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17-Cita

—Buenas —gritó Samara al llegar a casa de Axel.

No obtuvo respuesta de nadie así que se dirigió a su habitación, al entrar encontró una nota en su cama. Se extrañó de verla y comenzó a leerla.

Hola, creerás que estoy loco, pero no quise molestarte, entiendo que debes tomar tus descansos y comer cuando puedes así que esta vez me encargaré yo de la misión. Si llegas y encuentras esto es porque aún no llego, sé que trabajas en un restaurante pero, hay comida en la cocina, solo la calientas y listo. Vuelvo en un rato.

Att: Axel.

Sonrió al terminar de leer la nota y se dirigió a la cocina, guardó la comida ya que no tenía hambre y al subir nuevamente encontró a Axel en la puerta de su habitación.

—¿Cómo es que —tartamudeó ella—... acabo de bajar y…

—No me esperabas por lo que veo —Sonrió el tomando la carta—. Buenas noches Samara —Sonrió mientras se dirigía afuera, pero antes de salir de la habitación Samara lo tomó del brazo.

—Son las 7 de la tarde Axel. No creo que vayas a dormir.

—No, no voy a dormir —afirmó—, pero no creo que quieras verme ni mucho menos hablarme después de… Eso —Sonrió sarcástico encarando a Samara.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Sámara.

No estaba en sus planes, pero igual quería saber por qué Axel la había besado, si había sido una broma de mal gusto o si simplemente… Había querido hacerlo.

—¿Hacer qué? —fingió confusión Axel, Samara rodó los ojos.

—No te hagas Axel.

—Fui a la misión solo Samara —explicó él—, te llevé a tus perseguidores, peleé con Beck, hice muchas cosas.

—Pero solo una es la que estás evadiendo Axel —Sonrió la chica—, no hiciste solo eso, sabes de que hablo.

—¿Por qué te bese? —Samara asintió— La pregunta aquí es… ¿Por qué te importa tanto?

—Vaya manera de evadir el tema, respondiendo con otra pregunta.

—No lo sé, simplemente… Lo hice y ya —susurró Axel saliendo de la habitación—, buenas noches.

Antes de que Samara pudiese protestar una llamada entró a su celular, por parte de Beck. Sin dudarlo un segundo respondió.

—Hola Beck, ¿todo bien? —preguntó al responder la llamada.

—Sí, ¿tienes trabajo en la noche?

—Creo que no… ¿Por qué?

—Quería invitarte a cenar —Beck se escuchaba nervioso—, a las nueve  en mi casa.

—¿Hoy? —titubeó Samara.

—Sí, ¿podrás? Solamente pasar un buen rato contigo.

—Eh… Claro, sí. ¿Dónde?

—En mi casa —Rió Beck—, te acabo de decir.

—Oh, lo siento lo siento sí. Ahí te veo. A las… ¿nueve?

—Sí, ¿paso por ti?

—No, está bien yo voy.

—Es muy noche Samara pasaré por ti por si las dudas —advirtió Beck.

—No es que no estoy ahí —comentó irritada, segundos después se dio cuenta de lo que había dicho—, estoy…

—Dime dónde estás y voy por ti, no te preocupes.

Samara se sintió en un momento de pánico y colgó la llamada. Inmediatamente mandó un mensaje a Beck.

"Nos vemos a las 9 en tu casa"

La chica comenzó a arreglarse, se dio una ducha y se puso algo cómodo para la ocasión. Una blusa blanca con un estampado azul y un pantalón de mezclilla, se puso una sudadera un poco delgada y ató su cabello. Al terminar tomó su celular y miró la hora. 8:40 pm.

Axel estaba en su habitación haciendo un llenando de papeles encarpetados, hasta que una llamada entró a su celular. Natasha. Respondió la llamada antes de dar un suspiro de cansancio.

—Dime rápido ¿Qué necesitas?

—Vaya, alguien está de mal humor esta noche —Rió Natasha del otro lado del teléfono.

—Voy a colgar la llamada —amenazó Axel en un tono irritado.

