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O11。

Ya habían transcurrido más de dos semanas desde que Heejin y yo intentamos encontrar a Jungeun. Íbamos todos los días sin falta al parque y visitábamos los lugares a los que ella me había llevado, con la esperanza de poder verla; sin embargo, no habíamos podido encontrarla hasta la fecha, y yo ya estaba empezando a desesperarme.

Durante las tardes cuando volvíamos, Heejin era quien solía levantarme el ánimo siempre. Ella se había convertido en un pilar para mí y estaba verdaderamente agradecida de que fuésemos amigas. Hemos convivido tanto en estos días y noches —porque sí, habíamos hecho algunas pijamadas, las cuales Hyunjin también estuvo invitada, contando cosas sobre nosotras y planeando lo que haríamos una vez encontráramos a Jungeun—, que ya podía considerarla mi otra mejor amiga. Encontrar a alguien así no es fácil. Hyunjin tenía suerte.

Y hablando de ella, todavía seguía molesta con nosotras, pero no tanto como lo estaba antes. Inclusive se había dignado en acompañarnos estos últimos días y cuando no lo hacía nos preguntaba qué tal nos había ido. Sé que todo esto es difícil para ella —a pesar de que no era ella la del problema—, porque éramos prácticamente hermanas y yo sabía que aparte de Heejin era la única amiga que tenía, y no quería que me lastimara. 

También era difícil para mí. Muy, muy difícil. 

Una parte de mí quería hacerme creer que todo esto era lo mejor, porque Jungeun me había engañado y se había burlado de mí a mis espaldas, pero la otra parte quería hallarla y pedirle perdón por todo, abrazarla y no volver a alejarla de mí nunca. Ambas partes querían que dejara de sufrir, pero no estaba segura de cual camino tomar.

Todo era tan confuso.

Esa misma tarde, Hyunjin y Heejin me llevarían a cenar para "despejar mi mente", hoy habíamos ido al parque por la mañana y aunque yo quería regresar en la tarde, sabía que ellas tenían razón. 

Suspiré por tercera vez cuando mi madre terminó de hablar con mis amigas, dándoles indicaciones —como si yo fuese algún niño pequeño— y diciéndoles que la llamaran en caso de que algo pasara. De cualquier forma, yo no pretendía dañarles la noche con mi tristeza, Heejin no solo me guiaba a mí, sino también a Hyunjin, quien aún no podía caminar del todo bien. 

O eso pensaba.

...

—Verás que esto te hará bien, Jin —murmuró Hyunjin, mientras el conductor nos llevaba hacia el restaurante al que Heejin nos había invitado —al parecer sus padres también tenían un restaurante de comida japonesa aquí—.

—Y también te gustará la comida. Es deliciosa —añadió Heejin.

—Aún no comparto la idea de esta cena toda pagada, pero ella tiene razón en eso.

—No empieces, Hyunjin —le reprendió.

—Sabes muy bien que no me gusta que pagues todo. Es injusto.

—No es injusto. Yo voy a pagar porque quiero, no porque me estén obligando. 

—Pero... —tras unos segundos ella suspiró, consciente de que no era la mejor idea discutir por eso—. Bien.

—No te pongas así, amor. Ya hemos hablado sobre esto —dijo Heejin, con un tono de voz más dulce—. Todo está bien y no me molesta complacerte, ¿De acuerdo? 

—... De acuerdo.

—Muy bien. 

Todo el tiempo yo había permanecido un poco callada y pensativa, se suponía que esa noche haría todo lo contrario, pero no podía evitarlo.

Jungeun ocupaba mis pensamientos la mayor parte del tiempo y esta no sería la excepción.

¿Cómo estaría?

¿Se encontraría bien?

¿Habrá comido bien estos días?

¿Se habrá sumido en la tristeza, decepción y melancolía, tanto como yo?

¿O simplemente habría continuado con su vida?

¿Encontró a alguien más?

Oh Dios, ¿Qué locuras estás diciendo, Jinsoul? Tú y ella jamás fueron algo.

