Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

pictures i'm living through for now.

La lluvia cae a cántaros en medio del inmenso firmamento, mojando la punta de los zapatos que sobresalen de la seguridad de mi paraguas traslúcido. La nicotina de mi cigarro me nubla la visión mientras camino por las desiertas calles de Londres a un paso de considerarme casi muerto.

Ahí estás tú, con tu singular mata de cabello negro bailando con la juguetona brisa de la llovizna y el universo brillando en la particularidad de tus ojos. Tus manos la toman a ella, libres como hace mucho no lo estaban, apretando una cintura que no es la mía mientras yo me ahogo en el humo que me ha mantenido vivo a lo largo de estos tormentosos meses.

Jamás me viste de esa forma, con toda esa bondad brotando de tu cuerpo fornido, ni con esa adoración que quema tu semblante cuando ella te sonríe.

Suelo preguntarme si seré capaz de seguir adelante, y justo cuando nuestras miradas se cruzan, puedo jurarme a mí mismo que estaría equivocado si al menos hubiese estado de acuerdo con esa premisa en primer lugar. Han sido largas las noches donde no paro de preguntarme qué habría pasado si hubiese sido suficiente, si tal vez hubiese sido lo suficientemente gracioso para hacerte reír aún en tus noches más tormentosas, o pensar en mí lo suficiente como para no haberme olvidado entre la pila de versos rotos que alguna vez nos dedicamos con anhelo.

Me dijiste que lo habías hecho por mi bien, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas con el semblante más vacío y confundido que alguna vez pude dedicarle a alguien que me amó tanto como tú lo juraste. Aún así, yo jamás logré comprender en mi insignificante ignorancia qué había hecho para manchar de esa manera tu atolondrado corazón, tan lleno de heridas como un verdadero sobreviviente. Yo fui el responsable de besarlas todas, y ahora parece que no soy más que otra cicatriz adornando su aporreada superficie.

Me gustaría pensar en ti como un traidor, un ladrón incapaz de devolverme todo lo que alguna vez le dí de mí, pero sería mentirme a mí mismo, porque puedo contar con los dedos de una mano las veces que pude arrepentirme de amarte tanto como lo hice en estos cinco largos años.

Mi mente viaja a través de todos los buenos recuerdos, cada palabra de azúcar carbonizada entre corazones de papel que alguna vez ardieron tanto como el tuyo lo hizo por el mío; y puedo jurar por Dios que ni todos los cigarros del mundo son capaces de mitigar el dolor que me atravesó cuando la frialdad adornó tu semblante al estudiar mis huesudas mejillas, esas que alguna vez besaste con admiración por lo rechonchas que eran contra tus dedos.

Ella es tan hermosa, en ese precioso vestido mostaza contrastando con el buzo negro que te regalé en tu vigésimo cumpleaños y que ahora arropa sus brazos de forma odiosa a causa del frío. ¿Te sigue gustando, no es así? lo sé, porque te conozco más de lo que alguien pudo hacerlo alrededor de toda tu vida, y no puedes mentirte a ti mismo tal como lo hiciste conmigo alguna vez, ya no.

Estaré bien, me repito, aún a pesar de las lágrimas luchando por caer de mis ojos cansados luego de otra semana plagada de insomnio y pensamientos intrusivos que llevan tu nombre en todo momento. Daría lo que fuese por poder odiarte, y aún así, sólo puedo derretirme por la sonrisa perlada que le dedicaste sin dirigirme la mirada.

Ojalá estar en su maldito lugar, tal vez mi cabello se vería mejor recostado en tu hombro, o tus manos se derritirían con la misma naturalidad sobre mis curvas.

Ya ni siquiera sé qué debo hacer para olvidarte, incluso mi psicólogo suspira cansino cada que tu nombre aparece en medio de nuestras terapias. Te amo, te amo tanto que no tengo la dignidad suficiente para negarlo si corrieses de nuevo hacia mí con la cola entre las patas y tus ojos arrepentidos tan brillantes como siempre me gustaron

«Oh, Jimin, eres tú. No te había visto.»

La escucho decir con su irritante voz melódica, incluso me hace sentir inseguro de la mía antes de responderle. Tú ni siquiera me volteaste a ver de nuevo, sólo desviaste la mirada hacia la vitrina de la boutique que teníamos al lado, fingiendo interés como si yo no supiese que jamás te llamaron la atención esa clase de cosas.

Eres tan cínico, y tan hermoso, me gustas tanto que no puedo negarlo, y sé que lo sabes, yo también sé que no me has olvidado. Qué lastima que decides mentirle también a ella como lo hiciste conmigo.

«Hola, Leah, qué gusto verte de nuevo»

Mentí, como siempre, sin el suficiente descaro de continuar la conversación como si nada. Ella se ve afectada por mi respuesta claramente forzada y el olor a cigarro brotando de mis labios, pero se encoge arrepentida una vez analiza de forma inteligente el escenario donde presentamos nuestro pequeño circo. El único que debería arrepentirse eres tú, y casi puedo sonreír victorioso al ver tu semblante temblar por un segundo.

Mis dedos pican de forma estremecedora sobre el pequeño cilindro de papel entre ellos, y rezo por todos los dioses no hacer un escándalo para obtener tu atención incluso en momentos como estos.

Debo tomarme un momento para asimilar la forma escueta en que la tomaste de la muñeca para sacarla de ahí cuando tu mandíbula comenzó a temblar llena de tensión, y daría lo que fuese para poder descifrar qué se esconde en tu cabeza para sufrir tanto con la idea de tenerme de frente, aún a pesar de lo seguro que estabas cuando decidiste derrumbar todo lo que nos habíamos esforzado a construir con anhelo los últimos años.

Ojalá las cosas hubiesen sido distintas, habría logrado viajar en el tiempo a la época donde aún podíamos amarnos sin prejuicios ni tantos problemas. Pude verlo en tus ojos llenos de pánico por la idea de jamás haberme olvidado.

El amor nunca es suficiente, eso dicen, y puedo confirmarlo luego de haberme embriagado hasta la saciedad con el tuyo, antes de que me lo hayan arrebatado como si fuésemos culpables de nuestros propios problemas.

Me quedo estático en medio de la acera cuando finalmente pasas de mí y cruzas la esquina a pesar de sus quejas. Tú nunca cambias.

¿Así se siente marchitarse? Después de todo, puedo ver como no fui más que un par de brazos de los cuales decidiste escapar cuando no pude sostenerte con la misma fuerza que antes.

Tal vez no es tan horrible no poder olvidarte al final del día.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro