twenty nine
La pantalla de su televisor indicó que la película había sido pausada para concentrar su atención en el celular que sonaba a su lado sobre la cama.
El nombre de su maestra se mostraba emergente, así que tomó la llamada aún cuando le pareció extraña su aparición a esas horas de la tarde, casi noche. Además de que no podía hacerse una idea del motivo de su llamada.
-¿Es acaso esta una llamada para una segunda ronda? -habló primero en tono bromista.
-Muy divertido, sí -respondió con un ánimo bastante diferente al de la chica-. Lamento dejarte con las ganas, pero no. ¿Puedes venir a verme un momento? Quisiera hablar contigo.
Lisa se reincorporó sobre la cama y colocó una expresión confusa; no se la escuchaba como siempre, algo se sentía distinto en su forma de hablar.
-Eh... claro. ¿En su apartamento?
-De hecho, estoy dando un paseo con Kuma en el parque.
-Bien, entonces estaré ahí en unos minutos -se levantó de su cama para ir a buscar rápidamente un cambio de ropa adecuado para salir.
-Gracias -contestó solamente antes de cortar la llamada.
El sonido de finalización se hizo presente en sus oídos, por lo que apartó el celular y lo dejó sobre la base de su tocador. Continuaba estando confundida por esa llamada, pero eso no le impidió estar lista en menos de cinco minutos.
Con una ligera blusa abrigada y un jeans sencillo, ató su cabello en una cola antes de bajar hasta la entrada principal de su casa y preguntarse si era correcto utilizar su auto a pesar de no tener la licencia para conducir aún. Pero mientras observaba las llaves de este sobre la mesada decidió no perder más tiempo y las tomó, arriesgándose a hacerlo.
De todas formas no sería un tramo tan largo el que debía recorrer, solamente se encargaría de ser cuidadosa para evitar alguna detención.
Salió de su casa y se subió al auto con un deje de nerviosismo al encenderlo, conduciendo de la misma manera hasta acercarse al parque que la señorita Kim le había indicado, en donde se estacionó lejos de otros autos por si las dudas y empezó a caminar en busca de su maestra.
A lo lejos pudo reconocer aquel esponjoso pelaje marrón que parecía olfatear el pasto sobre el que se encontraba parado; sin embargo, no logró ver más que eso y su correa hasta no haber estado unos metros más cerca de ahí.
La señorita Kim se veía oculta por el arbusto a su lado, por lo que, cuando llegó a ella, la miró sentada sobre el pasto también, sosteniendo la correa de Kuma en su mano derecha y la otra detrás de su cuerpo, apoyándose en ella.
Cuando vio a la castaña aparecer al frente suyo, irguió su postura nuevamente y limpió su mano a los costados de su pantalón deportivo. Le hizo espacio a su lado desplazándose unos pocos centímetros y solamente la saludó con una media sonrisa.
Lisa imitó su accionar y se sentó sin decir una palabra, cruzando sus piernas bajo su cuerpo para igualar la postura de la mayor sobre el césped. Al hacerlo, tuvo a Kuma acercándose rápidamente hacia ella para ubicarse en el espacio entre sus piernas, sintiéndose cómoda con la presencia de la chica.
-Kuma, no seas-
-No, está bien, siempre es lindo verla -acarició su suave pelaje mientras sonreía.
Intentó tomar la correa colocando su mano sobre la de Jennie, quien no se lo impidió y le facilitó el agarre. Lisa notó la precisión ajena por apartar la mano enseguida, acumulando más dudas sobre su comportamiento.
-Y... ¿Qué es eso de lo que quiere hablar? -preguntó con inseguridad.
La mayor soltó un breve suspiro antes de detenerse a ordenar sus pensamientos, preguntándose por dónde debía empezar y dudando ligeramente todavía si aquello había sido una buena idea.
El ambiente, a pesar de verse concurrido ocasionalmente por personas ejercitándose, andando en bicicleta o paseando con sus respectivas mascotas, aparentaba ser el indicado para que sus pensamientos fluyeran con mayor claridad.
