twenty eight
La subjetividad con la que nunca se molestó en tomar la insolencia de la menor le había callado la boca al momento en que esta escabulló sus manos bajo su vestido para tomar el borde de sus bragas y tirar de estas hacia abajo mientras le miraba a los ojos con descaro.
La prenda quedó atrapada en sus tobillos, por lo que alzó uno de sus pies primero y luego el otro para liberarse de ella, apartándola del medio en un ligero desplazamiento.
Sintió el cambio de temperatura cuando su zona íntima fue expuesta por la menor, quien había subido su vestido para mirarle por unos segundos, a la vez que mordía su labio inferior con lascivia.
Expectante a lo que fuese a hacer, la señorita Kim ansió tanto aquel contacto que finalmente le fue concedido, cautivando sus sentidos al momento en que la lengua de Lisa acarició apenas la piel de su pubis. Fue un roce casi experimental para asegurarse de que la mayor estaba bien con eso.
Cuando obtuvo aprobación, se decidió a adentrarse más entre sus piernas. Su lengua separó con finura los labios de su maestra, centrándose en acariciar lo más próximo que tenía a disposición; su clítoris.
Empezó a frotar este de adelante hacia atrás con apacibilidad, humedeciéndolo con su propia saliva a la vez que provocaba en la mayor un nuevo cosquilleo en esta zona.
Jennie enredó su mano por detrás del cabello de Lisa, dejándola quieta ahí para sentir los movimientos que hacía su cabeza al acercarse y alejarse con su boca. Con su espalda aún recargada sobre las hileras del estante, elevó un poco su pelvis para ayudar con la accesibilidad de la menor y así continuar disfrutando de aquello.
Incluso sus fuertes exhalos delataban la grata experiencia que atravesaba con la calidez de la lengua contraria, la cual se mantenía intrusa entre sus labios sobre aquel punto que lograba hacerla delirar. La sensibilidad que estaba degustando era de otro mundo, era tan incitadora que le dificultaba el pensar en otra cosa que no fuese entregarse cada vez más.
Sintió la boca de la menor succionar su clítoris con ímpetu, tirando suavemente de la piel de este al separarse, y acompañado de un impúdico sonido de absorción al soltarlo.
Lisa le miró desde abajo con sus labios rojizos e hinchados, para después sentir cómo tomaba su pierna derecha y la alzaba con delicadeza.
De inmediato logró captar sus intenciones, así que le facilitó el trabajo y se dejó hacer, colocando su pierna sobre el hombro contrario y sosteniéndose por detrás de su cuerpo para no perder el equilibrio. De esta forma, su sexo quedó completamente a merced de Lisa, quien se dedicó a besar el interior de sus muslos antes de recorrer el camino faltante hasta sus labios vaginales.
Podría decir que casi se avergonzó por la humedad que recorría entre sus piernas, pero poca importancia tuvo eso en sus pensamientos cuando nuevamente sintió la calidez de su caricia. Esta vez lo percibió de manera más intensa, pues ahora existía una cercanía más precisa a su principal fuente de placer.
Lisa notó cómo sus acciones ocasionaban la reacción esperada en su maestra, por lo que quiso darle más a esa necesidad que gritaba interiormente en ella. Amplió sus lamidas unos cuantos centímetros más atrás y con eso logró encontrarse con la fina hendidura de los labios de la mayor, empezando a concentrarse ahí con unos cuantos jadeos de fondo.
Saboreó el ligeramente salado fluido que emanaba del medio de sus labios menores, y se deleitó con el temblor en las piernas ajenas que eso había provocado. Ante ello, decidió ir más allá e introdujo su lengua en la abertura de estos, empezando a jugar de lado a lado dentro de su cavidad.
Jennie no pudo reprimirlo por tanto más, así que empezó a gemir libremente al sentirse estimulada por dentro, agradeciendo mentalmente tener un mínimo soporte sobre sus piernas al sentir cómo estas se debilitaban ante la intensa sensación que su alumna estaba causando con su osadía.
La castaña apretó con fuerza el agarre que tenía sobre sus muslos mientras penetraba con su lengua aquel manjar del que se servía su boca. En tanto que la indiscreta mirada que dirigió hacia su maestra para elevar su propio engreimiento al verla sumida en un sofocante alud de lascivia, fue razón suficiente para que sus intenciones pecaran de viles.
Apresuró sus estocadas mientras escuchaba más quejidos de placer combinados con sonidos húmedos provenientes de su saliva fusionada con los fluidos ajenos, y cuando sintió a la mayor tensarse bajo su boca, se apartó bruscamente de ella, impidiéndole deshacerse de aquel fascinante orgasmo que estaba segura de haber estado a punto de tener.
Su cabeza dio vueltas al abrir los ojos en el instante en que dejó de sentir la atención puesta sobre su intimidad; no entendía por qué todo se había detenido de un momento a otro.
Pero Lisa estaba a punto de contestar eso con una casi burlesca sonrisa en su rostro y dos de sus dedos presionándose sobre su clítoris.
-Oh, lo siento. ¿Acaso quería correrse, señorita Kim? -preguntó con una descarada falsa inocencia.
-¿Q-Qué haces? -su respiración no era la más estable-. Claro que sí.
-Bien, pues yo quería mis disculpas hace un rato -Lisa empezó a mover sus dedos contra su clítoris de una manera tortuosamente lenta y dura para Jennie-. ¿Qué tal si llegamos a un acuerdo en el que ambas obtenemos lo que queremos?
No podía estar jugando con ella de esta manera. No podía ser verdad que estuviese utilizando su momento de debilidad y susceptibilidad para llenarse a sí misma.
-Lisa, no me jodas -su voz se entrecortaba cada que el círculo que formaban los dedos de la menor sobre su centro se sentía ir más rápido.
-Puedo detenerme e irme, o puedo escuchar esas simples palabras salir de su boca y terminar esto de la mejor manera -sonrió con malicia aún desde abajo hacia la mayor.
-Juro que a veces haces que quiera castigarte una y otra vez hasta que aprendas a respetarme de nuevo -contestó de dientes apretados y con la desesperante estimulación en medio de sus piernas.
Lisa rió a modo de burla hacia su maestra, sabiendo bien que, quien tanto hablaba de castigos, era precisamente quien estaba recibiendo uno en ese momento gracias a sus acciones pasadas, aunque este no fuese establecido como tal por ella.
Bajó de nuevo y acercó su rostro a su pubis, rozando sus labios contra la piel frente a estos mientras le miraba a los ojos en espera de sus palabras. Solo pretendía molestarla un poco para incitarla a que las soltara más fácilmente.
Por lo que ahora se desplazó ligeramente hacia su abdomen y comenzó a dejar cortos besos sobre este, bajándolos por sobre su vientre de manera devota y remarcando cada uno como si solo así pudiese grabarlos en su memoria para cuando solo existieran ahí más tarde.
La señorita Kim volvió a perderse al recibir ahora aquellos besos sobre sus piernas, soltando unos cuantos jadeos cuando los dientes de su alumna rasguñaron la piel del interior de sus muslos de manera suave.
Tragó fuertemente antes de abrir su boca para hablar, pero antes fue interrumpida por un dedo introduciéndose en su cálido interior, lo cual la hizo distraerse completamente y ahogó un gemido en su garganta. Esa acción había sido tan sutil de parte de Lisa que le tomó por sorpresa, puesto que no había dejado de besar sus muslos mientras tanto.
Pero contrario a lo que esperó, su dedo no se movió dentro de sí, y esto consiguió desesperarla lo suficiente como para que comenzara a moverse por voluntad propia. Sin embargo, no advirtió que la menor la detendría poniendo una mano sobre su cintura y presionándola contra el estante para evitar que siguiera moviéndose.
-No, no -negó con su cabeza, mirándola desde abajo con fingida ingenuidad-. Las palabras mágicas.
Jennie inclinó su rostro para ver a la menor y le dedicó una mirada con gran escozor, intentando transmitirle con ello lo mucho que detestaba su terquedad, pero que estaba dispuesta a perder su orgullo esta vez... solo por ella.
Pronto sintió lo que tanto deseaba, pues el dedo medio de Lisa había comenzado a deslizarse dentro y fuera de su interior, aprovechando la abundante humedad que recorría este, a la vez que la vio acercar sus labios nuevamente hacia su clítoris, en donde dio unas cuantas lamidas sin dejar de penetrarla.
No podía más. Ese estúpido juego en el que se le negaba su liberación, pero luego parecía estar dispuesta a entregársela sin ninguna condición estaba acabando con su paciencia.
La presión entre sus piernas no lo soportaría más.
-L-Lisa... -jadeó mientras volvía a enredar su mano entre su cabello para guiar sus movimientos-. Yo...
-Usted...-susurró burlona, alejando su boca por unos segundos y luego volviendo a su labor.
Las penetraciones con su dedo se volvieron más constantes, lo cual dificultaba más la articulación de palabras para la mayor, pero aún así apretó sus ojos y tomó valor para decir:
-Mgh... ¡lo siento! -declaró finalmente, con dificultad y un tono quejumbroso-. ¿A-Ahora estás feliz?
-No tiene idea de cuánto -contestó Lisa con una media sonrisa.
Dicho eso, la castaña procedió a succionar con entusiasmo su clítoris, sin dejar de introducirse en su mojado interior con suaves pero concisas estocadas.
Y a pesar de no aparentarlo, en el fondo solo esperaba estar haciéndolo bien. Pero nada más bastaba ver el rostro enrojecido y las piernas temblorosas de su maestra para hacerse la idea de que no iba por tan mal camino.
Su orgullo se deleitó los sentidos al escuchar el sonido de sus jadeos volverse más insistentes y desesperados, sintiendo cómo se tensaba bajo su boca e incitaba a tener varios espasmos en su vientre al momento en que aquella deliciosa tortura finalmente cesó.
Alcanzando su punto máximo y junto a un último gemido, a Lisa se le permitió catar el esplendido elixir que escurrió de entre las paredes de su maestra; cautivándose con la placentera vista de su cuello y clavículas que esta le ofreció al tirar su cabeza hacia atrás para disfrutar del embriagante efecto orgásmico.
La señorita Kim era probablemente la persona más sensual que conocería en su vida. Y podía estar casi segura de que eso ni siquiera era algo por lo que se esforzara.
Eso lo confirmó al tenerla frente a sí misma con el vestido desarreglado, su cabello vuelto un lío por las tantas veces que se frotó contra el estante y su mano aún enredada en su cabello; demostrando así, que aunque Lisa quisiera tomar el control esta vez, una parte de Jennie siempre delataría sus impulsos por imponer orden y sumisión ante ella.
Pero aquellos libros en esa biblioteca habían presenciado lo suficiente como para llenar páginas enteras de lo que la ferviente pasión entre dos ofuscadas personas podían hacerle a un lugar tan oculto y callado, en una tarde tan afortunada y apoteósica como esa.
[...]
-¿Crees que le habrá pasado algo malo? -preguntó preocupada una pelimorado.
-No lo sé, pero seguro nos llama en un rato más, tranquila -intentó confortarla Doyeon.
Jisoo chasqueó su lengua y jugó nerviosamente con sus manos, mirando hacia dentro con impaciencia-. No debimos dejarla sola.
Ambas se habían quedado a las afueras de la escuela, esperando algún mensaje o llamada de su amiga que les informara que había terminado todo.
Jisoo no dejaba de caminar impacientemente por la acera de un lado a otro con su celular en las manos, mientras que Doyeon sólo la observaba desde el muro en el que se encontraba recargada.
Notó a la menor tan nerviosa que, cuando pasó por delante suyo como por centésima vez, la tomó cuidadosamente por el brazo y la atrajo hacia sí. Colocó sus manos sobre las suyas y las apretó intentando transmitirle seguridad, no sin antes haber quitado primero el celular de las mismas.
-Hey, relájate, ¿sí? -Jisoo le miró aturdida-. Seguramente solo fue a cambiarse de ropa y por eso está tardando.
-Es que... -se distrajo cuando Doyeon comenzó a acariciar con su pulgar el dorso de su mano-, me pone nerviosa que se haya quedado con él.
-Si te hace sentir mejor, pienso que Lisa tendría todo a su favor si algo estuviese pasando; Jaehyun tiene mucho que perder ahora.
-Que digas eso solo me preocupa más -confesó con aflicción.
Doyeon suspiró exhausta, observando rápidamente hacia adentro de la escuela y luego volviendo su atención a la menor.
-Bien, ¿vienes conmigo? -preguntó, refiriéndose a regresar al salón.
Jisoo asintió con seguridad y se soltó del agarre en sus manos, solo para después tomar el brazo de la pelinegra y entrelazar los suyos en él como un abrazo.
Tenía miedo de quedarse sola ahí, pero también tenía miedo de subir de nuevo, así que no tuvo más opción que buscar protección en la chica, quien no tuvo problema con eso.
Doyeon sonrió para sus adentros cuando sucedió, y solamente empezó a caminar con la menor al lado, pensando que aquello duraría más tiempo. Porque de no ser por la voz que escucharon a sus espaldas y la distracción que esto implicó, ambas chicas pudieron haber entrado juntas sin ningún problema a la escuela nuevamente.
-¡Jisoo! -había llamado la chica de cabellos rubios que se encontraba parada al otro lado de la acera, con sus manos dentro de los bolsillos del pantalón y su mirada puesta en ellas.
Ambas se detuvieron y voltearon al mismo tiempo, con la única diferencia de que la mencionada empezó a dar saltitos alegres luego de soltar su brazo.
-¡Rosie!
Doyeon frunció el ceño al tardar en familiarizar ese nombre, recordando después que era de la dueña del auto que Jaehyun había destrozado. Y tal vez eso explicaba por qué había llegado ahí caminando y estaba a punto de cruzar la calle para encontrarse con ellas.
Al parecer, Jisoo había olvidado completamente la misión de ir a buscar a su mejor amiga al ver a esa chica aparecer, por lo que ella también lo olvidó sin mucho esfuerzo, pues en primer lugar solo accedió a ir para lograr tranquilizarla.
Las vio abrazarse en frente suyo, notando cómo la más alta dejaba un rápido beso sobre la sien de Jisoo, antes de separarse y pasar a ser el objetivo de su atención.
La pelimorado se giró un poco al recordar que Doyeon seguía ahí y también al notar que Rosé estaba mirando a la chica con la inseguridad de si debía decir algo o no.
-Ah, Rosie... -se colocó a su lado para mirar de frente a la pelinegra-. Ella es Doyeon. Amiga de Lisa.
-Lindo nombre -respondió con indiferencia la mayor de todas, acompañado de una media sonrisa.
Doyeon asintió, incómoda, y le agradeció. Después, observó cómo el brazo de la rubia se desplazaba disimuladamente hacia la cintura de la menor, atrayéndola a sí misma, lo cual le pareció curioso, mas no quiso tomarle tanta importancia.
A lo que sí le tomó importancia fue a la crítica mirada de Rosé sobre ella, pensando en que quizá su primera impresión no había sido la más agradable.
-Estábamos por buscar a Lisa. ¿Vienes? -preguntó Jisoo para romper el silencio incómodo que se formó.
-Creo que ya no será necesario -respondió Rosé, mientras veía cómo la chica en cuestión aparecía tras las puertas de la entrada.
Las dos restantes voltearon hacia el mismo lugar, confirmando lo que la mayor decía.
Lisa se sorprendió al verlas, pues tenía la atención de todas puesta en ella, lo que la hizo regañarse mentalmente por haber olvidado avisar que estaba bien y que solamente se tomaría unos minutos para follar con su maestra en la biblioteca.
Tal vez omitiendo esa última parte.
-¿Por qué tardaste tanto? -preguntó Doyeon cuando la menor terminó de llegar al círculo.
-Estaba... -necesitaba una excusa rápida-. Fui a buscar mi uniforme a los vestidores, sí.
-¿Y no te cambiaste? -volvió a cuestionar, entrecerrando sus ojos con duda.
-No. Iba a tardarme más, así que solo lo tomé para llevarlo a casa -bien, Lisa-. Lo siento por no llamar, pensé que sería rápido.
-¿Qué hiciste con Jaehyun? -habló Jisoo esta vez.
-¿Jaehyun? -intervino Rosé, frunciendo el ceño al escuchar ese nombre, para después voltear hacia Jisoo, confundida-. ¿Por qué no me dijiste que estaban con él? ¿Qué hicieron?
-Dije que te explicaría luego -susurró entre dientes la pelimorado, intentando calmarla.
-Sí, pero pensé que se trataba de cualquier cosa, menos de algo que tuviera que ver con él. Deberían-
-Perdón por interrumpir su pelea matrimonial, pero creo que debemos irnos antes de que alguien lo vea colgado del pizarrón y nosotras seamos las últimas personas a las que vieron salir de la escuela -dijo Lisa, soltando una risa nerviosa al final.
-¡¿Qué?! -exclamó Rosé, horrorizada.
Jisoo y Doyeon no dijeron nada, pero su expresión habló por ellas cuando miraron a Lisa con confusión, pues también pensaban que lo había dejado ir.
-Explíquenme ahora mismo lo que está pasando -volvió a decir, insistiendo a Jisoo con su mirada, quien miró a Lisa en busca de ayuda.
-Yo también lamento interrumpir lo que sea que es esto, pero creo que Lisa tiene razón -comentó Doyeon en dirección a Rosé-. Debemos irnos.
La rubia la miró mal por unos segundos, antes de resignarse y negar con su cabeza, soltando a Jisoo de su agarre.
Lisa notó cierta tensión entre las tres, por lo que se apresuró a tomar el antebrazo de Doyeon y tirar suavemente de ella para empezar a caminar hacia el estacionamiento juntas, siendo seguidas por las otras dos un poco más lejos.
-No debí decir eso frente a Rosé -pensó Lisa en voz alta.
-¿Por qué se puso así por eso? -cuestionó Doyeon volteando hacia atrás para comprobar si seguía por ahí-. ¿Es alguna especie de pacifista o algo así?
Lisa soltó una leve carcajada ante lo dicho y negó con su cabeza.
Atrás, Doyeon había visto a Rosé y Jisoo quedarse paradas a varios metros de ellas mientras hablaban; siendo la pelimorado quien hacía ademanes como tratando de explicar algo a la más alta que se encontraba cruzada de brazos y con el ceño fruncido.
-Para nada. De hecho, es la persona más impulsiva que conozco -comentó Lisa, intentando también mirar por detrás a las otras chicas-. Pero supongo que solo se preocupó por enterarse que estuvimos con Jaehyun, ya que, después de todo lo que hizo, era peligroso. Además de que ella no estaba enterada de lo que haríamos, y mucho menos de que Jisoo estaría metida ahí.
-Deben ser muy buenas amigas, ¿cierto?
-¿Nosotras?
-Hablo de Jisoo y ella -señaló con su cabeza a las mencionadas-. Digo, esa fuerte preocupación que casi la lleva a enojarse, la cercanía física con la que se tratan, y ni hablar de cómo me miraba. Seguramente me odia.
-¿Por qué dices eso? -Lisa rió mientras hacía la pregunta.
-No lo sé, desde que llegó me miró extraño y trató de mantener a Jisoo pegada a ella -colocó una expresión entre incrédula y burlesca.
Lisa entendió de inmediato lo que pasaba y solo pudo apretar sus labios para no seguir riendo tanto y que la mayor la fuese a mirar extraño; pero pensó que era necesario mencionar ciertas cosas para evitar futuros mal entendidos.
-Bueno, Rosé es así, muy protectora. Lo ha sido conmigo en varias ocasiones, así que no me extrañaría en absoluto que eso se intensificara con Jisoo, considerando el tipo de relación que llevan últimamente.
-¿A qué te refieres con eso? -dijo con recelo.
-Doyeon -llamó, deteniéndose frente a ella con una ligera sonrisa ladina-. ¿No es obvio?
La pelinegra pareció pensarlo unos segundos y luego bajó su rostro, apenada-. Claro... tiene sentido.
-No me digas que es lo que estoy pensando -inquirió con ojos entrecerrados.
-Lo es, pero no importa -volvió a levantar su rostro y mostró una sonrisa en un intento de restarle importancia-. A decir verdad, fue algo bastante superficial.
-¿Qué hay de la otra chica de la que me hablaste?
-Ella... -pareció pensarlo por unos segundos-. Se fue de la ciudad hace unos meses. Por esa razón no hablé más del tema; además de que nunca pude decirle lo que sentía, así que prácticamente no pasó nada.
Lisa conocía la historia detrás de aquella chica, Doyeon se había encargado de adentrarla en contexto hace un tiempo luego de su primer charla en los vestidores.
Sabía la cantidad de tiempo que su amiga había estado sintiendo cosas por ella, pero aún así, no podía comprender cómo es que Doyeon, siendo como era, tan extrovertida, desvergonzada y abierta, nunca pudo animarse a hablarlo con la chica.
Supuso que dependía de muchos factores que, a lo mejor, desconocía. Solamente podía afirmar que la pelinegra era un sueño para quien decidiera aceptarla, y que de estar disponible, no dudaría en estar de acuerdo con que su mejor amiga se tratase con ella.
-Es un asco. Espero puedas encontrar a alguien que vea lo brillante que eres -intentó confortar.
-¿Qué hay de ti? -Lisa la vio sonreír de la única manera en que Doyeon lo hacía cada vez que empezaría a bromear o molestarla.
-¿De mí?
-Sí. ¿Ya vas a dejar tu fetiche con las profesoras o sigo esperando más a que estés libre? -preguntó burlonamente.
Lisa rió fuerte ante sus palabras, ganándose la lejana mirada de las dos chicas que continuaban a unos metros de ellas, posiblemente discutiendo aún.
-No pienso dejarlo por el momento, pero puedes unirte si quieres. Aceptamos nuevas integrantes -respondió siguiéndole el juego.
-Muy amable de tu parte, pero no, definitivamente no, gracias -su expresión de disgusto hizo a Lisa volver a reír fuertemente.
-Vamos, no seas aguafiestas, será divertido.
-¿Qué sentido tiene si yo no seré tu favorita? -la pelinegra cruzó los brazos.
-Touché -se alzó de hombros, dándole la razón-. Se cancela la invitación entonces.
-Una lástima -respondió con sarcasmo y una sonrisa.
Lisa sabía que aquello era algo completamente impensable para la señorita Kim, pero le pareció bastante gracioso intentar aligerar el anterior ambiente tenso de esa manera.
-Oye, por cierto, quería darte las gracias -dijo por último-. Cuando te conocí, nunca pensé que llegaría a pedirte algo como lo que hicimos ahora. Realmente eres la mejor.
Doyeon le sonrió y decidió abrazarla como respuesta. Lisa aceptó gustosa y enredó sus brazos alrededor del cuerpo de la mayor, sintiendo un sincero agradecimiento por la amistad que ahora estaba segura que existía entre ellas.
-No es nada. Fue bastante divertido y me alegra haber podido ayudar -dejó un cariñoso beso sobre la frente de la menor antes de separarse de ella.
Jisoo y Rosé se acercaron cuando las chicas se soltaron del abrazo, manteniéndose juntas pero en silencio, lo cual indicaba que seguramente habían arreglado el malentendido y ahora todo podía transcurrir con tranquilidad.
-Rosie y yo iremos a comer algo -dijo la pelimorado-. ¿Quieren venir?
La mencionada desvió su rostro mientras se cruzaba de brazos, a lo que Lisa frunció el ceño y le dio un pequeño empujón a su hombro con el propio, preguntando con la mirada qué era lo que pasaba.
Rosé negó suavemente con su cabeza y su expresión facial cambió a una más agradable.
-Gracias, linda, pero yo estoy muy cansada, así que creo que iré casa -respondió Doyeon-. Salimos otro día... cuando quieras.
Las palabras de la pelinegra lograron su objetivo al hacer que Rosé volviera a mirarla de manera fastidiada, riendo disimuladamente después por lo fácil que era provocar los celos en la rubia.
Y antes de que terminara insultada o algo peor, Doyeon se despidió de las demás y se fue de ahí, dejándolas solas para suerte y gusto de Rosé.
Por otro lado, Lisa también se excusó diciendo que realmente no le apetecía comer en ese momento, por lo que terminó permitiendo que las dos chicas se fueran sin ella mientras tomaba camino hacia su casa.
Quizá tomar un buen baño ayudaría a despejar su mente y a deshacerse de la molesta humedad entre sus piernas.
Por su parte, era a la señorita Kim a quien más le urgía hacer aquello en esos momentos realmente, por lo que se apresuró a dejar su ropa sobre el cesto y entró a la ducha.
En su cabeza solo podía reproducirse la última interacción ocurrida con su alumna, sonriendo internamente al pensar en lo arriesgado que había sido eso; ya que, aun estando consciente de los peligros que conllevaba, ella había decidido ignorar a propósito cualquier señal que intentara hacerla razonar.
Pero ya era suficiente. No podía permitir que eso siguiera ocurriendo, más cuando había sido muy permisiva en los últimos días.
Empezaba a darse cuenta de la descarada manipulación que estaba ejerciendo la menor sobre ella, y eso no terminaba de agradarle completamente. Ella sólo quería hacer las cosas bien por primera vez, pero no podía proseguir si la chica no demostraba una actitud afín.
El agua que se cernía sobre su espalda con templanza entró en función con un suave torrente de pensamientos agregados al inicial, en donde distintas posibilidades encaminadas al futuro se hicieron presentes.
Jennie pretendía no saberlo, prefería ignorarlo, pero realmente tenía muchas cosas de las que ocuparse, y una de ellas era esa terca sensación de confusión que había comenzado a irritarla desde hace algún tiempo.
Sentía que algo no estaba bien. Últimamente se encontraba a sí misma cuestionándose con insistencia algunas de sus decisiones, e incluso acciones, tomadas. Sin embargo, descartaba la mayoría de pensamientos tachándolos de intrusivos, para luego distraer su mente con su trabajo o alguna otra actividad y así crear un círculo repetitivo.
Era bastante consciente de su alrededor, pero eso no parecía estar siendo suficiente cuando sus ideas la llevaban bastante lejos de lo que las podía concebir actualmente, tal y como estaba sucediendo al momento en que cerró la llave de la ducha y salió de ella para secar su cuerpo con la toalla que había llevado consigo.
Sumergida en su propia mente por enésima vez en la semana, Jennie se colocó ropa cómoda y abrigada para salir de su habitación e ir a por Kuma, tomando la pequeña correa retráctil de uno de los estantes y colocándosela a su mascota.
Estaba anocheciendo, pero eso no la hizo desistir de su intención de salir a dar un paseo a tomar aire para recobrar un poco de estabilidad. No pretendía demorarse mucho, así que solo tomó su celular y sus llaves antes de salir de su apartamento con Kuma llevándole por delante.
Y aún con la evidente ausencia de calidez en esa noche, se puso a andar con la esperanza de encontrar la abrasadora solución a su dilema.
Un dilema que ahora tenía nombre y apellido.
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