
Extra 4.
Jungeun Pov's
Han pasado dos semanas desde el incidente, y desde entonces Jinsoul no ha despertado.
Los doctores dijeron que había tenido una contusión cerebral y una hemorragia leve. Resulta que el auto no había alcanzado a tocarla con fuerza gracias a los rápidos reflejos del conductor y no dio en ningún punto vital y delicado, sin embargo, aún así golpeó su abdomen y al caer logró golpear su cabeza contra el pavimento, lo que provocó la contusión y el estado en el que se encontraba.
Ahora se encontraba acostada en la cama del hospital, con el abdomen completamente vendado al igual que la cabeza y había bajado drásticamente de peso. Dolía como el infierno verla de esa manera.
Yo, por otra parte, todos los días venía a verla.
Al principio fue completamente difícil, la madre de Jinsoul se encontraba aquí y armó todo un escándalo cuando me conoció. Entre lágrimas y gritos me dijo que me fuera porque no tenía nada que hacer allí, que había sido mi culpa y demás. Los doctores, enfermeros y guardias del hospital tuvieron que calmarla y creo que hasta le inyectaron un sedante porque tiempo después se durmió. Claro que después llegaron las dos chicas y de inmediato supe que debía irme.
Los días pasaron y, un martes por la tarde cuando iba a visitarla al hospital, me encontré con las dos chicas que estaban con Jinsoul esa vez en el parque sentadas frente a la puerta, esperando tal vez a que el doctor en turno terminara de revisarla. Me senté a unas sillas de ellas, fue verdaderamente incómodo, y creo que una de ellas estaba a punto de saltarme encima.
Pero entonces... La más baja, una castaña, me observó detenidamente y murmuró unas palabras que me dejaron sin habla.
"Eres más linda de lo que Jinsoul había dicho"
Sinceramente, después de escucharla, ya no sabía qué pensar. Jinsoul le había hablado de mí, cuando se supone que se encontraba dolida por algo que supuestamente yo había hecho, y si era así me imaginaba que no quería verme.
Pero después de eso... Supongo que me quedé con cara de idiota por un buen tiempo porque la chica soltó una risa mientras me observaba y siguió hablando un buen tiempo. Algunas veces consiguiendo una respuesta de mi parte. Lastimosamente nuestra charla tuvo que parar cuando el doctor salió y nos aviso que podíamos entrar.
Al día siguiente las volví a encontrar y, nuevamente, la castaña tomó la palabra. Con voz triste y algo quebrada me hizo una pregunta un tanto extraña para mí.
"¿Por qué le hiciste eso?"
No supe qué responder, pero no porque me avergonzara o me diera igual, era porque ni yo sabía qué le había hecho. Dándose cuenta de mi confusión, la otra chica finalmente habló y me dijo montón de cosas que jamás se me van a olvidar. Desde maldiciones hasta la respuesta a mi interrogante.
Y entonces, me decidí a abrirles mi corazón. Les expliqué la situación, lo que había ocurrido realmente y lo que sucedió después. La chica castaña sonrió y observó a la pelirroja a su lado, quien aún hacia una mueca.
"¿Lo ves? Te dije que ella era de las nuestras"
Justo ahí supe que me habían aceptado. O al menos la castaña.
Desde entonces nos volvimos un poco más cercanas, me enteré que ambas eran amigas de Jinsoul que habían vivido en otro país los últimos años, y que ninguna estaba interesada en Jinsoul porque eran pareja. Ese fue un completo alivio para mí. Sus nombres, Heejin y Hyunjin, encajaban a la perfeccion. Son una pareja muy linda en mi opinión.
Después de cada visita a Jinsoul, y asegurarnos de que todo estaba bien, visitábamos una cafetería no muy lejana al hospital, donde nos sentábamos a hablar durante mucho tiempo y disfrutábamos juntas del delicioso café y los exquisitos postres que nos proporcionaban.
Heejin me había tomado confianza y hablábamos mucho. Nos llevábamos bien, no obstante, y a pesar de que se suponía que me había aceptado a mí y mis disculpas, aún podía sentir cierta incomodidad en Hyunjin cada vez que compartíamos palabras. Era algo normal, me dije, después de todo ella creyó que yo le hacía daño a su mejor amiga. Tampoco me creería fácilmente si me pasara a mí. Así que intenté comprenderla y tratar de hacer que creyera un poco más en mí.
Todos los días le llevaba un pequeño regalo a Jinsoul, desde osos de peluche hasta flores, globos y tarjetas. Al final de las dos semanas su habitación estaba repleta de ellas. No porque quisiera demostrarle algo a alguien, sino porque de verdad quería hacerlo, quería demostrarle a Jinsoul -cuando despertara- que no estaba sola, que era la mejor, que ella merecía todo el amor del mundo, y que yo iba a dárselo; y aunque ella no pudiera ver, no iba a impedir que le demostrara lo que sentía.
