que en esos momentos un gran temor que se extendía cada instante, por supuesto, ¿Cómo reaccionaría su dueña al enterarse de sus, no tan posibles, sentimientos hacia ella? Soomin más de una vez había demostrado que no tenían nada más que una amistad, lo cual ya de por sí era un gran logro para él.
Tendría que enterrar en la tierra aquel enamoramiento que estaba desarrollando a lo largo de los días.
Estaba decidido, era lo mejor para Soomin, no tendrían futuro juntos a largo plazo, en algún momento ella se enamorará de un gran chico, con suerte será el indicado, se casarían y tendrían una familia. Todo eso que nunca podría darle a la mayor.
El timbre de la puerta lo interrumpió, caminó hacia ella y la abrió, encontrándose con Soomin, la cual le dedicaba una sonrisa que hizo que todo su interior se alborotase.
Sería difícil, sin embargo, si se trataba de su dueña, era capaz de hacer cualquier cosa.
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