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𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟤𝟥

Harry Styles | She ⨟
Él toma un bote, se imagina navegar muy lejos,
sin decirle a sus compañeros... no sabría qué decir.
Ella... ella es la primera persona a la que veo,
ella es la que vive en sueños junto a mí,
y no sé por qué, no sé dónde está

La mañana siguiente, soleado. El aire frío había vuelto a la costa y Kevin estaba feliz. Cuando se despertó estaba de espaldas a su acompañante, quién aún estaba durmiendo a su lado.

Eddward estaba abrazado a su cintura, con su mejilla en su omóplato derecho y sus suaves ronquidos inundando la habitación. Se volteó con cuidado, sintiendo los dedos de Doble D rozarle el estómago.

Los recuerdos de su noche volvían a su cabeza mientras se abrazaba al cuerpo de su compañero de cama.

ㅡNo me aplastes ㅡmurmuró Eddward, aún dormido.

ㅡLo siento ㅡdijo, riendoㅡ. ¿Te sientes... bien?

ㅡSí, ¿por qué? ㅡsusurró, escondiendo su rostro en el hombro desnudo del pelirrojo.

ㅡNo, sólo... estaba preguntando.

ㅡEstás temblando de nuevo.

ㅡNo es cierto ㅡmurmuró, alejándose un pocoㅡ. Déjame verte la cara, no seas infantil.

ㅡTodavía estoy dormido ㅡse aferró con más fuerza, frotando su rostro contra el cuello de Kevinㅡ. Y tú hueles maravilloso.

ㅡNo digas tonterías.

ㅡHablo enserio. Si no olieras tan bonito, te hubiera tirado de la cama ahora mismo ㅡsonrió, frotando sus piernas contra las del pelirrojoㅡ. Oh, te amo tanto.

El silencio que provino después de esas palabras se prolongó por casi un minuto entero. El corazón y la respiración de Kevin se detuvo por ese minuto que pareció eterno. Eddward, aún encondido entre el hombro del pelirrojo y la única almohada de plumas, pensaba en qué palabras habían salido de su boca.

ㅡ¿Me amas? ㅡcuestionó, sin ningún tono de voz diferente.

Doble D se tomó un segundo para responder. ¿Qué tan mala había sido su pregunta?, ¿qué tan buena había sido?, ¿por qué lo estaba pensando tanto ahora, si antes había salido de sus labios con tanta naturalidad?

ㅡSí ㅡrespondió, tan bajito que no sabía si se habría oídoㅡ. Te amo, sí.

ㅡPregúntame.

ㅡ¿El qué? ㅡpreguntó, dejando su pequeña cueva para mirarlo a los ojosㅡ. ¿Qué quieres que pregunte?

ㅡSi yo también te amo ㅡmurmuró, quitándole los cabellos del rostroㅡ. Pregúntame.

ㅡ¿También me amas? ㅡle susurró, tan inmerso en sus ojos que no veía nada más que a él.

El pelirrojo sonrió: ㅡSí, yo también te amo.

Eddward rió bajito, volviendo a esconderse debajo de las sábanas.

ㅡOh, vamos, no te escondas ㅡrió, intentando quitar las sábanas de su cabezaㅡ. ¿Por qué te avergüenzas?

ㅡPor nada. O, bueno, en realidad por la forma en la que hablas ㅡbajó la sábana hasta la altura de sus ojos, que sonreían divertidosㅡ. Todo lo que dices, lo dices tan lindo.

ㅡ¿Yo?

ㅡClaro, ¿de quién más estaría hablando?

ㅡ¿Crees que digo cosas lindas? ㅡrió, ahora siendo él el avergonzado.

ㅡTu tono de voz es lindo, así que... ㅡlevantó sus hombros, riéndose cuando Kevin lo abrazó desde la cintura.

ㅡ¡Oh, tú eres tan lindo!

ㅡ¡No me aplastes! ㅡchilló entre risas.

Kevin, quién había llorado casi toda la noche, tenía las mejillas rojas mientras llamaba a su hermano. Estaba nervioso, y mientras preparaba el desayuno, podía sentir su corazón en la garganta. Estaba realmente contento también, porque anoche todo había salido de maravilla y moría por contárselo a alguien.

ㅡ¿Me escuchas? ㅡle dijeron del otro lado del teléfonoㅡ. ¡Oye! Hace dos minutos que estás mirando a la nada cómo un psicópata, me asustas, baboso.

