12- Perdón
—Bueno, ¿Para qué quieres la bala? —preguntó Axel rompiendo el hielo.
—Nicolás me dijo que la bala no era la misma que las anteriores, es decir —explicó Samara—, dijo que era extraña. Se la pedí para comprobarla y bueno, es verdad —terminó Samara sacando otra bala distinta de su bolsillo.
—¿Por qué son diferentes? —preguntó Axel extrañado.
—Tal vez en tu realidad y en la mía son distinto material. Bueno, estamos corroborando que no son iguales —respondió ella.
—¿Crees que por ello me duela más esta herida?
—No lo sé Axel no soy doctora —respondió ella seria viéndolo fijamente.
Axel rodó sus ojos y seguido de ello Samara rio.
—Si no sabes entonces mejor deja de deducir —dijo él sarcástico.
—Bueno, puede ser, ¿a mí que me preguntas? Jamás he recibido una bala de tu realidad.
—¿Quieres recibirla? —preguntó inocente Axel cargando su arma.
—Pues si se siente un dolor menor no creo que sea problema —respondió ella poniendose de pie.
— ¿Qué? —preguntó Axel al ver la acción de Samara— No te voy a disparar, me caes bien —Rio él—, por ahora.
Samara mostró un rostro indignado, pero inmediatamente rio.
—Bien, muéstrame tu herida —ordenó Samara, Axel la miró confundido.
—Comienzo a pensar que sí me querías ver desnudo Samara —dijo algo confundido.
—Claro que no —se quejó Samara riendo—. Te voy a curar.
—¿No que no eres doctora? —levantó Axel una ceja tras oír eso.
—No Axel, no lo soy, pero tengo un poder para curarte.
—Y una razón para aprovechar y verme desnudo.
—¡Que no Axel! Sabes qué, que te cicatrice a tu paso —dijo ella saliendo de la habitación molesta.
—No apagaste la luz —gritó él.
—Hazlo tú mismo —contestó ella mientras se acostaba con intención de dormir.
Axel solo sonreía, amaba la manera en la que Samara se desesperaba. Le gustaba molestarla y hacerla enojar, su compañía le agradaba, y si era una condena, sería la mejor del mundo.
Minutos después Axel logro conciliar el sueño y se quedó profundamente dormido mientras que Samara en su habitación estaba molesta con él por lo sucedido, pero tampoco duró mucho sin conciliar el sueño y quedarse dormida. Dos horas después Samara despertó, miro en su brazalete, eran las 3 am en su realidad; tomó su celular y verificó la hora, era la misma en ambas.
Se dirigió al baño y mojó su rostro, se veía cansada, atormentada ¿y cómo no estarlo? Estaba en un lugar que no conocía, bastante lejos de casa y sin ninguna posibilidad de volver. No sabía si estaba bien el estar ahí, ella no pertenecía a este lugar, pero también pensaba mucho en las palabras de su amiga.
“Nadie nos dice donde estar cuando se trata de felicidad”
Y era cierto. No era del todo feliz en estos momentos, pero sonreía, reía y se sentía más segura, ese era un buen comienzo.
Salió del baño y se teletransportó a la habitación de Axel, este estaba profundamente dormido, la luz del cuarto había quedado encendida. Se dirigió cautelosamente hasta donde él estaba, para no despertarlo, al llegar a su cama hizo el intento; con cuidado descubrió el brazo de Axel y puso su mano unos centímetros arriba de la herida. Se concentró en la herida y en lo que quería hacer y una luz roja apareció bajo su mano, con el mayor miedo que podía llegar a tener, contuvo el aliento y decidió continuar, 5 segundos después la luz se apagó y la herida de Axel había desaparecido. Estaba totalmente asombrada por lo que era capaz de hacer, no tenía idea de cuándo ni cómo… Pero presentía que algo así funcionaba su poder, y no se había equivocado.
Axel se movió un poco, y ella se teletransportó detrás de él, del lado de la puerta, apagó la luz y se teletransportó nuevamente a su habitación, para dormir un poco más. Axel la había hecho enojar, pero no por ello no lo ayudaría, ella no era así y si podía ayudar lo haría así fuese su peor enemigo.
