11- La anestesia
Ambos chicos se encontraban en el cuarto de Samara, Axel haciendo sus cálculos y pensando en una solución para Samara, mientras que Samara tomaba todo lo del suelo y lo acomodaba en su lugar. Ambos en silencio para no entorpecer al otro en lo que hacía, pero pensando en el otro mientras hacían sus cosas.
Samara aún seguía asombrada por lo de hace unos momentos, pero más asombrada por que la presencia de Axel había logrado calmarla fácilmente; tal vez la compañía o el saber que tenía apoyo en ese momento la tranquilizó. ¿Habría sido su estrés por no saber qué hacer con su vida, lo que la hizo perder el control? O tal vez simplemente había sido un ataque repentino.
Un recuerdo llegó a la mente de Samara, el de aquel día que mataron a sus padres frente a ella...
Se encontraba con su hermano jugando un juego de mesa, un chico de cabello castaño y ojos negros, era mayor que ella por 3 años; mientras sus padres hablaban en la cocina. Su hermano siempre había sido una buena persona, cuando descubrió su poder, no dudó en abrazar a su hermana y felicitarla por no ser ordinaria, aunque eso significara peligro de muerte.
Eso nunca los detuvo para que no tomaran a Samara como una niña "diferente" la apoyaban en todo, hasta que comenzó a crecer, entender, fue ahí donde le dijeron que sus poderes no podían ser vistos por nadie que no fuesen ellos. Ella sabía el por qué, pero también quería usarlos ya que se le facilitaban muchas cosas, pero lamentablemente no se pudo y tuvo que ocultarlos.
O al menos hasta ese día, que supo que ya no era necesario.
Un grito se escuchó en la cocina, voces extrañas también y finalmente después de tanto, dos disparos. Ambos hermanos se vieron aterrorizados, sabían de quienes se trataba, el chico tomó a Samara de la mano y se dirigieron arriba de la casa, a la azotea, con la intención de que si algo pasaba, su hermano gritaría para pedir ayuda y salvar a su hermana.
El plan no les duró mucho, en la azotea había dos hombres, quienes dispararon varias veces hasta acabar con la vida del chico, frente a su hermana pequeña.
Aunque ella tenía 14 años, no quería decir que el trauma sería menor, ver a su hermano morir a sangre fría frente a ella fue algo que la dejó marcada para siempre.
Inmediatamente se teletransportó a la cocina, con sus padres, a contarles lo sucedido, pero cuando miró dos cuerpos sin vida tirados en el suelo su pecho se reprimió más, sabiendo que estaba sola y que necesitaría irse de ahí e ingeniárselas ella sola.
Con lágrimas en los ojos abrió la puerta principal y salió corriendo, no sabía a dónde, solo quería huir de ese lugar, de esos hombres. Su familia estaba muerta por su culpa, por no ser ordinaria, era una maldición y una condena que estaría pagando por el resto de su vida (si es que faltaba mucho, claro).
—No huyas, ven acá —gritaban los hombres detrás de ella.
¿Cómo una niña de 14 años podría con 5 hombres armados con intenciones de capturarla?
Su familia había arriesgado su vida por ella, por esta razón, ella debía mantenerse a salvo.
Corrió hasta una casa, se metió en el jardín y tocó la puerta, con esperanza de que la ayudaran, nadie la había visto entrar a la propiedad, al menos la ayuda podría salvarla un día más.
—¿Por qué lloras? —preguntó Axel a Samara detrás de ella, sacándola del pequeño trance de recuerdos qué estaba teniendo.
—No estoy llorando, ¿de qué hablas? —susurró ella.
—Samara, estás frente a un espejo, mírate —La chica levantó la mirada, topándose con su rostro empapado de lágrimas.
—Bueno... Si... solo recordé algo, no te preocupes —Se giró para verlo a los ojos.
—Aquí estoy para ti si lo necesitas —susurró tomando su mano, ella asintió.
—Lo sé, gracias —Sonrió conmovida— perdón por entorpecer lo que hacías, no era mi intención.
—Hey, no pasa nada, ya había terminado.
—Tengo una duda con tu poder —cambió de tema repentinamente— ¿por qué no lo usas cuando estamos peleando arriesgando nuestra vida?
—No funciona así —explicó con un tono serio— ¿Qué caso tiene detener el tiempo y con ello su sufrimiento? El que no sepan quién o porque los hace pagar.
—Entiendo, eres un asesino a sangre fría —susurró Samara riendo.
—Yo no hago nada que no merezcan —Se encogió Axel de hombros.
Seguido de eso, escucharon un ruido proveniente de la puerta principal de la casa.
—Nos encontraron —susurró Axel—, quédate tras de mi —ordenó sacando un arma.
Samara hizo lo que él dijo, pero con la duda de ¿quién los había encontrado? ¿Los de esta realidad o los de su realidad?
Comenzaron a escuchar pasos subiendo al segundo piso, eran al menos dos personas. Patearon la puerta de golpe y se pudo ver que, efectivamente eran dos hombres armados.
Algo dentro de Samara hizo un pequeño click, su coraje y sus impulsos la guiaron a no querer presenciar de nuevo aquella escena, esta vez lucharía y salvaría la vida de su amigo. Se teletransportó detrás de ellos y tomó un jarrón que había a un lado de la puerta, estrellándolo a la cabeza de uno de los hombres. Axel, al ver esto sólo se molestó, pero aun así disparó al abdomen de ambos, dos disparos cada uno, mientras trataba de esquivar las balas que los dos hombres disparaban.
Por desgracia, terminó recibiendo una en el brazo derecho, lo que lo hizo caer al suelo.
—Puedes morir en paz, la chica viene con nosotros —dijo un hombre acercándose a Axel para disparar y acabar con su vida, Samara al ver eso se puso frente a él y detuvo la bala con telequinesis, tirándola al suelo.
Tiró las armas de ambos con su poder y tomó la de Axel con intención de dispararle a ambos pero antes de ello cuatro disparos detrás de ellos se escucharon, y al caer los hombres se pudo observar que Richard había acabado con la vida de ambos.
—Richard —Samara sonrió al presenciar eso e inmediatamente corrió hasta donde estaba Axel— ¿Estás bien? Respira, tranquilo vas a estar bien.
—Samara, tranquilízate, he recibido balas, estaré bien.
—Richard, cárgalo y toma mi mano.
—Si patrona —El chico hizo lo que Samara le había dicho y ella se teletransportó hasta aquella bodega, en el primer piso.
—Maldición. ¿Qué piso es? —Se quejó ansiosa.
—Ocho... el piso ocho —dijo Axel riendo y quejándose de dolor al mismo tiempo.
Samara no puso atención y se teletransportó nuevamente hasta ese lugar.
—Nicolás, ayuda por favor —gritó y un chico güero salió inmediatamente.
—Recuéstenlo aquí —dijo señalando una camilla—. Puede esperar afuera patrona, estará bien —Samara asintió y ambos salieron de la habitación.
—Gracias Richard —susurró mientras tomaba asiento en un sofá.
—Es mi trabajo, no tiene que agradecerme —respondió el.
—Aun así, gracias por ayudarme —Sonrió ella—. Si gustas puedes esperar o puedes retirarte— Richard asintió.
—No se preocupe, el patrón ha pasado por esto más de una vez, estará bien. Tengo tareas pendientes así que mejor me retiro, me avisa cualquier cosa por favor —Samara asintió y Richard salió por el elevador.
Samara estaba hecha un caos, si no hubiese llegado a tiempo Axel estaría muerto, o tal vez si hubiese hecho caso a Axel y se hubiese quedado no habría pasado nada de esto...
Estaba condenando a Axel a algo que no merecía.
—Patrón, ¿Se siente bien? —preguntó Nicolás a Axel quien estaba despertando.
—Sí, ¿me anestesiaste? Sabes que no me gusta —se quejó.
—Lo siento patrón, pero la patrona me dijo que le hiciera caso y...
—¿Samara te dio la orden? —preguntó formando una sonrisa en su rostro.
—Si, dijo que usted no estaba en sus cabales y que por lo tanto, le hiciese caso a ella —Axel negó sonriendo.
—Está bien, ¿ya me puedo ir?
—Si se siente bien, adelante —Axel se levantó y caminó hacia fuera de la habitación, donde se encontraba Samara recostada en un sofá.
—Axel, ¿te sientes bien? ¿Aún te duele? —preguntó Samara al verlo mientras se dirigía hacia él.
—Me siento mejor, gracias, ya podemos irnos.
—Te agradezco infinitamente tú ayuda, esa bala fue por mi culpa y...
—No te preocupes —dijo él haciendo pausas en cada palabra— pude haber muerto de no ser por ti, que detuviste la bala que iba directo hacia mí.
—Y yo pude haber sido capturada si no hubieses estado ahí —susurró ella.
—Pues estamos a mano —Sonrió él, Samara hizo lo mismo mientras se dirigían a la casa caminando.
Salieron de la bodega y comenzaron a caminar, ya era de noche, la luz de la luna, las estrellas y unas cuantas lámparas iluminaban el camino, el aire era frío pero calmado, se podía sentir la brisa como si estuviese a punto de llover, pero no había nubes, el cielo estaba limpio.
No había muchos ruidos en la ciudad, apenas se escuchaban unos cuantos autos en carretera, sus pasos y los grillos cantando. Por parte de ellos tampoco había ruido, caminaban en silencio, sin decirse absolutamente nada.
—Sabes... Así murió mi hermano —soltó ella repentinamente.
—¿De un disparo en el brazo? —Samara negó.
—Bueno, si... Pero no sólo en el brazo —Samara dejó de caminar y agachó la mirada—. Protegiéndome, lo mataron frente a mí al igual que a mis padres... Tenía 14 años... No puedo superarlo.
—Debió ser difícil —susurró Axel,
—Lo fue, por eso no me he rendido, dieron su vida por mí y no pienso fallarles... Ni a ti —susurró Samara—. No quiero que te pase nada... tú me salvaste y no quiero que mueras por mi culpa.
—Samara, si morir por ti fuese una condena, sería la mejor que podría tener —respondió él—. Tú me has mostrado empatía y lealtad estos días que has estado aquí...
Samara no dijo nada, no supo que responder, Axel tampoco dijo nada después de eso, ambos siguieron caminando en silencio hasta llegar a casa.
Un rato más tarde, Axel se encontraba recostado en su cama, después de llegar a la casa ambos habían entrado a sus habitaciones con la intención de dormir. Samara pudo conciliar el sueño fácilmente, pero Axel no lo había logrado aún; seguía pensando en Samara, sus poderes y el cómo poder ayudarla a controlarlos.
Hasta que notó algo. Estaba prestando mucha atención en esa chica, ¿qué tenía de especial? El controlar su poder era un problema de ella, a él no le correspondía meterse en ello, ella podría arreglárselas sola. ¿Acaso estaba formando un lazo con ella? ¿Le gustaba la relación qué tenía con ella? Era raro de él, pues no le gustaba la compañía y nunca la había necesitado.
Un dolor en el brazo le recordó por qué no había podido conciliar el sueño, le dolía la herida más de lo normal, la anestesia había pasado. Era por ello que a Axel no le gustaba estar anestesiado mientras curaban sus heridas, puesto que rato después le dolían intensamente; aunque por otro lado le gustó el hecho de que Samara se hubiese preocupado por él y hubiese ordenado que le anestesiaran para que no sintiera dolor.
¿Por qué en todos sus pensamientos tenía que estar esa chica? Odiaba tanto a las personas como para estar pensando en ella.
—¿Axel? —La voz de Samara desde el otro cuarto lo sorprendió, él creía que ya estaba dormida.
—¿Aun no duermes Samara? —preguntó él.
—¿Cómo voy a dormir si hasta acá se escuchan tus quejidos? —dijo ella irónica— ¿Te sientes mal?
—No es nada —se quejó Axel nuevamente— es solo que la anestesia ya pasó y es molesto.
—Por eso pedí que te anestesiaran —La voz de Samara ahora se escuchaba detrás de la puerta— ¿puedo pasar?
Axel se acomodó en su cama. Era un desastre, una libreta por un lado y el celular por otro mientras que su calculadora estaba tirada en el suelo.
—No creo que sea buen momento, estoy con mucho desorden.
—¿Estás desnudo? —preguntó repentinamente ella.
—¿Qué? —respondió Axel confundido— ¿Qué clase de pregunta es esa Samara?
—¿Lo estás o no Axel? —dijo ella irritada.
—No —respondió Axel de manera cortante e indignada.
A Samara no pareció importarle el desorden, pues se teletransportó dentro de la habitación.
—No puedo pasar si estás desnudo, pero si no lo estás puedo hacerlo para ayudarte —Sonrió mientras prendía la luz y se dirigía hasta él.
—¿Querías qué lo estuviera? —contestó Axel alzando una ceja, en un tono burlón.
—¿De qué hablas? Claro que no, solo fue una pregunta Axel, déjalo por la paz —contestó ella riendo un poco nerviosa e indignada.
—Bueno, ¿qué se te ofrece? —preguntó él.
—Muéstrame una bala de tu arma.
—Tú no me das órdenes Samara —respondió Axel sonriendo.
—Muéstrame la bala Axel —dijo la chica en tono serio, Axel accedió tomando su arma del cajón del buró qué se encontraba a lado de la cama.
—Ten.
—¿Acabas de decir que no te doy órdenes pero acabas de seguir una orden mía? —dijo Samara retóricamente.
—Cállate antes de que me arrepienta y esa bala valla directo a tu abdomen.
—No te atreves —Rió Samara.
—No quieres retarme Samara.
—No, pero sé que no eres capaz —respondió ella sonriendo.
—¿Ah sí? Y según tú ¿por qué no soy capaz?
—Porque si me quisieras muerta, ya me habrías entregado a esos hombres, o no me hubieses salvado esta vez —dijo ella viéndolo fijamente.
Axel no dijo nada, solamente sonrió viendo a los ojos a la chica, ambos se quedaron en silencio unos cuantos segundos que parecieron eternidad para ambos. A pesar de ser tan iguales en la manera de odiar la compañía y amar la soledad, se llevaban bien cuando estaban juntos.
Holi mañana no voy a estar 👀 así que les publico hoy😘los qm
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