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19-Falta de energía

Samara se encontraba en su habitación, tratando de calmarse después de la pelea que tuvo con Axel, minutos después un mensaje de Lizeth llegó a su celular.

¿Dónde estás? Beck vino a buscarte, está preocupado.

En casa, estaba dormida, ¿qué le dijiste?

Que fuiste a arreglar tu celular, y que volverías tarde porque apenas habías salido. Se fue y me pidió que te dijera que le llamaras.

Gracias Liz, te adoro. Ya le llamo.

Dispuesta a llamar a Beck marcó su número, dieron tres tonos y no respondió, así que colgó la llamada y esperó una de regreso. En eso, Axel tocó la puerta de Samara.

—¿Puedo pasar? —Samara no respondió, segundos después quitó el seguro con su telequinesis, confirmando la pregunta del chico— Vine a disculparme, no fue la manera correcta de reaccionar.

—No, no lo fue —dijo ella cortante.

—¿Me perdonas? —preguntó él extendiendo su mano. En ella había un chocolate y una bolsita de gomitas.

—Si crees que unos dulces me van a contentar —dudó un poco—... te perdono.

Axel rio ante su comentario y Samara igual.

—Me dejé llevar, si creí que me evadías y yo solo quería ayudarte —Suspiró—, no recordaba lo de esta mañana.

—Está bien, yo me habría puesto igual si sintiera lo mismo —Una llamada en el celular de Axel interrumpió su conversación.

—¿Necesitas algo? —preguntó molesto— No, ahora adiós.

Colgó la llamada y Samara lo miró extrañada.

—¿Quieres ir por el vidrio de tu teléfono? Estaremos bien, lo prometo —dijo Axel dando pequeñas palmadas en la espalda—. Sin el auto, con nuestro poder.

Ella asintió sonriendo y tomó la muñeca de Samara, él los teletransportó fuera de aquella tienda y entraron.

—Buen día, ¿puedo ayudarles? —preguntó una chica muy amable.

—Busco un vidrio templado para el celular de ella —dijo Axel mientras Samara le entregaba su celular a la chica.

—Ya veo, enseguida se lo traigo —Sonrió tomando el celular y retirándose.

—Tienes pegue —Sonrió Samara.

—¿Qué?

—Te veía muy atenta.

—¿Y qué? —Se encogió de hombros— ¿Acaso te incomodó? —Sonrió viéndola a los ojos. Ella inmediatamente apartó la mirada hacia otro lado.

—Claro que no, te estoy halagando, agradece mejor.

—Halagado me siento cuando evades mi mirada en este tipo de conversaciones —dijo burlón.

—No entiendo de qué hablas —Fingió inocencia Samara.

—Si claro. ¿Entonces por qué nunca puedes verme a los ojos?

—Soy como medusa —bromeó—, si me ves mucho tiempo te convierto en piedra. 

—Al menos así podrías dejar de estar tan nerviosa —continuó burlándose.

—Nervioso tú cuando me besaste —La sonrisa de Axel desapareció en ese momento— ¿Quién es el nervioso ahora?— Rió inocente la chica.

En eso la muchacha que los atendió se acercó con el teléfono de Samara y un vidrio completamente nuevo.

—El costo es de cuarenta dólares, resiste caídas fuertes y golpes, si no le dura más de dos años podemos reembolsarle su dinero con su comprobante de compra—dijo ella. Samara tomó su teléfono y lo guardó después de una señal de Axel.

—Toma —Sacó Axel un billete de 50 dólares—, dale el cambio a ella —Sonrió saliendo de la tienda.

Samara esperó el cambio y el tiquete y salió de la tienda. Axel estaba recargado en la pared de esta, mirando a la calle.

—¿Por qué saliste?

—Mejor admite que tuviste alivio al no sentir su mirada sobre mí —Sonrió inocente tomando la mano de Samara.

—No es cierto —Rió ella teletransportandolos a la casa— admite que te gustaba y te dieron nervios.

—Mejor admito que me gustas— pensó inconscientemente, lo que hizo que se sonrojara.

—Te lo dije —habló sonriendo Samara—, te pusiste nervioso porque es verdad.

—Claro que no, fue por otra cosa —Suspiró nervioso—, mejor admite que mueres de celos.

—¿Celos? Claro que no Axel —Rió Samara y se teletransportó a su habitación.

Al entrar, su teléfono sonó por una llamada de Beck. Inmediatamente la aceptó al ver a Axel tras de ella.

—¡Hola Beck! —habló fuerte para que este escuchara— ¿pasó algo?

Axel rodó los ojos y se recargó en la pared. Samara le hizo señas de que se fuera, pero él negó moviendo sus labios en una frase que Samara pudo entender.

Tenemos que hablar.

—Me quedé preocupado ayer que no me llamaste, creí que te había pasado algo.

—Oh lo siento, es que llegué cansada y desperté tarde. Fui a arreglar mi celular y bueno, acabo de llegar a casa —explicó.

—Bueno, ¿Axel te hizo algo o te dijo algo? —preguntó serio.

—Para nada, no hay de qué preocuparse, gracias —Sonrió Samara.

—Sabes que si algún día me necesitas ahí estaré, porque me importas y me interesa tu bienestar.

—Igual tú, muchas gracias Beck —Sonrió Samara, Axel nuevamente rodó los ojos acercándose a Samara y le arrebató el teléfono, colgando la llamada.

—¿Qué te pasa?, ¿Por qué hiciste eso?

—Mucha miel, empalaga, ¿sabes? —dijo irritado.

—¿Y a ti qué más te da? —preguntó Samara un poco molesta.

—Esto —dijo tomándola del brazo y acercándola a él, poniendo una mano en su cintura. Ambos estaban muy cerca, Samara lo veía a los ojos, y Axel a ella, pero reaccionó rápido intentando separarse.

—Aléjate —advirtió ella.

—Pídeme que no lo haga —dijo acercando sus labios a los de ella—, pídeme que me detenga Samara.

Ella no dijo nada, estaba muy nerviosa, tener a Axel cerca, sentía la necesidad se besarlo, su corazón latía muy rápido, podía escucharlo.

—Pídeme que me aleje porque si no lo haces no podré detenerme por mi cuenta —habló nuevamente cerca de sus labios.

Segundos después, Samara dejó de cuestionarse tanto y fue ella quien pegó sus labios con los de él, iniciando un beso tranquilo, tierno y duradero, de al menos 10 segundos.

Tras separarse, entró una llamada de Lizeth en el teléfono de Axel, este inmediatamente respondió para evitar explicaciones.

—¿Pasa algo?

—¿Samara está contigo? Beck me dijo que estaban hablando y colgó la llamada, estaba preocupado —dijo Lizeth al otro lado de la llamada.

—Sí, ahora dile que acaba de arruinar algo exagerando todo —Suspiró colgando la llamada.

—¿Lizeth te llamó? —preguntó Samara evadiendo el tema del beso.

—Tu noviecito está preocupado, llámale —Suspiró Axel molesto. Antes de irse Samara lo tomó del brazo.

—¿No te parece que es exagerado llamarle así después de lo que acaba de pasar?

—¿Qué quieres decir? —Arqueó las cejas Axel.

—Solo... Olvídalo —dijo tirándose a la cama boca arriba.

—¿Lo que dijiste o lo que pasó?

—Ambos —dijo entre dientes.

—Eso es imposible, ¿sabes? —dijo sentándose en la cama de la chica—, tampoco creo que sea posible para ti olvidar que me besaste.

—Fue venganza por lo de ayer —dijo evitando nuevamente su mirada, Axel tomó su rostro haciendo que nuevamente lo mirara.

—¿Puedo tomar venganza ahora?

La chica se levantó de inmediato, recapacitando lo que había pasado.

—Hazlo con Natasha, quien viene a verte a diario.

—¿Qué tiene que ver ella? —preguntó atónito.

—Ella fue, o tal vez es, tu novia. No yo Axel. —dijo Samara molesta.

—¿Y no quieres serlo tú? —Sonrió de una manera que logró ponerla nerviosa.

—¿Qué? —cuestionó atónita Samara. Axel comenzó a reír levemente—, es la segunda y última vez —Suspiró pausando cada frase—, que haces ese tipo de bromas.

—No me gustan las bromas —comentó serio—, nos vemos en un rato —dijo antes de teletransportarse a su habitación, y caer boca abajo a su cama.

Samara, por su lado hizo lo mismo, confundida y algo nerviosa, pero la llamada de vuelta en su teléfono por parte de Beck la ayudó a no pensarlo tanto.

—¡Hola Beck! —dijo Samara un poco nerviosa.

—Me preocupaste, ¿por qué me colgaste? —cuestionó preocupado.

