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25-De vuelta a su origen

—Necesito una pieza igual a esta, pero que tiene unos picos alrededor —habló Samara a Roy.

Los tres se encontraban trabajando, armando la máquina tras un boceto de Samara para guiarse.

—Se te da muy bien el dibujo —halagó Axel.

—Varias cosas, de hecho —Le sonrió, cosa de la cual después se arrepintió, haciendo que Axel lo notara también.

—Creo que con esto es suficiente por hoy —Se levantó Axel dirigiéndose a Roy—, ¿La puedes terminar?

—Con este gran avance estará lista en tres días —anunció Roy.

—Vaya, Lizeth y yo tardamos dos meses —Sonrió Samara.

—No tenías experiencia, aquí ya sabías dónde va cada pieza, hasta hiciste un plano —respondió Axel.

—Es verdad —Le sonrió de vuelta.

—Nos vamos, gracias Roy —habló Axel tomando la mano de Samara para dirigirse hasta el auto, que se encontraba afuera.

Roy quedó en shock tras escuchar la manera en la que trataba a esa chica, y que, por primera vez, le había agradecido por un trabajo y había sido amable.

—¿Qué hora será? —preguntó Samara viendo el cielo, que se cubría de estrellas y un color azul oscuro.

—Las nueve —respondió Axel—, vamos a casa.

Subieron al auto y Axel comenzó a manejar hasta la casa, pasando por el parque de la ciudad, que se encontraba vacío y ayudó a que Samara pudiese perderse en sus pensamientos.

No ignoraba el hecho de sentirse avergonzada cada que Axel la miraba, porque después de haber terminado aquella plática había algo de culpa en ella por no haber dicho todo lo que sentía.

—Llegamos —habló Axel tras quince minutos de silencio y de transitar por la ciudad—. Samara.

La chica se encontraba con la cabeza recargada a la ventanilla y los ojos cerrados, con un rostro que emanaba tranquilidad y cansancio al mismo tiempo.

Axel suspiró tras percatarse de ello y quitarse el cinturón de seguridad, estacionó el auto con cuidado y bajó de él para abrir la puerta del copiloto lentamente.

Pensó un momento si despertarla o no, seguía un poco molesto por lo de esa tarde, pero también se sentía culpable por poner a Samara incómoda, y no quería volver a hacerlo. Finalmente había abierto sus sentimientos y le había reclamado por "complicar las cosas".

—Complicar las cosas —susurró incrédulo—, tú me complicas a mi.

Sonrió mientras le quitaba el cinturón de seguridad a la chica, haciendo que esta despertara lentamente.

—¿Ya llegamos? —preguntó tras verlo frente a ella.

—Genial, ya despertaste —le respondió—, pesas y no quería llevarte hasta allá.

Comenzó a caminar hacia la casa y Samara detrás de él, un poco adormilada.

—Lo siento —susurró al estar a su lado mientras abría la puerta—, lo que menos quiero es ser una molestia.

—Dije que pesas —respondió Axel frenando en seco—, más no que eres una molestia.

Samara sonrió de manera amistosa y Axel hizo lo mismo, ambos subieron las escaleras y se dirigieron a sus habitaciones para descansar y esperar a la mañana.

—Molestia, ¿cuándo dije que me molestaba? Me atrae —siguió quejándose Axel mientras se dirigía a darse un baño.

Mientras tanto, Samara se fue directamente a dormir antes de que el insomnio se hiciera presente por los pensamientos que abundaban en su cabeza.

Dadas las siete de la mañana del otro día ambos ya se encontraban despiertos, terminando de desayunar para volver con Roy a continuar construyendo la máquina.

—Axel —susurró Samara nerviosa— ¿Podemos hablar?

—Lo estamos haciendo —respondió él de manera natural.

—Que sarcástico andas —Lo miró con los ojos entrecerrados.

El chico sonrió al verla mientras negaba con la cabeza.

—Lo dije en buen plan, ¿de qué quieres hablar?