-Hace un tiempo, cuando sucedió lo de Rosé, mi padre se enteró de la situación y tuve que acudir a él para que me salvara del aprieto en el que estaba metida -comenzó a relatar-. Tenía mucho tiempo sin hablar con él, incluso vivíamos en ciudades distintas en ese momento. Y fue bastante incómodo aparecer de la nada nuevamente para pedirle que utilizara sus influencias para así evitar que yo terminara sin mi licencia profesional y en la cárcel probablemente.
Lisa se sorprendió por la repentina información y siguió escuchando atentamente sin intenciones de interrumpir, pero ansiando saber a qué quería llegar con todo eso.
-Afortunadamente solo me despidieron, y aunque no lo hubiesen hecho, yo hubiera huido de ahí sin pensarlo dos veces -colocó sus piernas en forma de 'A' para abrazarlas contra su pecho y continuó-. Mi padre tuvo que enterarse de cada detalle de nuestra relación para poder encontrar alguna alternativa viable que no me perjudicara tanto ante los abogados que contrató. Como te digo, sus influencias eran lo único con lo que contaba en ese momento.
Su mirada se encontraba perdida ante el paisaje que se posaba detrás del sendero, donde las distintas personas no tardaban en desaparecer con sus bicicletas siguiendo el camino. Le resultaba más fácil ser elocuente cuando no podía distraerse con las gráciles facciones de la menor.
-Él... me ayudó sin cuestionar nada, pero eso solo duró el tiempo en que estalló el problema, porque luego de que todo se solucionara, me expresó su cruel opinión al respecto. Pero para no entrar en incómodos detalles, su condición para darme una nueva vida lejos de ahí era mudarme a la misma ciudad que él, en donde pudiera estar más cerca de lo que yo hacía con mi vida; dando paso así, al departamento donde vivo ahora y la plaza que consiguió para mí en la escuela donde trabajo ahora.
-¿Está diciendo que lo hizo para volver a tener control sobre sus decisiones? -se atrevió a preguntar la castaña en voz baja.
-En realidad, dicho de una forma más exacta, lo hizo para asegurarse de que yo no volviera a tener alguna relación con otra chica. Eso es lo que menos le cayó en gracia de todo. Se convirtió bastante cercano al director de la escuela actual, justamente para estar al tanto de las cosas que yo no le diría por obvias razones. También, es por esa razón que constantemente debo estar respondiendo a sus llamadas y mensajes.
-Dios, eso debe implicar una presión terrible para usted -comentó, mientras todavía acariciaba a la mascota de su maestra.
-Lo fue por un tiempo. Pero en los últimos meses logré que el director dejara de vigilarme a todas horas y que dejara de enviar profesores a intentar hacerme hablar sobre mi relación con los alumnos, con el fin de sacarme información "sospechosa" -recreó las comillas con sus propios dedos ante la última palabra-. Esto lo conseguí siendo lo suficientemente indiferente a todos mis alumnos, demostrando que para lo único que estaba ahí era para impartir clases y no para ser su amiga. Ni siquiera me interesaba agradarles, y sé que no lo hago por cómo me he comportado con ellos, pero básicamente ese ha sido el propósito desde que llegué ahí.
-No dudo que esa información haya llegado a oídos del director, todos saben que cuando se trata de usted, estamos hablando de una persona... complicada -dijo con sinceridad a la mayor.
Jennie esbozó una sonrisa ladina, sintiendo cierto tipo de remordimiento inexplicable.
-Exactamente eso fue lo que ayudó, de cierta manera, a que él dejara de seguirme a todos lados y de intentar utilizar a los demás para que se acercaran a mí por esas razones. Fue una presión menos -hizo una pequeña pausa antes de sentirse lista para continuar-. Pero cuando lo de Jaehyun sucedió, desde el día en que me lo contaste hasta ahora por la mañana, no dejé de sentir una horrible presión en el pecho por lo preocupada que estaba de que todo se volviera a repetir. Aunque, esta vez no podía tener la certeza de volver a contar con el apoyo de mi padre, por lo que me preparé mentalmente para lo peor.