ㅡAh, perdón ㅡrespondió entre risas, mirando a su hermanoㅡ. ¿Eh? ¿Hice una videollamada?

ㅡSi quieres puedo colgar y llamas de nuevo.

ㅡNo, no, está bien ㅡrióㅡ. Si te cuento algo, ¿prometes guardarme el secreto?

Ed movió algo sobre la mesa y, entonces, se acomodó en su silla: ㅡCuéntame todo y no me ocultes nada.

ㅡAyer... bueno, verás... nosotros ㅡmovía sus manos, pero no podía articular palabra algunaㅡ. Diablos...

ㅡOh, ya entendí ㅡrió de forma estruendosa su hermano mayorㅡ. ¡Ya entendí, ya entendí! ㅡcelebró, sin poder contener su alegría.

ㅡ¿Qué entendiste? ㅡpreguntó, con el seño fruncido.

ㅡSi hay algo que conozco bien de la familia Barr, es que nosotros tenemos un leve funcionamiento transparente con ciertas cosas ㅡexplicóㅡ. Nuestro padre se emocionaba por los autos de carreras, ¿no? Tú eras un bebé entonces, pero seguro que recuerdas el auto de carreras que papá tiene sobre la chimenea, ¿cierto?

ㅡSí, el rojo, ¿no?

ㅡExacto. Mamá ya sabía lo que había hecho, muchísimo antes de que él se lo dijera, porque aquella emoción contenida era demasiado fuerte para mantenerla, obviamente, escondida ㅡexplicóㅡ. En resumidas cuentas, por más que intentemos esconder algo que nos hace realmente felices, a los hombres de nuestra familia siempre nos pasa lo mismo.

ㅡ¿Cuando te sucedió a tí? ㅡpreguntó, acercándose un poco a la pantalla de su teléfono.

ㅡCuando May me dijo que estaba embarazada de Jimmy. Ya sabes, prefirió guardarlo cómo un secreto hasta que estuviera completamente segura de que sí estaba embarazada y no eran gases. Pero tú ya lo sabías, porque no pude esconder toda esa felicidad.

ㅡAh ㅡdijo, mientras recordaba aquella nocheㅡ. Viniste a casa después de enterarte y no podías decir nada de nada sin reírte, cierto.

ㅡEntonces, ¿qué me dijiste tú?

ㅡNo lo recuerdo bien, pero creo que dije "dime que está embarazada de una vez, así puedo llorar de felicidad en paz" o algo así ㅡlevantó sus hombros.

ㅡSí, algo así ㅡagitó una de sus manosㅡ. Y ahora te está sucediendo a tí ㅡlo señaló, con una sonrisilla pícaraㅡ. Anda, dime, ¿qué sucedió? Sé que Eddward viajó contigo, y no creo que un ascenso en el trabajo te ponga así de feliz.

Kevin sacó las últimas tostadas de la tostadora y, recordando lo que había sucedido hacía unos minutos, rió de nuevo. Quiso hablar, pero no encontraba las palabras y se ponía muy nervioso cuando quería mencionar el nombre de Eddward.

ㅡDijo que me amaba ㅡcomentó, en voz baja, mordiéndose la mejilla internaㅡ. Y yo también se lo dije.

Ed gritó algo que no llegó a entender porque la línea se cortaba. Cuando volvió a ver su imagen completamente renovada, lo vió riendo y aplaudiendo. May estaba detrás de él, con una gran sonrisa en su rostro.

ㅡOh, Kevin, hola. No sabía que estaba hablando contigo, ustedes dos realmente se ven felices, ¿qué sucedió? ㅡpreguntó, curiosaㅡ. Ó ¿puedo adivinar?

ㅡ¿Quieres intentarlo? ㅡrió su esposoㅡ. Primero mira a Kevin, luego se lo dices.

El pelirrojo enrojeció de forma inmediata.

ㅡOh, ¡estás enamorado! ㅡanunció, dando pequeños aplausosㅡ. ¡Qué suerte, qué suerte!

ㅡ¡Oh, vamos! ¿Cómo pudiste darte cuenta?

ㅡ¡La punta de tu nariz se puso roja!

ㅡ¿¡Eso es todo!? ㅡse quejó el pelirrojo, riendoㅡ. ¡Tiene que haber algo más!

ㅡBueno ㅡdijo ella, encogiéndose de hombrosㅡ. También puedo decir que aún no tienes una camiseta puesta, y que esa marca en tu cuello delata completamente las cosas que has hecho anoche ㅡambos hermanos Barr abrieron la boca, atónitosㅡ. Oh, vamos, no me mires así. Tú querías algo más, ¿cierto? Soy muy observadora ㅡrió bajito, tomando el vaso de Ed y llevándoselo a otra parte.

Hubo un silencio corto, otra cotada de línea y luego Ed muy cerca de la cámara.

ㅡ¡¡A VER ESA MARCA!! ¡¡KEVIN BARR, POR EL AMOR DE DIOS!!

Entonces, cortó el teléfono.

ㅡOí gritos, ¿estás bien? ㅡpreguntó Eddward, que había llegado corriendo a la cocina.

ㅡSí, yo... estaba hablando con mi hermano y...

Sus ojos se dirigeron a todas partes, menos a sus ojos.

ㅡ¿Qué tanto me ves? ㅡdijo, encogiéndose un poco.

ㅡTu... cuello.

ㅡ¿Qué tiene mi cuello?

ㅡUh... ¿nada? ㅡsonrió, aún medio confundido.

Las marcas de su cuello eran pequeñas, al igual que las de su pecho, pero ahí estaban. Lo único en lo que podía pensar era que tuvo suerte de que May o su hermano no le hayan visto.

ㅡLas tostadas ya están listas, pensé en llevártelas a la cama.

ㅡNo, está bien. Será mejor desayunar aquí ㅡlevantó los hombrosㅡ. Podemos volver a la cama después.

ㅡ¿Quieres tomar una ducha primero? ㅡofreció, dejando los platos sobre la mesa.

ㅡNo, puedo hacerlo después.

ㅡEntonces, ¿café o té?

ㅡUn café estaría bien ㅡse sonrió, apoyándose por unos momentos en el marco de la entrada a la cocina.

ㅡGenial, déjame encender la cafetera ㅡun grito ahogado le hizo darse la vueltaㅡ. ¿Qué?

ㅡN-Nada, nada ㅡsonrió, avergonzadoㅡ. Voy a... buscar una camiseta, hace un poco de frío. ¿Quieres que te traiga algo?

ㅡNo, está bien ㅡdijo, mirándose de pies a cabezaㅡ. Estoy bien así, gracias.

Eddward asintió, dándose media vuelta para ir a buscar una camiseta. En el camino se iba golpeando la frente, ¿cómo había podido rasguñarle tanto la espalda, si no tenía las uñas largas?

ㅡ¿Qué vamos a hacer hoy? ㅡmurmuró, viéndolo.

ㅡNo lo sé, ¿qué quieres hacer? ㅡpreguntó, mientras tecleaba un par de cosas en su computadora.

ㅡMh... ¿podemos visitar algún museo?

ㅡLos museos no están abiertos hoy ㅡsonrió, quitándose los lentesㅡ. ¿Quieres salir a caminar?

ㅡHace un poco de frío ㅡopinó, con la mitad de la cabeza metida en su suéter de cuello de tortuga azulㅡ. ¿Qué están haciendo Nathan y Nazz?

ㅡEstaban trabajando ㅡrespondió el pelirrojo, levantándose de su asiento para ir a hacerle compañía al sofá grandeㅡ. ¿Quieres ver una película? ¿Una serie?

ㅡNo ㅡdijo, bajitoㅡ. ¿Podemos tomar algo?

ㅡ¿Quieres un café? ㅡpreguntóㅡ. ¿O un whisky?

El ruido de su celular sonando interrumpió su felicidad al oír a Eddward reír. Su jefe llamaba por primera vez desde que había llegado, y anunció que pronto habría una reunión.

Con "pronto", quiso decir; en los siguientes diez minutos.

ㅡPuedes llegar a tiempo, ¿cierto? ㅡpreguntó.

ㅡClaro, eh... sí, llegaré ahí en cinco minutos ㅡdijo, mirando el reloj y luego a Eddwardㅡ. ¿Le molesta si llevo compañía?

ㅡOh, claro que no. Sólo llega antes de las dos y media.

ㅡEntendido, jefe. Nos vemos allá.

Cuando colgó el teléfono, abrió y cerró la boca hacia Edd, pero ninguna palabra salía de su boca.

