twenty two
No pasó mucho tiempo antes de que Rosé se fuera casi corriendo tras Jennie, encontrándola en su habitación, sentada sobre el borde de la cama con la cabeza entre sus manos y los codos apoyados sobre sus piernas.
-Jenn... Jennie -llamó, plantándose sobre el marco de la puerta-. Escucha, lo siento. No debí decirlo así, eso no... no es así como lo dije.
La voz de Rosé salía de manera débil, sonando como si estuviese cansada. Su cabeza daba vueltas y dolía levemente, a la vez que se recriminaba mentalmente por haber soltado aquello como lo hizo.
Seguía sin recibir una respuesta, quedando solo en palabras al aire, así que decidió entrar a la habitación y sentarse a su lado en la cama. Se colocó a modo de que su rostro intentara buscar el contrario, el cual estaba perdido entre su cabello.
-Hey, mírame -le pidió, pasando uno de sus brazos por encima de los hombros de la mayor y sacudiéndola suavemente para llamar su atención-. De verdad lo siento, reconozco que esta vez me pasé. Tanto con lo que hice, como con lo que dije.
Momentos después, Jennie apartó el brazo que sostenía sus hombros, para después alzar la cabeza, mirando a los ojos a Rosé.
-Deja de intentar joderme la vida -susurró con molestia en cuanto estuvo cara a cara con la menor-. He tenido suficiente de ti en el pasado. Lo único que te pido es que me dejes hacer las cosas a mi manera. Soy adulta y...
-Justamente porque eres adulta, deberías dejar de actuar como lo haces -interrumpió-. Justamente porque eres adulta... y Lisa no.
-Entiendo lo que dices, sin embargo, yo nunca he hecho nada para aprovecharme de ella. Jamás le he tocado ni un solo cabello sin que ella lo permita -contestó seriamente-. Y se lo puedes preguntar si quieres. Ella sabe lo que está haciendo.
-Sí, Jennie, pero te puedes meter en un lío enorme si alguien llega a saberlo por cualquier motivo. Ya sea alguien de la escuela o de su familia -indicó cada punto con sus dedos-. Hay dos maneras en las que esto puede acabar: O te quitan tu licencia como docente, o vas presa de una vez. Y creo que ninguna es opción.
Jennie suspiró fuertemente y colocó sus manos tras su cuello, apoyándose aquí para tirar su cabeza hacia atrás y mirar al techo.
No contestó de nuevo, teniendo en mente las palabras recién dichas, las cuales ya habían aparecido en sus pensamientos antes.
-Existen tantas personas de tu edad con las que salir, y no puedo creer que, por segunda vez, te involucres con alguien por debajo de los dieciocho -continuó diciendo Rosé.
-Lo sé. Soy consciente de eso, ¿sí? No creas que no lo pienso todos los días -respondió, volviendo a mirar a la menor-. Que tampoco estoy llegando a los cincuenta, nos llevamos ocho años, pero aún así, comprendo que no está del todo bien.
-Y si a eso le sumas que es tu alumna...
Jennie tomó una profunda respiración, soltando el aire de golpe, bajando sus hombros como si estuviese decaída. Prefirió cambiar el tema a uno que le tenía intrigada también.
-Por cierto, quiero que me digas lo que sabes respecto a que Lisa me está usando a su favor -dijo, haciendo comillas con sus dedos ante las últimas palabras.
-Ah, sí, eso... -Rosé apretó sus labios, pensando en cómo volver a formular esa oración-. Jisoo me lo dijo ayer y creí que decírtelo iba a hacer que me sintiera mejor al verte afectada por eso.
-Eres una idiota -dijo Jennie, negando con su cabeza y riendo secamente-. Bueno, ¿pero qué te dijo exactamente?
-Dijo que, debido a que tú eras bastante estricta y amargada para su gusto, y el de todos en la clase, la misma Jisoo fue quien sugirió la idea a Lisa de que se acercara a ti para mantener un tipo de relación que, a fin de cuentas, las beneficiara principalmente a ambas -esperó unos segundos la reacción de la mayor antes de hacer otro comentario que esperaba que relajara medianamente el ambiente-. Un poco innecesario de su parte, si me lo preguntas, pero quién soy yo para juzgar, ¿no?