—Sobre ayer —continuó Samara mientras tomaba los platos de ambos para lavarlos—, o antenoche... Lo que pasó pues.

—Dijiste que no complicara todo —respondió Axel—, ¿Ahora qué es lo que quieres hablar de ello?

—Ay, que resentido, me encontraba nerviosa —se quejó—, y ahora que quiero hablarlo, ¿te vas a poner en ese plan?

—Solamente estoy preguntando —respondió de nuevo—, yo no tengo nada que decir.

Axel, por su parte no quería volver a tocar el tema, no le gustaba abrirse a sus sentimientos y ya había sido rechazado una vez por parte de Samara. 

—Bien, entonces no hay nada de que hablar —respondió ella dirigiéndose a la salida del comedor.

Axel inmediatamente soltó un suspiro y se levantó para ponerse frente a ella, impidiéndole el paso.

—Ya dije todo aquella noche —habló viéndola a los ojos fijamente—. ¿No lo recuerdas? Puedo volver a decirlo.

—Ya no, gracias —Sonrió ella de manera sarcástica antes de sacarle la vuelta.

—Hey —habló nuevamente tomando su muñeca—, ya, lo siento. Hablemos.

—Ahora es incómodo.

—¿Segura? —cuestionó Axel tras acercarse lentamente a ella—, Entonces mírame a los ojos si no hay nada de qué hablar.

—Que aprovechado —susurró Samara—, sabes que no me gusta.

—Hay algo inconcluso Sam, y no dejaré que pase esta vez.

—Axel...

—Mírame o yo haré que me mires —amenazó Axel, haciendo que la chica levantara la mirada—. Habla.

—Pues ya, me atraes, bastante —reclamó ella—. Y antes de que te aproveches de ello quiero aclararte que en cuanto vea algo así, me largo.

—¿Por qué lo haría ahora? —Le miró fijamente—, No puedo aprovecharme de la chica que me gusta.

Ambos se quedaron en silencio, sin saber que decir, ambos sabían que el dejar de hablar no dejaba nada inconcluso, pero ninguno sabía cómo salir de aquel momento.

El chico tomó las manos de Samara y las entrelazó con las suyas, notando un poco de los nervios de Samara, quien temblaba un poco por la situación.

—Me gustas Samara, y no importa cuántas veces evites mi mirada, me encanta perderme en tus ojos mientras estás distraída.

Antes de que Samara dijera algo más, su celular, que se encontraba en el comedor, sonó rompiendo la tensión del momento, haciendo molestar a Axel tras ver el contacto que aparecía en pantalla.

—No respondas.

—Puede ser importante —dijo ella.

—¿Es enserio?, ¿Más importante que esto? Es Beck, siempre interrumpe todo.

—Lo siento —Sonrió apenada mientras se soltaba del agarre de Axel para responder.

—Bien, te veo en cinco minutos afuera para ir a entrenar —habló molesto antes de salir de la cocina.

—¿Hola?

—Me dijo Lizeth que te irías de viaje —habló Beck del otro lado de la línea—, ¿No pensabas decirme?

—No me iré mucho tiempo —dijo ella entre dientes—, no es para tanto.

—¿A dónde irás? ¿Con quién? —preguntó con un tono de molestia—, ¿por qué no irá ella?

—Es un asunto de trabajo —respondió—, y estaré bien.

—¿Entonces irás con Axel? —preguntó nuevamente de manera irónica.

—Beck, estoy ocupada, y no me gusta la manera en que me estás hablando —respondió Samara antes de cortar la llamada.

Antes de poder salir de la cocina pudo encontrarse con Axel espiando desde una esquina de la pared que dividía la sala y el pasillo.

—Chismoso —se quejó Samara riendo.

—¿Te habló mal?, ¿Quieres que le enseñe a tratarte?

—Por favor, tu me has hablado peor —dijo irónica ella—. Ya vámonos, no importa.

Ambos fueron hacia el auto y Axel comenzó a dirigirlo hacia lo que llamaba oficina para poder entrenar. Claramente, no tenía pensado llevar a Samara de vuelta a su realidad sin saber un método de defensa que no fuesen sus poderes; quería prevenirse de todo ya que no conocía aquel lugar, y aunque en el fondo le emocionaba la idea de ir a lo desconocido, le aferraba la idea de estar equivocado y poner en riesgo a Samara.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Samara tras entrar al noveno piso.

—¿Y tu arma? —preguntó Axel tras verle las manos vacías.

—En la casa, no sabía que veníamos aquí —Sonrió apenada.

—Samara, el arma es para que te defiendas en todo momento —Suspiró Axel frustrado—, ¿No te he dicho que tan peligroso es aquí?

—Se me olvidó, lo siento —se quejó—, además tengo mis poderes.

—¿Y si fallan? O pasa algo que no puedas usarlos...

—Nunca me ha pasado eso —se excusó.

—Bien, vamos con Samuel para que te preste una.

—Pues ¿qué vamos a hacer? —preguntó.

—Te fallan los tiros, te enseñaré un poco más por si un día lo necesitas y no estoy ahí.

—No digas eso Axel, me asustas —Le miró preocupada.

—Me refiero a si estás trabajando en el restaurante o en otro lugar —explicó entre cerrando los ojos—. No te librarás de mi tan fácil.

Ambos rieron mientras caminaban hacia el elevador, donde encontraron a Harry y a Adrián.

—Buenos días —saludaron ambos.

—Hola —respondió Samara sonriendo.

—¿A entrenar? —preguntó Axel haciendo que ambos asintieran—, usen el piso cinco, nosotros ocuparemos este.

—Está bien jefe —habló Adrián.

—Vamos Samara —recordó Axel a su compañera dirigiéndose al elevador.

Ambos entraron y dieron hasta el último piso, donde encontraron a Samuel ordenando cada una de las armas.

—Buenos días Samuel —habló Samara ganándose una mirada de desaprobación por parte de Axel.

—Patrón, patrona, buen día. ¿En qué puedo servirles hoy?

—Samara necesita un arma, prestale una —ordenó Axel— iré con Nicolás.

—¿Y el entrenamiento? —preguntó Samara.

—Cuando estés lista búscame ahí —indicó antes de salir hacia el octavo piso.

Ambos se quedaron en silencio unos momentos antes de verse nuevamente y sonreír levemente.

—Bueno, ¿qué arma me recomiendas? —preguntó Samara.

—¿Sigue sin saber de armas? Si gusta le explico rápido cómo funciona cada una —propuso Samuel.

—Porfavor —dijo ella mientras reía nerviosa.

—Nicolás —habló Axel al entrar al octavo piso.

—¿Se encuentra bien? —preguntó al salir inmediatamente y verlo tranquilo.

—Si, venía a pedirte un favor —respondió tranquilo.

—Dígame.

—Necesito al menos tres pastillas para cada enfermedad —habló Axel preocupado—, y para cada síntoma que pueda llegar a tener ella.

—¿Tres?, ¿Por qué tanto? —preguntó Nicolás confundido.

—Precaución, algo me dice que no todo saldrá bien. Además Samara se debilita fácil, y ahora en su realidad será más vulnerable, no quiero que me llegue eso desprevenido.

—¿Se irán?

—Sólo unos días, para investigar unas cosas.

—Entiendo, le tengo listo todo para la noche —habló Nicolás tras anotar en una libreta.

—Bien, entonces vengo en la noche. Etiquétalas por favor.

E inmediatamente se teletransportó hacia el décimo piso para buscar a Samara.

—Gracias, creo que entiendo un poco más —dijo Samara sonriendo.

—Igualmente recuerde que debe bloquearla y desbloquearla antes de tirar.

—¿De qué hablan? —preguntó Axel llegando frente a ellos.

