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13- Reencuentro no tan esperado

—Axel, Samara, que gusto que estén bien —se escuchó la voz de Lizeth, haciendo que ambos se separaran inmediatamente.

— ¿Qué?, ¿De qué hablas Lizeth? —cuestionó Samara.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Axel.

—Bueno, Axel pasó a buscarte a casa y dijo que no le respondías tu celular, y probablemente comprarías todo así que decidí venir a buscarte —explicó Lizeth exhausta de tanto correr—. Pero veo que él te encontró primero.

— ¿Comprar todo? —preguntó confundida Samara viendo a Axel.

Axel solamente las miraba a ambas con una expresión seria, no sabía que contestar.

—Le dije que estabas bien y que no se preocupara, solo no me respondías y quería venir a buscarte —dijo él acercándose lentamente a Samara—. Sígueme él juego, no quería que se preocupara —susurró en su oído.

—Oh… Entiendo —Sonrió ella a su amiga—, te agradezco que te hayas preocupado por mí, pero estoy bien.

—Me alegra mucho —Suspiró Lizeth— ¿Lloraste Samara?

—Para nada —dijo Samara caminando hacia enfrente—, sólo tengo sueño.

— ¿Segura? —seguía cuestionando Lizeth, Axel seguía callado.

— ¿A dónde piensas ir ahora? —habló Axel. Samara frenó y se giró para verlo.

— ¿A la casa? —contestó sonriendo ella,  y el rostro de Axel mostró una sonrisa, una muy sincera.

—El auto está por acá —gritó Axel dirigiéndose hacia este, Samara y Lizeth comenzaron a seguirlo y al llegar subieron rápidamente.

—Te cuento Samara, que conseguí trabajo en una cafetería —chilló Lizeth de emoción.

—Me alegra mucho Lizeth —Sonrió Samara— ¿En qué área?

—Voy a ser mesera, pero igual me dará a ganar.

Axel no quería entrometerse en la conversación, dejó de escuchar ésta misma cuando se centró en sus pensamientos, y en lo ocurrido. Hace unos minutos estaba a punto de besar a Samara, ¿qué había pasado por su mente en ese momento? ¿Se estaba volviendo loco? O acaso ¿esa chica lo estaba volviendo loco? ¿Por qué sentía la necesidad de ya no estar solo?

—Bueno, yo aquí me bajo, muchas gracias Axel —dijo Lizeth mientras Axel se estacionaba frente a casa de Lizeth.

—No hay de que, gracias a tí —Sonrió él mientras Lizeth bajaba del auto.

—Cuídate —dijo Samara a su amiga mientras entraba a su casa.

—Igual tú —gritó Lizeth mientras Axel ponía en marcha el auto.

Ninguno de los dos dijo nada, sentían nervios por hablarse, tampoco sabían que decirse. Axel antes de llegar a la casa detuvo el auto en una esquina de la calle.

— ¿Qué pasa? —preguntó Samara confundida.

—Sé que… Dije que conforme ganáramos confianza sabríamos más del otro —susurró él—, y sé que yo no te he contado tanto de mí, no debí haberte dicho esas cosas…

—No te preocupes… Tienes razón, se supone que somos amigos y no sabes mucho de mí —hizo una pausa para soltar un breve suspiro—, pero tampoco es que quiera hablarlo… Ya lo dejé atrás, no quiero que me siga atormentando…

—Y lo entiendo, tampoco me gusta hablar de mí.

—Pues ahí está. Como tú dijiste nos iremos conociendo poco a poco, no ha pasado ni una semana de que nos conocemos —dijo Samara sonriendo y tomando su mano—. Tranquilo, estamos bien.

Axel sonrió viéndola a los ojos, encendió el auto y se dirigió a casa. Al llegar, antes de bajar del auto, Samara comenzó a escribir un mensaje a Beck, para que el también tuviese su número.

Hola, Soy Samara.

Seguido de ello bajó del auto.

— ¿Pasó algo? —preguntó Axel.

— ¿De qué? —respondió Samara.

—Con Lizeth.

—No, ella está bien —Sonrió ella.

—Bueno —dijo Axel entrando a la casa, Samara hizo lo mismo. Se sentaron en el sofá, exhaustos por cómo había comenzado el día de ambos.

Axel encendió la televisión poniendo una película de acción que estaban transmitiendo en esta, y ambos se dispusieron a verla en completo silencio. Aunque nuevamente Samara no estaba prestando atención ya que seguía y seguía pensando una y otra vez en su futuro, en qué sería de ella, en qué era de ella en este momento.

Axel miraba muy seria y callada a Samara y no sabía si era por lo que había ocurrido con ellos en el parque, antes del parque o simplemente estaba cansada. La había encontrado en aquella banca, y se veía como si hubiese estado llorando. También Lizeth le había preguntado si había llorado al ver su rostro, pero ella a ambos les había dicho que solamente estaba cansada.

—A veces… Siento que no puedo más —susurró Samara con lágrimas en los ojos. Axel la miró confundido—, Lizeth ya tiene una madre adoptiva, ya tiene trabajo, ¿yo qué tengo? No tengo nada —Comenzó a llorar.

—Hey, mírame —dijo Axel tomando su rostro—; tú también tienes un trabajo, lo conseguiste antes que ella.

—No es eso, ella ya tiene una vida estable, yo no, y eso es justo lo que venía buscando.

— ¿No te gusta cómo vives ahora? —cuestionó Axel.

—No es eso… Sé que jamás volveré a ver a mi familia, pero… Estoy sola, completamente sola.

— ¿De qué estás hablando Samara? No estás sola —respondió Axel dándole un abrazo—. Aquí estoy, me tienes a mí, a Lizeth.

—No Axel, tú también tienes una vida, todos la tienen menos yo.

—No te entiendo —Se separó él.

—Tú tienes un trabajo estable y una casa dónde vivir —explicó ella—. Yo tengo un trabajo, gracias a ti, al igual que un lugar donde pasar las noches, pero no tengo una casa propia, un lugar a donde irme —Suspiró, Axel la escuchaba atento—, porque en algún momento tendré que irme Axel. No puedo estar aquí contigo toda la vida siendo un estorbo en la tuya.

— ¿Y se puede saber quién te dijo que ibas a ser un estorbo en mi vida? —respondió un tanto molesto Axel— Es mi vida y yo decido qué es un estorbo en ella y qué no.

—No Axel, perdón, no quise decirlo de esa manera —respondió ella—, es sólo que en algún momento tú harás tu vida y yo la mía y simplemente debo tener un lugar donde estar.

—Pues en ese caso, ese día todavía no llega y por lo tanto no tienes por qué preocuparte a tal grado de ponerte a llorar en este momento Samara — Axel abrazó a la chica por unos segundos—, eso en algún momento le va a pasar a todo mundo y nuevamente comienzan de cero. No es nada de lo que tengas que preocuparte ahora.

— ¿Y mientras tanto sigo aquí en tú casa como mantenida? —soltó Samara.

—Para mí no eres una mantenida, ya que trabajas conmigo, me ayudas a cocinar y te has ganado mi confianza Samara. Para mí ya eres parte de mi vida y de mi familia —Sonrió Axel, haciendo que con esas palabras Samara llorara aún más.

Un buen rato después una llamada entró al teléfono de Axel.

—Richard, ¿qué sucede? —preguntó Axel respondiendo la llamada— Vamos para allá, mándame la ubicación.

— ¿Qué pasó? —preguntó Samara mientras Axel colgaba la llamada y tecleaba algo en su celular.

—Necesitan ayuda, son muchos hombres —respondió Axel—, dos de los nuestros están heridos.

—Entonces vamos —dijo Samara levantándose, en eso una llamada entró en su celular, proveniente del número de Beck.

— ¿Quién es? —preguntó Axel curioso— ¿Todo bien con Lizeth?

—Sí, no es Harry.

— ¿Lizeth?

—No —dijo ella rechazando la llamada—, no es importante.

— ¿Le diste tu número a alguien? —dijo Axel saliendo hacia el auto.

—Hice un nuevo amigo hoy en el parque —explicó ella—, y me dio su número.

—Le diste tu número a un desconocido —habló incrédulo Axel encendiendo el auto y dirigiéndose a su destino.

—No es un desconocido —dijo Samara riendo—, sé su nombre.

—Y con su nombre ya son los mejores amigos del mundo —usó el sarcasmo.

—Axel —interrumpió Samara—, no siento amenaza por parte de él.

Axel no dijo nada más, solo siguió manejando en silencio y Samara igual. Llegaron a una gran casa abandonada, estaba todo oscuro y desierto por esa zona, Axel se teletransportó fuera del auto y Samara hizo lo mismo.

—Por favor —susurró Axel a Samara— hazme caso.

—Bien —rodó sus ojos ella—, pero si estás a punto de morir no lo haré —advirtió y se dirigió dentro del lugar junto con él.

Caminaron y se acercaron lentamente hacia donde se escuchaba más ruido, donde se escuchaban disparos y risas. Antes de entrar en una habitación vieron a sus dos hombres tirados en el suelo, heridos, mientras que Richard hacía todo por pelear contra tres hombres armados.

— ¿No crees que sea buena idea detener el tiempo? —susurró Samara, Axel negó.

—Yo me encargo, tu cúralos —Samara asintió mientras que Axel entraba confiado a la habitación—. Vaya, tres ganancias hoy —Samara mientras Axel distraía a todos se teletransportó hasta donde estaban aquellos dos hombres quienes estaban a punto de morir.

—Tranquilos chicos, los voy a ayudar —susurró Samara a ellos mientras con ambas manos curaba sus heridas. Estos se quedaron boquiabiertos viendo el poder de la chica.