Logró hacer que Jennie sonriera levemente al escuchar aquello último, recordando que Rosé había tenido los mismos privilegios, si no es que más, que los que tenía Lisa estando con ella. Con la única diferencia de que Rosé había sentido atracción antes que interés.
No pretendía negar que aquello le molestaba, pero lejos de solo molestarla, la confundía. No lograba entender las intenciones iniciales de la chica con lo que había estado sucediendo desde entonces.
Aún así, algo de duda se removía dentro de sí misma, pues pensándolo bien, Lisa nunca se había sincerado con ella en cuanto a lo que sentía o no. Sabía que se gustaban, pero era todo. El problema es que no era suficiente.
Cada vez pensaba más y más, haciéndosele imposible no molestarse ante la vaga idea de que Lisa podía estar aprovechándose de algo que ella no hacía a cambio de "favores sexuales". El hecho de que le perdonara algunas calificaciones y errores en ciertos exámenes no era equivalente a lo que hacían a solas.
Cada cosa que hacía por ella, académicamente hablando, era por el aprecio que le estaba tomando desde hace algunos meses atrás. Porque sabía que a veces ella robaba de su tiempo de estudio para estar juntas. Nadie le pedía que lo hiciera, simplemente lo hacía porque ella así lo quería, sin necesitar obtener sexo a cambio.
Le comenzaba a resultar repulsiva la idea de estar con una persona que tenía intenciones de utilizarla a cambio de esas cosas sin tener un previo conocimiento de ello. Aún más, teniendo la incertidumbre sobre sus sentimientos actualmente.
-¿Tú jamás lo hiciste por eso, verdad? -preguntó después de un gran silencio en el que se había quedado mirando al piso y pensando en todo-. Salir conmigo solamente porque querías buenas calificaciones.
-Hmm, déjame ver... -Rosé colocó su mano sobre su barbilla y fingió pensar su respuesta, hasta que sintió un ligero golpe en su brazo por parte de Jennie-. ¡Auch! Claro que no, tonta. Nunca lo hice por eso.
Ambas rieron ligeramente después. Jennie escondiendo su enojo y confusión detrás de ello, mientras Rosé lo hacía con su nerviosismo y sus pensamientos disparatados.
Una parte de sí misma estaba en conflicto también, a la misma vez que la otra parte estaba sumamente avergonzada con Jennie.
Realmente pensó que intentar herir sus sentimientos la haría sentirse complacida con sus acciones, pero no se daba cuenta del sentimiento tan negativo que estaba cultivando en sí misma. No le agradaba la persona en la que se convertía cuando se presentaba un problema, y eso terminó de entenderlo esa misma noche al haberse visto en retrospectiva minutos atrás y darse cuenta de lo cruel que estaba siendo con las personas a su alrededor.
Se recostó sobre la cama, con esos pensamientos flotando por su cabeza, viéndose cada vez más distorsionados, más débiles y lejanos, todo mientras sus párpados comenzaran a pesar, provocando que sus ojos se fueran cerrando poco a poco hasta dejarla caer en un profundo sueño imprevisiblemente.
Jennie seguía con su mirada clavada en el piso, completamente ensimismada y perdida entre sus confusos pensamientos. No fue hasta que Kuma entró haciendo ruido con sus patitas por la habitación, que se dio cuenta de que la menor se había quedado dormida desde hace algunos minutos.
Negó con su cabeza, levantándose de la cama y poniéndose al frente del cuerpo ajeno; tomó con cuidado una de sus piernas que se encontraban aún colgando del borde de la cama, le quitó las botas de tacón que llevaba puestas e hizo lo mismo con la otra pierna.
Luego, como pudo, intentó tirar levemente de ella para que se acomodara mejor sobre el colchón y que sus piernas quedaran sobre él esta vez. Colocó la sábana sobre su cuerpo y se dispuso a salir de la habitación, llevando a Kuma tras sus talones, para después apagar la luz y cerrar la puerta.
La dejaría dormir, pues no estaba en condiciones de manejar de regreso hasta su casa, y ella se iría al cuarto de huéspedes para evitar situaciones incómodas.
Tomó a Kuma entre sus brazos mientras caminaba por el pasillo y empezó a jugar con su naricita, recibiendo pequeños lengüetazos sobre sus dedos como respuesta, pero se detuvo antes de llegar a la sala de estar cuando escuchó el ringtone de un celular.
Bajó a la bolita de pelos marrón sobre el suelo y regresó por el pasillo, escuchándolo cada vez más cerca. Claramente no era su celular, sino el de Rosé, el cual se encontraba sonando desde el cuarto de baño.
Al llegar, lo tomó entre sus manos y vio de quién se trataba, por lo que no tuvo problema en tomarse la libertad de contestar la llamada, pretendiendo informarle que Rosé no podía hablar en ese momento.
-Hola, Jisoo. Rosé no puede-
-Rosie, ¿dónde diablos estás? -empezó a decir sin escuchar lo que la mujer dijo antes-. ¡Jaehyun lleva diez minutos golpeando la puerta de tu casa! Me dejó sola en el auto, necesito-
-Jisoo, Jisoo -llamó repetidamente mientras la otra chica hablaba sin parar-. ¡Jisoo, no soy Rosé!
Al escuchar aquella voz, la pelimorado se detuvo y frunció el ceño, totalmente confundida. Despegó un poco el celular de su oreja para ver la pantalla y revisar si había marcado el número correcto, dándose cuenta de que sí lo había hecho, pero sin entender por qué esa voz era tan parecida a la de la señorita Kim.
-¿Con quién estoy hablando entonces y por qué tienes el celular de Rosie? -preguntó preocupadamente.
-Soy la señorita Kim, Rosé se quedó dormida porque... -lo pensó mejor antes de decir nada-, es una larga historia. El punto es que no puede hablar ahora.
-¡¿Qué?! -respondió, casi gritando ante el shock-. ¿Pero cómo? No estoy entendiendo nada. ¿Cómo se conocen? ¿Por qué está dormida a esta hora? ¿Por qué siquiera está con usted? ¿Dónde se supone que están?
-Jisoo, esas son demasiadas preguntas que me llevaría mucho tiempo contestar. Mejor dime qué necesitas, ¿qué pasa en casa de Rosé?
-¡Agh!-exclamó exasperada, lográndose escuchar unos cuantos gritos al fondo-. Jaehyun, mi novio, está afuera de su casa. Se enteró de... algo, y no sé qué es lo que quiere hacer, pero está demasiado furioso. Y-Yo tengo miedo, me obligó a venir con él y no sé cómo tranquilizarlo al menos. Por eso necesitaba a Rosé, ellos se conocen, pero ahora no sé qué hacer.
Jennie abrió los ojos con sorpresa, pasando una mano por sobre su frente hasta enterrarse en su cabello y peinarlo hacia atrás. No tardó mucho en encontrar una solución para la chica, pues ni ella ni Rosé podían hacer nada en ese momento.
-Escucha, ¿el auto está encendido? -Jisoo hizo un sonido afirmativo-. Bien, es muy simple. Te pasarás al asiento del piloto y te llevarás el auto hasta casa de Lisa. No vayas a la tuya porque te encontraría muy fácil. Quédate con ella y le explicas lo que pasa, pero hazlo rápido antes de que él te vea o regrese.
Jisoo escuchó aquello y tragó grueso mientras veía asustada por la ventana del auto, notando que Jaehyun estaba distraído, escribiendo seguramente mensajes a Rosé debido a que no abría la puerta ni contestaba llamadas.
Sus habilidades para conducir no eran las mejores, sin embargo, en el calor del momento, la solución de su profesora era lo más viable, solamente debía ser rápida y actuar de una vez.
Colocó el celular sobre uno de los porta vasos del medio, quitándose el cinturón de seguridad y vigilando que Jaehyun no volteara al momento en que se trasladó en menos de dos segundos al asiento de al lado.
El movimiento del auto llamó la atención del chico, quien empezó a correr hacia ella cuando la vio sentada en el otro extremo, pero Jisoo fue más rápida en mover la palanca y presionar el acelerador, largándose de ahí antes de que Jaehyun pudiera llegar.
Aunque sus manos temblaran y tuviera algo de miedo, logró irse de ahí a una velocidad adecuada para evitar algún accidente. De cualquier manera, Jaehyun no podría alcanzarla.
Escuchó un grito ininteligible y vio por el espejo retrovisor cómo aquel chico se hacía más y más pequeño a medida que se alejaba de él por la calle. Eso debió haber encendido más su furia, pero no le importó. Ella era más importante en ese momento.
Anduvo por unos pocos segundos, hasta que vio una gasolinera, a la cual entró y se estacionó para tomar su celular de nuevo.
-Gracias -escuchó de repente la mayor al otro lado-. Voy a casa de Lisa, pero si podría decirle a Rosé que me llame al despertar, se lo agradecería.
-Me alegra que estés bien. Le diré que te llame de vuelta, no te preocupes.
La llamada se cortó y Jisoo cerró los ojos, apoyando su frente sobre el volante, totalmente exhausta. Tendría que llamarle también a su madre para avisar que se quedaría en casa de Lisa, cosa que haría después de llegar al lugar.
Mientras tanto, Jennie soltó un exhalo y siguió caminando-. Estas niñas se meten en cada lío -susurró, hablando sola en su camino a la sala de estar.
Seguía pensando bastantes cosas, y ninguna de ellas tenía un sentido concreto. Ahora que se encontraba nuevamente en el silencio de su apartamento, con ciertas dudas aclaradas por la rubia, tuvo la oportunidad de sentarse un momento a ordenar su cabeza.
Le resultaba difícil en ese momento tener el valor necesario para llamarle a Lisa y pedirle que hablaran al respecto, pues estaba bastante molesta y no sabría cómo manejarlo realmente. Por lo que, una idea cruzó por su mente a lo largo de varios minutos.
Fue por su laptop de nuevo y la trajo consigo al sofá, el mismo en el que Kuma se acomodó al lado de su dueña al haber regresado. Jennie abrió su correo, buscó el usuario de Lisa y tranquilamente comenzó a escribir el usual comunicado en el que se informaba la suspensión de una nota por ausencia.
La terminó de escribir y la envió, mas no cambió la calificación en su cuadro. No aún. Suspiró y apoyó su mano sobre el lomo de Kuma, acariciando suavemente su pelaje mientras veía la pantalla de la computadora.
Solo quería respuestas, y haría todo por obtenerlas luego de esto.
[...]
Después de haber dejado a un histérico Jaehyun en el medio de la calle y haber conducido por, más o menos, diez minutos, Jisoo llegó a casa de Lisa.
Se estacionó al frente y luego se bajó del auto, encontrándose con que la madre de Lisa casualmente iba saliendo de su casa, mientras la menor la despedía en la puerta. No se había percatado de su presencia ahí por el hecho de que jamás se esperaría encontrar a su mejor amiga saliendo sola de un auto que no era suyo frente a su casa.
Pensaba que se trataba de alguien más, hasta que vio a su madre despidiéndose de la pelimorado con un abrazo ya un poco a lo lejos. Caminó de prisa hacia ella con el ceño fruncido para empezar a interrogarla.
-¿Qué haces aquí? -preguntó sin antes saludar-. ¿Por qué tienes el auto de Jaehyun?
-Te lo resumo, Jaehyun se volvió loco y literalmente tuve que escaparme con su auto a recomendación de la señorita Kim -respondió, sonriendo forzadamente después.
Lisa mostró una reacción entre asustada y confundida por lo que acababa de escuchar. Se la quedó mirando así por unos segundos, intentando procesar aquella información que, de ninguna manera, lograba hacer sinapsis en su cabeza, antes de hacerse a un lado para que Jisoo pudiera pasar a su casa.
-Creo que voy a necesitar más que ese resumen -dijo, hablando con impacto.
Jisoo nada más asintió y entró a la casa de la menor, sentándose en el sofá con sus piernas encogidas sobre él, empezando a relatar detalladamente cada cosa que había sucedido desde la noche anterior hasta hace unos minutos.
Mencionó su tragedia sentimental con Rosé y todo el tema de que la llevaba ignorando un día completo, lo que la llevó a la cuestión en que Jaehyun se salió de sus casillas y prácticamente la obligó a estar con él al momento de buscar a Rosé porque se enteró, por parte de Jisoo, lo que había sucedido entre ellas y reaccionó de la peor manera posible.