—Samuel me explicó más de armas —respondió ella sonriendo—, creo que entiendo mejor cómo funcionan.

Axel se quedó en silencio unos segundos antes de responder.

—Bien, ¿ya tienes tu arma? —Samara asintió levantándo esta misma—, vámonos entonces.

—Va, gracias Samuel —se despidió Samara y Axel sólo sonrió en agradecimiento.

—No es nada —respondió antes de ver a sus jefes salir del lugar.

Mientras tanto, Beck se encontraba frustrado caminando por el parque hacia casa de Samara para disculparse con ella y hablar con Lizeth; temía la seguridad de su amiga y quería ver si existía la posibilidad de acompañarla a donde sea que fuese ir con Axel, ya que no confiaba en él.

Para Beck, Axel era muy prepotente y posesivo con ella, no le gustaba cómo la trataba frente a las personas, porque pensaba y aseguraba que no solo se portaba así con ella cuando él estaba cerca. También pensaba que de una u otra forma Axel la apartaba de él, y veía en él una manera muy rara de tacto al hablar de ella frente a él, como si le estuviese hechando en cara que Samara le hacía caso en todo lo que decía.

Sus pensamientos y su enojo fueron interrumpidos al ver a Lizeth salir de su casa, momento que lo hizo apresurarse para alcanzarla.

—Lizeth —gritó haciendo que la chica se detuviera y girara para verlo.

—Beck, hola —Le sonrió,

—Disculpa, venía a ver a Samara, ¿está en casa? —preguntó.

Sabía que no querría verlo después de lo ocurrido y hacer que su hermana le hablase era mejor a que lo vetara inmediatamente de su casa.

—No... Está —Lizeth se quedó en blanco, porque no estaba trabajando en el restaurante por ser día libre de ambas y tampoco estaba en su casa— dormida.

—¿No está o está dormida? —preguntó Beck—, escucha, sé que no quiere verme pero quiero disculparme con ella. No quise hablarle de esa manera.

Lizeth no entendía el contexto de las palabras de Beck, pero aprovechó para salvar a su amiga inmediatamente.

—Es sólo que está cansada con el viaje, dale tiempo y vuelve a llamarla después —Le sonrió—, yo hablaré con ella para que al menos te responda los mensajes.

—Bien, creo que puedo esperar un poco —Sonrió de vuelta—, muchas gracias Liz.

—No, de nada —Y vió cómo un auto se estacionó frente a ellos—, nos vemos.

Lizeth subió al auto, y Beck pensó en insistir ya que el auto se alejaba lentamente, sin embargo quizo darle tiempo a Samara y esperar un poco más, ya que él también se encontraba un tanto irritado.

Los tres días habían pasado muy rápido para Axel, y muy lentos para Samara, quien se encontraba nerviosa y un tanto feliz de regresar a su casa.

El reloj marcaba las siete de la mañana y Axel se encontraba listo para salir en cualquier momento. Mientras tanto, Samara se encontraba dormida en su habitación, ya que había tenido insomnio la noche anterior por sobre pensar las cosas.

—Mochila con medicamentos lista —comenzó a enumerar cada cosa—, celular listo y brazalete listo —dijo viendo ambas manos—. Ropa lista y armas listas.

En total llevaba dos mochilas consigo, mientras que Samara tenía lista tan sólo su arma, el brazalete y su celular. Planeaba sacar algo de ropa de su casa y algunas cosas de ahí que tenían valor para ella; sabía que las encontraría, pues la última vez que había ido había dejado todo en orden.

Axel salió de la habitación en busca de Samara, pues no había escuchado ningún ruido proveniente de su habitación, y no fue para él una sorpresa encontrarla dormida. Se acercó a ella lentamente para poder despertarla, movió lentamente su brazo logrando que abriera los ojos lentamente.

—Samara —susurró al ver su mirada perdida—, ya levántate.

—¿Para qué? —susurró adormilada.

—Ya nos vamos.

—¿A dónde? —preguntó estirando sus brazos lentamente.

