1- A sobrevivir
—¿Qué traman par de inútiles? —susurró Axel escondido tras una barda de material en ruinas.
Frente a él se encontraban 2 hombres con un cuchillo cada uno en sus manos, ensangrentado, hablando como si fuese pleno día, sin temor a que, a las dos de la mañana, alguien pudiese escucharlos.
—Fácil, hay que tirarlo al río —dijo uno de los hombres.
—¿Estás loco? Cargarlo hasta el río es complicado, está lejos —regañó el segundo hombre.
—¿Te parece mejor idea dejarlo aquí? ¿Así?
—Solo mátalo —se quejó el segundo hombre—, o te mataré a ti y luego a él.
—Dijeron matar y algo en mi curiosidad se encendió —Salió Axel de su escondite.
—No estamos jugando niño —habló el segundo hombre— vete antes de que seas asesinado tú también.
—¿Yo? —bufó Axel riendo— asesinado... No lo creo.
Sonrió antes de golpear al segundo hombre con su puño izquierdo y de una gran patada que fue lanzada al aire logró tirar el cuchillo que sostenía el primer hombre, dejándolo indefenso. Este mismo comenzó a defenderse a golpes, dejando dos o tres marcas sobre su rostro y un brazo lo tomó del cuello por detrás, haciéndolo retroceder hasta impactar con el dueño de este, con todas las intenciones de asfixiarlo hasta matarlo.
—¿Eso es todo? —Se burló Axel antes de teletransportarse tras él para poder dar una patada detrás de su rodilla haciéndolo caer al suelo.
Inmediatamente puso su arma detrás de su nuca mientras sonreía, viendo al hombre de pie frente a él.
—Suelta ese cuchillo, o le dispararé a tu amigo.
El hombre soltó el cuchillo y fue suficiente para que Axel jalara el gatillo y una bala atravesara la cabeza de aquel hombre, dejando al otro totalmente quieto.
Saltó el cuerpo de aquel hombre y le apuntó al pecho a su compañero, sonriendo.
—Hoy estoy de buenas, así que te daré un consejo —Quitó el seguro del arma y lo miró a los ojos— no lo necesitarás pero, me da igual. Nunca confíes en un asesino —Tras esa frase soltó el disparo que atravesó el pecho de su oponente, dejando un cuerpo inmóvil y un poco de sangre que había brotado hasta su mejilla izquierda.
Suspiró mientras caminaba observando el lugar, hasta que pudo ver una pequeña puerta hasta el fondo. La abrió lentamente en guardia de que hubiese alguien armado ahí dentro, pero lo único que encontró fue un desastre, y un cuerpo de un chico inconsciente; tocó su muñeca y pudo notar que tenía pulso, así que lo tomó con sus dos manos después de guardar su arma y se teletransportó hacia la puerta de emergencias de un hospital, desapareciendo casi instantáneamente.
Había terminado otro día de trabajo, y aún así, no dejaba de pensar en su anterior víctima rescatada, aquella chica de cabello negro y ojos castaños que por alguna extraña razón, tenía poderes igual a él.
—Maldición, ¿por qué no funciona? —Mientras tanto, Samara se encontraba en un hotel de paso, frente a una máquina de bebidas.
—¿Sucede algo señorita? —preguntó el hombre de recepción.
—Esta máquina me robó la moneda —se quejó.
Una moneda que se había encontrado tirada en la calle mientras caminaba hacia donde estaba.
—Lo siento, tal vez hubo un problema, puede intentar con otra —le aconsejó, pero Samara solo rodó sus ojos, molesta.
—¿Le parece que traigo otra moneda?
El hombre de la recepción se quedó en silencio.
—Necesito una habitación, pero no tengo dinero —habló ella— ¿puede ayudarme?
—Lo siento —susurró aquel hombre— necesita pagar antes.
—Gracias —se quejó saliendo del lugar, maldiciendo su propia existencia y a la máquina que le había robado.
