Extra 6.
Les recomiendo escuchar la canción mientras leen el capítulo ♡
—¡Jinsoul!, ¿Puedes verme? — escuché una voz no muy lejana y sentí una respiración próxima a mi rostro—. ¡Holaaa! ¡Soy yo, Heejin!, ¡Wakey wakey, dormilona!
—¡Yah, Heejin!, ¡Déjala respirar! — escuché como alguien chillaba y después la respiración dejó de sentirse.
—Lo siento— dijo aquella voz—. ¿Uh?, ¡Wah! ¡¿Jungeun, por qué lloras?!
—L-lo siento, es solo... Es un gran día y yo... — murmuró, y por el sonido que le siguió a su voz supe que sorbió su nariz—. Soy muy sentimental.
—¿Escuchaste eso, Jin? Despierta ya o Jungeun seguirá llorando.
—¡Heejin! Déjala en paz.
—¡Hey! Eso me dolió— se quejó con voz temblorosa.
Todo ese asunto me hizo sonreír. Heejin tonteando, Hyunjin chillando y diciéndole que parara y Jungeun, como siempre, preocupada por mí.
—¡Sonrió! — escuché a Heejin chillar, y nuevamente sentí su respiración cerca.
A veces, por su comportamiento, pienso que me va a besar... Jungeun y Hyunjin siempre terminan golpeándola o gritándole por la forma en la que se acerca a mí.
—¡Eso significa que está despierta! — continuó—. ¡Jinsouuul!, ¿Puedes verme?, ¿Cuántos dedos tengo frente a ti?
—No puede verte, tonta. Tiene los ojos vendados aún— respondió Jungeun.
—Ah, sí es cierto.
—Denle espacio, niñas. Dejen que respire— la voz de mi madre se filtró por mis oídos y de inmediato Heejin se separó de mí.
—¿Cuándo llegará el doctor? — preguntó nuevamente Heejin, impaciente.
—Está ocupado con sus otros pacientes, Heejin. Jinsoul no es la única que se realizó una operación.
—Pero tarda demasiado. Yo quiero ver sus ojitos bonitos otra ve- ¡Ay!
Reí levemente. Estaba completamente segura de que alguna de las dos, ya sea Hyunjin o Jungeun, la había golpeado.
La pobre Heejin iba a necesitar una férula si seguía así. Jungeun y Hyunjin tenían bastante fuerza aunque no lo pareciera.
Sentí unos dedos escurridizos enrollarse con los míos y, de forma seguida, un ligero apretón en mi mano derecha que me hizo sonreír. Sabía que era Jungeun, la suavidad de sus manos y el como se sentía sobre la mía me lo decía.
Recapitulando, hasta aquí para que puedan entender lo que está sucediendo.
Después de hacer las paces, hablar con mi madre para explicarle las cosas —y hacer que nos creyera— y esperar mi completa recuperación, Jungeun y yo empezamos a salir.
Nuestra primera cita fue en el parque donde nos habíamos conocido, recorrimos los lugares más significativos y reimos sin parar con las bromas mutuas; en la segunda la llevé —aunque técnicamente ella me llevó a mí— al restaurante italiano del que había hablado antes, y disfrutamos de una deliciosa cena y momentos tan dulces como el vino que bebimos; en la tercera fuimos a visitar el restaurante de la familia de Heejin; y a la cuarta me armé de valor y realicé unos pasos que Heejin me dio para preguntarle si quería ser mi novia de manera oficial, pues, los besos y abrazos no faltaron en ninguna cita, pero quería hacerlo todo más real. Entienden de lo que hablo, ¿no?
En fin, luego de ello iniciamos una relación en la que, por muchas discusiones y tropiezos que hayamos tenido, siempre terminábamos reconciliándonos de la mejor manera posible.
El amor mutuo crecía cada vez más, y a medida que pasábamos tiempo juntas me sentía cada vez más atraída hacia ella. Jungeun era como una droga para mí, tan adictiva y necesaria, pero al mismo tiempo una medicina, curando mis heridas y ayudándome a sanar.
Siendo novias aún salimos a citas, algunas dobles donde contábamos con la compañía de Heejin y Hyunjin, y algunas donde simplemente éramos las dos recorriendo la gran ciudad de Seúl. A pesar de mi falta de visibilidad, Jungeun se esforzaba por hacerme saber cómo eran las cosas, y que disfrutara de nuestro tiempo juntas. Yo le dejaba guiarme y hablar sobre cualquier cosa, aunque secretamente sabía que no era necesario que se esforzara porque con su sola presencia yo estaba más que feliz.