A la mañana siguiente Axel se sentía mejor, miró su teléfono al despertar, eran las 11:47 am. Era tarde y no era normal en él que se hubiese despertado a esa hora. Algo raro había en él, su herida.
Se tocó con cuidado y no sintió dolor alguno así que decidió descubrirse el brazo y ahí pudo observar que su cicatriz no estaba, mucho menos estaba la herida. Se vistió y se dirigió hasta el cuarto de Samara, este tenía la puerta abierta y estaba muy bien ordenado, no había rastro alguno por parte de ella. Decidió ir a buscarla así que bajó hasta el primer piso y al pasar por la cocina un aroma a pasta y albóndigas se hizo presente, dándole antojo de desayunar en ese momento. Se adentró en la cocina, encontrándose con Samara sirviendo un segundo plato de comida.
—Veo que descansaste muy bien —dijo Samara al verlo de reojo tras ella.
—¿Por qué me curaste? Creí que estabas molesta.
—Estoy molesta contigo Axel, pero no por eso quiere decir que no voy a ayudarte si tengo la disponibilidad y las maneras para hacerlo —respondió ella—. Sigues siendo mi jefe ¿No?
—No Samara te equivocas no soy tu jefe —dijo él—, soy tu socio.
—Lo sé, ¿quieres comer? —Axel asintió—. Pues adelante, prueba —dijo señalando el plato de comida.
Axel se sentó en la mesa y probó un poco de la comida, al degustarla sonrió y la miró fijamente.
—¿Y qué tal? —preguntó ella nerviosa— ¿te gustó? —Axel la miraba riendo internamente.
—Sabe horrible.
—A... —Samara no dijo nada más, no sabía si realmente sabía horrible o Axel la estaba molestando, era la segunda vez que cocinaba, siempre había cocinado Lizeth o compraban comida— ¿de verdad?
—No —contestó Axel sonriendo— pero me gusta la cara que pones cuando te molestas.
—Eres tan irritante —suspiró ella.
—Bueno, ¿no vas a comer? —preguntó Axel riendo, Samara simplemente lo ignoró y se sentó a comer— . Bien, si no vas a hablar está bien.
—Todo lo que digo lo tomas a burla —dijo Samara.
— ¿Es enserio? ¿Te enojaste? —dijo Axel irónico.
—Te ayudo y te preparo el desayuno para que no te esfuerces, te intento ayudar y todo lo tomas a burla. ¿Crees que es motivo de burla? Me preocupo por ti Axel, no es justo.
—Ahora soy yo el que no es justo, cuando no se nada sobre ti y aun así te estoy aguantando —respondió él.
Esas palabras resonaron en Samara unos segundos, tras recordar las primeras palabras de Axel “no preguntaré nada que no quieras contarme”.
—Pues si tanto trabajo es aguantarme —dijo ella levantándose de la mesa—. Mejor me voy para que no sufras tanto —Sin más salió de la casa de Axel.
La casa de Axel quedó en completo silencio, pero esta vez no lo estaba disfrutando, mientras que Samara caminaba hacia cualquier lugar que no fuese la casa de Axel o su oficina. Al darse cuenta había llegado a un parque, así que decidió sentarse en una de las bancas junto a la fuente. Observó con atención cómo el agua bajaba y subía nuevamente, era muy bonita, tenía colores que iluminaban el agua, rojos, azules, verdes.
—Hola, ¿Estás sola? —Una voz varonil se escuchó detrás de ella, y con temor y disposición de defenderse se levantó se giró lentamente. Pero al ver a la persona quedó totalmente helada.
Una persona de ojos negros, cabello castaño y una gran sonrisa estaba frente a ella. La viva imagen de su hermano mayor.
—Daemon —susurró ella con lágrimas en los ojos.
— ¿Ah? No, soy Beck, no nos conocemos —dijo el chico con una sonrisa.
—Beck… Oh, lo siento, es que… Me recuerdas mucho a mi hermano mayor, de verdad lamento la confusión —se disculpó apenada.
—Tranquila, no pasa nada —dijo el chico sentándose en la banca—. Vamos, te acompaño —Samara lo miró confundida—, vi que llegaste y te sentaste aquí, llevabas buen rato así que decidí venir a ver si estabas bien o si estabas esperando a alguien.
—No… Si vine sola, igual gracias por preocuparte —Sonrió ella—, ni nos conocemos y aquí estás —Suspiró.
—Bueno, yo ya te dije mi nombre —Sonrió Beck—. Solo que yo no sé el tuyo.
—Samara —le respondió sentándose a su lado.
—Bien Samara, ¿por qué creíste que era tu hermano? Tu rostro se puso triste al verme.
—Fue… Un impulso, discúlpame —susurró ella— es solo que no lo he visto en tres años… y no creo volver a verlo jamás…
—¿Está de viaje? —preguntó, ella negó.
—Está muy lejos, en otra dimensión —susurró ella.
—Oh… Falleció —susurró Beck—, lo siento mucho, ahora me harás sentirme culpable por parecerme a él —Samara rio.
—No, no pasa nada, es solo que… No lo sé, creí que… Olvídalo —rio de nuevo.
—Me caes bien Samara —Sonrió Beck mirándola, Samara miraba la fuente aún intentando no llorar.
—Sé que… no somos amigos pero ¿Puedo darte un abrazo? —preguntó tímida.
—Claro que sí —contestó y la abrazó fuertemente.
A pesar de no ser su hermano, encontraba mucha familiaridad en él, ese abrazo la había hecho sentir mejor después de todo lo que estaba pasando. Sentía que era parte del destino el haber llegado a conocerlo. Quizá el verlo era el ánimo que necesitaba para seguir adelante.
Segundos después Samara se separó.
—Muchas gracias Beck… Aunque no lo creas me ayudaste mucho al venir aquí —Sonrió ella.
—Me gustaría seguir ayudándote— respondió levantándose— pero debo irme. ¿Puedo tener tu número para volver a vernos otro día?
—Oh… emmm, no me lo sé pero —titubeó Samara—, puedes darme el tuyo y lo anoto —Beck asintió y comenzó a dictarle su número.
Minutos después de ello el chico se fue y Samara se quedó sola de nuevo en esa banca. No resistió más y comenzó a llorar.
Preguntándose por qué ella tenía que pasar y vivir todo eso. Su mejor amiga ya tenía una familia, y estaba buscando un trabajo, y ella no tenía nada… Estaba completamente perdida, de nuevo, estaba sola. No pensaba darle más lástima o problemas a Lizeth, quien ya estaba feliz, y tampoco pensaba volver con Axel, no quería ser un estorbo o problema, él mismo le había dicho que había tenido que soportarla. En el fondo le habían pegado fuertemente esas palabras, ella confiaba en él y creía que era su amiga, se sentía apoyada y querida, pero había descubierto que solo estaba con ella por compromiso y nada más.
—Necesito… tu ayuda hermano —susurró al aire— su apoyo papás… Los necesito… No sé cómo seguir, ni a dónde ir.
Mientras tanto, con Axel, había terminado de comer, había recogido todo y se dirigió a su recámara en busca de su celular. Marcó a Richard y este después de dos tonos respondió.
—Diga patrón —respondió el.
— ¿Dónde estás? —preguntó Axel.
—Estamos siguiendo a dos tipos para salvar a un chico que llevan en una camioneta, ¿todo en orden?
—Sí, sigan con su trabajo, me avisas —Colgó la llamada sin esperar respuesta de ellos. Comenzó a teclear el número de Samara, pero ella no respondió.
Tomó las llaves de su auto y se teletransportó dentro de el, lo encendió y se dirigió a buscarla a casa de Lizeth, seguramente estaría ahí. Hablaría con ella sobre lo ocurrido.
Axel se sentía mal, mal por lo que estaba haciendo, iba a pedirle perdón a Samara, no se sentía tranquilo ya sin su compañía, era aburrido, triste. Aunque se irritaba fácilmente, le gustaba estarla molestando y de vez en cuando, lo hacía estar de buen humor. Claro, también se sentía arrepentido por haberle dicho eso, no era la manera de decirlo, mucho menos el momento de hacerlo. Su humor era algo pesado, algo que ella no había soportado.
Al llegar a casa de Lizeth bajó del auto y tocó la puerta. Lizeth salió y se dirigió hasta donde estaba el.
—Axel, ¿todo bien?
—¿Samara está contigo? —Ella negó.
—¿Se perdió? —Axel negó, mintiendo para no preocuparla.
—Está bien, solo que la mandé a comprar unas cosas y bueno, creí que pasaría contigo. ¿Puedes ver en tu brazalete dónde está? —Lizeth asintió buscando la ubicación de su amiga en este.
—Sí, está en el parque, ¿se tardó demasiado? ¿Por qué vienes a buscarla? —cuestionó nuevamente Lizeth.
—Me arrepentí de haberla mandado, pero no me responde el teléfono, apenas le está entendiendo, iré por ella —explicó Axel y la rubia asintió— Gracias Liz —dijo tras subir al auto.
Lizeth se quedó asombrado por el último diálogo de Axel “¿liz?” ¿Le había puesto un apodo? Se dirigió adentro de la casa, aún pensando en ello, y rogando porque Samara estuviese bien. Mientras, Axel manejaba hasta el parque, no manejaba rápido, a una velocidad normal, aun pensando en cómo o qué le diría para poder convencerla de hablar con ella y de que regresara, estaba nervioso, sabía que se había equivocado, pero era la primera vez que lo aceptaba.
Al llegar, estacionó el auto y bajó, caminando mientras buscaba con la mirada a la chica.
Al ver la fuente, vio a una chica de espaldas con sus características, así que se dirigió hasta ahí, despacio, sin llamar la atención o tratar de ahuyentarla.
—¿Samara? —dijo detrás de la chica, está se levantó y giró para encararlo, efectivamente era Samara, quien tenía los ojos rojos e hinchados— ¿Te encuentras bien?
—¿Ahora te importa? Axel déjame en paz quieres —pidió en un tono cansado—. No tienes que aguantarme más, yo sabré que hacer con mi vida —La chica se giró con intención de irse, pero Axel tomó su mano haciendo que esta se girara nuevamente hacia él.
—Lo siento sí, me equivoque, admito que no fue la manera ni el momento de decirte eso, perdóname… Por favor.
—Bien, hasta luego Axel, gracias por todo —dijo Samara soltando su agarre y caminando hacia enfrente, Axel se teletransportó frente a ella, impidiendo su paso, la tomó de la mano y la acercó mucho a él.
—Por favor, no eres una carga para mí. Me gusta tu compañía —susurró—, vuelve conmigo, prometo no volver a presionarte ni hablarte así.
—No es eso Axel, es tu humor —Sollozó ella— Quiero… Quiero hacer algo por ti, has hecho tanto por mí —comenzó a llorar Samara—, y cuando quiero pagarte te burlas.
—Admito que mi humor es pesado —dijo Axel serio—. Solo intento quitar la tensión, te agradezco que te preocupes por mi Samara. Nunca había tenido compañía ni nadie jamás me había preguntado cómo me sentía, no supe cómo reaccionar. Perdóname… Mi intención no era lastimarte.
Ambos se miraban fijamente, Samara observó los ojos de Axel, lucían apagados, parecía decir la verdad. No había amenaza por parte de él, solo arrepentimiento.
—No volverá a pasar Samara —dijo él acercándose a ella, dejando unos cuantos centímetros entre ambos— por favor…
El ruido exterior disminuyó, ambos estaban perdidos en la mirada del otro, solo estaban ellos, lo demás había desaparecido, Axel se acercaba cada vez más, y Samara hacía lo mismo, hasta un punto de que sus labios estuviesen a unos cuantos milímetros. Solo escuchaban la respiración del otro y los gritos de lo que sentían en ese momento.
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