Pero supongo que viendo mi amor hacia ella, Hyunjin empezó a aceptarme un poco más.
Hoy, viernes por la tarde, era la última visita del día, y habíamos decidido que me correspondía a mí, así que Hyunjin y Heejin me esperaban afuera como siempre para irnos después.
Yo no acostumbraba a salir hasta que la enfermera aparecía y me avisaba que ya se había acabado mi tiempo. Cosa que no me gustaba en lo absoluto, lo hacía sonar como si ella fuera una criminal tras las rejas y yo su visita semanal, pero no podía hacer nada al respecto más que asentir. No quería que me expulsaran. No podía permitirme correr ese riesgo.
Actualmente me encontraba sentada junto a la cama del hospital donde yacía Jinsoul, sosteniendo su mano y observándola detalladamente. Las flores que le había traído hoy se encontraban reposando en un florero con agua sobre una pequeña mesa a su lado.
Varios tubos con suero estaban encajados en su brazo, inyectados por vía subcutánea para hidratar el cuerpo mientras ella reposaba. Tenía la frente vendada, e incluso habían tenido que cortarle el cabello para lograrlo, pero a pesar de todo, seguía siendo tan hermosa como el día en que la conocí.
Apreté con suavidad su mano, mientras deslizaba con mi mano libre por su rostro, trazando un camino, cerré los ojos con fuerza y utilicé mi imaginación.
Justo como ella había hecho conmigo.
Primero pasé por su cabeza, teniendo cuidado de no tocar la venda, y enterre con cuidado mis dedos en su cabello, que aunque era corto, seguía siendo igual de dedoso y brillante. Abrí los ojos un momento hasta llegar a su rostro y los volví a cerrar.
Tracé las cejas con mis pulgares y continúe el recorrido abajo. Pasando por sus mejillas y su pequeña y respingona nariz, hasta llegar a el final de mi valiente recorrido.
Sus labios.
Una sonrisa se escapó de los míos cuando recordé como había sido cuando ella los tocó. Me hizo cosquillear y temblar ligeramente con cada toque, parecía como si dejara un camino de fuego por donde me tocaba. Y tanta fue la tentación que no pude evitar lamer su pulgar cuando lo retiró. Tenía un poco de chocolate de la galleta y no quería que se ensuciara.
Aunque hubiese preferido que fuesen sus labios, claro que nunca se lo dije.
Toqueteé sus labios con mis dedos índice y pulgar, estaban resecos, pero aún mantenían la contextura blanda y suave que aparentaban. Mordí mi labio inferior cuando las ganas de mordisquear y chupar sus labios llegaron a mí de la nada.
De repente me sentí sedienta.
Abrí mis ojos lentamente y los enfoqué en una sola cosa. Al final, no sé cómo ni cuando, pero la tentación era tan grande que perdí la batalla contra mis impulsos y deseos carnales, y me acerqué lo suficiente como para plantar un dulce beso en sus suaves belfos rosados.
Y luego otro.
Y otro.
Y otro.
Y otro.
Fueron varios, tan delicados y ligeros como una pluma, pero, así mismo, tan valiosos como un diamante.
Era una pena que su estado físico no me ayudara mucho, porque de no ser así, los besos ya habrían subido de nivel tal vez un poco.
Las ganas de adentrarme en las profundidades de las deliciosas carnosidades y explorar en ellas no faltaban, pero no podía aprovecharme de esa manera. Había sido suficiente con esos besos, que aunque fueron breves, de la misma forma habían sido robados.
Inmediatamente me sentí como una ladrona. Esta vez, era yo quien estaba en la cárcel, no ella.
Sonreí nuevamente y volví a apretar su mano, cuando la enfermera llegó a la habitación. Me observaba con cierta pena y comprensión, no obstante, me dijo que debía salir.
Asentí y antes de irme, cuando la enfermera dio media vuelta, volví a robarle un último beso y desaparecí por la puerta como acostumbraba.
Ella me robó el corazón... Supongo que eso nos convierte a ambas en ladronas.
Crucé la puerta y me uní a Hyunjin y Heejin para empezar a caminar lejos y comer esos deliciosos postres de la cafetería.
Olvidándome por unos instantes de el infierno en el que me había envuelto.
Olvidándome por unos instantes de los errores y acusaciones.
Olvidándome por unos instantes que la chica que amaba se encontraba inconsciente y herida en el hospital, todo por mi culpa.
Oh, Jinsoul, cuanto lo siento...
—Jungeun...
Así es gente, por fin ya puedo actualizar 😎 y voy a subir doble capítulo por la gran tardanza (que no fue mi culpa, fue culpa de wattpad :/ )
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