Definitivamente formalizar todo fue lo mejor que pudimos haber hecho.
Por supuesto que no fue lo único que hicimos, Jungeun estudiaba psicología en la universidad tal y como ella había querido, y permítanme decir que es estupenda en lo que hace. Se graduó hace algunos años y gana bastante dinero atendiendo a las personas y aconsejándolas.
Con respecto a nuestras amigas, Hyunjin pudo caminar a la perfección unos meses después gracias a la terapia y se convirtió en una modelo reconocida, pero jamás abandonó la música. Durante sus tiempos libres realizaba conciertos de beneficencia para los niños con discapacidades y disfrutaba mucho haciéndolo.
Heejin, por su parte, se había calificado como una fotógrafa profesional, pero también era una modelo y había heredado el negocio familiar. Ahora, a parte de ser fotógrafa y modelo, ella se encargaba de los restaurantes que antes le pertenecieron a sus padres —quienes se habían retirado del negocio tiempo atrás—, pero cuando tenía tiempo libre también ayudaba a su esposa con los conciertos. Y sí, su esposa. Ella y Hyunjin se habían casado hace tan sólo unos meses. Era tan obvio que terminarían así, ambas se amaban demasiado.
Y yo, bueno, yo no pude estudiar y terminar una carrera —principalmente porque el miedo a volver a ser golpeada persistía, así que nunca me animé—, así que también me limitaba a ayudar a Hyunjin con sus conciertos. A decir verdad, las cuatro cantábamos durante ese tiempo. Se había convertido en un pasatiempo y solíamos presentarnos como "LOONA". Un nombre que se nos ocurrió gracias a nuestros gustos diferentes por los colores y la moda.
Volviendo a Jungeun y a mí, el tiempo avanzó de forma rápida. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en años. Hasta que sin saber cuándo ni cómo, ya habíamos cumplido cinco años de relación.
Tras una charla con mi madre y mis amigas, tomé valor para pedirle a Jungeun que se comprometiera conmigo.
Fue difícil, no se los voy a negar. Tiempo antes había conocido a su madre y el resto de su familia. Me enteré que tenía dos hermanos mayores y pude conocer a la famosa Sooyoung de la que tanto me había hablado antes. A ellos también tuve que hablarles para saber que tenía su completo apoyo en todo.
Después de ello, le pedí matrimonio a mi adorada Jungeun un tiempo después de su graduación en la universidad —con ayuda de Heejin y Hyunjin, claro—, y de que nos hayamos mudado juntas a un pequeño pero cómodo apartamento.
Unos meses antes del gran día, Heejin y Hyunjin se habían presentado en nuestra casa diciendo que ya tenían el regalo perfecto para la boda, y fue ahí cuando definitivamente nos sorprendieron.
Al parecer, habían conseguido un doctor para que realizara la operación que yo tanto había anhelado conseguir para poder ver finalmente; dijeron que era el mejor en su campo y que ellas pagarían absolutamente todo, ya que ese sería su regalo. Sin embargo, yo negué de inmediato, alegando que sería más un regalo para mí que para Jungeun, les dije que todo estaba bien de esa forma y que de verdad no lo necesitaba, porque así era, pero ellas insistieron. Dijeron que ya habían hablado con él y todo estaría listo para cuando yo lo decidiera, me dieron unos días para pensarlo y se marcharon.
Yo ya tenía mi respuesta definitiva, y ese sería un no rotundo, no obstante, tener una prometida psicóloga no ayudaba mucho. Esa misma noche, cuando ya estuvimos en nuestra cama, Jungeun utilizó su psicología conmigo, preguntándome cosas como cómo me sentía con respecto a eso o si de verdad no lo quería. Me dijo que mi felicidad era su felicidad y si era lo que yo quería, el regalo iba a ser muy preciado para ella de igual forma.
Y aquí nos encontrábamos actualmente.
Hace ya un día estuve dentro del quirófano, y ahora una venda enorme, que sería retirada en breve por el doctor, rodeaba mi cabeza y parte de mi rostro. Tanto las chicas como yo estábamos sumamente emocionadas y ansiosas por saber si todo había salido bien. Y aunque no lo dijera, sabía que mi madre se encontraba igual que nosotras.
