10- Un descuido
Lizeth se encontraba recostada en la cama, sus brazos estaban vendados y sus manos tenían banditas en cada una de sus heridas. Sus muñecas estaban rojas y cubiertas de algo viscoso.
—Le puse una crema para que la irritación disminuya —susurró Nicolás a Axel y Samara, quienes iban entrando a la habitación donde estaba Lizeth.
Ambos asintieron y Axel le hizo señas a Nicolás para que lo siguiera fuera de la habitación. Samara se dirigió hasta la camilla donde estaba Lizeth, quien estaba dormida, se sentó en una silla que estaba a un lado y se puso a observar con lágrimas en los ojos la imagen de su amiga herida, pero el saber y haber visto que estaba estable la hizo ganar fuerzas para alejarse de ella, como se lo había pedido aquel día. Se levantó lentamente dirigiéndose a la puerta.
—Samara —susurró Lizeth tomándola del brazo con intención de detenerla—. No te vayas.
La chica volteó a ver a su amiga nuevamente, quien tenía su rostro cansado y triste.
—¿Necesitas algo? ¿Cómo te sientes? —preguntó Samara tranquila en un intento de mantener sus lágrimas.
—Necesito… hablar contigo —dijo sentándose en la camilla. Samara asintió levemente sentándose también en la silla de un lado.
—¿Qué sucede?
—Gracias… Gracias por salvarme de ellos… a pesar de lo que te dije aquella noche —Sonrió viéndola, Samara negó.
—No es nada, no me agradezcas. Te quiero Lizeth, y no quiero que te pase algo.
—Perdóname por hablarte de esa manera —sollozó la rubia llorando—, estaba muy asustada, perdón por no haberte escuchado —Las lágrimas caían por su rostro lentamente—. A pesar de eso no dudaste en ayudarme, gracias.
—No te preocupes… te perdono —respondió Samara—, aunque lamento mucho el no haber estado ahí y que nuestra plática en este momento sea por ello.
—¿Cómo me encontraste? ¿Cómo sabías que estaba en peligro? —preguntó Lizeth.
—El brazalete… Y… Caminabas muy rápido —mintió ella.
—Entiendo —susurró ella—. ¿Amigas de nuevo? —preguntó y Samara asintió.
—Amigas de nuevo —dijo sonriendo.
Antes de que pudiesen decir algo más, el teléfono de Samara sonó indicando que una llamada estaba entrando.
—Un momento si —dijo ella levantándose de la cama y alejándose unos pasos para responder—. Dime Harry. Oh, sí, está bien estamos con Nicolás —Lizeth trataba entender qué era eso que Samara tenía en sus manos y a quién le hablaba—. Sí, sigue con ella y avísame cualquier cosa.
Después de ese último diálogo Samara colgó la llamada y volteó a ver a Lizeth que la miraba confundida.
—¿Qué es eso? —cuestionó curiosa.
—Un celular —respondió Samara—, es como allá que usan los hologramas la diferencia es que esto es más rápido y momentáneo.
—Vaya, se ve bonito —Sonrió Lizeth.
—Si… ¿Quieres uno? Sinceramente creía que no iba a poder con este aparato pero me doy cuenta que es muy fácil manejarlo y me gusta.
—Me gustaría, pero aún no encuentro trabajo que me de dinero para comprarlo —susurró Lizeth.
—Cierto… ¿Dónde estuviste estos días?
—Pues… estaba en una banca del parque a medianoche cuando una señora se me acerco y me preguntó que estaba haciendo ahí —comenzó a explicar Lizeth—. Le conté que me había quedado sin padres y que habían salido de la casa donde estaba y no podía regresar —Samara la miraba con atención mientras la escuchaba—, así que me ofreció quedarme en su casa y darme de comer mientras se encontraba un trabajo siempre y cuando yo le ayudara con las tareas domésticas. Esa señora vive sola y no tiene hijos ni pareja, así que se podría decir que nos hacíamos compañía mutuamente.
—Vaya, a pesar de como me dijo Axel que era aquí hay mucha gente buena —susurró Samara.