Lisa no podía creer la cantidad cosas que pasaron en tan solo un día. Jisoo seguía y seguía contando cada vez más, mientras ella únicamente escuchaba con demasiado asombro cada una de sus palabras.
Su cabeza estaba tratando de conectar punto por punto cada una de las cosas de las que se estaba enterando. El hecho de que se haya involucrado repentinamente con Rosé la hizo confirmar las vagas sospechas que algún día tuvo y que había preferido desechar inmediatamente. Mientras que la situación con Jaehyun la hizo molestar después, pensando en el peligro al que ese tipo expuso a su mejor amiga.
Todo se iba amoldando en consecuencia a lo que pasaba, pero había algo de todo eso que no tenía resuelto en su mente aún y de lo cual se había olvidado por unos momentos al enterarse de tremendas cosas.
-Pero a todo esto, ¿de dónde sale la señorita Kim y por qué? -preguntó con el ceño fruncido y sin siquiera poder suponer una respuesta, ya que Jisoo no se relacionaba directamente con su profesora fuera de la escuela.
-Sinceramente, me pregunto lo mismo -contestó con gracia-. Ella atendió la llamada del
celular de Rosé. Fue ella quien me dijo que me escapara con el auto de Jaehyun.
-¿La señorita Kim estaba con Rosé?
-Más bien, creo que Rosé estaba con la señorita Kim -dijo sugestivamente, observando la expresión extrañada de la castaña-. Como te dije, cuando fuimos a buscarla, Rosie no estaba en su casa. La señorita Kim contestó su celular y dijo que estaba dormida. Saca tus conclusiones de eso.
Lisa ladeó su cabeza con duda, frunciendo aún más el ceño al no lograr comprender qué hacían ellas juntas, si la última vez que se vieron casi se mataban entre sí. Pero lo que la terminaba de confundir más, era el hecho de que Rosé estuviese dormida. Eso significaba que estaba en casa de Jennie.
¿Pero por qué?
-¿No sabes qué hacía Rosé ahí, verdad? -preguntó a la mayor solo para confirmar.
-Si lo supiera ya te lo habría dicho. Pero a mí también me resulta extraño que estén juntas. Luego de lo que sabemos, es lo último que nos podríamos esperar.
Lisa estuvo de acuerdo, yendo después a buscar su celular para escribirle un mensaje a la señorita Kim. No podía esperar hasta mañana, por lo que quiso hacerlo en ese momento, pero se detuvo un momento antes de entrar a los mensajes al ver una notificación de correo en su bandeja. Un correo bastante preocupante para ella, la verdad.
Esto robó su atención del objetivo principal y empezó a leer el tan temido cuerpo del mensaje, en donde se explicaba que su calificación sería la más baja por no haber presentado el ensayo en la fecha indicada.
Su preocupación aumentó y no supo qué hacer, así que fue hacia donde estaba Jisoo, encontrándosela aún con las piernas encogidas sobre el sofá mientras se abrazaba a las mismas, recostando su rostro sobre las rodillas.
-¡Chu! -llamó, logrando que esta levantara su cabeza y la observara a la espera de que dijera algo-. ¿Tú entregaste el ensayo de esta semana? El de la señorita Kim.
-Claro -respondió con tranquilidad-. Digo, lo entregué a última hora, pero sí lo hice. ¿Por qué?
-¡Porque yo no! -exclamó preocupada-.
Lo olvidé por completo y no me lo perdonó. Me envió un correo diciendo que tengo la calificación más baja por no hacerlo.
La mencionada hizo una expresión denotando lo preocupada que se puso por su mejor amiga, pensando en algo qué decir para tranquilizarla.
-No puedo suspender la materia, sería terrible para mi expediente -volvió a hablar Lisa.
-Trata de convencerla mañana de que te dé un poco más de tiempo -dijo al fin Jisoo-. Eres su favorita de todas formas, no creo que sea un problema. Haz lo que tengas que hacer y listo.
Lisa se quedó en silencio, pensando por unos segundos en ello, buscando en su mente alguna manera de pedírselo y cómo hacerlo, hasta que lo encontró y empezó a asentir con la cabeza.