Luego de escuchar como Hyunjin le hacía una pequeña escena de celos a Heejin, y de sentir las caricias de Jungeun sobre mi mano, el sonido de la puerta abriéndose llamó la atención de todas y de inmediato el silencio se instauró en la habitación.
Al instante supe que el doctor había ingresado.
—Hola, ¿qué tal está mi paciente favorita? — preguntó con voz suave.
Sonreí ante aquello, el doctor Park era una persona muy amable; sabía que estaba a algunos años de retirarse, pero eso no impedía que siguiera siendo un doctor excelente. O al menos así me había parecido.
—Estoy bien— contesté—. ¿Y usted?
—Excelente— dijo.
Siempre tan positivo.
—¿Lista? — inquirió. El sonido de la suela de sus zapatos elegantes golpeando contra el suelo resonó por la habitación.
—No— dije de forma sincera.
Él se echó a reír.
—Es normal, nadie lo está. Es un paso muy grande.
—¿Ella estará bien? — preguntó mi prometida, alejándose de mí.
Farfullé ante la pérdida de contacto.
—Lo estará— contestó, sus manos se posaron en mis hombros y dio un suave apretón—. Escucha, Jinsoul, hay cosas que tienes que saber antes de retirar el vendaje.
—Lo escucho.
—Primero, si resulta, como será la primera vez que verás, puede que la luz te moleste al principio. Debes parpadear despacio para que tus ojos se acostumbren, ¿de acuerdo?
—Entendido.
—Y segundo, en mi vida he tenido algunos pacientes que se han decepcionado de este mundo al verlo por primera vez— murmuró—. Y no te voy a mentir, hay cosas que realmente causan un gran impacto. Como doctor he visto cosas que me gustaría poder olvidar, pero así como hay cosas malas, también hay cosas buenas.
—Lo sé— dije.
—Toma las cosas con calma y trata de apoyarte en tu familia y amigos, ellos van a ayudarte todo lo que sea posible, y van a guiarte.
—Sí señor.
—Muy bien— dio otro apretón a mis hombros y, finalmente, sentí sus dedos sujetando la venda en mi cabeza de forma delicada—. Aquí vamos, recuerda lo que dije.
—Sí— susurré.
Segundos después, empezó a retirar el vendaje lentamente. Cuando el primer atisbo de luz cruzó por mis ojos, cerré los párpados fuertemente. Por extraño que parezca, dolió bastante. Nunca me había pasado.
Cuando el doctor terminó, aún continuaba con los párpados cerrados y la ligera mueca de dolor. El hombre mayor me dio una palmada en el hombro.
—Ábrelos lentamente, y parpadea cuando sientas que te molesta.
Y, tal y como había dicho, lo hice. Los abrí y empecé a parpadear de forma lenta. A medida que lo hacía, todo se iba aclarando para mí.
Formas extrañas aparecieron delante de mí y, cuando por fin mi vista se aclaró, lo primero que pude ver fueron unos hermosos ojos de color café que brillaban con intensidad mirándome fijamente. Iban acompañados de un hermoso rostro blanquecino, cabello alisado del único color que pude distinguir en ese momento —negro— y unos hermosos labios rojizos con una forma única.
Las lágrimas invadieron mis sensibles ojos y mis labios se entreabrieron ante la visión. Juro que pensé que estaba en el cielo.
—Y-Yo... — tartamudeé, incapaz de decir algo.
La habitación continuaba en silencio, hasta que el hermoso ángel que estaba frente a mí decidió hablar.
—¿Jinsoul? — dijo con esa voz ronca que tanto amaba—. ¿P-puedes...?
—¿Jungeun? — inquirí con voz ahogada—. ¿Eres tú?, ¿D-de verdad eres tú?
Ella llevó ambas manos hacia su rostro, y lo que distinguí como lágrimas empezaron a salir de sus ojos. Un sollozo escapó de sus labios, estaba en completo shock.
Enserio era ella, mi amada Jungeun... Y Dios, era hermosa.
Agradecí mentalmente que ella haya sido lo primero que pude ver. No podía estar más feliz.
Otro sollozo proveniente de una persona distinta llamó mi atención, y fue cuando volteé para percatarme de los demás cuerpos a mi alrededor.
Unas chicas, una algo baja y la otra bastante alta estaban de pie a mí lado izquierdo, la primera tenía el cabello castaño, suelto, algunos mechones de su cabello cubrían su frente y las lágrimas también estaban presentes en sus ojos negros. La segunda tenía el cabello suelto y alisado de color rojo—aunque por obvias razones aún no sabía distinguir ningún color—, su mirada de sorpresa y las lágrimas en sus ojos marrones la hacían ver más tierna de lo que era.
Y justo detrás de ellas, se encontraba la que supe que era mi madre, igual de sorprendida que el resto.
—¿Heekki, Jinnie? ¿M-mamá? — me atreví a hablar, tras los minutos de silencio.
Está vez, mamá estalló en un llanto incontrolable, y sentí unos brazos rodearme con fuerza. Me incliné ligeramente y supe que la chica de cabello castaño fue quien lo hizo, seguida de la chica de cabello rojizo.
—¡Jinsoul unnie!
—Oh Dios, Jindori. ¡No puedo creerlo!
—Oh, cariño— mamá se aproximó a mi rostro y plantó múltiples besos por él—. Mi bebé, mi hermosa bebé finalmente puede ver.
—Me... Me asfixian.
No quería ser desconsiderada o fría, pero me estaban aplastando y con tantas emociones en un día estaba casi segura de que podría desmayarme.
De inmediato todas se separaron de mí, dejándole espacio a Jungeun.
Aún permanecía allí de pie frente a mí, en shock. Después de unos segundos, ambas manos se deslizaron desde su rostro hasta su cintura, una pequeña risa se escapó de sus labios, sus labios se curvaron en una sonrisa y se acercó a pasos lentos.
Yo estaba expectante al igual que el resto de personas.
De forma delicada y lenta, Jungeun tomó asiento frente a mí, y sin borrar su sonrisa, levantó los dedos temblorosos hasta mi rostro, deslizándolos sobre mi piel con suavidad y trazando patrones únicos con ellos.
Instantes después, sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez; de repente, una risa escapa de sus labios, mostrando sus blanquecinos dientes y esa hermosa sonrisa que amé desde el momento en el que la vi.
Mis ojos se llenaron de lágrimas también y, sin saber por qué, la seguí. Una risa descontrolada y fresca, alegre y feliz. El tipo de risa que sólo ella lograba sacar en mí.
Después de tranquilizarnos un poco, ella, con los ojos húmedos y brillantes, entreabrió sus labios entre temblores y habló.
—Hola.
—Hola —sonreí.
Y así permanecimos por un tiempo.
Hasta que Heejin decidió interrumpir.
—¿Hola? ¿Sólo eso dirán? Que falta de romanticismo. Me esperaba al menos un beso.
—¡Heejin! — chilló Hyunjin.
Jungeun y yo reímos, cuando mi novia se volteó hacia mí y levantó sus cejas repetidas veces.
—¿Qué dices, Soulie? ¿Le damos al público lo que quiere? — preguntó, observándome tan intensamente como lo ha estado haciendo todo este tiempo.
No sabía si lo hacía todo el tiempo y yo nunca pude verlo, o si sólo era ahora, pero lo amaba. Amaba la forma en la que sus ojos brillaban cada vez que me observaba, reía o sonreía.
—Supongo que hay que complacer a las masas.
Jungeun sonrió nuevamente y, acercándose lentamente a mí, plantó sus labios contra los míos.
Era increíble la forma en la que, independientemente de mi visión, nuestros labios parecían encajar a la perfección, y danzaban tan bien juntos.
A pesar de notar como ella cerraba sus ojos, yo permanecí con los míos abiertos. Era la primera vez que podía verla y no iba a desaprovechar ni un solo segundo.
Al separarnos, sonrió hacia mí y no pude evitar devolverle la sonrisa.
—Eso fue escalofriante. Jinsoul, la próxima vez deberías cerrar los ojos— murmuró Heejin.
—¿Tenías los ojos abiertos? — Jungeun se volteó hacia mí.
Levanté ambos hombros con inocencia.
—Es la primera vez que te veo. Tengo derecho de ver todas tus expresiones.
Jungeun sólo se sonrojó un poco y me empujó ligeramente el hombro.
—¿Quieres probar otra vez? Tal vez podría hacer el intento y cerrarlos.
Ella me sonrió de forma coqueta y, cuando me incliné para besarla, un carraspeó nos hizo voltear.
El doctor se hallaba frente a nosotras con algunos papeles en las manos y una sonrisa pícara.
No tenía idea de cuando había salido.
Ambas nos sonrojamos, nos observamos y reimos como adolescentes al ser atrapadas haciendo alguna travesura.
Y quien sabe, tal vez la hagamos algún día. Nunca es tarde, ¿verdad?
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