—A tu realidad —respondió tranquilo, haciendo que la chica abriera los ojos rápidamente y se sentara en la cama.

—Me quedé dormida, ¿Es muy tarde?

—Bueno... No —dijo algo apenado—, de hecho es temprano pero no sabía cómo funciona el horario allá.

—Es el mismo —respondió ella viendo si brazalete—, son las siete aquí, allá las... ¿Son las siete de la mañana? —se quejó molesta.

Axel le sonrió inocentemente.

—Anda, arréglate y vámonos.

Axel salió de la habitación dejando a Samara pensativa, y no tardó más de media hora cuando la chica se encontraba bajando las escaleras llamando la atención de Axel. Usaba un vestido negro hasta la rodilla con una blusa blanca larga debajo y su cabello semirecojido, algo extraño para él, siendo que siempre lo llevaba suelto y no solía usar ese tipo de vestimenta.

—Lista —Le sonrió ella al estar frente a él.

—Te ves... Muy linda —Sonrió Axel de vuelta, haciendo que se sonrojara.

—Gracias, compré este vestido el otro día, fue lo más parecido a lo que usaba en mi realidad.

—¿No llevas ropa? —preguntó al verle sin ninguna mochila.

—No —respondió ella—, siendo que no crecí mucho durante mi adolescencia, la ropa que tengo en casa aún debe quedarme.

—Bien, entonces vamos —El chico tomó la mano de Samara y ambos se dirigieron hacia el auto, llevándose la sorpresa al ver a Beck frente a ellos.

—Buenos días Samara —saludó ignorando la presencia de Axel.

—Beck —respondió nerviosa.

—Me dijo Lizeth que hoy te ibas, pero no pensé que tan temprano estarías acompañada.

—Emmm, esque...

—Buenos días a ti también Beck —interrumpió Axel—, la llamé temprano porque necesitaba que me ayudara a empacar algunas cosas. 

—¿Tan temprano?, ¿Pues a qué? —preguntó con ironía, haciendo molestar a Axel.

Inesperadamente uno de los puños de Axel impactó en el rostro de Beck, dejándolo caer al suelo atónito.

—Mira Beck, le vuelves a hablar de esa manera a Samara y te juro que no te dejo vivo —amenazó caminando hacia el auto.

—Pensé que venías a despedirte —Le miró seria Samara—, pero si no lo harás no me quites mi tiempo.

La chica no se encontraba en paz mentalmente, y el que Beck le hablara de esa manera no le parecía nada bien. En parte estaba decepcionada por creer, que por ser la viva imagen de su hermano se comportaría como él, ya que ella había decidido confiar en él.

Ambos subieron al auto y dieron marcha al taller de Roy, donde se encontraba la máquina lista.

—Espera, ¿podemos pasar a la oficina primero? —habló Samara antes de que Axel se desviara. 

—¿Para qué?, ¿Te sientes mal? Seguro olvidaste tu arma —la regañó inmediatamente mientras cambiaba la ruta.

—Relájate —Comenzó a reír ella—, sólo quiero despedirme de Lizeth.

—Bien, pero que sea rápido o llegaremos tarde —Samara asintió e inmediatamente se teletransportó hasta el octavo piso para despedirse de su amiga.

—Roy, ya vamos para allá —habló Axel al teléfono—, prepara todo. Sí, unos diez minutos.

Soltó un suspiro tras recargarse en el asiento y ver su celular en lo que esperaba, muy en el fondo se sentía nervioso por lo que pudiese ocurrir en un mundo que él no conocía, y que algo pudiese pasarle a Samara y él no pudiera ayudarla. 

—Listo —habló la chica apareciendo en el asiento del copiloto, asustando por primera vez a Axel.

—Eso fue rápido —respondió encendiendo el auto.

—Es que estaba dormida, no quise molestarla. Vamos a volver igual... ¿No?

—Obvio —le sonrió antes de seguir avanzando por la carretera. 

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