-Claro, sí. Tienes razón -contestó con la mirada perdida-. ¿Qué más da? Igual lo hará si yo se lo pido, ¿no?
Jisoo asintió de manera cómplice, dando por hecho que le había dado una buena solución a su amiga y que recuperaría aquella calificación. Siendo en esos momentos cuando realmente demostraría que sus intenciones con su maestra seguían lejos de cambiar su rumbo.
[...]
El lunes por la mañana, Rosé se despertó ligeramente adolorida todavía. Tardó un poco en ubicar dónde se encontraba, hasta que reconoció la habitación de Jennie a los pocos segundos.
Con los ojos apenas abiertos, se sentó sobre la cama y masajeó su sien con los dedos. Después, se libró de las sábanas que tenía encima y se dirigió hacia el cuarto de baño, con sus pies descalzos tocando el frío suelo.
Enjuagó rápidamente su cara y se ató el cabello en una cola, antes de ir a por sus zapatos y colocárselos. Al salir de la habitación y asomarse un poco por el pasillo, se encontró con Jennie escribiendo algo apresuradamente en una nota pequeña de color amarillo, colocando esta sobre su mano como respaldo para hacerlo.
La misma se encontraba ya vestida con una elegante pieza color gris oscuro que alcanzaba a cubrir completamente sus clavículas y parte de su cuello, que también se amoldaba perfectamente a su cuerpo para terminar en un corte por encima de las rodillas, combinándolo con unos tacones negros de aguja.
Estuvo a punto de colocar la pequeña nota sobre la puerta, cuando sintió la presencia de la menor observándola desde la entrada al pasillo. Se asustó un poco, pero se relajó al instante, sonriéndole ligeramente.
-Hey, buenos días -saludó-. Me tengo que ir, pero te dejé un sandwich en la encimera y aquí está la clave de la puerta para que la coloques al salir.
Rosé empezó a caminar hasta donde se encontraba la mayor mientras esta hablaba, prestando atención y mirando la nota amarilla que tenía en las manos, la cual contenía la clave que le había dicho.
-Está bien, gracias -respondió al llegar a ella-. Me iré rápido, no te preocupes.
-No me preocupo -le respondió con gracia, mientras abría la puerta para irse.
-Oye, yo... -intervino la menor, apoyando su mano sobre la puerta para evitar que Jennie saliera aún-. De verdad lo siento por lo que hice ayer, por cómo me comporté y todo eso.
La resaca moral que tenía en esos momentos era bastante fuerte. Luego de lo que estuvo pensando antes de quedarse dormida, se sentía mal consigo misma por haber intentado molestar a Jennie y que esta, aún así, no intentara matarla mientras dormía o algo parecido.
-Lo sé, estoy acostumbrada a tus impulsividades -contestó con una media sonrisa-. Solo no lo vuelvas a hacer.
Rosé sonrió apenada y asintió.
-¿En paz? -preguntó alzando las cejas.
-En paz -respondió Jennie, dando una palmadita suave en la mejilla de la menor.
Luego de eso, se dio la vuelta y se fue, dejando a la rubia con la puerta entreabierta, la cual cerró después de varios segundos en los que la vio irse por el pasillo hasta tomar el elevador.
Fue hasta la encimera y empezó a comer el
sandwich que la mayor le había preparado antes de irse, rogando por que su dolor de cabeza desapareciera en algún momento.
Estaba a punto de terminar, cuando su atención se desvió hacia el sonido de su celular, el cual provenía de la mesa del comedor y se trataba de un mensaje.
Olvidé decirte algo antes de irme
7:06 am
Llama a Jisoo
7:06 am
Creo que es urgente que lo hagas
7:07 am
👍🏻
7:08 am
Su cabeza empezó a palpitar más en cuanto recordó su situación con Jisoo, y empezó a prepararse psicológicamente para afrontar lo que se venía.
Pero lo que se venía estaba totalmente fuera de sus planes al leer los preocupantes mensajes que la menor le había dejado la noche anterior, haciendo que se levantara de la silla rápidamente y empezara a buscar sus cosas.