—Bueno, tampoco te enojes Axelito —respondió la pelirroja burlona—, estoy en el patio, ¿lo olvidaste?

—Ya voy —Rodó los ojos el castaño y colgó la llamada.

Acomodó sus carpetas a un lado y comenzó a salir de la casa hacia el patio. Al llegar encontró a Natasha sentada en el suelo, viendo hacia la puerta; inmediatamente la chica se levantó y caminó hacia él con intención de abrazarlo.

—Ya te echaba de menos —dijo ella acercándose mucho a Axel, pero este la apartó de inmediato.

—Dime ¿Cuánto te debo? Para que ya te vayas.

—Hm… no lo sé —dijo ella dudosa—, encontrarlos no fue fácil.

—No te pregunté si lo fue, te pregunté cuánto me vas a cobrar —espetó Axel de manera molesta.

—Sabes que no quiero dinero Axel —Sonrió inocente Natasha, Axel negó.

—¿No puedes entender que ya no hay nada?

—No sé de qué hablas si yo te sigo amando igual que el primer día —susurró ella haciendo un puchero. Axel rodó los ojos.

—Pues eso no afectó al momento de querer entregarme por dinero —La molestia de Axel se notaba en sus ojos, tomó la muñeca de la chica acercándola a él—, eso mató todo lo que algún día sentí por ti.

El castaño soltó a la chica de su agarre con desprecio, resentimiento y molestia.

—Simplemente quiero arreglarlo.

—No me interesa, no ahora.

—Es por ella ¿Verdad? —chantajeó.

—Lo sea o no, no es de tu incumbencia.

—Claro que lo es Axel —escupió molesta ella—. Me rechazas y te quedas con alguien que, probablemente te lleve directo al camino de la muerte. No puedo creer que la prefieras a ella y a mí no.

—¡Que eso no te interesa Natasha! —gritó Axel bastante irritado—, no te metas. Si quiero morir por ella es mí problema.

—Y a mí me dejaste por ello —se quejó.

—Fue diferente, tú me vendiste.

—Sabes que —Suspiró la pelirroja molesta— no me debes nada, pero no volveré a hacerte un favor que la beneficie a ella.

Sin decir nada Axel se teletransportó dentro de la casa, en la sala para ser exactos, y se tumbó al sofá exhausto. Minutos después Samara se teletransportó a la entrada de la puerta.

—¿Vas a salir? —preguntó Axel extrañado, Samara asintió sin preocupación alguna—¿Puedo saber a dónde y con quién? —Esta vez la chica negó.

—Creí que ya te habías dormido, pero es claro que solamente no querías verme —Tomó ella de excusa la última conversación entre ellos—, así que tranquilo.

—No estoy entendiendo Samara. Nunca te pedí que te fueras.

—No dije que lo hubieses hecho.

—¿Entonces? —preguntó Axel alzando una ceja— ¿Por qué te vas?

—Voy a salir esta noche, solo eso —Sonrió ella—. Simplemente lo haré y ya.

Axel se teletransportó amenazante a Samara pero esta no se inmutó ni un poco.

—¿A dónde vas? —Suspiró él haciendo pausas en cada palabra.

—Afuera.

—No —Sonrió sarcástico él—, afuera es un peligro y no dejaré que te arriesgues.

—No te pregunté —Esta vez la sonrisa se formó en el rostro de Samara, quien después de decir aquella frase terminó saliendo del lugar, dejando a Axel completamente solo.

La chica comenzó a caminar hacia la casa de Beck, aún faltaban 15 minutos así que podría caminar sin ninguna prisa. Paso las calles hasta llegar a la casa de Lizeth, las luces aún seguían encendidas pero igual decidió no molestar, se recargó en el barandal y tomó su celular para buscar los mensajes de Beck.

"No me mandaste la ubicación, ¿Cómo sabré dónde vives?"

Ubicación enviada.
"Ahí está, por eso te propuse ir por ti."

"Estoy bien, me hará bien caminar."