Lisa no quiso opinar al respecto, por lo que se mantuvo en silencio nuevamente, atenta a las expresiones y el relato de la mayor.
-Al momento de saber que todo estaba bien, que habías conseguido solucionarlo a tu manera, esa presión disminuyó considerablemente. Sin embargo, hay algo que no me deja continuar como si nada, y es a lo que quiero llegar con todo esto.
Era el momento, tenía que hacerlo ahora o ese sentimiento se prolongaría por más tiempo, causando un seguro desastre que la llevaría a arrastrarse sobre la nada.
-Cumplí mi promesa de no volver a fijarme en una chica, mucho menos si era mi alumna, eso era impensable. La mantuve sin problema por bastante tiempo gracias al susto que recién había adquirido por todo lo que había pasado -Jennie suspiró antes de continuar-. El miedo me mantuvo a salvo en los últimos años, pero desde que empecé a fijarme en ti, y tú en mí, no sería capaz de describir lo mucho que eso cambió ciertas cosas.
-¿A qué se refiere exactamente?
-Estos meses que he pasado conociéndote y teniendo estas... experiencias, he intentado mantenerme firme e imperturbable. Tal vez no lo habrás notado, pero eso ha ido decayendo gradualmente, a tal punto en que se me dificulta actuar de esa manera contigo. Incluso me da la sensación de que me he paralizado y he dejado que controles una parte de mí que me había esforzado tanto por construir al venir aquí -su corazón latía con conmoción dentro de su pecho y con cada palabra intentaba que su voz no flaqueara.
-Creo que no estoy entendiendo -admitió apenada.
La señorita Kim, con esa pulcritud que tanto la distinguía de cualquier persona que conociera, finalmente dirigió su mirada a la chica que tanto había esperado por ello, bastándole solo unos cuantos segundos para desear nunca haberse acercado a su maestra con las intenciones tan insurgentes con las que lo había hecho.
-Lo que quiero decir es que, mientras tú te dedicas a utilizarme, yo ya no puedo ocultar más el evidente arrebato que has causado en mis sentimientos.
Siendo así como, finalmente, lo había aceptado, tanto para sí misma como para con la chica.
-Señorita Kim, yo...
-Déjame terminar -pidió, alzando su mano para detenerla-. No fue ni siquiera la mitad de fácil de lo que suena decirlo, pero era algo que necesitaba hacer más por mí que por ti. Ahora, hay algo que hace que esto se vuelva más una decisión que una simple confesión, y es por eso que te pedí que vinieras.
Lisa, aún con tantas emociones golpeándole en ese instante, asintió, esperando escuchar lo que la señorita Kim tenía por decir después de esa fuerte revelación.
-Ya no puedo seguir haciendo esto. Ya no puedo pretender que no me siento culpable por faltar a mis valores; es un sentimiento que a lo largo del tiempo ha venido inquietándome cada vez más. Por lo que he tratado de encontrar una solución por mí misma antes de que la historia se vuelva a repetir de una peor manera -vio a la menor expresar su preocupación al escuchar sus palabras, pero aún así, debía ser lo más clara posible-. ¿Prometes ser completamente honesta?
-Claro, sí -contestó apenas en un susurro.
-¿Eres capaz de sentir algo por mí que no sea solo atracción sexual?
El mundo se detuvo por unos segundos para las dos. Mientras una intentaba no entrar en desesperación por lo que la respuesta estaba tardando en llegar, la otra hacía lo mejor por no crear de sus pensamientos una desgracia accidental.
Al hacerse la pregunta así misma, la respuesta resultó ser más complicada de lo que nunca creyó. No era como si alguna vez se hubiese tomado el tiempo de evaluar los posibles sentimientos que tenía hacia la mayor, por lo que no tuvo más opción que ser sincera con ella.
-No... no estoy segura -Jennie apartó su mirada de la menor y la concentró nuevamente en otra cosa-. No sé cómo distinguirlo. ¿Eso es posible?