—Eh... —La chica titubeó un poco antes de saber que decir—, mi teléfono se apagó por la batería, según yo tenía llena la batería, no sé qué pasó —mintió.

—Últimamente andas despistada —Rió Beck del otro lado del teléfono —, pareciera qué me evades.

—No para nada —aclaró—, ya sabes, el trabajo, el cansancio...

—Axel —susurró él— ¿Te molestó o hizo algo?

—No, nada que ver, solo... Estoy muy cansada últimamente —Suspiró acomodándose en la cama—. La señora Marion, ¿cómo sigue?

—Dice que siente menos dolor que cuando cayó —Rió levemente el chico.

—Pobre —susurró ella—, pasaré a verla más tarde.

—Si vienes podrías quedarte a comer —Sonrió Beck del otro lado del teléfono—, si no tienes algo que hacer.

—No lo sé con certeza —habló Samara—, pero si puedo, te aviso y con gusto.

—Entonces ya quedamos —Ambos sonrieron después de ello, se quedaron en silencio unos segundos y Samara rompió el hielo.

—¿Tienes hermanos? —cuestionó.

—Mis padres fallecieron al cumplir diecisiete —dijo él—, fuí hijo único.

—Lo siento mucho Beck, no lo sabía.

—Descuida —Se adelantó Beck—, llevamos un mes conociéndonos y no sé qué fue de tu padre —Rió levemente.

En la mente de Samara pasaron muchas imágenes de su infancia, con sus padres y su hermano, el día en el que supieron de tus poderes, los días en los que entrenaron para que no se salieran de control frente a todos... Y por último, el día en que su familia murió. Por su culpa.

—Viajó muy lejos —Suspiró ella tratando de no llorar—, no volverá.

Beck se quedó en silencio un momento, asimilando lo ocurrido.

—¿Fue con tu hermano?

—Si —mintió, aunque no era total una mentira—, ambos fallecieron el mismo día.

—Lo siento... Es por eso que odio aquí, ¿sabes? Si pudiera me iría de este mundo. Es una tortura.

Samara sonrió nostálgica, pensando en su realidad y la tranquilidad que esta le causaba— claro, dejando de lado a sus perseguidores—.

—Yo creo que nadie está feliz con lo que tiene —Suspiró—, pero cada quien vive su tormenta como puede.

—Es verdad —Rió Beck—, nos pusimos muy nostálgicos. Al menos tu hermana es una genial compañía.

Sabía que se refería a Lizeth, pues por seguridad de ambas habían dicho que eran hermanas y que vivían juntas. Con su "madre".

—Jamás me arrepentiré de haberla conocido —Sonrió nuevamente Samara.

—Claro que no, es tu hermana.

—Cierto —Rieron ambos en la llamada. Se llevaban súper bien.

—¿Piensas retomar tus estudios? —preguntó serio.

—¿Qué?

—Me dijiste que no estudiabas por lo de tu familia... ¿Piensas seguir haciéndolo?

—No lo sé, no lo había pensado —habló ella honestamente.

En su realidad ella estudiaba en línea por miedo a que sus poderes fuesen mostrados. Después de lo sucedido jamás se interesó más que en salir de aquel lugar.

—Deberías hacerlo —la aconsejó el chico—, yo al menos tengo un título bajo.

—¿Título bajo? —preguntó confundida.

—Te preparan para una carrera y tú decides si quieres seguir o quedar así, yo me quedé así por lo de mis padres.

—Entiendo. Supongo que sería más fácil —dijo atenta a la conversación.

—Sí, pero bueno, eso ya te corresponde a ti pensarlo. No voy a presionarte.

—¡Beck! —Se escuchó del lado de Beck— ¿Me ayudas?

—Samara lo siento —habló nervioso—, la señora Marion me necesita.

—Tranquilo ve, me la saludas —Sonrió ella.

Beck colgó la llamada y Samara se levantó de la cama a tomar un cuaderno, para posteriormente escribir y pensar sobre sus estudios. Había pasado por alto eso y debía informarse cómo funcionaba la educación ahí.

Axel por su parte había regresado de una misión. Para no tener que hablar con Samara o verla a la cara después del ridículo que había hecho decidió ir apenas Richard le avisó, detuvo el tiempo y se teletransportó al lugar acabando con todos los criminales y sacando a la víctima de su tortura. Algo rápido y sencillo, pero que lo dejaba agotado porque para él, detener el tiempo no era cosa fácil o de poca energía.

Llegó a su habitación y entró a bañarse, a media ducha dejó que el tiempo siguiese su curso ya que se sentía totalmente agotado; al salir de esta y relajarse tomó una pequeña siesta. Que al parecer no fue pequeña ya que al despertar era noche.

Se levantó de la cama y lentamente caminó hacia abajo en busca de cenar algo, pasando por el cuarto de Samara escuchó mucho ruido, cosas golpeando y mucho aire. Quiso abrir la puerta pero esta estaba cerrada, así que se teletransportó hacia dentro.

Las cosas flotaban y chocaban entre sí, nuevamente el aire no ayudaba mucho y Samara se encontraba en el suelo cubriendo su cabeza con sus manos. Este se acercó a como pudo a su amiga para poder ayudarla.

—Samara —habló— ¿Me escuchas?

Samara estaba llorando, temblando asustada, era la segunda vez en mucho tiempo que sus poderes se salían de control, no sabía cómo detenerlos. Al escuchar la voz de Axel inmediatamente levantó la mirada, encontrándose con unos ojos verdes fríos y preocupados.

—Escucha, debes calmarte —susurró él—, respira lentamente.

Los intentos por hacerlo eran inútiles, y debía ayudar a Samara a controlarse ya que eso solo estaba sucediendo en su habitación en ese momento, pero próximamente podría ser en la calle y podría alterar todo el mundo.

Optó por tomar sus manos, Axel se sentía nervioso por lo de la mañana, incluso Samara se sentía así; pero dejaron todo de lado para parar ese ataque que la chica estaba teniendo.

—Respira —dijo él apretando no muy fuerte las manos de Samara. La chica hizo lo mismo y comenzó a respirar lentamente. El aire comenzaba a parar, lentamente, pero las cosas seguían en el aire—. Mírame.

Samara no quería levantar la mirada por vergüenza, dudó un poco pero al final lo terminó haciendo. Posó sus ojos sobre los suyos, intentando calmarse, ignorando todo lo de alrededor.

Segundos después el aire cesó y las cosas que estaban en el aire lentamente cayeron al suelo, las lágrimas de Samara cubrían su rostro y Axel tenía una mirada preocupada.

—Cómo... Yo... —Samara estaba en un trance, ida y confundida, por lo que Axel la tomó y la acercó a él, abrazándola.

—Ya pasó, tranquila, estás bien —susurró en su oído.

Fue ahí donde la chica se dio cuenta que, cuando se estresaba mucho y recordaba cosas tristes al mismo tiempo, pasaba esto.

Sintió sus ojos pesados, intentó no cerrarlos pero fue inútil, Axel notó que Samara estaba inconsciente al sentir cómo su cuerpo se soltaba de golpe. La separó de él y pudo verla ahí, vulnerable y cansada, lo cual lo preocupó.

—Samara despierta —gritó, pero eso no sucedió. La tomó en brazos y se levantó, teletransportandolos con Nicolás.

—Jefe —dijo él al verlo entrar con la chica en brazos— ¿Le dispararon?

—No, se desmayó, ayúdame —Suspiró frustrado, preocupado, poniendo a Samara en una camilla.

Nicolás la revisó atentamente y volteó a ver a Axel.

—¿Tiene poderes cómo usted? — Axel asintió— Fue falta de energía. Al parecer utilizó mucho poder. Tiene el pulso muy elevado y es cómo si un humano no hubiese comido, está débil.

—¿Débil pero pulso elevado? —preguntó extrañado Axel.

—Cuando usted ha llegado acá forzando mucho su poder llega con la energía baja pero con pulso elevado por el esfuerzo. Sus poderes al parecer son mentales y otros físicos —explicó Nicolás—, pero si no se alimenta y el estrés la invade seguirá con desmayos.

Axel escuchaba atento, comprendiendo lo que el chico le estaba diciendo.

—¿Va a estar bien? —preguntó tímido. Nicolás asintió levemente.

—Solo es que necesita reposo. Puede quedarse aquí hasta que despierte si gusta.

—¿Entonces debe enojarse y estresarse menos y comer bien? —cuestionó Axel.

—Al menos lo suficiente mientras controla las dosis de su poder, es como si fuese más fuerte que ella, su poder jamás lo había visto con usted —susurró Nicolás.

—Gracias Nic —Suspiró él, el chico asintió retirándose del lugar, dejando a ambos solos en aquel cuarto —¿Cómo podré ayudarte Sam? —susurró Axel para sí mismo— ¿Cómo?

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