—Tú… Sabíamos que te encontraríamos algún día —habló uno de los hombres a Axel.

—Y yo juré que algún día los mataría y vaya, casualidad o destino —Sonrió sacando un arma.

Samara solamente escuchaba mientras curaba a los chicos, cuando estos estuvieron rehabilitados— lo cual pasó en menos de un minuto— los detuvo en el suelo con su telequinesis.

— ¿Estos tipos conocen a Axel? —Ellos asistieron.

Samara se levantó junto con los dos hombres, con sus armas en sus manos nuevamente. Samara sacó la suya, pero una chica pelirroja que salió detrás de un pilar la tiró al suelo haciendo que su arma cayera lejos de ella.

—Yo no creo que eso sea posible, tus tipos están heridos —Al levantar la vista vieron a estos a punto de disparar, Axel al notar su asombro giró su mirada hacia un lado, viendo a Samara tratando de esquivar los golpes de aquella chica pelirroja.

—Ahora —gritó Axel teletransportandose hasta donde estaba Samara.

Los tres hombres enemigos aún asombrados no tardaron mucho en seguir disparando, muchos disparos se escucharon y muchos recibieron nuevamente balas en las piernas y en los brazos, pero Axel disparó a cada uno de los enemigos en el pecho, mientras que estos estaban distraídos combatiendo con sus hombres, haciendo que cayeran al suelo para dar su último aliento.

Seguido de ello, puso el arma en la nuca de la pelirroja y habló lentamente.

—Déjala, ambos sabemos que ella no tiene nada que ver.

La pelirroja soltó a Samara, al hacer esto, Samara la hizo levitar, lanzando su cuerpo hasta la otra pared de la habitación.

—Ingenua —susurró molesta— puedo matarte si quiero.

—Tranquila Samara, vayan al auto —ordenó Axel, los dos hombres se dirigieron fuera del lugar junto con Richard, pero Samara se quedó en el mismo lugar—. Dí una orden —dijo viéndola molesto.

—No lo haré, no eres mi jefe— habló Samara molesta—; estaba a punto de matarme, no te dejaré.

—No va a matarme, la he frecuentado antes —explicó Axel mientras la pelirroja solo escuchaba en el suelo, adolorida por el impacto—. Ya lo hubiese hecho.

Samara no hizo ningún movimiento o gesto, se quedó ahí mismo sin decir nada.

—Bien, haz lo que quieras —susurró él—luego no te quejes.

Samara salió molesta del lugar, con intención de curar nuevamente las heridas de Richard y los demás.

—Bien, voy a admitir que no esperaba encontrarte aquí —habló Axel a la pelirroja— ¿Qué estás haciendo aquí Natasha?

—Qué te importa —susurró Natasha levantándose con dificultad—, veo que tienes nueva compañera y muy especial por lo que veo.

—¿Y eso a ti en qué te afecta? No me responde lo que te acabo de preguntar.

—Mira Axel —habló la pelirroja—, tu sabes bien lo que hago aquí, otra cosa es que te quieras hacer el tonto o el que no recuerda.

—No es eso —dijo Axel guardando su arma—, solamente creí que porque me escapé debían ejecutarte como tanto me decías tratando de convencerme para que me dejara —dijo molesto. La chica rió.

—Admito que fue un plan fallido —suspiró Natasha—, y ahora que mis hombres están muertos podríamos aliarnos si así lo deseas.

—¿Aliarme contigo? Ni loco —bufó Axel—. Yo no perdono las traiciones. Pero sabes, recompenso que no mataste a mi socia —dijo acercándose a ella—, así que te dejaré vivir, tus miserables últimos días sin compañía —Sonrió alejándose.

—Pues muchas gracias Axel Stanley —Sonrió ella—. ¿sabes? Tenía mucho tiempo intentando deshacerme de ellos que me acabas de hacer un gran favor.

Axel internamente estaba furioso, odiaba la compañía de aquella chica, la aborrecía.

—Pues piensa lo que quieras Natasha, no me importa lo que quieras hacer o lo que tenías planeado hacer.

Axel se teletransportó al auto, viendo a Samara en el asiento trasero curando y riendo con Richard, James y Adrián.

—¿Se puede saber de qué se ríen? —gritó Axel molesto, Samara se teletransportó al frente ya que había terminado de usar su poder.

—¿Y se puede saber qué culpa tenemos de tu mal humor?

—Pues no, no puedes —Sonrió sarcástico él.

—Pues solo te voy a decir una cosa Axel —habló Samara en un tono serio—, y es que nosotros no tenemos la culpa de lo que te tiene tan molesto.

—Ajá —dijo Axel ignorando a Samara.

—Ni por lo que pasó hoy aprendes.

—¿Quieres enseñarme a vivir Samara? —preguntó Axel molesto. Samara negó sonriendo sarcásticamente.

—No Axel, aquí la pregunta es, ¿quieres volver a rogarme? Porque yo no perdono dos veces.

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