Caminó durante tres calles en la oscuridad, extendiendo su mano para que su poder le proporcionara un poco de luz en su camino. De vez en cuando giraba su vista hacia atrás para ver que nadie la siguiera, sentía el peligro muy cerca, pero no veía nada, sentía que en cualquier momento podría ser capturada y necesitaba un lugar seguro dónde pasar la noche.
Escuchó un estruendo tras ella, como unos pasos siguiendola, pero no tuvo tiempo de reaccionar hasta que sintió la mano de alguien en sus labios y una mano sobre su hombro jalandola hacia un callejón oscuro. Trató de safarse pero le era imposible, hasta que sintió un arma en su cabeza y la giró lentamente hasta ver al dueño de aquella herramienta.
El mismo chico de hacia unas horas.
—¿Tu otra vez? —susurró Axel antes de teletransportarse con la chica a su casa, en la misma habitación.
—¿Estabas siguendome? —preguntó Samara atónita.
—Sigue soñando —bufó él— estaba trabajando.
—¿Asesinabas a esta hora?
—Oh, tienes razón, esperaré a que todos me vean al medio día —dijo con ironía Axel— el crimen no tiene horario.
—¿Eres un criminal? Salvaste mi vida dos veces, ¿por qué? —cuestionó nuevamente, confundida.
—No soy un criminal —aclaró— Dime, ¿tú qué hacías allá afuera?
—Buscaba un lugar donde quedarme —susurró— y me quitas el tiempo.
Samara comenzó a caminar hasta la calle, Axel se apresuró a tomarla de la muñeca para detenerla.
—¿Qué haces? Sueltame —Trató de safarse, pero él le cubrió la boca son la palma de su mano.
—Shh —susurró en su oído mientras la atraía hacia él— ahí afuera hay un tipo armado que te está siguiendo, no es seguro que salgas por ahí.
Quitó la mano de su rostro y esta se giró para encararlo.
—No me quedaré aquí —susurró ella.
—Ahora que recuerdo te desapareciste hace unas horas de mi casa, ¿cómo lo hiciste? —cuestionó.
Samara retrocedió dos pasos asustada. Axel, al ver el rostro de la chica se alejó otros dos pasos.
—No te haré daño, no me interesa —la miró a los ojos mientras recargaba su arma—. Espera aquí, te despejo el camino.
Y se teletransportó fuera del callejón, detrás del hombre que esperaba a Samara armado.
—Que noche tan hermosa —habló Axel a un lado de aquel hombre— ¿no lo crees?
—¿Estás perdido niño? —Volteó el hombre a verlo con una gran sonrisa— la secundaria está por allá —Apuntó a la derecha.
—Error —Sonrió Axel levantando la mano hacia la izquierda—, es por allá.
Antes de que pudiese reaccionar, lo golpeó en el rostro y aprovechó su asombro para poder volver a dar otro golpe, esta vez con al rodilla en la boca del estómago, haciendo que aquel hombre doblara su cuerpo con el rostro hacia abajo, donde aprovechó para golpear con su brazo y que el hombre cayera al suelo. Los quejidos de ese hombre eran lo único que Samara escuchaba mientras esperaba la señal de Axel para salir.
Sacó su arma y la recargó para disparar, no sin antes decir una última frase.
—Si fuera tú, me sentiría afortunado por morir una noche tan hermosa como esta —Y sin esperar respuesta jaló el gatillo disparando exactamente a la cabeza del hombre.
La sangre salpicó toda la banqueta y parte de la pared de su lado, también alcanzó a caer en su mejilla izquierda, pero eso no lo detuvo para asomarse hacia donde estaba Samara.
—Camino libre de peligro —Sonrió a la chica levemente, una sonrisa que pudo notarse gracias a la luz de la Luna que iluminaba el lugar.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó nerviosa.
—¿Matarlo? Es muy fácil la verdad...
—No —le interrumpió Samara— desapareciste.
