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꒰⁠ 1 𑄝 ꒱ LIVE

Había mucho frío, eso es de lo único que la pequeña podía estar segura. No encontraba por ningún lado el calor de su mamá ni escuchaba los chillidos de sus demás hermanos, solo era ella contra el frío mundo. No sabía cuánto tiempo había estado allí pero debía ser mucho si ya estaba dejando de sentir las patitas y la cola. Cansada de llorar sin que alguien se apiade de ella estaba lista para dejarse ir y partir a una siguiente vida.

Lástima no haber podido vivir más de tres días.

Cuando dejó de llorar y dejó caer su cabeza en la nieve, unos pasos se escucharon muy cerca. No, no podía rendirse, su salvación podía estar muy cerca. Volvió a llorar y chillar lo más fuerte que su seca garganta le permitió y por fin lo consiguió. Una luz cegadora invadió su casi nula vista y luego un chillido.

-Dios ¿Quién pudo tirarte así nadamas en medio de la nieve? -Era una voz suave y femenina, se escuchaba acogedora y amable. -No puedo dejarte así -Antes de siquiera pensarlo, fue tomada en brazos y resguardada en algún lugar más cálido, que en este caso fue el abrigo de felpa de la chica.

Lo siguente que pasó para la pequeña gata, fue sentir todo muy pesado y perder la conciencia.

Hong Eunchae era una amante de los animales ¿Y cómo no serlo? Su padre era un veterinario muy reconocido que nunca dudó en compartir sus conocimientos con su única hija, así fue como Eunchae no dudó en acudir a su progenitor cuando se dió cuenta del estado del gatito. Pedaleó a toda velocidad con su bici dejando al pequeño inconciente envuelto en su abrigo así eso le hiciera pasar frío a ella misma.

Pedaleó por al menos unas siete u ocho cuadras hasta llegar a dónde el consultorio de su padre. Sabía que llegar sin el abrigo le provocaría un regaño pero en ese momento no era su vida la más importante.

Entró casi corriendo sabiendo que su padre debería estar libre de trabajo ya que casi era hora de cerrar. Cuando su padre la vio frunció el seño al verla con su suéter en los brazos y la respiración entrecortada.

-¿Eunchae? ¿Qué haces aquí? Te dije que fueras a casa antes de que el frío arrecie ¿Y por qué no llevas el abrigo puesto? -Su padre la bombardeó de preguntas que no estaba de humor para responder.

-Encontré a este gatito en la calle, creo que tiene hipotermia, no parece tener más de una semana -Sin pedir permiso dejó al pequeño aún envuelto en su suéter en la camilla del consultorio. -Ayudalo papá.

Sin poder decirle que no a su pequeña, Seongcheol tomó su estetoscopio y se acercó al pequeño cuerpo prácticamente inconciente. Eunchae se alejó para dejar a su papá trabajar y esperando el diagnóstico.

-En efecto, estaba a punto de morir de hipotermia -Encendió las luces amarillas que estaban por arriba de la camilla y lo acercó al pequeño cuerpo para darle calor. -No debe tener más de cuatro días, incluso dudo que haya tomado leche de su madre, se ve muy débil -Rebuscó en sus cajones hasta encontrar una geringa y seguidamente una ampolleta. Tomó una dosis muy pequeña y la inyectó en el pequeño muslo de la criatura. -No puede quedarse en el consultorio, se despertará en cualquier momento con hambre y alguien debe darle fórmula.

-Lo haré yo -Responde enseguida Eunchae. -Sigo de vacaciones así que puedo cuidar de ella, solo dame la fórmula.

-¿Estás segura? -Inquirió su papá. -Recuerda que no vives sola.

-Kazuha es muy tranquila, ni siquiera va a molestar al pequeño.

-Pequeña -Corrigió Seongcheol. -Es una hembra.

-Oh, bueno, a la pequeña.

Eunchae puso sus mejores ojos de bambie y un puchero de bebé que definitivamente iban a hacer seder a su padre antes de lo pensado.

-Bien, pero si sientes que no puedes debes regresar con ella mañana temprano ¿Entendido? -Eunchae asintió feliz ante las palabras de su padre.

Mientras Seongcheol terminaba de cerrar la clínica, mandó a Eunchae a la fórmula especial para gatos recién nacidos y un par de biberones de igual forma. Envolvieron a la gatita en una sábana igual de afelpada y caliente que el sueter de Eunchae y a su vez la misma volvió a ponerse la prenda bajo la atenta mirada de su padre. Debido a la hora, el mayor fue quien los transportó a ambos a la casa en su camioneta, dejando la bici en el hospital, ya regresarían por ella después.

-Amor, ya llegamos -Seungcheol se fue directamente a la cocina para ver a su esposa mientras Eunchae se dirigió a su habitación con la finalidad de acomodar a la nueva inquilina en un sitio más cómodo y cálido.

Luego de dejar a la pequeña en una de las esquinas de su habitación se encargó de acomodar algunas lámparas cerca para que le transmitieran calor, luego de asegurarse de la comodidad de la gatita ahora solo dormida, buscó ropa cómoda para bajar a ver a sus padres.

Antes de bajar por completo, se encaminó a la sala donde se encuentraba la jaula de la callada Kazuha, una híbrida de loro que su padre llevó a casa hace casi dos años luego de rescatarla de casi morir por maltrato animal. Kazuha siempre había sido muy seria y callada para ser un loro, incluso prefería mantenerse en forma de animal que de humana la mayor parte del tiempo, su padre le dijo a Eunchae que tal vez era por el trauma de su primer año de vida, después de todo incluso había perdido la vista en el ojo izquierdo y eso la inutilizaba a la hora de volar.

Por eso Eunchae nunca la forzó a hacer algo que no quisiera, su jaula estaba abierta para el momento en que ella decidiera salir de allí pero no lo hacía casi nunca.

-Buenas noches, Kazuha. No te había visto en todo el día.

La lora emitió un sonido bajo y movió la cabeza como una forma de saludar a Eunchae quien entendió muy bien. La chica tomó el semillero vacío de la jaula y lo relleno con semillas de girasol para regresar el trasto ahora lleno.

-¡Eunchae! -El grito de su madre la hizo retomar el camino inicial hacia la cocina, donde sus padres ya la esperaban para cenar.

-Buenas noches mamá -Saludó al sentarse frente a ella.

-Papá me contó tu aventura ¿Ya has acomodado a esa pobre gatita?

Sí, si había algo que la familia compartía era su amor por los animales.

-Se ve muy débil, estoy esperando a que entre en calor para darle leche.

-¿Ya le has puesto un nombre? -Secundó su papá.

Eunchae abrió los ojos sorprendida. -¿Me la puedo quedar?

-Claro que sí, le estás salvando la vida.

La menor de los Hong sonrió grandemente. No lo pensó mucho antes de responder. -Yunjin, se llamará Yunjin.

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