𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟤𝟧
Rex Orange County | Television / So Far So Good ⨟
❝Hey, no tengo miedo, porque puedo ser yo mismo
y espero que tú tambien puedas ser tú mismo,
porque sé que puedo hacerte sentir bien❞
ㅡ¿Estás despierto? ㅡle preguntó Eddward a Kevin, de pie en el umbral de la puerta de su habitaciónㅡ. Oye, Kev.
ㅡ¿Sí, cielo? ㅡmurmuró, moviéndoseㅡ. ¿Qué sucede?
ㅡNada, es sólo... ¿sabías que puedes sobrevivir a base de ramen en Corea porque tiene todos los recursos para ello? No es recomendable, pero puedes sobrevivir algunos meses.
Kevin se dió media vuelta, sentándose a medias en la cama.
ㅡContinúa, por favor.
ㅡOh, sólo era eso. En caso de un apocalipsis zombie, serviría tener mucho ramen en casa.
El pelirrojo rascó su cabeza, sentándose más correctamente en su cama.
ㅡTengo ramen instantáneo en la última alacena de la cocina, ¿quieres un poco? ㅡdespués de un silencio pensativo dijoㅡ, ¿tienes hambre?
ㅡUm... bueno ㅡmurmuraba, pero no decía nada realmenteㅡ. Puede ser... tal vez tengo hambre.
ㅡBueno ㅡel pelirrojo se levantó, caminando hacia élㅡ. Vamos, veamos que hay en la alacena.
ㅡLamento molestarte.
ㅡNo, está bien ㅡpasó uno de sus brazos por su cintura, incitándolo a empezar a caminarㅡ. Vamos, vamos.
En el medio del camino, Eddward aclaró su garganta.
ㅡSé que hemos tenido... nuestros momentos y encuentros ㅡmurmuró, siendo cegado a medias por la luz blanca de la cocinaㅡ; y que no tiene mucho sentido ser vergonzoso ahora, pero quería preguntarte algo.
ㅡEstá bien.
Lo dijo con tanta naturalidad, que el pelinegro se quedó boquiabierto. A medio camino de sentarse, se debatió entre salir corriendo o quedarse. Se mordió el labio y revisó toda la habitación en la que estaban; le llamó la atención un pequeño ramo de rosas rojas falsas en una taza vieja con detalles en dorado.
ㅡ¿Te gustan las flores?
El pelirrojo detuvo sus movimientos y se dió media vuelta para mirarle. Sonrió a su pequeña sonrisa avergonzada.
ㅡSí, me gustan las flores ㅡrespondió, mientras seguía revisando la alacenaㅡ. ¿A tí te gustan?
ㅡSí ㅡrespondió, casi demasiado alto para ser una respuesta normalㅡ, mis favoritas son las flores nube.
ㅡ¿Flores nube? ㅡpreguntó, volteándose.
ㅡSí, son... esas pequeñas florecitas de colores, demasiado pequeñas y redondas ㅡse intentaba explicarㅡ. Flores nube ㅡterminó diciendo, para luego buscarlas en su teléfono y mostrárselas a Kevin.
ㅡAh, ya te entendí. Mi mamá las llama "velo de novia".
ㅡAh, sí, puede que tengan ese nombre ㅡse quedó pensando, buscando en su celularㅡ. Mi mamá les decía "flor nube" porque, cuando juntabas muchas, era cómo tener una nube entre las manos.
Kevin sonrió a la mirada de concentración del pelinegro. Tomó los paquetes de los fídeos instantáneos y los abrió, quitó los pequeños sazonadores y puso los fídeos sobre una olla.
ㅡ¿Puedes buscar el nombre de una flor? ㅡpreguntó, abriendo el grifo del agua caliente.
ㅡClaro, dime.
ㅡAliso de Mar ㅡdijo, con media sonrisaㅡ. Son mis flores favoritas. Las flores favoritas de mi abuela.
ㅡOh ㅡdijo Eddward, después de unos segundosㅡ. Oh, es una flor muy hermosa ㅡlevantó la vista y le sonrió a su compañeroㅡ. ¿Le gustan mucho a tu abuela?
ㅡSí, le gustaban ㅡcomentó, en voz bajaㅡ. Cuando... ella estaba enferma, un médico vino a casa y le dijo que dejase de intentar curarse con cirugías. Su enfermedad estaba demasiado avanzada y ya no había nada que pudiéramos hacer para salvarla ㅡcomentó, llevando unos bowls hasta la mesaㅡ. Tres años, ni más ni menos.
ㅡOh, Kev, lo siento tanto ㅡmurmuró, casi dejando caer su celular dentro del bowl vacío.
ㅡ¿Sabías que las aliso de mar pueden durar sólo tres años? ㅡle sonrió, mirándoleㅡ. Mi abuela me hizo construír una pequeña mesa de madera, la que puso debajo de la ventana de su habitación, con muchas macetas llenas de aliso de mar encima ㅡle comentó, volviendo a darse vueltaㅡ. Cuando ella falleció, las flores se marchitaron y murieron. Jamás volvieron a crecer. Al menos, no debajo de su ventana.
Eddward sabía (o creía saber) que cuando una persona respondía a tu pesar con un tema cualquiera, era porque no querían seguir hablando de ello. Le sonrió a Kevin y alejó su celular un poco de sí mismo.
ㅡAquí decía que huelen a miel, ¿es verdad?
ㅡOh, sí, son bastante dulces ㅡdijo, volteándose con la olla de fídeosㅡ. Algo que llamaba mucho mi atención; es que no sólo las abejas polinizan esa flor, sino que cualquier otro insecto se posa en ellas y la poliniza.
ㅡAh ㅡdijo, con tono asombradoㅡ. Oh, wow.
ㅡ¿Ves? Yo dije lo mismo ㅡrepartió los fídeos y tomó asientoㅡ. A ver, ¿qué tienes en esa cabecita tuya? Tiene que haber una razón por la que sean las... ㅡobservó el reloj de pared en la cocinaㅡ, tres de la mañana y tú no estés durmiendo.
ㅡNo hay una razón, realmente. Sólo... me desperté porque no podía dormir y tomé el teléfono, es todo.
ㅡ¿Ah, sí? Parece haber más...
ㅡBueno ㅡmurmuró, entre dientesㅡ, puede ser.
ㅡ¿Encontraste algún otro dato curioso sobre la vida humana que deba saber? ㅡle sonrió.
Cuando los ojos de Eddward se dirigeron directamente a los suyos, Kevin bajó la cabeza derepente. La situación lo llevaba a un extremo que realmente no sabía explicar. Había pasado la noche en vela intentando olvidar aquellas cosas que le hacían desear por más.
Más horas, más recuerdos. Más besos, más abrazos.
Revolvió los fídeos y se metió un par en la boca, llenando sus mejillas hasta el tope. Eddward rió a ello, tragando los fídeos que se había metido en la boca hacía unos minutos atrás.
ㅡEl elefante ㅡdijo, estirando la mano hacia su vasoㅡ, es el único mamífero que no puede saltar.
ㅡQué extraño eso, ¿no? Debe de ser por el peso ㅡdijo, pensando en voz altaㅡ. Espera, ¿y las jirafas?
ㅡ¿A qué te refieres?
ㅡ¿Cómo saltan las jirafas? ¿Siquiera pueden saltar? ㅡpreguntó, mirádole.
Se quedaron unos minutos en silencio, mirándose.
ㅡOye, no hagas eso ㅡdijo, con el rostro fruncido, haciéndole reírㅡ. ¡No es gracioso! ¡intento lucir inteligente frente a tí!
ㅡ¡No necesitas hacerlo! ㅡmusitó, mientras intentaba dejar de reírㅡ. Mira, no sé mucho sobre animales. A mi tía le gustaban mucho los búhos, y una vez quise aprender de ellos porque me llamaba la atención saber porqué le gustaban, y aprendí que ellos son el único tipo de ave que puede ver el color azul.
ㅡDe aves, yo sé que más de miles de ellas mueren anualmente porque se estrellan contra las ventanas ㅡseñaló, metiéndose más fídeos en la boca.
ㅡSé que los dientes de los seres humanos son más duros que las piedras ㅡseñaló, cómo contraataque.
ㅡSé que los egipcios dormían con almohadas de piedra.
ㅡSé que tu pecho sería una buena almohada ㅡel pelirrojo dejó el tenedor sobre su plato vacío, y luego de unos segundos de completo silencio, levantó la vista.