-Lo es. Pero puedes diferenciarlo si pones en una balanza las prioridades que te atan a mí -contestó mientras trazaba líneas imaginarias sobre el pasto con nerviosismo-. Si cuando piensas en mí lo único que deseas es atención sexual, o si por el contrario solo deseas mi atención sin importar de cuál se trate. Si cuando estás conmigo te agrada mi compañía, o solo la necesitas para sentir que alguien te desea...
-Es una línea muy delgada, ¿cierto? -comentó sus pensamientos en voz alta-. ¿Podría sentir todas esas cosas a la vez?
Jennie exhaló fuertemente antes de volver a hablar, provocando que sus hombros subieran y bajaran en el mismo momento como si estuviese cansada.
-Lisa, no necesitas sexualizarte para obtener mi atención. He intentado que lo entiendas desde que me enteré de todo esto -volvió a mirarla con seriedad-. Está bien que tengas muchos deseos de hacerlo, tu edad lo justifica, pero no quiero que lo hagas únicamente porque pienses que solo así vas a conseguir interés de mi parte. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Eso le había caído como un balde de agua fría que poco a poco se expandió sobre el cuerpo entero de la menor. Era como si una parte de su cerebro le hubiera revelado de golpe lo que por tanto tiempo ignoró inconscientemente.
Ni siquiera había sido capaz de verlo de esa manera, hasta ese momento, y no podía discutir que las palabras de su maestra estaban cargadas de pura verdad.
Se avergonzó tanto cuando reparó en el daño que hasta ahora entendía que podía estar causándole a la mayor. Porque si bien la señorita Kim era una persona adulta que era su maestra, no quitaba el hecho de que también era humana, capaz de sentir de la misma manera que ella.
-Creo que lo entiendo ahora, y realmente quiero disculparme por eso. Yo siempre supe que mi actuar no era correcto, pero pensé que daría igual si usted no me tomaba en serio. Ahora veo que sí lo hizo y no sé cómo sentirme al respecto -contestó con sinceridad.
-Pude haber ignorado tus intenciones, pero realmente, después de un tiempo, no quise hacerlo, y gracias a eso me di cuenta que eres alguien que vale la pena. Hubiese sido muy estúpido de mi parte no tomarte en serio.
-Señorita Kim, tal vez esté confundida por lo que siento ahora, pero le aseguro que si usted se aleja de mí, me sentiría... mal, como si algo me hiciera falta. Usted es esa figura de la que tanto había necesitado obtener todo lo que me brinda. Y lo digo en el mejor de los sentidos -acercó cautelosamente su mano libre hacia una de las contrarias-. ¿Es eso razón suficiente para mantenerla a mi lado?
Jennie tomó la mano que Lisa había colocado cerca de la suya, entrelazando sus dedos con los contrarios mientras le miraba a los ojos con aprecio. Y al hacerlo, supo que la desgracia de la que tanto había querido huir ya se había instalado lo suficiente como para negarla más.
-Lo es -respondió solamente mientras asentía con su cabeza.
Lisa suspiró aliviada y sonrió, intentando no dejarse ver tan nerviosa como lo estaba; pero desafortunadamente, el ligero temblor de sus manos la delató ante su maestra, quien reafirmó su agarre para tranquilizarla.
Un poco de calma llegó a su incesante pálpito en el pecho, indicando que ahora podía dejar de preocuparse por una cosa menos. Aunque, de todas formas, eso no quería decir que todo acabaría ahí, pues faltaba llegar a la parte más importante y decisiva.
Pero, si bien lo consideraba esencial, también pensó que podía esperar un poco más para ser revelado a la menor, quien tampoco insistió. Por lo que se permitió disfrutar en silencio por más tiempo el alivio que le provocaron las palabras de la misma, además del cálido contacto entre sus palmas que se sentía como una buena fuente reconfortante.
La necesidad de acercarse para probar por innumerable vez sus labios bajo aquella capa de frío que les rodeaba esa noche se manifestó de manera activa en Lisa, pero al ser consciente del lugar en el que se encontraban, prefirió ahuyentarlo e intentó buscar un excusa para ello.