Bueno... Eso era cierto, pero... Se sentía como si así fuera. 

Esa vez, cuando toqué su rostro por primera vez... Sentí algo extraño... —y no me refería a la sensación de humedad en mi pulgar— Era como si algo me empujara hacia ella. 

Estaba segura de que si el reloj no hubiese sonado, ella y yo hubiésemos...

Una sensación de calor y vergüenza me recorrió todo el rostro, haciéndome toser levemente. 

—¿Jin? —la voz de Hyunjin se infiltró en mis oídos y no pude evitar dar un pequeño salto en mi asiento. 

Un momento... ¿Mi asiento?, ¿Cuándo habíamos llegado?, ¿Tanto había pensado que ni siquiera sabía donde me encontraba?

Bueno, no es como si yo pudiera saberlo con exactitud todo el tiempo, pero saben a lo que me refiero.

—¿Jinsoul? —Heejin tocó mi mano con la suya y fruncí el ceño, negándome a decirles la verdad. 

Me negaba a arruinarles la noche.

—Estoy... Estoy bien.

—¿Segura? Porque no parece que así sea.

Estúpida Hyunjin, ¿Por qué tienes que conocerme tan bien?

—Estoy segura —asentí.

—No te creo...

Demonios, ¿que no ves que intento salvar su noche? ¡Deja de preguntar!

—Está bien, Jinnie. No la presiones. 

¡Gracias Heejin!

—Uhm, sí... L-lo siento —musitó, algo avergonzada. 

—Descuida. Tienes razones para creer que no estoy bien, pero te aseguro que es todo lo contrario esta noche.

—Sí, lamento ser tan chismosa...

—No eres chismosa, Hyun. Simplemente te preocupas por mí, y lo agradezco, pero no es necesario. 

No hoy...

—Muy bien, ya aclarado todo. ¡¿Quién quiere más postre?! —Heejin prácticamente gritó con alegría, haciéndonos reír a Hyunjin y a mí por su entusiasmo.

Esta noche sería diferente, estoy segura.

...

Cuando estábamos de vuelta a casa —Hyunjin y yo le rogamos a Heejin para caminar un poco—, algo había llamado mi atención.

Según lo que las chicas me habían dicho, estábamos a unas cuantas cuadras de mi casa —para una ser extranjera y la otra una chica que no había pisado Corea desde hace más de seis años, ambas se ubicaban muy bien y aprendían direcciones rápidamente. Tal vez por eso les iba tan bien en esta ciudad—, escuché algo que me dejó helada. 

No muy lejos de nosotras se podían distinguir la singular conexión de voces que hacían los grupos de amigas, y no era extraño que esas cosas sucedieran, solamente había algo que no cabía en mi mente...

Esa voz...

Juraba que era la de...

—¿Jungeun? —me detuve en seco y levanté la cabeza un poco, tratando de aclarar las dudas en mi mente.

—¿Uhm?, ¿Dijiste algo, Jindori? —preguntó Heejin. Yo estaba segura de que ella y Hyunjin también se habían detenido.

La voz... Necesito escucharla mejor.

—¿Jinsoul...?

Y entonces, el sonido de esa estruendosa pero magnifica risa que yo tanto amaba me llegó como un disparo al corazón. Podía jurar que mi pulso se había detenido en ese momento.

Era ella. Estaba segura.

—Jungeun —susurré.

Pasos se escucharon y las voces de las amigas se escuchaban cada vez más distantes. 

No podía permitirlo...

No sabía si volvería a escuchar su voz o a encontrarla, así que simplemente hice lo que mi impulsó me dictó.

Corrí hacia ella, soltando mi bastón y sin importarme que estuviésemos cerca de la vía principal.

Yo solo quería hablarle, así fuese una última vez...

—¡Jinsoul! —escuché el grito de Hyunjin lejos y para cuando pude reaccionar...

Fue demasiado tarde...

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Hola.

Solo quería decirles que el siguiente capítulo ya es el final :((

Chao.

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