—¿A qué te refieres? —preguntó Lizeth.
—Me refiero a que en este lugar hay gente que busca matar y torturar a las personas y el gobierno no hace nada porque ellos son los que gobiernan —explicó Samara, mientras que el rostro de Lizeth mostraba asombro— hay muchas bodegas como la que conocimos aquella vez con Axel, donde se ocultan, al igual que gente que busca hacer el bien acabando con ellos. Como nosotros.
—Oh... No sabía cómo estaba el mundo aquí —susurró Lizeth, en eso Axel entró sobresaltándolas por su diálogo.
—Si la hubieses escuchado te lo habría dicho, pero saliste huyendo para arriesgarte.
—Lo siento mucho —se dirigió a Axel— por favor perdónenme.
—Bueno… Piensas regresar con esa señora, ¿no es así?— habló Samara esta vez, ignorando a Axel y la disculpa de Lizeth.
—Aunque no estoy muy segura, podrían hacerle algo esos tipos por mi culpa.
—Podemos poner a Harry de tu escolta —propuso Samara a su amiga—, así ambas estarían a salvo.
—Oh, no, gracias pero no. No tengo cómo pagarlo —respondió Lizeth rechazando la idea de su Samara.
—Tómalo como un regalo mío —dijo Axel entrando de nuevo a la conversación—, por haber escuchado y hecho las paces con Samara.
Ese diálogo logró ofender de manera inconciente a Lizeth, aunque tal vez no era la intención de Axel. Su mente lo tomó como una burla para ella y no tardó mucho en contraatacar.
—Gracias Axel… Pero no necesito regalos para estar en paz con mi amiga.
—No, pero necesitaste arriesgar tu vida y las nuestras para hacerlo.
—Bueno, yo no les pedí que me ayudaran —contestó Lizeth.
—Ah pero bien que disfrutas tu vida, no te veo arrepentida por vivir —dijo Axel sarcástico.
—Pues porque Samara me salvó, Mi amiga.
—Sí ¿quién crees que la ayudó? —dijo Axel irritado.
Un balazo se escuchó e hizo que ambos se callaran, chocaron miradas y en un segundo vieron a Samara, quien había disparado hacia arriba.
—Basta los dos. Lizeth, acepta, es por tu seguridad. Axel ya para de pelear —dijo Samara irritada— vuelven a pelear y a ambos les disparo en la pierna.
—No te atreves —se burló Axel de Samara— recibiste esas dos balas por mí, ¿por qué lo hiciste eh Samara?
“Recibiste esas dos balas por mí, ¿por qué?”
Los tres chicos se encontraban en el auto de camino a dejar a Lizeth en su casa, Samara no dejaba de pensar en lo que le había dicho Axel ¿Por qué había recibido las balas?
Tal vez por que la había salvado de morir varias veces, tal vez sólo intentó apartarlo y por accidente las recibió ella. Pero de una u otra forma le agradaba el que Axel estuviese bien.
Tonterías, se lo estaba tomando muy personal, Samara había hecho eso por él, por Lizeth y por quien sea que estuviese en peligro, no era nada del otro mundo, así era ella.
—Es aquí —dijo Lizeth al llegar a una casa de un piso, color naranja muy iluminada—. Gracias, por todo chicos.
—No es nada, estamos en contacto —dijo Samara levantando su brazo para mostrar su brazalete y Lizeth asintió bajando del auto.
Ambos vieron como ella entró a la casa y posteriormente Axel comenzó a manejar hasta su casa. Al menos Lizeth ya había hecho una vida, tenía una “madre” adoptiva pero… ¿Y ella? Apenas llevaba tres días en esa realidad y no había pensado en eso, pero ese era un muy buen punto. ¿Qué haría ella?
Ella no podría más que rentar un cuarto o algo parecido, estaba sola, no pensaba “buscar” o “adoptar” una familia. Pero era cierto el que estaba sola y necesitaba hacer algo por ella. Ya no era momento de huir de nadie, era momento de terminar esta guerra y ayudar a que todos viviesen en paz; porque no pensaba irse de ahí, tampoco pensaba regresar, cambiaría su entorno, aquí al menos tenía la oportunidad de hacerlo y tenía apoyo. Axel.
—Samara —la voz de Axel la hizo volver a la realidad, quien estaba pasando su mano frente a ella una y otra vez— reacciona.
—Oh, lo siento Axel, dime —respondió sobresaltada, causando una leve carcajada en Axel.
—Que ya llegamos, hace como 3 minutos.
—No me di cuenta… Lo siento —dijo ella bajando del auto, él hizo lo mismo.
—Lo noté, ¿estás bien?
—Sí, no es nada —dijo ella riendo—. Me quedé en blanco —respondió mientras entraban a la casa y se sentaban en el sofá.
—Bueno, ¿qué quieres comer?
—¿Vas a pedir comida?
—No, pensaba cocinar algo —dijo Axel prendiendo la TV.
—Lo que sea está bien, ¿necesitas ayuda?—Axel negó.
—Relájate, ha sido un día cansado, más para ti —dijo levantándose y dirigiéndose a la cocina.
Bueno, Samara al menos tenía un chef privado. Bueno, no, ese no fue un pensamiento correcto por parte de ella, y al notarlo comenzó a reír.
—¿Todo bien? —preguntó Axel desde la cocina— ¿qué es tan gracioso?
—¿Enserio escuchaste? —gritó apenada Samara para que Axel pudiese escucharla.
—Así es.
—Disculpa, recordé algo que me pasó, nada importante.
—Si tú lo dices —respondió Axel y luego de ello estuvieron en silencio por un buen rato, solo se escuchaba la TV de fondo, pero Samara, quien se suponía que la estaba viendo, estaba perdida en sus pensamientos.
Seguía pensando en que tal vez un trabajo de día no era mala opción, así podría juntar más rápido para rentar un departamento y poder dejar de molestar a Axel en su casa. Aunque por otro lado sabía que el trabajo no tenía un horario específico y que le sería muy difícil salir así como así de su trabajo para ir a matar a esos hombres.
Aunque tampoco quería entorpecer los planes de Axel también sabía que debía de hacer su vida por su cuenta y ya que llevaba 2 días y 3 noches en ese lugar debía darse prisa. Sentía como pasaba el tiempo y ella no hacía nada productivo para ella, y mientras más tiempo se tardara, sabía que tal vez menos tiempo tenía.
Después de comer ambos se fueron a sus habitaciones, Samara fue a darse un baño mientras que Axel buscaba unos archivos entre sus cosas.
Al salir Samara del baño comenzó a cambiarse y a cepillar su cabello y al término de esto se recostó en su cama. Estaba totalmente perdida, en un mundo que ella no conocía y sabía que en algún momento debería conocer; tenía miedo de que algo pudiese pasarle a ella o a sus amigos. Estaba tan estresada por ese tema, no sabía que hacer o qué pensar, necesitaba armar un plan de vida.
Se levantó de la cama dirigiéndose al tocador, donde había una libreta, pero a la mitad del camino un temblor en sus piernas la hizo tambalearse y caer a mitad del cuarto, su vista se nubló y todo comenzó a dar vueltas.
Respiró profundo intentando calmarse, cuando finalmente pudo aclarar su vista vio qué todo a su alrededor estaba flotando y dando vueltas, un gran aire corría por la habitación haciendo qué está vez su vista fuese cubierta por su cabello.
—¿Qué demonios está pasando? Paren, basta —gritaba Samara asustada.
Mientras tanto Axel estaba recostada boca abajo en su cama, revisando los archivos encontrados entre las cosas que tenía, y con su teléfono se encontraba sacando cuentas y apuntando en una libreta todas las operaciones. Fue entonces cuando escuchó mucho ruido en la habitación de Samara, alzó una ceja y puso más atención en ello, se escuchaba aire, pero las ventanas estaban cerradas, luego comenzó a escuchar ruidos en la pared, cosas golpeándola. Y finalmente escuchó a Samara, no pudo escuchar qué dijo pero se escuchó un grito, y entonces decidió entrar.
Se teletransportó hacia la habitación y cuando estaba dentro se agachó porque un libro casi lo golpea en la cara, había mucho aire, miró hacia las ventanas, estas estaban cerradas; luego enfocó a Samara en el suelo, no había nadie más que ellos dos. Se dirigió hasta ella a cómo pudo, sin que nada lo golpeara, tomó su rostro, se veía asustada.
—Samara, ¿estás bien? ¿Qué tienes? —preguntaba tomando de la mano a la chica, esta al sentir su mano la apretó con miedo.
—No lo sé, no sé qué pasa, me levanté y me caí —decía Samara entre llantos.
Axel inmediatamente abrazó a la chica, comenzó a susurrar en su oído cosas para tranquilizarla y que perdiera el miedo. Una de sus teorías era que Samara había formado ese pequeño tornado en la habitación, y que tal vez podría detenerlo si la ayudaba a calmarse.
—Tranquila, respira, inhala… exhala… inhala… exhala… No pasa nada, estás bien, aquí estoy —decía Axel dando pequeñas palmadas en la espalda a Samara.
El aire que invadía el lugar comenzó a calmarse como él lo había pensado, las cosas dejaban de azotarse a las paredes y a sí mismas con fuerza, disminuían la velocidad y finalmente el aire concluyó y las cosas cayeron de golpe al suelo. La respiración de Samara se estaba regulando, sus latidos cada vez eran menos rápidos y su cuerpo dejaba de temblar poco a poco.
—Viste, ya pasó, tranquila, estoy aquí —susurró Axel a Samara, quien lloraba abrazada a Axel.
—¿Qué… fue… eso? —titubeó ella un poco más tranquila. Axel se separó lentamente de ella.
—Ni idea, creo que tú poder se salió de control, no sé cómo ni por qué, ¿te sentiste amenazada? —ella negó—. Entonces tal vez fue un nervio, ¿estás nerviosa? —de nuevo Samara negó. No se sentía nerviosa hasta que se cayó y todo comenzó a dar vueltas.
—Estaba tranquila acostada, me levanté y caminé, tambalee y caí —explicó Samara— ahí empezó todo.
—Bueno, tenemos un problema con tu poder, está fuera de control y debemos hacer algo para que esto no vuelva a pasar— Axel con cuidado levantó a Samara y la llevó hasta la cama—. Mientras tanto debes estar relajada y no forzarte, tal vez inconscientemente te asustaste por las balas, o por tú nuevo poder y tú mente hizo que esto pasará.
—Jamás había recibido disparos, pero eso debió haber sucedido cuando estaba herida, ¿no crees? ¿Por qué ahora?
—Porque estabas débil, tenías miedo, sí, pero te importaba más Lizeth, y eso te ayudó a fortalecer tu mente.
—No quiero que esto vuelva a pasarme, me asusté muchísimo.
—Esto sucede cuando no practicas — explicó Axel—. Lo siento porque no conocí a tus padres y les guardo respeto, pero jamás debieron haberte hecho que los ocultaras, debieron ayudarte a controlarlos. No sabes ni qué con ellos y es ahora un problema —suspiró él— así empecé parando el tiempo de la nada, no fue nada lindo, tuve que aprender solo, pero mientras ocultaba mi teletransportación terminé en una balacera entre dos bandos a mis 8 años.
—Entonces… Debo usarlos más… ¿Es eso? —cuestionó Samara.
—Y no debiste ocultarlos, debes dejar que solos se desarrollen, no pararlos.
—¿Entonces qué hago? ¿Crees que vuelva a pasar?
—Pues tendremos que tratar eso, puede costarte la vida —respondió serio Axel.
Holi 😜¿Les gustó la sorpresa? La verdad es que tuve una semana difícil y pensé... Creo que esto es lo único que puede animarme, y ustedes lo hacen. Siempre me animan... Así que, gracias, se lo merecen❤ los amo...
Nos leemos❤ hasta el siguiente sábado 🥱✨❤
~Zuleidy Out.
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