—Ah, eso —Axel hizo una mueca de disgusto—, bueno, tú no me explicas, yo tampoco —dijo él, y tras esto se encogió de hombros.
—Gracias de nuevo —respondió saliendo del callejón con miedo, eso de estar hablando con un asesino, frente a un cadáver, no era algo normal para ella—. Podría agradecerte por cuarta vez si me recomiendas un lugar para pasar la noche, que no pidan pago por adelantado porque no tengo para pagar.
—Suerte con ello —se burló Axel—. Ya sabes, en esta ciudad si no tienes dinero, eres tú o la otra persona.
La chica no entendió lo que decía, pero no quiso decir nada más, pues Axel seguía siendo un extraño para ella, saber su nombre no era suficiente.
—¿Eres nueva en la ciudad? —reflexionó Axel— pareces algo desconcertada con ella.
—Técnicamente, si —respondió ella.
—¿De qué lugar vienes?
—Qué te importa —Samara comenzaba a irritarse tras no poder darle una respuesta especifica por miedo.
—¿Que me importa? —repitió Axel burlon— Estoy tratando de ayudarte, malagradecida. ¿Sabes qué? Tienes razón, no me interesa —Se dio la media vuelta para seguir su camino—. Hazle como puedas.
—Ni si quiera sé si sigo en Londres —susurró ella viendo como el castaño tomaba su camino—. Espera —gritó, pero este no se detuvo.
Suspiró nerviosa antes de teletransportarse frente a él, cubriendo su camino. El chico la miró con molestia y una leve sonrisa de incredulidad.
—Quítate, me estorbas.
—Sí, ese es mi objetivo —le contestó de manera seria—. De acuerdo, lo siento si fui grosera.
—¿Que si lo fuiste? Mucho, ahora apártate que no estoy para perder el tiempo.
—Axel —susurró tomando su brazo, él la volteó a ver, curioso—, ayúdame.
—No es mi problema Samara —recalcó su nombre con un tono serio.
—Te pagaré la próxima vez que te vea, sólo necesito para una noche en el hotel, es todo.
—No nos veremos otra vez —le dijo seguro de ello, y tras esto, se teletransportó a su casa, cansado de tantas situaciones que había vivido durante ese largo día.
Samara se quedó ahí, pensando alguna forma de conseguir dinero para pagar el hotel.
Un buen rato después Axel se encontraba en su casa, saliendo de la ducha hacia su habitación para dormir, más relajado por lo que había sucedido con esa chica.
Se sentía un poco extraño al recordar la manera en que ella había tomado su brazo, y peor aún, que él lo hubiese permitido sin decir nada al respecto. Recordaba claramente su mirada de nervios y vulnerabilidad que había chocado con la suya en ese corto momento, y algo dentro de él sentía culpa por no haberla ayudado.
—Que ridiculez —habló al aire—, no es mi asunto.
Mientras acomodaba algunas de sus cosas personales en uno de los estantes que se encontraba a un lado de su cama, una llamada entró a su celular captando su atención inmediatamente.
—Debe ser una broma —se quejó antes de tomar la llamada—. Dime Rich.
Unos segundos después cortó la llamada y tras tomar un abrigo y su arma salió por la puerta principal de su casa dirigiéndose a una de las tiendas de la plaza, misma que se encontraba a unos minutos de su casa yendo en auto. Para Axel, sacar el auto a esa hora de la noche era peligro asegurado, así que comenzó a caminar hacia allá lo más rápido posible, para no agotar su poder en caso de emergencia.
Entró en silencio a la tienda, que se encontraba abierta y en completa oscuridad y silencio, alerta a cualquier movimiento por parte del enemigo, mientras iluminaba el camino con la lámpara de su teléfono. Sus ojos se abrieron con sorpresa tras ver a dicho criminal que había invadido la tienda.
—¿Tú otra vez? —La chica se giró en guardia al escuchar que tenía compañía.
Samara no dio ninguna explicación y de un golpe aventó al suelo el teléfono de Axel, este inmediatamente comenzó a tirar golpes al aire, sin poder ver nada por la oscuridad, acertando unas cuantas veces al rostro de la chica.
—Basta —habló finalmente ella mientras extendía la palma de su mano hacia enfrente, para, con su poder, iluminar un poco el lugar.
—Eres increíble —susurró Axel lo suficientemente bajo para que la chica no escuchase—. Pues te pregunté algo, ¿Qué haces aquí?
—Tengo hambre, no tengo a dónde ir y mucho menos dinero —confesó—. No me lleves con ellos, quiero vivir.
Las pupilas de la chica se dilataban y las lágrimas cubrían sus ojos, el castaño, sin entender, guardó su arma y buscó su celular para recogerlo y que Samara pudiese dejar de utilizar sus poderes.
—¿De qué hablas? Chica yo no voy a entregarte a nadie.
—¿Entonces qué haces aquí? —La voz de Samara comenzaba a debilitarse y cortarse por el miedo y la ansiedad.
—Me enteré de que estaban robando una tienda. Tú.
—¿Eres policía?
—¿Es enserio esa pregunta? Claro que no.
—No pensé que fuese tan difícil, quiero ir a casa— susurró ella, pero Axel alcanzó a escucharla.
—Te preguntaré una vez más, ¿De qué lugar vienes?
—Londres —respondió.
—Estás en Londres, deja de jugar conmigo Samara que no tengo paciencia —habló Axel con tono molesto.
—Si te digo me entregarás de inmediato con ellos —respondió con miedo.
Antes de que Axel pudiese decir algo más, disparos se escucharon cerca de la tienda, haciéndolo reaccionar y poniéndose frente a Samara, de espaldas. La chica gritó por el susto, haciendo que el castaño girara la vista hacia ella mientras sacaba su arma.
—¿Ves esa puerta roja de allá? —preguntó en voz baja mientras volvía a girar la mirada hacia la puerta de la tienda, Samara se encontraba asustada, en el suelo— Levántate o ahora sí morirás —se quejó él.
La chica se levantó y con las manos temblorosas apuntó a la puerta que aquel chico le había dicho hacía unos momentos.
—¿Esa puerta? —titubeó en un susurro, Axel asintió.
—Cuando te diga, corres hacia allá.
Tres hombres armados entraron a la tienda, traían consigo unos aparatos un tanto diferentes a los que Axel conocía, por lo que no pudo deducir de qué organización se trataba; sin embargo, Samara los ubicó al instante, eran aquellos que venían tras ella, persiguiéndola.
Estos comenzaron a disparar cuando se encontraron en plena oscuridad, Axel le dio su teléfono a Samara en un movimiento rápido y comenzó a disparar él también.
—Corre —gritó y la chica comenzó a correr hacia la puerta roja, pero al llegar a esta no pudo abrirla.
—Esta cerrada —gritó de vuelta, lo cual había sido un error, pues uno de los hombres la tomó del brazo e inmediatamente sintió una jeringa en su cuello y un líquido atravesar su piel, haciéndola quedar inconsciente en cuestión de segundos—, ayuda.
El castaño, por su parte, dejó de disparar y comenzó a teletransportarse tras cada hombre rápidamente para golpear de una patada su espalda haciéndolos caer. Uno recibió un tiro en la cabeza, con el último le dio tiempo de tomar su cabeza y romperle el cuello de manera rápida para dirigirse a donde provenía la luz de su celular, encontrando a Samara inconsciente y al tercer hombre buscando uno de los aparatos que traían consigo.
—¿Buscas esto? —preguntó antes de mostrárselo y disparar directamente entre sus ojos.
Guardó su arma y aquel aparato junto con su celular para tomar a la chica en brazos, pudo notar que no se encontraba herida, así que retiró la jeringa de su cuerpo y la aplastó después de cargarla para teletransportarse fuera de ahí, a un lugar más seguro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro