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░⃟⃛ Dᴇᴜx ➮ ❛𝑇𝑜𝑢𝑟𝑛𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑛𝑠 𝑙𝑒 𝑉𝑖𝑑𝑒❜ 

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OTRO VÍDEO, PERO ÉSTA ES LA PORTADA DEL VÍDEO
QUE USÉ Y EN EL QUE ME BASÉ ⚠️ ))

🏛;; 𝐓𝐞𝐦𝐚 ➤ Tourner dans le vide.
🏛;; 𝐀𝐫𝐭𝐢𝐬𝐭𝐚/𝐬 ➤ Indila.
🏛;; 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 ➤ basada en la letra y el vídeo de la canción.

🏛;; 𝐒𝐢𝐧𝐨𝐩𝐬𝐢𝐬 ➤ Una historia insistente, sin un
final adecuado,  contado por un veterano deso-
rientado a un niño del nuevo  mundo.

🏛;; 𝐃𝐢𝐚 ➤ febrero 28 / 2021
🏛;; 𝐇𝐨𝐫𝐚 ➤ 22:48 PM.

   "Su relato comenzaba con una suave melodía. Un tarareo continuo e insesante, que reflejaba todos sus sentimientos.

   Recordaba su nombre y sus solicitudes. Recordaba su tez y su cabello, sus ojos y sus manos, la forma en la que le amaba y la forma en la que era amado"; decía en la contratapa del libro.

   Kevin Dorm era el nombre del que llevaba las ropas sucias.

   Eddward Marion era el nombre del que llevaba las ropas caras.

   "Era pelirrojo, de tez pálida"; comenzaba diciendo, sentado en aquel enorme sofá verde mirando su libro de tapa café, viejo, polvoriento.

   "La mirada tímida y las manos maltratadas"; proseguía, cómo una melodía de nunca acabar. El niño levantó la vista, y miró al hombre sentado en su sofá.

   "Tallaba a piedra, hijo de obrero"; terminó, levantando los ojos de sus páginas para mirar al jovencito. El niño de ojos color verde miraba al viejo canoso de ojos verdes.

   ㅡMi nombre es Kevin Dorm ㅡse presentó, delante del reyㅡ, y me encuentro a su disposición.

   ㅡConmovedor hijo de obrero, Su Majestad, el rey Jimmy desea los atributos especiales de sus manos para tallar la más brlla obra maestra que jamás hayan visto sus ojos; su nuevo tesoro, el príncipe Eddward.

   Una foto, en blanco y negro, fue dada en mano. El hijo de obrero se quedó un minuto en silencio, recordando todas las veces que aquél al que llamaban "príncipe" había aparecido por su tienda, llevándose detalles pequeños para personas importantes.

   Sonrió con la vista puesta en el nuevo postor, asintiendo un par de veces con su cabeza.

   ㅡSu Majestad desea verle después de hora, asegúrese de traer todos sus materiales ㅡcomentó el soldadoㅡ. Cuando llegue, lo estarán esperando en la puerta. No se demore, no se apure, tómese su tiempo y venga con seguridad.

   ㅡEntendido, señor.

   ㅡEl duque de Goldberg se encargará de su paga y de llevarlo directo al lugar de encuentro con Su Majestad.

   ㅡEntendido, señor ㅡrespitió, guardándose la foto en el bolsillo.

   ㅡRetírese.

   ㅡSí, señor.

   Con paso firme se dirigió a su hogar, marchando al son de un tarareo ya conocido. Cuando llegó a su puerta, se encontró con la dulce esbeltura que siempre venía a visitarlo antes de que cayera el sol.

   ㅡKev ㅡsonrió, al verle, corriendo para tomarle entre sus brazosㅡ, ¿dónde estabas? Nunca te había echado tanto de menos...

   ㅡLo siento, sólo tenía que ir a buscar un trabajo personal ㅡmetió la mano en su bolsillo, mostrándole la foto al sacarla de ésteㅡ, es muy hermoso y, por tu mirada, siento que le ves familiar; ¿acaso le conoces?

   El muchacho de ojos celestes, piel pálida y cabello oscuro levantó la cabeza para mirarle. Los ojos llenos de miedo se habían puesto a llorar, mientras el pelirrojo le abrazaba con una sonrisa ladina.

   ㅡNo llores, mi dulce príncipe ㅡmurmuró, atrapándolo entre sus brazosㅡ; nuestro amor siempre será un secreto.

   ㅡNuestro amor... ㅡlevantó la vista, secándose las lágrimasㅡ, ¿quién podría apenas descubrirlo?

   ㅡSi lo hacen, no tenemos de que temer... ㅡbesó su frente y acarició su nariz con la suyaㅡ. Nuestro amor será leyenda.

   Aquella noche, después de todo el amor que el hijo de obrero pudo darle al príncipe, ambos emprendieron camino al castillo. El príncipe entró por la balcón de su habitación, mientras que el hijo de obrero se encontró con el duque en la puerta principal.

   ㅡBuenas noches, duque de Goldberg, mi nombre es Kevin Dorm. Soy el único hijo del señor Dorm, él fue quién...

   ㅡMe atrevo a decir que sé quién es ㅡguardó su reloj de bolsillo, sus ojos amarillos en los ojos del hijo de obreroㅡ, ¿tallas a piedra?

   ㅡA piedra, a madera ㅡcomenzóㅡ No puedo hacer cuadros debido a mis manos dañadas, pero puedo hacer sus recuadros.

   ㅡBien. Tendrás que dar lo mejor de ti para ésta escultura ㅡse volteó, haciéndole señas de pasar con élㅡ Tienes que dibujar al príncipe, así tus sucias botas no volverán a pisar Palacio ㅡcomentó, sin escrupulos.

   El pelirrojo frunció el ceño y miró sus botas, estaban sucias, sí; pero no dejaban rastro de sus pisadas en el blanco marmol. Se preguntaba si habría hecho algo malo, o si de verdad estaba ensuciando el palacio, aunque no le importaba.

   En su cabeza sólo pasaba la misma frase: "lo haces por él".

   Tres días y dos noches fueron suficientes para que el pelirrojo y el pelinegro se hablaran y se tomaran indicaciones de la escultura. Siempre había alguien vigilándolos y el rey aparecía de vez en cuando para aprovecharse del tiempo libre.

   Un día, cuando el rey se había despojado de sus tareas y el hijo de obrero no tenía que pisar nuevamente en Palacio, Su Majestad ordenó un cita de té para sus tres personas favoritas; su querido príncipe, su general de apoyo (General Rolf, a su servicio) y su mano derecha (el duque de Goldberg).

   ㅡQué excelente tarde ha escogido Su Majestad para el té de hoy ㅡalagó el general de ojos marrones y tez morena.

   ㅡAh, me encantaría decir lo mismo de a quienes escoge para pisar Palacio ㅡsuspiró el duque de ojos amarillos y cabello azul oscuroㅡ. Soberbios y sucios.

   ㅡ¿Puede ser más claro, señor Nathan? ㅡhabló, con el ceño fruncido, el príncipe de cabellos negros y ojos zafiro.

   ㅡ¡El obrero! ㅡexclamó el generalㅡ Le recuerdo que tanto yo cómo el príncipe hemos salido de los más bajos pueblos... ésto podría insinuarse cómo una ofensa a la realeza.

   Rió; ㅡTodos tienen un papel importante en el pueblo, lo comprendo, ¡pero Dios sabrá por qué le ha dado una cara tan bonita, y un trabajo tan horrible!

   ㅡ¡Él está orgulloso de ello! ㅡel príncipe hizo que la taza resonara con fuerza sobre el pequeño plato, y éste sobre la mesaㅡ. ¿Por qué usted se ríe?

   ㅡSu Majestad, le pido que reprenda éste comportamiento molesto ㅡdijo, mirando con cero sentimiento al rey, quién no ha hecho nada más que beber de su taza de café.

   ㅡNo, no lo juzgues ㅡel príncipe se levantó, golpeando con sus manos la mesaㅡ Tú, que no sabes de los mareos y el trabajo. Tú, que eres falsamente feliz y cambias todos tus valores.