Anteriormente había aprendido a buscar una ubicación y cómo llegar a ella, así que no le resultaba muy difícil, comenzó a caminar viendo su camino y la ruta en su celular por unos momentos, hasta que al pasar por un callejón alguien le arrebató el celular. Corrió tras el ladrón, quien se adentró en ese mismo y se detuvo al ver a sus “acompañantes” quienes estaban armados.

—Samara, hija de los señores Evans y hermana del joven difunto Daemon —Sonrió uno de los hombres armados.

—¿Quiénes son ustedes y cómo saben eso? —titubeó nerviosa ella, pues si un punto débil había en Samara, era su familia y su trágico desenlace.

—Tú nos obligaste a matarlos —dijo inocente otro de los hombres cargando su arma—, no pongas resistencia ya no tienes escapatoria.

Samara se encontraba en un estado de confusión y miedo al mismo tiempo, intentaba no parecer nerviosa pero, a pesar de haber enfrentado a tipos armados anteriormente, contra estos tenía un resentimiento enorme.

—¿C-cómo están aquí? —preguntó nerviosa, otro de los hombres rio.

—No eres la única que puede cambiar de universo o realidad.

—Ni ustedes los únicos que pueden matar —murmuró molesta Samara, mientras con su telequinesis tiraba lejos sus armas.

Los 3 hombres al ver esto comenzaron a rodearla para detenerla, Axel le había enseñado cómo defenderse con sus poderes y aunque era poco, comenzó tirando golpes y patadas, tratando de esquivar cada ataque de sus oponentes, lo cual en algunas ocasiones llegó a ser inútil y recibió dos golpes en la cara y otro detrás de sus rodillas, haciéndola caer al suelo. Uno de los hombres sacó de su bolsillo una inyección y cuando estaba a punto de inyectarla, Samara se teletransportó detrás de él y pateó su nuca tirándolo al suelo.

La respiración de Samara era rápida, su cuerpo se sentía cansado y adolorido por los golpes que había dado y recibido, pero eso no la detuvo para seguir luchando, tomó una de las armas que estaba en el suelo, y fallando dos tiros para cada persona, al tercero daba ya fuera en la cabeza, pecho o abdomen de alguno de ellos.

—Así manden a más para llevarme de vuelta —soltó antes de que el último hombre muriese—, no me importa si me convierto en asesina, vengaré cada segundo que paso sin mi familia gracias a ustedes.

Buscó su celular con la mirada, el cual estaba en el suelo con la pantalla hacia abajo detrás de los cadáveres, lo tomó y al levantarlo pudo notar bastantes grietas en la pantalla.

—Por suerte Axel le puso un vidrio para protegerlo —Suspiró ella mientras buscaba la ubicación de la casa de Beck—, ya veré cómo le pongo otro.

Guardó su celular después de ver la ruta, de la cual estaba a unas cuantas cuadras para llegar y comenzó a caminar hasta allá.

Beck se encontraba en su departamento, por tener ya 18 años en ese lugar era mayor de edad,  lo que le facilitaba todo y podía vivir solo. El edificio en el que vivía no era muy grande, a lo mucho tenía 3 pisos y cada uno contaba con 4 habitaciones; la mesa estaba lista, dos platos y dos copas junto con un par de cubiertos de cada lado, bajó el nivel de las luces a uno que estuviese perfecto, todo estaba listo, se acomodó su vestuario y una vez más se vio en el espejo arreglando su cabello.

Quería que todo fuese perfecto, sería el momento donde finalmente expresaría sus sentimientos a Samara, los nervios se hacían presentes y el miedo de que la chica lo dejase plantado era peor.
Samara llegó al lugar, había un edificio frente a ella, así que decidió mandarle otro mensaje a Beck para saber en qué departamento debía tocar.

"Ya estoy aquí, ¿Qué número es el departamento?"

"1515, voy abriendo."

Después de ese mensaje ambos guardaron su celular y caminaron hacia la puerta del departamento. No fue necesario tocar ya que al llegar el chico había abierto la puerta.

—Hola —Sonrió Samara al verlo.

—¿Estás bien? —preguntó Beck preocupado al ver su rostro golpeado— Pasa.

—Sí, me quisieron asaltar pero pude correr —mintió Samara.

—Te dije que no vinieras sola —regañó el chico a su amiga.

—Lo sé —Rió bajo ella—, al menos me sirvió para estar alerta.

—Voy por hielo.

—No, en verdad estoy bien; no me duelen

—No me importa, voy a curarte —advirtió mientras se dirigía al sanitario por el botiquín de primeros auxilios por alcohol, vendas adhesivas y algodón.

Samara se quedó viendo el lugar, observó la mesa, la sala, todo estaba muy ordenado y lindo. Miró su rostro en un espejo cerca de uno de los sofás, tenía una herida en el cachete derecho y otro cerca del ojo. Su poder había hecho efecto y no le dolía en absoluto, pero los golpes seguían ahí.

—Ya vine, siéntate para curarte.

Samara se sentó en el sofá y Beck comenzó a curar sus heridas. Al poco rato sirvió la comida y comenzaron a comer, la cena era lasaña y espagueti, acompañado de jugo de uva.

—¿Sabes? —habló Beck— Quería decirte algo.

—Dime —respondió Samara mientras comía.

—Me caes muy bien —Sonrió Beck—, eres muy amable y bueno, me da un poco de risa cuando te molestas, adoro tu sarcasmo y tus cambios de humor —Samara sonrió ante el comentario, pero no dijo nada—. Me pareces muy linda. 

—Gracias, también me pareces alguien con valores, buena persona y muy atractivo —Sonrió ella.

—Me gustas Samara —soltó Beck de golpe—, estoy enamorado de ti… ¿Tu… sientes lo mismo por mí? —titubeó el rubio.

—Beck… yo —La chica no sabía que decir o cómo reaccionar. Lizeth se lo había dicho varias veces pero nunca lo tomó enserio—... Lo siento mucho, no puedo corresponder tus sentimientos.

—No te preocupes. Sólo quería que lo supieras… no podía seguir aguantando esto. Igual sé que, puede que en un futuro puedas corresponderme, ¿no? Aún nos falta conocernos más.

—Beck, me refería a —Alguien tocó la puerta con fuerza interrumpiendo, con tanta insistencia que Beck se levantó y fue a abrir.

—Señora Marion, ¿se le ofrece algo? —dijo Beck al abrir la puerta.

Una señora con cabello de plata y arrugas en su piel se mostraba frente a él, aparentaba tener 70 años de edad. La señora no respondió la pregunta de su amigo, sin embargo entró a su apartamento mirando hacia ambos lados.

—Disculpe que lo moleste joven Beck, pero Dalias, mi perro desapareció —explicaba la señora mientras buscaba entre las cosas de Beck—, y quería asegurarme de que no estuviese aquí dando molestias.

—No es una molestia —Sonrió Beck junto con Samara—, pero su perro no ha venido por acá.

—Es que nadie me abre la puerta, debo revisar —Suspiraba cansada la señora—. Oh, buenas noches señorita.

—Buenas noches —respondió Samara con una sonrisa mientras la señora revisaba cada lugar del departamento.

En un paso en falso la señora resbaló y cayó al suelo, Samara inmediatamente con su telequinesis levantó su cabeza para que no recibiera el impacto, soltó su copa y corrió junto con Beck hasta donde se encontraba.

—Señora Marion, ¿Está bien? —preguntó Beck.

—Joven —dijo ella con dificultad—, por favor llame a una ambulancia.

Samara tomó su teléfono y la llamó, le pasó el celular a Beck para que diese la dirección mientras ella calmaba a la señora.

Ambos se encontraban en el hospital, esperando resultados de la señora, se miraban preocupados, sin decir una sola palabra, hasta que el doctor salió a decir que estaba estable.

—Lamento que la cena haya terminado así —Rió Beck nervioso.

—No te disculpes, estuvo bien —respondió Samara riendo—, fue genial.

—Vamos te llevo a tu casa —Se ofreció mientras la tomaba del brazo.

—No es necesario —Se detuvo Samara nerviosa.

—Claro que sí, casi te roban, estás herida, no vas a arriesgarte —Beck tenía razón, pero, ¿Cómo le decía que la llevara a casa de Axel?

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