-Señorita Kim -la mencionada volteó a mirarla con completa atención-. ¿Por qué no he podido llamarla de otra manera, o al menos tutearla?
La mujer rió divertida ante la pregunta de la menor, pensándolo por unos segundos antes de alzar sus hombros y contestar.
-No lo sé, yo nunca te lo he prohibido -dijo con gracia.
-¿Eso significa que puedo hacerlo? -preguntó de vuelta con ilusión.
-No.
La expresión de la menor cambió a una en la que su labio inferior se superponía al contrario en una especie de mohín que causó más risas en Jennie-. ¿Por qué? -se cruzó de brazos.
-Déjalo así -se acercó hacia Lisa y colocó sus labios en contacto con su oreja para hablar bajo en ella-. Me gusta cómo suena viniendo de ti.
Se alejó con una sonrisa sagaz, dejando a la menor casi boquiabierta al comprender que la señorita Kim prefería ser llamada así al considerarlo un acto lascivo de su parte.
Desvió su mirada, sintiéndose apenada por unos segundos antes de que Kuma se levantara de sus piernas y comenzara a dar vueltas por el pasto, llevándose así su atención.
-¿Tienes hambre? -cuestionó Jennie de repente.
Lisa asintió con una media sonrisa hacia su maestra, para después sentir cómo esta soltaba su mano y se colocaba de rodillas sobre el verde césped. Se puso de pie y después se inclinó un poco, extendiendo la mano hacia la menor.
-Vamos entonces -dijo, antes de que Lisa tomara su mano y se ayudara de ella para levantarse junto con Kuma.
La señorita Kim miró disimuladamente en distintas direcciones, asegurándose de que no hubiese nadie a su alrededor, para después acercarse a la castaña y atraerla por la cintura, dejando un suave beso en su mejilla.
Lisa cerró sus ojos por unos segundos en los cuales se dedicó a complacerse con la calidez ajena y el dulce roce de los labios contra su piel. Tampoco pudo dejar escapar la fresca esencia que la mayor emanó sobre su espacio al separarse de ella a los pocos segundos.
Esta vez, algo se sintió distinto. Y no estaba segura de lo que había sido, pero sí del genuino afecto con el que había sido besada por su maestra, calificando completamente a ser lo más puro que nunca vio venir de su parte en un acto tan gentil como ese.
Jennie tomó la correa de Kuma nuevamente y ambas comenzaron a caminar al lado de la otra, mientras que sus revoltosas mentes se vieron sumidas en intensos pensamientos y expectativas, siendo propio de dos personas que no deseaban nada más que sentirse la una a la otra. En todos las interpretaciones posibles.
-¡Ahí! -exclamó Lisa de repente, asustando por unos segundos a la mayor-. ¡Vamos ahí!
Se vio obligada a deshacerse de la pequeña intervención que absorbía la atención de su entorno, para obedecer al suave tiraje que ejerció la menor en su mano, el cual se mantuvo durante todo el trayecto que les tomó llegar hacia donde la estaba llevando la chica.
Jennie sonrió al ver el pequeño puesto de comida al que la menor corría emocionada mientras continuaba tirando de su mano. Kuma la secundó a su lado y ella intentó seguirles a paso rápido.
-¿Hot dogs, en serio? -preguntó cuando hubieron llegado.
-Hot dogs, en serio -reafirmó la castaña, asintiendo con euforia-. Hace mucho tiempo no como uno.
La señorita Kim volvió sonreír mientras negaba con su cabeza y se acercaba a la ventanilla del mostrador para ordenar, sabiendo bien que Lisa no lo haría por sí misma.
Realmente no había pensado en la posibilidad de comer en los alrededores del sitio en el que se encontraban, pero tampoco se opondría a los deseos de la chica, pues verla tan emocionada por un simple puesto de hot dogs había sido muy tierno en su opinión.
Esperaron unos cuantos minutos hasta finalmente tenerlos en sus manos y empezar a comer. La mayor observaba con veneración la manera en que Lisa expresaba su agrado en cada mordida, mientras esta no prestaba atención a nada más que estuviese sucediendo.
Jennie cubrió su boca con la mano que tenía libre, riendo suavemente tras de ella al notar algo que había provocado que después colocara su dedo pulgar sobre la comisura de los labios ajenos, limpiando cuidadosamente la ligera mancha de ketchup que se había formado ahí.
Lisa se avergonzó e imitó su acción, intentando limpiarse a sí misma con una servilleta, pero con la ayuda de su maestra había sido suficiente antes. Le agradeció de igual forma y continuó comiendo, esta vez de manera más cautelosa.
-Jisoo me matará si se entera que comí esto sin ella -comentó la castaña luego de unos minutos en silencio-. A ambas nos encantan.
-Ya veo -respondió con gracia-. Y hablando de Jisoo... Lo siento, pero me genera mucha intriga lo que hay entre ella y Rosé.
Lisa rió, terminando de procesar lo que había en su boca para después contestar a la mayor-. Créame, a mí también me intriga de la misma manera. No sé tanto, pero supongo que hay algo... tienen algo.
-¿Alguna vez lo sospechaste o lo viste venir?
-Sí y no al mismo tiempo -dijo dubitativa-. Las cosas con Jaehyun se veían... bien, pero seguramente hubo un hueco en todo esto en el que yo no me enteré de lo que pasaba por su cabeza, o quizá ella tampoco esperaba sentir algo así hasta que realmente se dio cuenta de que lo hacía, y decidió contármelo todo de golpe cuando ya habían sucedido mil cosas más.
Jennie asintió, demostrando que comprendía las palabras de la menor.
-Imagino que para ambas fue distinto. Digo, lo que yo observé, desde la perspectiva de Rosé, fue algo más complejo, pero a la vez resultaba complementario con lo demás -Lisa entrecerró sus ojos, intentando entender a qué se refería-. Lo negó tantas veces como se lo insinué; y sin embargo, ahí estuvo emborrachándose en mi departamento con una única razón en mente.
Esta vez fue más comprensible para la menor lo que Jennie estaba diciendo, enterándose por primera vez de lo que había sucedido realmente esa noche con Rosé. Lo cual la dejó pensando en qué era eso que la mayor se había negado a decirle hace unos días, eso con lo que se había excusado diciendo que no le correspondía a ella hacerlo.
Era algo de lo que averiguaría luego.
-¿Eso quiere decir que Rosé se emborrachó porque quería ignorar lo que sentía por Jisoo de la manera más básica que existe? -preguntó con una sonrisa incrédula, recibiendo un asentimiento como respuesta, seguido de una carcajada suya nuevamente-. ¡Dios, esto lo tiene que saber Jisoo!
-Con solo que no menciones la parte en donde me besa, adelante -declaró con una media sonrisa burlona.
Lisa, quien apenas se había decidido a terminar lo que quedaba de su hot dog, casi se ahoga con el mismo al escuchar lo que la mayor había dicho. Masticó lo más rápido posible y tragó con dificultad al verse necesitada de una explicación.
-¡¿Qué?! -exclamó con estupefacción-. ¿Es broma, cierto?
-No, no lo es -respondió Jennie, aún riendo por la reacción que había tenido la chica-. Pero, oye, en mi defensa, lo hizo en contra de mi voluntad. Yo solo la ayudaba a curar la herida que se causó con la botella que rompió la muy tonta.
La castaña se quedó en silencio por unos segundos, procesando aquello lo mejor que su mente le permitió en poco tiempo. Con ello, se dio cuenta de que, tal vez, iba a necesitar tener una charla aún más seria de lo que pensaba con la cita de su mejor amiga.
-¿Y la correspondió? -cuestionó con mirada recriminatoria.
-Claro, la besé sin ninguna oposición -contestó con evidente sarcasmo, por lo que recibió un bien merecido empujón suave sobre su brazo de parte de la menor.
-No es gracioso -determinó, cruzándose de brazos después.
Su semblante intentó mantenerse serio, incluso luchó por no dejar escapar ni una sonrisa, pero fue difícil con la mirada de la mayor puesta en ella, por lo que, sin querer, empezó a reír, siendo seguida por la misma.
-Bien, bien, lo siento -dijo, rodando sus ojos mientras seguía riendo-. Sabes bien que no la besé, solo quieres que te recuerde que eres la única que puede tener esa dicha, ¿no?
-Así es como debe ser -contestó alzando sus cejas desafiante-. De lo contrario, yo también tengo permiso de que alguien más toque mis labios.
-Ni se te ocurra, Manoban -amenazó juguetonamente.
Lisa sonrió complacida, encogiéndose de hombros antes de finalmente poder terminar de comer sin nuevas noticias sorpresa. Jennie hizo lo mismo, entregándole después la correa de Kuma a Lisa para pedirle que la sostuviera por un momento en lo que atendía la llamada que llegó a su celular.
Se alejó un poco de la menor para contestar, quien solamente la observó con extrañeza desde ahí al notarla ligeramente nerviosa, pues su mano libre jugaba con el borde de su sudadera y no dejaba de dar vueltas en el mismo lugar.
Decidió ignorar esto dándose la vuelta para pagar a la persona que había servido su comida anteriormente, y después empezó a entretenerse con Kuma el tiempo en que la mayor tardó en volver a acercarse.
-Lo siento por eso. ¿Nos vamos? -había dicho cuando estuvo frente a la chica nuevamente, quien asintió respondiéndole-. Bien, iremos por el auto al departamento porque, como verás, llegué aquí caminando.
Lisa se rió al verla señalarse a sí misma y a Kuma con gracia-. No es necesario, yo traje el mío -Jennie le miró confundida, ladeando su cabeza al no comprender-. Así es, fue un... sutil regalo de cumpleaños de mis padres.
-No tenía ni idea de que pudieras conducir.
-Le sorprendería la cantidad de cosas que puedo aprender a hacer en poco tiempo -contestó coquetamente.
-Aunque no lo creas, ya tuve suficiente prueba de eso hoy -dijo, siguiendo con el tono sugestivo de la menor.
Lisa rodó sus ojos con vergüenza mientras sonreía, sintiéndose encantada cada vez que tenía la oportunidad de conocer el lado más despreocupado de la señorita Kim; justo como lo estaba haciendo en ese momento.
-Entonces, en ese caso, que le vaya muy bien, señorita Manoban con auto propio ahora -volvió a decir burlonamente, tendiendo su mano hacia al frente de la mencionada.
-Hasta luego, señorita Kim que sale a caminar por primera vez seguramente -tomó su mano y la agitó en una despedida exageradamente formal.
Jennie rió, adorando la forma en que la castaña había decidido seguirle el juego, por lo que no se pudo resistir más y tiró de su mano cuidadosamente para acercarla a sí misma.
Y así como había hecho antes, esta vez no se interesó en mirar a su alrededor, simplemente besó directamente sus labios de manera fugaz.
Lisa correspondió con ligera sorpresa por la repentina acción, sonriéndole tímidamente al haberse separado y pensando en cuánto comenzaba a gustarle aquellas interacciones tan cándidas entre las dos.
Emprendió camino por el lado opuesto al de su maestra, quien se había quedado parada en el mismo lugar a la espera de que la menor se alejara lo suficiente como para retirarse ella también con su mascota avanzando por delante.
Después de todo, al menos ahora tenía más clara cuál sería la mejor decisión que podría tomar para los próximos días. Solo necesitaba terminar de concertar ciertos asuntos con la persona que sería el determinante clave de todo.
Era por eso que debía apresurarse a llegar a su departamento, donde su padre seguramente ya estaría esperándola. Mientras ella sólo podía cruzar los dedos, esperando no obtener ninguna contradicción a lo que su mente había comenzado a tramar.
No tiraría a la basura todo el tiempo que le tomó reconstruir una buena impresión en su entorno, pero tampoco estaba dispuesta a sacrificar su felicidad por los prejuicios de alguien más.
En ese momento, ciertas cosas podían complicarse, o bien podrían volverse más simples. Todo dependía.
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