   ㅡ¡Suficiente! ㅡgritó, alejando la taza de su boca.

   ㅡ¡Tú, maldito hipócrita! ㅡchilló, antes de caminar a paso rápido dentro del palacio.

   El general Rolf fue el primero en dejar la pequeña fiesta del té, y caminando lejos de ellos, se metió en Palacio. Subió las escaleras, saludó a los guardias y siguió con su paseo hasta la habitación del príncipe. Abrió la puerta luego de un toqueteo secreto y lo vió a punto de salir por la ventana.

   ㅡ¡Príncipe Eddward! ㅡllamó, cerrando la puerta y tomándole de la capa qjue lo escondíaㅡ, por favor, ¡no lo haga!

   ㅡ¡Déjame! ㅡchillóㅡ. ¡Quiero ir con él!

   ㅡPero, ¿qué le pasa? ㅡaulló, cuando logró meterlo a rastras a su habitaciónㅡ, ¿por qué está tan desesperado por ir a su búsqueda?

   ㅡÉl es mi mundo entero y mucho más que eso ㅡcomentó, entre lágrimasㅡ, grito a su nombre, solo, cuando estoy desorientado... desordenado... ㅡsuspiróㅡ. Todo se derrumba cuando él se va.

   ㅡ¿Por qué no se lo ha dicho?

   ㅡMe encantaría decírselo, pero no me atrevo...

   ㅡ¿Y qué pasó después, tío? ㅡpreguntó el jóven niño.

   ㅡEl general se apiadó de él y lo llevó de paseo ㅡrespondió su tío abueloㅡ, lo llevó a ver al hijo de obrero.

   ㅡ¿Y después? ㅡsus ojitos brillaron, acercándose hasta quedar sobre su muslo derechoㅡ. ¿Qué pasó después, tío Eddy?

   ㅡAy, hijito...ㅡrió, cerrando el libro y dejándolo a un ladoㅡ. He oído tantas veces ésta historia, Ed, qué se perfectamente su final.

   El final que su tío abuelo le había contado fue que ambos habían acabado juntos... no estaba tan lejos del verdadero final, después de todo.

   Semanas más tarde, la escultura llegó a medias, y el hijo de obrero no se presentó. El príncipe observó la obra, una persona abrazada a sí mismo, con la mejilla apoyada en el hombro. No podía verse si era un hombre o una mujer, si tenía senos o no tenía prominencia alguna en el pecho, si usaba un pantalón o una larga falda; pues no estaba terminada.

   "Desaparecido", decían por las calles, y aquella horrible palabra conjugaba perfectamente con el rostro y el nombre del hijo de obrero que amaba. El príncipe Eddward, después de admirar dicha escultura, preguntó por el escultor.

   "¿Dónde está el escultor?", "¿por qué la escultura no está acabada?", "¿qué pasó con el hijo de obrero?", "¿dónde está el escultor?"; pero ninguna de sus preguntas fue alguna vez contestada.

   Iba a su hogar todas las noches, antes de que cayera el sol, pero jamás lo encontraba ahí. Muchas veces se había quedado dormido en la puerta, y el general Rolf fue siempre a buscarle. Se escapaba todas las noches cuando tenía pesadillas o cuando no podía dormir, pero nunca logró sacárselo de la cabeza.

   "¿Quién puede decirme lo que pasó?"; preguntaba, en reuniones, pero todos le evadían la mirada.

   Su tez se volvió más pálida, sus ojos se volvieron oscuros, su cabello creció sin control; pero jamás pudo olvidar a su primer amor. Ya no era el dulce príncipe de nadie, y todas las moches le oís suspirar sobre su oído; "mi amado príncipe... nuestro amor será leyenda"

   ㅡDesde que se fue, no he podido levantarme ㅡle confesó al generalㅡ Ahora es sólo un recuerdo. Una lágrima del pasado atrapada en mis ojos que ya no quiere irse.

   ㅡDebe levantarse. Hoy se presentarán los duques y duquesas a ver su obra de arte.