ㅡSé que tus ojos son las más bellas piedras preciosas que jamás haya visto ㅡel pelinegro contraatacó, recostándose suavemente sobre su propio asiento.
ㅡSé que tu sonrisa es la más hermosa de todas.
ㅡNo se vale mentir ㅡrió, algo nervioso y avergonzado.
ㅡNo miento, lo juro.
ㅡBien ㅡse relamió los labiosㅡ. Sé que me gustas.
ㅡBueno, sé que me gustas mucho.
ㅡNo, yo sé que me gustas mucho más.
ㅡSé que harás de esto una pelea que crees que no podré ganar, pero te equivocas ㅡrió el pelirrojo, tomando la vajilla sucia para ponerla en el lavabo.
ㅡSé que crees que haré de esto una pelea, pero yo sé ¡y estoy cien por ciento seguro! de que ganaría esta pelea de todas formas ㅡse sonrió, caminando detrás de él.
Dejó los trastos sucios en el lavabo y se volteó a mirar a su compañero. Eddward lo miraba directo a los ojos, y aquella suave sonrisa que le encantaba demasiado.
Kevin abrió la boca para tomar aire: ㅡSé que quiero besarte ahora mismo. Sé que quiero besarte mucho ahora mismo ㅡse autocorrigió, levantando un dedo.
ㅡSé que no voy a resistirme a tu idea.
ㅡSé que no lo harás ㅡse sonrió, abrazándolo de la cinturaㅡ. Estaría muy decepcionado de mis conocimientos, si supiera que te alejarías de mí.
ㅡSé que no lo haría. Sé que no me alejaría de tí ㅡmurmuró, acariciándole las mejillasㅡ. Si no me vas a besar, al menos abrázame correctamente; tengo frío.
ㅡTe dije si querías un abrigo ㅡse excusó, abrazándolo con fuerza.
ㅡQué mentiroso eres, jamás dijiste eso ㅡrió sobre su hombro, acariciando su espalda con suavidadㅡ. ¿Vamos a dormir? Ya tengo el estómago contento.
ㅡSí, vamos.
En medio del camino, Kevin se detuvo frente a la puerta de la habitación en la que estaba durmiendo Eddward. Le sonrió a medias y le preguntó, demasiado bajito para ser un murmullo, si podía quedarse a dormir con él. Su excusa fue que no había dormido nunca en esa habitación.
Eddward rió, tomándole de la mano para llevarlo dentro de la habitación. No creía una sola palabra de lo que le había dicho; aquella habitación pertenecía a Nathan y él le había dicho que Kevin solía dormir con él en las noches de mucho viento.
Para la siguiente mañana, Eddward fue el primero en despertarse para hacer el desayuno. El teléfono de Kevin había quedado en la cocina la noche anterior, y cuando estaba por llevarlo a la habitación, este empezó a sonar.
ㅡBuen día, Nathan ㅡdijo, cuando éste le contestó del otro ladoㅡ. Estaba por llevarle su celular a Kevin, ¿es algo importante?
ㅡOh, ¿se está bañanado?
ㅡNo, está dormido.
ㅡOye, no le cambies tanto el sueño a mi amigo ㅡdijo, con un tono medio pervertido.
ㅡ¡Nathan, por Dios! Ayer en la noche me desperté por una pesadilla y, curiosamente, él también estaba despierto.
ㅡCuriosamente, ahá ㅡrióㅡ. Bueno, dile que venga en cuanto se levante. O, bueno; terminen de desayunar primero, que se tome un baño y luego necesito que vengan. La señorita Lee habló con el jefe y tuvieron uan discusión hoy más temprano.
Eddward se volteó a ver el reloj, marcaba perfectamente las nueve con treinta de la mañana. Le hizo una mueca al reloj. Salió de la cocina y emprendió viaje hasta los sofás. No creía que la llamada de Nathan fuera a durar mucho más pero, por las dudas, quería estar cómodo mientras hablaba.
ㅡParece el tienen al Hulk perfecto y necesitan que Kevin venga a trabajar. La mayoría de las cosas ya están por su mitad, pero los empleados que él tiene a cargo están teniendo un par de problemas para ponerse de acuerdo.
ㅡEstá bien ㅡhizo un ruido medio pensativoㅡ. Nathan, no te ofendas pero, ¿yo también tengo que ir?
ㅡSi no quieres y si Kev no te obliga, puedes no venir ㅡdijo, y el pelinegro lo sintió encogerse de hombrosㅡ. No quiero ofenderte a tí, eres mi nuevo amigo y no quisiera perderte tan rápido; pero si estás dando vueltas por aquí, Kevin no se concentra.
ㅡY necesitan que esté concentrado, entiendo el punto ㅡsonrió inconscientemente, acariciando uno de los almohadones del sofáㅡ. Está bien. Noté que hay un poco de polvo por aquí, y también me gustaría dar una vuelta por la floristería de aquí cerca. Déjame terminar con el desayuno y te lo envío cambiadito y bañadito.
ㅡ¡Presentable! ㅡrió junto a élㅡ. No te preocupes, lo cuidaremos muy bien aquí. Lo más probable es que termine comiendo aquí al mediodía.
ㅡSi no te molesta, ¿puedo llevarles algo?
ㅡClaro, a Kevin le encantará.
ㅡ¿Y a tí? ㅡpreguntó, recibiendo un sonidito medio confundido del otro ladoㅡ, ¿y a Nazz? ㅡel silencio se prolongó por un rato másㅡ. Es decir, puedo hacer unos sándwiches, o llevarles ensaladas... no sé que le gusta a Nazz, o que te gusta a tí; por eso pregunto antes.
ㅡ¿Quieres... traernos comida a nosotros también? ㅡpareció preguntarlo demasiado bajito, para que el resto no escuchara.
La verdad era que, había corrido (con la mano cubriendo el micrófono) hasta el escritorio de Nazz y había encendido el altavoz. Ya que estaba cerca, había aprovechado la oportunidad para que la rubia pusiera esa cara que tanto le gustaba; aquella que siempre ponía cuando algo le era demasiado lindo.
En cambio, la mueca que recibió, fue de sorpresa pura.
ㅡSí ㅡrespondió, demasiado alto y demasiado rápidoㅡ. Bueno, quiero decir... no sé si a ustedes les guste la idea, tal vez ya tienen comida ahí.
ㅡOh, no, estoy seguro que Nazz no ha traido nada, y yo nunca traigo comida ㅡse sonrióㅡ. ¿Estás seguro que puedes traernos algo a nosotros también?
ㅡDemasiado seguro, completamente. Escucha: corto la llamada ahora, voy a despertar a Kevin y lo mando a desayunar. Mientras, podrías preguntarle a Nazz qué es lo que quiere comer, y envíame un mensaje cuando ya lo sepan ㅡle dió las opciones con una enorme sonrisa en los labiosㅡ. Aún es temprano, piénsenlo detenidamente.
ㅡCon gusto. Muchas gracias, Doble D ㅡrespondió, después de un pequeño suspiroㅡ. Preguntaré y te lo haré saber. ¡Nos vemos más tarde, lindura!
ㅡNos vemos, Nath ㅡdijo, entre risas.
Colgó el teléfono y se levantó del sofá. Mientras él se encaminaba hacia la habitación a despertar a Kevin, Nathan miraba a Nazz con el labio inferior entre los dientes.
ㅡEs demasiado tierno ㅡdijo, pasando una de sus manos por todo su rostro, la rubia rió a su acciónㅡ. ¿Crees que Kevin aproveche bien sus oportunidades?
ㅡEstoy segura que las aprovecha bien. La verdadera pregunta es, si está completamente seguro que no la va a cagar.
El peliazúl abrió los ojos en grande. ¿Aquellas palabras habían salido de la boca de su mejor amiga?
ㅡDisculpa, ¿qué?
La rubia lo señaló con un lápiz: ㅡEscúchame bien: sé que no es propio de mí, no estoy teniendo un mal día y no estoy en mi período; pero si Kevin la llega a cagar con Eddward, estoy segurísima que yo seré la primera en hacerlo entrar en razón a golpes.
Nathan abrió la boca, mirándola completamente atónito.
ㅡNo me obligues a hacerte entrar en razón a tí ㅡgolpeó suavemente su frente con la punta del lápiz.
📍Flor Nube // Velo de Novia 💫
📍Aliso de Mar 💫
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