En cuestión de minutos estuvo fuera del apartamento de Jennie y con el celular pegado a su oreja, esperando que la llamada fuera atendida por la pelimorado, mientras buscaba las llaves de su auto desesperadamente.
El tono sonaba y sonaba repetidamente, pero no había respuesta. Consideraba totalmente entendible que Jisoo no quisiera contestarle, pero debido a lo que había pasado con Jaehyun le urgía hablar con ella.
No sabía qué más hacer, así que decidió ir a buscarla hasta la escuela, donde se supone que podría estar un lunes a las siete de la mañana, a la vez que seguía insistiendo con las llamadas.
Lo que no sabía es que Jisoo, luego de haber pasado la noche en casa de Lisa, no tenía ánimos de ir a la escuela para probablemente encontrarse con Jaehyun ahí, por lo que le había pedido que la dejara ir de regreso a su casa.
Había pasado una noche terrible, sin poder dormir y con mil pensamientos atacándola para continuar impidiéndolo, logrando así, quedarse dormida muchas horas después al llegar por fin a su casa por la mañana.
No escuchaba el insistente sonar de su celular por el profundo sueño que la abrazaba, así que realmente no se estaba dando cuenta de que la mayor intentaba contactarla de vuelta al fin.
Rosé llegó a la escuela directamente a buscar a la pelimorado, aprovechando que los alumnos aún no entraban a los salones, pero tampoco la veía por ningún lado.
Preguntó por ella varias veces a cualquiera que se encontrara en el camino, pero todos le decían que no la habían visto aún, mientras otros contestaban que ni siquiera la conocían, lo cual hizo entrar en desesperación a Rosé.
Se detuvo un momento para pensar qué hacer, metiéndose a los baños y volviendo a intentar con las llamadas, pero seguía sin resultar, por lo que, como último recurso, tuvo que escribirle un mensaje a Lisa, preguntando por su amiga y ver si estaba con ella.
Tardó unos minutos en responder, pero finalmente lo hizo, informándole que Jisoo no estaba en la escuela, sino en su casa, que podría buscarla ahí.
Incluso, Lisa se propuso buscarla para hablar con ella antes de entrar a clase, pero Rosé, inmediatamente leyó aquello, salió y se dirigió hacia la casa de la menor.
Al no encontrar a la rubia, Lisa regresó por el pasillo y se dio cuenta que aún tenía unos cuantos minutos para hacer lo que tenía pendiente, por lo que se desvió de su camino para subir hasta el salón de los maestros, en donde entró con cierto temor, ya que ella, al ser alumna, no podía estar ahí.
Según tenía entendido, la señorita Kim iba ahí por las mañanas antes de bajar al salón en el que debía dar su primera clase. Así que, al entrar, se escondió detrás de una librera y empezó a buscarla con la mirada, pero no lograba verla cerca. Ni a ella ni a ningún otro profesor.
Intentó salir cuidadosamente de detrás de la librera, con la intención de buscarla más adentro del salón, arriesgándose a ser vista si es que había alguien ahí, pero su plan fue interrumpido al sentir dos toques sobre su hombro.
Se sobresaltó con susto y se dio la vuelta rápido, encarando a la persona que la había tocado. Y con el corazón palpitando fuertemente sobre su pecho, tomó una profunda inhalación con los ojos cerrados al darse cuenta de que se trataba de la misma persona a la que estaba buscando.
-Dios, qué susto -susurró, apretando su pecho con ambas manos.
-Eso no te pasaría si no anduvieras donde no debes -dijo la señorita Kim mientras le daba un respingo en la nariz con su dedo-. ¿Qué haces aquí?
-¿Podemos hablar? Es importante -preguntó, logrando calmarse de a poco.
-Antes que nada, ¿por qué sigues susurrando? No estamos en la biblioteca -dijo, claramente burlándose de lo asustada que estaba la menor-. No hay nadie, puedes hablar normal.
-Bien -se aclaró la garganta antes de continuar-. Entonces, ¿sí podemos?
-Claro, cuando no tenga una clase que impartir en cinco minutos -respondió, señalando el reloj en su muñeca y empezando a caminar hacia la puerta.
-Es que... -empezó a seguirla-. Es acerca de una calificación.
Esas palabras hicieron que Jennie se detuviera antes de llegar a salir del salón, sonriendo disimuladamente antes de darse la vuelta para encarar a la menor con una expresión neutra.
-Te escucho.
-Bueno, supongo que sabrá a cuál me refiero -dejó de hablar, esperando alguna respuesta de su parte que confirmara lo que acababa de decir, pero al no tenerla, siguió-. Quería saber si podría, tal vez, darme uno o dos días más para entregarla.
-¿Así nada más? -preguntó con suficiencia, alzando una ceja.
Lisa miró a su alrededor mientras se mordía el labio inferior, pensándolo por unos segundos antes de acercarse a su profesora y colocar sus manos entrelazadas detrás de su cuello, tomando sus labios entre los suyos solo unos instantes después.
Jennie apretó con fuerza los libros que cargaba sobre sus manos, obligándose a mantenerse serena ante las acciones de la menor, quien sintió algo extraño al no estar recibiendo una buena respuesta de parte de su maestra.
Volvió a intentarlo, casi forzando aquel beso que realmente no estaba funcionando para nada, lo cual le resultó demasiado frustrante.
La señorita Kim nunca le había negado un beso.
La misma mujer fue quien la apartó de ella unos cuantos centímetros, observándola muy fríamente desde su lugar y con su otra mano continuaba apretando aquellos libros.
-¿Y ya con eso piensas que lo obtuviste? -preguntó con sorna.
-No estoy entendiendo -dijo Lisa, mientras la miraba a los ojos con confusión.
-Contesta.
-N-no, no lo sé. ¿Qué más quiere que haga? -preguntó de vuelta, empezando a ponerse nerviosa.
-Arrodíllate -ordenó sin más.
-¿Qué?
Su ceño se frunció con aún más confusión que antes, sin poder creer nada de lo que estaba pasando desde hace un minuto aproximadamente.
Vio que no se trataba de ninguna broma cuando la mayor se cruzó de brazos y continuó mirándola demasiado seria para su gusto.
No le quedó más opción que hacer lo que la mayor le había ordenado, empezando a bajar hacia el suelo lentamente hasta colocar sus rodillas sobre él y dejar caer sus manos sobre sus muslos. Ahí, alzó la mirada hacia la maestra, esperando recibir algo que le diera una respuesta a la petición.
La señorita Kim continuó con la misma expresión que le estaba empezando a provocar escalofríos, para después acercarse a ella y mirarla desde arriba, colocando su mano bajo el mentón ajeno para alzarlo bruscamente.
Comenzó a trazar con fuerza los labios de Lisa con su dedo índice, paseándose por ellos como si fuese un lápiz labial. Sin dejar de observarla, colocó su dedo verticalmente sobre sus labios, sintiendo cómo la menor abría poco a poco la boca para dar acceso a él.
Sin necesidad de pedírselo siquiera, Lisa introdujo el dedo dentro de su boca, empezando a aprisionarlo con el interior de sus labios y viendo a los ojos a la mayor, antes de comenzar a chuparlo como si fuese una paleta.
La señorita Kim rió amargamente, para después sacar su dedo de dentro de la boca de la castaña sin ningún tipo de delicadeza, haciendo que la misma chocara sus dientes entre sí al tener un repentino vacío en su boca.
-¿Esto es lo que vale tu calificación, Lisa?
-¿Esto? -preguntó con desconcierto.
La mayor se agachó ligeramente, sosteniendo todavía los libros contra su pecho, logrando quedar lo más cerca posible del rostro contrario y sintiendo cómo la respiración chocaba contra la suya.
-Tu dignidad.
Al no obtener respuesta de su parte por unos largos segundos, Jennie soltó unas palmaditas suaves sobre la cabeza de Lisa mientras le sonreía forzadamente, dejando a la chica el doble de aturdida que antes, y salió de ahí.
Jamás pensó que fuera tan fácil hacer que Lisa se dejara en evidencia por sí sola. Pero ahí estaba, con aquella temida respuesta a sus dudas y un coraje que la persiguió el resto del día.
Todo esto sin notar que, a lo lejos, unos ojos lo habían visto todo desde la planta del frente.
Unos ojos y una cámara, por supuesto.
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