   ㅡNo es mía, es suya ㅡse volteó, mirándoleㅡ Es la obra de mi amor, quién ha desaparecido misteriosamente después de esculpirme.

   ㅡ¿Acaso no le gusta su escultura?

   Bajó los ojos: ㅡÉl moldeó la escultura a mi semejanza, haciéndola perfecta e igual a mi ㅡlevantó los ojos, con una sonrisa aún tristeㅡ, y fue porque ya conocía los rincones de mi cuerpo a la perfección.

   El general cerró los ojos y alejó su rostro de aquella escena tan asquerosa que planteaba su cabeza. Se dió media vuelta y salió, sin pensarlo, en busca del rey.

   Al salir y llegar al Salón, el duque le tomó de los hombros y le obligó a mirarle, el brillo de los ojos del príncipe había desaparecido.

   ㅡ¿Qué le ocurre? ㅡrió entre dientesㅡ ¿Lo extraña?

   ㅡOh, no te rías ㅡle sonrió con amargura, alejándose de élㅡ. Tú, que no sabes de los mareos y del dolor... tú, tan superficial, que no sabes nada sobre el corazón.

   ㅡ¡Kevin Dorm! ㅡllamaron, todos con los ojos en la esculturaㅡ. ¡Ése es el nombre del grandioso escultor! ㅡexplicó el general Rolf, ganádose una sonrisa sincera del príncipe.

   ㅡ¡Él era todo mi mundo! ¡y mucho más que eso! ㅡgritó el príncipe, todos los ojos sobre él.

   "Espero verte allí, en el más allá"; pensó, mientras el rey se le acercaba. Estaba asustado, pero no iba a mostrar tal impresión ante la persona que llevaba sus manos manchadas con sangre, aunque ahora se vieran limpias.

   ¿Quién se lo habría dicho?, ¿quién habría dicho las cosas que ocurrían en aquella casa?, ¿quien habría dicho las cosas que ocurrían en aquella habitación de Palacio?, ¿quién habría confesado de las noches de amor de aquellos dos?

   ㅡAyúdame... ㅡmurmuró al aire (creyendo que su amor estaba ahí), mirando al rey acercárseleㅡ. Aquí todo se derrumba desde que él no está...

   Al llegar frente a él, gruñó: ㅡCállate, cállate, ¿no ves que nos dejas en vergüenza? ㅡdijo el rey, con los dientes apretadosㅡ. Tienes dos opciones... ㅡsusurró, acercando su frente a la del príncipeㅡ, te retractas ahora... o uno de los generales te llevará a la Torre.

   La Torre... aquel lugar del que todo el mundo temía. Se encontraba tras el castillo y allí iban todas las personas con penas altas; los que violaban mujeres, los que vendían cosas en nombre del rey, los que osaban pasar a las propiedades privadas, y los que no seguían las reglas de su Dios.

   ㅡ¿Acaso le conoces? ㅡlas lagrimas corriendo por sus mejillas, pero su rostro pintado con la rabia y sus ojos sin colorㅡ. ¿A mi hermoso amor?, ¿a mi bello soldado?

   El lugar se llenó de guardias reales, siendo el general Jhonny el primero en tomarle de un brazo y alejarlo de la multitud enardecida. La escultura fue destrozada y el príncipe se vió a morir encerrado en la torre, con el hijo de obrero a su lado.

   Se preguntarán cómo es que el tío abuelo de Ed, Eddy, sabía la historia... pues, cuando el hijo de obrero estaba en la Torre, tiraba la mitad de su comida por la ventana, dándosela al abuelo de Eddy y éste a sus hijos.

   Lo mismo con el príncipe Eddward, que hasta tarareaba melodías para él y sus hijos. El abuelo de Eddy escribió detrás de hojas de panfletos reales la historia que conoció gracias a los dos amantes para dársela a sus hijos, y con el paso del tiempo, se convirtió en un libro.

   Eddy siempre estuvo enamorado de tal escultura qué, al pasar los años, se las ingenió para copiarla y ponerla en el patio trasero de su casa, que poco después pasó a un museo, con la historia de ambos enamorados ocultos cómo descripción.

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