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4-Otro problema

—Gracias —habló por fin Samara.

—A ti, por aceptar —respondió el, desbloqueó su celular y presionó algo, que hizo que un auto a gran velocidad se detuviera, el auto no tenía conductor ni gente dentro.

—¿Así es aquí? Tan tecnológico —preguntó asombrada ella.

—Es solo una aplicación que diseñé en la escuela y la usé a mi favor —respondió abriendo la puerta del copiloto que quedaba frente a ellos— adelante.

Ella subió y el cerró la puerta, teletransportándose al otro lado, dentro del carro.

—Tienes que enseñarme a hacer eso —Sonrió Samara colocándose el cinturón de seguridad.

—Será después. No sabemos si ellos aún nos están siguiendo, y vamos a necesitar nuestro poder muy cargado para huir si es el caso —explicó Axel mientras comenzaba a manejar el auto.

—El poder... ¿Deja de funcionar? —preguntó curiosa.

—Al menos el mío sí, ¿El tuyo no?

—Ni idea, jamás lo había usado, pero explicaría mucho por qué cuando nos conocimos me había desmayado.

—Usaste mucho al viajar hasta aquí y aparte el correr de ellos y la tensión hace que falle algunas veces.

—Tiene lógica. ¿Eres bueno poniendo apodos? —cambió el tema ella.

—¿A qué te refieres?

—Seremos un equipo, y éste equipo necesitará un nombre —propuso ella.

—Eso es ridículo —se quejó Axel.

—Bueno, pues para ti lo será pero así me gustaría trabajar a mí —se defendió ella.

—Bueno —Suspiró Axel resignado— y ¿Cómo se llamara el "equipo"?

—No lo sé... ¿Te parece si juntamos nuestros nombres? —habló emocionada.

— ¿Axmara? —dijo el burlón.

—Me gusta, que gran idea.

—Era broma —La miró frunciendo el ceño.

—Pues por bromista así se queda —Sonrió con malicia y Axel sólo negó resignándose, esa chica le caía bien, y por alguna extraña razón le agradaba su compañía.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión de trabajar solo?— cuestionó Samara.

—Nunca quise estorbos o cargas, más porque me di cuenta de mis poderes a los ocho años y supe que no era como ellos.

—Y yo con mis poderes puedo hacerlo sola —susurró Samara.

—Así es, pero no quiero meterte en más problemas por ahora, así que necesito gente que me ayude mientras te protejo de los de tu realidad.

El auto se detuvo y Axel bajó del auto, Samara hizo lo mismo. Habían llegado a una casa de dos pisos, a lo lejos de la ciudad.

—¿Y aquí es...?

—Oh cierto, no lo sabes. Mi casa —  respondió él—, sígueme.

Ambos entraron y él se dirigió a la cocina a tomar agua.

—¿Quieres algo? —preguntó a ella mientras esta observaba atentamente.

—Estoy bien, gracias. Sigo pensando en que debo buscar dónde quedarme, ya que es de día puedo encon... —Axel la interrumpió antes de que terminara de hablar.

—La casa no es muy grande —dijo jalando su brazo y dirigiéndolos hasta el segundo piso—, pero puedes quedarte en uno de los cuartos. Si trabajas conmigo no necesitarás dónde quedarte.

—De verdad no quiero dar molestias Axel.

—Samara —dijo acercándose a ella lentamente—. No te considero una molestia, a partir de ahora puedes considerarme tu amigo —Samara sonrió mientras Axel abría la puerta de la habitación.

—Entonces —dijo Samara mientras entraban al cuarto— ¿Aquí dormiré yo?

—Si te parece bien.

—Me parece bien, gracias Axel.

Un silencio incómodo se hizo presente, la tensión entre ellos se sentía muy fuerte y Axel fue quien rompió el silencio con una pregunta, muy directa.

—Te noto un poco incómoda, ¿Todo en orden? —preguntó, si algo identificaba a la perfección era el miedo o la incomodidad.

—Estoy con alguien que conocí hace unas horas —Enumeró Samara con sus dedos—, soy nueva en este lugar... me están siguiendo para hacerme no sé qué y yo solamente...

—¿Solamente? —La alentó el chico a seguir.

—No tengo a nadie, que me apoye sentimentalmente, y no puedo estarle hablando a mi mejor amiga porque es tecnología de emergencia y pueden encontrarme más fácil —Sollozó Samara, él se acercó a ella y tomó su mano.

—No sé mucho de ti, o de cómo era allá, pero no estás sola, si me necesitas aquí estaré, nadie merece pasar los malos momentos solo —consoló Axel a la chica, con un tono muy relajado en su voz.

—Gracias... mil gracias —susurró ella viéndolo a los ojos.

Una llamada entró al teléfono de Axel, haciéndolo salir del cuarto para responder.

—¿Qué sucede Richard? —preguntó al contestar la llamada, Samara mientras tanto veía el lugar. Era un cuarto diferente a dónde Axel le había dicho que dormiría la noche anterior, este estaba limpio y ordenado, con un poco más de luz— No se los permitas, y rápido.

Axel colgó la llamada, mientras ella observaba que las ventanas estaban polarizadas y muy bien cerradas.

—No tengas miedo de que entren —susurró el entrando al cuarto—, las ventanas no son de vidrio y la puerta puede cerrarse y no abrirse si tú no quieres.

—Mi miedo es que ellos me encuentren, haciéndolo harán de todo para llevarme.

—Samara, no pienses en eso. Mejor acompáñame a realizar la revalidación de los contratos para los chicos —propuso el, ella accedió y se dirigieron al penúltimo cuarto, donde yacía una computadora, muchos libros y cuadernos.

—Dijiste que trabajabas solo —se quejó Samara nerviosa.

—Lo hago, sólo son empleados —respondió él—, no te preocupes.

Ambos sonrieron al otro mientras comenzaban a trabajar.

—Ahora sólo firma aquí —dijo él después de firmar como jefe.

—¿Soy empleada? —preguntó extrañada Samara— dijiste que trabajaría contigo, no para ti.

—Ah, ¿Quieres ser Jefa? —preguntó sonriendo de lado él.

—No me refería a eso, pero ¿Empleada?

—Mira Samara, no me voy a arriesgar, yo inicié esto y no digo que seas empleada, solo es un contrato para ti, si quieres leer el de empleados acá está —Le aventó el papel a la mesa y salió del cuarto un tanto molesto.

Samara no dijo nada, solo rodó los ojos con fastidio y firmó el documento. Minutos después entró una "llamada" al brazalete de Samara. Venía de su realidad.

—Samara, soy Lizeth, ¿Cómo se prende esta cosa? Me están siguiendo.

—Lizeth, te propuse que vinieras antes para que no pasara eso —se quejó Samara—. Enciende el botón rojo después de entrar a la cápsula, ¿piensas regresar? —Interrumpió la explicación.

—Ni en un trillón de milenios Samara.

—Bien, entonces entra a la cápsula —comenzó a explicarle a su amiga—, teclea la letra H y después de eso presiona el botón rojo —Lizeth escuchaba atenta—; cuando comience el conteo presiona el botón verde para la autodestrucción, pero asegúrate de llevar todo lo que necesitas.

—Está bien —respondió ella—. Te llamo en cuanto esté allá para ver dónde te veo o algo.

—Bien, estaré al pendiente, asegúrate de que no te sigan Liz —La llamada terminó dejando a las amigas incomunicadas.

Samara comenzó a alterarse y decidió salir de ahí para buscar a su amiga; en eso Axel volvió a la habitación y la tomó del brazo deteniéndola.

—¿A dónde vas tan apurada?

—Debo irme mi amiga está en peligro —respondió intentando soltar su agarre, pero Axel no se lo permitió.

—¿Te vas a ir a tu realidad? ¿Al mundo dónde perteneces? —cuestionó, ella negó.

—Mi amiga viene para acá porque está en peligro y necesito ir a buscarla.

—¿Y se puede saber cómo vas a ir a buscarla si ni siquiera conoces aquí?

—El brazalete que tenemos para comunicarnos contiene un GPS dónde podemos rastrearnos ambas en un mismo mundo.

—Pues te recuerdo que así como a tu amiga la están siguiendo, también te están siguiendo a ti y pueden encontrarlas más fácilmente —habló tranquilo Axel—. Así que te voy a acompañar te parezca o no para cuidarte a ti y a ella.

—Como sea, pero necesito irme, perdí la comunicación con ella Axel —Sus ojos comenzaban a cristalizarse.

—Vamos —Comenzaron a salir de la casa, subieron al auto, ambos sin decir una sola palabra.

—¿A dónde vamos? —preguntó Axel.

—El viaje tarda un poco, aún no me aparece su ubicación, así que aún no llega, y si no aparece en al menos media hora quiere decir que no está viajando y que algo le están haciendo.

—¿Por qué a ella? ¿También tiene poderes? —cuestionó el.

—No, pero me ocultó y ocultó a su madre —suspiró cansada— realmente espero que esté todo bien.

—Ya verás que sí, tranquila Samara —dijo Axel sosteniendo su mano.

Un destello iluminó el rostro de ella, venía del brazalete. Inmediatamente lo abrió y la voz de Lizeth comenzó a escucharse.

—E... Samara —decía la chica confundida— estoy en... Hay un parque, frente a una... Tienda al parecer.

—Ahorita mismo te rastreo y voy por ti Lizeth, asegúrate de estar donde haya gente para que no te hagan nada malo.

La llamada finalizó y Samara le indicaba por dónde ir a Axel para llegar con Lizeth. Faltaban unas cuántas calles cuando un auto impactó frente al de ellos, las bolsas de aire se inflaron, y un grito ahogado de parte de Samara se escuchó.

—Maldición —dijo Axel retirando de su vista la bolsa de aire, la camioneta que se había estrellado contra ellos estaba vacía— ¿Estás bien Samara? —Ella no respondió— Samara —Continuó moviendo su cuerpo, pero Samara estaba inconsciente.

A como pudo se quitó el cinturón de seguridad y bajó del auto, se dirigió hasta el otro lado y abrió la puerta para ventilar el espacio, tomó a Samara en brazos y se dirigió al parque más cercano. Si la amiga de esa chica no estaba ahí, se regresaría a casa hasta que ella estuviese bien.

Pasaron 2 minutos y Axel seguía caminando, se detuvo en una pequeña glorieta y se sentó ahí, realmente era cansado caminar en ese estado y más cargando a Samara. Axel tomó su teléfono y llamó a uno de sus contactos.

—Roy, necesito que vayas por mi auto, hubo un choque y he tenido que irme, te envío la ubicación, lo necesito listo cuanto antes —habló Axel—. Sabes que no me importa el precio, solo arréglalo —dijo molesto y colgó la llamada.

Por suerte, Samara no tenía un solo rasguño, el otro auto había impactado más del lado del conductor, la sangre se hacía visible entre el cabello del chico, le dolía el cuello, pero algo en él le hizo sentir una carga menos cuando miró que Samara estaba bien. Lo que estaba sintiendo en ese momento era inexplicable, una sensación rara de nervios y dependencia de la chica. Pero al mismo tiempo miedo y desconfianza de ella, no quería aceptar que con ella, más de los problemas que le causaba, le traía tranquilidad y un poco de sonrisas.

Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta cuando ella despertó, hasta que se movió un poco y ella habló.

—¿Hmm? ¿Axel, qué paso?

—Demonios Samara, siempre terminas asustándome —regañó Axel a la chica— te has desmayado ya tres veces en menos de dos días. Eres muy débil.

—Yo... Lo siento —La chica estaba apenada, no sabía exactamente qué decir o cómo reaccionar— ¿Te asusté? —Reaccionó Samara.

—Y sólo en eso te enfocas —replicó Axel— tu salud puede estar en riesgo y solo piensas en que me asustaste —Suspiró cansado. Samara se levantó a como pudo, pues Axel aún la estaba cargando.

—Sí, sí, eso no importa ahora. ¿Estás bien? —Axel asintió sonriendo y ambos se quedaron en silencio un par de segundos— Lizeth —Reaccionó la chica viendo su reloj— ¿Dónde estamos?

—Pues yo no entendía tu brazalete tecnológicamente alterno así que sólo caminé al parque más cercano —se justificó él— ¿Sirvió de algo?

—No. Estamos más lejos.

«Maldición Axel, ni para ayudar sirves» replicó su conciencia.

Pero... ¿Por qué le importaba tanto?

Hey, qué tal? Esperando se encuentren bien mis corazones❤😊

Hoy publico temprano porque tengo una sorpresa más tarde😗 espero disfruten de la lectura esta semana yyy... Si quieren comentar ya saben que son bienvenidos❤

~Zuleidy out. (Por un rato jajsjs)

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