ㅡEra tu jefe, ¿cierto? ㅡasintió suave a sus propias palabrasㅡ. Y quieres que te acompañe, ¿cierto? ㅡahora Kevin había asentidoㅡ. Está bien, te acompaño.

ㅡ¿De verdad?

ㅡPor supuesto. Caminaré un poco y veré dónde trabajas ㅡle sonrióㅡ, tal vez me encuentre a Nathan o a Nazz en el camino. Estaré bien, no te preocupes, ¿sí?

ㅡNo quiero que vayas ahí y te agobies.

ㅡEstaré bien, no te preocupes, ¿sí? ㅡrepitió, tomándole la manoㅡ. ¿Quieres que lo repita de nuevo?

Kevin aguantó el aire por unos segundos y lo soltó diciendo: ㅡUna vez más estaría bien, supongo.

ㅡEstaré bien, no te preocupes, ¿sí? ㅡrepitió, entre risas.

Kevin le regaló una sonrisa y un beso en la frente.

ㅡEh... bueno, puedes quedarte por aquí ㅡseñaló el pelirrojo, mientras se acomodaba la corbataㅡ. Nathan y yo vamos a estar en la reunión, pero creo que Nazz está libre. La puedes encontrar por ahí, si necesitas algo.

ㅡEstá bien ㅡle sonrió, dándole un suave apretón en un hombroㅡ. No te preocupes, cómo te dijo tu jefe, es sólo una charla de negocios y nada más. Tal vez quiera saber qué color usar en la portada del próximo aviso o a qué modelo elegir para él.

ㅡEspero que sea así de fácil cómo tú dices ㅡle sonrió.

Cuando Kevin se despidió, Eddward comenzó a caminar despacio hacia dónde lo había dirigido. Mientras observaba cada uno de los espacios vacíos, dónde supuso que había trabajadores que ahora estaban en la reunión, buscaba la cabellera rubia de su nueva amiga.

ㅡ¡Funciona, maldita máquina! ㅡexclamó, por ahí, una mujer.

Doble D volteó la cabeza despacio, admirando a la mujer parada delante de la fotocopiadora. Estaba esperando que sus papeles salieran, pero no lo hacían. Incluso llegó a patear la fotocopiadora con la punta de su zapato de tacón.

ㅡDisculpe, ¿puedo ayudarla? ㅡpreguntó, mientras se acercaba.

La mujer, alta y de cabellos colorados rizados, se volteó y le miró con la mueca más enojada que habría visto en toda su vida.

ㅡUy, perdón ㅡse corrió los rizos y le sonrióㅡ. Disculpa los gritos. No puedo hacer que esta máquina funcione. Cada vez que intento sacar una fotocopia, la fotocopiadora me come los papeles o me los saca a la mitad ㅡcomentó, con rápidezㅡ. ¿Será la tinta? ¿Estaré poniendo mal el papel?

ㅡLo sabremos pronto, señorita, no se preocupe ㅡdijo, con media sonrisa.

La mujer de los rizos se sonrió mientras se hacía a un lado.

ㅡAy, gracias. La verdad es que no me veo para nada cómo una señorita. Es más, me halaga muchísimo que me digas eso, suena cómo si me dijeras "jovencita"; ¡ya quisiera volver a ser una jovencita! ㅡrió, cubriéndose los labios con unos papeles arrugados, Eddward supuso que los había arrancado de la máquina.

El pelinegro se inclinó sobre la máquina: cambió los papeles de lugar, puso un par menos que antes y revisó la tinta. Cambió una de las tintas negras por un envase nuevo, apagó la máquina y la volvió a encender. En el proceso, volvió a mirar a la mujer de rizos.

Llevaba los labios pintados de un rojo claro desgastado; los tacones, su falda corta y ajustada, y su pequeño saco eran marrones oscuros; la camisa que llevaba era blanca, casi gris, y llevaba un bello collar de perlas blancas.

Sus ojos, color avellana, se depositaron sobre los suyos junto a una sonrisa ladina.

ㅡ¿Quién eres? Jamás te había visto en esta empresa antes, y créeme, vengo aquí casi todos los días de la semana.

ㅡOh, no, yo no trabajo aquí. Vine a acompañar a un amigo, podría decirse que estoy de vacaciones, nada más ㅡcomentó, con una gran sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas.

ㅡAh, ya veo... ㅡmurmuro la mujer, y justo ahí la máquina se encendió por completo.

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